Calabozo. Esta ciudad
llanera fundada en 1724 está sembrada por Dios de numerosos humedales, que el
llanero llama Ojos de Agua, que el Sabio Humboldt llamó Zanjonotes en 1800
cuando nos visitó. Que no son más que manantiales que fueron guía para que
nuestros fundadores dibujaran la ciudad.
El primer manantial
está en el Sitio de Hato donde hubo un efímero precursor intento de fundación llamado
Jesús de Nazareno de Calabozo, su ubicación estuvo determinada por uno de estos
humedales; posteriormente se fundó en este mismo sitio el Hato San Diego,
propiedad de Diego Domínguez de Rojas, el mismo que le proporcionó guerra a la
ciudad hasta casi aniquilarla, lo que dio lugar a Castillo Lara para escribir
El derecho de existir bajo el sol, como complemento del título de la monumental
obra, VILLA DE TODOS LOS SANTOS DE CALABOZO.
Humedal que debemos suponer
permanece a buen resguardo, en tanto este sitio de hato la historia de este
milenio lo dejó fuera del área urbana. Está en lo que aún se llama Hato San
Diego, en la vía que va de Calabozo a Palo Seco.
La Misión de los
Ángeles está rodeada por varios manantiales, dos de ellos alimentan la llamada Laguna
de La Arestinga, anteriormente llamada Lagunas del Ique. Este humedal ha sido
condenado por decisiones de la actual administración municipal a morir.
Hoy.
Ecocidio.
Nombraremos, para
solicitar su rescate, algunos de los restantes Ojos de Agua, o Humedales, o
Zanjonotes, que las condiciones de abandono obligan a razonar el ecocidio
anunciado.
Los Humedales de
Calabozo esperan.
El primero, bajando el
río Guárico, en la Mesa de Calabozo, está en el Hato San Diego, el del pueblo
precursor Jesús Nazareno de Calabozo.
En la Misión de Arriba
detrás del Hotel el Castillo hay tres manantiales, uno de ellos alimenta el lavado de carros que
está en las abandonadas instalaciones del Hotel. Quienes lavan los carros ahí
tienen el dudoso privilegio de hacerlo con agua potable de manantial. Estos
Ojos de Agua son desconocidos.
Además en esta Misión
están las Lagunas del Ique, conocidos en estos tiempos como La Arestinga,
humedal que está condenado a muerte por las autoridades municipales llamadas a
ser sus madres protectoras.
En el Barrio Pozo Azul
existe un manantial que precisamente le dio su nombre al Barrio. Abandonado.
Seguimos bajando con el
río, está el Parque la Aguada, llamado en las viejas crónicas de Calabozo
Aguada Grande. Abandonado.
Seguimos y nos encontramos
con los manantiales que forman la Quebrada de Marchena, -La Tapita y Tinajón-,
en el olvidado sitio de Marchena, donde desde 1750 estuvo la Misión de Abajo,
razón por la que cuando el Obispo Mariano Martí nos visita ésta se llamaba
Misión de la Santísima Trinidad de Marchena. Ambos humedales, abandonados.
Un poco más abajo, nos
encontramos con el Pozo La Piscina. Serio intento de asesinarlo. Ecocidio en
puertas.
En esta Mesa, mucho más
al Este, fuera del área urbana, nos encontramos con la Laguna del Tápiz, la
formación que le dio a Lazo Martí la inspiración para escribir la Silva
Criolla. Suponemos permanece a salvo de la acción ecocida, como está abandonada
de la memoria del calaboceño.
Los ciudadanos del
mundo debemos hacer un pequeño y hermoso esfuerzo por rescatar estos humedales.
Tal los llaneros por sus Ojos de Agua. Calabozo Espera.
llanerodigitalcalabozo@gmail.com
@eduardocalabozo
Guarico - Venezuela
No hay comentarios:
Publicar un comentario