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domingo, 7 de marzo de 2021
ACTUALIZACIÓN DE EL REPUBLICANO LIBERAL DIARIO DE OPINIÓN, http://elrepublicanoliberalii.blogspot.com/ DOMINGO 07/03/2021
MIBELIS ACEVEDO DONÍS, PARCHES DEL PESIMISMO
Para qué molestarse, plantean incluso algunos, si al
final nada va a cambiar. Pero lo tremebundo es ver a quienes deberían hacer
esfuerzos para reactivar ese aplastado conatus, sumándose febriles a la ola de
insatisfacción crónica, así como quien impulsa un hashtag. Revueltos entre los
cultores del bovarismo criollo, cunden actores políticos azuzando la creencia
de que poco o nada se puede hacer para transformar esta, “la maldita
circunstancia”. (“¡Nadie puede salir, nadie puede salir!”, denunció una vez el
poeta cubano Virgilio Piñera: “La vida del embudo y encima la nata de la
rabia”.)
Más que indeclinables principios, pareciera imponerse
la lógica de un infantil chantaje: si el entorno no cambia, no seré yo el que
cambie. Si las condiciones no mejoran sustancialmente, participar está
descartado. Si el gobierno autoritario no se vuelve democrático en lo
inmediato, conmigo no cuenten para “legitimarlo”. El sensato interés en generar
presión terminó convertido acá en comodín discursivo para eludir la acción,
suerte de cuento “del gallo pelón”. Es el lenguaje como celada, no como llave
de la praxis comunicativa. Así, ante el vértigo de la megaelección y las
definiciones asociadas a los retos y dilemas que plantea, una malentendida
“dignidad” vuelve para recortar el ya magro menú de opciones de los
venezolanos.
Cuesta distinguir hacia dónde camina tanto solemne
entumecimiento. Más cuando las señas de la angustia -eso que en Kierkegaard se
anuncia como fruto de la antítesis entre lo temporal y lo eterno, entre lo
finito y lo infinito- se mezclan con el hartazgo. Un panorama en el que la
política, lejos de servir para romper la dañosa monotonía y restaurar el
espíritu de lucha, se ha vuelto más bien merecedora de recelos.
En nuestra situación, contribuir a despolitizar a la
sociedad nunca podrá considerarse un premio, todo lo contrario. Y en este caso,
el pesimismo asumido no como acto de lucidez, no como ejercicio de sano
escepticismo, prudencia frente a la estrechez o aceptación del principio de
realidad, sino como arma para demonizar el aprovechamiento de la ventana de
incertidumbre, sólo contribuiría a esa despolitización. Un juego suicida, que
el aspirante al poder -en acera distinta a la de la incredulidad propia del
analista o la vis acre del poeta- no puede darse el lujo de patrocinar.
El vaciamiento de certezas respecto a las capacidades
de la mayoría organizada, la sensación de falta de control sobre el propio
destino, el aplastamiento a priori de esa potencia… ¿acaso eso podrá aportar a
una narrativa para revertir la desesperanza, una que nos devuelva el sentido de
comunidad? Sin un demos convencido de la necesidad de derrotar al determinismo
y asumir tareas concretas por la recuperación de la democracia, ¿en qué
quedaría la brega “de todos”? ¿O es que se abrazará sin pataleo el dictamen del
“capitis deminutio”, la presunta minusvalía de los venezolanos para asumir protagonismo
en los asuntos de la polis?
