sábado, 30 de enero de 2021

ACTUALIZACIÓN DE EL REPUBLICANO LIBERAL DIARIO DE OPINIÓN, http://elrepublicanoliberalii.blogspot.com/ DOMINGO 31/01/2031


 

MIBELIS ACEVEDO DONÍS, CONSISTENCIA, POR FAVOR

Quien fuera primer ministro del Reino Unido entre 1997 y 2007, Tony Blair, respondía en 2016 ante una opinión pública zarandeada por la publicación del “Informe Chilcot”. “Las evaluaciones de inteligencia realizadas en el momento de ir a la guerra (de Irak) resultaron ser incorrectas. El resultado fue más hostil y sangriento de lo que habíamos imaginado… por todo esto expreso más pesar, arrepentimiento y disculpa de lo que nunca imaginarán… (pero) no me arrepiento de tomar la decisión".

La invasión militar a Irak en 2003 "no era el último recurso", concluía el polémico reporte. Las decisiones sobre este conflicto “no se cuestionaron y debieron haberse cuestionado", aseguró el investigador John Chilcot. En virtud de las tajantes afirmaciones, Blair sorprendió a muchos con su “sí, pero no”, fustigándose de forma vehemente pero al mismo tiempo justificando sus jugadas. La sensación de que ambas posiciones no se conciliaban no se hizo esperar, claro. Entonces Blair saltó de nuevo al ruedo: "No es incoherente decir que tomamos la decisión correcta". Una señal de ofuscación que restaba valor al hecho de haber aceptado “toda la responsabilidad". ¿Cómo confiar de nuevo en quien reconocía haber avalado tal desbarro pero a la vez recurría a la autoindulgencia, diciendo que era eso lo que procedía, que no había alternativas y que su solo pecado fue fiarse de “datos erróneos”? 

El ejemplo del “desliz” de un funcionario curtido y respetado como Blair sirve para ilustrar la grave obligación que atenaza al político. Si bien sabemosque en manos humanas el ejercicio de la política no está blindado contra la equivocación -mucho menoscontra esa tentación de “embellecer” la verdad o desfigurarla, cuando conviene- lo menos que puedepedirse al liderazgo es algún compromiso con la coherencia. 

Pero los procesos sociopolíticos no son lineales, recordaba hace poco un veterano dirigente venezolano. Ah, precisamente: en virtud de esaincertidumbre que se perfila como una perturbadora constante, sí luce necesario fijar no sólo ciertos límites éticos, no sólo ciertas prioridades programáticas, sino líneas estratégicas que, sobre todo en situaciones extremas, orienten la acción táctica para que no se devuelva contra susimpulsores. El costo del recurrente mal cálculo, de la acumulación de fracasos injustificables, es perder la confianza de la gente. Y eso, en un contexto que hace crítico el apoyo robusto de la sociedad al liderazgo democrático y lo que representa, es poco menos que suicida. 

Sabemos que en el caso de Venezuela la consistencia estratégica no es algo que haya distinguido a la oposición. A lo largo de estos años y según lo prescribía la directriz de turno, podemos distinguir de hecho algunos “arcos narrativos” en los que se alternan tercas secuencias, fruto de visiones más radicales, (2002 a 2005; 2014; 2016 a 2020) con las que respondían a políticas más realistas, graduales y ajustadas a los parámetros de la ruta pacífica, electoral, constitucional y democrática (2006 a 2013; 2015). Lejos de la adecuación de métodos y fines operando a largo plazo, y como si la admisión del pobre desempeño no se tradujese en una auto-interpelación de gran calado, esa espasmódica mudanza ha dejado sus muescas. Una de ellas, la desestimación del voto, la creencia de que apelar a él como recurso de organización-participación-denuncia-movilización interna y palanca para desestabilizar a una autocracia, no tiene sentido. Un resultado, también, de la insistencia en que “hemos hecho todo, y nada ha funcionado”, verduguillo que desde las páginas de periódicos del mundo todavía lanzan opositores que se empeñan en no ver más allá de la providencial ayuda externa. 

