martes, 27 de abril de 2021

ACTUALIZACIÓN DE EL REPUBLICANO LIBERAL: DIARIO DE OPINIÓN, http://elrepublicanoliberalii.blogspot.com/ MARTES 27/04/2021





 

TITULARES
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BEATRIZ DE MAJO: AMENAZA DE DESACELERACIÓN EN EL ORDEN DEL DÍA. CHINA HOY


RICARDO VALENZUELA: SOMOS POLLITOS. NO PODEMOS VOLAR


GABRIEL S. BORAGINA: DISCRIMINACIÓN FISCAL Y EVASIÓN


MARYCLEN STELLING: LA FALSA NORMALIDAD



LINDA D'AMBROSIO: CONTRA LA DESMEMORIA

Documentar. Testimoniar. Dejar por escrito. Cancelar el silencio. Cuatro propósitos que animaron a Leonardo Padrón, semana tras semana, a sondear en los más oscuros episodios de nuestra historia reciente y a transcribirlos en Tiempos Feroces, el libro publicado en Madrid por Editorial Kalathos.
 
Tras un título elocuente, que anticipa que todo cuanto afrontará el lector está referido a una misma época, se alojan la crónica, el artículo de opinión, la reflexión lírica, el microteatro y el reportaje. “Podría -si tenemos necesidad de rótulos- hablar de un libro sutilmente transgenérico”, explica Padrón.
 
La obra compendia textos escritos entre los años 2015 y 2018, dando continuidad a Se busca un país, su libro precedente, que reunía aquellos redactados entre 2013 y 2015.
 
A lo largo de las 257 páginas que conforman la obra, el autor escudriña en la pequeña historia, en los casos que, subsumidos en un número masivo de agravios, terminan por perder su dimensión real, anonimizados, omitiendo el impacto transformador que tuvo lo sucedido en la vida singular de cada víctima, pero también en la cotidianidad de quienes le circundan. Padrón quiso rescatar esas historias “para que no las barriera el olvido o la próxima noticia”. O, como afirma en el libro: “para vencer la amnesia de nuestros errores”. Porque, para el escritor, la situación de Venezuela es un fracaso colectivo, el resultado de una decisión equivocada y, si por un lado ve en el registro de las fechorías una manera de señalar a los culpables, de contrarrestar la impunidad absoluta de que disfrutan los verdugos, por otra estima didáctico el recuento de los hechos para evitar que reincidamos en los mismos errores. Aboga por la introspección, severa y fecunda: “Quizás toca viajar hacia dentro de nosotros (…) repensarnos de forma inclemente” afirmaría.
 
Así mismo, resulta elocuente la portada, en la que se perciben las marcas de las balas sobre la fachada de un desvencijado edificio: una pared vulnerada, imagen que el escritor invoca al referirse a la espalda de Hans Werich (“una pared humana fusilada”), o que utiliza como metáfora al contemplar cómo dos hombres perforan un boquete para acceder a un edificio residencial (“Roen la propiedad privada para desmantelarla”).
 
Indaga en la violencia, a veces experimentada en primera persona, como narra pormenorizadamente en su artículo El huracán, pero casi siempre lo hace a través de sus interlocutores: “Los entrevistaba. Les pedía que me relataran su historia para luego yo vaciarla en un texto con la pretensión de que sonara más allá”.
 
Padrón se arroga el derecho a levantar la voz en nombre del compromiso social, por una parte, y en razón del esfuerzo tantas veces realizado para instar a la gente a movilizarse a favor de ciertas causas, sin que se percibieran cambios sustanciales como resultado.
 
A través de sus escritos puede rastrearse cómo fueron gestándose ciertas situaciones, y se avizora también lo que debe ser evitado.
 
