jueves, 13 de diciembre de 2018

ACTUALIZACIÓN, VIERNES 14-12-2018, EL REPUBLICANO LIBERAL

MIBELIS ACEVEDO DONÍS, DEL INFIERNO EN NOSOTROS

EL REPUBLICANO LIBERAL en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 6 minutos
En el señero infierno que Sartre urde para su pieza “A puerta cerrada”, tres personajes, tres monstruos morales que se han perdido en el foso de su ensimismamiento, aguardan para ser torturados. La espera por el verdugo que no llega, sin embargo, revela un designio más perverso: han sido conducidos allí para torturarse mutuamente. “Estaremos nosotros solos y juntos para siempre… El verdugo es cada uno de nosotros para los demás”, avista Inés; después de todo, una habitación sin ventanas ni espejos -sin ningún chance de efugios- no deja más opción que trajinar con el peso de “los ojo... más »

GABRIEL BORAGINA, CAPITALISMO Y EDUCACIÓN

EL REPUBLICANO LIBERAL en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 13 minutos
"Ha impreso en los universitarios la conciencia de siempre depender del gobierno. Los universitarios han aprendido a odiar el capitalismo, no quieren saber nada de economías de mercado, libre competencia o globalización. Los universitarios de la UNAM saben quién es Carlos Marx, Lenin, Che Guevara; pero nunca han oído, ni leído una línea de Ludwig von Mises, Hayek, Friedman, Rothbard, Hoppe o Jesús Huerta de Soto. Profesores y alumnos de la UNAM se han proyectado como los grandes luchadores contra el neoliberalismo."[1] Si bien el autor citado arriba hace expresa referencia al caso ... más »

TRINO MÁRQUEZ, LA ALIANZA DE PUTIN CON MADURO

EL REPUBLICANO LIBERAL en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 19 minutos
Nicolás Maduro se prepara para llegar al 10 de enero en las mejores condiciones posibles. En el plano interno, trata en vano de evitar que las Navidades y el Año Nuevo estén signadas por la desesperanza de los sectores populares y el deterioro provocado por la hiperinflación. Aumenta el sueldo mínimo de forma compulsiva, entrega bonos, promete perniles de cochino, obliga a los comerciantes a rebajar los juguetes, la ropa y los pocos productos electrodomésticos existentes en el país. El triunfo en las elecciones de concejales, a pesar de la enorme abstención, fortaleció su contro... más »

CARLOS CANACHE MATA, UNA PROVOCACIÓN INNECESARIA

EL REPUBLICANO LIBERAL en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 27 minutos
Hace tres días, el lunes 10, aterrizó en Maiquetía una escuadrilla de aviones de Rusia, con inclusión de dos bombarderos estratégicos Tu-160 que tienen capacidad de transportar misiles crucero con ojivas nucleares en un radio de 5.500 kilómetros, lo que evidentemente es una provocación que tiene implicaciones en el equilibrio geopolítico de la región. La razón de esa demostración de fuerza, fue dada explícitamente, sin eufemismos, en el momento de la bienvenida a la Fuerza Aérea Rusa, por el Ministro de Defensa Vladimir Padrino López: “Nos estamos preparando para defender a Venez... más »

IBSEN MARTÍNEZ, CHÁVEZ, MADURO Y LA IRRELEVANCIA DEL VOTO

EL REPUBLICANO LIBERAL en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 35 minutos
El libro de Fareed Zakaria sobre las democracias no liberales apenas acababa de salir a la luz, en 1997, cuando Hugo Chávez, exmilitar fracasado como golpista, salía de la cárcel. Intentó entonces capitalizar su carisma y su inmensa popularidad propagando el evangelio abstencionista. Sin embargo, Venezuela, acostumbrada en el curso de 40 años a todas las liturgias, protocolos y fastos de la democracia representativa, pronto hizo sentir a Chávez que predicaba en el desierto. Los venezolanos de entonces valorábamos el voto, nos gustaba votar, gozábamos jacarandosamente del carnaval... más »

