domingo, 7 de marzo de 2021

ACTUALIZACIÓN DE EL REPUBLICANO LIBERAL DIARIO DE OPINIÓN, http://elrepublicanoliberalii.blogspot.com/ DOMINGO 07/03/2021


MIBELIS ACEVEDO DONÍS, PARCHES DEL PESIMISMO

Sabemos que la frustración no se ha acumulado en balde, que ha encajado su mordida en el ánimo colectivo de los venezolanos. En las antípodas del candor del optimismo leibniziano, la sensación de que se vive en “el peor de los mundos posibles” amenaza ahora con apropiarse del alma de una sociedad; con paralizarla y convencerla de que no cuenta con bastantes méritos para desalojar los males que la han mortificado. 

Para qué molestarse, plantean incluso algunos, si al final nada va a cambiar. Pero lo tremebundo es ver a quienes deberían hacer esfuerzos para reactivar ese aplastado conatus, sumándose febriles a la ola de insatisfacción crónica, así como quien impulsa un hashtag. Revueltos entre los cultores del bovarismo criollo, cunden actores políticos azuzando la creencia de que poco o nada se puede hacer para transformar esta, “la maldita circunstancia”. (“¡Nadie puede salir, nadie puede salir!”, denunció una vez el poeta cubano Virgilio Piñera: “La vida del embudo y encima la nata de la rabia”.) 

Más que indeclinables principios, pareciera imponerse la lógica de un infantil chantaje: si el entorno no cambia, no seré yo el que cambie. Si las condiciones no mejoran sustancialmente, participar está descartado. Si el gobierno autoritario no se vuelve democrático en lo inmediato, conmigo no cuenten para “legitimarlo”. El sensato interés en generar presión terminó convertido acá en comodín discursivo para eludir la acción, suerte de cuento “del gallo pelón”. Es el lenguaje como celada, no como llave de la praxis comunicativa. Así, ante el vértigo de la megaelección y las definiciones asociadas a los retos y dilemas que plantea, una malentendida “dignidad” vuelve para recortar el ya magro menú de opciones de los venezolanos. 

Cuesta distinguir hacia dónde camina tanto solemne entumecimiento. Más cuando las señas de la angustia -eso que en Kierkegaard se anuncia como fruto de la antítesis entre lo temporal y lo eterno, entre lo finito y lo infinito- se mezclan con el hartazgo. Un panorama en el que la política, lejos de servir para romper la dañosa monotonía y restaurar el espíritu de lucha, se ha vuelto más bien merecedora de recelos. 

En nuestra situación, contribuir a despolitizar a la sociedad nunca podrá considerarse un premio, todo lo contrario. Y en este caso, el pesimismo asumido no como acto de lucidez, no como ejercicio de sano escepticismo, prudencia frente a la estrechez o aceptación del principio de realidad, sino como arma para demonizar el aprovechamiento de la ventana de incertidumbre, sólo contribuiría a esa despolitización. Un juego suicida, que el aspirante al poder -en acera distinta a la de la incredulidad propia del analista o la vis acre del poeta- no puede darse el lujo de patrocinar. 

El vaciamiento de certezas respecto a las capacidades de la mayoría organizada, la sensación de falta de control sobre el propio destino, el aplastamiento a priori de esa potencia… ¿acaso eso podrá aportar a una narrativa para revertir la desesperanza, una que nos devuelva el sentido de comunidad? Sin un demos convencido de la necesidad de derrotar al determinismo y asumir tareas concretas por la recuperación de la democracia, ¿en qué quedaría la brega “de todos”? ¿O es que se abrazará sin pataleo el dictamen del “capitis deminutio”, la presunta minusvalía de los venezolanos para asumir protagonismo en los asuntos de la polis? 

