sábado, 18 de julio de 2020

ACTUALIZACIÓN, EL REPUBLICANO LIBERAL II, DOMINGO 19/07/2020

MIBELIS ACEVEDO DONÍS, GESTIONAR EL FRACASO

Unknown en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 5 minutos
Los héroes no necesitan preocuparse por gestionar sus fracasos. Los héroes son prácticamente inmunes a los efectos de sus desbarros porque, aunque hayan incurrido en ellos, el imaginario colectivo que los acoge es ducho en borrar la evidencia, la fea mácula, en habilitar la leyenda y luego petrificarla, dotarla de vida eterna. El mito viene así tanto a llenar vacíos como a desalojar exactitudes; a dar refugio al inquieto, no menos angustiado inconsciente. Una suerte de “encarnamiento” cohesionador que, según Mircea Eliade, respondería a nuestros más inconfesables deseos y temores. ... más »

REINALDO J. AGUILERA R., VENEZUELA, UNA NUEVA DÉCADA PERDIDA

Unknown en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 10 minutos
Hace unos pocos días, hice referencia a una fotografía que pronto estará por cumplir 10 años, en ella se encuentra reflejado el liderazgo de lo que fue la denominada Mesa de la Unidad Democrática (MUD), todos los protagonistas impulsados aún por la posibilidad de lograr obtener el poder democráticamente, como debe ser, mediante un proceso electoral en el que la ciudadanía sea la que elija. Para ese momento estaban juntos, aunque no revueltos, pues el fin común los unía, María Corina Machado, Pablo Pérez, Diego Arria, Leopoldo López, Pablo Medina y Henrique Capriles Radonski, todos ... más »

ANTONIO JOSÉ MONAGAS, LA “NORMALIZACIÓN” DE LA DESGRACIA

Unknown en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 14 minutos
En medio de la catástrofe que en Venezuela ha originado el revuelo de la pandemia, en virtud de la crisis política, económica y social que sirvió de terreno para imponer medidas de corte coercitivo, muchos valores se desnaturalizaron. Se tergiversaron en su apreciación, comprensión y praxis. En consecuencia, en el país se estableció un ambiente bajo el cual comenzaron a operarse maldades, vicios, depravaciones, corrupciones y perversiones de todo porte, signo y contenido. Todas se aprovecharon del estado de confusión y del estado de necesidad que, social y culturalmente, se impuso... más »

SOLEDAD MORILLO BELLOSO, "LO MISMO" NO ES UNA ENFERMEDAD DEL LOMO

Unknown en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 21 minutos
Seguramente, a usted, que es una persona decente (las que no lo son no suelen leerme) le pasa lo mismo que a mí y que a millones de venezolanos. Nos están forzando a enfrentar un falso dilema, el de votar o no votar. Y, como millones, usted y yo somos espectadores obligados en un torneo de ping pong. La pelotica va de un lado a otro pero aunque el "match" va empatado, pues el juego de cada contendiente es flojo y sin sustancia, sin peso específico. Un pantano de mediocridades. Ni los pro participación ni los pro abstención presentan argumentos de peso. Pues bien, pensemos. Si votam... más »

ROMÁN IBARRA, AUTODESTRUCCIÓN X

Unknown en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 26 minutos
En el capítulo anterior, estuvimos rememorando episodios de cómo fue el segundo gobierno del ex Presidente Rafael Caldera, y lo que a nuestro juicio eran vinculaciones implícitas, y a veces explícitas con las aventuras golpistas de Chávez, y lo que ello comportaba en términos de deslealtad con el sistema de libertades fundado, entre otros por él, y que había quedado registrado en el Pacto de Punto Fijo; acuerdo político moderno y que luego serviría de modelo a otro hecho político histórico, como fue el Pacto de la Moncloa, el cual dio luz a la oscuridad española, luego de la horren... más »

