lunes, 22 de marzo de 2021

ACTUALIZACIÓN DE EL REPUBLICANO LIBERAL DIARIO DE OPINIÓN, http://elrepublicanoliberalii.blogspot.com/ LUNES 22/03/2021



MIBELIS ACEVEDO DONÍS, CORAJE Y FINITUD

En era en la que, paradójicamente, el avance tecnológico cohabita con la embestida de credos que la modernidad había superado, la política también se vuelve botín del salto-atrás. Aquí y allá resurgen ideas mohosas, las señas de un tipo de liderazgo que luce más afín a dinámicas tribales que a la anónima y sana relación alentada por la institucionalidad democrática. Pasado, presente y futuro viven en gresca perenne. Novedosas plataformas de interconexión fraguan la utopía de la “democracia radical”, sin intermediarios; al mismo tiempo, afloran mitos que justifican las más atávicas heteronomías y agusanan el espíritu republicano. 

La apelación al “coraje” de los políticos, por ejemplo, no es noción inmune a ese síndrome. Sacar la espada y aupar el revanchismo a veces parece valorarse más que ser sensato, dudar, consultar, mostrarse vulnerable, plantear fórmulas de acuerdo que involucren la participación plural y colectiva. El sentido útil, prudente e integrador de la política carece de “charm” para algunos. La figura del héroe trágico, silenciada oportunamente por el pragmatismo del siglo XX, reaparece para elevar el Fatum a categoría objetiva. Forjada en las candelas de la polarización, la gesta de tales adalides ha calzado perfectamente en las hormas reduccionistas de las redes. La democracia no avanza ni gana adeptos, advierte Freedom House. Un nuevo estado de consciencia, sí, marcado por la liquidez de los tiempos y el marketing de la neo-redención. 

En 1841, por cierto, Thomas Carlyle afirmaba que los genuinos arquitectos de la historia eran los Grandes Hombres. Seres destinados a gobernar, faros cuyo ego trascendental y voluntad seducen a las masas y las vuelcan hacia sus ideas, reiniciando así los tiempos. El héroe político que Carlyle preconiza es un individuo empujado por la causa de los hechos, un “hombre capaz” dispuesto a dar su vida por aquello que cree verdadero. “La historia del mundo no es más que la biografía de los grandes hombres”, sentencia. Escamado ante el “siglo escéptico”, el XVIII, y ganado por la impronta del romanticismo alemán, lo llamativo es que no dudó en divorciar las obras del héroe de sus consecuencias a largo plazo. “¿Utilidad, influencia, efecto? Haga cada hombre a su labor; el fruto está al cuidado de otro, y no de él”. 

¡Ah! No cuesta distinguir en esa separación entre decisiones y efectos cierta desestimación de la responsabilidad política. Casi una patente de corso para equivocarse ad infinitum, sin que ello implique obligación ética de rectificar. En tanto mártir potencial, “el héroe nunca se equivoca”, parece susurrarnos. En ese sentido, reconocer el error podría verse como una muestra de debilidad, el envés del socorrido coraje. 

A ese fondeadero prepolitico, usado como cebo que atrae a los desencantados por las gestiones del liderazgo tradicional, retroceden aquellos que en Venezuela hablan incluso de enmiendas, pero en los hechos siguen renuentes a cargar con el costo público de sus traspiés. Ajenos a la necesidad de perfilar una conducción que asuma sus limitaciones, impulse la cooperación, aprecie la veta de la ocasión y priorice la emergencia, están los que pudiendo dar al arrepentimiento un sentido práctico prefieren paralizarse, indignados, irreductibles. Y no ver más allá. Entretanto, la población se sume en la incertidumbre, la irresolución, las amenazas de todo pelaje. 

