martes, 29 de octubre de 2019

MARYHEN JIMÉNEZ MORALES: SÍ AL ESTADO Y LA SOCIEDAD PODEROSA

Hoy más que nunca la pregunta sobre cuál es la receta perfecta para sostener y consolidar una democracia está más que vigente. Los economistas James Robinson (Universidad de Chicago) y Daron Acemoglu (MIT) nos han iluminado sobre algunos elementos que son necesarios para que las naciones no colapsen.

En su bestseller ¿Por qué fracasan los países? Acemoglu y Robinson desarrollan un marco global para explicar por qué la libertad florece en algunos Estados, pero no en otros. El argumento central de la obra resalta que los países no florecen o caen por temas culturales, geográficos o de oportunidades, sino por el poder de sus instituciones. Es decir, la fortaleza de las instituciones estatales, realmente importan.

En su nuevo libro Narrow Corridor (pasillo o corredor estrecho) estos autores hacen un análisis de la historia mundial y dinámicas contemporáneas y elaboran una nueva teoría sobre cómo se alcanza la libertad y democracia. Robinson y Acemoglu sugieren que la libertad solo se consolida cuando se alcanza un equilibrio delicado entre el poder del Estado y el poder de la sociedad. En otras palabras, para que la libertad, y con ello la democracia, florezca, los países requieren tanto un Estado fuerte, como una sociedad civil fuerte. Desde su punto de vista, el Estado es fundamental para abordar temas importantes como crisis financieras, desigualdades contemporáneas y estructurales, así como para brindar seguridades sociales a los ciudadanos. En sus propias palabras: «Se necesita un Estado fuerte que controle la violencia, haga cumplir las leyes y proporcione servicios públicos esenciales para una vida en la que las personas estén facultadas para tomar y seguir sus propias decisiones».

Al mismo tiempo, los autores destacan que los países deben tener sociedades civiles fuertes para poder exigirle al Estado que rinda cuentas y para que se enfoque en alcanzar el bienestar común de la sociedad. Robinson y Acemoglu explican que «el despotismo fluye de la incapacidad de la sociedad para influir en las políticas públicas y acciones del Estado». Es por ello que, según esta obra, la democracia y la libertad, surgirá en un «pasillo estrecho», en el cual exista un balance adecuado entre un Estado fuerte y una sociedad civil fuerte. Es esa la combinación que garantiza una dinámica ideal de movilización, políticas públicas y transparencia.

Dado nuestro contexto de Estado fallido, deberíamos considerar los argumentos propuestos por Robinson y Acemoglu. Por un lado, el liderazgo político tendrá que trabajar para recuperar las capacidades básicas de un Estado, tales como el control efectivo del territorio nacional, y, la capacidad para poder brindar servicios públicos básicos a la ciudadanía, por ejemplo, el acceso al agua, la luz, la seguridad ciudadana, el transporte, la educación, entre otros. Pero, además de esos temas, el Estado venezolano también deberá proteger a los ciudadanos de diferentes formas de desigualdades sociales y económicas. Al mismo tiempo, para poder vivir en democracia, necesitamos una sociedad civil fuerte que pueda exigirle al nuevo Estado que rinda cuentas sobre sus acciones y de esa manera lograr que nunca más seamos sujeto de un sistema de dominación política por unos cuantos. Mientras el primer factor aún está ausente, el hecho de que en Venezuela ya exista una sociedad civil vibrante, nos permite tener esperanza en cuanto al segundo elemento.

Las últimas semanas han puesto a prueba al Estado en toda nuestra América Latina. Igualmente, hemos visto cómo las sociedades, mayoritariamente de una manera pacífica, han logrado expresar sus inquietudes por desigualdades estructurales y deseos de cambio. Viendo hacia Chile, hemos podido constatar el inmenso poder que tiene la sociedad para exigirle al Estado un cambio de dirección en su política pública. El gobierno de Piñera, sabiendo que las demandas son legítimas, está atendiendo –paulatinamente– las solicitudes de la población chilena. Quizás este puede ser el surgimiento de un nuevo “pasillo estrecho” en Chile, en el cual se vaya fortaleciendo la democracia como resultado de una interacción sana entre un Estado fuerte y una sociedad fuerte.

