viernes, 11 de diciembre de 2015

SAÚL GODOY GÓMEZ, LOS QUE ESTÁN Y LOS QUE NO

Estuve escuchando con atención los diversos discursos que se produjeron, en el seno de la oposición, sobre las causas de la avalancha de votos que nos permitieron recobrar la Asamblea Nacional de manos del chavismo, y en resumen puedo decirles que percibo un sesgo de oportunismo por parte de algunos de los voceros de la MUD en adelantar sus posiciones personales e intereses partidistas como factores de relevancia en este importante cambio.

No dudo que haya sido parte del sentimiento y fruto del esfuerzo realizado, porque se trabajó muy duro por lograrlo; tampoco quiero desmeritar la labor de la mayoría de los integrantes de la MUD, que laboraron con ahínco en esa iniciativa coronada por el éxito, pero vamos a poner los puntos sobre la íes, que no se quede nadie afuera de esta celebración, no tanto porque falte algún nombre en  los créditos que aparecen al final de la película, sino para no se vayan a hacer una idea equivocada de lo que verdaderamente sucedió.
No dejo de insistir en que este fenómeno de la unidad es un recurso extraordinario usado para vencer a un enemigo extraordinario que, por su carácter totalitario y antidemocrático, manejaba a los suyos con una sola voz y una sola estrategia. De allí la naturaleza de este concepto llamado unidad, que no es otra cosa que un constructo estratégico para amalgamar fuerzas para hacerle frente al monstruo antidemocrático que era el chavismo.
La Unidad fue un vehículo que se llenó de nombres que el grueso de los electores desconocíamos, muchos de los candidatos por los que votamos son desconocidos, otros, unas eminencias grises, unos muy pocos verdaderos líderes de sus comunidades, el asunto fue que la Unidad funcionó, pudimos desplazar al enemigo y conquistar terreno.
La MUD fue un emprendimiento exitoso en medio de un mar de leva, poner de acuerdo a tanta gente, maneras de pensar y organizaciones políticas fue, indudablemente, un reto; direccionar todas esas voluntades, algunas en contradicción, fue una verdadera hazaña política.
Pero luego del triunfo de las elecciones, el grueso de las opiniones de la MUD dio por sentado que la victoria del 6D se debió únicamente a los métodos y prácticas de la democracia formal, electoral, de partidos políticos, a una forma de hacer política organizada, pacifista, respetuosa de las reglas y de la institucionalidad.
Algunos sectores importantes de la MUD abjuraron de las acciones de calle, de la violencia, de la resistencia activa, de la oposición frontal a la autoridad abusiva y al enemigo totalitario, de las barricadas, de lo que algunos opositores, de manera muy moralista llamaron “atajos”, como pedir la renuncia del tirano, las manifestaciones de la justicia popular que, ante el vacío de la autoridad del estado, lincharon violadores, enfrentaron colectivos armados, retuvieron funcionarios, trancaron vías públicas… fueron manifestaciones políticas no organizadas, informales, que por su carácter popular y espontáneo, no eran del gusto de los políticos de salón.
Es como si existiera una versión “limpia” e intramuros de hacer política, y una sucia, que sucedía en la calle; una civilizada de las reuniones para concertar, la de los pactos y negociaciones, y otra que ejercían unos “tira piedras”, relegados a simples brutos y tratados como material humano desechable.
Esta visión por parte de la MUD - incompleta, injusta, peligrosa y miope, pues ambas eran política - tratan ahora de separarla, y hacen ver que fue la política limpia, la que logró movilizar al país para lograr la avalancha de votos que se obtuvo para ganar la Asamblea Nacional.
El triunfo del 6D se hizo posible gracias a la suma de todos los factores de oposición, incluyendo a los mal visto “radicales”, los que nunca pactamos con las fuerzas oscuras de la irracionalidad y siempre estuvimos denunciando no solo sus atropellos, sino los mecanismos de poder de los que se valían para imponer su voluntad y robarnos la libertad.
Si bien este esfuerzo culminó en el proceso electoral y en el acto de votación, todo ese movimiento de acciones, de conciencia y de fuerza fue lo que movió al país hacia el cambio; fue gracias a una multiplicidad de factores dinámicos, muchos de ellos aplastados por la fuerza de la dictadura, otros que tuvieron una corta pero espectacular vida, para luego diluirse, factores que obligaron al gobierno a reprimir y a utilizar la violencia institucional, de allí la cantidad de heridos, muertos, presos, torturados, desparecidos que de alguna manera sensibilizaron, hicieron noticia, enardecieron y movilizaron al pueblo, al provocar y descubrir el verdadero talante de gobierno fascista, que es en realidad la verdadera naturaleza del socialismo bolivariano del siglo XXI.