Estas páginas que, en suma, configuran el doloroso retrato de nuestro país, constituyen un estímulo para buscar soluciones, y reflejan la continua labor de observación y análisis efectuada por su autor para comprender lo que estaba ocurriendo. Ello, de por sí, constituye un aporte, a más de los señalamientos que, con extraordinaria lucidez y maravilloso lenguaje, con infinito amor por su país, realiza, cohesionándonos. Todo ello, con miras a tener presentes los hitos del camino recorrido para no reincidir en acciones improductivas, o como expresaría el escritor en sus propias palabras: Para intentarlo distinto. O mejor. O siempre.

Linda D´ambrosio
linda.dambrosiom@gmail.com
@ldambrosiom
@ElUniversal
Venezuela-España 

JOSÉ ERNESTO PONS BRIÑEZ: ALEXITIMIA COLECTIVA. REDEFINIR EL AMOR

El Amor hoy en día, es un tema de libre interpretación, así pareciese. Redefinir el amor en estos días no solo es tarea cultural, sino una necesidad del hombre y las futuras generaciones que hoy claman dentro de sí, de esquemas que les proporcionen la agradable sensación de vivir, de ser amados y respetados en su integralidad. Los altos índices de suicidios juveniles, hogares separados, odios entre amigos y demás aspectos marcan las pautas psicosociales de estos tiempos. Esto indica que no vamos en buenos caminos como personas, familias y comunidades.
 
Sufrimos de una “alexitimia colectiva”, que no es otra cosa que la incapacidad para decir “te quiero” y menos de ofrecer “un abrazo o un beso”; estamos tan graves como sociedad que ya ni a los nuestros somos capaces de ofrecer la ternura que sus almas piden a gritos y menos todavía lograr una empatía con ellos. La ausencia de centrar nuestra atención en el tema del Amor, nos ha ocasionado grandes dificultades, la ausencia de readaptaciones y nuevas formas, de un mismo tema en el corazón del hombre, que no es más, que Amar y Ser Amados.
 
Esta muestra de la gran fortaleza que posee el hombre de “Amar y ser Amado”, se ve trastocado en el camino de una sociedad que ciertamente perdió su rumbo en sus afanes, y víctima de sí misma, se ha visto diluida sistemáticamente. Los Valores Morales de la raza humana dejados a un lado, se han convertido en un metal que retiñe, pero, no da el calor que solo el amor logra nutrir al ser humano. La ternera, la dulzura, la sensibilidad como la empatía no se perciben y menos se sienten entre nosotros. El amor es estimulante, es poderosa “Droga” que nos hace reaccionar ante la injusticia, hacia la libertad, a respetar y defender nuestros Derechos como seres Humanos.
 
A pesar de los grandes esfuerzos del hombre en encontrarse e identificar sus fortalezas emocionales hacia los seres de su entorno, se empecina en anteponer restricciones culturales, políticas y económicas, que no le permiten consolidar este sentimiento que une a la humanidad. De forma intencional, ha minado el camino hacia la dulzura, la bondad en amor y la aceptación; es tan cierto que estas generaciones que demandan de sus padres, familias, amigos, en fin de nuestro entorno han sido a la que más se le ha negado este derecho natural.
 
Es resultado de estos tiempos es que el amor deberá marcar la vida desde su nacimiento, pero sucede que pareciese desvanecerse; es tanto así, que en un tema tan íntimo en el hombre, buscamos a Dios, este menciona que Él es amor: se menciona que Dios aparte de que tiene la capacidad de amar y de que de hecho ha amado a la humanidad con amor eterno, tiene la hermosa cualidad de “Ser el Amor en Sí Mismo”: “El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.” (1 Juan 4:8)
 
Dr. José Ernesto Pons Briñez / Psicólogo y Profesor Universitario / Acá nos referimos: Al Amor, Filial–Ágape
 
Jose Ernesto Pons Briñez
buzondecorreodejosepons@gmail.com
@joseponsb
Venezuela

MI ADICCIÓN: NOEL ÁLVAREZ

Está es la segunda entrega de mi proyecto de autobiografía. Como recordarán, en mi primer artículo, Nací en Inglaterra, les hablé sobre mi llegada al caserío del Batatillo, hecho ocurrido en agosto de 1963. A los pocos días de nuestro arribo, se presentó a casa, uno de mis hermanos mayores, Tomás. Llevaba tomada de la mano, una niñita. Recuerdo que me llamó la atención su cabello alborotado.
 