¿Y si tras el despliegue de bravura lo que cunde, irónicamente, es miedo? Miedo a desdecirse, a no poder lidiar con los reclamos de coherencia que, es natural, surgen y seguirán surgiendo. Miedo a desagradar, a sufrir la presión de grupos de interés o a inhibir el apoyo de sectores que glorifican el “nunca” y demonizan los matices. Miedo a las honduras de la Parresía, la “palabra veraz”; a romper paradigmas auto-impuestos. A reconocer que la idea que sedujo por el aparente puente que le tendía al deseo, acabó siendo abismo. 

A santo de esa reflexión sobre el coraje del político -en las antípodas del héroe romántico, que sólo debía lealtad a sí mismo- J.F. Kennedy escribía en 1956 “Perfiles de coraje”. Allí desgrana los casos de ocho senadores que, movidos por su sentido de responsabilidad con el nosotros, se atrevieron a desafiar la opinión de partidos y electores. La admisión de su propia falta -haberse abstenido en el Senado a la hora de censurar al promotor de la purga anticomunista, el republicano Joseph McCarthy- sirve a Kennedy de personal acicate. Consciente de que los extremos nunca se sentirán satisfechos, concluye que “el acuerdo no es sinónimo de cobardía”. El tiempo no resta fuerza a su afirmación. 

Lejos de la primitiva intransigencia que trunca todo chance de evolución, nuestro país demanda la clase de coraje que permite transformar la indignación en movilización; que impele a articular visiones, espacios y metas. Esa discreta “heroicidad” de quien reconoce su humana finitud, seguramente rendirá más frutos que el frenesí que mucho abarca y poco, casi nada aprieta. 

Mibelis Acevedo D.
mibelis@hotmail.com
@Mibelis
@ElUniversal
Venezuela

CARLOS RAÚL HERNÁNDEZ, LA REINA NEGRA, LA TRIBU RUBIA

La revolución ocurre cuando las sociedades prosperan. EEUU vivía su esplendor gracias al crecimiento económico sostenido después de la Segunda Guerra. Arthur Schlesinger Jr., autor de estudios históricos monumentales y asesor de Kennedy, decía: “nos hemos vuelto… prósperos y merodeamos bajo el estupor de la grasa… una atmósfera pesada, sin humor, santurrona, estulta… sin ironía ni autocrítica… “.
 
“…El clima de los cincuentas tardíos (es) él más aburrido y deprimente de nuestra historia”. Pero un tumor minaba aquel cuerpo muelle de confort: la post esclavitud excluía a los negros de los derechos plasmados en la Constitución. La humillación se expresaba en el jazz, el blues, el góspel, el rock, y ahora por el más negro de los negros, el crossover universal, Elvis Presley.
 
Los beatnicks, Gingsberg, Kerouac, Arthur Miller, sacudían el ambiente cultural, y Marcuse, Adorno, Fromm, sembraban en las universidades su versión de la fantasía marxista. Aparece el Black Power, movimiento político cultural que enaltecía la negritud, black is beautifull, (no esa cursilería snob de “afroamericanos”) dividido fatalmente entre ramas antagónicas de moderados y radicales.
 
Unos luchaban por los Derechos Civiles, dirigidos por Martin Luther King, con la Constitución de EEUU y la igualdad de derechos como programa; otros, terroristas, delincuentes, inficionados de violencia, aupaban la lucha de clases, destruir la sociedad “capitalista”, los valores democráticos. Para descrédito del movimiento, asaltaban, secuestraban, asesinaban. Y se los tragaron la tierra, las cárceles y la inutilidad.
 
“Del mismo color”
Gracias al combate por los Derechos Civiles, cincuenta años más tarde Barack Obama es presidente de EEUU y un supremacista blanco se estrella contra la mayoría popular y la reelección. Al nacer los sesentas, Katherine Goble (luego Johnson) Dorothy Vaughan y Mary Jackson, tres matemáticas negras, enganchan en la NASA como parte de un pelotón innominado de calculistas al servicio de todos los departamentos.
 