Un discurso furtivo, moviéndose como el áspid en la cama de Cleopatra, sigue interponiendo zancadillas, aun cuando hoy se hable de tomar el cabal y decoroso camino de la rectificación. Pero para que tales abluciones funcionen es esencial emprender una revisión a fondo de lo hecho, pesar el daño, reconocer cuán cáustico fue el error de juicio, aceptar que hubo decisiones que “no se cuestionaron y debieron haberse cuestionado" (como apuntó Chilcot en el caso de Blair); y renunciar por ende a la infantil procura de dispensas. Lo siguiente será desartornillar el viejo convencimiento y sustituirlo por otro, ese que la tozuda obra del voluntarismo hizo tan impopular. 

Amén de una mínima correspondencia entre el decir y el hacer, y aun sabiendo cuán contradictoria e imprevisible puede ser la realidad política, cuánta flexibilidad y audacia requiere, es lógico reclamar ala dirigencia algo más que una ristra de arrepentimientos crónicos, aislados. Después de todo, los apoyos ciudadanos dependerán de que las promesas se traduzcan en acciones con resultados tangibles, provechosos, sostenibles en el tiempo. Quid pro quo. La situación de penuria generalizada azota a una sociedad necesitada tanto de arreglos urgentes, como de la articulación de fuerzas que desde lo político permita conquistar espacios,reinstitucionalizar, volverse influyente, exigir cambios y que esa voz no se diluya, sino que estalle vigorosa, innegable, clara. 

Frente a la invariable campaña de desmovilización opositora que despliega una autocracia, el “hoy sí voto; mañana no; pasado mañana veremos si conviene” resulta una extravagancia. Si el propósito es rehabilitar el valor del voto como derecho y como medio de transitar hacia la democracia -lo que también sugiere compatibilidad entre la fe democrática y la visión realista, diría Giovanni Sartori- entonces lo sensato será abrazar responsablemente su potencial, prever sus consecuencias. Eso seguramente incidirá en la recuperación de la credibilidad, de la confianza y autonomía perdidas. La política que se aficiona a la autonegación, a la pirueta permanente, al reset compulsivo de convicciones, terminaría cebando la infeliz creencia de que un adversario enfocado en su dañosa tarea será irreductible. Nada tan chacumbélico, en fin. 

Mibelis Acevedo D.
mibelis@hotmail.com
@Mibelis
@ElUniversal
Venezuela

JOSÉ RAFAEL HERRERA, ESTADO Y NACIÓN

La exaltación de los derechos privados, tan en boga por estos días, se sustenta en la presuposición de una serie de requisitos de mera naturaleza individual, lo que termina propiciando, tarde o temprano, la apatía política. Si la exaltación del comunitarismo ha terminado por hacer de la vida ciudadana una ficción en la que se desdibujan los contornos de la condición individual, transformándola en una multitud incapáz de poder decidir por sí misma y reduciéndola a su impotencia, la exaltación de la individualidad abstracta llega, por el camino inverso, exactamente al mismo punto: a la bancarrota de la libre voluntad y de sus auténticos derechos. Mientras mayor sea la exigencia de la preponderancia de lo abstractamente individual mayor será su identificación con el “hombre masa”.

Una discusión acerca de cuál es el mejor modelo, el más adecuado para la sociedad, sin que ninguno de sus interlocutores sepa a ciencia cierta de qué se está hablando, solo sirve, de un lado, para encubrir la ambición de poder del ignorante que poco o nada sabe de Nación o de Estado o, via negationis, para incrementar aún más la frustración de una muchedumbre con un pie en la incertidumbre y el otro en la resignación. Muchedumbre que, desde el principio, desconocía el real sentido y los alcances de las protestas masivas en las que, muchas veces -sobre todo al principio- participó. Y, como era previsible, sus esperanzas terminaron en temores. 