Mientras Venezuela llega a la anhelada transición, la ciudadanía y el liderazgo político debería estudiar y aprender de otras experiencias. Las conclusiones que podamos sacar del análisis comparado nos podrán servir de inspiración para ir diseñando nuestro propio “pasillo estrecho”, que algún día nos permita vivir en libertad y democracia.

Maryhen Jiménez Morales 
maryhen.jimenezmorales@politics.ox.ac.uk. 
@maryhenjimenez

ÁNGEL R. LOMBARDI BOSCÁN: GUASÓN,UN ALMA COMO UN DESIERTO

A Semprún le sirven para concluir que el horror no es el Mal, es sólo su apariencia, su maquillaje, pues el Mal, trágicamente, es "uno de los proyectos posibles de la libertad constitutiva de la humanidad del hombre". La libertad puede ser raíz tanto de la humanidad como de la inhumanidad del ser humano.

Armado de esta convicción, Semprún puede aceptar la muerte en Buchenwald no en los términos mortales del régimen nazi, sino, valga la nueva paradoja, en los términos vitales de la fraternidad. La escritura o la vida es un conmovedor relato de cómo se escoge la fraternidad en la muerte, porque si para el pensamiento racional la muerte es el único evento cuya experiencia individual nos es vedada, la experiencia colectiva del campo permite vivir la muerte como hecho fraternal. Un poema de Vallejo, maravillosamente evocado a lo largo del libro como parte de la belleza rapsódica de Semprún, da la dimensión trágica de esta forma de morir:

Carlos fuentes
Un alma como un desierto
Desiertos del alma

“Nadie tiene derecho a obrar mal, ni aun cuando a él le hubieran hecho daño “. Víctor Frankl

"Al fin de la batalla, / y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre / y le dijo: '¡No mueras, te amo tanto!'. / Pero el cadáver, ¡ay!, siguió muriendo... ". César Vallejo               

Hay dos libros que he leído y aprendido mucho de ellos. El primero es de Romano Guardini y lleva por título: “Las edades de la vida” (1960) dónde éste insigne teólogo alemán hace un repaso de la evolución humana desde la psicología y pedagogía con un sentido cristiano ineludible resaltando como la principal condición del adulto la de llevar una vida responsable en libertad. Algo que por cierto riñe con la vida de ficción de éste anti-héroe humanizado por el Director Todd Phillips y caracterizado por un excepcional Joaquín Phoenix, desde ya gran favorito para ganar el Oscar a la mejor actuación masculina.

El Guasón de Phillips es un básicamente un niño. Nunca llega a los niveles del hombre adulto consciente de sus posibilidades y límites. El Guasón es una persona enferma y dañada en lo más profundo de sus entrañas psicológicas que sólo procura darse una identidad genuina más allá de las propias taras, y fracasa. Su psicopatía está latente todo el tiempo hasta que irremediablemente explota y se encauza hacia un nihilismo caótico que uno supone que es liberador y auto afirmativo aunque represente la negación de la vida misma.

En realidad, el arquetipo es un comic, el opuesto a Batman, otro héroe tan sombrío como el mismo Guasón sólo que uno es bueno y el otro malo de acuerdo a las convenciones establecidas.

Lo interesante de la película es que Batman brilla por su ausencia y todo se reconcentra en el camino a la perdición total y absoluta de Arthur Fleck, un auténtico paria humano, en su metamorfosis hasta asumir la identidad del Guasón.

