lunes, 11 de febrero de 2019

ACTUALIZACIÓN, DE "EL REPUBLICANO LIBERAL II”, DEL MARTES 12-02-2019,

CARLOS ALBERTO MONTANER, BUKELE Y CÓMO TERMINAR CON LA POBREZA, EL ÉXODO Y LA VIOLENCIA

EL REPUBLICANO LIBERAL en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 4 minutos
Nayib Bukele arrasó en El Salvador. Bukele es un outsider que utilizó GANA como vehículo electoral, un partido de derecha desgajado de ARENA. Lo usó, pese a que su fundador, el expresidente Tony Saca, está preso y condenado a diez años de cárcel, acusado de apropiarse indebidamente de 300 millones de dólares. A nadie le importó esa circunstancia. GANA era sólo una boleta. El partido apenas obtuvo 11 del total de 84 diputados. Bukele liquidó a los comunistas del FMLN (23 diputados) y a los liberales-conservadores de ARENA (37). Salvador Sánchez Cerén (FMLN) abandonará la presidenci... más »

JOSÉ RAFAEL AVENDAÑO TIMAURY, MILITARES

EL REPUBLICANO LIBERAL en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 15 minutos
Aproveché los recientes días para leer la Tesis Doctoral que presentó Ismael Rodríguez Vásquez para optar el título de Doctor en Ciencias, mención Ciencias Políticas en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, Centro de Estudios de Posgrado, de la Universidad Central de Venezuela (Noviembre 2015). No se trató de una lectura al azar destinada a “matar el tiempo”. Lo hice, sencillamente, en virtud de la agobiante crisis nacional que confrontamos todos los venezolanos. Donde la presencia del estamento militar tiene un rol preponderante en el mantenimiento o modificación de la c... más »

ORLANDO AVENDAÑO, DE LA DESESPERANZA A GUAIDÓ

EL REPUBLICANO LIBERAL en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 21 minutos
*Cómo se orquestó la toma del poder en Venezuela* Como algunos quieren hacer creer, la gran toma del poder en Venezuela no fue tramada por un solo mariscal, desde su jardín, de forma maquiavélica Juan Guaidó en evento ante la sociedad civil en la Universidad Central de Venezuela. (EFE) Esta crónica se elaboró luego de consultar varias fuentes que prefirieron mantenerse en el anonimato y no ser citadas. En agosto de 1943 se empezó a tramar la famosa Operación Overlord. Era la toma de la Bastilla, el asalto al Palacio de Invierno o el ataque de los liberatores; de la Segunda Guerra ... más »

OMAR ÁVILA, EN ESPERA DEL DESENLACE

EL REPUBLICANO LIBERAL en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 26 minutos
Quiero comenzar dejando bien claro que ciertamente ha sido -y es- importante el apoyo de la mayoría de los países del mundo, pero también hay que reconocer el trabajo en equipo de años, que no llegó de la noche a la mañana, ni por arte de magia. Por supuesto que la figura de Juan Guaidó ha sido una pieza fundamental, junto a toda la dirigencia política y la Asamblea Nacional, pero sobre todo a una ciudadanía que se ha sumado nuevamente a la lucha por el cambio, en fin, aquí no hay protagonista, es un trabajo en equipo y unidad, que debe cuidarse y mantenerse para poder culminar con... más »

JESÚS ELORZA, 4F EVOLUCIÓN FASCISTA

EL REPUBLICANO LIBERAL en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 32 minutos
Durante las celebraciones del 27º aniversario del 4F, los colectivos armados de la parroquia 23 de Enero, La Piedrita, Alexis Vive y los Tupamaros, recorrían todo el sector gritando consignas alusivas al régimen: ……..Chávez y Maduro / construyen el futuro. ……..Con hambre y sin empleo / con Maduro me resteo. ……..Maduro seguro / al gringo dale duro: Otros habitantes de la zona, reunidos en una de las licorerías del sector comentaban entre sí el desarrollo de los acontecimientos. Esos muchachos no tienen la más mínima idea de lo que están haciendo, dijo uno de ellos. A lo mejor están... más »

MARIO VARGAS LLOSA, LARGO CAMINO HACIA LA LIBERTAD

EL REPUBLICANO LIBERAL en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 40 minutos
Algún día, no lejano, se escribirá una gran novela tolstoyana sobre la heroica lucha del pueblo venezolano contra la dictadura de Chávez y Maduro. Y el final será, por supuesto, un final feliz Algún día se escribirá un gran libro sobre la heroica lucha del pueblo venezolano contra la dictadura de Chávez y Maduro, que recuerde los sufrimientos que ha padecido todos estos años sin cesar de resistir, pese a los torturados y a los asesinados, a la catástrofe económica —probablemente la más atroz que recuerde la historia moderna— que ha llevado a un país potencialmente muy rico a la ham... más »

CARLOS ALBERTO MONTANER, BUKELE Y CÓMO TERMINAR CON LA POBREZA, EL ÉXODO Y LA VIOLENCIA


Nayib Bukele arrasó en El Salvador. Bukele es un outsider que utilizó GANA como vehículo electoral, un partido de derecha desgajado de ARENA. Lo usó, pese a que su fundador, el expresidente Tony Saca, está preso y condenado a diez años de cárcel, acusado de apropiarse indebidamente de 300 millones de dólares. A nadie le importó esa circunstancia. GANA era sólo una boleta. El partido apenas obtuvo 11 del total de 84 diputados. 