DULCE MARÍA TOSTA, GANAMOS

EL REPUBLICANO LIBERAL en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 40 minutos
No han transcurrido veinticuatro horas desde que se cerraron las mesas de votación y ya los «votacionistas», tanto del PSUV como de la MUD/FA, se han movilizado para denostar la acción cívica del noventa por ciento de los venezolanos que se abstuvieron de votar. Impacta percibir como coinciden en sacar de contexto la farsa electoral convocada por el régimen, homologándola con las consultas electorales que se realizan en los países democráticos y donde el fin no es aparentar una situación política inexistente, si no consultar la opinión de la ciudadanía sobre asuntos trascendentes... más »

MIBELIS ACEVEDO DONÍS, DEL INFIERNO EN NOSOTROS


En el señero infierno que Sartre urde para su pieza “A puerta cerrada”, tres personajes, tres monstruos morales que se han perdido en el foso de su ensimismamiento, aguardan para ser torturados. La espera por el verdugo que no llega, sin embargo, revela un designio más perverso: han sido conducidos allí para torturarse mutuamente. “Estaremos nosotros solos y juntos para siempre… El verdugo es cada uno de nosotros para los demás”, avista Inés; después de todo, una habitación sin ventanas ni espejos -sin ningún chance de efugios- no deja más opción que trajinar con el peso de “los ojos clavados en mí”. La ventana y el único espejo en el que se distinguen son los que opone el ojo eternamente abierto de quien los escudriña.



La mirada del otro puede ser implacable. Pero quizás en situación límite, en sociedades dislocadas por la anomia, el aislamiento y la rabia, esa mirada que también nos hace existir, muta en guadaña aún más severa, una que avanza a ciegas, que amputa y descabeza sin ton ni son. Basta ver a lo que ocurre con las redes sociales en nuestro país, por cierto, para entender la catadura de esa hoguera. “El infierno son los otros”, es lo que un descarnado Sartre pone en boca de Garcin, aludiendo al suplicio de la convivencia. Sí, hay sufrimiento cuando se esfuma la tolerancia necesaria para lidiar con lo diferente, para habilitar ese ser-para-otro volcado en el humano ejercicio de la libertad con consciencia.

Ocurre con Garcin, Estelle, Inés; la comunicación negada, la dificultad para refrenar el deseo de poseer al otro. De allí sus ecos, los “amigos del garrote y la mordaza”, como los mienta Pérez-Reverte. Estalla la disonancia, y un odio de cascos ligeros hinca su pezuña en el cortijo vecino, rebota como cuchillada retórica presta a la degollina. El malestar ante la presencia de quien nos grita que no estamos solos en el mundo, parece borrar la certeza de que es la aceptación de esa plural concurrencia lo que permite superar el estado de naturaleza, la atávica afición por convertirnos en lobos del prójimo; y evolucionar entonces como sociedad política, dispuesta a pactar para sobrevivir.

Y es que a pesar de la angustia que invade todo el ser, de la colosal náusea impregnando la mira existencialista, lo cierto es que no podemos librarnos de los infiernos que entraña la otredad; noción que con todo y su punzante carga, redimensiona el álgebra de lo humano. Irónicamente, el mismo Garcin, un “ausente” hostigado por el barrunto de su cobardía, da con la clave perdida: “Ninguno puede salvarse solo; o nos perdemos juntos o salimos juntos del apuro.”

Lógicamente (y a menos que la desensibilización frente a la muerte suprima toda urgencia de autopreservación) “perdernos juntos” no es solución a la que una voluntad ganada para la vida debería aspirar. Sobrevivir, salir juntos del apuro (lo cual pasa por aprender a agenciar la coexistencia, por rehabilitar el espacio público y evitar que la polis se desintegre) es lo que receta tanto el instinto como la razón. En ese sentido, la cultura del solipsismo se opone per se a la experiencia política: le es inútil. Ni siquiera ha sido viable en la habitación cerrada que obliga a tres extraños a catar el filo de la mirada ajena, esa que interpela, desafía o maltrata; que nos vuelve objeto y sujeto, que no duda en arrancar la piel o abrir surcos en la psique; que inflama o acorta nuestro ímpetu, para bien o para mal. Que nos bautiza, en fin, como distintos.

