Sí señor. Yo sé dónde viven esos señores. Grandes capitanes de los
gobiernos del Pacto de Puntofijo. Uno de ellos fue presidente encargado y el
otro fue encargado del presidente. Octavio Lepage y Juan José Caldera. Y no
solo yo, hay un gentío que sabe la dirección y el paradero de esos viejos
dirigentes. Es que ellos parecen no tener miedo a que la gente sepa dónde
viven. Es más, a Octavio, conocido como “El Breve” (el cuento es que Lepage
sustituyó a Pérez como presidente pensando que iba para largo pero fue corto,
mayo y junio de 1993), le encanta, disfruta, le gusta, que los vecinos lo
saluden, que le recuerden sus días de gloria. Lo mismo ocurre con Juan José
Caldera, que sufre de la manía del saludo “politiquero”, vale decir, al
encontrarse a alguien en la calle, en la barbería o en el supermercado le
recuerda que “tienen una conversación pendiente”.
Total que Lepage, como muchos otros dirigentes adecos, se acostumbró al
saludo, a la asistencia a parrilladas y a las adecadas; viven en mi memoria las
llamadas “Navidades blancas”, que no eran sino grandes aquelarres,
inmensos festines donde se daban cita
los principales dirigentes adecos para bañarse de masas y medir su popularidad.
Y los adecos solían, menos que los copeyanos,
recibir a la gente en sus casas y oficinas, y firmar cuantas cartas de
recomendaciones les pidieran para cargos, becas, ayudas y demás solidaridades
propias de los gobiernos populistas y neopopulistas.
Es conocido de todo el mundo que el viejo Alfaro, que en paz descanse,
le firmó a Diosdado y a su hermano José David sendas cartas de recomendación
para su ingreso en la Academia Militar. A bichos malagradecidos. En aquellos
años varios generales eran simpatizantes voluntarios de AD, de Copei y hasta
del MAS, dije voluntarios, no como ahora, que los tenientes coroneles,
coroneles y generales para seguir ascendiendo tienen que vestirse de rojo y
jurar fidelidad a la “revolución”.
¡Ay, Señor! Con esa carta de Alfaro los hermanos Cabello Rondón entraron
como empujados por un cañón, como río crecido por conuco. No se olviden de que
esos hermanos vienen de una familia absolutamente adeca, tanto es así que en la
casa de AD en El Furrial fue donde vivieron y se criaron esos pajaritos que al
correr de los años se convertirían en cuervos.
Sigo el cuento. A Lepage, Canache, Álvarez Paz, Eduardo Fernández, Juan
José Caldera y la inmensa mayoría de aquellos líderes de Puntofijo y la llamada
IV República les sigue gustando que los saluden en público. Y se llegan de
regocijo cuando alguien los reconoce fuera de las fronteras patrias. Yo he sido
personalmente testigo en uno que otro encuentro festivo: cumpleaños, bautizos
de libros o de tripones y hasta de asuntos ya no tan festivos como visitas a
hospitales y hasta cementerios donde tales personajes reciben el saludo
respetuoso y cariñoso de mucha gente. Nunca he presenciado ni he sabido de
ningún acto de repudio de sus vecinos.
Pero ahora me pregunto ¿y los de la V República? ¿A qué playa pueden ir
libremente que no los piten, los abucheen? ¿En qué vecindario viven que parece
siempre ser un ultrasecreto, algo privado? ¿Quiénes son sus vecinos? No conozco a nadie que sepa ni dónde
desayunan, ni almuerzan, ni cenan, o si van al cine, o al teatro, o al beisbol,
o al básquet, o a la playa, o al río. Viven escondidos. Miedosos. Hasta en el
exterior andan sigilosos, llenos de miedo de que les griten, los acusen, los
señalen. Le tienen miedo a ser fotografiados comprando, turisteando. Puede ser
una vida con dinero, pero esa no es vida. No se atreven a ponerse un traje
baño. A meterse en un maratón o en una caminata. Verlos en una piscina: nunca
de los jamases. Never han sido vistos en toros coleados o en tarimas de
Carnaval.
Viven una vida oscura. Secreta. Llena de temores y miedos. Errantes. Si
fuera cierto que el cariño de las masas se advierte, se siente, se percibe,
precisamente donde las masas pululan, en donde las masas están, sería allí
entonces que los poco talentosos del chavismo debían exhibir sus humanidades,
nos preguntamos de seguida ¿por qué los grandes capitanes del gobierno, los
hombres de dos apellidos, como Arias Cárdenas o Chacón Escamillo, nunca
aparecen en tales sitios, sino que viven en casas guardadas por esbirros y
perros de presa, en camionetas blindadas de vidrios oscuros, en fiestas
privadas y secretas en clubes cerrados? Una vaina igual a la vida de Fidel
Castro, que después de 55 años en el poder nadie sabe en Cuba dónde vive el
anciano dictador.
Carajo, entre la vida libertaria y hasta facilona, por cierto, sin
grandes despliegues de dinero, de riquezas, ni
bienes ostentosos de los cuartorrepublicanos y la otra vida secreta,
privada, miedosa y escondida de los actuales mandatarios, llenas de riquezas
mal habidas, yo, sin lugar dudas, escojo la libertaria, la libre, la que no
tiene que rendirle cuentas a nadie, la que no se ve rodeada de odio y
desprecio. No me lo digan lo que ya sé: “Quien siembra vientos, recoge
tempestades”.
Por estas y otras razones parecidas, Canache, Caldera, Lepage, y hasta
Claudio Fermín, andan bien tranquilazos en cuanto a la política se
refiere, temerosos, eso sí, del hampa, ese otro mal que aqueja más a la
oposición que al gobierno. Para esos viejos líderes adecos y copeyanos, y hasta
para los masistas, mepistas e incluso comunistas, nunca fue problema dónde y
cómo vivir después de terminar un gobierno, un período presidencial.
Ahora, eso es un verdadero dilema, un desiderátum, los jerarcas
chavistas se preguntan todos los días, sin falta: ¿Y si perdemos el gobierno,
dónde vivimos, para dónde nos vamos, qué hacemos para que no se devuelva el
odio? Es que han hecho tantas marramuncias, tantas maldades, tantas trampas,
tantas traiciones, tanto daño, tantas expropiaciones, tantas acusaciones que no
conciben la posibilidad de una convivencia en paz. Tienen el temor de que se
cumpla aquella maldición que reza así, se lo dijo un hombre sabio a su hijo
recién estrenado de ministro: “Hijo, todos los amigos que usted haga mientras
sea ministro serán falsos y durarán un instante, ahora, hijo, oiga bien, serán
auténticos todos los enemigos que usted haga en ese mismo lapso, verdaderos y
eternos”.
Eduardo Semtei
eduardo.semtei@gmail.com
@eduardo_semtei
Caracas - Venezuela
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