jueves, 9 de abril de 2020

ACTUALIZACIÓN, EL REPUBLICANO LIBERAL II, COLABORACIONES INTERNACIONALES, VIERNES 10/04/2020

BEATRIZ DE MAJO, ¿EXISTE UN PLAN CHINO DE DOMINACIÓN? , CHINA HOY , DESDE ESPAÑA

Unknown en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 9 minutos
Desde el año 2018 el Plan de Xi Jinping conocido como la Nueva Ruta de la Seda era visto por muchos analistas como un “trillonario” proyecto para dominar el mundo. Un breve acceso a los buscadores de las redes de internet ilustra acerca este plan que se extendería por tres continente y que abarcaría 60% de la población mundial Aspirar a tener una posición dominante en el comercio mundial - porque de eso es de lo que se trata- no es un objetivo cuestionable para un país que tiene en su interior 1430 millones de seres a los que proveer alimentación, trabajo, salud y bienestar. Es ind... más »

CARLOS ALBERTO MONTANER, HACE 40 AÑOS DE AQUELLA INFAMIA, DESDE ESTADOS UNIDOS

Unknown en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 12 minutos
Hace 40 años que ocurrió el “éxodo del Mariel”. Ciento veinticinco mil cubanos arribaron a Estados Unidos entre el 15 de abril y el 31 de octubre de 1980. Jimmy Carter no fue reelecto como presidente del país en las elecciones de noviembre de ese año como consecuencia, al menos en parte, de su manejo de la crisis. Se negó a seguir los consejos de un almirante implacable: “Yo no he sido elegido presidente de Estados Unidos para matar refugiados”. Tampoco el gobernador de Arkansas, Bill Clinton, pudo repetir su mandato. Lo acusaron de “blando” por acoger a unos centenares de cubanos ... más »

JUAN RAMÓN RALLO, POR QUÉ ALEMANIA Y HOLANDA TIENEN RAZÓN, DESDE ESPAÑA

Unknown en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 19 minutos
El último Consejo Europeo concluyó con una profunda división entre, por un lado, España e Italia y, por otro, Alemania y Holanda. Los primeros quieren impulsar la reconstrucción europea pospandemia con una especie de plan Marshall financiado mediante la emisión de eurobonos (o coronabonos); los segundos, en cambio, se oponen a semejante idea, puesto que consideran que ha de ser cada Estado miembro quien determine qué tipo de estímulo necesita su respectiva economía y, en todo caso, quien lo costee. De entrada, a nadie debería sorprenderle demasiado que Alemania y Holanda rechacen m... más »

GABRIEL BORAGINA , INTERVENCIONISMO, ENVIDIA, GANANCIAS Y PÉRDIDAS, DESDE ARGENTINA

Unknown en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 23 minutos
Hay razones psicológicas muy profundas que subyacen al intervencionismo estatal. Estos fines inconfesables son los que se esconden detrás de toda una retórica que tiene por falso "fundamento" la perorata de la "justicia social" la "exclusión" e incluso muchas veces apelan a sentimientos religiosos como cuando ciertos sectores embanderan un supuesto "amor al prójimo" para justificar el latrocinio estatal. En realidad, los motivos ocultos y reales son muy otros. Veamos: "Los intervencionistas no se aproximan al estudio de los asuntos económicos con desinterés científico. La mayoría s... más »

ENRIQUE G. AVOGADRO, COMBATIENDO AL CAPITAL, RUMBO AL ABISMO, DESDE ARGENTINA

Unknown en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 27 minutos
"Cuando la izquierda pierde una elección, intenta destruir un país; cuando gana, lo consigue". Alberto Fernández se conducía reconocidamente bien en el manejo de la epidemia hasta que se coló en su discurso el gen peronista, aquél que creó la marchita que, 75 años después, el 48% de la Argentina sigue cantando con fervor militante. Eligió, como hicieron sus predecesores kirchneristas, un enemigo importante, y cargó como un toro enceguecido contra él. Descalificó con fuertes epítetos a una de las mayores empresas industriales nacionales, presente en muchos países del mundo, olvida... más »

ALFREDO M. CEPERO, RETOS Y OPORTUNIDADES DE UNA PANDEMIA, DESDE ESTADOS UNIDOS.

Unknown en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 1 hora
Con su optimismo congénito, Trump se convirtió en nuestro gladiador de la esperanza cuando dijo: "No podemos permitir que el remedio sea peor que la enfermedad". Nadie sería capaz de negar el reto que representa la pandemia del coronavirus para quienes tienen a su cargo la seguridad, la salud y la prosperidad de los pueblos del mundo. La realidad es que nos encontramos en una guerra literalmente a muerte contra un enemigo que no vemos y que aún cuando lo viésemos no contamos con las armas apropiadas para derrotarlo. Ahora bien, los seres humanos confrontamos los retos de manera dis... más »

BEATRIZ DE MAJO, ¿EXISTE UN PLAN CHINO DE DOMINACIÓN? , CHINA HOY , DESDE ESPAÑA

Desde el año 2018 el Plan de Xi Jinping conocido como la Nueva Ruta de la Seda era visto por muchos analistas como un “trillonario” proyecto para dominar el mundo. Un breve acceso a los buscadores de las redes de internet ilustra acerca este plan que se extendería por tres continente y que abarcaría 60% de la población mundial

Aspirar a tener una posición dominante en el comercio mundial - porque de eso es de lo que se trata- no es un objetivo cuestionable para un país que tiene en su interior 1430 millones de seres a los que proveer alimentación, trabajo, salud y bienestar. Es indudable que el poderío económico asociado a ello puede ser visto con recelo, pero no más que el que debemos tener frente a otras potencias que aspiran a la misma gravitación planetaria por la vía del sometimiento económico o incluso militar.