Al respecto, sirve traer a colación la mirada que
sobre las “radiografías oscurecidas de nuestra psicología individual y social”
lanza Luis Beltrán Guerrero (“Las máximas pesimistas”, 1962). El autor desgrana
allí un corpus de pensamiento acerca del país, frases de venezolanos del siglo
XIX y XX que prefiguran un sistema de creencias, un ethos social, un modo de
ser asociado al fracaso. Empezando por Francisco de Miranda y su famoso
“¡Bochinche, bochinche! ¡Esta gente no es capaz sino de bochinche!”, y pasando
por el juicio amargo de Cecilio Acosta al afirmar que “no hay en Venezuela
incomodidad que nos sobre, ni malandanza que nos atribule”. También resuenan
las palabras del Presbítero Nicanor Rivero: “no se considera libre el
venezolano mientras no está oprimiendo a los demás”. Las del poeta Manuel
Pimentel Coronel, “Venezuela es un país sin memoria”. O las del escritor Manuel
Vicente Romero García, “Venezuela es el país de las nulidades engreídas y de
las reputaciones consagradas”. Tono pesimista acerca de nuestras
potencialidades políticas que Aníbal Romero asociaba a una perenne crisis
incrustada “en el alma nacional”.
De las garras de esa visión anclada a las mermas de
nuestra identidad, de la tentación auto-invalidante, es justo escapar. Lo
peligroso, insistimos, es que tales prejuicios sean cebados por sectores que,
de estar atentos a su misión de crear confianza, encauzar y amplificar
fortalezas, deberían más bien volcarse a mitigarlos. “No podemos solos”, se
anunciaba hasta hace poco. Aseveración que arrojaba una losa sobre nuestro
ímpetu; que, para colmo, daba cierto festivo status a lo trunco, a lo abortado,
al penoso rugido de ratón. Ah, de tal estulticia también urge zafarse.
En ese sentido, una sociedad civil que se está
esforzando por trazar caminos para superar el mapa de la desintegración y la
anomia vale y puede mucho, sí, pero demanda eficaz acompañamiento de la clase
política. Compañía fundada no en el auto-engaño, por cierto, no en el
atolondrado cálculo que prescinde de la realidad. Sí en la convicción de que el
determinismo acaba imponiendo grilletes a la voluntad, ese principalísimo aliño
de la necesidad que empujó al ser humano fuera de la caverna. A esa evolución
habrá que apuntar, sin duda. Lo otro es creer que un liderazgo sin voluntad
propia ni capacidad para concitar la ajena, calificaría para manejar los
destinos de una nación tan quebrantada. La verdad es que cuesta imaginar
parches que hagan menos visible semejante contradicción.
VICENTE BRITO, ¿DIÁLOGO SIN CONCESIONES?
Lo que se observa es un interés de parte de los
convocantes al diálogo en promover las elecciones previstas para alcaldes y
gobernadores, sin definir cómo será la designación de un Consejo Nacional
Electoral que sea representativo de los distintos sectores del país, los cuales
solicitan un CNE que garantice la debida
transparencia y facilite la integración del mismo por personalidades que den la
confianza y respetabilidad de los resultados electorales. Lo anunciado es que
ya hay distintas instituciones que van a presentar candidatos a postularse para
integrar la nueva directiva del ente electoral. La pregunta que nos hacemos los
venezolanos es: ¿Quién los escoge? La cual constituye la base fundamental para
facilitar esa necesaria y esperada confiabilidad que les de la transparencia
necesaria a esta elección y que garantice el veraz resultado de los candidatos
que la base popular escoja.
Lo preocupante es que los temas trascendentales de ese
diálogo como la revisión del modelo del socialismo siglo XXI, que reduzca el
tamaño del estado empresario, así como la eliminación de la inflación
descartando el uso del Banco Central como el medio financiero para cubrir el
déficit público incluyendo su autonomía, la incorporación sincera del sector
privado nacional en la recuperación económica, además facilitar la libre acción
de los sindicatos en el reclamo de sus derechos laborales, activar el
tripartismo como un mecanismo de solución a los elevados niveles de desempleo e
informalidad, la devolución de los partidos intervenidos a sus legítimos
dirigentes con pleno derechos sobre sus sedes partidista, estas solicitudes y
otras más ya realizadas por los voceros políticos, sociales y económicos,
esperan por las necesarias y convincentes respuestas como clara evidencia de la
disposición de lograr soluciones a la complejidad que afecta a la nación
Venezolana.
