viernes, 11 de febrero de 2022

ACTUALIZACIÓN DE EL REPUBLICANO LIBERAL II: DIARIO DE OPINIÓN, http://elrepublicanoliberalii.blogspot.com HOY VIERNES 11/02/2022

 


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                                       HOY -  OPINIONES NACIONALES  -                                                                                              * 11/02/2022 *

RAQUEL GAMUS: LA VECINDAD DE LA IZQUIERDA


TRINO MÁRQUEZ: EL DIÁLOGO; ¿QUÉ DEBE CAMBIAR?


EDUARDO FERNÁNDEZ: UNA POLITICA NUEVA I Y II

JUAN GUERRERO: SALVADOR TENREIRO, ENTRE LAS REDES







RAQUEL GAMUS: LA VECINDAD DE LA IZQUIERDA

La sola posibilidad de que un candidato presidencial de izquierda pueda ganar las elecciones en algún país del mundo occidental y especialmente en el continente americano, enciende las alarmas entre los venezolanos de oposición. Estamos inmersos en una polarización que nos aprisiona y nos limita. Habría que comenzar a ver los matices entre lo que puede ser realmente izquierda (muy diferente a utilizar un lenguaje una retórica antiimperialista para encubrir autoritarismos y corruptelas) antes de tachar de comunista a cualquier postura progresista.

Medir a todos con la misma vara se origina en buena parte (no quiero decir que sea la única razón) por la solidaridad automática que algunos gobiernos llamados de izquierda tuvieron con Hugo Chávez y en menor medida con Maduro. Claro está que no todas las solidaridades han tenido un contenido ideológico – si de ideología se pudiera hablar- y que muchas de ellas tuvieron su razón de ser en la teta petrolera venezolana, de lo que no está exento el castrismo cubano que pudo mantener su fachada revolucionaria gracias al apego fetichista de Chávez y su pandilla a la gesta de Fidel.

Por poner solo algunos ejemplos, así ha sido con el gobierno de Sánchez en España, extrapolando el comportamiento de Zapatero a todo el PSOE y olvidando de paso que también es el partido de Felipe González. Otro ejemplo notable fue la apasionada defensa de Trump en las elecciones estadounidenses haciendo suponer que por ser del partido Demócrata Biden cambiaria su posición hacia la oposición venezolana, lo que ha sido desmentido en la práctica, evidenciándose que el compromiso de Trump fue sólo más falaz y declarativo.

Como era de esperarse, de esos temores no escaparon las recientes y polarizadas elecciones de Chile, que se resolvió en un balotaje entre el izquierdista Boric y el ultraderechista Kast. Una vez triunfante Boric, desde su primer discurso marcó distancia con Maduro. El siguiente paso fue nombrar como canciller a Antonia Urrejola quien desde la presidencia de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA hizo fuertes críticas a los gobiernos de Nicaragua y Venezuela.

Muy recientemente Boric ha fijado posición mucho más clara, lo que da razones para pensar en una izquierda regional verdaderamente democrática. Criticó el brutal retroceso en las condiciones democráticas y socio-económicas de Venezuela. En lo que pareciera una clara referencia a la dupla de Andrés Manuel López Obrado-Fernández, expresó la necesidad de enfrentar más abiertamente el alegato permanente que hacen ciertas izquierdas a la autodeterminación de los pueblos para terminar justificando conductas que inapropiadas, como limitaciones a libertad de expresión y de reunión, dicho en otras palabras, el despotismo.

En esa misma dirección declararon recientemente el tambaleante presidente peruano Pedro Castillo y el candidato izquierdista colombiano Gustavo Petro. Éstas últimas solo sabremos si son sinceras u oportunistas, en caso de que accediera al poder, dada la complejidad y polaridad de la política colombiana, tradicionalmente inclinada hacia la derecha.

Queda también la duda de cuál será la conducta de Lula en caso de ganar las elecciones en Brasil dado que ya no queda nada por exprimir en Venezuela y seguir vendiendo a Odebrecht le daría muy mala prensa.

