miércoles, 15 de junio de 2022

AQUÍ TITULARES DE HOY MIÉRCOLES 15/06/2022, DESDE VENEZUELA PARA EL MUNDO, PARA LEER PULSAR SOBRE EL TITULAR ESPECIFICO

  HOY - OPINIONES TEMAS INTERNACIONALES Y NACIONALES -  

SADCIDI ZERPA DE HURTADO: ¿QUÉ ES POBREZA HUMANA?. DESDE VENEZUELA








SADCIDI ZERPA DE HURTADO: ¿QUÉ ES POBREZA HUMANA?. DESDE VENEZUELA

La pobreza es, desde la perspectiva humana, la evidencia de la violencia estructural manifiesta en la privación de una vida que la gente quiera vivir. Esto significa que más allá de las carencias económicas para llevar una vida sana y de calidad en términos materiales, la pobreza humana es la denegación de las oportunidades y opciones básicas para el desarrollo humano; consistente con una vida sana, creativa, libre, digna y respetable. Todo esto permite señalar a la pobreza humana como la carencia no solo de salud sino también de educación de alta calidad que elimine la privación de conocimiento y comunicación para contrarrestar la incapacidad de saber ejercer los derechos humanos y políticos; en los que la dignidad de la confianza y el respeto asimismo sea una realidad.

La pobreza humana va más allá de la sencilla incapacidad económica -por demás altamente vinculante con la vulneración y el riesgo del derecho humano de la vida-, porque ella implica el empobrecimiento del ambiente, entorno y medios que una sociedad o país tiene como recursos necesarios para la vida prospera. Valorar la pobreza humana significa la vinculación de la tolerancia de la denegación de opciones y oportunidades para vivir una vida sana y tranquila, porque nada ni nadie obstaculiza la propia superación individual del Ser como medio de realización de nuevos escenarios de desarrollo humano.

Asimismo, la pobreza humana involucra la violencia psicológica y armada como medios manifiestos que potencian estrategias cuyos objetivos es una vida breve, ingresos por debajo de la línea de pobreza, falta y privación de medios materiales, ausencia de capacidades básicas de funcionamiento, carencia de oportunidades reales, amplias limitaciones sociales, circunstancias negativas para tener una vida valiosa e internamente valorada como positiva.

Las causas a este tipo de pobreza van desde el desempleo, la ausencia de educación de calidad, las transiciones apolíticas, el crimen organizado, las redes de crimen organizado transnacional, la ausencia de democracia, la desarticulación de los actores sociales, los conflictos armados, hasta la desinstitucionalización. Por tanto, escuchar: “en Venezuela lo que hay es pobreza”, me traslada a un escenario en el que aún se siguen negando las oportunidades de vida y opciones fundamentales para el desarrollo humano que permita a la gente vivir una larga vida, sana, creativa, que les permita disfrutar de un nivel decente de libertad, dignidad y respeto por su propia existencia y la de los demás; no importa si están cerca, lejos o muy lejos del país.

Aún falta mucho por recorrer, pero se puede empezar recuperando la institucionalización de un país. Y lograr que individuo por individuo, organización por organización, reconozcan que vivir bien no es vivir del día a día, sino de la rutina diaria que se construye digna y creativamente para lograr metas vinculadas con una vida larga, sana y libre, generadora de prosperidad.

Sadcidi Zerpa
zerpasad@gmail.com
@zerpasad
@ElUniversal
Venezuela

JEAN MANINAT: ¿EL PRI EN VENEZUELA?. DESDE VENEZUELA - ESPAÑA

El Partido Revolucionario Institucional (PRI) de México es una joya arqueológica, un motivo fósil, una institución política pionera del corporativismo en Latinoamérica que gobernó por setenta años ininterrumpidamente y grabó el ADN mexicano con sus siglas. El actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, fue amamantado políticamente en su seno, al igual que otros políticos, luego disidentes, como Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo. La lista es larga e inclusiva.

El PRI es único, original, como forma de dominación social y política, el sueño gramsciano de la hegemonía cultural, el partido como príncipe de Maquiavelo, ocupando las casamatas de la sociedad civil. Su hegemonía política y cultural fue tal que llevó a Vargas Llosa a soltar una de sus hipérboles características: la dictadura perfecta. Lo más granado de la cultura mexicana giró a su alrededor en embajadas, consulados y consejerías culturales, baste con nombrar a Alfonso Reyes, Sergio Pitol u Octavio Paz, ya que la lista de artistas y creadores que cayeron bajo su embrujo o bajaron la vista es también larga e inclusiva.