China solo se comenzó a abrir al mundo a partir de los años 70. Hasta la década de los 90 solo los Estados Unidos ejercía una supremacía comercial planetaria. Lo que no conseguía producir eficientemente en suelo propio lo manufacturaba en otros territorios con materias primas e insumos y mano de obra local. Más adelante los chinos, particularmente en la era de Xi Jinping, comenzaron a evidenciar su propósito de convertirse en un poder comercial dominante global, y disputarles el liderazgo a los americanos. Su máximo líder nunca ha ocultado su aspiración a la primacía económica planetaria, un objetivo a alcanzar para cuando les toque celebrar, en 2049, los cien años de la revolución comunista. Hay quienes aseguran que toda la sociedad china ve este horizonte como su destino.

Dicho lo anterior, también es importante poner de relieve la ligereza con que se habla en Occidente de que esta pandemia del Covid-19, la que está destrozando los esfuerzos de crecimiento y de consolidación de las economías de los países grandes y pequeños de todo el mundo, obedece a las ansias desmesuradas de dominación de Pekín sobre el planeta.

¿Puede interesarle a los gurús del Partido Comunista que sus contrapartes en este mundo interactivo y globalizado –con 80% de la población mundial por fuera de sus fronteras - lo conformen un conjunto de naciones asfixiadas y depauperadas con una demanda totalmente diezmada? Valga solo citar una cifra: las exportaciones de China durante los dos primeros meses de este año se desplomaron un 16%, y ello había ocurrido antes de que el resto del planeta sintiera, a su vez, los embates de la crisis pandémica. Ello es apenas la consecuencia de la contracción de la propia economía china y la paralización de sus sectores productivos de orientación exportadora.

Aun es imposible medir el comportamiento de las variables de demanda, producción y comercio externo de los restantes actores de la economía global para cuando se supere la crisis, pero con toda certeza, provocarán una descolgada monumental de los intercambios mundiales dentro delos cuales China es gran protagonista y evidentemente principal afectado.

El impacto negativo de esta supuesta guerra bacteriológica a la que algunos hacen referencia requerirá, al interior de la gran nación, un esfuerzo y dedicación especial para mantener el vigor y la dinámica de la economía propia. La pandemia amenaza con volver añicos los éxitos en el rescate de millones de sus ciudadanos de la miseria,

lo que conlleva a un importante costo político. Recordemos que la pobreza fue reducida desde 52% a 8% dentro de la sociedad china en los últimos 20 años y que buena parte de este logro es atribuible al propio Xi Jinping.

Beatriz de Majo
beatriz@demajo.net.ve
@beatrizdemajo1
Desde España

CARLOS ALBERTO MONTANER, HACE 40 AÑOS DE AQUELLA INFAMIA, DESDE ESTADOS UNIDOS

Hace 40 años que ocurrió el “éxodo del Mariel”. Ciento veinticinco mil cubanos arribaron a Estados Unidos entre el 15 de abril y el 31 de octubre de 1980. Jimmy Carter no fue reelecto como presidente del país en las elecciones de noviembre de ese año como consecuencia, al menos en parte, de su manejo de la crisis. Se negó a seguir los consejos de un almirante implacable: “Yo no he sido elegido presidente de Estados Unidos para matar refugiados”. Tampoco el gobernador de Arkansas, Bill Clinton, pudo repetir su mandato. Lo acusaron de “blando” por acoger a unos centenares de cubanos en Fort Chaffee. Menos del 10% eran locos o criminales, pero el estigma les afectó a todos los “marielitos”, e incluso a los cubanos en general. Cuarenta años después los “marielitos” tienen un desempeño económico y social semejante al de la media blanca norteamericana, pero han servido, además, para revitalizar el mundo artístico hispano en Estados Unidos. 

Todo comenzó cuando llegó a Cuba un joven diplomático peruano llamado Ernesto Pinto-Bazurco Rittler. Sería el nuevo Encargado de Negocios de la legación de su país en La Habana. Afortunadamente para los cubanos, el embajador en propiedad estaba fuera de la Isla. De lo contrario, probablemente todo hubiera sido diferente. 

El 1 de abril a bordo de un autobús conducido por Héctor Sanyustiz viajaba media docena de cubanos desesperados por salir del país. Estrellaron el vehículo contra la entrada y lograron franquear el portón. Los guardias dispararon, hiriendo a Sanyustiz, pero le costó la vida a uno de los policías. Murió víctima del “fuego amigo”.  

Como consecuencia del incidente, Fidel Castro solicitó a los diplomáticos peruanos que entregaran a los nuevos asilados. Pinto-Bazurco se negó, y el “Máximo Líder” de la revolución decidió darles un escarmiento: levantaría la custodia de la Embajada para que los peruanos sufrieran la presencia incómoda de unas docenas de disidentes legítimos entre los que camuflaría a unos cuantos de sus agentes de seguridad.  

Craso error. En tres días entraron en la Embajada 10,856 personas: 5 personas por metro cuadrado de jardín. Fue un caso único en la historia de las relaciones entre países. Eran una muestra absoluta de la sociedad: había médicos, ingenieros, agricultores, abogados, gente muy educada, menos educada y nada educada. Había personas vinculadas a la revolución, incluso miembros del Partido Comunista, y desafectos. Había niños llevados por sus padres, adolescentes estimulados por la aventura y ancianos. No eran solo habaneros. Se corrió la voz por toda la isla.  