 A contrapelo de la tentación de silenciar al otro para olvidar que sigue allí, es inevitable sentirlo hasta los huesos: ese es el gran dilema. Lo que se anuncia para Venezuela no se resolverá con coartadas para eludir el desgaste de lo dialógico, más cuando la lucha agonista fue degradada por el naufragio, por la emergencia de un yo despojado de consciencia del destino común. ¿Cómo enfrentar el archipiélago, ese infierno que cada día se hace más estrecho, más palpable para todos? ¿Cómo subir al lomo de la incertidumbre para domesticarla antes de que la puerta se cierre?

Más allá de la tortura de vivir juntos, persiste un susto mayor: no poder actuar para cambiar la realidad que nos estrangula. No es angustia leve para cerrar un ciclo, pero de nuevo nos lleva a invocar la sanación que brinda lo político. Ojalá, una vez lamido cada arañazo y asimilada la rotura, haya disposición para re-crear la acción comunicativa que se ha deshecho. Para plantarse ante ese ojo a menudo hosco y amenazante, e incorporarlo como vivencia de identidad propia, como atisbo de autoconciencia. Para sacudir la pasividad y emprender un proceso de afirmación que contemple ese juego de miradas reflejadas que nos hace ser en un nos-otros. Elegir estar juntos para lo útil, optar por no salir disparados de la habitación aun cuando la compañía no descoloque, encontrar la forma de huir de los pirómanos para, finalmente, dialogar y solidarizarnos, quizás sea algo que importe mucho más en lo adelante.

Mibelis Acevedo Donís
@Mibelis

GABRIEL BORAGINA, CAPITALISMO Y EDUCACIÓN


"Ha impreso en los universitarios la conciencia de siempre depender del gobierno. Los universitarios han aprendido a odiar el capitalismo, no quieren saber nada de economías de mercado, libre competencia o globalización. Los universitarios de la UNAM saben quién es Carlos Marx, Lenin, Che Guevara; pero nunca han oído, ni leído una línea de Ludwig von Mises, Hayek, Friedman, Rothbard, Hoppe o Jesús Huerta de Soto. Profesores y alumnos de la UNAM se han proyectado como los grandes luchadores contra el neoliberalismo."[1]

Si bien el autor citado arriba hace expresa referencia al caso de la UNAM (México), hay que decir que la situación no es demasiado diferente en el resto de las universidades estatales del mundo, en particular en Latinoamérica. Fenómeno típico -por otra parte- de la educación estatal. Se observa difícil concluir -ante semejante panorama- que en la humanidad de nuestros días campea a sus anchas "el capitalismo".

A pesar de que pareciera que en los últimos años ha crecido un poco más el conocimiento de los autores mencionados en último término de la cita anterior, en los claustros universitarios, siguen -no obstante- siendo ampliamente mayoritarios aquellos otros que defienden ideas socialistas o de cualquier otra variante anti-mercado.

Los profesores y las cátedras anticapitalistas siguen siendo muchos más que los capitalistas. Y esto ocurre no sólo en economía, sino en el resto de las disciplinas también. Que en los claustros se enseñe fundamentalmente socialismo en sus vertientes económica, filosófica, histórica, jurídica y hasta moral es, en parte, la explicación del porque cuando estos universitarios egresan de sus casas de estudios y ante una realidad que se da de bruces con las doctrinas que les inculcaron en sus universidades, el resultado final es una sociedad estatista o intervencionista en el mejor de los supuestos. En el peor, se intenta forzar la aplicación del socialismo de catedra a una realidad que lo contradice desde todos los ángulos, y sus resultados son las miserias y tragedia vividas en los países del bloque comunista oriental, y los ejemplos más recientes de Cuba y Venezuela.

Fuera del mundo académico los autores promercado son prácticamente desconocidos, tanto como lo eran antaño. Esta falta de divulgación, y la propagación de ideas contrarias o confusas sobre el libre mercado, es lo que fija que la sociedad de nuestros días se mueva dentro de un círculo cultural estatista-intervencionista que determina -entre otros efectos- que los gobiernos del planeta sean, en su inmensa mayoría de estos últimos signos.