El tiempo transcurrido para conocer las opiniones de
los convocantes al diálogo nos indica que por ahora, no está prevista concesión
alguna a los distintas solicitudes planteadas, pero lo que si se observa es una
dinámica de leyes propuestas, que están siendo debatidas que plasman un mayor
control estatal sobre todos los componentes fundamentales de la vida nacional.
Lo mismo sucede con el incremento en proporciones preocupantes de impuestos
nacionales y municipales, así como el de los servicios públicos básicos como la
luz y el agua. El aumento del Petro tiene también sus efectos en el costo de
servicios públicos básicos para los ciudadanos.
Lo que nos indica que el diálogo se llevará adelante
sin concesiones, a las diversas solicitudes elaboradas por los distintos
actores que van a participar en el mismo. ¿Los ciudadanos nos preguntamos si
habrá la disposición de iniciar la necesaria apertura política, que nos
conduzca a un diálogo con concesiones?
ANTONIO JOSÉ MONAGAS, ESPACIO DE SONRISAS ROTAS Y CORAZONES APRETUJADOS
BEATRIZ DE MAJO, “SWAT” EN COLOMBIA. SOBREDOSIS
Sin mencionar en esta ocasión - ni de manera directa
ni taimada- que las acciones de esta fuerza pudieran desarrollarse en
territorio venezolano, el mandatario colombiano sí había hecho referencia, días
atrás, a que los actores criminales habían, en muchos casos, encontrado refugio
en nuestro país, Venezuela, gracias a la permisividad y complicidad encontrada
por estos actores colombianos con el gobierno vecino. Un despacho de la agencia
EFE sobre este tema precisó que las autoridades colombianas “han afirmado
reiteradamente que el país vecino es la retaguardia estratégica de los grupos
armados organizados y allí se esconden 1.400 miembros del ELN y de las FARC”.
Este artículo no pretende reseñar la respuesta oficial
venezolana, a la iniciativa del Palacio de Nariño. Las altisonancias de Nicolás
Maduro y sus acólitos, Ministros y otros, son ya tradición. Lo que no puede
obviarse frente a terceros es que el país vecino atraviesa históricamente uno
de sus peores momentos en materia de violencia, sin duda el peor desde la firma
del Acuerdo de Paz, y que ella es protagonizada por las mafias del narcotráfico
las que trabajan independientemente o bien en comandita con el ELN y las
disidencias de las FARC.
Que este propósito sea una tarea a la que le prestarán
una atención muy especial desde el Ejecutivo de Colombia es solo natural,
además de que es una vía imperativa para dejar una ejecutoria inequívoca ante
el mundo por parte de un gobierno que tuvo viento en contra desde el primer día.
A Iván Duque le tocó, al mismo tiempo, rescatar una economía maltrecha, poner
en marcha un proceso de paz con el que no comulgaba, atender las necesidades de
un flujo monumental de refugiados, proteger al país de la inesperada y
devastadora pandemia, hacerle frente al fenómeno de la disidencia de las FARC y
la reactivación criminal del ELN, todo ello sazonado con la desestabilización
política a institucional sabiamente armada desde Caracas con otros aliados del
mismo corte de izquierda radical, como Cuba.
Está claro que
con este Comando Contra el Narcotráfico y Amenazas Trasnacionales, estamos
frente a un pie de fuerza en cuyo diseño deben haber participado los
principales aliados de Colombia afectados del fenómeno del narcotráfico y el
terrorismo. Son los Estados Unidos los primeros dolientes de estas distorsiones
criminales al igual que los países europeos, recipientes directos de los flujos
de narcóticos que provienen del eje colombo- venezolano. Cuesta creer que la
visita a Bogotá y a la línea fronteriza de Cúcuta de la Ministra de Relaciones
Exteriores de España no esté relacionada con las dificultades que atraviesa el
gobierno colombiano por imponer la paz y combatir el crimen organizado.