Arthur Fleck, no tiene plan político/social. Es más, ni le interesa. Tampoco es un criminal sediento de venganza por una vida llena de infortunios y abusos. El pobre hombre lo único que quiere es ser comediante y a través de su risa imposible lograr la aceptación y el reconocimiento que la mayoría buscamos. Sólo que es un ser humano maldito incapaz de conectar con nadie porque es pobre, no tiene familia ni empleo. Quienes dicen quererle terminan defraudándole y avergonzándole y esto es la marca de su tragedia.

El sufrimiento que padece, humillación tras humillación, al final le convierte en un rebelde sin causa, en un revolucionario urbano de los despreciados de la tierra: un anticristo. El final es apoteósico porque desde el barro otea una grandeza que nunca imaginó presidir. La insania del Guasón, fría e indolente, termina siendo purificadora. Un mensaje para los postmodernos anti sistemas que no terminan de saber las alternativas a lo que cuestionan con tanto estruendo agitador.

En el cine durante la proyección del Guasón, la película, nadie habló ni se prendieron los teléfonos celulares ni se abandonó la sala de cine para ir al baño y tampoco hubo el inevitable cuchicheo. Y me estoy refiriendo a la experiencia de una sala de cine en Venezuela cuyo relajo es más que evidente. Todo el público quedó paralizado e hipnotizado por éste payaso mediocre que cuando tiene que llorar lo hace riendo y cuando tiene que reír sus emociones quebradas se lo impiden.

El venezolano es hoy una población aplastada por el infortunio de vivir en una cárcel al aire libre y cuya prosperidad física y material nos fue robada por el gobernante de turno.

Así que hubo una especie de epifanía, una conexión espiritual entre el público y las desgracias de Arthur Fleck y sus naturales ansias de cobrarse tanto rencor sobre sus más directos maltratadores.

Hoy, que hay inexplicables disturbios en los “prósperos” Ecuador, Perú, Chile, Colombia y Bolivia es inevitable no relacionarlos con la propuesta de un Guasón que hace del resentimiento su principal apuesta liberadora sin medir las consecuencias de sus actos. ¿La película inspiró a quienes protestan y saquean en contra del status quo? No lo creemos. Pero sí alienta un programa acerca de una distopía fundamentada de una marcha de la locura muy propio de la mayoría de los gobiernos latinoamericanos, muy especialmente, el venezolano de hoy en día cuya esencia es la de atropellar y mancillar a sus gobernados.

El otro libro paradigmático para relacionarlo con la película corresponde al psiquiatra Viktor Frankl, un sobreviviente de los campos de concentración de los nazis en el concurso de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), y que lleva por título: “El Hombre en Busca de Sentido” (1946). A diferencia del Guasón y de las acciones de los resentidos de la tierra que proclaman la venganza, piedra filosofal del credo populista latinoamericano, aquí se nos ofrece el triunfo de la razón. Frankl, no perdona a sus bestiales carceleros, eso se lo deja a Dios.

Lo que sí reivindica es las capacidad del hombre de ser genuino y digno consigo mismo afrontando las pruebas más extremas, incluso, las que implican perder la vida por un acto de la maldad desperdigada. “El hombre puede conservar un reducto de libertad espiritual, de independencia mental, incluso en aquellos crueles estados de tensión psíquica y de indigencia física”. Y complementa con esto que es lapidario y el eje de su propuesta terapéutica bajo el nombre de: “Logoterapia”: “la última de las libertades humanas –la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino- para decidir su propio camino”.

Fiódor Dostoyevski nos invitó a ser dignos de nuestro sufrimiento, de cargar nuestra cruz desde un silencio templado sobrellevando la soledad de la que somos prisioneros desde el mismo nacimiento.

En un mismo sentido el Buda oriental también hacía referencia a esto al señalar que nacemos para morir y en ese ínterin hay que lidiar con la enfermedad y la vejez. La Biblia advierte sobre éste “Valle de lágrimas” mientras que los vendedores de felicidad niegan todo esto. El sufrimiento no es popular en una época de hedonismo vendido por las redes sociales, muy especialmente, el Instagram donde la felicidad es perpetua.

