jueves, 6 de diciembre de 2018

ACTUALIZACIÓN VIERNES 07-12-2018, EL REPUBLICANO LIBERAL


TRINO MÁRQUEZ, NO HAY SUELDO POPULISTA QUE VALGA

EL REPUBLICANO LIBERAL en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 19 minutos
Nicolás Maduro insiste en decretar aumentos compulsivos del salario mínimo, las pensiones, cestatickets y los bonos que periódicamente les entrega a las personas con carnet de la patria. Por qué lo hace, si sabe que tras esos incrementos -en nada relacionados con la expansión de la productividad y la producción de bienes y servicios- la inflación se acelera. Decir que es un ignorante irresponsable, no resulta suficiente. Es cierto que, como Chávez, Maduro siente un profundo desprecio por la ciencia económica. Considera que la economía puede ser sometida por la política y obligada a... más »

GIOCONDA CUNTO DE SAN BLAS, EL RETO DE VIVIR CON DIGNIDAD, AL COMPÁS DE LA CIENCIA

EL REPUBLICANO LIBERAL en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 27 minutos
Faltan apenas 12 años para llegar a la fecha marcada por las Naciones Unidas como plazo para cumplir con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que incluye un conjunto de 17 objetivos y 169 metas para poner fin a la pobreza, luchar contra la desigualdad y la injusticia y hacer frente al cambio climático. Todos ellos giran alrededor del desarrollo sostenible, la gobernabilidad democrática, la consolidación de la paz y la resiliencia ante el clima y los desastres naturales. No son muchos años, apenas una docena, para intentar montarnos en el carro del progreso, luego de dos dé... más »

LUIS F. JARAMILLO R., DE CÓMO ESTIMULAN LA ABSTENCIÓN LOS PROMOTORES DEL VOTO

EL REPUBLICANO LIBERAL en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 40 minutos
Las elecciones municipales, a celebrarse el próximo 9 de diciembre, como todas las que han tenido lugar en Venezuela después de las parlamentarias del 6 de diciembre de 2015, se prospectan bajo la sombra del fantasma de la abstención. La abstención electoral consiste en la no participación en las votaciones de los electores asistidos con el derecho de hacerlo, la cual se convierte en un fenómeno político cuando se trata de una reacción masiva del electorado. No es un hecho sino más bien un acto -porque interviene la voluntad humana- de no hacer que tiene consecuencias jurídicas, p... más »

ANTONIO SÁNCHEZ GARCÍA, REBELIÓN EN LA GRANJA

EL REPUBLICANO LIBERAL en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 51 minutos
“Libertad significa el derecho de decirle a la gente lo que no quiere oír.” George Orwell La primera edición de Rebelión en la granja, la obra más famosa del escritor británico George Orwell, careció de una nota introductoria. A pedido del único editor que finalmente, tras cuatro intentos con otras casas editoriales que rechazaron la obra, se atrevió a publicarla en Londres en 1945, en un cuasi avergonzado anonimato. La razón la explicó el mismo Orwell en un prólogo para la edición ucraniana de 1947: sus problemas editoriales eran el resultado de un fenómeno forjado en medio de la ... más »

GABRIEL BORAGINA, LA IMPORTANCIA DEL G-20

EL REPUBLICANO LIBERAL en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 1 hora
La “cumbre” del G-20 que convoca a los principales líderes políticos (aclaramos lo de políticos porque hay muchos otros tipos de líderes que no son de esta clase) y que se realiza en la República Argentina concentra la atención de los medios de todo el mundo. En muchos casos por admiración y en otros por rechazo a este tipo de conclaves. No voy a explicar aquí que es el G-20, ni cuáles son sus fines declarados, porque dicha información abunda en todos los medios de comunicación, sean nacionales o internacionales. Sino que voy a abordar mi propia impresión de este tipo de invitacion... más »

ROMÁN IBARRA, LA POLÍTICA Y EL DEPORTE

EL REPUBLICANO LIBERAL en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 1 hora
En todos los deportes existen los jugadores promedio, y por supuesto los jugadores fuera de serie. Los primeros, no es que sean malos, sino que no siempre sobresalen; ello quiere decir que hacen las jugadas que les están encomendadas y se esperan de ellos para el quehacer diario. En el caso de los superestrellas, fuera de serie, o los cracks se considera que, no sólo son capaces de hacer las jugadas de rutina, sino que en un lance de virtuosismo, de talento superior, son capaces de hacer jugadas inesperadas que pueden darle la vuelta de manera dramática a un evento, o un juego. E... más »

TRINO MÁRQUEZ, NO HAY SUELDO POPULISTA QUE VALGA


Nicolás Maduro insiste en decretar aumentos compulsivos del salario mínimo, las pensiones, cestatickets y los bonos que periódicamente les entrega a las personas con carnet de la patria. Por qué lo hace, si sabe que tras esos incrementos -en nada relacionados con la expansión de la productividad y la producción de bienes y servicios- la inflación se acelera. Decir que es un ignorante  irresponsable, no resulta suficiente. Es cierto que, como Chávez, Maduro siente un profundo desprecio por la ciencia económica. Considera que la economía puede ser sometida por la política y obligada a obedecer las órdenes que dicta el partido y el gobierno.

