Chávez pensó haber dejado todo atado y bien atado.
Pero nunca en Venezuela un gobierno había perdido unas elecciones
parlamentarias más o menos libres de manera tan contundente. Ni siquiera los
militares en las elecciones que finalmente desconocieron en diciembre de 1952.
En septiembre de
1981 falleció Rómulo Betancourt y 17 años antes había abandonado la Presidencia
de la República. Dos años después, en diciembre de 1983, su partido obtenía la
más grande victoria electoral con la elección de Jaime Lusinchi. Cinco después,
en 1988, revalidaría su predominio político con otro triunfo. Luego vendrían
los años de las dificultades, pero AD mantendría su predomino hasta la elección
de Hugo Chávez en 1998 y el proceso constituyente de 1999. En total, el esquema de poder político
diseñado por Rómulo Betancourt le sobrevivió 17 años.
Hoy sigue siendo una referencia obligada para los
que estudian la política y la historia venezolanas. Que se sepa, Betancourt
nunca pretendió haber diseñado un sistema político para la eternidad.
Simplemente había dado un aporte muy importante, junto con otros de su
generación, a la construcción de la democracia en Venezuela.
Para Jorge Olavarría y José Vicente Rangel, Hugo
Chávez fue el sepulturero de ese proyecto histórico.
Así, que como lo que es igual no es trampa, valga
la comparación:
Oficialmente Hugo Chávez falleció en marzo de 2013.
Un mes después, el heredero designado por él para dirigir el gobierno y el
partido, se imponía por un estrecho margen en una cuestionada elección de
presidencial. En diciembre de ese año, el PSUV confirmaría claramente su
predominio electoral en las elecciones municipales.
Dos años después, diciembre de 2015, hemos sido
testigos de la mayor debacle electoral de un grupo en el poder en Venezuela.
Sí, el sistema electoral concebido por el chavismo
sobre representa a la mayoría, que las candidaturas de la MUD a la Asamblea
Nacional alcanzaran las 99 o 100 curules era lógico. El PSUV más sus aliados
lograron 98 en 2010, en un país polarizado. Pero que la oposición unida alcance
los dos tercios, ante un partido que está en el poder, disfrutando de todas sus
ventajas, solo tiene precedentes en las elecciones que se hicieron en Polonia
en 1989 cuando el comunismo se venía abajo en Europa Oriental.
84Un resultado así no es normal en elecciones de
este tipo en ninguna de las democracias modernas.
El Congreso Nacional Africano de Nelson Mandela
estuvo a solo un voto de esos dos tercios en Sudáfrica en 1999.
En la elección a la Asamblea Constituyente de 1999,
los candidatos de Chávez lograron el 90% de los puestos, gracias a un sistema
electoral diseñado por Nelson Merentes precisamente para garantizarles un predomino absoluto. Fue una
elección sin ningún rastro de representación proporcional.
Por cierto, de haberse aplicado la misma regla el
domingo pasado, el oficialismo habría obtenido 20 diputados menos.
Un resultado como el de esta elección sólo tiene
antecedentes en nuestro país en los comicios para elegir las asambleas
constituyentes de 1947 y la de 1999. Con un detalle: ganaron los que la
convocaron ya estando en el poder, AD y el Polo Patriótico.
Nunca en Venezuela un gobierno había perdido unas
elecciones parlamentarias más o menos libres de manera tan contundente. Ni
siquiera los militares en las elecciones que finalmente desconocieron en
diciembre de 1952.
El chavismo logró el control total de la Asamblea
en 2005 gracias a la abstención de la oposición. Pero en las elecciones
parlamentarias de 2000 y 2010, aunque consiguió cómodas mayorías, estuvo lejos
de los 110 diputados, pese a las manipulaciones del sistema y al ventajismo.
Chavez4Es un éxito para la alianza opositora que
supera todas las expectativas previas. Pero como suele ocurrir en todas las
elecciones, en todas partes, no es la oposición la que las gana, es el gobierno
el que pierde.
En este caso, de qué manera.
De confirmarse los resultados (por encima de 112
diputados) los representantes electos de la MUD tienen casi un mandato constituyente.
El país se le volteó al chavismo, como se le volteó
a AD y a Copei en 1998.
Para Chávez su proyecto había llegado para
quedarse. Era eterno y de alcance mundial. El socialismo del siglo XXI ofreció
“salvar la especie humana”.
Por lo visto, no ha sobrevivido mucho.
Como Francisco Franco, Chávez pensó haber dejado
todo atado y bien atado. La hegemonía político-institucional del PSUV sería
respaldada por una hegemonía comunicacional, una sujeción de todos los aspectos
de la vida económica y social del país al petro-estado rojo-rojito, y unas
Fuerzas Armadas comprometidas con el proceso.
Además, un firme respaldo de los gobiernos aliados
en el exterior. Nada de eso ha servido.
Todos esos factores están jugando en contra del
chavismo en estos momentos.
La oposición le ha arrebatado al chavismo la
legitimidad electoral, su principal atractivo en el ámbito internacional.
Ahora es que el chavismo va a comprender por qué
las revoluciones no se cuentan. Lenin y Fidel Castro los sabían, por eso nunca
se contaron y se ahorraron las explicaciones.
MaduroA estas alturas, los gobernadores chavistas
ya se vieron en el mapa de los resultados electorales del domingo, y saben que
ahora son ellos los que enfrentaran la marea azul que se les viene encima.
A Nicolás Maduro solo queda desmontar la hegemonía,
o al menos facilitar un proceso que luce hoy inevitable.
Todo sabemos que estos resultados son consecuencia
de la debacle del modelo económico que Chávez empezó a crear desde 2005, que ya
estaba haciendo aguas en 2012, pero la bomba le reventó a Maduro ANTES de la
caída de los precios del petróleo.
Es y ha sido la economía. Las colas han asesinado a
la revolución.
La gente sabe que el modelo económico chavista nos
trajo a esto, los estudios de opinión han indicado claramente que la abrumadora
mayoría (incluso lo que han votado ahora por el PSUV) no se tragan el cuento
del guerra económica.
El socialismo del siglo XXI ha terminado haciendo
más por reivindicar la iniciativa privada que Fedecámaras y Cedice. No es casualidad que el empresario privado
más emblemático de este país aparezca entre las figuras más valoradas, junto
con Leopoldo López y Henrique Capriles, que no vienen precisamente de la
extrema izquierda.
No estamos ante el fin del chavismo como
movimiento, ni mucho menos. Pero si ante primer paso concreto en el desmontaje
de la hegemonía institucional edificada por Hugo Chávez en sus años en el
poder.
Pedro Benitez
@PedroBenitezF
Caracas - Venezuela
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