—Mamá, esta es una de mis hijas, su madre me la entregó para que la criara y yo no tengo como hacerlo, así que se la traigo para que usted me ayude —dijo mi hermano.
 
Esa niña, cuyo nombre es, Rafaela, se convirtió, en corto tiempo, en la hija que mi madre nunca tuvo y en la hermanita que nosotros tanto anhelábamos.
 
En sitios como el Batatillo, carente de fuentes de trabajo, la vida era muy dura, pero a la vez, tranquila y pintoresca. Nuestro hogar estaba conformado por mis padres, mi hermanita, mis dos hermanos intermedios y yo, que era el “toñeco”. En aquel tiempo campeaba la pobreza, la comida era escasa y con muy pocos nutrientes: caraotas revueltas con huevos caseros, aderezadas con un fuerte picante, cultivado y procesado por mi madre, todo esto acompañado con las célebres arepas trujillanas, manjar delgadito que suelta la conchita por ambas caras, ese era nuestro habitual menú.
 
Cruzan por mi mente algunos pasajes tristes pero inolvidables, por ejemplo, cuando a mi padre, después de pagar los gastos, le sobraban unos bolívares, compraba un kilo de carne, ese día y los subsiguientes, eran de gran regocijo para nosotros. Igual cuando compraban mantequilla o sardinas en lata. Mi madre nos servía la comida a los 3 hermanos varones en un solo plato. Allí se ponía en práctica una frase que es muy popular en Trujillo: “No arrolle, ah rigor”. En esos lances, mis consanguíneos actuaban alevosamente en mi contra: inundaban el plato con picante para quedarse con mi comida. El picor era tremendo, pero el hambre era mayor. Yo iba comiendo y soltando lágrimas, pero llegado a un punto, el dolor era tan intenso que de mi garganta escapaban gritos. Mi madre intervenía, presta, para meter en cintura a los zagaletones. Hay un refrán que dice: “Mas pudo el hambre que el hombre”. Me las ingenié para que, cada vez que esto sucediera, no me encontrara desprevenido. Por ensayo y error, aprendí como neutralizar los efectos de la capsaicina del picante: cada bocado de comida picante lo suavizaba con un trocito de papelón. Creo que con ese método mis papilas gustativas se fortalecieron y el picante se convirtió en mi adicción, hasta tal punto que, quienes debieron tirar la toalla fueron mis hermanos.
 
En aquella época, debido a la ausencia de centros preescolares, los alumnos iniciaban su primaria directamente en primer grado y para eso debían contar una edad mínima de 7 años. Digo edad mínima porque la máxima no existía. Recuerdo que, en esos pequeños centros poblados, no era extraño encontrar jóvenes de 15 años o más, comenzando la escuela primaria, de hecho, conmigo cursó primer grado, un muchacho que debía tener como 18.
 
Ante las proximidades de cada periodo lectivo, los maestros visitaban las casas de los alumnos para observar sus condiciones de vida, a fin de determinar si era necesario incluirlos en el programa de comedores escolares. Por tal motivo, un día recibimos la visita de la maestra Mery. Después de responder las preguntas de la encuesta, mi madre pasó a hablarle de mi situación:
 
—Noel ya cumplió 5 años, aquí en casa aprendió a leer, a escribir, se sabe los números más que yo. Necesitamos que el vaya a la escuela para que aprenda mucho más. Pregúntele algo para que usted vea que no miento.
 