El Guasón/Arthur Fleck es un analfabeto emocional y ésta condición le impide asumir su destino desgraciado desde la agudeza del humilde que no espera nada de la vida porque sabe que la vida siempre espera algo de nosotros. Finalmente la sordidez del Guasón, su pena andante, termina disipándose cuando se disfraza de payaso e irrumpe a la fama al son de una música retadora y con pasos de baile a lo Fred Astaire. Su furia redentora es una apuesta al caos sin disimulos.

Guasón no sólo es una buena película en un sentido formal sino que su contenido es denso y crudo para un debate desde la psiquiatría como disciplina del dolor mental humano. Dolor por existencias fallidas y sufrimientos recibidos por la maldad de la gente que nos rodea, y que paradójicamente, muchas veces son los más cercanos y que dicen querernos. Cuando en realidad, bien sabemos, que otra precondición del adulto es aquel que se quiere así mismo.

Ángel Rafael Lombardi Boscán
angelrafaellombardiboscan@gmail.com
@lombardiboscan
http://www.ideasdebabel.com/?p=92932  vía @ideasdebabel2

LUIS FUENMAYOR TORO: EL GUARALEO GUBERNAMENTAL

Inmediatamente después de la contundente derrota sufrida por el gobierno chavecista en diciembre de 2015, el amigo Luis Brito García, literato y político del régimen, señaló que al presidente Maduro no le quedaba otra que “guaralear”, para poder mantenerse en el poder y terminar su período en 2019. Posiblemente estaba pensando en la arremetida opositora que vendría, la cual incluiría con toda seguridad la convocatoria a un referéndum revocatorio presidencial, en el cual, dado los resultados adversos en los comicios parlamentarios y la ya deteriorada situación económico-social del país, era bastante fácil predecir una segura destitución del Presidente. 

No sé si Brito García efectuaba una recomendación sobre la conducta política que Maduro debería asumir o simplemente le abría campo a lo que ya sabía que vendría. En cualquier caso, el guaraleo como respuesta política no era nada nuevo en Venezuela, pues ya había sido utilizado en el pasado reciente y remoto para ganar tiempo ante situaciones comprometidas. El mismo Chávez lo utilizó en momentos apremiantes, como fueron los vividos desde 2001 hasta 2004, cuando debió lidiar con un golpe sangriento de Estado, el sabotaje a la industria petrolera, grandes manifestaciones de calle y llamados diarios a huelgas generales. 

Pero una cosa es utilizarlo en escenarios complicados a tener que utilizarlo siempre en todas las situaciones. Y esto es lo que ha pasado realmente desde diciembre de 2015 para acá en prácticamente todos los contextos. Ante la crisis, las demandas de la población, el caos de los servicios públicos, la destrucción de PDVSA, las contradicciones internas y la rectificación necesaria de las políticas, el gobierno tiene como respuesta el guaraleo. Le da largas a los conflictos, ignora los problemas, no toma decisiones, sin darse cuenta que no hacer nada es también una decisión, que tiene muchas veces consecuencias más dramáticas. 

En el caso de los diálogos y las negociaciones que ha llevado adelante con las oposiciones venezolanas, el guaraleo gubernamental, junto con la actitud inmediatista y violenta de la oposición extremista, han sido los elementos básicos de los fracasos habidos, los cuales sin lugar a dudas le han dado tiempo para tratar de recuperarse. Pero, si bien guaralear puede diferir los enfrentamientos y permitir una cierta recuperación, no es una conducta que resuelva los problemas en forma más duradera y lleva a una normalización del escenario político y social venezolano. Guaralear no resuelve los problemas; si no hay soluciones estos se vuelven peores.  