El voluntarismo constituye un arraigado prejuicio de la izquierda cerril.  La ley de la oferta y la demanda, la división del trabajo, la tecnificación y especialización de la fuerza laboral, el desarrollo tecnológico, son todos inventos del capitalismo concebidos para extraer la mayor plusvalía posible a  los obreros. Con paparruchas de esa índole desprecian todo el saber y la experiencia mundial acumulada desde la Revolución Industrial acerca del crecimiento económico. A este factor hay que sumarles las sospechas en torno de la propiedad privada y la desconfianza en los empresarios particulares, factores considerados enemigos de la igualdad social.

Al lado de la ignorante soberbia voluntarista típica de la izquierda cavernícola, en el caso de Maduro encontramos que los incrementos de sueldos de manera unilateral le han proporcionado un cierto rédito político. Nunca ha tenido, ni tendrá, el carisma de Chávez. No fue tocado por los dioses para cautivar las masas. Más bien, pareciera ser obra de algún espíritu borlón con deseos de cometer travesuras fatales. Cuando pretende hacer una gracia, inmediatamente se le convierte en morisqueta. Él lo sabe, por esa razón trata de actuar de forma pragmática. Ve las encuestas y actúa a partir de ellas. El aumento de sueldo decretado en agosto le dieron un respiro. Detuvieron su caída en los sondeos de popularidad. En aquel momento, según las principales encuestas de opinión pública, contaba con un nivel de rechazo superior a 80%. Menos de 15% de la población aprobaba su gestión. Con la elevación del salario mínimo a Bs. 1800, unos treinta dólares del mercado paralelo, los porcentajes se modificaron un poco. Un mes después de haberse producido el alza, el margen de aceptación había escalado hasta casi 30%, mientras el rechazo había retrocedido hasta 65%. Siempre en las encuestas aparece un margen de alrededor de 5% que no sabe o no contesta.

Esa subida pronto se desvaneció. La hiperinflación pulverizó las ilusiones  De nuevo Maduro volvió a situarse en las mismas cotas de rechazo habituales. Sin embargo, la lección quedó. Los incrementos de sueldo alimentan la esperanza en un sector de la población. Le dibujan a la gente pobre un espejismo que, ciertamente, se desvanece después de un corto período, pero dan una tregua, indispensable para seguir subsistiendo dentro de una atmósfera tan cargada.

El   último incremento salarial tiene el mismo sello, aunque al parecer no surtirá el mismo efecto. Maduro busca tomar aliento para pasar por la cita electoral del 9 de diciembre, cerrar 2018 y llegar al 10 de enero de 2019, con cierto grado de aceptación popular. Está consciente de que a partir de enero su situación nacional e internacional será cada vez más precaria.  Requiere contar con algunos dígitos que le den soporte a su interés de permanecer en el poder a pesar de su calamitosa gestión al frente del gobierno y al hecho de que las elecciones del 20 de mayo fueron desconocidas por una sólida cantidad de países democráticos, que ahora deberán decidir cuál será su comportamiento frente a un mandatario que diseñó una cita electoral a su medida, con el único propósito de barnizar su permanencia en Miraflores luego del 10 de enero, fecha establecida en la Carta del 99 para el inicio de un nuevo período constitucional.

De ahora en adelante veremos a un Nicolás Maduro cada vez más desesperado por obtener algún tipo de reconocimiento interno entre los sectores populares y de apoyo internacional, que le permitan sortear el temporal. Por ahora, consiguió el respaldo de Erdogan, el impresentable dictador turco, quien le prometió darle apoyo financiero. Turquía no se encuentra en condiciones de suministrarle respaldo significativo a una nación que necesita más de cien mil millones de dólares en inversiones para recuperar la planta industrial, mejorar los servicios y recuperar la infraestructura. El respaldo de Rusia y China será para aliviar las penas más doloras, de ningún modo cubrirá el costo del gigantesco desastre creado por la corrupción y la incompetencia.

El nuevo aumento salarial no le dará un segundo aire al maltrecho Maduro. Aún no se ha hecho efectivo, y la devaluación del bolívar y la inflación lo devoraron. Hay que esperar que en los primeros días de enero anuncie otros incrementos aún más destructivos. Nada de lo que haga le concederán la legitimidad y la popularidad que busca. No hay sueldo populista que valga.

Trino Márquez C.
@trinomarquezc

GIOCONDA CUNTO DE SAN BLAS, EL RETO DE VIVIR CON DIGNIDAD, AL COMPÁS DE LA CIENCIA


Faltan apenas 12 años para llegar a la fecha marcada por las Naciones Unidas como plazo para cumplir con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que incluye un conjunto de 17 objetivos y 169 metas para poner fin a la pobreza, luchar contra la desigualdad y la injusticia y hacer frente al cambio climático. Todos ellos giran alrededor del desarrollo sostenible, la gobernabilidad democrática, la consolidación de la paz y la resiliencia ante el clima y los desastres naturales. No son muchos años, apenas una docena, para intentar montarnos en el carro del progreso, luego de dos décadas de retroceso brutal en todos los parámetros vitales que marcan a una sociedad en desarrollo.