Ahora bien (volviendo al campo académico): que la generalidad de las instituciones educativas profese en sus planes de estudios programas de este último orden mantiene una vinculación directa con el grado de injerencia estatal en el ámbito educativo. Esta intervención activa del estado-nación en la educación encuentra respaldo en el amplio consenso popular acerca de que la educación es "responsabilidad" del "estado", al menos en sus primeras etapas. Sucede que -desde el punto de vista formativo y psicológico- estas primeras etapas son las fundamentales de la vida, y son las que -en gran medida- marcan el rumbo de las fases subsiguientes. De donde, es difícil más tarde evitar una especie de efecto "bola de nieve" que arrastra al educando a medida que avanza en sus estudios, y le suma -en cada uno de los pasos de su carrera estudiantil- estatismo sobre más estatismo, al punto que podemos decir que, cuando finalmente llega a la universidad, es un estatista completo y convencido. Y más todavía cuando egresa de ella.

No hay, prácticamente, país del orbe donde los planes educativos oficiales y los respectivos programas de estudios no requieran de la aprobación del aparato burocrático. Es casi como una verdad de Perogrullo que el burócrata no certificará contenidos que desprestigien o mal hablen de la burocracia como tal, ni que descalifiquen la función rectora que el gobierno se auto-atribuye, respaldado por el consenso social antedicho de que la educación es responsabilidad exclusiva del "estado" (aunque no excluyente, en la medida que se admite que el gobierno autorice -en ciertas cuestiones- a los particulares a abrir institutos de enseñanza y a emplear a maestros y profesores, siempre y cuando se ajusten a las reglamentaciones dictadas para tal efecto).

Es que al estatismo le preocupa no tanto cómo se enseña, ni quién, sino lo qué se enseña. La idea popular que la educación debe dirigirse a "hacer buenos ciudadanos" es particularmente tan nefasta como -lamentablemente- ampliamente aceptada, y se opone a la concepción liberal, por la cual la educación debe estar orientada a enseñar a pensar, y a encaminar al educando en esa dirección, y no a adoctrinar. Un "buen ciudadano" es literalmente un súbdito, un subordinado, en suma, un esclavo. Es, de alguna manera, el ideal dirigista de la educación.

Detrás de todo "buen ciudadano" se esconde, en realidad, un buen gobernado, y no un buen gobernante. Este es, en definitiva, el fin que persigue la educación estatal, sea directamente estatal o indirectamente, como lo es -en esta última significación- la mal llamada "educación privada" que, en suma, se reduce, en la mejor de las hipótesis, a la propiedad del establecimiento educativo y su mobiliario, pero que ni siquiera suele ser privada en sus gastos, ya que de ordinario muchos de tales establecimientos reciben subsidios del gobierno para costearlos, es decir, su dependencia de la burocracia es bastante mayor de lo que a primera vista pareciera ser.

Y ni qué decir de los métodos extorsivos que emplean de continuo los mal llamados "docentes de la educación pública" que no son más que pequeños burócratas que fungen de "maestros" o de "profesores" sin serlos en el estricto alcance de estos términos.

La educación en manos del estado-nación, dirigida o intervenida por ese estado-nación, es instrumento de dominación, y contraria a un orden capitalista que -por definición- nace y crece en un ambiente de total y absoluta libertad, y donde campea el dirigismo no hay lugar para la libertad.

Los efectos de largo plazo de la educación (entendida esta en sus sentidos de formal e informal) son particularmente relevantes, y por eso merecen especial atención.

Gabriel S. Boragina
gabriel.boragina@gmail.com

TRINO MÁRQUEZ, LA ALIANZA DE PUTIN CON MADURO


Nicolás Maduro se prepara para llegar al 10 de enero en las mejores condiciones posibles. En el plano interno, trata en vano de evitar que  las Navidades y el Año Nuevo estén  signadas  por la desesperanza de los sectores populares y el deterioro provocado por la hiperinflación. Aumenta el sueldo mínimo de forma compulsiva, entrega bonos, promete perniles de cochino, obliga a los comerciantes a rebajar los juguetes, la ropa y los pocos productos electrodomésticos existentes en el país. El triunfo en las elecciones de concejales, a pesar de la enorme abstención, fortaleció su control de las instituciones políticas.