Además, el tema de las violaciones de derechos humanos
también ha estado cogiendo cuerpo en Colombia tornándose de gran protuberancia
para el mundo libre. El último informe de Bachelet y el último de Human Rights
Watch cuentan por mucho en una toma de conciencia colectiva de que es preciso
actuar coordinadamente para poder desterrar de Colombia las distorsiones que se
han estado generando y que dejan saldos de muertes muy elevadas cada año.
Con todos los análisis ya hechos de parte de propios y
de ajenos, y con el instrumento militar ya diseñado para actuar “hasta las
últimas consecuencias” en contra de estas manifestaciones del terrorismo
transnacional, lo que vamos a ver en el año que separa al gobierno de Duque de
su salida, es acción y acción concertada con terceros. “Donde quiera que estén
los criminales tiene que llegar la justicia”, aseguró Duque y esto no se logra
a través de una observancia del fenómeno desasociada de una posición proactiva
y contundente.
CONAT pareciera, pues, ser una importante pieza del
legado indispensable para que la administración colombiana actual no pase, sin
pena ni gloria, a la historia de su país
CARLOS ALBERTO MONTANER, PLANTADOS
--¿Ni a mi mujer se lo puedo contar? --Ni a tu mujer.
El Festival de Cine de Miami es una de las grandes
cosas que ocurren en esta ciudad anualmente. La otra es la Feria del libro.
Este año exhiben Plantados, una película largamente esperada por los cinéfilos.
Afortunadamente, la dirigió Lilo Vilaplana, un realizador serio y
experimentado, al que hay que agradecer que se enfrentó a una historia muy
dramática con total sobriedad. El guión fue obra de Ángel Santiesteban, de Juan
Manuel Cao y del propio Vilaplana. Los dos primeros sufrieron injustamente
cárcel política en La Habana, aunque muchos años después de los sucesos que
narra este largo metraje. La música es de Arturo Sandoval. Boncó Quiñongo
abandona su rol cómico y fiestero y borda un papel dramático de preso político.
Se les llamó “plantados” al puñado de presos políticos
cubanos que se declararon en rebeldía pese a la brutal represión que el régimen
de los Castro ejercía contra ellos. Los golpeaban o asesinaban a su antojo.
Algunos de ellos habían tenido un comportamiento heroico y significativo contra
la anterior dictadura, la de Batista. Pienso en Huber Matos y en Eloy Gutiérrez
Menoyo. Otros no tuvieron suficiente edad para destacarse, como Ernesto Díaz
Rodríguez o Ángel de Fana, y les tocó desplegar todo su valor personal contra
el castrismo, algo que hicieron (y siguen haciendo) notablemente.
Realmente, los plantados fueron pocos entre los miles
de retenidos en las cárceles comunistas durante un buen número de años. Cuando
el régimen advirtió que no conseguía domarlos y debía matar a todos los presos
políticos –lo que no podía hacer dada su imagen y el hecho de su extrema
visibilidad-, o buscar alguna forma de liberarlos, encontró la solución de su
dilema en los “planes de rehabilitación” y en el hecho posterior de que Jimmy
Carter los aceptaba de buena gana en territorio norteamericano. Como siempre ha
ocurrido, le pasaba su problema a Estados Unidos.
Los soviéticos, que eran grandes expertos en la
materia, le explicaron a los comunistas cubanos que ofrecer alguna recompensa a
quienes se prestaran a participar en el “plan”, como la libertad anticipada,
sólo podía traer ventajas para los que la otorgaban. En primer término le
dividía a la población carcelaria entre un grupo de “irreductibles”, decididos
a medir la calidad de los seres humanos por la capacidad de aceptar el
sufrimiento, y otro, mucho mayor, de “razonables”, dispuestos a admitir que
habían perdido la guerra y se refugiaban en batallas personales o familiares.