Ante esta realidad, la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) se propuso el "Programa Reto País", a plantearse en los espacios populares, grupos comunitarios y organizaciones de todo tipo,para fortalecer las capacidades de la ciudadanía y motorizar un nuevo pacto social entre los venezolanos. Un propósito capaz de levantarnos de la postración actual, invitándonos a recuperar sueños colectivos a través de la construcción de un horizonte compartido de país, movilizados en torno al futuro que deseamos y avizoramos como posible.

"Queremos una comunidad unida, responsable de sus acciones, con sentido de pertenencia que en conjunto se comprometa con las necesidades de los habitantes, donde reine la justicia".Fue esta una expresión que con múltiples variantes se pronunciaron en 119 ejercicios prospectivos en 11 estados y la capital, para soñar la Venezuela de 2030, cuyos resultados fueron recogidos en el libro que lleva por título el que he tomado prestado para esta nota.

Un hallazgo principal, según los coordinadores del proyecto, es que la esperanza no ha muerto en Venezuela; hay un país subterráneo que no se cansa de luchar, "que sin estar en las primeras páginas de los medios impresos o en las primeras noticias de los portales digitales, continúa trabajando con entusiasmo y convicción por una Venezuela distinta, [...] una esperanza que germina en condiciones de cautiverio, que no es acallada por la rudeza de la fuerza avasallante del dolor y la muerte". Y que puede resumirse en cuatro objetivos principales, de los muchos que conforman los Objetivos del Desarrollo Sostenible 2030: hambre cero; salud y bienestar; educación de calidad; paz, justicia e instituciones sólidas.

Complementan el libro varios capítulos escritos por especialistas con la mirada puesta en 2030,  sobre economía, alimentación y nutrición, escenarios de salud, educación, institucionalidad democrática y ciudadanía, seguridad ciudadana y convivencia social, ciudades sostenibles. Algo de lamentar es que dentro de los escenarios, salvo alguna referencia tangencial, no fueron visualizadas la ciencia, la tecnología y la innovación como disciplinas indispensables en la educación de las nuevas generaciones y como motores del desarrollo nacional y del progreso.

La sociedad del siglo XXI es la sociedad del conocimiento y en ese sentido, Venezuela está lejos de acercarse a la de países más desarrollados, cualquiera sea el parámetro utilizado. Por el contrario, hemos retrocedido notablemente en los últimos veinte años. Cerrar esa brecha requiere, entre otros factores, formar las nuevas generaciones de ciudadanos con una educación de calidad y a la altura de los desafíos del siglo XXI, recogidos en la cuarta revolución industrial, combinando múltiples tecnologías (inteligencia artificial, bioingeniería, entre otras) que al influir sobre la gobernanza, conducen a cambios de envergadura en economía, negocios, salud, sociedad, y en lo individual.

No es poca cosa el desafío de encarar los retos del desarrollo en este siglo vertiginoso en novedades tecnológicas. No bastarán las recetas educativas de antaño. Vivir con dignidad en 2030 significará también ponernos a tono con ese nuevo entorno de sueños colectivos llevados a la realidad por la fuerza de las innovaciones, algo que solo será posible en democracia y libertad, en un país abierto al mundo.


TUITEANDO

VOTAR: Este domingo 9 de diciembre iremos nuevamente a las mesas electorales a votar por nuestros candidatos a concejales. Al respecto, el silencio del CNE tiene como fin desestimular el voto, sobre todo el opositor, para arrasar con la mayoría de los cargos sin mover un dedo. En mi municipio hemos probado una y mil veces que al sufragar y defender el voto en las mesas electorales, no han arrebatado el triunfo a los candidatos demócratas, ni han podido ejecutar maniobras truculentas de adversarios dispuestos a cometerlas. No votar es perder por forfeit, abandonar el campo sin lucharlo. Como ciudadanos y vecinos nos merecemos algo mejor que eso.

Gioconda San Blas
@daVinci1412

LUIS F. JARAMILLO R., DE CÓMO ESTIMULAN LA ABSTENCIÓN LOS PROMOTORES DEL VOTO


Las elecciones municipales, a celebrarse el próximo 9 de diciembre, como todas las que han tenido lugar en Venezuela después de las parlamentarias del 6 de diciembre de 2015, se prospectan bajo la sombra del fantasma de la abstención.


La abstención electoral consiste en la no participación en las votaciones de los electores asistidos con el derecho de hacerlo, la cual se convierte en un fenómeno político cuando se trata de una reacción masiva del electorado. No es un hecho sino más bien un acto -porque interviene la voluntad humana- de no hacer que tiene consecuencias jurídicas, por tanto  exigible imperativamente y su incumplimiento penalizado, cuando es consagrado como una obligación del ciudadano, pero que no acarrea consecuencias jurídicas, porque se configura como un deber cívico o moral, en aquellos ordenamientos legales, como el nuestro, en el cual, conforme se dispone en el artículo 63 de la Constitución, el sufragio es consagrado como un derecho del ciudadano.