Al respecto, sirve traer a colación la mirada que sobre las “radiografías oscurecidas de nuestra psicología individual y social” lanza Luis Beltrán Guerrero (“Las máximas pesimistas”, 1962). El autor desgrana allí un corpus de pensamiento acerca del país, frases de venezolanos del siglo XIX y XX que prefiguran un sistema de creencias, un ethos social, un modo de ser asociado al fracaso. Empezando por Francisco de Miranda y su famoso “¡Bochinche, bochinche! ¡Esta gente no es capaz sino de bochinche!”, y pasando por el juicio amargo de Cecilio Acosta al afirmar que “no hay en Venezuela incomodidad que nos sobre, ni malandanza que nos atribule”. También resuenan las palabras del Presbítero Nicanor Rivero: “no se considera libre el venezolano mientras no está oprimiendo a los demás”. Las del poeta Manuel Pimentel Coronel, “Venezuela es un país sin memoria”. O las del escritor Manuel Vicente Romero García, “Venezuela es el país de las nulidades engreídas y de las reputaciones consagradas”. Tono pesimista acerca de nuestras potencialidades políticas que Aníbal Romero asociaba a una perenne crisis incrustada “en el alma nacional”. 

De las garras de esa visión anclada a las mermas de nuestra identidad, de la tentación auto-invalidante, es justo escapar. Lo peligroso, insistimos, es que tales prejuicios sean cebados por sectores que, de estar atentos a su misión de crear confianza, encauzar y amplificar fortalezas, deberían más bien volcarse a mitigarlos. “No podemos solos”, se anunciaba hasta hace poco. Aseveración que arrojaba una losa sobre nuestro ímpetu; que, para colmo, daba cierto festivo status a lo trunco, a lo abortado, al penoso rugido de ratón. Ah, de tal estulticia también urge zafarse. 

En ese sentido, una sociedad civil que se está esforzando por trazar caminos para superar el mapa de la desintegración y la anomia vale y puede mucho, sí, pero demanda eficaz acompañamiento de la clase política. Compañía fundada no en el auto-engaño, por cierto, no en el atolondrado cálculo que prescinde de la realidad. Sí en la convicción de que el determinismo acaba imponiendo grilletes a la voluntad, ese principalísimo aliño de la necesidad que empujó al ser humano fuera de la caverna. A esa evolución habrá que apuntar, sin duda. Lo otro es creer que un liderazgo sin voluntad propia ni capacidad para concitar la ajena, calificaría para manejar los destinos de una nación tan quebrantada. La verdad es que cuesta imaginar parches que hagan menos visible semejante contradicción. 

Mibelis Acevedo D.
mibelis@hotmail.com
@Mibelis
@ElUniversal

VICENTE BRITO, ¿DIÁLOGO SIN CONCESIONES?

Las expectativas creadas en espera de los anuncios oficiales, de modificación de varias de las políticas públicas, no cubrieron las expectativas; así lo escuchamos de las distintas opiniones emitidas por quienes consideraron como un paso positivo el inicio del diálogo. Las concesiones anunciadas en los temas políticos y económicos no se han plasmado, lo cual nos indica que tendremos un diálogo sin concesiones. 

Lo que se observa es un interés de parte de los convocantes al diálogo en promover las elecciones previstas para alcaldes y gobernadores, sin definir cómo será la designación de un Consejo Nacional Electoral que sea representativo de los distintos sectores del país, los cuales solicitan un CNE  que garantice la debida transparencia y facilite la integración del mismo por personalidades que den la confianza y respetabilidad de los resultados electorales. Lo anunciado es que ya hay distintas instituciones que van a presentar candidatos a postularse para integrar la nueva directiva del ente electoral. La pregunta que nos hacemos los venezolanos es: ¿Quién los escoge? La cual constituye la base fundamental para facilitar esa necesaria y esperada confiabilidad que les de la transparencia necesaria a esta elección y que garantice el veraz resultado de los candidatos que la base popular escoja. 