Continuaron las presiones sobre el diplomático Pinto-Bazurco. Una noche lo recogieron en la embajada. El Comandante quería verlo. Se proponía intimidarlo personalmente. Fidel primero fue amable. Pinto-Bazurco se mantuvo en sus trece. Era abogado y diplomático. Se aferraba a la defensa de ley y de los Derechos Humanos. Se atrevió decirle a Fidel que el responsable de que se hubieran asilado casi once mil personas en tres frenéticos días era quien eliminó la guardia que custodiaba el recinto diplomático, violando las leyes internacionales. Pero cuando, para salvar vidas, el peruano rechazó la propuesta de que solicitara el allanamiento de la embajada por parte del ejército, Fidel se indignó. “Yo –le dijo- soy el que decide en este país las personas que vivirán o morirán”.   

Al cabo, Fidel aceptó, de hecho, que se había equivocado. Organizó un puesto de mando cerca de la Embajada. Le preguntó a Víctor Bordón, uno de sus comandantes, cuántas personas estaban contra la revolución. Bordón le dijo que había oído que la mitad del país. Fidel lo insultó y lo echó del recinto. Era asombroso que cuanto él más brillaba era mayor el rechazo. Había triunfado en Angola, en el Ogaden y en Nicaragua, se había convertido en la cabeza de los No-Alineados, pese a ser un prosoviético consumado, y en Cuba crecía la protesta. Fidel no entendía que el costo de su liderazgo y de la presencia de la Isla en los asuntos internacionales era inmenso. Los cubanos querían ser razonablemente felices, no héroes forzados al sacrificio de sus vidas por un personaje sediento de gloria. 

Fidel enseguida pensó en trasladar el problema a los odiados gringos. Lo había hecho en 1965. Provocó una crisis, admitió que los cubanos del exilio recogieran a sus parientes, lo que se convirtió en un dolor de cabeza para el gobierno de Lyndon Johnson, y les dio salida por el puerto de Camarioca. Washington entró por el aro. Estableció una válvula de escape legal y le llamó “Vuelos de la Libertad”. Entre 1965 y 1973 salieron 300,000 cubanos ordenadamente. Otros dos millones se quedaron almidonados y compuestos, listos para partir.

En 1980 insistió en el mismo esquema. Primero creó el conflicto. De nuevo autorizó la flotilla de exiliados que recogieran a su parentela, pero para evitar vacilaciones utilizó y "quemó" a Napoleón Vilaboa para iniciar los viajes. Se trataba de un teniente coronel de la inteligencia infiltrado entre los exiliados que le fue muy útil a La Habana. Sólo cambió el puerto de salida. En esta oportunidad no sería Camarioca sino Mariel. 

Fidel aprovechó para insultar a todos los presuntos emigrantes. Los llamó “escoria”, “gusanos” y sacó a los niños y jóvenes de las escuelas para los “mítines o actos de repudio”.  Los estudiantes mataron a algún maestro que descubrieron “fugándose”.  

Granma, el diario del Comité Central, compiló una lista de cien insultos para gritarles a los “malnacidos” que habían decidido emigrar. Fue una época terrible. Fidel desde la tribuna hablaba de un “gen” revolucionario. Era una especie de nazi desatado. Un camarógrafo apellidado Muiñas –eso me lo contó llorando en Madrid-, cuando dijo que se iba del país, lo obligaron a caminar de rodillas entre compañeros de trabajo que lo escupían, insultaban y golpeaban. Perdió un ojo en la golpiza. 

Todos debían embarrarse las manos de sangre. El cantautor Silvio Rodríguez participó en un acto de repudio que duró varios días contra Mike Porcel, su talentoso compañero de la Nueva Trova. Nunca pidió perdón por su miserable proceder. Porcel ni siquiera pudo largarse de Cuba. Debió permanecer en la Isla, como “no-persona”, durante nueve años. Al académico Armando Álvarez Bravo no lo dejaron embarcar junto a su mujer y sus hijas. A la esposa la mandaron a Perú. A Armando, unos años más tarde, le permitieron emigrar a España. El régimen cubano, impulsado por Fidel, se dedicaba a dividir y disgregar a las familias. 

El castrismo odiaba a los homosexuales, al extremo de encerrarlos en campos de concentración en los años sesenta para “curarles” la perversidad por medio del intenso trabajo agrícola. El régimen tuvo que aplazar esa monstruosidad y cerrar los campos por la presión internacional que, en este caso, provenía de la izquierda. Pero Fidel Castro vio en el éxodo de Mariel la oportunidad de librarse de miles de homosexuales acusados de ser “contrarrevolucionarios por naturaleza”. ¿No había, según Aristóteles, “esclavos por naturaleza”? Pues había, también, personas genéticamente incompatibles con un proceso político inspirado por el marxismo-leninismo: los homosexuales. 

Vale la pena subrayar que no hubo propósito real de enmienda cuando cerró los campos de concentración de la UMAP en los que aglomeró homosexuales y creyentes. La homofobia de los años sesenta seguía intacta en los ochenta. Los homosexuales fueron maltratados durante el éxodo de Mariel y después. Las asambleas laborales y estudiantiles, en las que públicamente se les acusaba de esta “conducta impropia”, fueron frecuentes en la década de los ochenta.  

Afortunadamente, el crimen y las barbaridades que les hicieron a los “marielitos” fueron documentados por medio de la prensa, libros y películas. Karen Caballero, periodista de TV Martí, ha filmado entrevistas muy valiosas para explicarlo. Uno de los libros que más impacto causó fue Mañana de la periodista Mirta Ojito. Tenía 15 años cuando abordó el barco que le dio su nombre a la obra. Hay una descripción minuciosa de lo que sucedió en ese episodio terrible de la historia del castrismo. Otro libro valioso fue Al borde de la cerca de Nicolás Abreu, escritor de lo que llaman “Generación de Mariel”, a la que se adscriben, entre otros, sus hermanos Juan y José, el poeta y narrador Vicente Echerri o Luis de la Paz, aunque no necesariamente pasaron por el trauma de “cayo Mosquito” (el lugar inhóspito y desolado en el que esperaban la embarcación que les llevaría a la libertad).  