Chávez guareleó la realización del referendo revocatorio en su contra y ganó tiempo. Y en ese período ganado instrumentó las misiones sociales iniciales, que a la postre le permitieron no ser revocado en 2004. El guaraleo era para ganar tiempo, no para evitar el revocatorio. Aquel guaraleo fue transitorio, mientras el actual se ha convertido en una actitud permanente. Esta es la impresión que tengo de la conducta gubernamental actual en la mesa nacional de diálogo. Se retardan decisiones importantes, no se asumen oportunamente, no se respeta debidamente al sector opositor democrático dialogante. Y todo ello conspira contra el éxito de esta negociación.    

No he sido tocado por el inmediatismo extremista acostumbrado y entiendo los problemas internos que tienen, pero o los resuelven y proceden con seriedad, respeto y sentido de oportunidad o se perderá un esfuerzo que tiene costos políticos para todos, sobre todo para quienes se sentaron a negociar contra viento y marea y quienes los apoyamos. Ah… Una cosa que no puedo dejar pasar. No están negociando con la derecha, como dicen groseramente sus locutores de VTV y alguno que otro líder. Aprendan a respetar.   

Luis Fuenmayor 
lft3003@yahoo.com
@LFuenmayorToro   

DOMINGO ALBERTO RANGEL: MILENIOS CHILENOS

Tan inesperadas como el jonrón de José Altuve repentinamente nos enteramos que en Chile hay protestas violentas. ¿En Chile?

Se suponía que el país austral era modelo y vean que también allí salen las masas a la calle, queman estaciones del metro, saquean supermercados y tiendas de electrodomésticos, en unas protestas que el ejército chileno, conocido desde Pinochet por su brutalidad… no ha podido acabar. En seguida cada quien inventa realidades inexistentes… para “explicar” de acuerdo a sus intereses.

La oposiciòn maleta señala a nuestro gobierno como el master mind que desestabiliza Chile. Los más sofisticados incluyen en esa lista al gobierno de La Habana y el Foro de Sao Paulo.

Nuestro gobierno no acepta la acusación… pero tampoco la niega: ¡Le conviene que hayan gafos repitiendo porque esa mentira envanece, es propaganda y potencia!

Sobre esta fábula aclaro que la rebelión chilena luce que fue planificada en secreto y llevada a la práctica con precisión de neurocirujano… y un gobierno incapaz de entregar las cajas CLAP… el mismo día del mes o la semana… al mismo precio… y con los mismos productos… jamás lograría nada parecido. Tampoco parecen las protestas chilenas ser obra del Foro de Sao Paulo: Esa alianza política tampoco puede ser tan poderosa… cuando no ha podido excarcelar a su fundador Lula da Silva.

Lo de Chile tampoco es por hambre y a ese respecto vale la pena recordar que en el mundo ocurren protestas violentas… en otras latitudes donde hay prosperidad… digamos en Hong Kong, Cataluña, Francia y el Líbano.

En esas tierras no se viven las penurias de otras como nuestro caso, pero igual se protesta. Lo cual me lleva a preguntar por el común denominador que ya dije ni es el hambre ni el neoliberalismo inexistente en Honduras donde también queman tiendas.

La respuesta está a la vista pero el bosque no deja ver: Occidente entró hace años en una etapa de recesión y protestan los milenios menores de treinta años. Lo hacen por el descaro de las clases dominantes… tanto en la economía como en la política.

Los jóvenes exigen igualdad de oportunidades y que los políticos –Bachelet gana treinta mil dólares al mes como ex presidenta- se ajusten el cinturón y que no sigan robando ellos… o sus parientes más cercanos.

Domingo Alberto Rangel
doalra@yahoo.com
@DomingoAlbertoR

JOSÉ LUIS ZAMBRANO PADAUY: CHILE EN LAS LLAMAS DE UNA SOCIEDAD INCONFORME

Está encerrado en su casa, casi a cuatro llaves. Desde la ventana el estrépito de las cacerolas lo estremece y las consignas desgañitadas, frenéticas y exaltadas parecen perpetuas. Dos años en Chile y jamás imaginó repetir los mismos descalabros e inestabilidades ya polvorientos en su memoria. Se grita mil veces que Venezuela vivió lo mismo, mientras los memes en las redes sociales parecen hacer mofa de esta realidad perturbadora.