Lo preocupante es que los temas trascendentales de ese diálogo como la revisión del modelo del socialismo siglo XXI, que reduzca el tamaño del estado empresario, así como la eliminación de la inflación descartando el uso del Banco Central como el medio financiero para cubrir el déficit público incluyendo su autonomía, la incorporación sincera del sector privado nacional en la recuperación económica, además facilitar la libre acción de los sindicatos en el reclamo de sus derechos laborales, activar el tripartismo como un mecanismo de solución a los elevados niveles de desempleo e informalidad, la devolución de los partidos intervenidos a sus legítimos dirigentes con pleno derechos sobre sus sedes partidista, estas solicitudes y otras más ya realizadas por los voceros políticos, sociales y económicos, esperan por las necesarias y convincentes respuestas como clara evidencia de la disposición de lograr soluciones a la complejidad que afecta a la nación Venezolana. 

El tiempo transcurrido para conocer las opiniones de los convocantes al diálogo nos indica que por ahora, no está prevista concesión alguna a los distintas solicitudes planteadas, pero lo que si se observa es una dinámica de leyes propuestas, que están siendo debatidas que plasman un mayor control estatal sobre todos los componentes fundamentales de la vida nacional. Lo mismo sucede con el incremento en proporciones preocupantes de impuestos nacionales y municipales, así como el de los servicios públicos básicos como la luz y el agua. El aumento del Petro tiene también sus efectos en el costo de servicios públicos básicos para los ciudadanos. 

Lo que nos indica que el diálogo se llevará adelante sin concesiones, a las diversas solicitudes elaboradas por los distintos actores que van a participar en el mismo. ¿Los ciudadanos nos preguntamos si habrá la disposición de iniciar la necesaria apertura política, que nos conduzca a un diálogo con concesiones? 

Vicente Brito
vicent.brito@gmail.com
@vicentejbrito
Presidente
Red por la defensa al Trabajo, la Propiedad y la Constitución Vicente Brito
Venezuela

ANTONIO JOSÉ MONAGAS, ESPACIO DE SONRISAS ROTAS Y CORAZONES APRETUJADOS

(In memoriam de José Miguel Monagas. A 34 años de su partida)

Por esencia y definición, la privación de libertad es condición de imposibilidad para disfrutar de algunos estadios de libertad y garantías. En correspondencia con alguna supresión de derechos fundamentales. En el caso a que refiere el concepto acá tratado, en cuanto a lo que constituye la privación de libertad,  debe reconocerse que el lugar destinado a la reclusión de personas por disposición gubernativa o judicial denominado “prisión” o “cárcel”, es generalmente un espacio susceptible a vulneraciones de derechos. Y hasta de sentimientos. Por tan penosa razón, muchos problemas ocurren en sus ámbitos. 
 
Problemas relacionados con el aislamiento, la tortura, enfermedades contagiosas, coacciones, violencia sistemática y discriminaciones, se combinan con seguidas humillaciones. Especialmente,  en el cacheo a familiares al momento de la visita de rutina. 
 
Es la vida de toda cárcel. Por especial o colmada de insuficiencias que pueda ser. Aunque el mayor problema no reside en lo que remite su estructura física. Fundamentalmente, es lo que su ambiente suele incitar en la vida de cada recluso. Y es un problema que lo vivencian todos los centros penitenciarios. Independientemente, donde se encuentren. Aun cuando sus dinámicas dependen del Estado, en términos de los sistemas políticos que ostentan. 
 
No es lo mismo hablar de una cárcel en tiempos de dictadura, que en democracia. Es la razón que explica el papel que cumple una prisión como determinante social del individuo que en sus espacios debe desenvolverse. 
 
Otro problema que se superpone a la diversificación y diferenciación de los delitos que pueden conducir a una persona a prisión, es su ideología política-militante. Esto sucede sin que de por medio primen derechos, libertades y garantías que otorgan privilegios civiles y de ciudadanía.  Y que las actitudes y aptitudes encauzan en el comportamiento de toda persona encarcelada. 
 
Este prolegómeno, vale para llegar al punto de partida de lo que esta disertación busca motivar. Y tiene que ver con los momentos de prisión que padeció José Miguel Monagas, mi padre, a consecuencia de su pasión política. Además. porque lo identificó con la causa que enarbolaba el partido político Acción Democrática en el ocaso de la Junta Militar de Gobierno, que sin mayor unidad de criterio, era presidida por el coronel Carlos Delgado Chalbaud. Y que luego transitó hacia la dictadura del militar Marcos Pérez Jiménez. 
 