            En el nivel internacional, busca consolidar la alianza con las grandes potencias económicas y militares del planeta, gobernadas por regímenes autoritarios. Estrecha los  vínculos con Rusia, China, Turquía e Irán. Intenta pasar a formar parte del juego geopolítico mundial y moverse en el tablero internacional sobre la base de las enormes riquezas petroleras y mineras de la nación. Ya se sabe con suficiente certeza que Venezuela, además de contar con una de las reservas de petróleo y gas más grandes del mundo, posee oro, bauxita, uranio, coltán y otros minerales en abundantes cantidades. El potencial hidroeléctrico y el caudal de agua dulce también son gigantescos. Todas estas riquezas atraen la atención de esos países que ven a Venezuela con codicia. Maduro está sacándoles provecho a esas ventajas para contrarrestar las presiones de la Unión Europea, el Grupo de Lima, el Secretario General de la OEA, los Estados Unidos, los expresidentes iberoamericanos y todos los grupos democráticos preocupados por la forma como se extingue la democracia venezolana.

            En el marco de las coaliciones internacionales, los vínculos con Vladimir Putin han ido adquiriendo una relevancia creciente. El autócrata ha venido aumentando la presencia rusa en toda la zona oriental de Europa. Aspira a recrear el dominio que tuvo la antigua Unión Soviética, aunque dentro de un esquema distinto al estatismo económico comunista.  La única líder que lo ha encarado con decisión es la canciller alemana, Ángela Merkel, 

            En América Latina, la influencia rusa es mucho menor que en Europa oriental. Por esa razón, Venezuela aparece para  Putin como una plataforma desde la cual podría lanzar una ofensiva que proyecte la ascendencia rusa en todo el continente. Está repitiéndose la experiencia de Cuba, aunque con otros rasgos. El Kremlin en aquella época pretendió propagar la revolución comunista, en clara oposición a la economía de mercado y al capitalismo como forma de organizar el sistema productivo.  Para esos fines, no importaba que la isla caribeña fuera un territorio pequeño, poco poblado y cuyo principal producto de exportación era azúcar. Lo relevante era  confrontar las virtudes del socialismo con la decadencia del capitalismo. Se trataba de una lucha geopolítica con aristas ideológicas muy marcadas.

            En la actualidad, el conflicto es de otra naturaleza. Es más de   carácter nacional. Putin aspira a recuperar el prestigio, importancia y grandeza  que Rusia tuvo en el pasado. No se intenta reeditar la rivalidad entre el capitalismo y el socialismo, sino de dirimir cuál o cuáles países detentan la supremacía mundial. Es una pelea por la hegemonía planetaria. Putin no se conforma con ser él  y Rusia unos segundones en el escenario mundial. Aspira regresar a la Rusia  de Pedro El Grande o, más contemporáneo, de Stalin.

            Vladimir Putin se mete en el patio trasero de los Estados Unidos y reta a Donald Trump, no porque tenga algún grado de afinidad ideológica con Nicolás Maduro, o porque sienta algún grado de simpatía por el mandatario venezolano, quien, por cierto, le debe de parecer un personaje pintoresco. El interés del gobernante ruso reside en valerse del grado de aislamiento, desprestigio y soledad continental de Maduro, quien ni siquiera se atrevió a asistir al discurso inaugural del López Obrador, para  extraer la mayor cantidad posible de los beneficios que puede brindarle un país tan rico como Venezuela. Para esa finalidad, por cierto, los rusos, y también los chinos, podrían valerse de algún civil o militar más eficiente que Maduro.

            La presencia de la amenazante aviación rusa en el país, ciertamente constituye un alarde del poderío militar de Putin y una provocación a Trump y a los Estados Unidos. Podría decirse que estamos en presencia de una invasión militar extranjera. No la que quieren quienes desean desplazar a Maduro por la fuerza, sino la de quienes buscan  endosarlo a Miraflores para que siga siendo un obediente peón.  