Los primeros días los saqueos fueron interminables. Santiago parecía una ciudad saturada por una guerra de bandos desconcertados. Más de cuarenta estaciones del metro calcinadas y una turbamulta sin niveles de moderación. Supermercados enteros devastados y una batalla fraguada en las calles, que los carabineros confundidos no daban abasto para menguar una acción insospechada.

Para el chileno común ha llegado el gran día para expresar su necesidad indómita por un cambio. Para nosotros es el temor de ver fraguarse el mismo modelo y las mismas razones para complicarlo todo.

Maduro perdió el recato nuevamente y habló de un plan perfecto, cuyas metas propuestas en el Foro de Sao Paulo, reunido hace unos meses, se han ido cumpliendo. Cabello espetó lo mismo, mencionado a los países donde estaría sembrando la discordia. ¿Tienen acaso sus grupos de tareas como en el pasado? ¿Resulta fácil llamear el conflicto en el país austral? Lo han llamado la contraofensiva de América Latina.

Posiblemente sí han llegado a Ecuador, Perú, Chile, Colombia y Brasil, puñados y puñados de extranjeros, excarcelados, diseminados en esa parte del hemisferio, con prontuarios borrados y documentación falsa. Muchos venezolanos estamos convencidos de este tipo de maniobras y, posiblemente, las manifestaciones violentas y desatadas sin recato, no han sido tan espontáneas.

Lo cierto es que más allá del detonante, existe una brecha social en Chile incuestionable. La desigualdad económica es abismal. Pese a tener unos índices de pobreza de apenas ocho por ciento -segundo más bajo de Latinoamérica-, existe un salario mínimo incompleto, desproporcionado e incapaz de sustentar el presupuesto total de una familia.     

 Chile está sostenido por un sistema tope, por sus exacerbaciones en el capitalismo. No fue solo el aumento del pasaje del metro el que puso a la población en desorden emocional, más allá de ser uno de los sistemas de transporte más costosos del mundo y capaz de llevarse el 30 por ciento de la mensualidad.

También existen amores inciertos por el consumo. Hasta las conciencias están en vitrina y tienen un precio en rebaja. Los establecimientos compiten por encantar, sobrepasando los mismos niveles de entendimiento. Por eso el ciudadano vive endeudado, ahogado por sus facturas y sin resultado providencial para salir airoso al final de mes.

Es innegables que las cifras macroeconómicas parecieran generar un chasquido triunfante. El crecimiento es de 2,5 por ciento, sin hablar de un ingreso per cápita de 20,000 USD. Pero el sistema de salud público es frágil y poco eficiente, manejado por letras de niveles de ingreso para el cobro. La educación superior es elitista. Por ser tan elevada, la clase media deben recurrir a préstamos bancarios, quedando con una deuda enorme a pagar por décadas.

El arriendo mensual de un departamento puede sobrepasar el salario mínimo. Los costos de las viviendas han subido en los últimos tiempos en 150 por ciento. Por eso estamos ante una Chile que vive del crédito y la deuda, paradigmática, con sus cabos sueltos y sus acrobacias para acomodar un buen estilo de vida.

El grito desmesurado son las AFP. Las pensiones son tan bajas y desproporcionadas a la realidad, que no ofrecen a la vejez ni una tercera parte del mínimo, por lo cual el anciano debe continuar trabajando para no vivir en la precariedad.

El gobierno del presidente Piñera las está pasando canutas. Las manifestaciones abrumadoras son ciertas, concurriendo a diario miles de ciudadanos en las plazas Italia y Ñuñoa, así como en diferentes espacios públicos de la capital y en otras provincias del país.