ÁNGEL R. LOMBARDI BOSCÁN, MAQUIAVELO, VIVE EN VENEZUELA,

Unknown en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 29 minutos
Quién lo iba a imaginar: quinientos años después, el polémico florentino: Nicolás Maquiavelo (1469-1527), autor del más popular tratado acerca del comportamiento político de los gobernantes en torno al poder, sigue vigente. Se pudiera pensar que la política se ha vuelto más institucional, que las leyes son principios sagrados para garantizar el orden y la paz, en suma la civilidad bajo coordenadas racionales. Y que el discurso político, junto a sus ejecutorias, se ha adecentado. Que ya el veneno no es un instrumento “electoral” para sacar de la carrera política a los adversarios de... más »

MIBELIS ACEVEDO DONÍS, GESTIONAR EL FRACASO

Los héroes no necesitan preocuparse por gestionar sus fracasos. Los héroes son prácticamente inmunes a los efectos de sus desbarros porque, aunque hayan incurrido en ellos, el imaginario colectivo que los acoge es ducho en borrar la evidencia, la fea mácula, en habilitar la leyenda y luego petrificarla, dotarla de vida eterna. El mito viene así tanto a llenar vacíos como a desalojar exactitudes; a dar refugio al inquieto, no menos angustiado inconsciente. Una suerte de “encarnamiento” cohesionador que, según Mircea Eliade, respondería a nuestros más inconfesables deseos y temores.

Ah, pero si los héroes se pueden dar el lujo de trascender la penetrante mirada del momento, de regenerarse en las vísceras de la tribu, de atenuar sus humanas miserias al punto de parecer dioses, los líderes políticos no. En atención a los rigores de la realidad fáctica, del implacable hic et nunc, gestionar el fracaso es en política no sólo praxis vital, sino rutina insoslayable. Un punto de inflexión para calcular el siguiente paso.

Cabe pensar, por tanto, que tal tarea no podría abordarse sin antes transitar por aquello que el escritor Armando Rojas Guardia asimilaba a una madura y profunda consciencia del fracaso. Y es que, según afirmaba, lo que prevalece entre venezolanos es un sentimiento vinculado a “lo fallido, lo truncado, lo abortado, lo desgarrado, lo desviado”. Algo que en gran medida atiende a una autoestima nacional crónicamente eclipsada por la comparación, apenas respirando bajo la sombra de un pasado sembrado de próceres y sus intrépidas gestas.

Precisamente, he allí el lastre, la carga que toca exorcizar. Pues anclarse a la psicología del héroe significa vivir “permanentemente retrotraídos a nuestra adolescencia republicana, negarnos a salir de ella”. La obligación con el épico insight, lejos de ayudar a reconciliarnos con lo posible, a encontrar virtud en el modesto logro, nos condena a la frustración perenne: “todos nos sentimos disminuidos porque no nos percibimos héroes”. No alcanza proyectarse como el solvente conductor/miembro de un equipo, entonces: el impulso –siempre malogrado- será a copiar el egótico, pre-político afán del héroe.

La sospecha, claro está, es que ese imaginario utópico e invalidante -que a modo de ricorsi histórico irrumpió junto a Chávez para revocar el proyecto de una sociedad democrática, una sociedad moderna- hoy está haciendo estragos. Desde entonces, nuestro ethos político vive a merced de la confusión, del desarreglo. Y eso no sólo explicaría la resistencia de actores políticos a reconocer sus pifias y limitaciones, a procurar la asociación con los distintos o cerrar la brecha entre el bello deseo y la desdentada realidad. También anticipa los extravíos de una ciudadanía que presa de la incertidumbre y malacostumbrada a la traílla de la heteronomía, se entrega al vicio de demandar salvadores, a subestimar la efectividad del quehacer político.

La dinámica se vuelve agotadora, por previsible. Un gobierno forjado en las tramoyas del ideal heroico -ese que se abre paso glorioso entre cadáveres y escombros- pulsa las teclas de la disposición a la gresca, y enseguida vuelan soflamas que restriegan el “¡nunca!”, armas arrojadizas exhibiendo los ardores del eterno adolescente. Como si tal incendio bastase para disculpar lo fallido (dislates como los del 30A y Gedeón retratarían, justamente, esa fascinación por la temeridad del héroe romántico) la tentación es a desacreditar mapas con posibilidad cierta de llevarnos a algún puerto, que trasmuten progresivamente la vista del fracaso. El apetito por la inmediatez, en fin, no nos suelta.

