“Capitalismo” era el sistema económico de mercado,
que surgía naturalmente cuando los Gobiernos eran “limitados”, porque se
limitaban a sus funciones propias en seguridad, justicia y obras públicas, y
también en poderes y recursos. En el antiguo contexto de propiedad privada,
libertades económicas e impuestos razonables, la gente por sí misma se
coordinaba en toda suerte de actividades productivas, ordenadas a satisfacer la
ancha y variada gama de necesidades humanas. La economía en la sociedad se
organizaba de modo espontáneo, según las leyes de la oferta y la demanda.
Así la sociedad funcionó, y la humanidad progresó,
por cientos y cientos de años, hasta que en 1848, Marx y Engels publicaron el
“Manifiesto Comunista”, con una serie de falsedades sobre el desarrollo
histórico, y una lista de Diez Propuestas o medidas de política “socialistas”,
también llamadas “comunistas”, términos sinónimos según los autores del
folleto. Desde entonces las aplicaron y aplican los Gobiernos de todos los
países del mundo. Son la fuente de todas las calamidades económicas que hemos
tenido que soportar y aún soportamos los humanos. Vea Ud. cuáles son, cómo
fueron decretadas y aplicadas y con cuáles efectos:
(1) Expropiación de la propiedad inmueble; esto se
hizo con el nombre de “Reforma Agraria”, contra la propiedad rural extensa,
llamada “latifundio”. La agricultura y ganadería fueron heridas de muerte.
(2) Impuesto “progresivo”: con tasas mayores para
los ingresos superiores; para “redistribuir la riqueza” de los ricos a los
pobres. Desincentivo para empresas, negocios, inversiones, y actividades no
económicas.
(3) Abolición del derecho de herencia; la cual fue
sometida a fuertes impuestos y otras limitaciones y restricciones, para tener
“igualdad de oportunidades”. La estructura familiar se vio muy perjudicada.
(4) Confiscación de las “grandes fortunas”; lo que
se llevó a cabo bajo la forma de “nacionalización” de grandes empresas
extranjeras, y confiscación de propiedades privadas, por aquello del “bien
común”.
(5) Centralización del crédito en el banco
“central” del Estado, con monopolio para emitir billetes de puro papel, sin
respaldo metálico alguno, y por ende sin límite. ¡En este punto apareció la
inflación de dinero!
(6) “Nacionalización” de los medios de transportes,
es decir de ferrocarriles y vehículos, y ya no sólo de las meras “vías” de
transporte como era antes: caminos, carreteras y otras arterias de
comunicación.
(7) Fábricas, fincas y empresas comerciales de
propiedad del Estado, bajo la planificación central. Con este punto 7, y los
previos 4 y 6, aparecen las “empresas públicas”, muy ineficientes y harto
costosas.
(8) Creación de ejércitos industriales; para lo
cual se dictan Leyes del Trabajo, urbano y rural, fijando por ley los sueldos y
condiciones laborales colectivas. Aquí se acabó la libertad de contratos.
(9) Organización de las explotaciones productivas
bajo el poder del Estado; bajo diversos nombres fueron decretadas, por ej.
“retenciones”, “cánones” o “regalías” para las arcas fiscales, de una porción
cada vez mayor de las ganancias de empresas privadas en minería, petróleo, gas,
haciendas agropecuarias, etc.
(10) Educación pública y universal, “gratuita” y
obligatoria, dictada por los Gobiernos para todos los niños y jóvenes, a fin de
“socializarles”: enseñarles que las anteriores medidas son legítimas y
normales.
Hasta aquí Marx y Engels. Todas sus propuestas
socialistas y comunistas se aplican, en diverso grado, en todo el mundo, desde
hace más de cien años; y ahora se ven “comunes y corrientes”.
¿Pero cuáles serían las medidas que habría que
tomar para la vuelta al capitalismo? Simple: deberían revertirse todas las
anteriores políticas socialistas y comunistas, una por una. Y volver a las
viejas reglas:
(1) Respeto a la propiedad privada del suelo y del
subsuelo. (2) Impuesto único, plano o uniforme, en monto muy moderado, sobre el
ingreso o sobre las ventas, pero sólo para seguridad, justicia y obras de
infraestructura física. No más funciones para el Estado, ni poderes ni
recursos. (3) No más impuesto a la herencia, ni aranceles. (4) Respeto a la
iniciativa y a la actividad privada, a los ingresos y ganancias. (5) Banca
privada y en competencia abierta, con poder de emisión pero respaldo metálico.
Además: (6) Gobiernos limitados; y sin empresas
estatales. Empresas privadas, tanto en transporte como en agricultura y
minería, industria, comercio, etc. (7) Sin monopolios: ni estatales ni
privados; y sabiendo que “monopolio” es todo privilegio concedido por el Estado
a cualquier empresa, no importa su tamaño ni su propiedad, ni si hay o no otras
en su género. De pasada: tampoco valen privilegios ni favores especiales para
partidos, sindicatos, iglesias, entidades educativas, deportivas, de las artes
y cultura, filantrópicas u otras. (8) Autonomía plena de la voluntad, y libre
contratación entre las partes, para todas las labores y empleos, negocios,
sociedades y actividades privadas.
Para completar: (9) Respeto a la empresa privada en
minería, petróleo y gas, actividades agropecuarias, etc.; sin “retenciones” ni
gravámenes; y sin subsidios, siendo la ganancia único y suficiente incentivo
para los agentes de la producción. (10) Educación plenamente libre: privada y
en competencia, sin planes de estudio o programas oficiales impuestos por el
Estado. Cero “pensamiento único”.
Como se ve, no es tan complicado arreglar la
economía maltrecha y la sociedad arruinada. No es tan difícil rehabilitar el
capitalismo: basta con salir del socialismo o “comunismo”. Es suficiente con
deshacer la obra de los discípulos y seguidores de Marx y Engels. ¡Es todo!
Alberto Mansueti
alberman02@hotmail.com
@alberman02
Bolivia
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