Bukele liquidó a los comunistas del FMLN (23 diputados) y a los liberales-conservadores de ARENA (37). Salvador Sánchez Cerén (FMLN) abandonará la presidencia con el rechazo del 80% de los salvadoreños. Perdió un 47% de los votos obtenidos en la penúltima contienda. Es el peor valorado de los presidentes desde que Alfredo Cristiani inauguró su presidencia en 1989, dándole inicio a los cuatro gobiernos de ARENA. Tras Saca, el último presidente de ARENA, vino Mauricio Funes del FMLN, exiliado en Nicaragua acusado de robarse 351 millones de dólares, y, por último, el repudiado Sánchez Cerén. 

¿Por qué rendija se “coló” el outsider? Primero, no era un desconocido. Había sido alcalde de San Salvador y los votantes no lo culpaban de la pobreza o la violencia, los dos principales males que aquejan al país. Segundo, los electores están cansados de las promesas vacías de los partidos, de la corrupción, de los “sobresueldos” clandestinos y de los métodos tradicionales de comunicación. Bukele apenas acudió a mítines en la capital o en los pueblos de su diminuto país y rehuyó los debates. Fijó, eso sí, su distancia de Nicolás Maduro y de Daniel Ortega, a quienes calificó de “dictadores”. 

El nuevo presidente tiene 37 años y un aspecto juvenil. Si el poeta español Rafael Alberti pedía respeto porque había nacido con el cine en 1902, Bukele y los jóvenes políticos de su generación, en todas las latitudes, pueden repetir ese reclamo porque han nacido con Internet, con los PC, con Facebook y con Twitter. Tienen otra manera de comunicarse con los electores y la utilizan profusamente. Es la historia, también, de Alexis Tsipras en Grecia y de Pablo Iglesias en España, ambos leninistas afortunadamente maniatados por la moderada realidad burguesa de la Unión Europea. 

Para combatir la violencia social y su contrapartida, las ganas locas de emigrar, Bukele tendría que crear en su pueblo esperanzas razonables de prosperar. A fin de cuentas, de Panamá y Costa Rica, dos países centroamericanos, no se va casi nadie. Al revés: están llenos de inmigrantes que comparten el “sueño” panameño y el “sueño” tico. Se escapan, en cambio, de Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala. 

¿Cómo se logra ese milagro? Invirtiendo en “capital humano”, es decir, en educación y salud, pero creando fuentes de trabajo que permitan generar excedentes a lo largo de un par de décadas para poder realizar esa inversión. No hay atajos, pero el secreto es estar un poco mejor cada año que pasa y olvidarse de los líderes carismáticos. La libertad, la ley y las instituciones son insustituibles. “Pobres los pueblos que necesitan héroes” dijo Bertold Brecht, aunque no siempre obedeció su justa advertencia. 

En cuanto a la prosperidad, toda la información disponible de Bukele hace pensar que confía en el gasto público para lograrla. Fue un alcalde populista, y es una lástima, porque ese camino conduce al desastre. Haría muy bien en dedicarle 5 minutos a un breve YouTube producido por la Fundación Libertad y Progreso de Argentina bajo el título de Trabajo productivo vs Trabajo Improductivo. Argentina es uno de los pocos países de la tierra que ha ido paulatinamente subdesarrollándose y conquistando la pobreza sin pausa ni tregua. Ahí aprendería que la prosperidad creciente es el resultado del aumento constante de la productividad generada por la creatividad casi sin trabas de los emprendedores. 

Ni siquiera le vale a Bukele escudarse en el tamaño y la población de El Salvador para justificar un hipotético fracaso. Son los de Israel, sólo que el exitoso Estado judío está rodeado de enemigos, mientras El Salvador juega con ventaja y cuenta con las simpatías y las ganas de ayudar de medio planeta. Confiemos en que el sentido común ilumine a Bukele. Si no tiene éxito será terrible. 

Carlos Alberto Montaner
@CarlosAMontaner

JOSÉ RAFAEL AVENDAÑO TIMAURY, MILITARES


Aproveché los recientes días para leer la Tesis Doctoral que presentó Ismael Rodríguez Vásquez para  optar el título de Doctor en Ciencias, mención Ciencias Políticas en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, Centro de Estudios de Posgrado, de la Universidad Central de Venezuela (Noviembre 2015).

No se trató de una lectura al azar destinada a “matar el tiempo”. Lo hice, sencillamente, en virtud de la agobiante crisis nacional que confrontamos todos los venezolanos. Donde la presencia del estamento militar tiene un rol preponderante en el mantenimiento o modificación de la coyuntura política en que vivimos. Se trata de una cotidianidad exasperante y a la vez inexplicable. La arruga se ha estirado tanto que se encuentra a punto de hacer “trac”.

La tesis en cuestión lleva por título “Institucionalización y reinstitucionalización del estamento militar venezolano 1910-1964”. Se trata de un estudio académico serio donde aborda el comportamiento de la claque militar venezolana a partir de la era republicana iniciada en abril de 1810. La concreción y aspecto fundamental de la tesis se limita desde el año 1910 hasta el año 1964. Por todas aquellas paradojas inexplicables del destino el periplo del cambio sustantivo lo inicia un ex ganadero y financista producto de una revolución triunfante. Convertido en general indiscutiblemente faculto –sin ningún tipo de dudas al respecto- en la gesta iniciada con motivo a la caída del liberalismo amarillo y la posterior consolidación iniciada (Invasión de los sesenta desde la zona aledaña a Cúcuta en la república de Colombia) que culminó con la Batalla de Ciudad Bolívar, donde la oposición armada al régimen fue derrotada. Su fama de guerrero fue debidamente consolidada y reconocida por su jefe y compadre, el también general, Cipriano Castro.

