Maduro, una especie de marioneta a control remoto, sin educación y sin
poder de convocatoria, quien no conoce otras armas de guerra política para
alentar a los seguidores del extinto comandante y amedrentar a sus adversarios,
que no sean el terror y la mentira, no nos sorprende con sus pataditas de
ahorcado. Su mentor, su comandante eterno, también empleó con vehemencia la
misma estrategia y fue aún mas allá materializando sus instintos criminales
aquel fatídico día 11 de abril del 2002 en el que 19 hombres y mujeres indefensos
murieron vil y cobardemente asesinados sin saber que, ni por qué morían.
No es que Maduro, quien se entrenó desde muy joven en la misma escuela
para terroristas de la Cuba castrista, no haya cumplido sus amenazas alguna
vez. En febrero del 2014 arremetió brutalmente contra las protestas
estudiantiles que se extendieron por el territorio nacional, las que reprimió
con las fuerzas regulares y con sus bandas al margen de la ley, denominadas
Colectivos Armados, a su vez respaldadas por mercenarios internos y foráneos
bien entrenados y muy bien pagados con los dineros de la República. Esos días
el cobarde de Maduro le cegó la vida a más 50 jóvenes estudiantes y enlutó a
centenares de hogares venezolanos.
Lo acontecido este 6 de diciembre del 2015, demuestra la firme decisión
de un pueblo al borde de la locura por tanto maltratado, impunidad e insultos
por parte del desgobierno. Los electores ahora quieren ver resultados a corto y
a mediano plazo a pesar de que la elección no fue para cambiar el gobierno. Como
caigamos en ese juego de dimes y diretes propiciado y financiado por el régimen
para enturbiar el ambiente político, la población que hoy sufragó por la
democracia, podría invocar cualquier otro régimen que les resuelva el problema
de la inseguridad, de la escasez y del desabastecimiento.
Sea Dios Veraz…!
Carlos E. Mendez
carlosemendezs@gmail.com
@carlosemendezs
Caracas - Venezuela
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