            Pero, no hay que encandilarse con las apariencias. Putin ha demostrado que la ideología le importa un bledo. Vemos su cercanía con la Iglesia Ortodoxa, celestina de todos sus desmanes autoritarios.  Pensar que está dispuesto a librar una guerra con Estados Unidos y, digamos, con Colombia, para defender al régimen de Maduro, me parece exagerado. Ladrar no significa estar dispuesto a morder para someter la desgastada economía rusa a una confrontación con la primera potencia militar y económica del globo.  

Si el general Padrino López estima que cuenta con Putin para defender “hasta el último palmo” del territorio nacional,  está muy equivocado. Más le conviene pensar en una transición pacífica a parir del 10-E, en la que pueda ser consultado Putin.

Trino Marquez
@trinomarquezc

CARLOS CANACHE MATA, UNA PROVOCACIÓN INNECESARIA


Hace tres días, el lunes 10, aterrizó en Maiquetía una escuadrilla de aviones de Rusia, con inclusión de dos bombarderos estratégicos Tu-160 que tienen capacidad de transportar misiles crucero con ojivas nucleares en un radio de 5.500 kilómetros, lo que evidentemente es una provocación que tiene implicaciones en el equilibrio geopolítico de la región.



La razón de esa demostración de fuerza, fue dada explícitamente, sin eufemismos, en el momento de la bienvenida a la Fuerza Aérea Rusa, por el Ministro de Defensa Vladimir Padrino López: “Nos estamos preparando para defender a Venezuela, hasta el último palmo cuando sea necesario, eso lo vamos a hacer con nuestros amigos, que defienden las relaciones respetuosas  entre los Estados”. ¿De quién y ante quién  se va a “defender a Venezuela”?

Varios países de América Latina han manifestado que no acompañarían una acción militar contra Venezuela, y, por su parte, aún cuando Trump en 1917 no descartó la opción militar  sabe que una intervención militar unilateral  tendría un alto costo político porque no estamos en los años de 1980 cuando ocurrieron las invasiones de Granada y Panamá.   Una semana antes de estar en tierra venezolana los aviones rusos, Irán (otro “amigo”) anunció el envío de dos o tres destructores que utilizan tecnología para evitar ser detectados por radares, con capacidad de transportar helicópteros, lanzar torpedos y derribar aviones, en el marco de una misión “que podría durar cinco meses”, lo que, sin duda, se suma a la ya grave  provocación rusa.

La presencia militar extranjera se produce pocos días después de que Nicolás Maduro visitara Rusia y se entrevistara con Putin, quien se enfrenta al Estados Unidos de Donald Trump. Esto ha hecho decir al presidente del Consejo Venezolano de Relaciones Exteriores, Kenneth Ramírez, que “Maduro se ha convertido en un mero peón geopolítico”, en la lucha entre Estados Unidos y Rusia por la disputa global. Ratón en medio del ruido de las altas montañas.  Montado sobre la cresta de la provocación innecesaria, Maduro, en verdad, acuerda los temores por las nuevas sanciones que los países democráticos de América y Europa, que desconocieron la elección presidencial del pasado 20 de mayo, están dispuestos a adoptar  a partir del 10 de enero del año que está por llegar.

Carlos Canache Mata
@CarlosCanacheMa

IBSEN MARTÍNEZ, CHÁVEZ, MADURO Y LA IRRELEVANCIA DEL VOTO


El libro de Fareed Zakaria sobre las democracias no liberales apenas acababa de salir a la luz, en 1997, cuando Hugo Chávez, exmilitar fracasado como golpista, salía de la cárcel. Intentó entonces capitalizar su carisma y su inmensa popularidad propagando el evangelio abstencionista.



Sin embargo, Venezuela, acostumbrada en el curso de 40 años a todas las liturgias, protocolos y fastos de la democracia representativa, pronto hizo sentir a Chávez que predicaba en el desierto. Los venezolanos de entonces valorábamos el voto, nos gustaba votar, gozábamos jacarandosamente del carnaval publicitario que eran nuestras campañas electorales. El astuto futuro demagogo tomó cumplida nota de ello y se hizo candidato presidencial.