A merced de este paisaje, ¿acaso sorprende que el paradigma del “país perdido” y su correlato, el de un pueblo apocado, encaje su cuchillada en la idiosincrasia? Tras tanto ensayo y error de quienes a diferencia de lo que Nietzsche preconizaba, tampoco han estado “a la altura del azar”: ¿no convendría más bien revertir ese sentimiento de insuficiencia -tan favorable a los designios de los autócratas- que le quita fuelle a la ciudadanía, que la sepulta bajo la autosugestión del “solos no podemos”?

En ese sentido, insistimos, adquirir consciencia del fracaso parece fundamental. Esto es, re-conocerlo como realidad y re-conocerse en él, sin apelar a subterfugios, sin ensimismarse en su dolorosa asunción, al mismo tiempo. “La única manera de revertir la negatividad de nuestro sentimiento de fracaso es encararlo, no reprimiéndolo, ni disfrazándolo, ni edulcorándolo con nuevas posturas épicas que nos alejan de nuestra realidad histórica truncada”, decía también Rojas Guardia. Se trata de plantarse ante el estropicio y convertirlo en kairós, en “tiempo justo” y equilibrio, oportunidad creadora para repensarse en aras de lo posible.

El apremiante llamado merece ojos y oídos atentos. Lo que la psiquis no procesa adecuadamente, advertía Freud, no sólo tiende a reaparecer, sino que lo hace armado de potencial destructivo… ¿no tendrá eso algo que ver con todo lo que hemos vivido? En todo caso, vale la pena ver en esa re-apropiación de la realidad una ocasión para la sanación, para estimar el potencial del avance comedido, para ir conjurando el daño que en nuestro imaginario ha acumulado el espejismo, la afición al sueño diurno. He allí la ruta no-épica que llevaría a “salir de la cháchara, de la panoplia, de la frivolidad”, coronaba el poeta Rojas Guardia; ruta “hacia el paladeo gustoso de nuestros límites, nuestra menesterosidad, nuestra indigencia, para transformarlos en creatividad espiritual y madurez salvadora…”

Mibelis Acevedo D.
mibelis@hotmail.com
@Mibelis

REINALDO J. AGUILERA R., VENEZUELA, UNA NUEVA DÉCADA PERDIDA

Hace unos pocos días, hice referencia a una fotografía que pronto estará por cumplir 10 años, en ella se encuentra reflejado el liderazgo de lo que fue la denominada Mesa de la Unidad Democrática (MUD), todos los protagonistas impulsados aún por la posibilidad de lograr obtener el poder democráticamente, como debe ser, mediante un proceso electoral en el que la ciudadanía sea la que elija.

Para ese momento estaban juntos, aunque no revueltos, pues el fin común los unía, María Corina Machado, Pablo Pérez, Diego Arria, Leopoldo López, Pablo Medina y Henrique Capriles Radonski, todos aceptaron y mediante propuestas participaron en un proceso interno dentro de la oposición venezolana, que es considerado exitoso e histórico, ya que cada pre candidato pertenecía a una tendencia política diferente cada uno del otro, pero todas enfocadas en proponer mejoras para el país, en contraste con la tendencia social/comunista del gobierno de Hugo Chávez.

Finalmente, la victoria de ese evento interno lo ganó Henrique Capriles, iniciando así una de las campañas mejor realizadas y ejecutadas en mucho tiempo en Venezuela, la sensación que se vivió a lo largo y ancho del país era de que venía una victoria contundente y así iniciaría una etapa de progreso; la historia ya la conocemos, con el uso de artimañas, de estrategias amparadas por el CNE del momento y un sin fin de cosas más que no vienen al caso, Hugo Chávez ganó la contienda presidencial aquel 7 de octubre, estando ya diagnosticado con cáncer incluso.

