sábado, 26 de diciembre de 2015

SAÚL GODOY GÓMEZ, DAÑO AL PAÍS,

El grado de manipulación, de dogmatismo, intolerancia e injusticia que este gobierno comunista ha emprendido contra los ciudadanos es sencillamente criminal; el bombardeo comunicacional que desde el Estado nos lanzan diariamente, 24 horas al día, tratando de cambiar nuestra percepción del mundo y de nosotros mismos debe ser tan intenso como las trompetas de Jericó tratando de derribar sus muros.

Ya alguna gente ni cuenta se da de lo que está sucediendo con sus vidas; la perciben como un constante “ruido”, que los aturde, permeando las defensas de la conciencia y haciéndolos creer que en realidad lo que está haciendo el gobierno está bien, que Chávez era un buen tipo, patriota, bien intencionado y que nombrar a Maduro como su sucesor fue una gran idea; algunos llegan hasta creer el país está mejor que antes, a pesar de que diariamente nos golpea la delincuencia, la inflación, los malos servicios, el desabastecimiento; piensan que vivimos mejor que nunca.
Hoy no podemos hablar de lo que nos gusta, criticar al gobierno, ver nuestras telenovelas, o desear para nuestros hijos un futuro mejor, no podemos elegir libremente lo que queremos comprar en el supermercado, ni siquiera lo que vamos a leer, no encontramos lo esencial para nuestro aseo personal, no podemos elegir trabajo o practicar nuestra profesión, tampoco podemos salir de noche a bebernos una cerveza en una tasca y, lo peor, ya mucha gente siente que lo que sucede es “normal”.
La propaganda del gobierno es feroz, si uno se pasea por la inmediaciones de la Asamblea Nacional, en el centro de Caracas, el espacio público está prácticamente tomado por una facción política de gente violenta y de mal aspecto, que amenaza cualquier manifestación diferente – ni siquiera opuesta - al chavismo; si se trata del edificio del Ministerio del Poder Popular para la Ciencia y la Tecnología, en la planta baja hay, usualmente, una instalación con cinco televisores de plasma gigantes y un sistema de sonido, que repiten todo el día las consignas y la obra del gobierno, a todo volumen y prácticamente en la calle.
La presencia visual del líder máximo, su hijo colombiano y su gobierno rojo es apabullante, está en todos lados, asomado detrás de cada pared, de cada edificio, en cada autopista, ni qué decir de las oficinas públicas… el culto a la personalidad de Chávez y de Maduro es lo más cercano al sueño orweliano del Big Brother, o a la ilusión panóptica del dueño del país observándolo todo; es la aplicación de la propaganda de guerra a la ciudadanía, una avalancha de imagen y sonido que aturde y agota.
Son millones de dólares gastados en una continua campaña de manipulación e indoctrinación, aprovechándose de todos, de los niños, de las mujeres, del campesino, de los indios, de los sexo-diversos, de los afroamericanos, de cualquier tema - sea la basura, la salud, la defensa nacional, el comercio, la guerra económica…-, cualquier oportunidad es sistemáticamente aprovechada para dictar cátedra, en cadena nacional, sobre el nuevo hombre y la nueva Venezuela, de lo bien que la estamos pasando, de la Justicia Social, con el odio de clases impuesto a trocha y mocha y la justificación de porqué todo debe ser del Estado.
Cada día un evento, una concentración, una nueva prohibición, un cierre de empresa, una violación a los derechos humanos… la actividad es constante y alienante, no hay respiro para que la gente sienta el peso de la esclavitud que poco a poco va aplastando a la sociedad; la distracción es tremenda, los escándalos surgen unos tras otros, la confrontación es interminable… desde hace diecisiete años nadie duerme en paz en nuestro país, la gente está enferma y deprimida, ni siquiera los que están robando lo hacen con entusiasmo, todo el mundo, menos el que se dice Presidente, ese tal Maduro, se da cuenta de que estamos perdiendo el país, pero perdiéndolo de la manera más cruel, enfermándolo y desquiciándolo.
No hay perdón para estos supuestos venezolanos que nos mal gobiernan, aliados a los cubanos, socios de los narcotraficantes, hermanos de la guerrilla comunista y ahora de los fundamentalistas de ISIS y cuanta alimaña salga bajo las piedras de la intolerancia y la violencia.
Nos están aplicando un lavado de cerebro como nunca antes en la historia se había hecho; el axioma de Mao, que recomienda tener al pueblo en constante estado de crispación, tiene en Venezuela su mejor ejemplo, nadie está tranquilo, todos vivimos bajo sospecha, marcados en alguna lista, en cualquier momento podemos perder el trabajo, nuestro negocio y nuestras propiedades, nos levantamos y no estamos seguros si podemos conseguir comida en el supermercado, ni siquiera si podremos regresar vivos a nuestros hogares.
