No hay que analizar mucho para darse cuenta que lo
que quiere Nicolás Maduro es darse un auto golpe.
La intransigencia y bravuconadas del mandatario
venezolano están demostrando que no quiere acuerdos de ninguna clase con la
oposición y por el contrario la está irritando al máximo para provocar una
confrontación, donde llamaría a las fuerzas armadas para que actúen.
Maduro alertó que la Constitución prevé
herramientas para contrarrestar este posible escenario y aunque no ahondó en
los detalles, se estima que declararía Estado de Sitio, que es un régimen de
excepción que debe ser declarado por el poder ejecutivo y representa un
concepto equivalente al de estado de guerra, y por ello se dan a las fuerzas
armadas facultades preponderantes para los actos de represión. Durante el
Estado de Sitio quedan en suspenso las garantías constitucionales, con mayor o
menor extensión, según las legislaciones y este estado de Emergencia evitaría que
entrara en sesiones el nuevo Congreso, de amplia mayoría opositora, el próximo
6 de enero. El mismo presidente se ha calificado como un soldado más,
"listo y preparado para dar su vida y sacrificarse en el campo que toque
sacrificarse...".
Ya en agosto pasado Maduro hizo algo parecido, pero
en menor escala cuando dictó Estado de Excepción para la zona fronteriza con
Colombia. Según la Ley Orgánica sobre Estados de Excepción, promulgada en
agosto de 2001, tales medidas solo deberán ser dictadas “en caso de estricta
necesidad para solventar la situación de anormalidad, ampliando las facultades
del Ejecutivo Nacional…”. ¿Un ataque armado contra un grupo de soldados
requirió el decreto de un estado de excepción regional? ¿Se cumplió con la
condición de “estricta necesidad”? ¿ Exageró el presidente? Sí, por que los
planes ocultos eran diferentes.
Hoy el panorama no puede ser más claro:
El mandatario ordenó a los militares que estaban en
la administración pública que regresen a los cuarteles, decisión que se da después
de 17 años en que los uniformados ocuparon numerosos cargos públicos y
dirigieron varios ministerios como Relaciones Interiores y Economía y Finanzas.
Asimismo los militares han controlado la banca pública, el crédito, las
divisas, las aduanas, los permisos de importación y exportación e incluso las
alcabalas.
La medida ordenada por Maduro tiene varios
propósitos, pero el principal es aglutinar a los militares y disponerlos listos
para la batalla. Esta puede darse en cualquier momento en que el Ejecutivo así
lo requiera.
Sin embargo, esta medida de sacar a los militares
de los puestos administrativos del gobierno, puede ser extremadamente
peligrosa, porque la mayoría obtenía
múltiples ganancias en prebendas y negociados que los ha transformado en millonarios.
La estrategia tiene todas las caracteríticas de un
doble juego y de haber sido dictada por La Habana. Si no lo fuera así, sería
muy difícil que el hombre servil y fiel a toda prueba del castrismo, vaya a
correr con colores propios.
No se sabe si el Ministro de Defensa, Vladimir
Padrino, va a ser confirmado por Maduro en el nuevo gabinete. Padrino es uno de
los militares de más confianza del gobierno cubano, tanto así que el 6 de
septiembre pasado viajó a la Isla expresamente para reunirse con la élite
castrista y se tomó fotos a los pies de Fidel Castro que fueron criticadas en
Venezuela por la "actitud
servil" del general frente al decrépito caudillo cubano.
Ministro de
Defensa venezolano se reunió con Fidel Castro
Sin importarle las críticas, el Ministro acompañó
las imágenes, que subió a la red social twitter, con un mensaje en el que agradecía a Castro y
expresaba que continuarán ambos “aferrados a las ideas y a las causas más
nobles de la humanidad”.
Entre el General y Maduro ya se sabe cuales son las
preferencias del gobierno de La Habana. La cúpula gobernante cubana mantiene al
mandatario en el poder solo porque hasta ahora lo beneficia. Con su ciega
lealtad, Maduro le sirve al régimen para seguir obteniendo la ayuda que
representan los envíos de los 80 mil barriles diarios de crudo y derivados, tal
como lo hacía en el pasado el gobierno de Hugo Chávez y que no han mermado en
cantidad, pese a la grave crisis económica que vive Venezuela.
Por eso es que se visualiza a Nicolás Maduro como la punta de lanza de este
nuevo plan maquiavélico de La Habana, que tiene por finalidad terminarlo de
quemar ante los venezolanos.
Si fracasa surgirá Diosdado Cabello -ya en su
calidad de vicepresidente- favorito del gobierno cubano, como el único personaje clave que podría
"salvar" a los chavistas.
Nicolás Maduro no es Hugo Chávez y el ex chofer del
Metro de Caracas carece de la preparación, la malicia y el carisma para el
cargo de presidente que tenía el difunto mandatario y esto lo saben en La
Habana
Las grietas dentro del Partido Socialista Unido
(PSUV) se han ahondado bajo el mandato de Maduro y muchos lo culpan del caos en
la economía y de la enorme derrota del 6 de diciembre en las elecciones
parlamentarias.
Maduro sabe que todos sus errores lo pueden
conducir a que se pida un Referéndum Nacional, como sucedió el 2 de diciembre
de 2007. En aquella oportunidad y de
acuerdo con los escrutinios del Poder Electoral, el pueblo decidió no admitir
los cambios solicitados a la Constitución de la República, rechazando así la
propuesta. Esta fue la primera derrota electoral del oficialismo. Chávez tuvo
que reconocer en esa oportunidad que el No, había ganado la partida.
La diferencia con Maduro, es que su tozudez y
porfia le impiden ver la fina trama tejida en su contra de los que lo felicitan
por su "brillante y valiente discurso", pero que están dispuestos a
cambiarlo, apenas lo vean caído.
Angelica Mora
angelicamorabeals@yahoo.com
@copihueblanco
Nueva York - Estado
Unidos
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