El cuerpo esencial de la NASA, es el Grupo de Trabajo Espacial, dirigido por el súper matemático e ingeniero Al Harrison, de extraordinaria personalidad y talento. Entran en crisis cuando los rusos se adelantan y ponen en el espacio a Gagarín, y porque a semanas del lanzamiento de John Glenn, el primer norteamericano en orbitar el planeta, no podían calcular el ángulo de entrada, la velocidad y cientos de vectores para su reingreso a la atmósfera.
 
Requieren un experto en geometría analítica, y del pelotón envían a Katherine. Al entrar a la oficina con su caja de cosas personales, la tomaron por bedel. El único baño para negras quedaba a casi un Km., trayecto que hacía corriendo entaconada, varias veces al día. Ante sus reiteradas ausencias, Harrison la increpó enérgicamente ante todos y ella ripostó en el mismo tono.
 
“Trabajo como un burro día y noche, recorro una milla cada vez que voy al baño, y tomo café de una jarra que dice 'para negros' entre personas que casi no me tratan”. Harrison arrancó la etiqueta de la jarra y tomó una barra de hierro. Ante la estupefacción colectiva, destrozó las vallas plásticas que indicaban la exclusividad racial de los sanitarios. Al terminar, gritó “en la NASA todos meamos del mismo color”.
 
Nervios de cobalto y mimbre
El ángulo de reentrada a la atmósfera era de vida o muerte. Si se pasaba de agudo, rebotaba y se perdería en el espacio. Si era demasiado obtuso, se estrellaría contra una pared. En el pizarrón de la oficina, ella escribió el procedimiento para resolverlo, con estupefacción de todos. Ese es su salto quántico y Harrison la adopta. Frente a la inminencia de la misión, convocan reunión del Pentágono, las ramas militares, la cúpula del gobierno y Glenn.
 
Katherine porfía a Harrison que ella debe asistir. Él accede y le dice, cariñosa y enérgicamente “vienes, pero no abras la fuking boca”. Ya dentro, acribillado a preguntas, le lanza una mirada S.O.S, y ella avanza al pizarrón y desentraña las incógnitas. Calcula velocidades, ángulos, y coordenadas para reingreso y amarizaje, ante bocas abiertas y el flechazo en Glenn. Pero el día X, quince minutos antes del despegar, el caos.
 
La computadora IBM daba resultados contradictorios, y Glenn dice categóricamente que solo despegaría si Katherine lo aprobaba. Ella corrigió a la máquina, y autorizó el vuelo del Atlas. Una de las escenas más dramáticas de la historia de la aventura espacial es el reingreso de Glenn. Por fallas de fabricación, la cápsula se incendia, y en la agonía colectiva, es ella quién salva la crisis, la vida y la misión de Glenn. “La nave resistirá” dijo terminante...
 
Dorothy Vaughan fue la única en la NASA que dominó el lenguaje FORTRAN de la IBM y se convirtió en jefe de informática. Mary Jackson había rediseñado la cápsula para que no se desarmara al reentrar e hizo posible la hazaña. Sin puños crispados, sin violencia, sin odio, una mujer negra se hizo reina de la NASA. (Vea la apasionante historia en el film Figuras en la sombra, 2016, del director Theodor Melfi)

Carlos Raul Hernandeaz
carlosraulhernandez@gmail.com
@ElUniversal
Venezuela

LEANDRO AREA PEREIRA, LO AGOTADO Y LO INÉDITO

Lo que te estoy contando ya me lo contaron a mí y quien me lo contó no hizo sino repetir lo que otros ya le habían contado a él. Y así, si quieres, hasta que los hombres comenzaron a juntarse y contarse entre ellos lo que antes algún desconocido les había dicho, y así hasta quién sabe. O sea que repetirse o mejor dicho lo repetido no es noticia vieja sino nueva porque cada quien cuenta a su manera lo que le dijo otro y lo vive y recrea. La memoria es ingrata y juguetona decía mi abuela, mujer de armas tomar. Allí radica la diferencia entre lo repetido y lo inédito. Intentemos su búsqueda.
 