En la nación de la cueca se vive un hervidero de reclamos. Se mezclan los pacíficos atisbando cacerolas, pancartas ingeniosas, bailes de calle y hasta nudistas pintorescos -que no han tenido otra ocurrencia que quitarse la ropa en plena vía pública-, con una delincuencia desatada para allanar los bienes particulares y las cadenas de supermercados más grandes de la nación.

Por eso Piñera se vio en la tarea de decretar un toque de queda, que ha ido disminuyendo en la medida que se reducen los actos vandálicos. Él es un hombre de empresa. Estos últimos dos años no les han resultado sus planes y ha nadado en unas aguas infestadas de expectativas que no ha podido solventar.

Le tocó arriar con un problema social difícil de resolver de buenas a primeras. Se le ve con el rostro distorsionado y altamente confundido. Su discurso no complace y debe apresurar un anuncio más convincente, tal vez, arriesgar más para no perder el cargo y no quedar su gobierno reducido a cenizas.

Una de las primeras medidas es destituir a un manojo de ministros irrespetuosos y poco sutiles. La otra necesaria es iniciar una transición para que el seguro social no esté en manos privadas o, en todo caso, generar otras alternativas. Parte de la economía chilena se sustenta por el sistema de pensiones, por lo cual los gobiernos anteriores tampoco lograron resolver este difícil rompecabezas social.

Mientras, los venezolanos se hallan de espanto y brinco, con una sensación de catástrofe y los ánimos contrariados, al volver a experimentar las intensas colas para adquirir los alimentos. Se abstienen de opinar y de no inmiscuirse en este ideograma convulso. Lo duro es ver espejismos del pasado y ansiar una isla recóndita donde esconderse.  

Las protestas van más allá de izquierda o de derecha. Las verdaderas son pacíficas y sostenidas. Pero es menester evitar el oportunismo de quienes saben infringir en la ansiedad y desencadenar tormentas. Venezuela perdió la república por una constituyente en la que el régimen asumió todos los poderes. Hoy Chile debe prevaler prevenido para no extraviar su gran país, por unos cambios sociales necesarios, pero que no deben ser extremos.

La patria de Bolívar se tomó su cuchara amarga de revolución. La nación del gran Gatica debe disminuir su brecha, pero con cabeza pensante y sabiendo que el modelo venezolano acabó con su propio porvenir.
      
José Luis Zambrano Padauy
zambranopadauy@hotmail.com
@Joseluis5571
Ex director de la Biblioteca Virtual de Maracaibo “Randa Richani”

ARIEL PEÑA: EN LATINOAMÉRICA,DEFENDER LA DEMOCRACIA ANTE EL ASALTO COMUNISTA

Si  en Ecuador y  Chile han habido semejantes protestas sociales, por el alza de la gasolina y   los pasajes del Metro, valdría la pena preguntar: ¿por qué no hay un gran levantamiento popular en Venezuela,  que tiene 5 millones de refugiados que a mediano plazo pueden ser 8 millones, con la posibilidad de que otros 4  millones de sus habitantes se pueden morir de hambre  en los próximos años, si no cambia la situación política en ese país? La respuesta es  muy sencilla, porque el comunismo es una bestia que mediante la tortura y crimen somete a las masas, sin importarle  las calamidades de la población, ya que lo que les interesa a las camarillas marxista que usan diferentes máscaras, es el poder por toda la eternidad.  

Y para completar el asalto comunista en Latinoamérica, Evo Morales fortalece su autocracia  y se roba las elecciones en Bolivia, mediante un vulgar fraude, siguiendo las enseñanzas de un dirigente comunista de la guerra civil española, quien decía: “las elecciones sirven, pero si las ganamos”, no importa  si hay que hacer fraude como ya ha sucedido en varias ocasiones en la región, cuando los gobiernos totalitarios del socialismo del siglo XXl están en el poder; entonces defender la democracia es vital para que las acechanzas absolutistas no conduzcan a nuestros pueblos a la esclavitud política, con la engañifa de la “patria grande”, que es una consigna desgraciada del foro de  Sao Pablo para envilecer a las naciones.  