Su oferta primordial fue la convocatoria a una Asamblea Constituyente. La viga maestra de su proyecto de Constitución fue la consulta directa: la palabra referéndum saltaba a cada pocos párrafos. Veinte años más tarde, Venezuela es una sangrienta distopía narcomilitarizada, al tiempo que satélite de Cuba.

La historia de cómo esto pudo llegar a ser puede contarse de muchas maneras y una de ellas es la de cómo Chávez logró paulatina y finalmente hacer de cada elección presidencial un plebiscito amañado y de cada referéndum un algo irrelevante. Si quisiésemos hablar de un método, lo esencial del mismo consiste en desconocer todo resultado electoral adverso y convertir el referéndum en instrumento de un tiránico apartheid político.

Como ejemplo de ello, téngase primero el referéndum revocatorio del mando que la oposición quiso activar en 2004 ante los desafueros de Chávez.

El caudillo saludó con cínico aspaviento que la oposición depusiese lo que hasta entonces había sido una estrategia insurreccional y abrazase la vía electoral. Acto seguido contraatacó, violentando una garantía fundamental en toda democracia: el secreto del voto.

Chávez hizo públicas las listas de centenares de miles de opositores venezolanos que firmaron la solicitud de que se realizase un referéndum revocatorio. De este modo, Chávez convirtió una lista de ciudadanos en una lista de apestados a quienes aún hoy se les niega la posibilidad de trabajar en la administración pública o contratar con organismos del Estado. La extorsión del voto de los empleados públicos —el Estado venezolano es, con mucho, el mayor empleador del país— se unió a la indignación, el desánimo y el miedo de muchos opositores. Chávez ganó, y pudo además ufanarse de una elevada participación electoral: la del pleno de los intimidados empleados públicos. Años más tarde, en 2007, los resultados de otro referéndum, convocado esta vez por el propio Chávez, le fueron adversos.

El caudillo bolivariano buscaba hacerse aprobar por vía refrendaria decenas de enmiendas que habrían dado a Venezuela una Constitución comunista. Luego de tortuosos tejemanejes en la trastienda del concejo electoral, Chávez debió reconocer la victoria opositora, no sin calificarla, echando espumarajos, de “victoria de mierda”. A pesar de ello, andando el tiempo, el tirano hizo aprobar por su mayoría parlamentaria las reformas rechazadas en el referéndum de 2007.

Las elecciones regionales de 2008, destinadas a renovar gobernadores, resultaron en un verdadero varapalo para Chávez. La oposición ganó holgadamente en los cinco Estados que concentran más de la mitad de la población del país, la mayor parte de la industria petrolera y el grueso de la actividad industrial del país. Se alzó, además, con la alcaldía mayor de Caracas y con la gobernación del vecino y populoso Estado Miranda.

La respuesta de Chávez sentó el patrón que Maduro ha prolongado: escamotear las atribuciones y los presupuestos de las gobernaciones y alcaldías en las que el régimen resulte derrotado y nombrar protectores para cada región, a la manera de los gauleiters nazis. En casos extremos, se encarcela al alcalde problemático. O bien, se arroja desde un décimo piso al concejal electo, batallador e irreductible.

Todo hay que decirlo: la cúpula opositora, al acudir a las elecciones regionales de 2017, convocadas por una espuria Asamblea Constituyente madurista, desconoció cínicamente un referendo convocado por ella misma para repudiar la inminente y fraudulenta elección de la Constituyente.

El abstencionismo venezolano no responde a una campaña en Twitter, como afirman algunos comentaristas. Es fruto de un largo proceso, alentado por el régimen, de desvalorización del voto como fundamento democrático, ¿puede extrañar la elevadísima abstención del domingo pasado?

Con todo, adviértase que hay veces en que abstenerse es elegir.

Ibsen Martínez
@Ibsen_martinez

DULCE MARÍA TOSTA, GANAMOS


No han transcurrido veinticuatro horas desde que se cerraron las mesas de votación y ya los «votacionistas», tanto del PSUV como de la MUD/FA, se han movilizado para denostar la acción cívica del noventa por ciento de los venezolanos que se abstuvieron de votar.