Repitamos entonces otra vez la historia de dioses, héroes, familia, amores, amigos, tumbas, políticos, necesidades, gobiernos, frustraciones y logros que nos cuentan. Sobre estos temas se trata de discurrir otra vez para tratar de comprendernos y buscarle salida a la rutina de la ruina en la que nos encontramos.
 
Conforman en su conjunto estos atributos el almizcle identitario de nuestra personalidad y de nuestro carácter como pueblo y nación que son los que permiten rastrear lo que no queremos ser en esa imagen turbia que se refleja en el espejo cotidiano de nuestros infortunios y padeceres ya quejosos del hoy esclavizante.
 
Conlleva tan gruesa afirmación la intención de ser útil para rebuscar y tratar de entender lo que hemos sido como individuos y como sociedad, si es que entre ambas instancias existe necesariamente una relación inexorable, que lo dudo. Y aparte no es que su contenido nos marque definitivamente, pero su conocimiento puede descubrirnos en lo que nos amortaja.
 
He sostenido en estas instancias y repito sin pena, con apetito colegial, que cada sociedad somatiza sus mitos, goces, derrotas, temores y ausencias, y las hace propias y propicias para entender el mundo. Convertimos a nuestros héroes y epopeyas en materia carnal y espíritu impulsivo y los traducimos en comportamientos automáticos pues viven en nuestros tatuajes más profundos. Somos las leyendas que nos nombran y, agrego ahora a manera de adendum, que somos prisioneros y titanes, al mismo tiempo, de entre tanta sombra ingrata.
 
Cada pueblo tiene y carga con los héroes que se merece, y mire usted que pesan. ¿Es posible que sea al contrario? La idea no es sino el contagio de otra tal vez más triste y perniciosa y traumática para la vida diaria de las naciones y es la que tiene que ver con el o los gobiernos.
 
Agregaría que la relación entre héroe y gobierno, ahora régimen, no es del todo deleznable como ejercicio o juego más bien, ya que se trata de algo más serio por lo que el juego tiene de vital e indispensable en nuestras vidas como huella para siempre, mientras que, entre tanto, el ejercicio físico o intelectual fluctúa entre el sudor que busca la plenitud de la imagen o de la salud, y la escritura que persigue la explicación o la belleza sucedánea de la gramática que corrige y multiplica en su aderezo a la palabra dicha, escrita y hasta la imaginada.
 
Los políticos, es el caso, serían expresión necesaria, aunque no es relevante, de este tinglado de causas y consecuencias. Repetidores. Imitadores. Marionetas. Conservadores. Representantes de un expediente rutinario que llamamos historia. Unos más, otros menos.
 
Habrá que ver si de lo que se trata ahora es de cambiar de apetitos e ingresar al presente por una puerta diferente y torcer el rumbo de este fracaso continuado. El país espera y desespera con esta insistente nostalgia de futuro que nos defina con liderazgos nobles, decididos y hacendosos, que sepan recoger, desde lo más hondo, el reguero inconmensurable de energías dispersas que andan por las calles de nuestras soledades.
 
Lo inédito no se sabe, se desconoce y se descubre en el asombro. Se presiente, pero no se entiende. No se ha dicho aún, no tiene narrativa ni formula. Se requiere, pero no se lo ve. Frente a la realidad inconclusa, esclavizante, miserable, hay que apurar lo inédito. No hay santo que falte ni rabia convertida en voluntad compartida que sobre.