El que si no da señales de anotarse en esta línea de izquierda democrática es el presidente Fernández de Argentina, quien fue a rendirse a los pies de Putin, justo en el momento en que éste pone en peligro la paz mundial y amenaza con enviar tropas a países vecinos. Otro tanto hizo con la China de Xi Jinping. Lo que adicionalmente es una riesgosa e incomprensible apuesta del gran deudor del FMI.

En fin, ante esa nueva ola de izquierdismos latinoamericanos tendremos que saber discernir el grano de la paja si aspiramos a una solidaridad efectiva con nuestra menguada lucha libertaria. No estaría mal tampoco recordar de cuando en vez que no somos el ombligo del mundo.

Raquel Gamus
@gamusraquel
@ElNacionalWeb
Venezuela

TRINO MÁRQUEZ: EL DIÁLOGO; ¿QUÉ DEBE CAMBIAR?

Durante las últimas semanas, algunos respetados dirigentes opositores, entre ellos Gerardo Blyde, han emitido declaraciones en la que señalan –en un tono que raya en la súplica- que debe retomarse el diálogo entre el Gobierno y la oposición en México, interrumpido por el traslado de Álex Saab a Estados Unidos. Los argumentos se refieren a la conveniencia de superar la crisis política que afecta a Venezuela –que se manifiesta en la diáspora y en la precaria situación económica y social de las clases populares- en un ambiente que propicie la concertación entre los dos sectores antagónicos. A esta petición se han sumado algunos países latinoamericanos y europeos, Canadá y el propio Estados Unidos.

La respuesta del régimen frente a estas demandas –a pesar de las sanciones internacionales- ha oscilado entre la más absoluta indiferencia y la sorna insolente.

Maduro, en un acto proselitista con el PSUV el 3 de febrero, sugirió que las elecciones presidenciales previstas para 2024, podrían realizarse en cualquier otro momento o postergarse de forma indefinida. Por supuesto, que al mandatario no se le olvidó que la Constitución establece que el 10 de enero de cada sexenio debe juramentarse el nuevo presidente electo, o reelecto, en los comicios convocados previamente. La principal exigencia política de las conversaciones entre el gobierno y la oposición gira en torno de este punto: garantizar elecciones nacionales transparentes y justas, una de cuyas condiciones básicas es el respeto a la fecha fijada por el Consejo Nacional Electoral, único órgano facultado para hacerlo.

Pues, Maduro se permite poner en duda ese término y sugerir que será él, de acuerdo con su real conveniencia, quien la fije. Se trata de una provocación cínica, que revela el desprecio que siente por las aspiraciones democráticas y del lugar tan marginal que les asigna a eventuales acuerdos con el sector opositor.

El general Vladimir Padrino López se permite decir en el acto político de conmemoración de los 30 años del golpe del 4-F (fecha fatídica para la historia nacional) que “aquí no nos van a meter el contrabando de la democracia neoliberal”. Es decir, la oposición ‘neoliberal’ no volverá a gobernar en Venezuela. ¿Quién es ese militar para decidir con cuáles concepciones teóricas y filosóficas se gobierna el país? Esa es una decisión que deben tomarla exclusivamente los votantes en comicios libérrimos, como se decía antes. En el pueblo reside la soberanía de forma intransferible. Son los ciudadanos los que deciden la continuidad o la alternancia en el poder. Padrino López, al igual que Maduro, hace guasa de la Constitución, arremetiendo contra la principal demanda opositora, de los ciudadanos y de las naciones que apoyan el restablecimiento de la democracia en Venezuela. Similar es el estilo de Jorge Rodríguez y Diosdado Cabello. A ninguno de los miembros de la cúpula del régimen le importa restablecer un foro en el cual tendrán que comprometerse a organizar una consulta popular que van a perder. Ergo: por ahora no habrá ningún diálogo, salvo que el panorama nacional se modifique de forma sustancial.