Diríamos entonces que el silvestre ganadero y cultivador fecundo de café se ganó en el campo de batalla las charreteras correspondientes de jefe militar indiscutido. Lo que le permitió convertirse -a su vez- como el amo absoluto de la generosa y amplia hacienda llamada Venezuela. La que manejó y dispuso a su antojo; y le permitió consolidar y usufructuar una riqueza inimaginable para la época.

Juan Vicente Gómez, el alto preboste, propició la creación formal de la Academia Militar venezolana con la única finalidad de formar a los jóvenes oficiales que se convertirían en la columna vertebral del nuevo Ejército. Allí vimos como las primeras promociones egresadas de la Escuela Militar se interrelacionaban dramáticamente con los “generales y otros oficiales (de la “vieja escuela”) llamados coloquialmente, acertadamente, como: “Chopo e’ piedras”. Argamasa muy contradictoria por lo demás. Cuya implosión generó (entre otras cosas) el 18 de octubre de 1945.

El colofón de su tesis de grado culmina con la adecuación del estamento militar venezolano a la emergente conducta republicana y democrática iniciada a raíz del 23 de enero de 1958. Resaltan los pensum de estudio asumidos y la formulación de una novísima doctrina militar adecuada a los tiempos modernos. Respetuosa de la Constitución Nacional; donde se definía, de manera lúcida y acertada, su rol fundamental como parte garantizadora de la aplicación de los principios constitucionales esbozados por aquella constitución. Era, en síntesis, una garantía cierta de que las Fuerzas Armadas Nacionales no se convertirían nunca más en guardianes pretorianos de los inefables caudillos. A quienes se les ocurriera reeditar (en el futuro) todas las viejas conductas atípicas y delictuales por todos conocidas.

El crecimiento y formación intelectual y material del estamento militar patrio fue incrementado de manera determinante en los cuarenta años posteriores al 23 de enero de 1958. Fueron garantes y determinantes en la conservación de la paz republicana con motivo a los levantamientos militares ocurridos (desde la extrema derecha a la extrema izquierda) donde se derramó valiosa sangre venezolana en los novísimos campos de batalla. La Fuerza Armada Nacional era conceptuada, para aquel entonces, como una de las grandes reservas morales, contentivas de inequívoca respetabilidad. Con la que contaba, entre otras, el Estado venezolano.

Así las cosas llegamos a 1999. Los errores cometidos por parte de la mayoría de la dirigencia política del país (incluyendo algunos provenientes de los cuadros militares) hicieron que resurgiera el viejo fantasma de la intentona golpista para enderezar los entuertos. Los golpes de Estado fallidos propiciaron el triunfo de un nuevo y peculiar caudillo militar, por vía electoral. La mayoría de los venezolanos queríamos un cambio radical en las maneras y en los modos propiciados por los últimos gobiernos civiles  que venían ejerciendo su mandato constitucional.

Las falsas expectativas creadas. La incapacidad manifiesta de corregir los vicios y errores en el manejo de la “res pública”; se hicieron patente –una vez más– agravando la crisis económica, social y política de la nación, el Estado y de la ciudadanía y población en general. Los errores de la llamada cuarta república han quedado enanos ante la magnitud de la actual crisis nacional propiciada por los últimos gobiernos “robolucionarios”.

El doctor Ismael Rodríguez Vásquez da comienzo a su enjundioso estudio con un extracto de un texto cuya autoría corresponde al doctor José Rafael Pocaterra (Memorias de un venezolano en la decadencia). Dicho texto, con la venia de mis distinguidos lectores, me permito glosar a continuación:

 “Si esos muchachos de los cuarteles parasen mentes en el papel que les corresponde y no en el que le asignan “los jefes” –generalmente iletrados, barbaros, chabacanos, que gozan de la jefatura porque son los “hombres de confianza”- en veinticuatro horas quedaría resuelto el problema de Venezuela, sin sangre ni conmociones, ni peligrosas reviviscencias 

Algunos suponen que de los cuarteles jamás pudo ni podrá salir la libertad … Pueden que tengan razón esos; no obstante yo, desconfío más de la selva que del cuartel”.

La gravedad de la crisis es suficientemente conocida. ¡Hasta por los más lerdos” Las horas son cruciales. Las expectativas son todas ciertas a ser cumplidas y penden sobre Venezuela como una “espada de Damocles”. El presidente interino ha venido ejecutando algunas acciones políticas puntuales inobjetables. Ha designado representantes suyos ante diversos gobiernos extranjeros. También ante órganos multilaterales. De igual modo ha venido delineando algunas líneas maestras que tienen que ver con la coyuntura. Dos de ellas me hicieron reflexionar –aún más– sobre el tema tratado en este escrito. Es decir, el preponderante papel a jugar por parte del estamento militar venezolano. También la probable solicitud de amparo internacional a nivel militar.

De igual modo tengo la opinión que ha soslayado -en la praxis- una herramienta fundamental en toda lucha cívica. Me refiero al indiscutible rol -en época de crisis- de las denominadas huelgas o paros escalonados por un determinado lapso. Hasta concluir, de ser necesario, en la declaratoria o llamamiento a la Huelga General o Paro General indefinido. Este eficaz instrumento de lucha constituye, sin duda alguna, el elemento de presión idóneo y adecuado con que cuenta la ciudadanía para hacer valer sus derechos conculcados. Hasta ahora –inexplicablemente– no lo ha hecho y solamente ha hecho sentir la presencia combativa -aunque esporádica- en la calle de la ciudadanía mediante dos multitudinarias manifestaciones populares (marchas, mítines, cabildos, o como quiera denominárseles) reprimiendo, de algún modo, el acerado espíritu combativo del pueblo que está dispuesto -sin mayor prédica- a patentar el rechazo al oprobio.