Leandro Area Pereira
leandro.area@gmail.com
@leandroarea
Venezuela

OFELIA AVELLA, “LASMORADAS”

Edith Stein, filósofa, discípula de Husserl y buscadora apasionada de la verdad, se convirtió del hebraísmo al catolicismo tras un largo y profundo discernimiento que fue madurando con los años. Su encuentro con Dios fue progresivo, propio de quien va captando señales en el camino, pero si algo le definió qué era lo que realmente buscaba, fue la lectura de la Vida de santa Teresa de Jesús, la reformadora del Carmelo. 

Allí encontró intimidad y sosiego, complicidad secreta y ternura: lo más subyugador para un alma que busca amar. El trato directo y franco con Dios; la implicación de la afectividad en el proceso de búsqueda intelectual y la espontaneidad con que Teresa abre su alma para dejar en evidencia una relación de amistad real con Jesucristo, supuso para Stein la constatación de que había encontrado eso de lo que tenía sed su alma. 

En su escrito “El castillo del alma”, Stein hace primero un análisis del libro de santa Teresa, para proseguir a estudiarlo, en un segundo apartado, “a la luz de la filosofía moderna”. Si bien su proceso de búsqueda derivó en una conversión religiosa -en la que Dios intervino para moverla a creer-, su inteligencia precisaba comprender -racionalmente- en qué consistía el itinerario que conducía al interior del alma. 

Para la reformadora del Carmelo, el alma era “habitación de Dios” y la oración, “la puerta de entrada”. Como alumna de Husserl, atraída por la fenomenología y su fuerte tendencia a volver a las cosas, Stein consideró que es posible comprender la estructura del alma y entrar, también,  en su interior, sin tener esa conciencia de que Dios habita en nosotros y que el acceso a la intimidad es la oración. 

Su encuentro con Dios fue progresivo, propio de quien va captando señales en el camino.

El reino del alma, ese castillo en el que hay varias moradas, tiene un muro de cerca, como bien explicó santa Teresa. Su analogía es luminosa, pues el “yo” penetra en su interior de afuera hacia adentro. Desde el muro de cerca, abierto a todos los reclamos que el mundo hace a nuestros sentidos, el ser humano medianamente consciente de que tiene intimidad recorre un camino, pedregoso y largo, que le irá conduciendo al centro interior: ese lugar en el que habita Dios y que nos resulta invisible, desconocido, por privar en nuestras vidas la atracción de lo sensible. La posibilidad de perdernos en “lo exterior”; de quedar “atrapados”, “enredados” por las realidades temporales y los placeres efímeros, impiden en muchos momentos escuchar “el silbido del pastor”: esa voz que llama desde lo íntimo para que atendamos a su amor. 

Edith Stein explica que todo hombre puede deducir que tiene un alma si con sinceridad advierte  que la inteligibilidad del mundo es posible por algo común entre la realidad y nuestra inteligencia. Esto común es de índole espiritual, pues cuando conocemos, amamos y hablamos queda en evidencia la naturaleza de la vida que llevamos dentro: eso que somos. Nuestra intimidad, por otra parte, clama por una vida más perfecta; tendemos a lo mejor, a más, a un más allá que dé una razón profunda de nuestro existir. Por eso pretender reducir el ámbito de lo cognoscible al mundo fenoménico es, por lo pronto, simplista, pues solo el hecho de pensar sobre realidades intangibles y anhelar valores elevados indica que una realidad de naturaleza similar hace posible estos actos humanos. 

La vía para adentrarnos en nosotros mismos no es exclusivamente la reflexión. Stein insiste, como lo harán todos los filósofos personalistas, en las relaciones humanas. El trato con los demás abre el camino al propio conocimiento, pues el intercambio de subjetividades nos ayuda a vernos a nosotros mismos desde afuera, lo cual se traduce en una oportunidad para contrastar lo que nosotros vemos en nuestro interior con aquello que ven otros sobre nosotros. Esto tiene un límite, pues en lo más interior de nosotros mismos está Dios, cuyo encuentro personal clarifica nuestra intimidad como no lo hará nunca ninguna otra relación. Esa intimidad que nos es difícil de descifrar se halla en nuestro centro interior. Allí está Dios. Por eso, conocerlo a Él va de la mano con el conocimiento propio. Se trata de un descubrimiento interdependiente, pues Él está en lo profundo donde se halla, también, nuestro centro de unidad más íntimo. La experiencia de Edith Stein es la de santa Teresa, la de san Agustín y la de tantos santos o filósofos buscadores de Dios.