Para situar al lector en el contexto político de la Venezuela de 1950, debe señalarse que dicha Junta Militar de Gobierno saltó a la palestra política como resultado del derrocamiento del gobierno constitucional de Rómulo Gallegos acaecido el 24 Noviembre de 1948. Azuzada dicha Junta, por la perversión que, casi siempre, instiga el poder político. 
 
A pesar de la gestión de esa Junta de Gobierno por paliar los conflictos que venían dándose durante la segunda mitad de la década de los cuarenta,  debe aceptarse que 1950 fue un año de duras intrigas y conspiraciones. Las mismas fueron en contra de la pretensión de esa Junta, de instituir el régimen político que ejercía el poder nacional. Pero todo terminó con el magnicidio del referido coronel y presidente de la Junta Gubernativa, Carlos Delgado Chalbaud. Tiempo éste en que Acción Democrática era acusada de cuantas confabulaciones se daban. Y entre ellas, fue injustamente inculpado, el grupo de maestros que acompañaba el trabajo político de quien ejerció como ministro de Educación del gobierno de Gallegos. El maestro Luís Beltrán Prieto Figueroa. 
 
Desde el derrocamiento de Gallegos, los cuadros políticos juveniles formados particularmente por maestros y estudiantes liceístas, normalistas y universitarios, se dieron a la tarea de actuar en contra del régimen militar. 
 
En la población de Puerto La Cruz, del estado Anzoátegui, se encontraba el maestro de Educación Primaria Urbana, José Miguel Monagas, ejerciendo el cargo de director de la escuela del Campo Petrolero de Guaraguao. 
 
Inspirado en el pensamiento pedagógico del reconocido luchador político y educador por excelencia, Dr. Luís Beltrán Prieto Figueroa, Monagas encendió la flama política de cuanta muchachada pudo enrolar. Así, organizó en Barcelona, un movimiento de apoyo a las protestas que se dieron en todo el país. En contra la opresión del susodicho régimen militar. 
 
Fue razón para que la Seguridad Nacional o Policía política de entonces, lo apresara y lo condujera a la Cárcel Pública de Barcelona. En 1950. Como preso político, no fue condenado a purgar prisión por un tiempo específico. Pero los titubeos y convulsiones del régimen por causa de la rivalidad que se daba entre el coronel Delgado Chalbaud y el teniente-coronel Marcos Pérez Jiménez, en contubernio con el también militar, General Rafael Simón Urbina, lograron que el encarcelamiento de José Miguel Monagas fuera a discreción de las autoridades públicas de Barcelona. 
 
Sin embargo, según contaba José Miguel, su estancia carcelaria fue tiempo en que soportó las inclemencias que recibe todo preso político. Mi padre, vivió los tormentos y violencia de la tortura. Relataba José Miguel, que luego de despojarlo de su ropa, lo sometían a estar de pié sobre inmensos bloques de hielo. Asimismo, sobre rines de automóviles cuyas orillas eran previamente afiladas para causar cortaduras en las plantas de los pies. También lo obligaban a apuntar la mirada hacia reflectores, cuya luz excedía su resistencia visual. De esos martirios propios del maltrato de todo encarcelamiento político, no escapaba las humillaciones que recibía su amada esposa Dulce María, mi madre. En la revisión por la cual debía franquear todo familiar de preso político, previo a cada visita. 
 
Casi un año estuvo preso mi padre. Sólo porque sus ideas no concordaban con las del sistema político represivo que dominaba el poder en el país. De tan crudos meses, sólo ganó la resiliencia que le permitió luego, salvar las dificultades que configuraron su travesía por la vida. 
 
Por esa forma que hace  sufrir a cualquier persona sin razón judicial alguna para estar privado de libertad, derechos y garantías, es por la que podría inferirse que José Miguel Monagas, mi padre, vivió el año de 1950 en la mengua y en el horror de un espacio de sonrisas rotas y corazones apretujados.