“El ejército es el pueblo en armas”, reza un vetusto dicho. Es el pueblo uniformado con las armas en la mano. Sea propicia también la ocasión para reproducir, por lo pertinente, el artículo 328 de la Constitución Nacional:

               “La Fuerza Armada Nacional constituye una institución esencialmente profesional, sin militancia política, organizada por el Estado para garantizar la independencia y soberanía de la Nación y asegurar la integridad del espacio geográfico, mediante la defensa militar, la cooperación en el mantenimiento del orden interno y la participación activa en el desarrollo nacional, de acuerdo con esta Constitución y la ley. En el cumplimiento de sus funciones, está al servicio exclusivo de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna. Sus pilares fundamentales son la disciplina, la obediencia y la subordinación. La Fuerza Armada Nacional está integrada por el Ejército, la Armada, la Aviación y la Guardia Nacional, que funcionarán de manera integral dentro del marco de su competencia para el cumplimiento de su misión,  con un régimen de seguridad social integral propio, según lo establezca su respectiva ley orgánica”.

Pienso que la FAN se encuentra a tiempo de “auto componerse” por todas las imposturas cometidas. Si no lo hace de manera perentoria; en el futuro ya muy cercano, habrá la necesidad de rediseñar la estructura global, doctrina y función de la Fuerza Armada Nacional en la Venezuela del siglo XXI. El desenlace de la crisis (en sus diversas opciones) es inminente. Hace días el ex presidente uruguayo José (“Pepe”) Mujica pronunció unas palabras aleccionadoras, sobrecogedoras y expectantes. Las traigo a colación no porque sean originales o expresen algo nuevo (Ya que muchos pensamos lo mismo). Lo hago en virtud de la  seriedad de quien las emite y su cercanía política con Maduro y su Combo. La indiscutible probidad ideológica y honestidad política y personal que posee no es motivo de discusión. Palabras más, palabras menos dixit: “Los Estados Unidos de América están dispuestos a intervenir militarmente en Venezuela (con otros aliados, agregado mío) si las condiciones así lo ameritan”.


José Rafael Avendaño Timaury
Cheye36@outlook.com
@CheyeJR

ORLANDO AVENDAÑO, DE LA DESESPERANZA A GUAIDÓ


Cómo se orquestó la toma del poder en Venezuela

Como algunos quieren hacer creer, la gran toma del poder en Venezuela no fue tramada por un solo mariscal, desde su jardín, de forma maquiavélica

Juan Guaidó en evento ante la sociedad civil en la Universidad Central de Venezuela. (EFE)

Esta crónica se elaboró luego de consultar varias fuentes que prefirieron mantenerse en el anonimato y no ser citadas.

En agosto de 1943 se empezó a tramar la famosa Operación Overlord. Era la toma de la Bastilla, el asalto al Palacio de Invierno o el ataque de los liberatores; de la Segunda Guerra Mundial. El gran plan que, en un contexto desfavorable, torcería la historia a favor del otro bando. Y en Venezuela, los preparativos para el Día D iniciaron en diciembre de 2018.

No existe el Eisenhower caraqueño. Tampoco el Montgomery zuliano. Como algunos quieren hacer creer, la gran toma del poder en Venezuela no fue tramada por un solo mariscal, desde su jardín, de forma maquiavélica. Fueron muchas voces que, en sus espacios, articularon al país —y al mundo— para fraguar la gran operación política que hoy tiene a Maduro en jaque. Al tirano en su búnker —su führerbunker—.

“La Constitución me da la legitimidad para ejercer la encargaduría de la presidencia de la República para convocar elecciones (…) Me apego a los artículos 233, 333 y 350 de la Constitución para lograr el cese de la usurpación”, dijo el entonces diputado Juan Guaidó al mediodía del 11 de enero de 2019.

Inmediatamente después de lo que fue el inicio de los cabildos, el primero en saludar a Guaidó como nuevo presidente de Venezuela fue el secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro. El discurso en el cabildo había sido bastante ambiguo, por lo que Almagro prácticamente le adhirió, con cemento, la banda presidencial a Guaidó.

Pero la noche anterior ocurrió bastante. Veinticuatro horas antes del primer cabildo Juan Guaidó no tenía previsto apegarse a los artículos 233, 333 y 350 de la Constitución. No tenía pensado decir nada sobre la encargaduría o la presidencia o lo que sea.

Hay que ir más atrás. Unas semanas. Cuando los grandes responsables de la toma del poder en Venezuela, esos que orquestaron la invasión caribeña a Normandía, empezaron a cimentar el terreno de la gran estrategia que llevó a Juan Guaidó al 23 de enero de 2019. El momento decisivo en el que, cargadas las bayonetas, listos los barcos, las tropas desembarcaron y marcaron el inicio de un proceso irreversible. Con la juramentación de Guaidó como presidente interino de Venezuela, Nicolás Maduro entró en el último período de su mandato dictatorial. Inalterable, invariable. Definitivo.

Preparativos para el Día D

Afuera de la Casa de las Américas, en Washington DC, hacía unos ocho grados centígrados. Era 14 de diciembre. El día nublado. En el despacho del secretario general se repartió café a los invitados: eran el presidente del Tribunal Supremo de Justicia venezolano en el exilio, Miguel Ángel Martín; los diputados Francisco Sucre, Freddy Superlano, Carlos Lozano y Juan Guaidó. Por teléfono estaban Julio Borges y el gran líder de Voluntad Popular, Leopoldo López.