Los hombres podemos encubrirnos a nosotros mismos. A veces no es fácil autoconocerse. Nunca es fácil, realmente, pues la imagen que tenemos sobre nuestro ser no suele coincidir con la que tienen otros sobre nosotros o con la que se acoge a lo que en verdad somos. La ceguera interior sobre nuestra propia realidad puede deberse a una “inconsciente angustia de encontrarse con Dios”. En la medida en que se hace la luz sobre nuestra intimidad se hará también acerca de Dios y sobre la Creación entera. La realidad muestra que “nadie ha penetrado tanto en lo hondo del alma como el hombre que con ardiente corazón ha abarcado el mundo, y que por la fuerte mano de Dios ha sido liberado de todas las ataduras e introducido dentro de sí en lo más íntimo de su interioridad”.

La experiencia de Edith Stein es la de santa Teresa, la de san Agustín y la de tantos santos o filósofos buscadores de Dios.Nuestra filósofa deja claro que es posible adentrarse en la propia intimidad por la vía de la reflexión y de las relaciones interpersonales; no exclusivamente por la vía de la oración, es decir, del trato con Dios. Podemos también conocer que tenemos un alma sin ser del todo conscientes de que en su centro habita Dios. 

Lo fundamental es, sin embargo, que una vez descubierta la puerta de acceso a la interioridad, el alma que anhela plenitud acaba por reconocer que su hambre más íntima solo se sacia con el trato personal, amoroso, con Dios.

Referencias bibliográficas: - Edith Stein, en El Castillo del alma, recogido en Escritos espirituales, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1998. 

Ofelia Avella
ofeliavella@gmail.com
@ofeliavella
Venezuela

LEANDRO RODRÍGUEZ LINÁREZ, LA REALIDAD POLÍTICA VENEZOLANA ES:

Lo diremos una y otra vez, la política es realidad, quienes caigan en sus espejismos están condenados al fracaso, a ser carne de cañón. En consecuencia, hace falta un baño de realidad para muchos venezolanos que se dejan manipular crédulamente por los políticos.
 
La gran desventaja en Venezuela es que el principal medio de comunicación criollo, la televisión, está 100% controlada por el chavismo, todos los noticieros y canales informativos están bajo su bota. En cuanto a noticias da lo mismo ver VTV que cualquier canal privado del país, misma línea editorial.
 
Lo propio ocurre con los programas de entrevistas, solo tienen espacios representantes del chavismo y su (falsa) oposición electorera, cuyo discurso se sincroniza a la perfección: Votar porque si y suplicar a la comunidad internacional la eliminación las sanciones, aunque permanezcan condiciones electorales absurdas y se profundice la ruptura del hilo constitucional /democrático respectivamente.
 
De este modo, nada de lo que provenga de estas fuentes es veras ni oportuno, allí se refleja una Venezuela irreal, distinta a la que sobrevivimos en nuestros hogares y al salir a la calle.
 
Por tal motivo, los presuntos diálogos, acercamientos, acuerdos entre el régimen y su oposición hecha a la medida, solo generan más de lo mismo, aseguran que el país continúe por el mismo sendero que transitamos de élites que controlan a placer las instituciones, armas y recursos del Estado, al mejor estilo cubano, norcoreano, iraní, chino, entro otros gobiernos de misma cepa y que prestan asesoría a los rojos rojitos.
 