¿Qué debe cambiar? En primer lugar, pienso, la anatomía de la oposición. Una oposición divida, raquítica, como la que existe, jamás sentará a conversar a un gobierno autoritario, pegado como una sanguijuela al poder. El gobierno, ciertamente, representa una minoría con respecto a la totalidad nacional. Su apoyo apenas alcanza 30%. Sin embargo, es un núcleo compacto, que a pesar de tener fisuras internas entre las distintas facciones que lo integran, se muestra inexpugnable ante la nación. El PSUV continúa siendo el primer partido del país. Además, el Estado gira en torno del proyecto hegemónico dirigido por los líderes de esa agrupación: desde el TSJ hasta las Fuerzas Armadas están sometidas a la fuerza gravitatoria de la organización fundada por Hugo Chávez.

Hoy el Estado –salvo pocas excepciones, como las gobernaciones y alcaldías en manos opositoras, constantemente hostigadas- está diseñado a imagen y semejanza del partido rojo. Ante la solidez del régimen, la única opción que le queda a la oposición es compactarse alrededor de objetivos comunes y de una plataforma unitaria.

El principal objetivo, desde mi perspectiva, debería ser crear –junto con los factores de poder internacionales- las condiciones más favorables posibles para las venideras elecciones presidenciales. Maduro lanzará nuevas y más agresivas provocaciones. Le seguirán sus adláteres. Sin embargo, la oposición no debería desviarse del camino electoral. Desde ahora tendría que comenzar a organizar los ciudadanos en grupos de apoyo a unos comicios justos, que respeten los preceptos constitucionales y recuperen el sentido democrático de las elecciones y el Estado.

Estas labores de empoderamiento, deberían estar dirigidas por un comando nacional y comandos regionales, municipales y locales, que vayan fortaleciendo la confianza y certeza de la gente, en la posibilidad de que el pueblo le imponga al régimen las elecciones libres y justas que este se niega a convocar. Luego habría que resolver el complejo asunto de la elección del candidato presidencial. Ese espinoso tema puede esperar. Todavía en prematuro dilucidarlo.

Se trata de una labor de ingeniería compleja, en la que habrá que lidiar con vanidades muy robustas. Si se tiene éxito en este movimiento ascendente, el diálogo en México, o en Alaska, será solicitado por Maduro y su gente.

Trino Márquez
trino.marquez@gmail.com
@trinomarquezc
Venezuela

JOSÉ RAFAEL HERRERA: DE LA POSVERDAD

“Verum index sui et falsi”. B. Spinoza
La verdad es la medida tanto de la verdad misma como de la falsedad.

Nadie, dice Hegel, puede saltar por encima de su tiempo, prescindir de las determinaciones que impone su propia época. A menos que se quiera construir un mundo ficticio, un “mero opinar, un elemento inconsistente que permite imaginar lo que se quiera”. Castillos minuciosamente construidos sobre nubes, los llamaría Maquiavelo. En realidad, los mundos como deben ser conforman una imagen especular, invertida, de lo que es. Y, más allá de la lógica de las identidades abstractas, guste o no, lo que es es la razón, incluyendo en ella el siempre farragoso barruntar de los “opinólogos” de oficio. Porque, si bien es cierto que lo que no es -los mundos de ensueño- ofrece una realidad inexistente, sublime y perfecta, no menos cierto es que en su interior se perfilan las costuras, los defectos, de lo que sí es, de modo que si bien puede parecer una solución ideal -o más bien, un sucedáneo evasivo-, termina traicionándose a sí misma, toda vez que se transforman en una prueba viviente, en una denuncia, de los desgarramientos sufridos por del ser. Lo indefectible termina, cual tiro por mampuesto, denunciando lo defectible y, consecuentemente, negándose a sí mismo. “Aunque ésta sea locura -afirma Polonio en Hamlet-, hay en ella cierta razón. Aciertos que puede tener la locura, que no logran ni la razón ni la cordura”.