Existía, además, un mecanismo psicológico que llevaba
a la mayor parte de los seres humanos a “creer en lo que decían” y no al revés,
especialmente si se trataba de personas mentalmente bien estructuradas. Todo
estaba, pues, en generar las condiciones para que los presos repitieran como un
mantra ciertas idioteces ideológicas. Dando por descontado que muchos tratarían
de engañar a los “rehabilitadores” para alcanzar la libertad o para escapar,
pero todos saldrían cohibidos de volver a las conspiraciones, salvo los
“plantados”.
Uno de esos plantados era José Pujals Medero. Una
persona integérrima que había estado en la cárcel 28 años. Cuando salió de la
prisión y de Cuba (valga la redundancia), habló mucho con Leopoldo Fernández
Pujals, su sobrino, un magnate cubano radicado en España, y le contó todo lo
que había padecido en manos de los carceleros. Parece que éste le dijo,
conmovido: “esto merece ser llevado al cine”. A José Pujals no le alcanzó la
vida para ver esta película enteramente financiada por su sobrino.
RICARDO VALENZUELA, EL ESPERADO MENSAJE DE TRUMP
Como acostumbra el presidente legítimo, habló durante
casi dos horas sin documentos frente a él, sin la famosa pantalla que usan
todos para recitar sus falsedades, y procedió a llevar a cabo un repaso de su
administración, casi en forma del informe anual al congreso, listando los
resultados que se habían alcanzado y, en especial, las políticas que se habían
aplicado para lograrlos que provocaran el cuadro de una economía no visto en
los últimos casi 70 años.
Pasó, entonces, a describir el mundo tan peligroso en
el que en estos momentos habitamos por lo que, EU debe establecer políticas que
lo preparen para cualquier eventualidad. Pasa, entonces, a la mejor parte del
mensaje en el cual, no solo asegura haber ganado la elección, también describe
con minuciosos detalles la forma en que se había ejecutado el golpe de estado
que llena de vergüenza a los EU y su clase política, que se exhibió como lo que
son, criminales del mismo calibre de las gangas de Los Ángeles, las Maras de
Centro América y, en algunos renglones, superan a los narcos de México quienes,
algunas veces, demuestran que ellos si ayudan a los pobres.
De forma magistral pasaba a describir la gran
descomposición que presenta todo el sistema judicial del país, incluyendo, la
cuestionable actuación de la Suprema Corte de Justicia que, sorprendentemente,
se negara a tan siquiera recibir las quejas de sus abogados, lo que ha causado
una gran decepción. Los juristas, a excepción de tres de ellos, mostraron una
cobardía abominable para lo que representa dicha institución. Una institución
que, con su conducta, provoca se arreciaran los rumores que ha sido penetrada
por las fuerzas de Soros, quien, durante los últimos años, ha logrado
establecer jueces marxistas en infinidad de cortes por todo el país habiéndolos
apoyado con sus destructivos millones.
Con la misma genialidad pasaba a destrozar todas las
increíbles acciones del usurpador Biden y, en especial, los graves problemas
que con toda seguridad el país enfrentará como consecuencia. Desde su ataque el
sector energético que ya ha costado la pérdida de casi 30,000 empleos, un
aumento en el precio de la gasolina de casi 35% y el precio del barril de
petróleo se haya duplicado. Dedicó parte especial de su mensaje a la forma en
que Biden, casi como marido ofendido, mostrando un odio inexplicable contra él,
se ha dedicado a cancelar todas las políticas que se activaran en su
administración, desde el levantamiento de las sanciones a Irán, la reactivación
de la ingrata relación con instituciones internacionales que no hacen más que
chupar el dinero de los causantes, a las que Trump ya les había cortado
brazadas a la reata.
