Las próximas semanas
serán muy interesantes. Ante un hecho que nunca pronosticó en su real dimensión
y probabilidades, la dirigencia chavista se encuentra en la incómoda y nada común situación de haber perdido de
calle unas elecciones.
Maduro y Cabello son
los autores principales de haber tirado por la borda lo que se ha dado por
llamar “el legado de Chávez”. Esta parejita botó un cuantioso caudal de apoyo
popular que el gigante intergaláctico sideral y eterno había logrado construir.
Ahora les toca la
engorrosa labor de sobrevivir. Dinero no les falta, han robado tanto que ellos
y al menos 10 de sus generaciones de descendientes podrían vivir a sus anchas.
Pero no todo es dinero.
Ahora deben buscar
sobrevivir al pueblo chavista, que no debe estar nada contento, y que por
dentro debe estar pensando cómo cobrarles tal agravio.
Deben sobrevivir a la
realidad de que no tienen otro remedio que seguir manejando el Poder Ejecutivo.
A Maduro y Cabello les toca seguir tomando las decisiones principales que
puedan sacar a Venezuela del desastre en el que está, pero no tienen ni la
gente, ni las ideas, ni la capacidad.
La Asamblea Nacional
al fin va a legislar y controlar, pero no está entre sus atribuciones tomar las
decisiones ejecutivas claves y, menos aún, proceder a la ejecución de las
mismas. Así que las colas, por ejemplo, continuarán mientras Maduro y Cabello
decidan que continúen.
Finalmente, deben
sobrevivir a la catajarra de acusaciones e investigaciones que se les viene a
causa del inmensamente corrupto e ineficaz manejo del país durante 17 años.
En estas
circunstancias, y ante tal inocultable derrota, lo procedente sería que el
genial tándem de estrategas Maduro/Cabello decidiera por una parte, reconocer
el fracaso de sus políticas, y por la otra, sentarse a estudiar, evaluar y
negociar con el grupo ganador cuáles serían las mejores vías para sacar al país
lo antes posible de su grave situación.
Pues resulta que no.
Más bien han decidido confrontar. Y nos sorprenden afincándose en el peregrino
argumento de que perdieron las elecciones porque les hicieron trampa. Habrase
visto, esta es de las cosas a las que ningún venezolano pensaba asistir: que el
CNE y el “mejor sistema electoral del mundo” pudiera hacerle trampa al propio
oficialismo.
Hablan de radicalizar
su maltrecha revolución. Lanzan un esperpento llamado Parlamento Comunal, al
cual, a mi gusto, demasiada gente de la oposición le está prestando atención.
Les recomiendo que lo borren de sus mentes. Eso es 100% show y 0% efectividad.
Puedo entender que
Maduro y Cabello estén muy asustados por terminar de perder a los menguados
seguidores que les quedan. Quizá esa táctica de hablar duro, fuerte y machote
sea para conservarlos, pero carece de efectividad a futuro. El pueblo chavista
y no chavista demostró que quiere paz y concordia.
La oposición ganó el
6D con 15 puntos de ventaja. Después de dos semanas, si las elecciones se
repitieran, podría ganar por 30, por ese efecto de bola de nieve y de
alineación con el ganador. En un escenario de confrontación como el decidido,
el chavismo puede quedar reducido a cenizas a mediano plazo.
Eso sí, la oposición
debe actuar cuidadosa y acertadamente, sin apresurarse, entendiendo que el país
le ha dado un espaldarazo de confianza y que la Fuerza Armada evidenció que no
está dispuesta a acompañar aventuras fuera de lugar.
La nueva mayoría
legislativa debe concentrarse en lo que hay que concentrarse. Sin distraerse en
potes de humo que al chavismo le interesa regar.
A los venezolanos nos
toca dejar solos a quienes chillan y lloran y dedicar nuestra energías a lo positivo.
Llegó la hora de la
reconstrucción de Venezuela.
Bernard Horande
bhorande@gmail.com
@bhorande
@APlumazoLimpio
Miranda – Venezuela
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