Antonio José Monagas 
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
Venezuela

BEATRIZ DE MAJO, “SWAT” EN COLOMBIA. SOBREDOSIS

El escenario de la base militar de Tolemaida fue el escogido por Iván Duque para hacer el anuncio, hace diez días, del nacimiento del CONAT, un comando élite de 7.000 hombres de armas para perseguir, doblegar y desactivar a los grupos armados que se financian con el tráfico de drogas y otras actividades. Enfrentar el terrorismo internacional resulta ser el propósito esencial del “SWAT” neogranadino que se ocupará, por igual, de combatir la extorsión, la explotación y comercio ilegal de minerales y el tráfico de especies y de personas.

Sin mencionar en esta ocasión - ni de manera directa ni taimada- que las acciones de esta fuerza pudieran desarrollarse en territorio venezolano, el mandatario colombiano sí había hecho referencia, días atrás, a que los actores criminales habían, en muchos casos, encontrado refugio en nuestro país, Venezuela, gracias a la permisividad y complicidad encontrada por estos actores colombianos con el gobierno vecino. Un despacho de la agencia EFE sobre este tema precisó que las autoridades colombianas “han afirmado reiteradamente que el país vecino es la retaguardia estratégica de los grupos armados organizados y allí se esconden 1.400 miembros del ELN y de las FARC”.

Este artículo no pretende reseñar la respuesta oficial venezolana, a la iniciativa del Palacio de Nariño. Las altisonancias de Nicolás Maduro y sus acólitos, Ministros y otros, son ya tradición. Lo que no puede obviarse frente a terceros es que el país vecino atraviesa históricamente uno de sus peores momentos en materia de violencia, sin duda el peor desde la firma del Acuerdo de Paz, y que ella es protagonizada por las mafias del narcotráfico las que trabajan independientemente o bien en comandita con el ELN y las disidencias de las FARC. 

Que este propósito sea una tarea a la que le prestarán una atención muy especial desde el Ejecutivo de Colombia es solo natural, además de que es una vía imperativa para dejar una ejecutoria inequívoca ante el mundo por parte de un gobierno que tuvo viento en contra desde el primer día. A Iván Duque le tocó, al mismo tiempo, rescatar una economía maltrecha, poner en marcha un proceso de paz con el que no comulgaba, atender las necesidades de un flujo monumental de refugiados, proteger al país de la inesperada y devastadora pandemia, hacerle frente al fenómeno de la disidencia de las FARC y la reactivación criminal del ELN, todo ello sazonado con la desestabilización política a institucional sabiamente armada desde Caracas con otros aliados del mismo corte de izquierda radical, como Cuba.  

 Está claro que con este Comando Contra el Narcotráfico y Amenazas Trasnacionales, estamos frente a un pie de fuerza en cuyo diseño deben haber participado los principales aliados de Colombia afectados del fenómeno del narcotráfico y el terrorismo. Son los Estados Unidos los primeros dolientes de estas distorsiones criminales al igual que los países europeos, recipientes directos de los flujos de narcóticos que provienen del eje colombo- venezolano. Cuesta creer que la visita a Bogotá y a la línea fronteriza de Cúcuta de la Ministra de Relaciones Exteriores de España no esté relacionada con las dificultades que atraviesa el gobierno colombiano por imponer la paz y combatir el crimen organizado.

Además, el tema de las violaciones de derechos humanos también ha estado cogiendo cuerpo en Colombia tornándose de gran protuberancia para el mundo libre. El último informe de Bachelet y el último de Human Rights Watch cuentan por mucho en una toma de conciencia colectiva de que es preciso actuar coordinadamente para poder desterrar de Colombia las distorsiones que se han estado generando y que dejan saldos de muertes muy elevadas cada año.  

Con todos los análisis ya hechos de parte de propios y de ajenos, y con el instrumento militar ya diseñado para actuar “hasta las últimas consecuencias” en contra de estas manifestaciones del terrorismo transnacional, lo que vamos a ver en el año que separa al gobierno de Duque de su salida, es acción y acción concertada con terceros. “Donde quiera que estén los criminales tiene que llegar la justicia”, aseguró Duque y esto no se logra a través de una observancia del fenómeno desasociada de una posición proactiva y contundente.

