Estuve escuchando con
atención los diversos discursos que se produjeron, en el seno de la oposición,
sobre las causas de la avalancha de votos que nos permitieron recobrar la
Asamblea Nacional de manos del chavismo, y en resumen puedo decirles que
percibo un sesgo de oportunismo por parte de algunos de los voceros de la MUD en
adelantar sus posiciones personales e intereses partidistas como factores de
relevancia en este importante cambio.
No dudo que haya sido parte del sentimiento y fruto
del esfuerzo realizado, porque se trabajó muy duro por lograrlo; tampoco quiero
desmeritar la labor de la mayoría de los integrantes de la MUD, que laboraron
con ahínco en esa iniciativa coronada por el éxito, pero vamos a poner los
puntos sobre la íes, que no se quede nadie afuera de esta celebración, no tanto
porque falte algún nombre en los
créditos que aparecen al final de la película, sino para no se vayan a hacer
una idea equivocada de lo que verdaderamente sucedió.
No dejo de insistir en que este fenómeno de la
unidad es un recurso extraordinario usado para vencer a un enemigo extraordinario
que, por su carácter totalitario y antidemocrático, manejaba a los suyos con
una sola voz y una sola estrategia. De allí la naturaleza de este concepto
llamado unidad, que no es otra cosa que un constructo estratégico para
amalgamar fuerzas para hacerle frente al monstruo antidemocrático que era el
chavismo.
La Unidad fue un vehículo que se llenó de nombres
que el grueso de los electores desconocíamos, muchos de los candidatos por los
que votamos son desconocidos, otros, unas eminencias grises, unos muy pocos
verdaderos líderes de sus comunidades, el asunto fue que la Unidad funcionó,
pudimos desplazar al enemigo y conquistar terreno.
La MUD fue un emprendimiento exitoso en medio de un
mar de leva, poner de acuerdo a tanta gente, maneras de pensar y organizaciones
políticas fue, indudablemente, un reto; direccionar todas esas voluntades,
algunas en contradicción, fue una verdadera hazaña política.
Pero luego del triunfo de las elecciones, el grueso
de las opiniones de la MUD dio por sentado que la victoria del 6D se debió
únicamente a los métodos y prácticas de la democracia formal, electoral, de
partidos políticos, a una forma de hacer política organizada, pacifista,
respetuosa de las reglas y de la institucionalidad.
Algunos sectores importantes de la MUD abjuraron de
las acciones de calle, de la violencia, de la resistencia activa, de la
oposición frontal a la autoridad abusiva y al enemigo totalitario, de las
barricadas, de lo que algunos opositores, de manera muy moralista llamaron
“atajos”, como pedir la renuncia del tirano, las manifestaciones de la justicia
popular que, ante el vacío de la autoridad del estado, lincharon violadores,
enfrentaron colectivos armados, retuvieron funcionarios, trancaron vías
públicas… fueron manifestaciones políticas no organizadas, informales, que por
su carácter popular y espontáneo, no eran del gusto de los políticos de salón.
Es como si existiera una versión “limpia” e
intramuros de hacer política, y una sucia, que sucedía en la calle; una
civilizada de las reuniones para concertar, la de los pactos y negociaciones, y
otra que ejercían unos “tira piedras”, relegados a simples brutos y tratados
como material humano desechable.
Esta visión por parte de la MUD - incompleta,
injusta, peligrosa y miope, pues ambas eran política - tratan ahora de
separarla, y hacen ver que fue la política limpia, la que logró movilizar al
país para lograr la avalancha de votos que se obtuvo para ganar la Asamblea
Nacional.
El triunfo del 6D se hizo posible gracias a la suma
de todos los factores de oposición, incluyendo a los mal visto “radicales”, los
que nunca pactamos con las fuerzas oscuras de la irracionalidad y siempre
estuvimos denunciando no solo sus atropellos, sino los mecanismos de poder de
los que se valían para imponer su voluntad y robarnos la libertad.
Si bien este esfuerzo culminó en el proceso
electoral y en el acto de votación, todo ese movimiento de acciones, de
conciencia y de fuerza fue lo que movió al país hacia el cambio; fue gracias a
una multiplicidad de factores dinámicos, muchos de ellos aplastados por la
fuerza de la dictadura, otros que tuvieron una corta pero espectacular vida,
para luego diluirse, factores que obligaron al gobierno a reprimir y a utilizar
la violencia institucional, de allí la cantidad de heridos, muertos, presos,
torturados, desparecidos que de alguna manera sensibilizaron, hicieron noticia,
enardecieron y movilizaron al pueblo, al provocar y descubrir el verdadero
talante de gobierno fascista, que es en realidad la verdadera naturaleza del
socialismo bolivariano del siglo XXI.