Se discutía lo que todos coincidieron que era una oportunidad única. Jamás se había presentado una ocasión tan conveniente en veinte años de chavismo. La región favorece el cambio con nuevos jefes de Estado, conservadores, alineados con la Casa Blanca, donde ahora gobierna un empresario pragmático, enemigo acérrimo del rojerío en el mundo. Además, hay que designar a una nueva directiva del Parlamento venezolano. Es el momento para apartarse de una dirigencia que había hecho bastante daño a los ciudadanos venezolanos y que hoy carecía de prestigio y de credibilidad. Pero lo más importante, más allá de la posibilidad de refrescar el panorama político en Venezuela y lo apropiado de una región aliada de la causa, era la oportunidad de deponer a Nicolás Maduro a través de un proceso plenamente constitucional.

Las discusiones llevaban meses desarrollándose, es cierto. Cuatro líderes venezolanos que, en coordinación con los principales actores del continente, buscaban establecer una ruta que permitiera concretar el desmoronamiento del régimen de Nicolás Maduro. Eran María Corina Machado, Antonio Ledezma, Julio Borges y Leopoldo López. Pero en diciembre se dieron los primeros acercamientos —con la ausencia, y a la espalda, en ese momento, de dos de los líderes—. Y entonces se empezó a coquetear con la idea: enfocar todos los esfuerzos en un trayecto, legítimo, constitucional, que pudiera ser respaldado por la comunidad internacional sin el temor de ser catalogada como compinches de un coup d’Etat.

No hubo consenso. Apenas era una idea que flotaba en el aire. Como una ficción utópica, parecía demasiado distante porque todo dependía de un Parlamento que lo único que había podido ofrecerle al venezolano era frustración. Pero la mayoría de los actores, los sensatos, esos comprometidos genuinamente con la causa por la libertad de Venezuela, veían en el artículo 233 de la Constitución la última gran oportunidad para salir de Nicolás Maduro: quiéranlo o no, a la Asamblea le corresponde asumir su responsabilidad. Era una obligación.

Se trazaron los planos. Se armó el borrador. Los Eisenhower, dos en Caracas, otros en Washington, uno en Bogotá y el otro, en Madrid, empezaron a esbozar el proyecto. Y parte de la estrategia era presionar. Públicamente y en privado. De lo contrario, el riesgo de que no se ejecutara el plan —o de que fuera saboteado por enemigos encubiertos— era muy alto. Había que alzar la voz.

El 21 de diciembre, en un video publicado desde su cuenta de Twitter, una de los cuatro, María Corina Machado, envió un mensaje a la Asamblea Nacional de Venezuela. “Se nos presenta una nueva oportunidad”, dijo, “tenemos que salvar al país”.

“Nicolás Maduro es un ilegítimo. El 10 de enero concluye un período presidencial y no hay presidente electo. Punto. Hay un vacío de poder, que tiene obligación de ser llenado por la Asamblea Nacional, designando un Gobierno de transición encabezado por el presidente de la propia Asamblea Nacional”, aseveró ese día Machado.

Y el alcalde exiliado, otro de los cuatro, Antonio Ledezma, hizo lo propio el 23 de diciembre: “El próximo cinco de enero, más que instalar una junta directiva de la Asamblea Nacional, debe instalarse un Gobierno de transición. Porque Maduro es ilegítimo”.

Ya la matriz de opinión se estaba formando. Ciudadanos reconocidos como el diplomático y expresidente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, Diego Arria; el jurista y secretario del grupo IDEA, Asdrúbal Aguiar; el prestigioso profesor de Harvard, Ricardo Hausmann; y —porque habrá que insistir en su nombre hasta el final— el secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, habían clamado la urgencia de que, ante el vacío de poder que Nicolás Maduro dejaría el 10 de enero, el presidente del Parlamento tiene la responsabilidad de asumir el espacio.

Aparecieron los antipáticos de siempre. Con altivez, desde sus tribunas, afilaron sus plumas para reclamar que nadie, desde ningún espacio, goza de la autoridad para decirle qué hacer y cuándo a la Asamblea. Y que además, que el presidente del Parlamento se crea, luego, presidente del país, era una insensatez. Proponían, en concreto, violentar la Constitución de Venezuela.

En los espacios del mundo donde se traman estas cosas y se toman las decisiones importantes siguió discutiéndose el tema. Desde la Organización de Estados Americanos se insistía con empeño en la ruta que lucía como la más adecuada. Mientras, en la Casa Blanca se aviaban los halcones para, eventualmente, saltar a la yugular de Nicolás Maduro.

Al clamor de los principales actores de la región y el liderazgo opositor comprometido con la causa por la libertad, se sumaron los ciudadanos. Las redes sociales, donde abundan esos ásperos guerreros del teclado que andaban, testarudos, exigiendo, se llenaron de opiniones incómodas para los mezquinos. Que cuando sea la falta absoluta de este, entonces es el otro al que le toca asumir el rollo. Listo. No hay para dónde coger. Afortunadamente la Constitución es bastante clara. Y por esos días se citaba a cada rato.

Terminó el año. Las gentes voltearon sus miradas a la decisión que tomarían los asambleístas en lo tocante a la nueva directiva. Como ya se hablaba del artículo 233, entonces mucho dependía de quien quedara como presidente del Parlamento. Pero un evento, antes de la designación de los nuevos jefes de la Asamblea, irrumpió la atención. Secuestró las miradas. Y un comunicado, distante de todo lo que se pudiera esperar, marcó un hito.

Fuentes cercanas al proceso dicen que la declaración que dio el Grupo de Lima el 4 de enero de este año sorprendió hasta al Gobierno de Estados Unidos. En el comunicado, se lee: “El Grupo de Lima insta a Nicolás Maduro a no asumir la presidencia, que respete las atribuciones de la Asamblea y le transfiera provisionalmente el poder hasta que se realicen nuevas elecciones”.