Para verificar lo que había contado, mi madre me pidió que trajera el libro, Juan Camejo y un cuaderno, me pusieron a leer y a escribir palabras y números. La maestra se mostró sorprendida por mis habilidades, a pesar de tan corta edad y se comprometió a interceder con el director para que, por vía de excepción, me aceptaran en primer grado, a los 6 años. A los pocos días le comunicó a mi madre que su petición había sido aprobada.
 
Lo que yo no sabía, era que mi nueva condición de escolar traería cambios sustanciales en mi pequeño mundo. Un día observé a mi padre, en el patio de la casa, sentado en una piedra afilando una escardilla nueva. Con toda la parsimonia del mundo iba pasando por el extremo del utensilio, lo que conocíamos como “piedra de amolar”, la cual, en su contacto con el hierro, iba difuminando la pintura, sustituyéndola por un filo refulgente cuyo brillo encandilaba. Me quedé embobado, mirando el utensilio, tal como si hoy estuviera mirando un prototipo de formula 1. Como buen campesino, una de mis aspiraciones era tener una escardilla propia para emular las hazañas labriegas de mi padre. A un lado de mi progenitor, descansaba la vieja escardilla que aparentaba haber culminado su vida útil: “toroca” la llamábamos. Con la curiosidad propia de casi todos los niños, ansiosamente pregunté:
 
—¿Papá que va hacer con la escardilla mochita?
 
—Pronto usted comenzará a estudiar, eso significa que ya es un hombrecito, por lo tanto, de ahora en adelante, usted se viene conmigo a trabajar en el conuco y esta toroquita será su arma de trabajo —respondió mi padre. Y así fue a partir de ese día.
 
Quien no haya labrado la tierra, a pleno sol, con un calor rayando los 40 °C, no ha sentido nada. La vista se nubla y el día pareciera no acabar nunca. Esa ha sido una de las épocas mas duras de mi vida. Recuerdo que nos íbamos a la parcela con las primeras luces del alba para adelantar trabajo antes de que saliera el sol. Llevábamos la comida en una mapira, como le llaman en Trujillo, mapire en el resto del país. Dentro de ella un envase con revoltillo de caraotas con huevo y unas cuantas arepas, una botella de picante y una garrafa plástica con agua. A ese bastimento le llamábamos “avío”.
 
Después haber trabajado durante toda la mañana, agotado por la persecución a mi padre que era un portento manejando la escardilla, al filo de mediodía, nos sentábamos en el suelo, a la sombra de un árbol de “canalete”. Formábamos un semicírculo con las piernas para depositar allí los platos de comida. Por cierto,
 
ninguno de los platos que he comido a lo largo de mi vida, ha igualado en sabor o me ha proporcionado tanta satisfacción, como aquella humilde comida que degusté sentado debajo del canalete.
 
Por las noches casi no podía dormir a causa de los dolores de cintura y espalda, producidos por la posición inclinada en que efectuaba mis labores. Todo el tiempo estaba comiéndome los sesos para inventar como zafarme del escozor en la piel producida por el sol que parecía querer achicharrarme hasta los intestinos. Al final Inventé algo que pensé sería la solución: A cada hora, por lo menos, iba a tomar agua. Como la distancia era larga, eso me daba un ligero respiro. Noté que mi padre me observaba con el ceño fruncido hasta que un día explotó, diciendo:
 
—A partir de mañana no volveremos a traer agua. A ver si así, usted deja de andar pajareando y se dedica a trabajar.
 
Esa fue una estocada certera para mí, pero, de acuerdo a los valores que recibíamos en nuestra crianza, lo que decían nuestros padres era “Santa Palabra” y nosotros, sus hijos, nunca nos atrevimos a contradecirlos. Por ahora me despido, continuaré relatando mis experiencias en próximas entregas.
 
Noel Álvarez
Coordinador Nacional del Movimiento Político GENTE
@alvareznv
Venezuela

OSCAR ELÍAS BISCET: EXILIADOS CUBANOS NO PACTAN CON LA TIRANÍA SINO CON SU FIN Y LA LIBERTAD

Por supuesto, estamos en el final de la tiranía y no se nos puede escapar la libertad como en los años noventa, por lo cual es imprescindible para la existencia de la nación su fin, suprimir esa canallada que mantiene subyugada a nuestra gente.