CONAT pareciera, pues, ser una importante pieza del legado indispensable para que la administración colombiana actual no pase, sin pena ni gloria, a la historia de su país

Beatriz De Majo
bdemajo@gmail.com
@BeatrizdeMajo1
Venezuela – España

CARLOS ALBERTO MONTANER, PLANTADOS

La historia comienza en Miami. “Ramón”, (espléndidamente representado por Gilberto Reyes), un expreso político que había sufrido el rigor de los carceleros castristas por ser un plantado, cree ver a uno de sus torturadores. Lo sigue y confirma que se trata de la misma persona. El episodio le trae recuerdos dolorosos de esas décadas ignominiosas de los años sesenta y setenta del siglo anterior. El film se construye viajando de Miami al pasado a lomo de esos terribles “flashbacks”. Ramón llama a algunos de sus compañeros, todos exiliados, y les cuenta lo sucedido. Planean secuestrar al torturador. (No les digo más porque me han permitido ver la película en un pase privado, a condición de que no revele el desenlace).

--¿Ni a mi mujer se lo puedo contar?  --Ni a tu mujer. 

El Festival de Cine de Miami es una de las grandes cosas que ocurren en esta ciudad anualmente. La otra es la Feria del libro. Este año exhiben Plantados, una película largamente esperada por los cinéfilos. Afortunadamente, la dirigió Lilo Vilaplana, un realizador serio y experimentado, al que hay que agradecer que se enfrentó a una historia muy dramática con total sobriedad. El guión fue obra de Ángel Santiesteban, de Juan Manuel Cao y del propio Vilaplana. Los dos primeros sufrieron injustamente cárcel política en La Habana, aunque muchos años después de los sucesos que narra este largo metraje. La música es de Arturo Sandoval. Boncó Quiñongo abandona su rol cómico y fiestero y borda un papel dramático de preso político.

Se les llamó “plantados” al puñado de presos políticos cubanos que se declararon en rebeldía pese a la brutal represión que el régimen de los Castro ejercía contra ellos. Los golpeaban o asesinaban a su antojo. Algunos de ellos habían tenido un comportamiento heroico y significativo contra la anterior dictadura, la de Batista. Pienso en Huber Matos y en Eloy Gutiérrez Menoyo. Otros no tuvieron suficiente edad para destacarse, como Ernesto Díaz Rodríguez o Ángel de Fana, y les tocó desplegar todo su valor personal contra el castrismo, algo que hicieron (y siguen haciendo) notablemente.

Realmente, los plantados fueron pocos entre los miles de retenidos en las cárceles comunistas durante un buen número de años. Cuando el régimen advirtió que no conseguía domarlos y debía matar a todos los presos políticos –lo que no podía hacer dada su imagen y el hecho de su extrema visibilidad-, o buscar alguna forma de liberarlos, encontró la solución de su dilema en los “planes de rehabilitación” y en el hecho posterior de que Jimmy Carter los aceptaba de buena gana en territorio norteamericano. Como siempre ha ocurrido, le pasaba su problema a Estados Unidos.

Los soviéticos, que eran grandes expertos en la materia, le explicaron a los comunistas cubanos que ofrecer alguna recompensa a quienes se prestaran a participar en el “plan”, como la libertad anticipada, sólo podía traer ventajas para los que la otorgaban. En primer término le dividía a la población carcelaria entre un grupo de “irreductibles”, decididos a medir la calidad de los seres humanos por la capacidad de aceptar el sufrimiento, y otro, mucho mayor, de “razonables”, dispuestos a admitir que habían perdido la guerra y se refugiaban en batallas personales o familiares.

Existía, además, un mecanismo psicológico que llevaba a la mayor parte de los seres humanos a “creer en lo que decían” y no al revés, especialmente si se trataba de personas mentalmente bien estructuradas. Todo estaba, pues, en generar las condiciones para que los presos repitieran como un mantra ciertas idioteces ideológicas. Dando por descontado que muchos tratarían de engañar a los “rehabilitadores” para alcanzar la libertad o para escapar, pero todos saldrían cohibidos de volver a las conspiraciones, salvo los “plantados”.