Lo cierto es que luego de las reyertas entre los caudillos de la Revolución Mexicana, estos se ponen de acuerdo y conforman un partido para institucionalizar el proceso revolucionario. Nace el Partido Nacional Revolucionario (PNR) que iría cambiando de piel hasta convertirse en el PRI que moldeó el México moderno, con su cine, literatura, muralistas y pintores, cómicos geniales, músicos, editoriales, arquitectura y arqueología, librerías, cantinas, mariachis y pare usted de contar. (O siga contando, si es su gusto).

Un partido hegemónico que hasta se permitió abrir o dejar espacios para que una oposición menguada (de izquierda, derecha y centro) ejerciera su derecho a la disidencia acotada. Esa oposición, a la larga, votando empecinadamente y aprovechando cualquier hendidura democrática que se abriera, lograría sacarlo del poder en el 2000 con la elección de Vicente Fox y el Partido de Acción Nacional (PAN). La dictadura no era tan perfecta.

¿Puede Venezuela estar presenciando la emergencia de un priismo vernáculo, avivado por el soplo de la coyuntura internacional y las carencias de la oposición? Nunca las comparaciones históricas especulativas han sido útiles para desentrañar los procesos políticos, siempre tintinea aquello de: “La historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa”.

Pero no deja de ser cierto que, por una razón u otra, el partido gobernante ha venido mudando de piel, cambiando la simbología, aparcando las viejas consignas (aun cuando estallen como hipos de cuando en vez) y con la tranquilidad que le da una oposición mirándose el ombligo primario, puede dirimir sus desencuentros internos con cierto sosiego.

La nomenclatura que rige tanto en el partido como en el Gobierno está, por ahora, cómoda con una ciudadanía ajena al discurso opositor que se canta y celebra a sí mismo, las perspectivas de que la coyuntura petrolera le favorezca y la posibilidad de que el entorno político en la región le sea progresivamente menos hostil. Pero el malestar es generalizado, el peso de las rémoras doctrinarias y pulsiones autoritarias es grande y aguas adentro los colmillos se afilan con la boca cerrada.

¿El PRI en Venezuela? ¡No manches, güey!

Jean Maninat
maninatj@gmail.com
@jeanmaninat
Venezuela

MANUEL MALAVER: PETRO, ESPERANDO EL ÚLTIMO TREN. DESDE VENEZUELA

La gran sorpresa de Petro -y de todos los que apostaron a la muerte del uribismo en la primera vuelta electoral- es que Iván Duque había perdido identidad con el caudillo antioqueño y mucho más el candidato de la centroderecha, Federico “Fico” Gutiérrez (si es que alguna vez la tuvo), en cambio que, sin proponérselo, el uribista de la campaña resultó ser el candidato que le disputará al exguerrillero la presidencia de Colombia el próximo domingo, el outsider, populista, ingeniero y exalcalde de Bucaramanga, Rodolfo Hernández.

“Un accidente” como escribió el exvicepresidente de los dos períodos de Uribe, Francisco Santos -en el mejor análisis que he leído sobre el terremoto postelectoral- que aun genera preguntas sobre cuáles fueron los factores, causas y motivos que lo llevaron a lanzar una candidatura que hasta última hora se pensó “no iba en serio” y ahora, en una semana, puede alzarse con la presidencia de la República neogranadina.

Por ahora -y más allá de que pueda o no salir favorecido- la certeza más contundente a diagnosticar es que existe una Colombia desde muchos años marginada del país urbano, por el que gobierna desde Bogotá, Medellín, Cartagena y Cali y puede con toda razón juzgarse como la “Santa Sede” del establecimiento político, el mismo desde el cual gobernó Santos, Duque y los comandantes guerrilleros que bajaron de las selvas y sierras a ocupar curules en el Congreso, a integrar la plantilla de la Procuraduría y la Fiscalía, y en general, a intercambiar con tycoon empresariales y los prelados de la Iglesia.

Una nueva burocracia que comanda Gustavo Petro, financiado por Juan Manuel Santos y tolerada por el presidente Duque y se preparaba a gobernar, seguro que esperando el cumplimiento del segundo tramo del “Acuerdo de Paz” y que ya, por lo menos, un 40 por ciento de colombianos daba como un hecho.