Desde principio de los años noventa del siglo pasado, se entiende por «posverdad» la deliberada deformación, distorsión y descontextualización de la realidad, en la cual predominan más las emociones creíbles -las “pasiones tristes”, al decir de Spinoza- que la realidad efectiva de las cosas. Lo que comporta el premeditado propósito de manipular, influir y moldear el modo de percepción de la vida de las grandes mayorías, poniendo a la disposición de semejante empresa el poderoso arsenal de los medios masivos de comunicación e información y, muy especialmente, las influyentes redes sociales, al punto de torcer e invertir al extremo hasta las verdades más evidentes. Un ejemplo de los efectos perversos de la llamada posverdad sobre la opinión pública ha sido recientemente llevado al cine por Adam McKay, en el film No mires hacia arriba (Don’t Look Up). Como ha indicado Wolfgang Gil, en una de sus más recientes entregas, el film muestra cómo “la posverdad es utilizada, por igual, por políticos, grandes medios de comunicación y la élite capitalista. Si bien las élites tienen intereses que proteger, por otro lado, vemos a la población no sólo manipulada sino también dispuesta a dejarse seducir por los cantos de la sirena”, lo que queda demostrado “cuando los seguidores de la presidente Orlean, una evidente caricatura de Trump, están dispuestos a colocarse las gorras rojas con el mensaje negacionista ‘No miren hacia arriba”, como si por dejar de mirar las estrellas la inminente colisión del hiperobjeto, que se dirige a toda velocidad contra la Tierra, se desvanecerá por completo, como por arte de magia. “No hay que perder la esperanza”, diría algún dirigente político de la “oposición” venezolana, calzando sus viejos zapatos ye-ye de “la victoria”.

Fue el dramaturgo Steve Tesich quien, en 1992, a propósito de la guerra del Golfo Pérsico, calificara por vez primera este fenómeno social bajo el término de Post-truth, un término que, en otros tiempos, recibió los nombres de imaginación, falsa conciencia o ideología: “Lamento que nosotros como pueblo libre, hayamos decidido libremente vivir en un mundo en donde reina la posverdad”. Y de allí a la posdemocracia solo se puede hablar en términos de cálculo y racionalidad técnica aplicada. En este caso, se trata de un modelo de hacer política en el que todo vale, reñido con las ideas y valores inherentes a la democracia y, más bien, cercanos al neo-totalitarismo, cuya característica esencial consiste en el deslizamiento de Ethos político hacia la gavilla gansteril, cabe decir, hacia el empoderamiento de un grupo de delincuentes que, lejos de perseguir el bienestar social, secuestran el poder con el propósito de transformar el Estado en la mayor fuente de ingresos del gang. Así, por ejemplo, en los regímenes posdemocráticos, las elecciones para designar cargos públicos se convierten en un espectáculo mediático, gestionado por “expertos” en el chantaje de la población y en la manipulación de los mecanismos electorales, los cuales terminan atribuyendo “el triunfo” a la corporación gansteril y a sus aliados de turno. Por todo lo cual, no sería exacto decir que es exclusivo de la política conservatista, de derechas, o de las grandes corporaciones capitalistas.

Todo mundo sabe que mucho tiempo antes de las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos al gansterato que mantiene secuestrada a Venezuela, la economía del país había sido destruida y sus otrora cuantiosas arcas saqueadas. No obstante, bajo el cobijo de la posverdad, los estribillos expiatorios de la “guerra económica” ganan adeptos día a día, mientras el gang diversifica sus ganancias vendiendo a pedazos el territorio nacional, ocultando el incremento de sus jugosos negocios con la fachada del “milagro” de la “recuperación económica”. Que la verdad sea la “norma de sí misma y de lo falso”, como dice Spinoza, impone la tarea de sacudir con fuerza la cadena recubierta de flores, para que sus eslabones queden al descubierto, a plena luz del sol. Si algo tiene de verdadero la posverdad es que, a partir de ella, conviene actuar sine ira et studio, con el firme propósito de ubicar la tierra de donde se nutren sus raíces para desenterrarlas. Ella, lejos de ser un simple ocultamiento de la realidad de verdad, es el movimiento real que anima la puesta en práctica de la inteligencia política.

José Rafael Herrera
jrherreraucv2000@gmail.com
@jrherreraucv
Venezuela

EDUARDO FERNÁNDEZ: UNA POLITICA NUEVA I Y II

I

Año nuevo, vida nueva, política nueva. Veinte largos años de fracasos, del gobierno y de la posición, son tiempo suficiente para concluir en que necesitamos una nueva forma de hacer política.