Dos muy célebres cubanos exiliados en los EEUU concuerdan en que la libertad del pueblo cubano solo puede surgir de una desintegración de la tiranía castrocomunista e instauración de la libertad y el estado de derechos con el nacimiento de la República de Cuba. Esos son cubanos de pura cepa: los afamados Andy García y Luis Leonel León. 

Andy García es un artista de cine, el más importan cubano de Hollywood. Tiene muchas actuaciones brillantes, entre ellas, El Padrino III, 1990; Los intocables, 1987; Héroe por accidente, 1992; La noche cae sobre Manhattan, 1996; Ocean ́s Eleven, 2001 y en estos últimos años protagonizó Max Steel, 2017; Mamma Mia! Here We Go Again, 2018; y Ana, 2020. Aún continúa activo en sus actuaciones para este año.

Existe una película muy sugerente para estos tiempos en Cuba, La ciudad perdida (The Lost City), 2005, dirigida por Andy García, sobre un guion de Guillermo Cabrera Infante, premio Cervantes en 1997.

Luis Leonel León es periodista, escritor y director de cine, radio y televisión. Exiliado cubano en EEUU. Miembro directivo de la Academia de la Historia de Cuba en el Exilio (AHCE) y del Instituto Interamericano para la Democracia (IID). Muy destacado por sus obras documentalistas, en especial, Habaneceres, La gracia de volver y Coro de ciudad.

En días reciente Andy García dio una entrevista al diario La Opinión, que fue muy bien expuesta en su análisis y detalles por León, en su columna en La Gaceta de la Iberosfera, 15 de abril de 2021, titulado Andy García lo sabe: el régimen cubano no va a cambiar. Luego continúa exponiendo sobre la vida del actor y opiniones de cómo solucionar las graves dificultades en la isla cubana.

Les invito a leer la entrevista, pero les expongo un breve comentario en las propias palabras de esos célebres cubanos:

“El régimen comunista, impuesto en nuestro país desde 1959, no va a cambiar. La dictadura hay que derrocarla. Y hasta que no ocurra, no habrá cambios”, aseguró García y referente a estas palabras inequívocas de la realidad, dijo León que Andy “Le recordó al mundo una verdad escrita en piedra”.

El cubano, actor nominado al Oscar por el Padrino, dijo en otra oportunidad que “Hasta que no se elimine (el castrismo) y se establezca una democracia que respete los derechos humanos, eso no va a cambiar”. A esto afirmó el periodista “Las declaraciones del brillante actor no puede ser más claras para aquel que no comprenda un requerimiento elemental: para restablecer el Estado de derecho en la isla, tumbar la dictadura es condición sine qua non”. Y continúa León: “Es imposible siquiera acariciar la democracia en Cuba si no se tumba la dictadura”.

El afamado actor se refirió sobre la tiranía en Cuba así: “Ese régimen no tiene la capacidad de cambiar”.

Sobre la visita a Cuba castrista afirma Andy: “Hasta que no haya un cambio real en Cuba, no va a regresar. Esa es mi decisión personal. No juzgo a los que van, pero a mí no me interesa estar involucrado con ese régimen. Eso es un sacrificio, porque todos los exiliados que amamos a Cuba, por supuesto queremos estar ahí. Ese régimen puede tomar posesión de Cuba, pero no puede tomar posesión de Cuba dentro de mí. Hay esperanza”.

Esas esperanzas nos las regalo León, pues en sus palabras persisten mucha luz esperanzadora, al decir que “Ojalá pronto se cumpla el deseo de Willy Chirino, Andy Gracia y millones de cubanos. Pero vale repetir lo que el noble actor bien sabe: el régimen cubano no va a cambiar. Hay que tumbarlo”. Asegura el periodista.