En esta Venezuela de hoy, ni Guaidó, María Corina, Ledezma, Guanipa, ni ningún otro podrá ejercer su liderazgo opositor, así como usted que lee estas líneas tampoco puede hacerlo, su voto no premia, castiga ni genera cambios, sí se le ocurre protestar para exigir agua, gas, gasolina o cualquier requerimiento necesario para nuestras vidas, inmediatamente se dan cita con violencia atroz los organizamos represivos del régimen formales y no formales. Ejercer oposición en Venezuela es una labor imposible, eso ha hecho el chavismo.
 
La otra realidad es que (así como los diálogos, negociaciones y todo lo que implica una falsa oposición) el voto es 100% inútil, 17 años votando bajo el imperio de las instituciones rojas rojitas solo dieron un buqué de “demócrata” al régimen, aunque posteriormente haya neutralizado bajo vulgares desafueros todas las instancias que los venezolanos electoralmente les quitó.
 
Más de 3 años de abstenciones han sido la pesadilla para el chavismo, ella es lo más legítimo en el país, manifiesta el repudio al secuestro institucional, a la imposición de un proyecto país rechazado por la inmensa mayoría. Pero la abstención ya dio todos sus frutos; logró deslegitimar, ilegalizar, sancionar al régimen, a sus cabecillas, se hacen necesarias nuevas estrategias… Hoy votar o abstenerse no genera ningún cambio, es irrelevante.
 
El chavismo impone su proyecto sin mirar a los lados, su meta inmediata es zafarse de las elecciones tal como aparecen contempladas en nuestra carta magna, por ello impone el Estado Comunal, un Estado cubanizado, ideal para la retención del poder. Nada aquí descrito son inventos, todo son hechos consumados y en desarrollo. Oculto a los ojos de los venezolanos, régimen y oposición legítima mueven sus piezas, al margen de lo que vemos en la TV, en los demás medios nacionales. Solo las redes sociales, con sus riesgos implícitos, nos ofrecen el mejor acercamiento a la realidad.

leandrotango@gmail.com
@leandrotango
Venezuela

LUIS FUENMAYOR TORO, EL DESARROLLO DE LA PANDEMIA EN EL PAÍS

Es meridianamente claro que la pandemia por CoVid-19 no sólo continúa, sino que se recrudece por momentos. Y eso está ocurriendo en buena parte del mundo, aunque la información no sea completa ni llegue oportunamente. EEUU está próximo a llegar a los 100 millones de vacunados, pero la reemergencia del virus es clara en varios de sus estados, así como el regreso de medidas sanitarias de contención que ya habían sido suspendidas. Y esto también ocurre en varios países europeos. Es decir, el mundo desarrollado, mejor preparado para este tipo de contingencias, vuelve a decretar la emergencia sanitaria y regresa a la política del confinamiento de parte de su población, por lo menos en algunas regiones. Ya este simple hecho debería alertar a las autoridades venezolanas respecto a los peligros existentes y por venir.
 
Pero no sólo es lo que ocurre fuera de nuestras fronteras. Es también lo que está ocurriendo actualmente en el país. Sin duda ninguna tenemos una reemergencia de casos que no se puede, ni mucho menos debe, ser ocultada. El gobierno de Maduro tiene una tendencia muy fuerte a no informar las cosas con claridad, preocupado muchas veces más por la afectación política que pueda producirle un evento particular, que por el bienestar de la población de millones de seres humanos que dependen de su gestión y de sus decisiones. Las flexibilizaciones habidas de la cuarentena no han tenido realmente que ver con desarrollo de la pandemia, sino con la percepción de que flexibilizar en períodos festivos, como se hizo en carnavales, es algo que cae muy simpático a la mayoría de la gente y por lo tanto es beneficioso para la salud del régimen.
 