La vieja política, o sea, la que ha prevalecido hasta la última consulta electoral en la elección del 21 de noviembre pasado, se convirtió en el campo de batalla entre dos bandos enfrentados por el poder. Dos bandos que no toman en cuenta el interés nacional, el interés de los ciudadanos. Lo único que interesa es la lucha por el poder: los que lo tienen, luchan por conservar el poder. Se aferran al poder sin reparar el enorme daño que su permanencia en el poder produce al país y por consiguiente a sus ciudadanos. Los que no lo tienen, luchan por alcanzarlo, sin explicar demasiado los propósitos que los animan.

Es una lucha por el poder con carácter agónico. Si prevalece un lado, su intención es perseguir y exterminar al otro. No hay espacio para una política de tolerancia, de convivencia, de servicio a los intereses superiores del país.

No hay propuestas, ni argumentos, ni doctrina, ni ideales más allá de la pugna por el poder. El interés de los ciudadanos, el sufrimiento de la gente, las esperanzas de progreso y de cambio no forman parte de la agenda en esa lucha agonal.

Los venezolanos requerimos sustituir esa forma de hacer política. La peor cara de la política es la que hemos visto en los últimos años. Es urgente estrenar, desde el inicio de ese nuevo año, una nueva manera de hacer política, que tome en cuenta el interés de la gente, sus sufrimientos, sus esperanzas y sus angustias.

Una Política Nueva que rompa con el viejo y desacreditado sistema de partidos, en el que prevalece el populismo, los gritos, las descalificaciones recíprocas, el odio y la división.

Esa política que puso de moda el comandante Chávez y a la cual buena parte de la oposición le ha hecho el juego. La Política basada en el odio, el resentimiento, la división y los insultos tiene que desaparecer para siempre.

Unión y Progreso es un movimiento político que insurge en la vida nacional justamente para abrir espacio a una Política Nueva que convoca a la unión y al progreso.

II

Todo comienza y termina en la política. La crisis política comenzó en Venezuela hace más de veinte años. Mientras no resolvamos la crisis política no podremos resolver la crisis económica, ni la crisis social, ni la crisis moral que afectan al país.

Veinte años de fracasos políticos, tanto del gobierno como de la oposición, son tiempo suficiente para entender que hace falta ensayar una nueva manera de hacer política. Ojalá lo ocurrido en Barinas el domingo pasado sea un punto de inflexión y los actores políticos entiendan la imperiosa necesidad de intentar esa nueva forma de hacer política.

Consecuencia de los errores políticos ha sido la catástrofe económica. El colapso del estado de derecho y de la arquitectura institucional de la república ha sido factor detonante de la crisis económica tipificada por la recesión y la hiperinflación y ha incidido en la crisis social, crecimiento escandaloso de la pobreza, del hambre, de la miseria, de la desnutrición. A esto podemos agregar el tema de la corrupción y del despilfarro de una increíble riqueza y la destrucción de los servicios públicos más fundamentales. Agua, electricidad, salud, educación, seguridad, transporte, vialidad, gas doméstico, gasolina y un largo etcétera que no es necesario detallar.

Lo primero que tenemos que preguntarnos es: “¿para qué es la política?” La política es para servir a la felicidad, al progreso y al bienestar de los ciudadanos. La política no es para satisfacer vanidades, ni para complacer apetitos de poder o de riqueza. La política es para servir al bien común. Es un apostolado. Es una manera de hacer realidad el mandamiento de amar al prójimo.

Por eso el Papa Pío XI pudo decir aquella frase tan citada: “la política es la forma más excelsa de la caridad después de la religión”. El día que tomemos conciencia de esa realidad habremos comenzado a resolver la crisis política venezolana y, en consecuencia, todas las otras crisis que afectan nuestra vida como país.

El poder político no es un fin en sí mismo. El poder es un instrumento para servir a los ciudadanos, a la comunidad. En el Movimiento Unión y Progreso se está trabajando en la dirección de rescatar la dignidad de la política, de elevar su prestigio y de demostrar que la política puede y debe ser útil para el progreso, el bienestar y la felicidad de los ciudadanos.

Seguiremos conversando.