Todos menos Uribe, quién desde su finca “El Ubérrimo”, situada en Montería, se enfocó en convencer a los dirigentes, cuadros y militantes del “Centro Democrático” de que no se rindieran, que lucharan para que un líder de sus filas heredara a Duque y no dieran por perdidas unas elecciones que si las ganaba Petro no era sino para trasladar el odio guerrillero a las ciudades, la política y la sociedad civil.

Pálpito que sonaba tan fuerte en la socarronería de Petro que para él, desde hacía 20 años, no había otro enemigo a vencer que a Uribe y a ello le dedicó recursos, tiempo y trabajo y una alianza con Juan Manuel Santos desde que tomó la presidencia con la bendición de Uribe y se buscó al extercer hombre del 19-M para desaparecer al caudillo antioqueño de la faz de la política colombiana.

Y hasta el domingo 29 de junio pasado lo había logrado, poniendo en juego recursos que llegaron de los centros del Globalismo internacional y se usaron para comprar partidos, medios, instituciones, comunicadores e intelectuales para que constituyeran los ocho años del uribismo en una década perdida y a Uribe en una bestia negra que se debía condenar, exorcizar e incinerar.

Sin embargo, quien pudo salir “condenado, exorcizado e incinerado” fue Petro, pues, para empezar, su votación a penas sumó 400.000 votos a los 8.000.000 de electores petristas en las elecciones del 2018, las que ganó Duque, y lo hicieron aparecer como el seguro ganador en la primera vuelta en las próximas a celebrarse en el 2022.

Por su parte, sus contendores del segundo y tercer puesto reúnen, Rodolfo Hernández: seis millones y Federico “Fico” Gutuierrez : cinco millones, dándole paso a una nueva y poderosa fuerza política en Colombia que empieza a conocerse como el “antipetrismo”

Pero de todas maneras, este no fue el primer dato amargo y más inquietante del llamado, “Pacto Histórico” sino que el candidato a enfrentar en la segunda vuelta no es un “uribista”, ni se le puede acusar de tal, ni ponerle las etiquetas de “asesino”, “corrupto”, “ladrón”, sino un ficha de la antipolítica, un señor de trabajo, ingeniero, que ha amasado una fortuna respetable pero sin que en el catálago de “descalifibles” petristas se le pueda encontrar brecha alguna.

Además, un hacendado de los de antes, habla y gestualidad santanderiana, sin complejos para soltar dichos y palabrotas que a la Colombia de las grandes ciudades le parecen imposibles en un ciudadano de a pie y más si pretende ceñirse la banda de la presidencia de la República,

Pero estos no son los únicos déficits del candidato de la antipolíítica y se le nota también sin un “Plan de Gobierno” que lleve confianza a los electores y mucho menos con una maquinaria de partidos cuyo trabajo es indispensable en las horas cruciales en que los ciudadanos deciden por qué candidato votar.

En otras palabras que, todas las herramientas con que cuenta Petro que lleva 40 años de vida política, primero, combatiendo en las filas del “M-19”, y segundo, en elecciones para alcaldías, curules parlamentarias y la presidencia de la República que es una experiencia, training y universidad que no se adquieren con dichos campesinos y anécdotas rurales más o menos.

Todas las desventajas que -se recordarán- tuvo que enfrentar un candidato como Donald Trump y, sin embargo, se alzó con la presidencia de la democracia más poderosa del mundo.

No quiere decir que Rodolfo Hernández no pueda resultar “el Trump colombiano” pero le va a costar mucho más.

Manuel Malaver
manuelmalaver@gmail.com
@MMalaverM
Caracas - Venezuela

CARLOS E. AGUILERA A.: COLOMBIA LA GRANDE, DESDE VENEZUELA

"No es justo que vecinos y hermanos conserven celos, que puedan prolongar las calamidades públicas" Simón Bolívar

La Gran Colombia fue un Estado multinacional ideado por Simón Bolívar en 1819 y estaba integrado por los actuales territorios de Venezuela, Colombia, Panamá y Ecuador.

Después de las batallas del Pantano de Vargas y de Boyacá, en 1819, se constituye formalmente en el Congreso de Angostura la República de Colombia “La Gran Colombia”, que para entonces la integraban los departamentos de Venezuela, Quito y Cundinamarca (la antigua Nueva Granada), y eran gobernados por Bolívar como presidente, tras su designación por el Congreso de Cúcuta, y con Antonio Nariño como vicepresidente. Cada departamento era gobernado por un vicepresidente, para de esta manera crear una nación unitaria.

Su existencia fue ratificada por el Congreso de Cúcuta, que en 1821 consagró la unión de Venezuela y Nueva Granada en una sola nación. Luego se adhirieron Panamá (1821), Quito y Guayaquil (1822).