No dudo que las reuniones comunitarias, las
organizaciones de los barrios, las visitas casa por casa y otras estrategias
electorales aplicadas fueron importantes, pero no de menor impacto fue ver a
una María Corina Machado en pie de guerra, digna y valiente, enfrentando el
abuso del poder mientras la despojaban de su investidura parlamentaria, o el
inmenso riesgo que corrió Leopoldo López al entregarse a las fuerzas
policiales, luego de producida su orden de aprehensión, o el martirio de un
productor agrícola, Franklin Brito, que se negó a ser despojado de sus tierras
y modo de vida por el déspota de Chávez, y prefirió morir de hambre en manos de
sus secuestradores.
No hay, en el catálogo de la política formal y
modosita, que tanto exaltan los analistas políticos plegados a los partidos
socialistas que componen la MUD, un sustituto que impacte y exponga una
realidad negada como la tortura que sufrieron unos jóvenes durante su
detención, o saber cómo incomunican a los presos políticos en sus celdas de
castigo, o padecer los efectos de unas calles trancadas por las barricadas, que
tanto incomodaron a los indiferentes, durante las protestas de los estudiantes.
Fue la combinación de ambos factores, la política
formal y las acciones de calle, los llamados a la paz y los discursos
encendidos de los radicales, los que lograron estremecer el alma del venezolano
ante el peligro del totalitarismo chavista.
Fue esta mezcla de acciones de calle, denuncias,
llamados a la resistencia y los discursos conciliatorios y pronunciamientos por
las acciones cívicas y constitucionales, las que desvistieron al régimen y lo
expusieron ante los ojos del país.
Si se hace un análisis del discurso de los jefes de
la MUD, se puede notar que hay un cambio muy significativo en la manera como se
referían al régimen en un principio, y la forma como lo describían antes de las
elecciones; al principio el chavismo era considerado un movimiento y una
organización institucional, Chávez y Maduro eran vistos como mandatarios demócratas, tuvieron los radicales que
demostrar lo contrario en las calles, a costa de un inmenso sacrificio.
Creo que hay un interés partidista en tratar de
acaparar el crédito de la victoria del 6D para los sectores moderados y dejar
fuera a los radicales; esto se entiende pero es un error, ambas fuerzas o
estilos se necesitan, los radicales son capaces de movilizar sentimientos,
esgrimen argumentos que emocionan, impactan los sentidos con sus acciones, los
políticos formales le ponen orden a los eventos y marcan y organizan las rutas
institucionales… me atrevería a decir que, incluso aquellos radicales que
predicaron la abstención del voto, fueron necesarios para la victoria del 6D,
aunque fuera por simple contraste.
Es por ello que me parece harto delicado que
sectores de la MUD pretendan minimizar el papel de los radicales y de la “otra”
política, de la cual se beneficiaron para su ascendencia política entre los
electores, y el caso que traigo a colación son las declaraciones del diputado
electo por Caracas, el maracucho Tomás Guanipa, llamando a nuestra María Corina
Machado y a Eduardo Gómez Sigala, líderes indiscutibles de la MUD, “mezquinos”,
por no haber apoyado a la MUD en su exitoso propósito por llevar a los
progresistas del estado Lara, una versión del comunismo populista, a la
Asamblea Nacional; tengo la impresión de que el señor Guanipa y yo no nos vamos
a llevar bien, pienso, que la victoria de la MUD y su estratagema de la Unidad,
de la cual él fue un beneficiario, se le subieron a la cabeza, debería ser más
cauto y sobrio, le convendría recordar que él está en Caracas como invitado de
Julio Borges, quien probablemente aseguró un financiamiento para la MUD y nos
lo metió de contrabando como “representante” de Caracas; pero hasta ahí, no
tenemos que soportar imprudencias de un visitante y, menos aún, que mal ponga
el gentilicio maracucho ante los caraqueños, insultando a nuestras damas y
hombres de bien o, para ser más preciso, a nuestros demócratas.
Saul Godoy Gomez
saulgodoy@gmail.com
@godoy_saul
Miranda - Venezuela
No hay comentarios:
Publicar un comentario