Eduardo Fernández
@EFernandezVE
Twitter: @ifedecve
Instagram: @Ifedecvenezuela
Facebook: @ifedecVZLA
Venezuela

JUAN GUERRERO: SALVADOR TENREIRO, ENTRE LAS REDES

De ese encuentro a mediados de los años 90, en Puerto Ordaz, para después vernos semanalmente en las redes sociales, pasaron cerca de 30 años. Fue una cercana tertulia entre tres buenos amigos. Venía Salvador de ofrecer una conferencia a la que no asistió nadie, solo nuestro común amigo, él, un técnico de sonido, y yo. Pero tuve el privilegio de recibir toda la atención de quien me obsequió su libro con un hermoso mensaje. Después la tertulia se disipó entre comentarios sobre el estado de la cultura nacional y sus hacedores. –Mala gente ésta que nos rodea, me dijo Salvador, en referencia a los nuevos gobernantes.

Había leído a Salvador Tenreiro (1952-2021), desde hacía mucho tiempo. Sabía de sus pasos como profesor en la Universidad Simón Bolívar, donde se desempeñaba como investigador y docente. También porque había estudiado, una década antes, en la Escuela de Letras de Universidad Central de Venezuela donde se hablaba de él como un erudito y meticuloso crítico literario.

Después solo supe que se había ido a París por estudios doctorales en La Sorbona. Fueron años de silencio mientras iba construyendo su extraordinaria obra literaria que está ofrecida como un tesoro para quienes quieran darla a conocer. Porque la obra poética, ensayística y de relatos construida por Salvador Tenreiro está hermosamente trabajada a partir del uso de un lenguaje despojado de todo ornamento que la pueda ocultar. Es una ‘palabra plural’, amplia, cadenciosa y muy personal. Aborda cantidad de temas que siempre terminan en el ser, en la esencialidad de la palabra.

Entre las desgarraduras que encuentro en la escritura de Tenreiro, el desarraigo es una presencia dolorosa, tanto por haberla vivido en carne propia como por la manera como la aborda, desde la cotidianidad del regreso a un espacio del que partió siendo muy niño y al que regresa sintiéndose ajeno. Solo los recuerdos de lo memorioso alcanzan abrazar el desamparo. Español exiliado en Venezuela o venezolano exiliado en España. Fue su destino, que, sin embargo, asumió de una manera original. Se refugió en sus últimos años en las redes sociales y a través de ellas logró construir su propio espacio, permanecer como presencia indispensable entre quienes periódicamente le seguíamos y leíamos a través de sus relatos, poemas, fotografías y artículos.

Así, cada semana publicaba sus relatos donde el espacio que habitaba físicamente (La Coruña) se iba ampliando con recuerdos de su amada Caracas, la ciudad de la eterna primavera. Ajenas personas que se encontraba ahora por las calles empedradas de sus años de niñez, sobreviviendo solo para pagar la renta y comer. Son parte de la temática de sus últimos escritos, también de sus poemas que iluminan la dolorosa soledad que va transitando. La del regreso a un pueblo que no le reconoce, pero que al mismo tiempo le saluda educadamente y al final, solidariamente termina por ser su lecho de vida eterna.

Como Salvador Tenreiro, otros escritores mantienen su presencia en las redes sociales, utilizando estas plataformas para dar a conocer sus escritos, incluso para sugerir lecturas, informar y formar lectores críticos. Al hacerlo, logran que el lector común pueda acceder a otras maneras de abordar el lenguaje donde se encuentre con formas de escritura más complejas y, por tanto, mayor capacidad para nutrir su lenguaje.

La presencia de estos escritores en las redes sociales inaugura una manera de abordar las nuevas tecnologías desde una perspectiva que contribuye a aumentar la audiencia de quienes han sabido utilizar las redes sociales con fines pedagógicos, para incentivar el interés por la lectura, por los temas literarios y culturales. Porque este escritor presentó en sus relatos que publicaba en su portal, nombres de escritores, de artistas e intelectuales desconocidos o muy poco conocidos.