En el contexto de la restauración monárquica consagrada por el Congreso de Viena y la Santa Alianza, la independencia de la Gran Colombia, solo fue reconocida por los Estados Unidos, Haití, Chile, Argentina, Bolivia, Perú y Gran Bretaña.

La Gran Colombia se disolvió a principios de la década de 1830 debido a las diferencias entre el centralismo de Bolívar y los partidarios del federalismo. Estos últimos defendieron las autonomías regionales y optaron por el secesionismo.

Hechos que posteriormente sacudieron a la naciente república, cuyos conflictos dieron lugar al nacimiento de tres Estados soberanos e independientes: Venezuela, Ecuador y Colombia, que hasta 1903 incluyó a Panamá.

Y el centralismo y federalismo de la época independentista pareciera mantenerse en Colombia, ahora con distinto nombre: izquierda y derecha, La primera marcada por la violencia de la guerrilla por una parte, y la segunda por una corrupta clase política, lo cual mantiene al pueblo colombiano en una diatriba de votar o no votar, incrementando en consecuencia un elevado abstencionismo, cuyo resultado final es impredecible.

"Colombia la grande", como la denominó el Libertador, hoy está a las puertas de la elección de un nuevo gobernante y navega en aguas turbulentas con riesgo de desbordarse peligrosamente y romper el dique de la más inmensa represa de la democracia, con un candidato de la izquierda, Gustavo Petro, exguerrillero y fanático comunista, admirador de Hugo Chávez.

El otro candidato Rodolfo Hernández, un "out sider" que emergió inesperadamente en la primera vuelta de las elecciones, es un acaudalado empresario de derecha, ajeno al populismo, cuya temeraria participación en la recta final, será convencer al 40% de los colombianos que se abstuvieron de votar, en el marco de sinuosas y temerarias acciones, que le obligaron a tomar la decisión de no presentarse en los últimos días, tras afirmar que tiene la certeza de que su vida corre peligro.

Observadores políticos de la hermana nación, presagian como una muy disputada segunda ronda las elecciones el 19 de junio, que enfrentarán a Petro y Hernández, cuyos proyectos ilusionaron a la mayoría de los votantes, en la primera vuelta.

No tienen mucho en común, excepto que son la manifestación tangible de un voto "antisistema", de rechazo a muchos baluartes tradicionales de la política colombiana.

Para muchos colombianos "el país necesita cambios, más no lo que ofrece Petro, pero sí autoridad, orden y la prosperidad que ofrece el ingeniero y empresario Hernández".

Carlos E. Aguilera A.
@toquedediana
Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP-122)Venezuela

EDGAR BENARROCH: UNÍOS. DESDE VENEZUELA - MEXICO

Después de tanto tiempo requiriendo y demandando UNIÓN de todos quienes deseamos cambio radical cuanto antes, que el pueblo entero le ha planteado mil veces a la dirigencia opositora y ver que todavía ella no se concreta y hay momentos en que pensamos que más bien se aleja, necesariamente tenemos que preguntarnos ¿Quienes son los insensatos?, la dirigencia o nosotros, ¿la insensatez está del lado de quienes tienden el deber de construir la unión o de quienes la solicitamos a gritos diariamente?. Al reflexionar sobre este capital y vital tema, concluimos que la insensatez está del otro lado, de la dirigencia que tiene el ineludible e inaplazable deber de construirla, apartando todos los intereses sectoriales o personales que son subalternos ante el gran y sagrado interés nacional.

Siempre la unión la han reclamado desde todos los sectores y corrientes del pensamiento, desde los más extremistas hasta los moderados. Carlos Mark solicitó, desde su alocado esquema de la lucha de clases, la unión del proletariado para dominar a la burguesía y los filósofos y pensadores defensores de la dignidad de la persona humana, también la han requerido para hacerla valer y preservarla de los tiranos y malvados. La unión nunca es mala, siempre es buena, lo que no puede o es difícil para uno o más, es posible y relativamente fácil para la UNIÓN de todos los involucrados.

Se acaba de reestructurar la Plataforma Unitaria Nacional y se designó a Omar Barboza su coordinador. Cuando le comuniqué a Omar mi satisfacción por su designación y expresé deseos de éxito en su seria gestión, le manifesté que consideraba prioritario el logro de la UNIÓN del país deseoso de cambio radical cuanto antes, como la mejor estrategia para salir de lo que angustiantemente tenemos y empezar la reconstrucción nacional. Entiendo que en eso se trabaja día y noche y Dios quiera cuanto antes tengamos la buena y esperanzadora noticia de la UNIÓN de todos, nos llenaría de emoción desbordante por un país muy distinto y mucho mejor. 