Por supuesto, estamos en el final de la tiranía y no se nos puede escapar la libertad como en los años noventa, por lo cual es imprescindible para la existencia de la nación su fin, suprimir esa canallada que mantiene subyugada a nuestra gente. Sí, hay que ponerle fin a la dictadura castrosocialista y en teoría podemos usar muchas palabras, como derribar, echar, tirar, lanzar, derrocar y otras, pero la palabra más clara y simple que todos comprendemos rápidamente, es tumbar; sí, ahora es el mejor momento para tumbar, tumbar a la tiranía castrista en Cuba.

Gracias a Andy y León, por su cubanía en sus obras y vidas y por sus enfoques realistas y justos por la libertad de Cuba.

Oscar Elías Biscet: 

lanuevanacion@bellsouth.net

@oscarbiscet

Presidente de la Fundación Lawton de Derechos Humanos

Presidente del Proyecto Emilia

Medalla Presidencial de la Libertad

Cuba - Estados UnIdos

http://www.lanuevanacion.com

ENRIQUE GUILLERMO AVOGADRO: ¿A LA RURAL DE PALERMO O AL FRIGORÍFICO?

"De nada vale una urna si el que mete el voto en ella es analfabeto, y  que con muchas mulas de varas, ovejas pasivas o cerdos satisfechos en lugar de ciudadanos, no hay quien saque un país adelante".     Arturo Pérez-Reverte

Estamos en un brete terminal y sólo nosotros tenemos la capacidad de elegir entre algún futuro razonable o si, por el contrario, convertiremos a Tato Bores, en su recordado rol de arqueólogo, en un preclaro profeta; vestido de safari, contaba "Dicen que aquí hubo un país que se llamaba Argentina", señalando un mapa de América del Sur en el cual, simplemente, nuestro país faltaba, reemplazado por el océano. ¿Queremos ir a competir en la feria global o nos resignamos a desaparecer, como ha sucedido con tantas civilizaciones y naciones en el pasado? 
 
Hace casi ochenta años que nos deslizamos rápida o lentamente por una pendiente que ha hecho que nuestro país resulte absolutamente irrelevante en el planeta, que nadie nos tenga en cuenta en el concierto mundial (salvo para expoliarnos, como China), ni siquiera en América Latina. Contemporáneamente hemos logrado que cuatro (seis, si hablamos de los chicos) de cada diez habitantes sean pobres y muchos tengan hambre. 
 
Hasta aquí nos han traído la extendida corrupción pública y privada y los populismos de todos los colores y, peor aún, la idea de que sólo tenemos derechos y no obligaciones ha permeado en todas las clases sociales. Una inmensa mayoría de nuestros ciudadanos cree que no tiene por qué pagar los servicios (energía, transporte, comunicaciones, salud, educación, seguridad y defensa). Pretenden que se nos "regalen" la electricidad y el gas que usamos, los colectivos y trenes con los que viajamos, y hasta el fútbol que vemos, mientras exigimos excelentes prestaciones; a la vez, no nos indigna la bajísima la remuneración de nuestros médicos y enfermeros, profesores y maestros, policías y soldados, y jubilados y pensionados. 
 
Hubo pruebas recientes de ese disparate generalizado. Con la energía subsidiada durante los anteriores gobiernos kirchneristas, muchos miembros de las clases más acomodadas calentaban el agua de sus piscinas y, cuando el gobierno de Macri intentó ajustar las tarifas, el 48% de la sociedad eligió a los Fernández², encandilada por sus cantos de sirena. Hoy, si la oposición explicara que se acabó la fiesta y hay que pagar la cuenta, que somos una nación pobre sobre un territorio ubérrimo, que es imperioso hacer drásticas reformas y reducir el gasto público porque ya no tenemos a quien pedir prestado, seguramente volvería a perder las elecciones, aún en medio de la sideral catástrofe moral, económica, sanitaria, social y educativa que la actual gestión ha producido. 
 