Después de un repaso general de lo que sucede en el
país, pasaba a elevar una arenga a todos sus partidarios para no bajar la
guardia, pues la lucha está muy lejos de haber terminado y hay que continuarla
para, una vez más, regresar el país a la grandeza. No dejarse llevar por el
desánimo y ver el futuro, que muy pronto estará cuajado de los errores de
Biden, como la gran oportunidad de rescatar la nave que ya estará a punto del
naufragio. Claramente aseguró que no crearía un nuevo partido puesto que sería
dividir a los conservadores constitucionalistas. Al través del partido
republicano proponía llevar a cabo el colado y una purificación de su ideología
que, a veces, se confunde con la de los demócratas. Un nuevo partido
republicano de verdaderos mercados libres, de mínima regulación, de verdadero
libre comercio global castigando depredadores. El partido de la paz, no de la
guerra, del respeto de la ley, de los antes olvidados que fueran rescatados por
él.
Le daba luego la bienvenida al grupo de jóvenes
republicanos recién elegidos al congreso. Un grupo muy especial que
automáticamente se conjuga con el conjunto que defendió a Trump hasta el final,
porque está formado por verdaderos patriotas que no se han dejado seducir para
operar al ritmo de los traidores como fue McCain y ahora son Romney, Mitchell
y, por supuesto, el grupo de los amantes de la guerra como Bush, Cheney,
Mattis, y el fatal grupo de republicanos que votaran junto a los demócratas
para llevar al verdadero presidente a un juicio y desaforarlo.
Pienso que con su mensaje se aclararon muchas incógnitas.
La primera fue que, teniendo todos los elementos que legalmente le deberían dar
la victoria en la elección, ya no quiso seguir abonando a la división del país.
Pero, lejos de aceptar el fraude y las traiciones, utilizará su rabia para,
reconfigurando el partido, dirigir sus energías y el sentimiento de ultraje de
la gente para iniciar la segunda fase de lo que, hace 5 años revelara cuando,
en la escalera de su edificio en Manhattan, anunciara su intención de
convertirse en presidente. No una campaña sino un movimiento nacional que ya
nadie puede detener.
Lo que ha producido el mensaje, con el golpe de estado
y en este momento las barrabasadas de Biden, es que más de la mitad de la
población que se siente traicionada, lejos de blandir la bandera de la derrota,
con el mensaje de Trump ahora están seguros qué no los han abandonado ni
olvidado y, con ese llamado, están listos para continuar la lucha pues ellos no
han entregado sus armas, ni las entregarán. Pero, una lucha no destructiva como
la de sus enemigos. Una lucha fiera, pero no violenta, agresiva, pero sin
quebrantar la paz ni el estado de derecho. Una lucha política y social que,
habiendo podido explotar violentamente, se ha optado por combatir en la esfera
política con armas tan poderosas como son la justicia, la verdad y la razón. No
caer en las provocaciones de un enemigo que no le importa destruir el país, si
ese es el precio de su poder.
Esta lección que Trump le ha dado al mundo define
claramente a los combatientes. Por un lado, la barbarie, el saqueo, la
destrucción física, de la ley y la civilidad de parte de esos entregados a
fuerzas extranjeras. Por el otro, la lucha de hombres nobles que respetan las
reglas de la batalla. Hombres que, por encima de sus deseos o ambiciones
personales, está la fortaleza de su propósito, de sus valores y, sobre todo, su
amor por su patria y el compromiso de hacerla otra vez grande, orgullosa de sus
hijos, y un refugio de paz para los hombres y mujeres de buena voluntad en el
presente, y en el futuro para nuestros descendientes.
“It Ain’t over until es over” (Yogi Berra)
"No se acaba hasta que se acaba"
El mercado libre no ofrece garantías, privilegios
especiales, favores, monopolios, oligopolios, subvenciones, ventajas,
protecciones, subsidios, apoyos, tratamientos especiales, distinciones,
dádivas, cancelación de deudas, en pocas palabras, como lo afirmara Milton
Freedman, no hay free lunch. Por eso es tan impopular y por muchos odiado.