En los estudios que se han realizado sobre el tema se habla de una abstención técnica o forzosa, en la cual el elector no ejerce su derechos al voto por razones extrañas a su voluntad debido a defectos en el registro electoral, a enfermedad o incapacidad física, a motivos de viaje, etc; de unaabstención pasiva o sociológica que es motivada por la falta de interés en los asuntos públicos en general que acusan ciertos sectores de la población y de una abstención activa o ideológica que es aquella que se  produce como un acto, consciente o deliberado del elector, de rechazo a la legitimidad del régimen político, de los sistemas electorales o aun de los propios liderazgos políticos.

Un estudio realizado por el internacionalista argentino Daniel Zovatto Garreto, Director Regional para América Latina del Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA Internacional), sobre la participación electoral en América Latina, revela que entre 1.980 y el año 2000, “la tendencia regional muestra que, en promedio, más del 62 % de los ciudadanos con derecho a elegir  a sus representantes votan en las elecciones nacionales más importantes”.

De manera que, en sentido general, cerca de un 40% de la población en edad de votar, en la región, se abstiene de hacerlo, lo cual por sí mismo no represente un signo de degradación de nuestras democracias,  si se considera que, para el período estudiado, otros países de democracias estables y exitosas, muestran índices más elevados de abstención electoral, como sería el caso de los Estados Unidos con un 50% y de Suiza con el 45%.

Según el estudio del doctor Zovatto, los países de América Latina que  registraron más bajo índice de abstención fueron Chile, Uruguay, Argentina, Brasil, Nicaragua, Perú y Costa Rica, con un porcentaje cercano al 20%, les siguen Panamá, Honduras, Bolivia, República Dominicana, Venezuela, Ecuador, Paraguay y México, con un porcentaje que oscila entre el 20 y el 35% y, por último, con un porcentaje no inferior al 40%, Guatemala, El Salvador y Colombia, lo cual indica que nuestro país figura, entre los de la región, con una participación electoral por encima del promedio.

En efecto, si bien es cierto que, durante los primeros años siguientes a la restauración de la democracia, hasta las elecciones de 1.978, que dieron el triunfo electoral al Dr. Luis Herra Campos, el porcentaje de abstención electoral en nuestro país estuvo en un 6.74%, durante el lapso comprendido en el estudio realizado por el investigador argentino ascendió a un 28.08% -dentro de los parámetros indicados en el mismo-, habiendo alcanzado, excepcionalmente, el alto índice de un 43.69% en las elecciones presidenciales del año 2.000 en las cuales compitieron el extinto presidente Hugo Chávez y Francisco Arias Cárdenas, pero luego, en las elecciones nacionales siguientes, hasta las parlamentarias del 2015,  el porcentaje de abstención fue, en promedio, de 22,74%.

De manera que el abstencionismo no es el comportamiento normal del electorado venezolano. Fue a  partir de las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre de 2015 cuando realmente se presenta en Venezuela el fenómeno de la abstención, porque es cuando alcanza niveles que superan  arrolladoramente los índices registrados, hasta entonces, en los países de la región y muy probablemente, del mundo, puesto que las que se habían producido con anterioridad, con exclusión de la del año 2000, se mantuvieron siempre dentro de los promedios normales.

En efecto, en las írritas elecciones del 30 de julio de 2017, para elegir la inconstitucional asamblea constituyente chavista, en las cuales, según el CNE, participaron 8.089.320 personas, con una abstención, según sus cómputos  del 58,47, si bien no pudo ser medida en forma neutral e independiente, porque se produjeron bajo un padrón electoral ad hoc, confeccionado a su capricho  por el gobierno, la abrumadora abstención quedó puesta en evidencia porque las mesas electorales permanecieron desiertas y porque “hubo manipulación del dato de participación” según denunció Smartmatic, empresa encargada del software del sistema de votación, y posteriormente en el simulacro de elecciones presidenciales celebradas en mayo de este año, convocadas por un órgano incompetente -la  ANC chavista- y fuera de los lapsos constitucionales, la abstención, que según cifras del CNE alcanzó al 53,93%,  según proyecciones  del Grupo de Lima, basadas en informaciones neutrales internacionales, fue de un astronómico 82,96%.

Es indudable, pues, que el fenómeno de la abstención en Venezuela, se presenta como una abstención activa o ideológica porque con ella lo que se expresa es el rechazo del elector a la ilegitimidad del régimen, reconocido abiertamente como una dictadura, y a su inocultable fraudulento sistema electoral, pero también la total incredulidad de éste en las razones o justificaciones con las cuales, líderes  de oposición y panegiristas del voto, argumentan su llamado a votar, aclamándolo como única e indispensable condición para poder producir el cambio de gobierno.

Cuando en las campañas electorales, los candidatos de la oposición, prometieron a sus electores que al día siguiente a las elecciones habrá un nuevo gobierno en Miraflores y que sonarán en el país las campanas anunciando el glorioso retorno de la libertad y la democracia, como lo hicieron a su turno, Rosales, Capriles o Falcón, lejos de promover la intención de votar, terminaron por sembrar en aquellos el desaliento y la frustración.