Uno de esos plantados era José Pujals Medero. Una persona integérrima que había estado en la cárcel 28 años. Cuando salió de la prisión y de Cuba (valga la redundancia), habló mucho con Leopoldo Fernández Pujals, su sobrino, un magnate cubano radicado en España, y le contó todo lo que había padecido en manos de los carceleros. Parece que éste le dijo, conmovido: “esto merece ser llevado al cine”. A José Pujals no le alcanzó la vida para ver esta película enteramente financiada por su sobrino. 

Carlos Alberto Montaner
montaner.ca@gmail.com
@CarlosAMontaner
Cuba-España-Estados Unidos

RICARDO VALENZUELA, EL ESPERADO MENSAJE DE TRUMP

Finalmente, Trump ha emergido de su campamento para enviar un mensaje que ha provocado marejadas en este océano de tantas tempestades. Y lo hizo ante una concurrencia hambrienta y sedienta de lo que podría expresar su líder cuando apareciera en la reunión anual del CPAC este domingo pasado. El primer mensaje fue; “ganaremos el congreso dentro de dos años y, en 2024, tal vez decida ganarles la presidencia por tercera vez”, despejando infinidad de dudas entre sus ejércitos y, sobre todo, el pánico de los usurpadores con ese coqueteo de su posible regreso que para ellos es una gran amenaza. 

Como acostumbra el presidente legítimo, habló durante casi dos horas sin documentos frente a él, sin la famosa pantalla que usan todos para recitar sus falsedades, y procedió a llevar a cabo un repaso de su administración, casi en forma del informe anual al congreso, listando los resultados que se habían alcanzado y, en especial, las políticas que se habían aplicado para lograrlos que provocaran el cuadro de una economía no visto en los últimos casi 70 años. 

Pasó, entonces, a describir el mundo tan peligroso en el que en estos momentos habitamos por lo que, EU debe establecer políticas que lo preparen para cualquier eventualidad. Pasa, entonces, a la mejor parte del mensaje en el cual, no solo asegura haber ganado la elección, también describe con minuciosos detalles la forma en que se había ejecutado el golpe de estado que llena de vergüenza a los EU y su clase política, que se exhibió como lo que son, criminales del mismo calibre de las gangas de Los Ángeles, las Maras de Centro América y, en algunos renglones, superan a los narcos de México quienes, algunas veces, demuestran que ellos si ayudan a los pobres. 

De forma magistral pasaba a describir la gran descomposición que presenta todo el sistema judicial del país, incluyendo, la cuestionable actuación de la Suprema Corte de Justicia que, sorprendentemente, se negara a tan siquiera recibir las quejas de sus abogados, lo que ha causado una gran decepción. Los juristas, a excepción de tres de ellos, mostraron una cobardía abominable para lo que representa dicha institución. Una institución que, con su conducta, provoca se arreciaran los rumores que ha sido penetrada por las fuerzas de Soros, quien, durante los últimos años, ha logrado establecer jueces marxistas en infinidad de cortes por todo el país habiéndolos apoyado con sus destructivos millones. 

Con la misma genialidad pasaba a destrozar todas las increíbles acciones del usurpador Biden y, en especial, los graves problemas que con toda seguridad el país enfrentará como consecuencia. Desde su ataque el sector energético que ya ha costado la pérdida de casi 30,000 empleos, un aumento en el precio de la gasolina de casi 35% y el precio del barril de petróleo se haya duplicado. Dedicó parte especial de su mensaje a la forma en que Biden, casi como marido ofendido, mostrando un odio inexplicable contra él, se ha dedicado a cancelar todas las políticas que se activaran en su administración, desde el levantamiento de las sanciones a Irán, la reactivación de la ingrata relación con instituciones internacionales que no hacen más que chupar el dinero de los causantes, a las que Trump ya les había cortado brazadas a la reata. 