Decretar unas alzas por parte de  gobiernos, como sucedió en Chile y Ecuador, son medidas impopulares que llevan a la protesta social, pero  las fuerzas  totalitarias aprovechan la situación de manera oportunista para conspirar en contra de la democracia y  derrotarla,  utilizando a los estudiantes y a los indígenas siguiendo las enseñanzas del comunista italiano Antonio Gramsci, pues hay que ganar la  “guerra cultural” dentro de la estrategia de lograr el poder hegemónico, por eso se observa en las protestas el  terrorismo y  el saboteo, buscando la caída  de gobiernos constitucionales, para seguir los ejemplos de Bolivia en 2003 en donde fue defenestrado Gonzalo Sánchez de Lozada, Lucio Gutiérrez en el 2005 en Ecuador y Fernando  de  la Rúa  en Argentina  en el 2001, y con  ello las fuerzas comunistas totalitarios buscan que haya ingobernabilidad agudizando las crisis, tumbando  mandatarios y así seguir con sus planes desestabilizadores que necesariamente llevan a dictaduras como las de Cuba, Venezuela y Nicaragua, sin importar que para sostenerse en el poder haya que cometer genocidios como los que se han visto en los regímenes de Daniel Ortega y Nicolás Maduro.  

Las camarillas comunistas en Latinoamérica que están  en la dirección de algunos Estados, no solo buscan la hegemonía en el plano  político, económico, social y cultural de sus países, sino que además desarrollan fervientemente sus planes para que el resto de naciones de la región caiga en sus fauces, teniendo como base para sus torvas intenciones la enajenación y el adocenamiento de la ciudadanía tomando a  las llamadas “clases subordinadas” las cuales pretenden convertir  en  rebaños para consolidar el poder del partido, que en la primera etapa cuenta con la colaboración de algunos socios e idiotas útiles, que con el tiempo van desapareciendo o plegándose a los designios omnímodos de la pandilla comunista.  

Los actos violentos que hemos visto en diferentes naciones  latinoamericanos en estos días, no son el producto del espontaneísmo de las masas, sino que eso corresponde a un diseño adobado por el foro de Sao Pablo, con la participación de agentes venezolanos y cubanos para llevar el caos con propósitos políticos muy bien planificados, en donde el desgaste del enemigo  es fundamental y para ello poco importa la voluntad popular, pues lo que interesa es acabar con la democracia a cualquier precio.  

Latinoamérica por su rezago ideológico, tiene que soportar los embates de las fuerzas totalitarias del marxismo leninismo, como está sucediendo actualmente, porque a 30 años de la caída del muro de Berlín, todavía en nuestra región ello no se ha asimilado y no se ha podido comprender la magnitud de ese hecho histórico, a pesar de haber ocurrido hace tanto tiempo,  o sea que la actual  ofensiva del castrochavismo(otra denominación del comunismo) es además producto de la falta de discernimiento de los partidos y movimientos democráticos, que aun no han percibido el signo de los tiempos y por eso no le han respondido con grandes movilizaciones al asalto comunista, contrario a lo que sucede en Venezuela y Nicaragua  en donde a cada movilización de la oposición, los regímenes comunistas convocan contramarchas. 

 Así que es una necesidad que los partidos democráticos de la Latinoamérica se tomen las calles para contrarrestar la sedición marxista, pues la democracia no solo tiene que estar en el manejo del Estado, sino también con las masas que son las que más pierden con las dictaduras comunistas y, en Colombia ya es hora de que el partido Centro Democrático y otras fuerzas republicanas se estén movilizando para apoyar al gobierno del presidente Iván Duque.  

Ariel Peña  
arielpena49@yahoo.com
@arielpenaG