Volviendo a la fotografía, el contraste de aquel ya lejano 2012 con la cruel realidad del 2020, es sencillamente espantosa, la sensación de abandono, de vacío, que se vive en cuanto a la dirigencia opositora en una Venezuela destruida y acosada por la pandemia de Coronavirus es muy difícil de ocultar, el avance obtenido con el triunfo en las elecciones del 2015 de la Asamblea Nacional, se diluyó en el tiempo y recayó en

Juan Guaidó la responsabilidad de echar el resto, lo cual está haciendo, pero a estas alturas como dicen muchos analistas, se observan ya fisuras en su accionar.

El caso es que en el mediano plazo no se observa relevo alguno en lo que respecta a ese liderazgo tan necesario, no existe una concreta generación de relevo, el pequeño grupo de posibles nuevos dirigentes está en el exterior y me atrevo a decir que, desprestigiado en alguna manera, generando cualquier cosa menos confianza para el venezolano común, el cual piensa con justa razón, que mientras en el país de carambolas se puede sobrevivir, ellos, los de oposición están viviendo muy tranquilos junto a sus familiares, en un exilio dorado, pensando también que les conviene que el régimen perdure, para así ellos eternizarse en una lucha permanente pero en la comodidad de sus zonas de confort.

Tristemente, ya con casi una década perdida, con Chávez fallecido y sus seguidores aún atornillados en el poder, el régimen actual, con un nuevo Consejo Nacional Electoral (CNE), designado a su medida, procedió a convocar a todo el país para el día 6 de diciembre del año 2020 al proceso electoral destinado a elegir la nueva Asamblea Nacional, para el periodo comprendido entre el 2021 y el 2026, sin duda así sucederá, más aún luego del ataque y desmontaje de las directivas de los principales partidos de oposición, ahora en manos de opositores colaboracionistas del propio régimen, que en su momento fueron amparados por quienes hoy están en el exilio perseguidos, tremendo pastel.

Aunque se viene alertando respecto a lo negativo de adelantar un proceso electoral, sin las condiciones mínimas para que el resultado sea realmente confiable, lo cierto es que el mismo se llevará a cabo y habrá nuevos diputados, sea que la oposición real participe o no, difícil es que se logre el efecto ocurrido en 2015 sin duda.

Por otra parte, y volviendo al principio, el tiempo nos ha indicado que esos dirigentes de la fotografía, se encuentran en situaciones muy distintas a las de aquel momento de 2012, el tiempo no ha pasado en vano, de algunos ni se sabe qué están haciendo, otros como el dos veces candidato presidencial Capriles es un recién estrenado padre y los años por venir quizás los dedique a su familia, Pablo Medina desde la ciudad de Miami, nada en una sabrosa piscina para “colaborar” en la lucha contra la tiranía Chavista, Leopoldo López fue detenido en aquella marcha y luego de mil cosas ahora está asilado en la Embajada de España en Caracas, María Corina Machado sigue en su trinchera, Diego Arria recomienda y sugiere pasos a seguir y Pablo Pérez perdido del mapa, la vida es otra definitivamente.

Para unos será la década perdida, para otros tiempos de lucha que parecen no terminar, mientras la vida misma va dando lecciones y nos exige sacrificios para tener mejores momentos como seres humanos aunque sea fuera de la patria, en nuestra Venezuela se sigue sobreviviendo mientras se espera que exista en algún momento justicia, aunque sea divina, para con todo aquel que llevó a un rico país al desastre en que se vive actualmente, así de simple y sencillo.

