viernes, 27 de enero de 2017

PEDRO PABLO FERNÁNDEZ, CARLOS ANDRÉS PÉREZ, 2 INTENTOS,

DE LA GRAN VENEZUELA AL GRAN VIRAJE

El documental “CAP, dos intentos” que se está transmitiendo en los cines es una buena explicación histórica de cómo llegamos a donde estamos.

El primer gobierno de CAP se inició con la Guerra Árabe-Israelí y con ésta, el primer gran boom petrolero.

Con la inmensa cantidad de petrodólares y un endeudamiento voraz, se financió un plan de desarrollo ambicioso. Se multiplicó el gasto público, se nacionalizaron empresas importantes, la industria del hierro y el petróleo, se estableció el salario mínimo, la inamovilidad laboral, el control de precios, se crearon ministerios y se logró pleno empleo haciendo crecer la burocracia.

Ese plan, “La Gran Venezuela”, lo llamó acertadamente JP Pérez Alfonso “El plan de destrucción nacional”. El ingreso repentino de esa cantidad enorme de divisas, que nuestra economía no era capaz de absorber, sobrevaluó la moneda, hizo muy baratas las importaciones y destruyó la industria nacional. Nos indigestamos con petrodólares y una vez que cayeron los precios del petróleo no teníamos como pagar la deuda.

Al terminar el gobierno de CAP llegó a la Presidencia Luis Herrera diciendo: “Recibo una Venezuela hipotecada”. Ya no había como financiar la fiesta y se inició un plan de ajuste con reformas para modernizar la economía y hacerla más competitiva. Íbamos por buen camino, pero desgraciadamente, demasiado pronto, nos llegó el segundo Boom Petrolero luego de la caída del Shah de Irán y repetimos el mismo ciclo de CAP. El modelo rentista colapso aquel viernes negro donde se devaluó la moneda más fuerte del mundo.

Lamentablemente el liderazgo del país no se dio cuenta.

La acusación de que los gobiernos de la “Cuarta” fueron neoliberales es absolutamente falsa. En lo que se refiere al modelo económico, desde Pérez I hasta Pérez II “se parecían igualito” al de Chávez, el modelo rentista: producimos petróleo y con eso financiamos la importación de todo lo demás. “La Economía de puertos”. Todos sufrieron de las mismas enfermedades: Populismo, Estatismo, Centralismo.

CAP regresa al poder en 1989 en otra Venezuela. Los precios del petróleo se habían mantenido bajos los últimos años y Lusinchi, su predecesor, había agotado las reservas internacionales para poder financiar el populismo. El BCV no tenía divisas para las importaciones, ni para pagar la deuda externa.

Cuando CAP propone “El Gran Viraje” es porque no tiene remedio. Mientras los recursos caen del cielo, los gobiernos pueden regalar gasolina, luz, agua, subsidiar importaciones con dólares preferenciales, subsidiar la comida, otorgar préstamos que luego no cobran y mantener empresas del estado quebradas con abundante nómina. Pero cuando se acaban los reales quedamos sometidos a las malditas fuerzas del mercado y los precios pasan a ser fijados por el libre juego de la oferta y la demanda.

La gente reaccionó airada frente al ajuste porque durante la campaña se les había hecho creer que la vuelta de CAP significaba el retorno a la Gran Venezuela donde el papá Estado se haría cargo de todo.

A diferencia de Pérez, Eduardo Fernández, su contendor en las elecciones de 1988, demostró una seriedad no vista en campañas electorales. Fernández ofreció acabar con el modelo rentista con un programa de modernización que incluía la privatización de las empresas quebradas del Estado. Llegó a decir: “Lo primero que hay que privatizar es al sector privado”, haciendo referencia a la necesidad de construir un sector privado competitivo que no fuera parasitario de los subsidios del Estado. Naturalmente perdió las elecciones.

El documental desnuda otra gran mentira oficialista, aquella que dice que el programa neoliberal de CAP fue para favorecer a los ricos. Los empresarios, que se habían acostumbrado a obtener ganancias insólitas gracias a los subsidios y medidas proteccionistas que el Estado petrolero les obsequiaba, contribuyeron en la conjura que provocó la caída del gobierno.
 
El país se volvió a ganar el quino con la espectacular subida de los precios del petróleo de los últimos años. Tuvimos otra oportunidad de dar el salto cualitativo al desarrollo. Pudimos haber utilizado esa renta para ahorrar (Modelo Noruego), para ir liberando la economía progresivamente sin ningún costo social, para mejorar la infraestructura, para incentivar inversiones, para utilizar el petróleo como palanca que impulsara el desarrollo de una industria nacional competitiva.

En lugar de eso, lo que se hizo fue reeditar los errores del pasado, esta vez condimentado con retorica socialista, expropiaciones, confiscaciones y una pretensión hegemónica que destruyó la relativa institucionalidad democrática que habíamos alcanzado.

Pedro Pablo Fernandez 
pfernandez@ifedec.com 
@PedroPabloFR
Miranda - Venezuela

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