Una de las facetas menos respetadas de
la extraña “colcha de retazos” en que resulto la Constitución vigente, es la de
nuestros derechos humanos de naturaleza política. Y digo menos respetadas
porque si bien sabemos es uno de los aspectos más atropellados por el régimen,
es significativo que resulte ser uno de los más resaltados en todos los
convenios firmados por la Republica, en especial aquellos firmados por el
difunto Comandante Galáctico.
En efecto, la Carta Andina para la
Promoción y Protección de los Derechos Humanos, firmada por el Comandante
Eterno el 26 de Julio de 2002 (verla enhttp://www.sice.oas.org/labor/ Carta%20Andina.pdf),
conjuntamente con los Presidentes de Bolivia, Ecuador, Colombia y Perú,
paradójicamente después de la masacre de su régimen el 11 de abril, da cuenta
de esa locura de proteger afuera lo que atropellaba adentro. En esa Carta se
reafirmaba el compromiso de la Carta Democrática Interamericana del respeto a
los derechos humanos y las libertades fundamentales en los países andinos.
Y otra vez digo “colcha de retazos”,
porque si por un lado nuestra Constitución tiene bien definidos los derechos
políticos de los venezolanos, también permite un desafuero tan descomunal como
la disolución del Poder Legislativo por parte del Presidente de la República
(Art. 236.21), actuando como un monarca, en una de las super atribuciones
concedidas al personaje que elegimos como un rey constitucional, por ordenes
del mismo Comandante Supremo a la mayoría del Constituyente electo en 1999.
Estos desbalances tan pronunciados
hacen que, por un lado el régimen se aproveche de esa posición de fortaleza
monárquica y autoritaria, y por otro lado hagan que la oposición diga que es la
"mejor constitución del mundo". El peor de los mundos, pues. No
puede ser que en nuestro Pacto fundamental la mitad de los artículos vayan de
acuerdo con un país respetuoso de los derechos humanos y la otra mitad permita
que el Presidente los atropelle. La resultante no puede ser una buena
constitución.
De allí que en lugar de quejarnos por
lo que no podemos cambiar por ahora -Chávez dixit-,
como por ejemplo que el Presidente pueda constitucionalmente nombrar más
Generales para Venezuela de los que tiene toda la OTAN junta, nos enfoquemos en
lo que si podemos hacer con el lado civilista de nuestra Constitución, como por
ejemplo el derecho que tenemos en ella de convocar al Poder Constituyente
Originario, haciendo uso del dispositivo consagrado en el Artículo 70, como lo
es el derecho humano de carácter político de los venezolanos para activar la
iniciativa constituyente.
Si un Presidente puede, en virtud de
sus atribuciones, desajustar una institución que debe mantener un equilibrio
que nos afecta a todos, y que estaba garantizado en la Constitución de 1961 al
dejarle a un Senado la decisión última de su crecimiento armónico, entonces
estamos frente a una situación de una gravedad extrema que debe ser corregida a
la brevedad posible.
Luego entonces la Constituyente, no
solo se establece en nuestra Constitución como un Derecho Político al cual
podemos concurrir si se ignoran las consecuencias de mantener este estado de
cosas para el futuro, como el caso de los Generales sin control, sino que no
depende de mas nadie sino de nosotros mismos, sin gobierno alguno que pueda
impedirlo, al ser un derecho humano garantizado para los venezolanos.
Es interesante que estando allí al
frente de todos, sin más requisito que la aplicación de la Constitución
vigente, muchos venezolanos todavía insistan en soluciones a la crisis
del país que pasan por los Poderes Constituidos, como la renuncia, el
revocatorio o las enmiendas constitucionales.
Lo que sucede es que hace falta
aterrizar la iniciativa constituyente, cosa que la tradicional dirigencia
política no estaría interesada en realizar, por aquello de perder los
“espacios” conquistados. Pero la verdad es que resulta una suerte mucho peor
para ellos porque sería un borrón y cuenta nueva para todos, permitiendo el
surgimiento de nuevos actores y nuevas propuestas políticas muy necesarias para
un país en estas circunstancias. Pero los venezolanos lo necesitan, por encima
de cualquier circunstancia política egoísta. A mucho dirigente le hace falta la
grandeza y la estatura de Estado necesaria para pensar y decidir a favor de la
Nación.
Sin embargo, los acontecimientos en
pleno desarrollo en Venezuela pueden cambiar la situación de los actores
políticos de un momento para otro. La iniciativa Constituyente continuará allí,
esperando, como un derecho humano al que tenemos acceso y derecho todos los
venezolanos sin distingo de condición política, para todo aquel que quiera
verla, o mejor dicho activarla....
Luis Manuel Aguana
luismanuel.aguana@gmail.com
@laguana
Caracas - Venezuela
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