No dudo que las reuniones comunitarias, las organizaciones de los barrios, las visitas casa por casa y otras estrategias electorales aplicadas fueron importantes, pero no de menor impacto fue ver a una María Corina Machado en pie de guerra, digna y valiente, enfrentando el abuso del poder mientras la despojaban de su investidura parlamentaria, o el inmenso riesgo que corrió Leopoldo López al entregarse a las fuerzas policiales, luego de producida su orden de aprehensión, o el martirio de un productor agrícola, Franklin Brito, que se negó a ser despojado de sus tierras y modo de vida por el déspota de Chávez, y prefirió morir de hambre en manos de sus secuestradores.
No hay, en el catálogo de la política formal y modosita, que tanto exaltan los analistas políticos plegados a los partidos socialistas que componen la MUD, un sustituto que impacte y exponga una realidad negada como la tortura que sufrieron unos jóvenes durante su detención, o saber cómo incomunican a los presos políticos en sus celdas de castigo, o padecer los efectos de unas calles trancadas por las barricadas, que tanto incomodaron a los indiferentes, durante las protestas de los estudiantes.
Fue la combinación de ambos factores, la política formal y las acciones de calle, los llamados a la paz y los discursos encendidos de los radicales, los que lograron estremecer el alma del venezolano ante el peligro del totalitarismo chavista.
Fue esta mezcla de acciones de calle, denuncias, llamados a la resistencia y los discursos conciliatorios y pronunciamientos por las acciones cívicas y constitucionales, las que desvistieron al régimen y lo expusieron ante los ojos del país.
Si se hace un análisis del discurso de los jefes de la MUD, se puede notar que hay un cambio muy significativo en la manera como se referían al régimen en un principio, y la forma como lo describían antes de las elecciones; al principio el chavismo era considerado un movimiento y una organización institucional, Chávez y Maduro eran vistos como mandatarios  demócratas, tuvieron los radicales que demostrar lo contrario en las calles, a costa de un inmenso sacrificio.
Creo que hay un interés partidista en tratar de acaparar el crédito de la victoria del 6D para los sectores moderados y dejar fuera a los radicales; esto se entiende pero es un error, ambas fuerzas o estilos se necesitan, los radicales son capaces de movilizar sentimientos, esgrimen argumentos que emocionan, impactan los sentidos con sus acciones, los políticos formales le ponen orden a los eventos y marcan y organizan las rutas institucionales… me atrevería a decir que, incluso aquellos radicales que predicaron la abstención del voto, fueron necesarios para la victoria del 6D, aunque fuera por simple contraste.
Es por ello que me parece harto delicado que sectores de la MUD pretendan minimizar el papel de los radicales y de la “otra” política, de la cual se beneficiaron para su ascendencia política entre los electores, y el caso que traigo a colación son las declaraciones del diputado electo por Caracas, el maracucho Tomás Guanipa, llamando a nuestra María Corina Machado y a Eduardo Gómez Sigala, líderes indiscutibles de la MUD, “mezquinos”, por no haber apoyado a la MUD en su exitoso propósito por llevar a los progresistas del estado Lara, una versión del comunismo populista, a la Asamblea Nacional; tengo la impresión de que el señor Guanipa y yo no nos vamos a llevar bien, pienso, que la victoria de la MUD y su estratagema de la Unidad, de la cual él fue un beneficiario, se le subieron a la cabeza, debería ser más cauto y sobrio, le convendría recordar que él está en Caracas como invitado de Julio Borges, quien probablemente aseguró un financiamiento para la MUD y nos lo metió de contrabando como “representante” de Caracas; pero hasta ahí, no tenemos que soportar imprudencias de un visitante y, menos aún, que mal ponga el gentilicio maracucho ante los caraqueños, insultando a nuestras damas y hombres de bien o, para ser más preciso, a nuestros demócratas.
Saul Godoy Gomez
saulgodoy@gmail.com
@godoy_saul

Miranda - Venezuela

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