Este tipo de conducta es completamente negligente y condenable. En este momento estamos sufriendo la decisión de la flexibilidad habida en los carnavales pasados, que aparentemente llenaron las playas de una manera inusitada en relación con lo que se esperaría de una población bien informada y conocedora de los peligros a que se estaba sometiendo. Claro que hay una variante “brasileña” del virus, a la cual el régimen apunta como la responsable de todo lo que ocurre. Pero esas racionalizaciones y pseudo justificaciones no evitan la aparición de nuevos casos, ni el congestionamiento de los hospitales y clínicas, ni la saturación de las unidades de terapia intensiva, ni las muertes que se producen, que son los eventos trágicos que están ocurriendo y que pudieron haber sido evitados si no se toman decisiones alegres como las tomadas.
 
Las mutaciones se han producido siempre en todos los seres que tienen ácidos nucleicos, para no llamarlos seres vivos, pues en algunos casos, como en el de los virus, mayoritariamente se considera que no lo son. Son realmente partículas de materia orgánica compleja inanimada, en las que ocurren cambios frecuentes de configuración de su ADN, que originan nuevas características, que si son favorables a su acceso, permanencia y replicación en las células, se mantienen en el tiempo. Estas mutaciones pueden suponer cambios en el contagio y en el desarrollo de la enfermedad que producen. Y esto es lo que aparentemente ocurren con la variante que actualmente se nos informa está ya entre nosotros. Es más contagiosa y parece ser también más virulenta, por lo tanto, es más grave y más difícil de enfrentar. No sólo individualmente con los pacientes afectados sino colectivamente.
 
Así como los venezolanos debemos ajustar nuestras conductas al aumento actual del peligro, el gobierno de Maduro debe también ajustarse a lo debido en esta nueva situación. Nadie debería en este momento estar pensando en una flexibilización para semana santa. Sería un despropósito indolente para con la gente. El esfuerzo gubernamental, además de enfrentar la escasez de gasolina y gas y ahora de gasoil, es resolver el problema de la vacunación rápida del pueblo venezolano. Pero no con las absurdas prioridades que se dice ha seguido. No. Sino con las prioridades internacionalmente establecidas en todo el mundo civilizado. No son los diputados ni el alto gobierno ejecutivo, ni sus familiares cercanos, consanguíneos o no, ni sus amigos, militantes ni socios comerciales, quienes deben ser vacunados primero.
 
Eran sólo los miembros del sector salud, cuya mortalidad en el país es varias veces mayor que en el resto del mundo. La mortalidad por CoVid-19 en Venezuela, según las cifras oficiales, es de 0,98 por ciento. Muere menos de una persona de cada cien contagiadas. Es bastante menor que la vista en el mundo, pero de eso no voy a escribir en este momento. Con esas mismas cifras, la mortalidad en el sector salud es de 0,25 por ciento, es decir que la cuarta parte de quienes mueren son médicos, enfermeros y técnicos del sector salud. Es una cifra gigantesca cuando se la compara con otras del resto del mundo. Es inaudito que no hayan sido vacunados todos los integrantes de este sector y que en cambio lo hayan sido otros.
 
Les recuerdo el orden de prioridades, por si lo habían olvidado: 1°) Personal sanitario. 2°) Mayores de 80 años o que vivan en ancianatos. 3°) Personas de 65 a 79 años. 4°) Personas con comorbilidades sin importar la edad. 5°) Personas en riesgo de exclusión social. 6°) Personal esencial (educación, transporte, alimentos, bomberos, defensa civil). 7°) Personas entre 55 y 64 años. 8°) Resto de la población. En este resto de la población, además de los ciudadanos que faltarían por vacunarse, estarían los miembros del alto gobierno, los diputados nacionales y regionales, los militares, los gobernadores y alcaldes, los miembros de los cuerpos de seguridad del Estado, a menos que algunos de ellos también pertenezcan a uno de los grupos anteriores. Los venezolanos aspiramos una actitud digna y responsable de quienes nos gobiernan. 

Luis Fuenmayor Toro
lft3003@gmail.com
@LFuenmayorToro
Venezuela