Entre las películas filmadas sobre aquellos hechos, elijo En sus propias palabras del cineasta Jorge Ulla. Dejo que sea él quien le ponga fin a este doloroso recuento:

“La película En sus propias palabras fue una encomienda de la administración Carter. La idea era documentar cómo las diferentes agencias gubernamentales prestaban sus servicios en medio de la crisis. Cuando se escuchó lo que decían los recién llegados se reveló ante todos otra película: la de un testimonio coral que desmontaba una serie de mitos ambiguos sobre Cuba — se hacían visibles muchas grietas sociales a través de las cuales muchos de los enamorados del "proyecto cubano" podrían, de repente, cuestionar o revalorizar aquel proyecto de una manera crítica.  En el documental de 29 minutos hablaban con desazón desde el trabajador, un ciudadano de a pie, hasta un novelista de la talla de Reinaldo Arenas. Sería la primera vez que Arenas hablaba ante una cámara.  Se trataba de un fenómeno insólito que hallaría su mejor repercusión entre la intelectualidad y las izquierdas más entusiastas.  De pronto, el paraíso era una fuente de desencanto.   

El presidente Carter le agarró cariño a esa película y estuvo mostrándola en la Casa Blanca a varios invitados. La USIA la pasó en más de 50 países. Jack Anderson escribió en The Washington Post algo exagerado: "bastaron 29 minutos para revelar lo que pasa en Cuba".  Como era un material de la USIA no se podía exhibir en Estado Unidos. Una resolución del Congreso permitió que se pasara aquí y, además, que quedará archivada en la Biblioteca del Congreso.  A partir de eso, la vieron en cientos de universidades y bibliotecas públicas”. 

Ahí, en menos de media hora, Ulla cuenta la infamia de Mariel. Cuarenta años después el documental conserva toda su vitalidad. 

Carlos Alberto Montaner 
montaner.ca@gmail.com 
@CarlosAMontaner. 
Desde Estados UInidos

El último libro de CAM es Sin ir más lejos (Memorias). La obra fue publicada por Debate, un sello de Penguin-Random House. Se puede obtener por medio de Amazon Books.  

JUAN RAMÓN RALLO, POR QUÉ ALEMANIA Y HOLANDA TIENEN RAZÓN, DESDE ESPAÑA

El último Consejo Europeo concluyó con una profunda división entre, por un lado, España e Italia y, por otro, Alemania y Holanda. Los primeros quieren impulsar la reconstrucción europea pospandemia con una especie de plan Marshall financiado mediante la emisión de eurobonos (o coronabonos); los segundos, en cambio, se oponen a semejante idea, puesto que consideran que ha de ser cada Estado miembro quien determine qué tipo de estímulo necesita su respectiva economía y, en todo caso, quien lo costee.

De entrada, a nadie debería sorprenderle demasiado que Alemania y Holanda rechacen mutualizar las enormes emisiones de deuda pública que se esperan durante los próximos meses. Basta observar el siguiente gráfico para detectar dos formas opuestas de concebir y administrar el endeudamiento público: al cabo, España e Italia no solo tienen muchos más pasivos que Alemania y Holanda (el país transalpino incluso duplica su volumen de deuda), sino que desde 2013 unos se esforzaron por reducirlos sostenidamente mientras que los otros los mantuvieron esencialmente estables (ayer mismo, conocimos que el déficit público de España había vuelto a aumentar en 2019, esto es, antes del coronavirus).

¿Por qué las hormigas que durante tantos años nos estuvieron apercibiendo por nuestra pasividad a la hora de sanear nuestras finanzas públicas deberían acudir ahora al rescate de unas cigarras que, para más inri, llevan varios años tratando de saltarse los objetivos de déficit que las hormigas les reclamaban?

Deuda pública sobre PIB
Deuda pública sobre PIB. (Fuente: FMI)

Pese a lo anterior, uno podría argumentar que la situación actual es lo suficientemente grave como para que Alemania y Holanda se apiaden del sur de Europa y estén dispuestas a financiar sus programas de estímulo a unos tipos de interés lo bastante bajos como para no poner contra las cuerdas la propia solvencia del Reino de España y de la República de Italia. Pero, y he aquí la clave del asunto, Alemania y Holanda en ningún momento se han negado a extender crédito barato a España y a Italia sino a extendérselo sin ningún tipo de condicionalidad.

Recordemos que actualmente ya existen dos mecanismos dirigidos a facilitar la financiación de Estados miembros altamente endeudados. Por un lado, el Banco Central Europeo anunció que adquiriría durante los próximos meses activos financieros por importe de hasta 750.000 millones de euros: si todos ellos fueran deuda pública (que no lo serán), a España le correspondería un mínimo de 72.000 millones de euros (ampliables en caso de necesidad por la propia institución). Por otro, el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) posee una capacidad de extender créditos por importe de hasta 500.000 millones de euros a aquellos países que lo soliciten: una financiación que, además, se efectuaría a tipos de interés a largo plazo por debajo del 1%.