De pronto el mundo y la vida se nos convirtió en una concesión que el gobierno, en cualquier momento, nos puede quitar; desde hace diecisiete años somos usuarios pasivos de estos socialistas perversos, que saben todo sobre nosotros, dónde vivimos, lo que tenemos en el banco, lo que compramos en el supermercado, cómo votamos, ya no tenemos vida privada, todo pretende ser comunal.
Y el mundo que nos platean es uno de pesadilla y horror, de continua interferencia y opiniones de extranjeros malintencionados y pagados, que vienen al país a hablar mal de la oposición y de la verdadera democracia, los programas de televisión que dicen que occidente es malo y el oriente es bueno, que el cristianismo es explotador y el islamismo la verdadera religión, que en los EEUU viven los demonios pero en Corea del Norte vive un libertador.
Lo que han hecho con la salud del pueblo es verdaderamente abominable: destruyeron nuestra reconocida planta médica y redes de atención para instaurar unas entidades cubanas de atención primaria que son los esos módulos, hoy en ruina, de los CDI.
Han arruinado a nuestros profesionales de la medicina, destruidas sus escuelas, han tratado de sustituirlos por extranjeros, los han obligado a emigrar y dejar al país en manos de traficantes de órganos y vendedores de elíxires que lo curan todo.
El manejo de los medicamentos, en manos de una red de corrupción y muerte, especializada en traer al país medicinas vencidas, con principios activos adulterados, con una calidad que no merecerían ni los animales, ha logrado la eliminación de buena parte de nuestros enfermos.
Con la política de no atención a los trabajos de prevención y combate de epidemias endógenas tropicales, que por muchos años habían sido controladas, y ahora con un pavoroso repunte, han logrado incapacitar a buena parte de nuestra población productiva.
La criminal negligencia que ha consentido en nuestros hospitales ha conducido a que se infecten mujeres y niños durante el período de alumbramiento produciendo una escalada en muertes en neonatos, como nunca antes se había registrado en ningún país en Latinoamérica.
La carencia de atención para los pacientes de cáncer, diabetes, SIDA y dolencias renales ha enlutado miles de hogares en nuestro país, lo que debe ser interpretado como un claro ejemplo de políticas de exterminio hacia la población, enfermarse en Venezuela es un crimen revolucionario que se paga con la muerte.
El plan de Chávez, que se interpreta de todas estas medidas que afectaban directamente nuestra capacidad biológica de sobrevivencia, era sembrar taras en nuestra herencia genética para hacer un país de socialistas obedientes; si hay alguna duda, miren quiénes son los que visten las franelas rojas y levantan el puño gritando “patria, socialismo o muerte”, son gente con graves problemas de desnutrición y afectadas por enfermedades degenerativas… Maduro se ha encargado de quitarle la alimentación a toda una generación de infantes y niños para que sufran de problemas de aprendizaje y conducta ¿Qué otra razón lo asisten para haber hecho algo tan malévolo?
Maduro está propiciando el embarazo precoz en nuestras niñas y adolecentes, que les arruina la vida y, lo que es peor, logrando que el país se sumerja en la espiral de la degeneración genética que nos tienen diseñada con el firme propósito de crear una nueva raza de seres imbéciles y obedientes al mandato del socialismo.
Venezuela va en vías de desaparición, para crear en su lugar un país de zombis, una especie de paraíso de los piratas, donde todo tipo de maleante y criminal internacional pueda venir a temperar y a compartir con el líder de los desadaptados ¿Es eso lo que queremos? ¿Ese fue el sueño de nuestros libertadores?
Hay personas que fruncirán el ceño, alarmadas por mis argumentos, pero la realidad se impone; las estadísticas, que a duras penas podemos manejar, debido a que estos nazis, con la cesura de la información oficial no quieren que nos enteremos de la realidad que es una y nos indica que los chavistas le han propinado un duro golpe a nuestro genoma humano.
Los hermanos Castro en Cuba quienes tienen un particular desprecio por los venezolanos, querían hacernos daño y lo están logrando con el ataque a nuestras resistencias y herencias biológicas.
Mientras más tiempo estén en los chavistas en el gobierno más daño le harán al país, la oferta de Maduro es radicalizar la revolución que no es otra cosa que infringirnos más daño, su actitud es impedir soluciones, boicotear salidas, entorpecer el rescate que la nación quiere y necesita.
Esa es una de las razones por las que Maduro y su gobierno no pueden estar un día más en el poder; son criminales que se han prestado a la ruina y desaparición de Venezuela, con toda la saña y determinación de depredadores y verdugos. -   
Saul Godoy Gomez
saulgodoy@gmail.com
@godoy_saul

Miranda - Venezuela

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