Reinaldo J. Aguilera R.
reinaldoaguilera1968@gmail.com
@raguilera68 
@AnalisisPE

ANTONIO JOSÉ MONAGAS, LA “NORMALIZACIÓN” DE LA DESGRACIA

En medio de la catástrofe que en Venezuela ha originado el revuelo de la pandemia, en virtud de la crisis política, económica y social que sirvió de terreno para imponer medidas de corte coercitivo, muchos valores se desnaturalizaron. Se tergiversaron en su apreciación, comprensión y praxis. En consecuencia, en el país se estableció un ambiente bajo el cual comenzaron a operarse maldades, vicios, depravaciones, corrupciones y perversiones de todo porte, signo y contenido. 

Todas se aprovecharon del estado de confusión y del estado de necesidad que, social y culturalmente, se impuso. Particularmente, a consecuencia de una antipolítica que, a finales de la década de los noventa, del siglo anterior, concedió paso libre a otro género de antipolítica. Esta, de mayor insidia pues arrastró consigo problemas acumulados. Además de inventar los suyos. 

Esta situación dio lugar a delitos locales, nacionales e internacionales cuya ocurrencia no ha sido posible contrarrestar. Ni siquiera con la ayuda de la legislación vigente. Tampoco, con el concurso de las fuerzas del orden. Muchos de sus cuadros se hallan contagiados de inmoralidades suscitadas a su interior. Sin ninguna moderación. Tal vez, infundadas por el desviado empoderamiento que dispensó el régimen político a muchos de sus furibundos seguidores. Aunque pudiera inferirse que a la profundización de dicho problema, contribuyó la precariedad de la economía. Aunque no es razón alguna para acabar con la dignidad, el respeto, la ética y la decencia, como pivotes estructurales de vida. 

Esta reflexión, tiene cabida en el contexto de la tragedia en que se ha visto imbuida Venezuela. Sin embargo, cabe poner adelante toda consideración de lo que la conciencia es capaz de edificar como proyecto de vida. Especialmente, en personas de honestidad demostrada y comprobada. Sin duda, que esto es propio del más elemental respeto por el otro. 

Esta disertación adquiere valía toda vez que las realidades, en Venezuela, se deformaron. Se desgraciaron. No sólo por causa de los arrebatos que caracterizan el estilo tramado de gobierno desde el mismo momento en que diseñó el urdido plan de descomponer a Venezuela. A lo cual bien le caló la pandemia del Covid-19. De esa manera, le sería fácil reducirla a niveles de mediocridad. Un tanto, siguiendo la línea política promovida por el decadente marxismo. Pero también, su alevosía inducida en las circunstancias que tergiversaron conceptos y praxis de valores, principios, deberes y derechos. Como en efecto, lo logró. Y “a paso de vencedores”.   

En muchos venezolanos, hay un indicio de pesadumbre y de incertidumbre que permite percibir razones que hablan de persistentes confusiones provocadas por cadenas de rumores y falsas informaciones. Tan delirantes realidades, causan la penosa sensación de vivir bajo la avalancha de piedras que, como gotas de un torrencial aguacero, cae sobre la humanidad del venezolano sin lógica de la física alguna.

Quizás, lo que está viviéndose tenga alguna fatídica motivación. Incluso, de fácil argumentación en situaciones de la “anormalidad anunciada”. Aunque en medio de la anormalidad que se hizo característica del “socialismo del siglo XXI”, es posible que las susodichas contingencias se hayan convertido en parte de la cotidianidad. O sea, del discurrir de una Venezuela bastante distante de la realidad que precedió la estrepitosa y patética actualidad. 

Nada de lo que ahora está afectando al venezolano, ni suena bien, ni luce aceptable. Menos en el fragor de las crisis propias de una realidad “al revés” o “retorcida” como tiende a verse y a ser. Esto es propio de pensarlo desde la perspectiva de cualquiera de los trasgresiones que ocurren en países cuya violencia es sobrellevada entre lamentaciones y resignaciones. Pero también, entre resistencias y esperanzas. Aunque debe reconocerse, que la situación de crisis nacional venezolana, es alcahueteada por instancias corruptas apostadas en el propio seno del gobierno. 