Cuando se habla de que la oposición no sabe, no puede ni debe hacer otra cosa que concurrir a elecciones, cualesquiera que sean las condicione en las que éstas se celebren o que, si no participa en las elecciones, las oposición no es nada, no se hace otra cosa que sembrar en la consciencia de los electores de oposición la idea de que no cuenta con un verdadero liderazgo en el cual confiar, de cuyas directrices pueda esperar le iluminen el camino hacia la victoria,  porque es inconcebible que las fuerzas  de  oposición no tengan otra cosa de qué ocuparse como no sea  esperar o prepararse para la celebración de elecciones, bajo un sistema electoral probadamente fraudulento,  cuando el gobierno es rechazado por  más del 80% de los venezolanos, vivimos la crisis económica, social, ética y política más horrenda de la historia  que  ha aventado a una diáspora desesperada a más del 10% de la población, en todo el país se suceden diariamente decenas de protestas motivadas por el hambre y la insatisfacción de las más ingentes necesidades  y la comunidad internacional, desconociendo la legitimidad del régimen, tiende sobre él un férreo condón sanitario e impone sanciones a sus más prominente figuras y cómplices como no había ocurrido antes en ningún otro país del mundo. ¿Cómo es, pues, que la oposición no tenga otra cosa que hacer que participar en elecciones?

No es que la abstención sea el camino ni mucho menos que sirva para algo como no sea favorecer los intereses políticos del régimen, sino que la gran masa del electorado de oposición, por desaliento y frustración, ha caído en ella y de ella no saldrá mientras que sus líderes no inserten su llamado a votar dentro de una estrategia general de lucha, que les dé motivos para la participación electoral sin solamente esperar que como resultado de ésta se produzca el cambio de gobierno.

El mensaje de los promotores del voto no convence al electorado abstencionista como para incitarlo a votar.
Luis F. Jaramillo R.
@JaramilloR ‏

ANTONIO SÁNCHEZ GARCÍA, REBELIÓN EN LA GRANJA


“Libertad significa el derecho de decirle a la gente lo que no quiere oír.” George Orwell

La primera edición de Rebelión en la granja, la obra más famosa del escritor británico George Orwell, careció de una nota introductoria. A pedido del único editor que finalmente, tras cuatro intentos con otras casas editoriales que rechazaron la obra, se atrevió a publicarla en Londres en 1945, en un cuasi avergonzado anonimato. La razón la explicó el mismo Orwell en un prólogo para la edición ucraniana de 1947: sus problemas editoriales eran el resultado de un fenómeno forjado en medio de la lucha contra Hitler por la alianza de Churchill con Stalin: “el servilismo de los llamados intelectuales hacia Rusia”. Propugnado, por contradictorio que parezca, por el anticomunista Winston Churchill. Un gran pensador francés, Jean François Revel, dedicaría gran parte de su prolífica obra ensayística a seguir denunciando hasta su muerte ese servilismo militante entre los intelectuales franceses, incapaces de asomar la cabeza por sobre los faldones del Partido Comunista, el más servil y filo soviético de Occidente. No le sirvió de nada. La Unión Soviética siguió teniendo la razón, hasta extinguirse por el agotamiento de sus fuerzas primarias. Aunque no por ello se extinguió el predominio hegemónico del sovietismo, ahora travestido de progresismo o socialismo democrático. Prima incluso en los Estados Unidos, en el Departamento de Estado, en la Casa Blanca y las naciones más desarrolladas del planeta que no se atreven a enfrentarse a la verdad a pecho descubierto. Orwell lo supuso: “los liberales le tienen miedo a la libertad y los intelectuales no vacilan en mancillar la inteligencia.”

Vale la pena citar un párrafo in extenso de ese prólogo ucraniano de 1947 para ir a las raíces del actual predominio de las izquierdas en la conformación de la hegemonía mediática mundial, la misma que hoy pone el grito en el cielo y se escandaliza frente al avance aparentemente irrefrenable de las derechas en el mundo, desplegando sus pancartas acusatorias de lo que consideran la resurrección del fascismo en el mundo: “Ante todo, un aviso a los periodistas ingleses de izquierda y a los intelectuales en general: recuerden que la deshonestidad y la cobardía siempre se pagan. No vayan a creerse que por años y años pueden estar haciendo de serviles propagandistas del régimen soviético o de otro cualquiera” – por ejemplo, del castro comunista cubano o del lulismo y el chavismo de toda condición, agregaría yo – “y después pueden volver repentinamente a la honestidad intelectual. Eso es prostitución y nada más que prostitución.”