Algunos miembros de la oposición no encuentran el camino; continúan actuando caballerescamente pese a que están jugando con tramposos y tahúres inescrupulosos. Deben convencerse de que con el kirchnerismo y con su jefa es imposible negociar nada, y la única actitud valedera es enfrentarlo en todos los terrenos y plantar cara a los avances que, diariamente, realiza sobre la poca institucionalidad que nos queda. Hubieran debido entender que las elecciones de este año serán esenciales y peligrosas, pero han permitido que el Gobierno importe votantes pobres y que fuertes espadas del Instituto Patria se encaramaran en la Justicia electoral, ocupando el crucial Juzgado Federal N° 1 de La Plata -Alejo Ramos Padilla- y un cargo en la Cámara Nacional Electoral (Raúl Bejas, ex apoderado del PJ de Tucumán). 
 
Entonces, ¿cómo solucionar ese trágico intríngulis? En el mundo entero, la democracia está siendo cuestionada y, tampoco en este tema, somos los argentinos una excepción. Especialmente porque, como está a la vista, nuestros actuales mandatarios no sólo descreen de ella sino que, para cumplir sus objetivos de impunidad y trascendencia dinástica, quieren terminar con la Constitución, con el Poder Judicial y con la Procuración; a estos propósitos se endereza toda su proceder, incrementando la canallesca  pobreza -para garantizar la dependencia del auxilio estatal- e impidiendo la educación, sumergiendo en el barro sindical más inmundo a todo el genial proyecto de Domingo F. Sarmiento, que nos transformó en un faro mundial. 
 
Las imperiosas reparaciones -fiscales, laborales y previsionales, educacionales, políticas, económicas, financieras y monetarias, sociales, de relaciones exteriores, seguridad y defensa- que tenemos que hacer en esta nave que llamamos Argentina enfrentan todo tipo de obstáculos, partiendo del más grave que es, precisamente, esa convicción generalizada de feliz dependencia del Estado para sobrevivir que he descripto más arriba; pero a ella debemos sumarles las que provienen de la misma corporación política (refractaria a ceder privilegios), del excesivamente protegido empresariado (siempre dispuesto a pescar en la bañadera y cazar en el zoológico) y de los extorsionadores sindicatos que, salvo honrosas excepciones, traban la educación y cualquier posibilidad de reforma laboral, a pesar de la pérdida de empleos que conlleva el anacrónico sistema actual. 
 
Pero la historia reciente nos confirma que, sin amplias mayorías en las cámaras legislativas, de las que ninguna fuerza política dispone ya, y sin audacia y férrea voluntad del Ejecutivo, nada resultará posible. Entonces, ¿cómo lograrlo? Debemos encontrar, olvidando la corrección política, algún formato de gobierno que nos permita enfrentar al gran enemigo, el socialismo del siglo XXI, y realizar los indispensables cambios que nuestro país necesita imperiosamente sólo para continuar existiendo como tal. 
 
Enrique Guillermo Avogadro
ega1@avogadro.com.ar
@egavogadro
Argentina

ARIEL PEÑA: DICTADURA COMUNISTA PERPETUA

Seguidores del senador Gustavo Petro, están dando vítores por la reciente encuesta de Invamer que le da al exalcalde de Bogotá, una amplia ventaja sobre el resto de precandidatos presidenciales de las diferentes tendencias, ese triunfalismo petrista debe servirle a las organizaciones antitotalitarias para multiplicar esfuerzos en tareas republicanas, evitando que la democracia y la libertad terminen destrozadas.
 
La dictadura que es un fin estratégico del comunismo totalitario para esclavizar a las masas, no es del proletariado, sino en contra de este, como ya se ha demostrado a través de la historia cuando un país cae bajo la férula del marxismo leninismo; ante esa situación tan catastrófica para la que va Colombia, los partidos democráticos no se pueden dar el lujo de atomizarse en el 2022.
 