Después de un repaso general de lo que sucede en el país, pasaba a elevar una arenga a todos sus partidarios para no bajar la guardia, pues la lucha está muy lejos de haber terminado y hay que continuarla para, una vez más, regresar el país a la grandeza. No dejarse llevar por el desánimo y ver el futuro, que muy pronto estará cuajado de los errores de Biden, como la gran oportunidad de rescatar la nave que ya estará a punto del naufragio. Claramente aseguró que no crearía un nuevo partido puesto que sería dividir a los conservadores constitucionalistas. Al través del partido republicano proponía llevar a cabo el colado y una purificación de su ideología que, a veces, se confunde con la de los demócratas. Un nuevo partido republicano de verdaderos mercados libres, de mínima regulación, de verdadero libre comercio global castigando depredadores. El partido de la paz, no de la guerra, del respeto de la ley, de los antes olvidados que fueran rescatados por él. 

Le daba luego la bienvenida al grupo de jóvenes republicanos recién elegidos al congreso. Un grupo muy especial que automáticamente se conjuga con el conjunto que defendió a Trump hasta el final, porque está formado por verdaderos patriotas que no se han dejado seducir para operar al ritmo de los traidores como fue McCain y ahora son Romney, Mitchell y, por supuesto, el grupo de los amantes de la guerra como Bush, Cheney, Mattis, y el fatal grupo de republicanos que votaran junto a los demócratas para llevar al verdadero presidente a un juicio y desaforarlo. 

Pienso que con su mensaje se aclararon muchas incógnitas. La primera fue que, teniendo todos los elementos que legalmente le deberían dar la victoria en la elección, ya no quiso seguir abonando a la división del país. Pero, lejos de aceptar el fraude y las traiciones, utilizará su rabia para, reconfigurando el partido, dirigir sus energías y el sentimiento de ultraje de la gente para iniciar la segunda fase de lo que, hace 5 años revelara cuando, en la escalera de su edificio en Manhattan, anunciara su intención de convertirse en presidente. No una campaña sino un movimiento nacional que ya nadie puede detener. 

Lo que ha producido el mensaje, con el golpe de estado y en este momento las barrabasadas de Biden, es que más de la mitad de la población que se siente traicionada, lejos de blandir la bandera de la derrota, con el mensaje de Trump ahora están seguros qué no los han abandonado ni olvidado y, con ese llamado, están listos para continuar la lucha pues ellos no han entregado sus armas, ni las entregarán. Pero, una lucha no destructiva como la de sus enemigos. Una lucha fiera, pero no violenta, agresiva, pero sin quebrantar la paz ni el estado de derecho. Una lucha política y social que, habiendo podido explotar violentamente, se ha optado por combatir en la esfera política con armas tan poderosas como son la justicia, la verdad y la razón. No caer en las provocaciones de un enemigo que no le importa destruir el país, si ese es el precio de su poder. 

Esta lección que Trump le ha dado al mundo define claramente a los combatientes. Por un lado, la barbarie, el saqueo, la destrucción física, de la ley y la civilidad de parte de esos entregados a fuerzas extranjeras. Por el otro, la lucha de hombres nobles que respetan las reglas de la batalla. Hombres que, por encima de sus deseos o ambiciones personales, está la fortaleza de su propósito, de sus valores y, sobre todo, su amor por su patria y el compromiso de hacerla otra vez grande, orgullosa de sus hijos, y un refugio de paz para los hombres y mujeres de buena voluntad en el presente, y en el futuro para nuestros descendientes.

“It Ain’t over until es over” (Yogi Berra)  

"No se acaba hasta que se acaba"   

Ricardo Valenzuela
elchero@outlook.com
chero@refugioliberal.net
@elchero
http://refugiolibertariol.blogspot.com
México-Estados Unidos

El mercado libre no ofrece garantías, privilegios especiales, favores, monopolios, oligopolios, subvenciones, ventajas, protecciones, subsidios, apoyos, tratamientos especiales, distinciones, dádivas, cancelación de deudas, en pocas palabras, como lo afirmara Milton Freedman, no hay free lunch. Por eso es tan impopular y por muchos odiado.