En política, toda presuposición termina dando rienda suelta a las más lúgubres expresiones de autoritarismo y terror. Es el caso del régimen de gansteril, de sus indiscriminadas prédicas “revolucionarias”, “bolivarianas”, “humanistas” y “republicanas”, que terminaron en el horror de un país en ruinas, aunque con “bodegones”. Pero también es el caso de un puñado de políticos “pragmáticos” -en realidad, improvisados, irresponsables y sin la mayor formación-, quienes, asesorados por una sarta de “científicos” de bullpen, cuyas nuevas cartas astrales son las estadísticas y las metodologías “de punta”, suponen o que “la realidad es lo que es” -“eso es lo que hay”- o, peor todavía, lo que sus planos astrales “deberían” obligarla a ser, a remate de cifras y porcentajes. Son los Mister “Ship” del hipismo o los Carlitos González del beisbol insertos en la praxis política. Y como no consiguen acertar, tal como era de esperarse, acuden a la liturgia de la esperanza, del “tiempo de Dios”, o de su equivalente mediático: la retórica hueca, vaciada de todo contenido, del “vamos bien”, del “sí o sí” o del “sí se puede”. Pero, si desde hace veinte años las premisas son las mismas, ¿los resultados podrían llegar en algún momento a ser distintos? A fin de cuentas, lo tácito -precisamente, lo que se presupone- oculta la ignorancia del mediocre, vístase de casaca roja o de blue outlet stores. 

Cuando no se emprende la búsqueda histórico-filosófica del origen de los vínculos del espíritu de una Nación -el Ethos-, no se llega muy lejos. Y es que no es posible concretar un cambio radical en la vida de una determinada formación política y social sin efectuar el proceso de reconstrucción de su ser y de su conciencia sociales, de conocer a fondo los elementos externos e internos que conforman el pulso de su devenir, esa dinámica que transforma un conglomerado en una auténtica comunidad, una multiplicidad de intereses informes en una Nación. Todo lo cual se expresa a través del estudio del lenguaje, el arte, la religión, los tipos de gobierno, las instituciones políticas, las leyes, el desarrollo productivo, educativo, literario y científico, así como las formas de pensamiento en general que han logrado fraguar su Volkgeist. Se trata de comprender el ser y el tiempo de una determinada Nación en su historicidad. Porque, como dice Hegel, cada Nación tiene sus propias representaciones, “un rasgo nacional establecido, una manera de comer y beber, ciertas costumbres que le son propias”. En fin, “un modo particular de vida”. Solo cuando los instrumentos de “medición” dejan de ser la fuente primaria del conocimiento y la conciencia se dedica a comprender-se, se produce el cambio, y se puede crear un auténtico proyecto de Nación y Estado, en el que no solo la comunidad se sepa inmersa en sus costumbres, sino en la que los individuos logren identificarse consigo mismos, pues al compartir los valores de su comunidad, los individuos, lejos de ser concebidos como masa informe, crecen y con-crecen, porque sus almas se enriquecen y pueden reconocerse libremente en la unidad orgánica de la totalidad social y política de la que forman parte. Es eso a lo que se denomina eticidad o civilidad. Y mientras mayor sea el desarrollo de la educación estética mayores serán su armonía y fortaleza. Pero nuestros políticos de oficio parecen no saber nada de eso. 

Se equivocan quienes, a fuerza de un maniqueísmo ya casi instintivo, presuponen que la salida de las ficción totalitaria de un régimen que ha terminado por secuestrar a los individuos, hasta pretender transformarlos en rebaño, consiste en la promoción de la ficción individualista. De un lado, se exalta al Estado -en realidad, a la sociedad política- contra la iniciativa privada; del otro, se exalta al individuo -en realidad, a la sociedad civil- contra la opresión del Estado. Dos unidades en sí mismas opustas y recíprocamente contradictorias. El Estado es percibido como el aparato del gobierno que ejerce el poder, mientras que la Nación está formada por el pueblo, sus súbditos, sometidos a su absoluta voluntad. Semejante presuposición de la doctrina rousseauniana no sólo es inexacta, sino que es, además, superficial. Hablar de la “soberanía nacional” o de la “soberanía popular” ya implica la exclusión de la idea de Nación de una concepción amplia y orgánica del concepto de Estado, porque sólo es posible hablar de soberanía si se consideran las diferentes esferas de la sociedad como una totalidad concreta, cabe decir, como el recíproco reconocimiento de la sociedad política y de la sociedad civil, del Estado y de la Nación. En última instancia, la sociedad política, a la que por lo general se le denomina Estado, no es más que la sociedad civil -la Nación en cuanto tal- hecha, es decir, objetivada. Rousseau invierte los términos: según él, los individuos enajenan sus derechos al Estado, el cual, a partir de ese momento, regula su libre voluntad. En realidad, es al revés: la voluntad de la Nación se ha objetivado y ha creado un Estado, un garante de sus intereses, un organismo que representa y preserva su eticidad, el modo de ser propio de su tiempo. Que con el pasar de los años el objeto creado pase a ocupar el puesto de su creador depende del nivel de conciencia de los individuos que forman parte de dicha Nación. 