Fue un llamado de atención a un fenómeno que un hombre de su genialidad y su capacidad premonitoria, como lo demostraría en su inquietante novela 1984, la claustrofóbica fábula del totalitarismo, pudo anticipar con una exactitud lacerante y que un analista denominaría posteriormente “la civilización soviética”: “nada importa tanto al mundo en este momento como la amistad anglo-rusa y la cooperación entre los dos países, pero esto no podrá alcanzarse si no hablamos claro y sin rodeos.” Fue la herencia que nos dejaron Churchill y los norteamericanos victoriosos: abrirle los portones del dominio cultural e informativo de Occidente a los intereses de la Unión Soviética y el comunismo internacional. Desde abril de 1945, todo lo que fuera de derechas ha sido considerado pecaminoso, eventualmente fascista y totalitario; todo lo que fuera de izquierdas, anticipo de dictaduras socialistas o proto totalitarias, el colmo de la bondad y el humanismo cristiano. Avalado por el Sermón de la Montaña y la ordenanza de Nuestro Señor Jesuscristo: los ricos no caben en el paraíso. Es la esquizofrenia que lastra a los medios democráticos occidentales: vivir haciéndose el harakiri ante el chantaje buenista de las izquierdas, socialdemócratas o bolcheviques, según la ocasión. Y espantarse ante la reacción que provocan las iniquidades y estropicios de las izquierdas, descalificada por principio como expresión del fascismo moderno. Es lo que el progresismo se niega a comprender: la ira con que aparecen los movimientos contestarios se debe al cansancio ante los abusos y tropelías, crímenes y latrocinios cometidos por las izquierdas desde el poder, sea el chavismo venezolano, el lulismo brasileño, el independentismo español. No hablemos del castrocomunismo cubano, que lleva sesenta años torturando a su pueblo ante la indiferencia mundial.

Las recientes elecciones presidenciales en Brasil y México  han servido de ejemplares paradigmas del doble discurso ideológico y político que enfrentamos. Una despiadada y vociferante abalancha de crítica y rechazo de los medios internacionales dominantes contra Jair Bolsonaro se desplegó mostrando la absoluta animadversión del progresismo mediático imperante en el mundo contra el derechista brasileño y su eventual influencia futura sobre los tímidos sectores de las derechas de la región, constantemente boicoteados y chantajeados por el castrismo que permea a todas las clases políticas dominantes en América Latina: desde The New York Times y The Washington Post, anclas del pensamiento progresista norteamericano asentado en el Partido Demócrata y la Intelligentzia dominante, hasta El País, de España, centro de la cultura socialdemocrática europea, con un fuerte influjo en América Latina, pusieron las cartas sobre la mesa: la derecha no es bien vista en las alturas de la Hegemonía. Poco importa el alcance y las dimensiones del respaldo popular con el que cuente, pues mientras mayor ese respaldo, peor para el respaldado y mayor el encono de los medios. Que aceptan la presencia de las derechas en América Latina, si es meramente decorativa y condenada a servir de comparsa a las izquierdas conviviendo en paz bajo los sistemas de dominación gobernantes. Pero basta que ese respaldo se convierta en un mayoritario sentimiento popular, que esas derechas pasen a expresar la indignación popular ante los desafueros y catástrofes causadas por las izquierdas y se planteen la salvación del statu quo asumiendo la defensa de lo establecido, para desvirtuarlas endosándoles el calificativo de fascistas.

Es un automatismo que no funciona con las izquierdas: definidas desde siempre como contrarias al establecimiento, a los ciudadanos les parece hasta normal que los partidos y organizaciones de izquierda se planteen el asalto a la razón y convoquen a las armas. Que protagonicen motines y golpes de Estado y asesinen centenas de inocentes. Que amenacen incluso con desatar mortandades masivas y reciclar los hechos del asalto al Palacio de Invierno, por más bárbaro y sangriento, siempre idealizado como la legítima y necesaria venganza de los explotados contra los explotadores. Que será escoltada siempre por los intelectuales y artistas del patio, izquierdistas por naturaleza. Incluso por la Iglesia, como lo demuestra el papado de Francisco I. Así sean entonces el epitome del verdadero fascismo – la violación de la legalidad y el respeto al Estado de Derecho, incluso mediante el uso de prácticas terroristas – a nadie se le ocurre calificarlas de fascistas. Así, por ejemplo, las prácticas objetivamente fascistas del chavismo o del castrismo – gobernar con un despiadado garrote en la mano violando todos los derechos humanos -, jamás han sido ni serán catalogadas de fascistas. El fascismo es de derechas y punto. El socialismo, en su antípoda, es liberador. Es la dialéctica del extremismo político de la modernidad.

Ningún articulista, del New York Times o del Washington Post, de El País o Le Monde, ha atacado con igual fiereza al candidato del castrocomunismo y del indigenismo mexicano Andrés Manuel López Obrador. AMLO. Los mismos que anticipan una dictadura militarista en Brasil y proclaman su odio al futuro presidente, apuestan a la paz perpetua en México. Porque como ya lo advirtió Orwell en medio de la catástrofe, ser comunista es bueno, ser derechista es malo. Así la historia nos demuestre lo contrario.    