¿Por qué entonces ni España ni Italia se contentan con estas herramientas que ya se encuentran hoy en día a su disposición? Pues porque, como ya hemos dicho, los dos implican algún tipo de condicionalidad de ajuste macroeconómico futuro. La condicionalidad del Banco Central Europeo puede que no sea formal y explícita, pero sí sabemos que la institución tiende a 'paralizar' temporalmente las comprar de deuda (favoreciendo una subida de los tipos de interés en los mercados) cuando un Gobierno nacional trata de sobreendeudarse de manera imprudente. La condicionalidad del MEDE, en cambio, sí es absoluta (en la propia web de la institución lo deja meridianamente claro: “La asistencia financiera está supeditada a unas condiciones estrictas”), hasta el punto de requerir la firma de un memorando de entendimiento con intervención formal de las finanzas estatales.

Esto último es, claro está, a lo que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se niegan como gatos panza arriba: no quieren de ningún modo que su legislatura de progreso quede empañada por la aceptación de un programa de austeridad más profundo y con una mayor tutela por parte de la Troika del que jamás experimentó Rajoy. No se trata, pues, de que Alemania y Holanda no hayan puesto a disposición de España e Italia herramientas de financiación para sufragar sus respectivos 'planes Marshall': es que esas herramientas no les sirven a nuestros gobernantes porque se oponen a adquirir el compromiso de sanear sus finanzas públicas no ya en el corto plazo (algo que sería del todo inverosímil) sino en el largo plazo.

Y a eso es a lo que se oponen realmente Alemania y Holanda cuando rechazan los eurobonos: a que sean sus contribuyentes los que paguen los planes de gasto diseñados por los gobiernos español e italiano sin ejercer, para más inri, ningún tipo de control sobre el destino final de todo ese gasto. Su postura, más allá de sectarios intereses nacionalistas, es del todo razonable: ayuda sí, pero con condiciones y responsabilidades. No tenemos derecho a reclamar mucho más que eso y, desde luego, sería un completo suicidio continuar amagando con que, si no nos conceden los eurobonos, podríamos terminar abandonando el euro. Lo último que necesita ahora mismo España es que se empiece a cuestionar si va a regresar a la peseta en medio de un colapso económico histórico: en tal caso, la fuga de capitales terminaría de vaciar nuestra escasísima liquidez interna en perjuicio de familias, empresas y administraciones públicas.

Juan Ramon Rallo
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info@juandemariana.org
@juanrallo
Instituto Juan de Mariana
Desde España

Este artículo fue publicado originalmente en el blog Laissez Faire de El Confidencial (España) el 1 de abril de 2020.

 elcato@cato.org

https://www.elcato.org/por-que-alemania-y-holanda-tienen-razon

GABRIEL BORAGINA , INTERVENCIONISMO, ENVIDIA, GANANCIAS Y PÉRDIDAS, DESDE ARGENTINA

Hay razones psicológicas muy profundas que subyacen al intervencionismo estatal. Estos fines inconfesables son los que se esconden detrás de toda una retórica que tiene por falso "fundamento" la perorata de la "justicia social" la "exclusión" e incluso muchas veces apelan a sentimientos religiosos como cuando ciertos sectores embanderan un supuesto "amor al prójimo" para justificar el latrocinio estatal. En realidad, los motivos ocultos y reales son muy otros. Veamos:

"Los intervencionistas no se aproximan al estudio de los asuntos económicos con desinterés científico. La mayoría se mueven por un envidioso resentimiento contra aquellos cuyas rentas son superiores a las suyas. Esta inclinación les hace imposible ver las cosas como realmente son. Para ellos, lo principal no es mejorar las condiciones de las masas, sino dañar a empresarios y capitalistas incluso si esta política hace víctima a la inmensa mayoría del pueblo."[1]

Tampoco tienen conciencia que, a la larga, tales medidas también los terminarán perjudicando a ellos mismos. Portan, por lo tanto, una visión cortoplacista y muy miope que, de todas maneras, en el corto plazo podrá rendirles algún fruto, aunque mas no sea el placer psicológico que les producirá el ver menoscabados a aquellos cuyas fortunas (grandes, medianas o pequeñas) envidian. A pesar del tiempo transcurrido desde que dichas palabras fueran escritas, no deja de ser preocupante que L. v. Mises estuviera describiendo el mundo de nuestros días, demostrando la pobrísima evolución moral de la humanidad en su conjunto. En tal sentido, no hay egoísmo malsano en el capitalismo, pero si los intervencionistas demuestran el peor de los egoísmos imaginables al concebir y aconsejar sus políticas. Las políticas que patrocinan interferencias en el mercado hallan su último fundamento no mas que en razones de mezquindad de sus proponentes.

"A los ojos de los intervencionistas, la mera existencia de beneficios es algo objetable. Hablan de beneficio sin ocuparse de su corolario, la pérdida. No comprenden que beneficio y pérdida son los instrumentos por los que los consumidores mantienen con fortaleza las riendas de todas las actividades empresariales."[2]

Así, el mismo autor que ahora nos encontramos comentando, ha definido al mercado (en rigor, a su funcionamiento) como la democracia perfecta. En él, gobierna la mayoría, conformada por las masas de consumidores quienes son los que dictan las directivas a los empresarios para que produzcan y comercialicen todo lo que aquellos consumidores desean, tanto en cantidad como en calidad. Otros han hablado de lo mismo nominándolo como el sistema donde prevalece la soberanía del consumidor que es lo que caracteriza al orden capitalista de producción, y que es, precisamente, lo que irrita a los intervencionistas y por lo cual no lo toleran. Subyace en el pensamiento intervencionista la teoría de la suma cero, basada, a su turno, en el tristemente célebre Dogma Montaigne.

