Esta reflexión no es
original. La escribo a propósito del resultado de las elecciones
parlamentarias, para situar el entusiasmo y la alegría en su justo término.
Esopo, Solón, Maquiavelo y en Venezuela Teodoro Petkoff han hablado sobre el
cuidado que debe tenerse de una fiera herida.
Decía Solón: “No hay
que considerar segura la victoria hasta que el combate no haya tocado a su
fin”. El triunfo electoral de la oposición debe considerarse como la
recuperación de los pasos perdidos, pero en modo alguno la conquista de la
totalidad del poder. No hay que dejar pasar la oportunidad. El pueblo
venezolano está contento y quiere sacudirse el infortunio. Es capaz de seguir
apoyando esta opción, si se le tiene informado, si comienza a ver un modo
distinto de administrar un poder.
La Fuerza Armada da
señales de apoyar a Venezuela que es lo permanente y no a Maduro y Diosdado que
son transitorios. Esopo en su fábula “El lobo y el cordero” advierte que “con
los malos y perversos de nada vale la verdad y la razón, no vale contra ellos
sino la fuerza”. En la calle hay el rumor de que a pesar de tener como dicen
“el mejor sistema electoral del mundo”, volvieron a tenernos hasta la media
noche para darnos el escrutinio. Diosdado no aceptaba los resultados y
amenazaba con sacar a los colectivos armados. Se dice de buena fuente que en la
reunión antes del primer boletín llegó a decir “al carajo con la opinión
pública internacional, los expresidentes y Unasur”.
Otros autores señalan
que “cuanto más acorralada se ve una fiera, aunque esté moribunda, es más
peligrosa”. Lo que la dictadura ha comenzado a perder no es cualquier cosa. El
poder, dinero del petróleo, reservas internacionales –si es que aún están el
BCV- la posesión cubana y sobre todo el riesgo de que puedan ser investigados y
conocerse la verdad de todo cuanto le han hecho al país.
No puede subestimarse
a quien tiene el poder ejecutivo, poder judicial, fiscalía general de la
república, contraloría, medios de comunicación comprados y el apoyo logístico
de Cuba. Maduro nos amenazó con calle y candela. No cree en la legalidad y por
tratarse de un hombre iletrado en el poder es más peligroso e imprevisible.
Decía el escritor ucraniano Valsy Symonnenko que “Nada hay más terrible que un
poder ilimitado en manos de un ser limitado”. En Hispanoamérica dicen “Ojo
pelao”.
Julio Portillo
julioportillof@gmail.com
@julioportillof
Zulia - Venezuela
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