Ese día, luego de una cumbre realizada en la capital de Perú, catorce países acordaron no reconocer “la legitimidad de un nuevo período presidencial del régimen de Nicolás Maduro que iniciará el 10 de enero de 2019”. Tajante. También transparente. Las potencias de la región, excluyendo a México —que no suscribió el texto—y a Estados Unidos, impusieron un deadline. Y, además, se refirieron abiertamente al proyecto que se había empezado a armar en diciembre: al presidente de la Asamblea Nacional le corresponde asumir las competencias del Ejecutivo.

Para este momento aún no había consenso entre las cuatro facciones políticas de la verdadera oposición. Dividida en dos, una parte se inclinaba más a la idea de un Consejo de Estado conformado por quienes timoneaban las tres principales instituciones legítimas (la Asamblea, el Tribunal y la Fiscalía); y la otra, siempre más radical, y alérgica a cualquier cosa que tuviera que ver con diálogo o elecciones, se mantenía firme en la idea de subordinarse al artículo 233 de la Constitución. Estos dos, junto a los otros padres de la Operación Overlord venezolana, salieron envalentonados con el acuerdo firmado ese 4 de enero en Perú. “Estados Unidos aplaude al Grupo de Lima por ponerse del lado de la democracia en Venezuela y denunciar la próxima juramentación ilegal de Nicolás Maduro. Las elecciones en Venezuela fueron viciadas e injustas”, dijo al respecto el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo.

Por otra parte, la declaración del Grupo de Lima generó inquina entre aquellos, presuntos opositores, cuyos intereses se veían amenazados. Desestimaban por completo la idea de un nuevo presidente en el país —y, para argumentar la postura canalla, blandieron que aquello desencadenaría violencia, persecución y más confrontación—.

Reuniones. Muchas. Encuentros, llamadas y presiones. El mundo ya veía, frente a sí, su oportunidad para librarse de Maduro. No iba a dejar que pasara. Y cuánto inquietaba que aún hubiera discordia entre quienes tenían que coincidir para que avanzara la toma del poder en Venezuela.

Como se deseaba, Juan Guaidó fue designado presidente de la Asamblea Nacional. Pese a un acuerdo político al que se llegó en 2015 cuando la oposición se apoderó del Parlamento, existía la angustia con la posibilidad de que partidos desacreditados sabotearan el pacto que daba a Voluntad Popular la presidencia. No ocurrió, afortunadamente. La fuerza política de Leopoldo López logró los votos y llevó a Guaidó al que en ese momento era el espacio más importante en el país.

Como dicen quienes lo trataron durante los preparativos del Día D, Guaidó siempre tuvo la voluntad de asumir los riesgos inherentes al cargo histórico que ahora lo investía. De todos los diputados, parecía la persona adecuada para la responsabilidad. Joven, intachable y enérgico. Con retórica pausada, pero precisa. Elegante, viril, con una familia modélica. Era el hombre adecuado para el momento adecuado. Pero, porque siempre hay un pero, aunque quisiera, aunque tuviera la voluntad y el coraje para enfrentar a la caballería y a todas las fuerzas en combate del enemigo —que además ha mostrado ser implacable y cruel—, Guaidó no se veía con la firmeza para deslastrarse de todos esos cadáveres políticos que, en el paroxismo de la confrontación, podían regresar del camposanto para arrastrarlo y encerrarlo en el averno —esa mazmorra de deshonra y descrédito habitada por todos aquellos que ya habían sido presidentes de la Asamblea Nacional—. Entonces había mucha ansiedad.

A las 12 de la noche del 10 de enero el diplomático Diego Arria publicó un mensaje en sus redes sociales. “A partir de este momento el presidente de la Asamblea Nacional, el diputado Juan Guaidó, ha pasado a ser el presidente encargado de la República de Venezuela (…) está obligado (…) sé que es una decisión difícil (…) le digo al nuevo presidente que, si se juramenta, estoy dispuesto a prestarle toda la ayuda (…) ¡Felicitaciones!”, dijo Arria. Una afirmación que inmediatamente se viralizó. Fue el primero en adherirle la banda presidencial. Y también el primero en mencionar la urgencia de una juramentación y la idea de nombrar embajadores en los países que reconozcan a Guaidó como presidente.

Pero el nuevo presidente de Venezuela parecía no haberse enterado de que, de su hombro, ahora colgaba una cinta tricolor. Ante la ilegal juramentación de Nicolás Maduro el 10 de enero—de la que no hay nada importante que señalar más allá de haber sido una vergonzosa muestra del abandono del mundo a la Revolución Bolivariana—, Juan Guaidó dio un discurso en la sede de su partido, Voluntad Popular. Fue sonso y mal estructurado. Insinuó, entre tanto que dijo, que no iba a asumir la presidencia de la República. En vez de mencionar lo que le correspondía —que ahora era comandante en jefe de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana—, terminó anunciando que ese día no habrá anuncio sino que será el siguiente, cuando haya anuncio.

El peso de la opinión pública se impuso como nunca. Albricias, que ya la sociedad venezolana no es la misma que disfruta alcahuetear imprudencias. Severa e inclemente, salió con todo a hacer la denuncia de que algo malo estaba ocurriendo. En paralelo, pendía como sable de Damocles la advertencia de que, si Guaidó evade lo que le corresponde, la otra institución legítima, el Tribunal Supremo de Justicia en el exilio, estaría dispuesta a designar un Gobierno de transición. Fuentes cercanas a los magistrados aseguraron que todo estaba listo para responder ante la posible decisión de Juan Guaidó de no apegarse al artículo 233 de la Constitución.

“Magistrados del Tribunal Supremo de Justicia se reunieron con el secretario general de la OEA. Trataron la urgencia de cumplir con el artículo 233 de la Constitución de Venezuela para que no exista vacío de Poder Ejecutivo”, publicó en Twitter, junto a una foto de los magistrados en la oficina de Almagro, la cuenta del Tribunal Supremo de Justicia en el exilio.