Nada pinta bien. Tampoco, prometedor ni constructivo. Es como un dibujo trazado con colores rosa. Pero esbozado sobre papel negro mate, donde es imposible resaltar calores cálidos. Pareciera que lo que explica tanta deshumanización y ruindad junta, es haber llegado a un apesadumbrado estadio presidido por la “normalización” de la desgracia.

Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas

SOLEDAD MORILLO BELLOSO, "LO MISMO" NO ES UNA ENFERMEDAD DEL LOMO

Seguramente, a usted, que es una persona decente (las que no lo son no suelen leerme) le pasa lo mismo que a mí y que a millones de venezolanos. Nos están forzando a enfrentar un falso dilema, el de votar o no votar. Y, como millones, usted y yo somos espectadores obligados en un torneo de ping pong. La pelotica va de un lado a otro pero aunque el "match" va empatado, pues el juego de cada contendiente es flojo y sin sustancia, sin peso específico. Un pantano de mediocridades. Ni los pro participación ni los pro abstención presentan argumentos de peso.

Pues bien, pensemos. Si votamos, es improbable -por no decir imposible- que podamos hacerlo por gente que valga la pena, porque muchos de los buenos están inhabilitados, desterrados o presos; o lo estarán próximamente. Por si fuera poco, el sistema que han diseñado (cambiaron las reglas) le asegura a muchos "peoresnada" muchas curules.

Si no votamos también entrarán estos mangasmeás porque el modelo está diseñado para que los electores sean innecesarios. El juego está montado para que estos farsantes se repartan la torta y a los ciudadanos no nos dejen ni boronitas.

Hay más. Tal como está planteado, este nuevo mejunje no va a resolver los problemas de legitimidad y legalidad. Como estos "comicios" mal paridos son fruta del árbol envenenado, no son ni tan siquiera maquillaje que aguante mojadita. Entonces, el disfraz no sirve. Afuera, donde se bate el cobre, cantarán que esto sigue siendo "teatro, lo tuyo es puro teatro".

He leído y escuchado a gente seria (y no tan seria) hacer analogía de estas elecciones con el proceso electoral de 1952. Aunque algunos de sus razonamientos son buenos, parecen obviar que esos comicios ocurrieron en 1952 y "chichón de piso" estuvo apoltronado en Miraflores hasta 1958. Venezuela por esos tiempos no tenía la patética situación socioeconómica que atravesamos ahora. No éramos un país de gentes convertidas en pellejos y huesos. 

El problema era esencialmente político, un pleito de poder entre militares y civiles (y los enchufados de la época). Había hambre de libertad, de democracia, de derechos humanos, no de "carne, arroz, caraotas y plátano". A cualquier venezolano que le digan que con participar en unas elecciones parlamentarias tracaleadas va a generarse la masa crítica para "en unos cinco años salir de esta varilla", se le pondrán los ojos aguaos y le dará un yeyo.

Curioso, por decir poco, que la comunidad internacional parece tener claro lo que ocurre en y con Venezuela, en tanto que muchos venezolanos son (adrede) enclaustrados en una niebla de confusiones por unos estrategas hábiles y sagaces en el montaje del trajín.

El nuevo CNE es aún peor que el anterior. Y miren que parecía imposible. Para leer o escuchar a Rafael Simón Jiménez hay que tomarse kilos de primperan. De la inhabilitación de partidos pasamos ahora a la modalidad de "expropiación" de organizaciones políticas. Y ahora comienzan con el registro de nuevos votantes, en medio de la pandemia; verán cómo engordará el RE.

Afuera de las fronteras se preguntan si de veras vamos a aceptar con mansedumbre de idiotas toda esta nueva trampa jaula. No les cabe en el cerebro que ahora no solo debatamos el falso dilema sino que, además, alguien suponga que los países que hasta ahora han desconocido al apoltronado y sus aliados vayan a otorgar algún tipo de legitimidad o reconocer alguna legalidad en esta pantomima.

