Las recientes
elecciones celebradas que dieran el triunfo al candidato opositor Mauricio
Macri merecen algunas reflexiones. Sin duda, cabe calificarlas de históricas,
pero no por lo que señalan la mayoría de los "analistas" políticos y
periodistas, en cuanto a haber sido el primer balotaje que se lleva a cabo en
la Argentina, sino en otro sentido, por el cual significa haber vencido al
poderoso aparato montado por la siniestra banda del FpV*.
No puede resultar de
ninguna manera sencillo doblegar al partido oficialista, máxime si se tiene en
cuenta la mas de una década reteniendo ilegítimamente el poder, tiempo más que
suficiente como para haber armado toda una estructura que, en otros casos, le
hubiera permitido perpetuarse en la cúspide del mismo. El triunfo de Cambiemos
tiene -por este sólo hecho- un mérito muy grande.
Otro rasgo
significativo de estas elecciones fue el que, a pesar del escandaloso fraude
cometido por el gobierno (que por el hecho de ser tal, controla todo el aparato
electoral, como asimismo todo el mecanismo de escrutinio y conteo de los votos)
pese a todo esto decimos, Cambiemos logró imponerse, aunque, sin duda, por una
cantidad de votos muchísimo mayor que la anunciada oficialmente. Prueba de ello
son las fotografías de las actas que circularon ampliamente por las redes
sociales (en especial por Twitter) y de las cuales el periodismo (tanto el oficial
como el mal llamado "opositor") no dieron cuenta. A luces vista, las
fotografías comprobaban de que manera los fiscales del oficialismo adulteraron
las actas para disminuir los votos de Cambiemos y aumentar artificialmente los
del FpV. El fraude electoral no es nuevo en la Argentina, y ya lo practicó con
éxito el mismo FpV en las dos anteriores elecciones presidenciales previas a la
reciente. Dado el natural temor a formular denuncias que tiene la gente y a la
fuerte propaganda oficialista en aquellas oportunidades, mas una cuota grande
de resignación entre la ciudadanía en aquellos momentos, sumados otros factores
menores, las denuncias fueron escasas y, como suele ocurrir en todo gobierno
hegemónico, no prosperaron, fueron desestimadas o directamente silenciadas.
Esta vez el fraude
fue menor, y aunque sin duda importante, al fin de cuentas, fracasó.
Otro aspecto, esta
vez lamentable pero también típico del periodismo argentino, es el bajo nivel
de los comentarios y análisis políticos en los medios tradicionales, aunque no
escapan a esta bochornosa escala el de denominados "politólogos" de
"prestigio" que -como en anteriores oportunidades- se centraron en la
presunta escasa diferencia de votos entre Macri y Scioli, aspecto sin duda
completamente irrelevante para quien maneje mínimas nociones de ciencia
política.
Más allá que -tal
hemos expuesto- estamos casi seguros que la diferencia de votos fue no menor a
un 10% u 8%, de ninguna manera desmerece ni desluce el triunfo que esa
diferencia hubiera sido (como se dice) menor.
Ningún presidente
argentino, ya sea hubiera obtenido los votos que hubiera conseguido, gobernó
menos (o con menos poder) que si -en los hechos- hubiera logrado el 99% de los
votos. La cantidad de votos nada cuenta para gobernar (aunque cuenta para
impresionar a mentalidades infantiles). Para ejemplos recientes parecen haber
olvidado esos sedicentes "politólogos" que Kirchner -quien
formalmente alcanzó un escaso 22% de votos- gobernó hasta el final como si
hubiera ganado por el 100% al punto tal de haber creado una dinastía que,
proponiéndose perpetuarse en el poder, logró hacerlo por más de una década. Y
antes de él, tampoco ningún presidente gobernó por menos, sino por más. Es que
el número de votos otorgan al ganador solamente un poder formal, que no siempre
coincide con el poder real o material. Por lo que, en los hechos y en la
práctica, formalmente para el ganador es lo mismo haber ganado por 1 voto que
por todos los millones de sufragios que sean imaginables. Con más razón en la
política argentina, donde -lamentablemente- lo que cuenta simplemente es ganar
para acceder al poder, y una vez en posesión de él lo que se haga con el mismo
es otro cantar.
Por otra parte -y
desde un punto de vista estrictamente democrático- lo que tendría que importar
(y que verdaderamente importa) es como -tras las elecciones- quedaron
configuradas las cámaras legislativas, y no la cantidad de votos que obtuvo el
candidato presidencial vencido.
También resultan
ridículos los comentarios que mostraban preocupación por el hecho de que
Cambiemos tendría que acordar con otras fuerzas políticas, porque, además de
pasar por alto que todos los presidentes (unos mas, otros menos) se han visto
obligados a ello, Macri ya lo ha hecho con la UCR y con la Coalición Cívica-ARI
(antes de presentarse a las elecciones), partidos ambos -hasta lo que no hace
relativamente mucho- no le eran afines. El presidente Macri ya demostró
habilidad y flexibilidad en dicho sentido. Creemos entonces que no hay motivo
ninguno como para suponer que no pueda lograr pactos a nivel nacional con otras
fuerzas políticas, por lo que -al momento- las dudas que esos
"politólogos" y "periodistas" manifiestan no tienen -a
nuestro juicio- ni antecedentes ni asidero alguno que las justifiquen.
En suma, las críticas
de muchos "periodistas" y "analistas" hechas al vencedor
Macri en función del resultado electoral numérico nos parecen de la ridiculez y
absurdidad más enorme, pueril y espantosa. La ciudadanía argentina se mostró en
esta ocasión más juiciosa y más madura que muchos "analistas
políticos" de la prensa oral y escrita.
En lo sustancial, el presidente Macri recibe un país destruido por las fuerzas letales del FpV, por lo que la terea de reconstrucción que le espera no será de ningún modo simple. Pero su efectiva gestión como Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires le brinda un antecedente muy auspicioso y favorable.
No somos amigos de
hacer pronósticos y menos en materia política, por lo que -al momento- no cabe
más que augurarle al flamante presidente de todos los argentinos el mejor éxito
en la tarea que, en lo que sea positiva contará con todo nuestro apoyo. Y en lo
que no, con nuestra amistosa crítica constructiva.
*FpV: siglas del
Frente para la Victoria, rama del peronismo conformado por el matrimonio
Kirchner.
Gabriel Boragina
gabriel.boragina@gmail.com
@GBoragina
Acción Humana
Buenos Aires- Argentina
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