El día fue largo. Muy largo. Desde temprano los comentaristas en televisión decían que parecía que el diputado de la Asamblea Nacional estuviese eludiendo su responsabilidad. A NTN24 el escritor y profesor universitario en Georgetown, Héctor Schamis, le dijo que Guaidó estaba entre pasar al olvido o llenarse de gloria. La decisión la debía tomar él.

Horas antes del discurso de Guaidó del 10 de enero, los diputados discutieron la denominada «Ley del Estatuto que rige la transición». Se impuso esa sobre otra en la que se establecía el reconocimiento al Tribunal Supremo de Justicia en el exilio, se hablaba de vacío de poder y se acordaba que el presidente de la Asamblea Nacional debía asumir las competencias del Ejecutivo. En la discusión, fueron los principales partidos del Parlamento —el denominado G4, compuesto por Primero Justicia, Voluntad Popular, Un Nuevo Tiempo y Acción Democrática— los que terminaron desechando el documento que obligaba a Guaidó asumir la presidencia. Al final la ley no se terminó votando porque imperaba una tensión rígida, inaguantable. Era un documento inaceptable para, por ejemplo, la denominada Fracción del 16 de Julio (compuesta por diputados independientes, de otros partidos; y de las fuerzas políticas Vente Venezuela y Alianza Bravo Pueblo; los partidos de María Corina Machado y Antonio Ledezma, respectivamente). Pero ahí estaba la ley. Y el mundo se enteró del peligro que significaba.

A lo largo de la tarde del 10 de enero, quienes estaban al tanto de la discusión sobre la Ley del estatuto de transición, presumieron que, aunque jamás se aprobó, Juan Guaidó se estaba subordinando a él. En consecuencia, empezaron a hacer llamados de atención.

Orlando Avendaño
@OrlvndoA
PanAm Post 

OMAR ÁVILA, EN ESPERA DEL DESENLACE


Quiero comenzar dejando bien claro que ciertamente ha sido -y es- importante el apoyo de la mayoría de los países del mundo, pero también hay que reconocer el trabajo en equipo de años, que no llegó de la noche a la mañana, ni por arte de magia. Por supuesto que la figura de Juan Guaidó ha sido una pieza fundamental, junto a toda la dirigencia política y la Asamblea Nacional, pero sobre todo a una ciudadanía que se ha sumado nuevamente a la lucha por el cambio, en fin, aquí no hay protagonista, es un trabajo en equipo y unidad, que debe cuidarse y mantenerse para poder culminar con éxito el cambio que todos deseamos y que bien adelantado está. 

Hago esta acotación, por la sencilla razón de que he escuchado ya a individualidades hablando de su candidatura presidencial, lo que sin lugar a dudas es de mal gusto; y más cuando a estas alturas nadie sabe cuál va a ser el desenlace. 

Lo otro que quiero dejar claro es que desde que el colega Juan Guaidó asumió la presidencia de la AN, y hasta los momentos, ha sido muy cuidadoso y responsable al no hablar de que al gobierno le quedan días u horas. Se ha pedido apoyo, confianza y paciencia. No podemos caer en la irresponsabilidad del pasado, como lo hicieron algunos de nuestros dirigentes, de ponerle tiempo a la salida de Nicolás Maduro y ese cambio de rumbo urgente que necesita el país. 

Por otro lado, vemos a Diosdado Cabello recorriendo el país, reciclando gente de un estado a otro para hacer ver el supuesto apoyo que tienen. Entre las marchas que han convocado en las últimas semanas, la más patética a nuestro juicio, fue la convocada para "defender" a Pdvsa; incoherente además que los mismos que la quebraron, sean los que se movilicen en su supuesta defensa. Lo cierto es que cada vez son menos los manifestantes de aquel lado, como igualmente pasa con la producción de la estatal petrolera. 

Por cierto, hay que preguntarse: quién llevará a la Casa Blanca las supuestas firmas que están recogiendo en apoyo a Maduro, si a todos les revocaron la visa. Les recomiendo que vayan verificando las tarifas de alguna de las empresas de encomienda a ver si alguna le presta el servicio y le llevan las rúbricas. 

Lo que si es real, es que cada día se acerca más la hora de la verdad, donde hay que ver si el gobierno a través de las FAN va a ser capaz de negar la entrada de esos insumos médicos y alimenticios para unos 300 mil venezolanos víctima de la irresponsabilidad del gobierno quienes se encuentran en riesgo de muerte y urgidos de la  emergencia humanitaria; que de paso es propicia la ocasión, para recordar que tanto que han gastado en sistemas de defensa para terminar usando dos containers y una cisterna en la frontera, para según, impedir el paso de la ayuda humanitaria proveniente -por ahora- de los EEUU. Auxilio que no es una limosna como lo quiere hacer ver el gobierno, es simplemente humanidad. 

Colaboración basada en la responsabilidad de proteger a través de la norma de seguridad internacional y de derechos humanos que fue concebida en la Cumbre Mundial de las Naciones Unidas de 2005. En pocas palabras, este apoyo es una solución concreta para salvar vidas. 

Insisten los voceros del régimen en hablar de una invasión que nadie quiere, pero que además la realidad es que estamos invadidos desde hace rato por Cuba, China, Rusia y ahora Turquía; así como la otra invasión que tenemos y que tampoco queremos: la de los explotadores de nuestro pueblo, a través de los bachaqueros en plena vía pública y en las aceras de los mercados; ante los ojos complacientes de las autoridades. Tengamos fe en que todo eso cambiará y que vamos bien. 
     