La Venezuela de hoy ni es una Nación ni es un Estado. La labor de los sectores progresistas de la sociedad no consiste ni el regressus al “como éramos antes” -cosa del todo imposible-, como tampoco en la intentio de participar en el “juego del gato y el ratón”, teniendo a una tiranía de narcotraficantes y terroristas como potenciales interlocutores. Las “gangas” para intentar posicionarse de algunos cargos “estratégicos” que le permitan tener presencia en el “Estado” y tomar aire para un segundo combate son tarea baldía. Venezuela requiere reinventarse, rehacerse, recomponerse, ser refundada desde sus raíces. Y sus raíces pasan por la elaboración de la superación y conservación de sí misma. Tarea nada fácil, sin duda. Pero este será el esfuerzo más humano y sublime de un país que bien lo merece. 

José Rafael Herrera,
jrherreraucv2000@gmail.com
@jrherreraucv
Venezuela

ANTONIO JOSÉ MONAGAS, CUANDO LA AYUDA PROVIENE DE “ARRIBA”

Más que dar u ofrecer, “ayudar” se convierte en un deber de permanente condición. Su naturaleza está en comprender lo que se suscita alrededor de la situación-objetivo para entonces actuar de cara a la necesidad expuesta. Es ahí cuando la circunstancia se reviste de su mejor valoración no más tangible que intangible. Y eso le imprime un gran sentido y hermosa razón a la vida. 

Es un tanto lo que la magnanimidad predica y prodiga. Sólo que no muchos, la practican. Y son pocas las ocasiones, donde las realidades se lucen al pintarse de bondad. Combinado el gesto con solidaridad. Para así plasmar tan agraciada perspectiva, en el lienzo de la constancia. Y encuadrada, en el marco que la grandeza humana puede entregar. 

Aunque quizás, para entender algo de lo que envuelve toda acto de humanidad expuesto por la “ayuda” que todo ser humano, en lo individual o grupal, requiere en algún momento de su existencia, parte del hecho de comprender la vida. La vida en tanto que destino, causalidad, oportunidad, camino, fortuna o tesoro. Y aunque muchas definiciones trazan la vida ante un horizonte perceptivo de toda construcción que renueve su entorno y perfeccione su contorno, siempre la vida exhorta a mejorar al hombre en todo lo posible. 

Es por eso que el concepto de “ayudar”, está más allá del alcance de cuantas nociones intentan concebir la vida como expresión de amor. Tan profundo concepto, el de “ayudar”, cimienta los pivotes que sustentan la palanca que mueve al mundo. 

He ahí la razón por la cual ha progresado el mundo. O por la cual, la vida adquiere mayor significación. Y estos propósitos, son solamente posibles cuando el verbo “ayudar” consigue conjugarse en segunda o tercera persona del plural. Eso permite referir la ayuda de otros que calificados como instituciones, dan cuenta de su carácter como “virtuosos de la justicia”. 

Es el caso de la organización no-gubernamental DEFIENDE VENEZUELA, cuya misión descansa en la acción comprometida de actuar como defensora de los Derechos Humanos. Sobre todo, en contextos donde la represión se convierte en torturador o verdugo. 

Esta ONG, encarna el generoso papel de conducirse entre los avatares propios de una tramoya arreciada por la oscuridad que impone la perversidad. Particularmente, cuando se confabula con cuanta arbitrariedad puede inventarse para hacer de la vida un completo escenario de angustia, pesadumbre y pánico. 