"A mí me pasa lo mismo que a usted, me siento solo, lo mismo que usted, paso la noche esperando... Lo mismo que usted...". Solo que esto no es un bolero... Lo mismo no es una enfermedad del lomo. Y no, no da lo mismo. Dicho así, sin regorgallas lingüísticas que no impresionan ni frases en latín que empalagan. Pienso que no se trata de si vamos a votar. Se trata de qué vamos a hacer ante unas elecciones que son una expropiación del sufragio.

Soledad Morillo Belloso
soledadmorillobelloso@gmail.com
@solmorillob

ROMÁN IBARRA, AUTODESTRUCCIÓN X

En el capítulo anterior, estuvimos rememorando episodios de cómo fue el segundo gobierno del ex Presidente Rafael Caldera, y lo que a nuestro juicio eran vinculaciones implícitas, y a veces explícitas con las aventuras golpistas de Chávez, y lo que ello comportaba en términos de deslealtad con el sistema de libertades fundado, entre otros por él, y que había quedado registrado en el Pacto de Punto Fijo; acuerdo político moderno y que luego serviría de modelo a otro hecho político histórico, como fue el Pacto de la Moncloa, el cual dio luz a la oscuridad española, luego de la horrenda guerra civil.

La democracia civil venezolana pudo haber tenido mejor desempeño, y mayor luminosidad si no hubiesen estado presentes algunos elementos o condiciones que, tanto en la conducta personal de algunos líderes, como en los términos constitucionales, permitieron actuaciones fundamentadas, más en el ego y hasta en la megalomanía de algunos, que en el pensamiento sano a favor del país y el desarrollo de sus potencialidades.

Es y ha sido un drama recurrente en toda Latinoamérica el tema del personalismo político desde el siglo XIX, y en la era contemporánea -en cuanto a la democracia se refiere- el asunto de la reelección ha terminado siendo un factor negativo para el devenir del sistema democrático y la renovación de sus cuadros.

No fue posible llegar a un acuerdo para eliminar la reelección de manera definitiva en la Constitución del 61, y en cambio se permitió aspirar de nuevo, luego de 10 años de haber ejercido el cargo. Eso ha producido que importantes líderes siempre acariciaran la idea –lamentable- de volver a aspirar y con ello empeñarse, más en sus posibilidades de reelección, que en el bienestar del país; el pueblo, e incluso de sus respectivos partidos.

Evidentemente, estoy haciendo referencia tanto a Carlos Andrés Pérez, como a Rafael Caldera. Estoy convencido de que ambos hubieran sido grandes artífices de la renovación del sistema, si no hubieran acariciado y logrado, como ocurrió, sus segundas oportunidades en la Presidencia de la República.

En el caso de Pérez II, fue una lucha titánica en el seno de Acción Democrática por los bandos en pugna, y en el caso de Caldera, porque él como nadie incurrió en conductas deleznables para destruir al partido que fundó, Copei.

Es interesante recordar como Caldera, cuando fue derrotado de manera aplastante por Jaime Lusinchi en la contienda electoral de 1983, dijo frente a las cámaras de televisión para reconocer su derrota: …el Pueblo nunca se equivoca¨. Un esfuerzo retórico para ¨masajear¨ la razón popular, sin enajenársela pensando en otro evento futuro.

Pero si comparamos esa sentencia del 83, con su actitud de pasar a la reserva, es decir, a no mover un dedo a favor de la candidatura de Eduardo Fernández, cuando éste lo derrotó en el Poliedro en 1987, hay un abismo.

Esa actitud de Caldera fue obviamente un acto de deslealtad, y sobre todo de hipocresía, que seguramente le llevaría a solazarse en el triunfo reeleccionista de Pérez II contra su antiguo aliado, y luego a emprender la jugada de reelegirse, al precio incluso de la destrucción, no solo del partido Copei, sino del país todo, por haberlo servido en bandeja de plata para la llegada de un criminal golpista y acomplejado como Chávez.

Son muchas las cosas negativas que derivan de esa ambición desmedida, y sin sentido. Pero lo cierto, es que la sentencia más cruel, es que la gente sabe que ese segundo gobierno no dejó nada bueno, y peor aún, entregó al país en las peores manos posibles, a plena conciencia de cuanta maldad y destrucción con ello produciría. Continuará.