"Son los beneficios y las pérdidas los que hacen a los consumidores supremos en la dirección de los negocios. Es absurdo contrastar producción para el beneficio y producción para el uso. En el mercado no intervenido, un hombre solo puede conseguir ganancias proporcionando a los consumidores de la forma mejor y más barata los bienes que estos quieren usar."[3]

Y por contraste, cuando el mercado deja de ser libre (en todo o en parte) este fenómeno no sucede, porque quien decide quién gana y quién pierde es la autoridad política y burocrática, lo que caracteriza al intervencionismo y lo que marca la época en la que estamos insertos. Hoy en día, el mercado esta tan pero tan distorsionando por el cúmulo de intrusiones gubernamentales que padece siempre inmolado constante por recurrentes medidas políticas, que resulta no sólo extremadamente difícil sino hasta imposible determinar a qué factor especifico se deben las pérdidas y las ganancias de los agentes económicos. Lo que sí es claro que, a medida que el tamaño del estado-nación crece el mercado disminuye y la redistribución (fruto de esa injerencia) hace que los perdedores y los ganadores respectivamente no merezcan serlo.

"Ganancias y pérdidas quitan los factores materiales de producción de las manos de los ineficientes y los ponen en manos de los más eficientes. Su función social es hacer a un hombre más influyente en la dirección de los negocios cuanto más éxito tenga en fabricar productos que reclama la gente."[4]

Se comprende la importancia fundamental de que el mercado sea libre de manipulaciones estatales que obstaculicen el juego armónico de la oferta y de la demanda, sin normas que alteren precios relativos, sin controles de ninguna índole, sin más restricciones que las que el mismo mercado impone conforme a sus propias leyes. Las ganancias -vigentes tales condiciones- son las señales que le indican -tanto a productores como a consumidores- donde se encuentran los empresarios más acreditados y eficaces. En tanto que las pérdidas revelan a los mismos participantes del proceso quiénes son los menos aptos para el manejo de los negocios en aquellas áreas donde no han obtenido éxitos. Si el gobierno y la burocracia interfieren con este sano mecanismo -a la larga- toda la economía se desploma.

"El consumidor sufre cuando las leyes del país impiden que los empresarios más eficientes expandan la esfera de sus actividades. Lo que hizo que algunas empresas se convirtieran en “grandes empresas” fue precisamente su éxito en atender mejor la demanda de las masas."[5]

Como decimos anteriormente, el grado de intervencionismo ha crecido tanto que hoy en día resulta ya difícil poder distinguir con claridad cuando una gran empresa lo es debido a la acción del gobierno y cuando a la del mercado. Muchas voluminosas empresas del pasado han sucumbido merced a las interferencias de las leyes que desfiguran el funcionamiento del mercado. Otras, en cambio, se adaptaron a las medidas intervencionistas y renunciaron paulatinamente a lograr sus beneficios por las vías de un mercado libre que, patuletamente, iba siendo sepultado bajo una maraña de normas, decretos, regulaciones, disposiciones, leyes, ordenanzas de todo tipo, sin dejar de lado fallos judiciales atentatorios contra la libertad de mercado. El caos que vive el universo económico de nuestra época halla su origen en todo lo dicho.


[1] Ludwig von Mises, Caos planificado, fuente: http://mises.org/daily/2454 (Publicado el 3 de febrero de 2007). pág. 10

[2] L. v. Mises ibidem, pág. 10-11.

[3] L. v. Mises ibidem, pág. 11

[4] L. v. Mises ibidem, pág. 11

[5] L. v. Mises ibidem, pág. 11

http://www.accionhumana.com/2020/02/intervencionismo-envidia-ganancias-y.html

Gabriel S. Boragina 
gabriel.boragina@gmail.com
@GBoragina 
Desde Argentina

ENRIQUE G. AVOGADRO, COMBATIENDO AL CAPITAL, RUMBO AL ABISMO, DESDE ARGENTINA

"Cuando la izquierda pierde una elección, intenta  destruir un país; cuando gana, lo consigue".

Alberto Fernández se conducía reconocidamente bien en el manejo de la epidemia hasta que se coló en su discurso el gen peronista, aquél que creó la marchita que, 75 años después, el 48% de la Argentina sigue cantando con fervor militante. Eligió, como hicieron sus predecesores kirchneristas, un enemigo importante, y cargó como un toro enceguecido contra él. 

Descalificó con fuertes epítetos a una de las mayores empresas industriales nacionales, presente en muchos países del mundo, olvidando que los 1.500 empleados que Techint suspendió por la paralización de las obras, pertenecen al gremio de la construcción y, consecuentemente, cuentan con un auto-seguro de desempleo (tienen para ello un fondo que se forma con aportes de quienes están trabajando) y, mucho más grave, que las empresas privadas resultarán indispensables para salir del profundo pozo en que ya nos encontramos, que será peor cuando la cuarentena termine. Y no lo sabe porque jamás fue emprendedor, arriesgó su capital o generó un trabajo. 

Utilizó, para demonizar a su propietario, la palabra "especulación". Ignora, como todos los demagogos y, especialmente, los pobristas que todos, todos especulamos todo el tiempo. Cada vez que elegimos, estamos especulando; cuando compramos un producto cualquiera, cuando escogemos el colegio al que deben asistir nuestros hijos, cuando escogemos cómo ahorrar, y hasta cuando nos casamos, siempre especulamos: ponemos en una balanza los pro y los contra, y la decisión es el producto de ese resultado. 

En cada empresario hay un especulador, y es fundamental que lo haya. Porque quien elige serlo sabe que está asumiendo riesgos monumentales, en especial en la Argentina: dará trabajo, deberá pagar fuertes impuestos, tendrá problemas con los bancos, con los proveedores, con los clientes, con el Estado y con el sindicato (aún cuando sea un perfecto empleador), invertirá tiempo que podría dedicar a su familia y, por si todo eso fuera poco y lo acompaña el éxito en su proyecto, será mirado con odio y envidia por una sociedad y un gobierno imbéciles. 