En aras de los que constituye su compromiso, DEFIENDE VENEZUELA ha venido denunciando las violaciones tramadas contra los Derechos Humanos. Esencialmente, aquellas cometidas en Venezuela las cuales eleva ante el sistema interamericano en la figura de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, CIDH. 

Entre sus múltiples mediaciones e intervenciones ante la CIDH, esta ONG ha logrado victorias jurídicas que si bien son desconocidas por el régimen venezolano, constituyen importantes referentes en el ámbito de la defensoría de tan fundamentales derechos y libertades. Vale resaltar la formalización de 20 medidas cautelares para 20 venezolanos, todos pacientes de la capciosa condición que configura la Esclerósis Múltiple. 

Este problema de salud, que incapacita la persona, fue en principio reconocido por el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, IVSS para los efectos que preveía y determinaba la Constitución de la República. De hecho, su artículo 83, dicta que “la salud es un derecho fundamental, obligación del Estado que lo garantizará como parte del derecho a la vida”. Por tan importante motivo, el Estado declara su compromiso de establecer “un sistema de seguridad social  regido por los principios de gratuidad (…) y solidaridad”. El mismo dará prioridad a la promoción de la salud, para lo cual garantizará “(…) tratamiento oportuno y rehabilitación de calidad” (Artículo 84). 

Luego, el artículo 86, recalca que “el Estado tiene la obligación de asegurar la efectividad de este derecho”. En consecuencia, la ley que asienta las funciones del sistema integral de salud, en la persona jurídica del IVSS, recoge el dictado constitucional toda vez que son fundamentos de su normativa. 

No obstante, el tiempo puso de manifiesto el desacato a los preceptos constitucionales. Eso sucedió hace 6 años. El régimen se ha escudado en cuantas excusas puedan servirle para evadir su responsabilidad expuesta a través del debido cumplimiento de tan aludido derecho. Y que también ampara distintas condiciones de salud que padecen otros venezolanos. Es el caso de las personas que han recibido trasplantes. O que sobrellevan alguna enfermedad inmune tal como el VIH. U otras de igual efecto. 

Sin que las secuelas de tan perversas omisiones generen alguna resquebrajadura en la gruesa piel del régimen, estos venezolanos privados de sus respectivos protocolos de medicamentos, que deberían ser distribuidos por el IVSS, han comenzado a rendirse ante la vida. Y tan cruda situación, debe incitar la mayor repulsión de la sociedad. 

Por fortuna, DEFIENDE VENEZUELA ha estado acompañando el esfuerzo y perseverancia de estos valientes venezolanos que han seguido batallando contra “vientos huracanados y lances de puntiagudas formas” que desordenadamente impactan y rasgan todo lo que en su senda consiguen. 

Es casi como advertir en tan noble apoyo, aquel secreto de la vida que exalta el sentido que hay en la “ayuda” que viene del otro. Y que la gracia de la vida, y hasta la Divinidad del Cielo, lo convierte en provecho común pues se siembra como inmortal legado para el mundo. Lo que acá vale destacar, es todo lo que puede hacerse por los demás. Y esto es casi vivir el regocijo de presenciar cuando la ayuda proviene de “arriba”. 

Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
Venezuela

VICENTE BRITO, LAS LIMITACIONES CIUDADANAS RECLAMAN SOLUCIONES URGENTES

Muy pocos países del mundo han estado sometidos a tan elevadas limitaciones ciudadanas, como el que le ha venido ocurriendo a los venezolanos en los últimos años. 

Donde de una manera lenta pero sostenida se viene observando el incremento de estas complejas situaciones, las causas son conocidas con sus efectos en: Calidad de vida, desarrollo humano, niveles de consumo y poder adquisitivo. 

Vamos a realizar un diagnóstico de estos factores, que son determinantes en ubicar las razones de las limitaciones ciudadanas que afectan a un 90% de las familias Venezolanas, las cuales han ido aumentando de una forma acelerada durante los últimos 4 años. 