Roman Ibarra
romanibarra@gmail.com
@romanibarra  

ÁNGEL R. LOMBARDI BOSCÁN, MAQUIAVELO, VIVE EN VENEZUELA,

Quién lo iba a imaginar: quinientos años después, el polémico florentino: Nicolás Maquiavelo (1469-1527), autor del más popular tratado acerca del comportamiento político de los gobernantes en torno al poder, sigue vigente. Se pudiera pensar que la política se ha vuelto más institucional, que las leyes son principios sagrados para garantizar el orden y la paz, en suma la civilidad bajo coordenadas racionales. Y que el discurso político, junto a sus ejecutorias, se ha adecentado. Que ya el veneno no es un instrumento “electoral” para sacar de la carrera política a los adversarios de turno, o que blandir el puñal, con astuto disimulo, es algo obsoleto, completamente anacrónico. Tremenda ilusión.

El poder embruja, envilece y enloquece a sus practicantes más conspicuos. Y si se trata de un poder sin contrapesos y controles, pues aún más. Fueron sabios los romanos en muy pronto advertir esto. Cuando un general victorioso, al regresar de una campaña militar, hacia su entrada por los “Arcos de Triunfo” bajo la alegría desbordante del populacho, un esclavo que iba a su lado le decía al oído: ¡Respice post te! Hominem te esse memento! («¡Mira tras de ti! Recuerda que eres un hombre» (y no un dios). Aunque igual, bien rápido que se les olvidaba. Nomás Julio César atravesó el Rubicón terminó por aplastar con sus soldados a la República.


Dignidad, lealtad, integridad, confianza, patriotismo, virtud, honor, valentía son conceptos deleznables cuando se trata del Poder y su mantenimiento. Es por ello que la gran revolución en la política moderna, en un plano conceptual, la llevó a cabo Montesquieu (1689-1755) cuando propuso el control del poder por el poder mismo, extraña paradoja.

El poder vigilado a través del estricto cumplimiento de las leyes, y estableciéndole contrapesos y restricciones para evitar sus reiterados abusos y desviaciones. Sin ello, la sociedad y la ciudadanía, son una víctima inerme del abusador de turno.

Dice Maquiavelo en “El Príncipe”: “Y ha de tenerse en cuenta que un príncipe –y de forma especial un príncipe nuevo– no puede conducirse de acuerdo con todos los rasgos mediante los cuales los hombres son tenidos por buenos ya que a menudo se ve obligado, para conservar su Estado, a obrar contra la fe, contra la caridad, contra la humanidad y contra la religión. Razones por las cuales necesita mantener el ánimo dispuesto según le exijan los vientos de la fortuna, y como dije antes, a no apartarse del bien, si puede, pero a saber entrar en el mal si se ve obligado por la necesidad”.  

El asunto es que a cada rato se “entra en el mal” haciendo de la simulación, la mentira y la hipocresía un acto teatral con comparsas y celebraciones, sino basta con repasar los cables de wikileaks donde la diplomacia mundial quedó al desnudo. A J. Edgar Hoover, fundador del FBI, le bastó con espiar al liderazgo estadounidense, y mantenerse en el cargo, a fuerza de chantajearlo.

Aquí en Venezuela, en pleno y aciago 2020, la espesura del mal es hoy el alimento de la cotidianidad y los carceleros sin haber leído una sola página de “El Príncipe” ponen en práctica sus recomendaciones.

Un poder sin moral ni ética que aplica las leyes para sus enemigos y las acomoda a sus designios. Una distopía, un acto anacrónico en pleno siglo XXI si hemos de creer que la humanidad ha evolucionado en términos de una convivencia más civilizada.

Ángel Rafael Lombardi Boscán
angelrafaellombardiboscan@gmail.com
@lombardiboscan
Director del Centro de Estudios Históricos de la Universidad del Zulia