¿Cómo imagina Alberto Fernández que nuestro país podría existir sin empresas y sin especuladores? ¿Realmente quiere seguir "combatiendo al capital" como método para "conquistar a la gran masa del pueblo"? ¿Piensa que el empleo público puede reemplazar al privado? Sin empresas, ¿cómo sostendrá el Estado su fenomenal estructura improductiva? ¿Cree, como quieren algunos de sus adláteres, que hay que acabar con los productores agropecuarios para entregar la tierra a los desocupados?; en ese caso, ¿de dónde saldrían los alimentos y las exportaciones que necesitamos como el aire? Sus dichos recientes nos invitan así, a un gran suicidio nacional.

Más allá de mi paupérrima opinión acerca de la moral del Presidente, tan groucho-marxista él, lo considero un tipo inteligente. De allí que me pregunte, retóricamente por cierto, por qué está haciendo cosas como las desmesuradas ponderaciones a Hugo Moyano, un sindicalista a quien comparé en otra nota con Jimmy Hoffa (https://tinyurl.com/wtu58mx
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), el líder de los camioneros estadounidenses que tanto incidió en la historia económica y criminal de su país y tan mal terminó; a raíz de los halagos de Fernández, se ha viralizado por WhatsApp un pequeño fragmento de la película "El Irlandés", con Robert de Niro y Al Pacino, que recuerda su vida. 

El personaje tan exaltado por el Presidente ha cometido todos los delitos, desde contratar a sus propias empresas familiares para emprendimientos del gremio que conduce hasta lavar dinero y defraudar al club de fútbol que dirige; y a él debemos que traer una carga desde Salta a Buenos Aires resulte más caro que llevarla desde aquí a Shanghai, con todo lo que eso implica en materia de inflación. 

Y digo que la pregunta es retórica porque la respuesta sólo puede ser una: ha decidido dejar de intentar alguna forma de independencia para plegarse sumisamente a los deseos de Cristina Fernández. A ésta, que mantiene un más que prudente silencio desde que regresó de Cuba con su falsamente enferma hija, le ha entregado el comando de todos los organismos de control, de las principales embajadas y de la posición geopolítica de la Argentina; y su mandante, a cambio, le ha dejado la conducción de la economía, con la esperanza de que fracase, y la defensa de su peregrina teoría del lawfare, con la cual busca impunidad. 

Hay otros claros signos que ratifican esa afirmación: la llegada de médicos cubanos, la decisión -sólo momentáneamente postergada- de expropiar todo el sistema privado de salud, la derivación de multimillonarios recursos -indispensables para la lucha contra el virus- a demenciales destinos (la feria de Tecnópolis, la inactiva mina de Río Turbio y el pequeño hospital del Calafate) en manos de sus fieles, la identificación con el eje cubano-venezolano-ruso-iraní, etc. 

Es probable que la viuda de Kirchner -que intenta llevarnos a una situación similar a la que ha generado Nicolás Maduro en su país- sentada atrás en el automóvil y con Alberto Fernández como chofer, pueda lograr su objetivo ya que el coronavirus, por el control social que implican las draconianas medidas adoptadas, la resultará útil.

Enrique Guillermo Avogadro
ega1@avogadro.com.ar
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@egavogadro
Desde Argentina

ALFREDO M. CEPERO, RETOS Y OPORTUNIDADES DE UNA PANDEMIA, DESDE ESTADOS UNIDOS.

Con su optimismo congénito, Trump se convirtió en nuestro gladiador de la esperanza cuando dijo: "No podemos permitir que el remedio sea peor que la enfermedad".

Nadie sería capaz de negar el reto que representa la pandemia del coronavirus para quienes tienen a su cargo la seguridad, la salud y la prosperidad de los pueblos del mundo. La realidad es que nos encontramos en una guerra literalmente a muerte contra un enemigo que no vemos y que aún cuando lo viésemos no contamos con las armas apropiadas para derrotarlo. Ahora bien, los seres humanos confrontamos los retos de manera distinta. Los grandes hombres se enfrentan al reto y lo ven como una oportunidad para lograr sus objetivos. Los hombres pequeños se someten al reto y lo aceptan como una derrota. Ese es el ángulo del coronavirus que nos proponemos analizar en este artículo.

Donald Trump se encuentra sin dudas entre los grandes hombres por la forma en que se ha enfrentado al coronavirus. Los expertos en epidemiología vaticinan que este miserable del coronavirus matará a más de 100,000 norteamericanos. Como si fuera poco, sus efectos tangenciales en otros aspectos de la vida en los Estados Unidos ya se han hecho sentir y son igualmente devastadores. Por ejemplo, el coronavirus ha pulverizado la economía, torpedeado la bolsa de valores y cambiado drásticamente las reglas de la vida cotidiana en este país.

Hemos llegado al extremo de que los abuelos no podemos besar a nuestros nietos ni abrazar a los pocos amigos que quedan con vida. Trump debe de sentir la misma frustración pero no puede darse el lujo de detenerse en lamentaciones. 

Tiene que actuar rápido y así lo está haciendo. En su condición de presidente, Donald Trump tiene que batirse en dos frentes: salvar vidas y preservar la prosperidad económica que haga atractiva la vida de quienes sobrevivan a este flagelo. Con su optimismo congénito, Trump se convirtió en nuestro gladiador de la esperanza cuando dijo: "No podemos permitir que el remedio sea peor que la enfermedad".

Sus palabras adquieren mayor relevancia cuando pasamos revista al cuadro desolador al cual se enfrenta. Veamos. Por lo menos el 25 por ciento de la actividad económica norteamericana se ha parado en seco, los tres índices principales de la Bolsa de Valores han perdido por lo menos el 12 por ciento de su valor, la tasa de desempleo anda en alrededor del 13 por ciento y más de 10 millones de norteamericanos han solicitado beneficios por desempleo.