Omar A. Ávila H.
dip.omaravila@gmail.com
@OmarAvilaVzla

JESÚS ELORZA, 4F EVOLUCIÓN FASCISTA


Durante las celebraciones del 27º aniversario del 4F, los colectivos armados de la parroquia 23 de Enero, La Piedrita, Alexis Vive y los Tupamaros, recorrían todo el sector gritando consignas alusivas al régimen:

……..Chávez y Maduro / construyen el futuro.

……..Con hambre y sin empleo / con Maduro me resteo.

……..Maduro seguro / al gringo dale duro:

Otros habitantes de la zona, reunidos en una de las licorerías del sector comentaban entre sí el desarrollo de los acontecimientos. Esos muchachos no tienen la más mínima idea de lo que están haciendo, dijo uno de ellos. A lo mejor están justificando la beca que les da el gobierno, dijo otro.

Muchos de los presentes permanecían a la expectativa y sus intervenciones eran muy limitadas. Quizás eso obedecía a que las personas que opinaban criticando a los colectivos ¡¡¡eran o fueron miembros activos del movimiento del 4F!!!

En la segunda ronda de cerveza, las conversaciones se hicieron cada vez más abiertas. Se que a lo mejor ustedes piensan que yo estoy enchufado, por no decir comprometido, con este régimen señaló uno de los relacionados con el MBR-2OO. Pero que va, los tiempos cambian. Déjenme decirles que muchos creímos en ese movimiento, por cuanto pensábamos que podíamos cambiar todo lo negativo de los gobiernos adecos-copeyanos, pero después de ganar las elecciones de 1998, fuimos sorprendidos por el ahora “Difunto Eterno” cuando se declaró ¡¡¡Socialista!!! y que su revolución era armada. Luego, le dio paso a la creación de los colectivos armados paramilitares y que para la defensa de la revolución, llamada a partir de ese momento “Socialista y Bolivariana”……y con toda propiedad les digo, que nada de eso estaba en los postulados del movimiento.

Uno de los presentes, al ver la apertura de la conversación, se atrevió a intervenir para exponer, que fue impactado por los despidos masivos de PDVSA y la militarización de más del 60% de los cargos del ejecutivo nacional y regional. En mi familia, no encontraba como responderles a los reclamos de mi esposa e hijos, sobre la ideologización de la educación.

No dejes por fuera, gritó uno, el vainón que finalmente nos echó el Difunto Eterno, al nombrar, al mejor estilo de la monarquía, a su sucesor. Ahora, como súbditos, tenemos que someternos a la autoridad única del nuevo Rey Revolucionario…..tremenda contradicción, caballero.

El de mayor edad en el grupo, intervino y con voz muy pausada comenzó a exponer que su participación en el movimiento 4F estuvo relacionada con la elaboración de los materiales ideológicos que fundamentaran las bases doctrinarias. En ese sentido, quiero explicarles mediante una comparación, como lo señalado en un comienzo derivó hacia algo distinto.

Las “razones aducidas” para justificar el golpe del 4F, fueron entre otras las siguientes:

- Las políticas neoliberales implementadas en el país. En particular, el Paquetazo de Carlos Andrés. Que comparadas con las medidas económicas, al mejor estilo del capitalismo salvaje del sucesor monárquico, se quedan en pañales.

- El descontento de los sectores medios y bajos de las Fuerzas Armadas por los hechos de corrupción verificados en los altos mandos militares. Luego de 20 años de “revolución” la corrupción existente es la más grande en toda la historia republicana del país.

- La subordinación de las Fuerzas Armadas ante un liderazgo político que consideraban incapaz y corrupto. Ahora están supeditadas al liderazgo extranjero de un dictador caribeño.

- La utilización de las Fuerzas Armadas, en particular del Ejércit o y de la Guardia Nacional, en la represión de “El Caracazo”. Ahora se emplean en la represión de la protesta social de los estudiantes, trabajadores y comunidades, ensangrentando las calles del país.

- El cuestionamiento a la posición sostenida por el presidente Pérez en las negociaciones relativas a la delimitación limítrofe con Colombia. Que decir de la entrega del Esequibo a Guyana por mandato de la dictadura cubana y por la búsqueda de votos en el CARICOM.

- El deterioro de las condiciones socioeconómicas de la oficialidad media y baja y de las tropas. Hoy en día, la realidad habla por sí sola: salarios miserables e hiperinflación.

- El empleo de las Fuerzas Armadas en labores como repartición de útiles escolares, becas alimentarias, campañas de vacunación y de arborización, etc. Que decir, de los operativos: Plan Bolívar 2000, Pedeval, Mercal, cajas Clap, repartición de perniles etc, etc.

Como pueden ver, en esta simple comparación, la farsa del 4F pasó, a pasos agigantados, de un populismo basado en los altos precios del petróleo, a un gobierno autocrático, militarista de corte totalitario que con sus expresiones antidemocráticas, tales como el secuestro de los poderes públicos y la creación de organismos paralelos, como es el caso de la anticonstitucional Asamblea Nacional Constituyente, la realización de procesos electorales violatorio de la legislación vigente, la criminalización-represión de la protesta social y la pretensión de imponer criterios ideologizantes de “Pensamiento Único”, alcanzó la suprema categoría de “RÉGIMEN FASCISTA”

Todos los presentes, incluyendo al dueño de la licorería, dieron su aprobación a todo lo expuesto por el amigo. De inmediato, propusieron un brindis por “el cese del usurpador, un gobierno de transición y elecciones libres”.

SALUD compañeros.

El brindis fue acompañado por un estruendoso cacerolazo y el grito de “Libertad”

Jesus Elorza
@jesuselorza