Antonio Sánchez García
@sangarccs

GABRIEL BORAGINA, LA IMPORTANCIA DEL G-20


La “cumbre” del G-20 que convoca a los principales líderes políticos (aclaramos lo de políticos porque hay muchos otros tipos de líderes que no son de esta clase) y que se realiza en la República Argentina concentra la atención de los medios de todo el mundo. En muchos casos por admiración y en otros por rechazo a este tipo de conclaves.

No voy a explicar aquí que es el G-20, ni cuáles son sus fines declarados, porque dicha información abunda en todos los medios de comunicación, sean nacionales o internacionales. Sino que voy a abordar mi propia impresión de este tipo de invitaciones.

La verdadera importancia de estas convocatorias entre jefes de estado (y por la cual creo que hay que prestarles mucha atención) reside en el hecho de que estas personas son las que manejan el fruto del trabajo de millones de otras que son las que verdaderamente producen la riqueza que los gobiernos redirigen hacia otros sectores, o que directamente consumen por sí mismos. Lo que decidan -por muy diversa que sea su agenda- tendrá siempre uno u otro efecto, o ambos.

La suerte de los destinos económicos mundiales está en sus manos, porque poseen la fuerza legal para captar sus recursos sin que nada (o muy poco) podamos hacer para evitarlo.

La presencia física de los jefes de estado de las diversas naciones que lo componen es -a mi juicio- un dato irrelevante que sirve no más que para atraer la atención e impresionar a las personas del llano alejadas de los entornos políticos. Digo esto, porque en la era que vivimos donde la informática y las telecomunicaciones tiene un desarrollo tal que no hace falta como antaño la reunión física de personas para trabajar o concretar negocios, los que hoy en día pueden realizarse sin mayor esfuerzo ni necesidad de desplazarse de un lugar a otro a través de internet y las demás formas de ciber-comunicación, tornan -de alguna manera- superfluos los múltiples desplazamientos geográficos que antaño resultaban necesarios.

De hecho, las economías de los países intervinientes no estarán ni más ni menos controladas por la circunstancia de que los jefes de estado se reúnan en un salón físico o no lo hagan. Los mismos efectos se acusarían si la “cumbre” se celebrara por teleconferencia o similares. Lo relevante son las resoluciones que estos políticos toman y no los medios (presenciales o a distancia) en que lo hagan. Es indistinto se están realmente próximos o distantes, en tanto existen formas de comunicación simultáneas y perfectamente sincronizadas. Pero no es en estos plenarios (donde todos se muestran juntos para las fotos) donde se toman las determinaciones relevantes que afectan a la economía mundial, sino que es mediante los acuerdos internacionales previos que tampoco requieren la presencia corporal de los contratantes por las mismas razones dadas antes y que normalmente se firman a través de representantes diplomáticos con mandatos suficiente, lo que pocas veces justifica el desplazamiento de los "líderes" máximos del mundo político.

Pero, por otro lado, los acuerdos comerciales que pretendieran efectuarse en esas "cumbres" ya vienen condicionados por tratados internacionales previos, a los que hay que agregarles el cúmulo de sus legislaciones internas propias de cada país miembro, que determinan y reducen a un punto muy menor el margen de maniobrabilidad que tengan los actuales jefes de estado como para permitirles incorporar grandes innovaciones, que luego podrían llegar a correr el albur de no poder imponer, total o parcialmente, modificando sus respectivas legislaciones internas.

Estas circunstancias le quitan mucha de toda esa espectacularidad con la que las personas comunes (y la prensa en general) suele rodear estas "cumbres" mundiales. Lo que queda después es, esencialmente, escenografía pura.

Esto no minimiza -no obstante- el enorme poder que tienen tales personajes sobre nuestras economías domésticas. Las que aun contando con las limitaciones señaladas pueden manejar casi a su antojo.

Lo trascendente -con independencia de la forma y el lugar donde se lo haga- es que estas personas son las que -en definitiva- decretan como se gastarán las producciones que millones de otras personas, que no pueden y ni siquiera desearían participar de estas “cumbres", han elaborado mediante su propio esfuerzo.

Es que parece que el mundo se ha acostumbrado a que los grandes desafíos empresariales no los tomen ya los empresarios sino los políticos. Esto se ve como algo normal y aceptable a los ojos de la gran mayoría de las personas. Y, desde mi propio punto de vista, me parece altamente preocupante. Se considera como "normal" que lo privado sea manejado por lo público o -más precisamente- por lo estatal, y que soluciones que, en una economía sana, serían tomadas por consumidores y proveedores (léase empresarios, comerciantes, etc.) lo sean por el estado-nación o cualesquiera que fueren sus representantes de turno. Es -ni más ni menos- la sustitución del mercado libre por el más puro estatismo. Y esto se refleja en ocasiones como las que ahora ocupan estos comentarios.

Pero, como decimos, es lo expuesto lo que nuestras sociedades actuales aceptan. Los que se oponen a estas “cumbres" no lo hacen por los motivos que estamos esgrimiendo, sino alentados por imponer -también desde el gobierno- una orientación ideológica diferente (sea denominada de izquierda, de derecha o de centro) pero siempre teniendo al gobierno como protagonista y agente activo, es decir, con exclusión del individuo y de la iniciativa privada en sí misma.