Todo esto ha dado municiones a los enemigos del presidente. Aquellos que se regocijan con la recesión, el desempleo, la miseria y hasta la muerte de los norteamericanos con tal de sacar a Donald Trump de la Casa Blanca. Teniendo en cuenta que la lista sería muy larga, me limito a Nancy Pelosi, Chuck Schumer y Andrew Cuomo. Evocando a Nerón durante el incendio de Roma, la Pelosi declaró: "Mientras la gente está muriendo, el presidente toca el violín".

Por su parte, el perrito faldero de la Pelosi, Senador Chuck Schumer, en el curso de una entrevista en CNN dijo: "El  coronavirus ha sido peor que la destrucción de las Torres Gemelas y que la crisis financiera de 2008". El ingrato de Andrew Cuomo se olvidó del buque hospital "Confort" que le proporcionó Trump y declaró: "Nosotros  nos movilizamos con rapidez pero el gobierno federal se ha demorado y se sigue demorando". Estas tres son gente pequeña que se dan por vencidos, se declaran víctimas y optan por atacar a los que hacen.

Afortunadamente, Donald Trump no está solo porque los que hacen vienen en todos los colores, todas las edades y todos los sexos. Por encima de los mensajes apocalípticos que han caracterizado esta batalla contra el coronavirus hay gente que ha dado un paso al frente para defender a la humanidad. En Inglaterra, millones de personas salieron a las calles la semana pasada para aplaudir a los miembros del Servicio Nacional de Salud. En los Estados Unidos, 29 obreros de la salud tomaron un avión en Atlanta para ir como voluntarios a prestar servicios en la asediada Nueva York.

Hasta en el pantano de Washington nos encontramos de vez en cuando hombres que se enfrentan a los retos. Uno de ellos es un ex militar convertido en senador por el estado de Arkansas que se llama Tom Cotton. En la tercera semana del pasado mes de enero, Cotton se convirtió en la voz más estridente en la denuncia de la inminente pandemia del coronavirus, pero nadie lo escuchó. Entre el 16 de enero y el 5 de febrero, los 49 senadores demócratas estaban tan obsesionados con el "impeachment" de Donald Trump que no tenían interés ni tiempo para proteger las vidas de quienes les habían hecho el honor de mandarlos a Washington.

La ejecutoria de Donald Trump en su confrontación de esta pandemia tiene, por otra parte, antecedentes en la historia de los Estados Unidos. Fueron hombres del calibre de Patrick Henry, Abraham Lincoln y George S. Patton quienes contribuyeron al nacimiento y la supervivencia de la nación más libre y próspera de la Tierra. Tanto ellos como Trump vivieron en tiempos distintos pero proporcionaron el liderazgo y los principios que han dado carácter de permanencia al milagro americano por 244 años.

Cuando las colonias americanas decidieron enfrentarse a la metrópolis inglesa que tenía entonces el ejército más poderoso del mundo había muchos a quienes le flaquearon las piernas. Fue entonces cuando un hijo de Virginia de retórica candente llamado Patrick Henry los confrontó con la disyuntiva que los catapultó a la acción. "Denme libertad o denme la muerte" le dijo a los delegados. Y después de esa frase sobraron las palabras. 

Cuando la nación americana se vio amenazada con su disolución total por una guerra civil que consumió la vida de 620,000 norteamericanos un iluminado de la justicia dio contenido y sentido a la lucha poniendo fin a la odiosa institución de la esclavitud. Con su firma de la décimo-tercera enmienda a la constitución americana Abraham Lincoln hizo su entrada en la inmortalidad.

Cuando el destino del mundo era decidido en el escenario europeo durante la Segunda Guerra Mundial un militar americano de larga visión estratégica quiso llevar la guerra a las puertas de Moscú para poner fin al totalitarismo soviético. La Guerra Fría del próximo medio siglo le daría la razón. Se llamó George S. Patton y su frase favorita fue: "Lidérame, sígueme o apártate del camino".

Al mismo tiempo, en la historia de la América que habla en español hemos tenido hombres que han hecho de los retos grandes victorias. El 8 de 1895, el gobierno de los Estados Unidos decomisó un barco en el puerto de Fernandina que llevaba armamentos y municiones para iniciar la guerra por la libertad de Cuba. Cuarenta y seis días después del desastre de Fernandina, la insurrección estalló en Cuba, el 24 de febrero de 1895. El arquitecto de aquella guerra, José Martí, reflexionó: “Conozco con qué bravura y resurrección responde al quebranto pasajero el invencible corazón cubano”.

Un poco más al sur del continente tuvimos un hombre de extraordinarias habilidades de líder. El Jueves Santo 26 de marzo de 1812, los fieles católicos estaban congregados en las iglesias, cuando de pronto se sintió un fuerte movimiento. Era un terremoto, que destruyó las ciudades de Caracas, Barquisimeto, Mérida, El Tocuyo, San Felipe y causó estragos en otras poblaciones. "Si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella y haremos, que nos obedezca". El joven Simón Bolívar se presentó para ayudar a las víctimas del terremoto de 1812.

En conclusión, cada uno de nosotros tiene que optar por confrontar el reto para convertirlo en oportunidad o sucumbir ante el mismo y aceptar la derrota. No podemos evadir esa responsabilidad porque nadie puede decidir por nosotros. Y aunque admito los peligros y reconozco los riesgos, me niego a ser intimidado por esta pandemia. 4-7-20

Alfredo Cepero
lanuevanacion@bellsouth.net
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@AlfredoCepero
Desde Estados Unidos