La calidad de vida, es determinante en calificar a los distintos países del mundo, para considerar el bienestar y grado de felicidad en el cual se encuentran sus ciudadanos. 

Resultan determinantes los factores económicos, sociales, las necesidades personales como transporte,  las condiciones para obtener los servicios de salud, suministro de agua, electricidad, seguridad personal,  vías de comunicación, etc. Los cuales son considerados como elementos básicos para ubicar a los países con mejor o menor calidad de vida en los distintos continentes.

En nuestro caso los análisis realizados por instituciones especializadas tanto nacionales como internacionales, nos ubican dentro de los países que han tenido mayores y continua caída en calidad de vida de sus habitantes en los últimos 10 años. 

El desarrollo humano ubica a las personas en el centro del desarrollo, el programa de las Naciones Unidas denominado PNUD, establece como derechos fundamentales: la participación de los ciudadanos en todas las actividades políticas, económicas o sociales que así lo consideren. Igualmente se considera la dignidad de la vida, el derecho de propiedad y los derechos humanos, como factores fundamentales en determinar el nivel de desarrollo humano alcanzado por cada uno de los países del mundo. 

El último informe presentado por el PNUD, considera en sus análisis las preocupantes desmejoras en desarrollo humano que se observan en Venezuela. 

Los niveles de consumo, muestran evidentes reducciones sobre todo en productos y otros artículos a los cuales tradicionalmente nos acostumbramos a consumir. Las publicaciones  donde se reflejan esas caídas son dadas a conocer por las empresas productoras y procesadoras de alimentos, electrodomésticos, ropa, zapatos y otros bienes que así lo reflejan. Son evidentes sus consecuencias en las tres cuarta parte de la población, que incluye a la totalidad de los sectores E y D. 

En el poder adquisitivo, pasamos de tener un promedio de ingresos totales familiares de unos 400 dólares al mes, a unos 50 dólares. El sector social E está por debajo de este monto y conforma a la mitad de la población. La caída del poder adquisitivo es causada por la inflación en la cual nos encontramos, la cual es la más alta del mundo. 

Estas limitaciones ciudadanas, nos indican que los venezolanos necesitan soluciones urgentes a la compleja situación en la cual nos encontramos.

Vicente Brito
vicent.brito@gmail.com
@vicentejbrito
Presidente
Red por la defensa al Trabajo, la Propiedad y la Constitución Vicente Brito
Venezuela

LEOMAGNO FLORES, LA UNIDAD SUPREMA

El 23 de enero de 1958, el pueblo rubricó con su presencia en las calles, el triunfo de una coalición cívico militar que culminó con la huida del Dictador de entonces y abrió el camino de la República Civil que cambió la historia y convirtió a la Nación rural en una promisora referencia política y económica en Latinoamérica.

Hoy, cuando se cumplen 63 años de esa emblemática fecha, nuevamente Venezuela está sometida por la bota tiránica de quienes usurpan el poder. Aquella celebración eufórica del 23 de enero que desde niños sentimos como la fiesta del cumpleaños de nuestra entidad ciudadana, hoy se trastoca en triste imagen congelada en una pintura clásica, colgada en la desvencijada pared de la patria, bajo el alegórico nombre del “Espíritu del 23 de Enero” que permitió un pacto de élites (Punto Fijo) que durante 40 años nos colocó en las primeras filas de la civilización. Hoy no hay nada que celebrar. De nuevo la barbarie se enseñorea sobre nuestra soberanía, repartiendo en grupos de poder nuestra geografía y entregando sin pena ni gloria hasta el territorio Esequibo.

Tendremos otro 23 de Enero? La tradición libertadora de nuestro gentilicio, seguramente lo hará posible. Pero hay que entender que no se le puede pedir acciones heroicas a un pueblo con hambre, sojuzgado por la persecución y arrinconado por el miedo.

Aquí cabe a nuestra generación, hija de aquel 23 de enero, hacer  una reflexión: Acaso, vamos a pasar a la historia como los padres y abuelos que no supimos dejarle un país libre a nuestros sucesores?