Claro está, que con el cambio sólo no se logran resolver los dramáticos y profundos inconvenientes que conforman la crisis que sufrimos, es simplemente y no tan simple, el inicio necesario y de vital importancia capital. Vendrá luego un nuevo y por supuesto mejor gobierno con un programa que debemos elaborar donde estén las soluciones a la crisis que deben ser profundas pero creíbles y sobre todo realizables, sino para resolver a plenitud los problemas, que son muchos y hondos, al menos colocarnos en la vía para lograrlo. 

La UNIÓN es el inicio de todo lo que queremos: Salir cuanto antes de lo que tenemos, ganar las próximas elecciones con un candidato que debe ser expresión de esa unión y cumplir una gestión de gobierno que nos devuelva la esperanza y optimismo de un país distinto y mejor. 

La UNIÓN es la semilla que dará vida a la nueva Venezuela que todos aspiramos, donde respiremos aire puro, lejos de este contaminado de odios, rencores y fracasos, donde nuestras necesidades las podamos atender y solucionar y vivir con prosperidad, bienestar y felicidad.

Venezuela - México

OMAR A. ÁVILA H.: POLÍTICA CON BASE SOCIAL. DESDE VENEZUELA

Desde Unidad Visión Venezuela tenemos claro que lo político sin basamento y finalidad social carece de sentido para la gente. Nuestro pueblo demanda soluciones; por ello, nosotros como políticos que somos, venimos trabajando en diseñar políticas que conduzcan a una transformación social que deje atrás los lastres que nos impiden desarrollarnos.

Sin consciencia social definitivamente no hay política que valga, razón por la cual nos toca a todos y cada uno como ciudadanos, aportar nuestro granito de arena, entender que Venezuela se va a arreglar cuando cada compatriota asuma que es parte de la solución. En ese sentido, nuestra invitación es a la participación de todos de manera decidida, sinérgica, para afrontar la crisis política actual, comenzar a avanzar hacia una sociedad con mayor educación, servicios de salud y seguridad.

De la misma manera, todo aquel que aspire liderar, debe entender que la unión que hay que lograr es la de todos los venezolanos, no es una unidad artificial alrededor de un caudillo, ni de un pequeño grupo de partidos políticos para una conquista circunstancial que carezca de compromiso con el futuro del país.

Es difícil alcanzar la tan deseada unidad si los distintos actores que existen, que nos oponemos al actual régimen –solo por tener visiones distintas- se siguen acusando los unos a los otros con cuantas etiquetas descalificatorias se les ocurra.

Como bien lo expresaba recientemente el periodista Eduardo Rodríguez –palabras más, palabras menos- es momento de demostrar si somos mejores que aquellos a quienes criticamos. Insultar, descalificar, destruir es lo más fácil; construir y trabajar para sacar este país adelante, es lo más difícil, pero debe ser la vía.

Llegó la hora de pensar más allá de las mezquindades, ambiciones y frustraciones individuales de unos pocos, de la unidad de la ciudadanía. Debemos dejar atrás esa práctica política que gira alrededor de intereses particulares y subalternos.

Son más de dos décadas buscando un mesías, que otro venga a hacer lo que nos corresponde a nosotros; que si los marines, la Comunidad Internacional, la Corte Penal Internacional (CPI), las sanciones y pare de contar. Es nuestra responsabilidad asumir el cambio que nuestra sociedad reclama y necesita.

De continuar así, el resultado será el mismo. Reflexionemos. El 2024 lo tenemos a la vuelta de la esquina. Basta ya de esperar un milagro. Trabajemos en construir esa unión necesaria, con disciplina y sobre todo con trabajo en función del interés superior que implica luchar por nuestra patria.

En resumen, vamos a fomentar una cultura política que ponga por delante el endurecimiento de nuestro pueblo. A recuperar la autonomía a todos los niveles –empezando por la autonomía municipal-, donde por ejemplo tengamos de vuelta las Juntas Parroquiales, podamos crear nuevos municipios, en fin, que cada vez podamos estar más cerca de la gente y sus circunstancias.

Omar Avila
oavila1973@gmail.com
@omaravila2010
Diputado a la AN
Unidad Visión Venezuela
Secretario General
Venezuela