Lo positivo de todo el asunto puede resultar de efectos colaterales que la publicidad de estos encuentros puede generar. Algunos empresarios privados, hipotéticamente, ajenos por completo a los vínculos con el poder, pero fácilmente dependientes emocionalmente de la publicidad que los medios le otorguen a aquel, podrían ser influenciados por la difusión que se les dan a estos actos burocráticos, y los decida a invertir en los países anfitriones. Esto podría ser un rasgo positivo y no querido (o sí) por parte de los jefes mundiales al autoconvocarse de esta manera, cuando, el verdadero propósito -podemos sospechar- es el de qué manera beneficiar a las empresas dependientes o vinculadas al gobierno miembro participante.

 Con todo, el efecto psicológico que tienen estos sucesos políticos para la población en general resulta verdaderamente impactante, por la corriente actitud de genuflexión ante el poder que inspiran las imágenes de autoridad que dan los gobernantes.

Gabriel S. Boragina
gabriel.boragina@gmail.com
@GBoragina ‏

ROMÁN IBARRA, LA POLÍTICA Y EL DEPORTE


En todos los deportes existen los jugadores promedio, y por supuesto los jugadores fuera de serie. Los primeros, no es que sean malos, sino que no siempre sobresalen; ello quiere decir que hacen las jugadas que les están encomendadas y se esperan de ellos para el quehacer diario.


En el caso de los superestrellas, fuera de serie, o los cracks se considera que, no sólo son capaces de hacer las jugadas de rutina, sino que en un lance de virtuosismo, de talento superior, son capaces de hacer jugadas inesperadas que pueden darle la vuelta de manera dramática a un evento, o un juego.

En los  momentos cumbres de un partido son capaces de llevar al público, y sus fans especialmente al paroxismo, con un lance maestro que explota las emociones colectivas para alcanzar el triunfo.

A decir verdad me gustan todos los deportes, pero debo confesar que me apasionan excesivamente cuatro, o cinco, sin que en ello haya prioridades, sino ocasiones. Me refiero al futbol, al béisbol, al baloncesto, al boxeo, y el atletismo.

Es por ello que guardo en mi memoria momentos espectaculares de cada uno de ellos, como el mundial México 70, y el Brasil de Pelé; el mundial de Alemania 74, de Beckenbauer; el mundial Argentina 78, de Kempes; el mundial 82, de Rossi; el del 86, de Maradona; el 90 con Klinsman; 94 Brasil de Romario como líder; 98 Francia de Zidane; 2002 Brasil, de Ronaldo; 2006 Italia de Buffon; 2010 de Iniesta; 2014 de Kroos, y 2018 con Francia campeón, y su líder Mbappé.

Otro tanto puedo recordar de momentos estelares del béisbol con Reggie Jackson; Derek Jetter; Mariano Rivera con los Yankees (cada uno en su tiempo); Carl Yastrzemsky, Luís Tiant; Big Papi (Boston); Pete Rose; Concepción, Tany Pérez (Cincinnati); Roberto Clemente; Manny Sanguillén (Pittsburg), Ozzie Smith (Saint Louis); Omar Vizquel, Galarraga (Texas, y Colorado), entre un sinfín de estrellas.

Recordar juegos olímpicos y ver correr a figuras como Ben Johnson; Carl Lewis, o Usain Bolt, nos hace recrear mentalmente la maravilla que puede alcanzar el talento, y la constancia de los humanos.

A Michael Jordan en el baloncesto de la NBA y sus Chicago Bulls, o a Lebrón James con los Miami Heat, para solo citar a dos superestrellas de esa disciplina. Del mismo modo, podría pasar largo rato recordando figuras estelares del boxeo, como: Cassius Clay (Muhammad Alí); Joe Frasier; George Foreman; Sugar Ray Leonard; Mano e´ Piedra Durán; De la Hoya; Marvin Hagler; Pacquiao; Mayweather, y otros púgiles también notorios en distintas categorías.

Con la reseña de estos grandes deportistas quiero destacar que ellos fueron capaces de deslumbrar al mundo gracias a su talento, y su tenacidad, pero también porque junto a ellos estaban otros grandes deportistas y técnicos, quienes sin ser superestrellas eran también muy buenos desarrollando tácticas y estrategias previamente diseñadas y practicadas hasta el cansancio para dominar a sus rivales.

En el caso de la política hay unos líderes emblemáticos, como Churchill en la segunda guerra mundial, y Rómulo Betancourt en Venezuela, a quienes las circunstancias, junto a su talento, les llevaron a ejercer roles definitivos y triunfadores. Pero no todos los políticos tienen ese talento, y sin embargo, son capaces de hacer el trabajo correcto a diario para vencer a sus contrincantes.

Con esto lo que quiero decir, es que todos los políticos, asesores, y ciudadanos de la oposición debemos hacer las jugadas diarias correctamente, y ya se harán presentes los superestrellas para rematar la jornada que todos deseamos, como es derrotar al comunismo que nos asfixia y destruye! Se puede.

Román Ibarra
@romanibarra