Impacta percibir como coinciden en sacar de contexto la farsa electoral convocada por el régimen, homologándola con las consultas electorales que se realizan en los países democráticos y donde el fin no es aparentar una situación política inexistente, si no consultar la opinión de la ciudadanía sobre asuntos trascendentes o acerca de la cobertura de cargos para la administración del Estado.

La característica fundamental de cualquier tiranía es su desprecio por la voluntad popular; todos los tiranos, desde antes de Cristo, se han caracterizado por imponer su voluntad por encima del querer de los conglomerados que tiranizan. No es diferente en esta sufrida patria de Bolívar, como tampoco lo es en Cuba, Bolivia y Nicaragua, donde se vota, pero no se decide y donde las consultas electorales –fraudulentas en su esencia– no tienen otro objetivo que hacerle creer al mundo la existencia de una libertad a todas luces falsa.

Hace apenas pocos días, el tirano Evo Morales de Bolivia, desconoció por vía judicial el resultado del referendo que le impedía postularse para un nuevo periodo presidencial. Nada distinto a lo que hizo Chávez cuando su propuesta de enmienda constitucional cayó aplastantemente derrotada, al punto de que se vio obligado a admitirla, pero a condición de que se le hiciera un maquillaje numérico para que se escondiera la paliza recibida y se dejara expedito el camino para desconocer, más adelante, la voluntad de la gente.

Aún está fresca la tinta con la que se escribieron las noticias sobre las elecciones estudiantiles en la Universidad de Carabobo: malandraje desatado (herederos de los «cabilleros» de Acción Democrática) intentando intimidar a la muchachada estudiantil y luego, ante la aplastante derrota, una írrita decisión judicial declarando vencedor al vencido.

No se debe olvidar –ni por un instante– que el voto es un instrumento de la democracia; que su objetivo es el de consultar la opinión del conglomerado sobre asuntos trascendentes, para actuar en consecuencia. Cualquier duda sobre las verdaderas intenciones del convocante, habilita a la población, ética y políticamente, para no concurrir a las urnas y cataliza su derecho a demandar respeto a su soberanía.

Como una de las primeras víctimas de cualquier tiranía es la verdad, no sabemos a ciencia cierta la cifra de abstención, que se comenta alrededor del noventa por ciento; pero a esa de los que no concurrieron a los centros de votación, me atrevo a sumarle la de los que lo hicieron por la más absoluta necesidad, en busca de una caja CLAP o de un trozo de pernil para mitigar el hambre propia y la de sus hijos. Esos también se abstuvieron, esos también son parte de esta lucha y de los sueños de libertad que nos fortalecen el espíritu y nos arraigan a la tierra que nos vio nacer.

Ante la pregunta de: ¿Qué ganaron? que deslizan en las redes sociales los agentes del régimen y de sus socios, podríamos pasar días respondiendo. En primer lugar, nos contamos y eso es extraordinariamente útil para hacerle saber al mundo entero que los dialogantes no son más que unos estafadores que, en su afán de obtener provecho propio, no les importa la dimensión del daño que le hacen a su pueblo. Ese contaje también sirve para que todos se den cuenta de la ilegitimidad de los poderes públicos, incluyendo a la Asamblea Nacional, elegida en las extrañas circunstancias del 6D y, lo que no es menos importante, el hartazgo de la gente por los partidos políticos que cohabitan en la MUD/FA.

Ganamos en prestigio, en estatura moral ante los demás pueblos del mundo; ganamos en esperanza, al reconocer inequívocamente que no existe el manido pueblo chavista, que todos somos hormigas de la misma cueva, como diría el inolvidable Andrés Eloy Blanco; ganamos respeto como pueblo digno, que no vende su primogenitura por un plato de lentejas y, en definitiva, ganamos porque hoy amanecimos mucho más cerca de la libertad. ¡Ganamos!


Dulce María Tosta
turmero_2009@hotmail.com
@DulceMTostaR