Gracias, Salvador. Tu iniciativa para mostrar tus últimas creaciones resultó un incentivo para quienes sabremos apreciar tu luminoso lenguaje, construido desde la más pura y sagrada amorosidad de la vida, que tanto amaste.

Juan Guerrero
camilodeasis@hotmail.com
@camilodeasis
@camilodeasis1
Venezuela

LEANDRO RODRÍGUEZ LINÁREZ: EL SOVIET SUPREMO VENEZOLANO

Fiestas en tepuyes, Margarita, El Humboldt y Los Roques exclusivos para una supra élite. Bodegones, farmacias y demás negocios exprés que reflejan riquezas súbitas y sin controles. Hace pocos días, unan jueza, hermana del Contralor General designado por la extinta “Constituyente”, entregó la sede de El Nacional a un alto jerarca rojo. Al mismo tiempo, el presidente de la nación nombra un familiar directo de su esposa ministra… señoras y señores, estamos en pleno apogeo del Soviet Supremo Venezolano.

“¡Venezuela está mejorando!” Alegan algunos, cuando una de las peores tragedias, la hiperinflación, se agrava día a día en un país donde ni los sueldos en dólares alcanzan, la inflación también es en divisa extranjera, flagelo producido ante el manejo inescrupuloso de nuestra política monetaria por parte del que una vez fuera uno de los mejores bancos centrales de la región, hoy convertido en otro tentáculo del partido de gobierno.

¿Para quienes está mejorando Venezuela? Para el común de los ciudadanos no, sí usted quiere emprender acudir a un registro es una odisea, imponen mil trabas, el aumento de los precios lo hace impagable, además, para aspirar a un negocio propio se debe contar con divisas y con contactos en caso que requiera importaciones de equipos o materia prima. La mayoría de los emprendimientos son al margen de la ley y dan solo para cubrir lo estrictamente necesario, así no se levanta un país ¡Sobrevive!

Una tragedia muda lo acontecido en Trinidad y Tobago, ello es solo una nota ante todo el drama y la tragedia que padecen los venezolanos que deciden emigrar en búsqueda de libertades que permitan realizarse personal y/o profesionalmente. La emigración, o éxodo más bien, también se agrava, somos la peor emigración del planeta ¿Qué país experimenta este fenómeno sí está “mejorando”? ¿ilógico no?

¿Venezuela está mejorando? Probablemente se refieran a un porcentaje menor a dos dígitos con nexos todopoderosos que no les ha quedado más remedio que “invertir” en la nación, ante el temor de ser pillados y ser objeto de actos punibles por parte de una comunidad internacional atenta a hechos de corrupción. Más del 90% de la población pasa hambre, trabajo y padece todo el denigrante espectro de la pobreza.

Mientras la inmensa mayoría de los habitantes de este país se rebusca vendiendo sus pertenencias, inventando un negocio particular, endeudándose, prestándose para labores ajenas a su formación y capacidades, una minoría la pasa de lo lindo, dándose vidas de jeques occidentales.

Pero es que ni gasolina hay, ni gas, la electricidad va y viene, el agua escasea más y más y el hampa sencillamente tiene el control de las calles del país. Las pretendidas autoridades han sucumbido a la crisis, se han unido al rebusque para sobrevivir aprovechando su estatus de “hombres de ley, de orden”.

Para emprender hay que estar “enchufado”, lo mismo para importar, exportar, contar con divisas, ello genera un caldo de cultivo para poderosos carentes de virtudes, mientras los que estudian o estudiaron, los que trabajan de sol a sol, los honestos dejan sus mejores años productivos sobreviviendo indignamente o huyendo del país a enfrentarse con duras e inmerecidas realidades ¿Esa es la mejoría que enarbolan? Día a día, hechos como los de El Nacional o la frutería de Altamira, incrementan la inseguridad jurídica, política y social que espantan a las verdaderas inversiones productivas. Con el pasar del tiempo nuestra nación se ha tergiversa tanto que solo “mejora” para los nuevos Soviet Supremos Venezolanos, mientras que para la inmensa mayoría es casi un campo de concentración.

Leandro Rodríguez Linárez
leandrotango@gmail.com
@leandrotango
Venezuela