“La necesidad de poder puede tornarse ilimitada, aunque a menudo es un pobre sustituto de la falta de afecto.” Roberto Kertész
Definitivamente quienes están en funciones de gobierno y
los que de distinta manera se lucran de él viven en un mundo raro o un mundo de
alucinados. Creen que el barco se hundirá sólo del lado que están los huecos y
ellos estarán a salvo de la vorágine. Negar la existencia de la crisis
generalizada en el país, tanto material como ético y moral revela un cinismo
espectacular. Considerar que “los desequilibrios son artificiales” es de una
ignorancia brutal. O también es posible que sean manifestaciones del nazi
fascismo en acción con la aplicación del tristemente célebre principio de
Goebbels según el cual “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”.
El desequilibrio fiscal es evidente. El Estado gasta
mucho más que lo que le ingresa y el endeudamiento es colosal. El desequilibrio
monetario es demostrable. El Estado ha emitido muchísimo más dinero que el que
requiere la producción interna de bienes y servicios, alimentando así la voraz inflación,
la más elevada del mundo. Hoy nuestra sociedad maneja mucho más dinero y no
consigue los bienes necesarios para subsistir. El desequilibrio cambiario es
insostenible, obedece más a razones políticas e inmorales que a razones
económicas. Y el desequilibrio del comercio exterior, exportaciones e
importaciones, ha respondido más a razones ideológicas obtusas y delictuales
que de balanza comercial.
Todas esas distorsiones y desequilibrios son la causa
fundamental de la crisis que nos arrastra a los límites de la miseria. La
producción de leche y carne ha caído en un 70%; el comercio formal agoniza y
las fábricas no tienen insumos; el 80% de los venezolanos no puede costear sus
alimentos y medicinas; el desempleo es alarmante y la delincuencia acorrala a
productores y ciudadanos de todas las razas y colores. Estos son titulares de
medios de comunicación hace pocos días.
Con las estimaciones para este año de una caída del PIB
alrededor del 10%; una inflación rondando entre el 600 y 700%; un precio del
petróleo que seguirá siendo volátil y que en el mejor de los casos podría
ubicarse entre 40 a 50 $ el barril; con instituciones públicas carcomidas por
el morbo de la corrupción y la degradación del ejercicio de la política, no hay
que tener una bola de cristal para vislumbrar la efervescencia social y la
aceleración del caos en el país. Roguemos a Dios por un cambio sin traumas y en
unidad.
Neuro Villalobos
nevillarin@gmail.com
@nevillarin
Zulia - Venezuela
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