El gobierno de transición propuesto por la Farc con los acuerdos de La Habana, a partir de las próximas elecciones es la cuota inicial para que Colombia vaya al envilecimiento de sus ciudadanos, mediante una dictadura sempiterna en donde no habrá alternación de gobiernos; y para ello el comunismo no solo tendría candidato propio sino que además contara con aspirantes presidenciales disfrazados de progresistas o alternativos, siendo los resultados los mismos, o sea dictadura comunista indefectiblemente.
 
Hace algún tiempo en un escrito, decíamos que “la gran revolución cultural china” de la década de los 60 del siglo XX, en donde fueron asesinados cerca de 82 millones de personas por parte de la camarilla comunista gobernante, la burocracia marxista tenía como consigna que la dictadura del proletariado se debería ejercer sobre la burguesía, situación
 
que era difícil de determinar ante la carnicería que desató el partido comunista chino, por ello habría que preguntar ¿cuál burguesía? Ya que la situación de miseria en esos años era general para los chinos, por lo que no se podría determinar quiénes eran los de la burguesía, pero la violencia la aplicaba la camarilla en contra de la inmensa mayoría de la población que prácticamente toda era pobre.
 
Posteriormente Zhou Enlai primer ministro y después Den XiaoPing, diseñaron para China una economía de mercado, pues percibieron que el socialismo fundamentado en el marxismo leninismo era un fracaso total, pero eso si quedando el poder político en manos de una dictadura comunista con partido único, para siempre.
 
Lo anterior es demostrativo de que al marxismo leninismo en el poder, poco le interesa los sufrimientos de la población y hace cualquier cosa para estar en la dirección del Estado eternamente, como lo vemos también con el castrochavismo o socialismo del siglo XXl en Venezuela, Nicaragua y Cuba, lo cual le podría ocurrir a Colombia si se deja llevar por los cantos de sirena de los que prometen el “cambio”, manejando de mantra el cuento acerca de que en el país hay una casta oligárquica que ha gobernado durante más de 200 años, entelequia, que hay que defenestrar, pues eso una treta para engañar ingenuos, porque no se puede olvidar que Hitler, Mussolini, Fidel Castro y Hugo Chávez echaban ese mismo discurso por el “cambio” y en contra de las castas oligárquicas, teniendo resultados lamentables en los países que se dejaron embaucar.
 
La logia marxista leninista con sus diferentes atuendos, no es democrática, porque simplemente usa como medio lo que llama la “democracia burguesa” para conquistar el poder del Estado y montar una dictadura, que se ejerce de manera bestial en contra de los sectores pobres y capas medias de la sociedad, que no pueden huir del país y que tendrán que aguantar por varias generaciones el yugo comunista.
 
¿Cuáles precandidatos llevarían a Colombia a una situación peor que la de Venezuela mediante una dictadura comunista? Como ya lo dijimos tienen candidato propio, pero también poseen formulas alternas, especialmente con organizaciones que hacen parte del marxista foro de Sao Paulo que indiscutiblemente es una internacional comunista, teniendo eso si en primer lugar como carta principal al exalcalde Gustavo Petro, debido a que los movimientos que lo apoyan son miembro de foro de Sao Paulo y su admiración y reverencia por el chavismo es indiscutible, en vista de que nunca lo ha ocultado.
 
Hay que hacer énfasis sobre lo que le espera al país con una dictadura comunista, en donde los que más van a sufrir serán los pobres y la capas medias que difícilmente tiene para donde agarrar, pues la miseria y el odio se convertirán en el pan diario, en razón de que es innegable que el marxismo leninismo es el padre de la violencia y la mentira, esas armas le sirven para consolidar a una camarilla comunista en el poder, utilizando la miseria de las masas como condición necesaria para ese propósito.
 
Ariel Peña
arielpena49@yahoo.com
@arielpenaG
Colombia