Creo que ha llegado la hora de empinarnos por encimas de las tumbas de la vanidad y los personalismos e invocando el espíritu del 23 de enero, convocar a la unidad suprema de todos, incluyendo los desertores de la causa opositora y al chavismo sufriente, para volver a la calle, sin retorno,  para conquistar de nuevo la libertad extraviada por nuestras propias culpas.

Leomagno Flores
magnotablet@gmail.com
@Leomagnofa
Venezuela

OSCAR ARNAL, VENENOSAS NOTICIAS FALSAS

El fenómeno de las noticias falsas o Fake News pica y se extiende. Especialmente cuando hay personalidades como Trump o Maduro que le dan rienda suelta. 

Un estudio serio de opinión pública revela que el 81% de los Republicanos piensa que le robaron las elecciones al ex-presidente. La idea se ha regado por todas partes. Aunque sea difícil creerlo gané dos apuestas después de pasadas semanas de las elecciones en EEUU, alegando que Trump había perdido y no ganado como él decía. Los resultados oficiales le dieron en el voto popular alrededor de 82 millones a Biden, más de 7 millones sobre Trump, que obtuvo 74 millones de sufragios. En los Colegios Electorales Trump obtuvo 232 votos y Biden 306. Trump perdió más de 50 demandas en las Cortes de EEUU, incluyendo un recurso que llegó a la Corte Suprema donde los conservadores tienen mayoría. Los gobernadores y las asambleas legislativas republicanas certificaron los resultados contra Trump. El Departamento de Justicia y el de Seguridad Nacional también. Después de todas estas evidencias todavía hay gente pensando que a Trump lo robaron. Tanto que seguidores fanáticos irrumpieron furiosos en el parlamento para impedir que la sesión conjunta de las dos Cámaras diputados y senadores presididas por el ex vicepresidente Mike Pen proclamara el triunfo de Biden tal como también lo hizo. Ahora “Dominion” la empresa de tecnología electoral, que ha sido acusada de teorías de conspiración por parte de Donald Trump y sus aliados, demandó a Rudy Giuliani, abogado del expresidente, por difamación. Esto, luego de que Giuliani promoviera la “gran mentira” sobre el fraude electoral en los más diversos medios de comunicación. La demanda de Dominion Voting System contra Giuliani exige 1.300 millones de dólares en daños. 

En este mundo donde vuelan las noticias falsas, no hay que caer en trampas y hay que informarse bien. Hay que buscar fuentes confiables y noticias certificadas de medios con renombre, tradición o credibilidad. Noticias que vengan de periodistas serios, no fanatizados, amarillistas o ideologizados. Basta ya de creer en las teorías de terraplanistas, Quanon, los antivacunas, los pedófilos liberales, los que todavía exponen que ganó Trump y mejor paremos de contar. En la misma dirección el domingo pasado Maduro aseguró que su gobierno había descubierto unas gotas milagrosas, el “Carvativir”, que “neutralizan el 100% del COVID-19”. Si fuera verdad habrían pruebas científicas y en todo el planeta estarían tratando de adquirir la patente de la supuesta medicina. Igualmente desde el inicio de su gestión ha mentido de manera sistemática alegando: complots que no existen, intentos de magnicidio frustrados, responsabilidad de la crisis a las sanciones, sabotajes a los servicios públicos por parte de la oposición y los EE.UU… 

En este sentido, la semana pasada el papa Francisco emitió el 54º Mensaje para las Comunicaciones Sociales. La exhortación, más urgente e importante que nunca fue vencer la tentación de las mentiras e historias destructivas. En un tiempo marcado por el uso divisivo de la palabra, el Papa nos recuerda que la comunicación es auténtica “si construye, no si destruye”. Si es "humilde" en la "búsqueda de la verdad" y tiende puentes y no muros. Y frente a la difusión de narraciones "falsas y malvadas" hasta la sofisticada aberración de la mentira profunda o “deep fake”, el Papa anima a que la narración hable "de respirar la verdad de las buenas historias”...“incluso cuando contamos el mal podemos reconocer el bien y hacerle sitio" concluyó.

Oscar Arnal
oscar.arnaln@gmail.com
@OscarArnal
Venezuela