domingo, 4 de abril de 2021

ACTUALIZACIÓN DE EL REPUBLICANO LIBERAL: DIARIO DE OPINIÓN, http://elrepublicanoliberalii.blogspot.com/ DOMINGO 04 /03/2021


 



MIBELIS ACEVEDO DONÍS: EVITAR LA CATÁSTROFE

Atrás quedan los días en que el conflicto venezolano calzaba perfectamente en las hormas del “empate catastrófico”. La etiqueta acuñada por García Linera para bautizar la tensión que afecta la relación dialéctica entre fuerzas en disputa por la hegemonía, ese fruto de la confrontación entre “dos horizontes de país con capacidad de movilización, atracción y seducción de fuerzas sociales, (…) dos bloques sociales conformados con voluntad y ambición de poder, el bloque dominante y el ascendente”, poco o nada remite a la vista del presente. 

El pulso que en 2019 pareció convocar el ímpetu de dos toros equivalentes en peso y enjundia, ensartados por los cuernos al punto de inhibir todo movimiento del otro, acabó zanjándose -lo pronostica García Linera- a favor de una de las fuerzas. Sí: la irresolución de la parálisis puede “durar semanas, meses, años; pero llega un momento en que tiene que producirse un desempate, una salida”. En vuelco trágico, la apuesta de la oposición acabó desmantelada por la arremetida del bloque que hoy, como entonces, detenta el poder fáctico. 

De modo que la situación de asimetría propia de la relación con regímenes autoritarios -matizada por la dramática alineación del apoyo internacional y la expectativa en torno al mantra de los tres pasos- volvió no sólo a hacerse patente. También la escalada, sin suficientes puntos de soportes hacia lo interno, suscitó la avalancha suicida. Subestimando amenazas y debilidades de base, se avanzó hacia una etapa signada por la necesidad de tener el control total de la situación, dando pasos temerarios hacia la “zona de dolor”. En ese punto, dicen expertos como Friedrich Glasl, lo previsible es que quien tenga los medios los use para aplastar al rival. Así ocurrió. El resultado ha sido este erial, la tierra arrasada tras el barrunto de guerra. Una dirigencia anémica, descuadernada, sin ideas nuevas o poder de convocatoria, y un país copado por el chavismo. 

El desequilibrio en la correlación de fuerzas, insistimos, no es condición inédita, pero habrá que admitir que los errores de cálculo la agudizaron. Los espejismos del costo/beneficio proyectado al margen de fortalezas nítidas y sin considerar aliños caprichosos como la pandemia, por ejemplo, truecan en bitácoras feroces. Ahora, con muchos menos bártulos que antes y acuciados por los mordiscos de la emergencia sanitaria, toca hacerse las preguntas que antes se esquivaron: ¿cómo transformar la tensión entre necesidad y contingencia para alcanzar bien común, para generar avance y no sólo “fortuitos” retrocesos? 

En términos de acceso a ese poder-hacer, esa capacidad para introducir novedad en una dinámica restrictiva, mucho se insiste en la reconstrucción de vínculos entre liderazgo y sociedad: una sintonía que hoy naufraga en los fangos de la desafección política. La crisis de representación, tan tóxica en sistemas abiertos y competitivos, encaja golpes certeros a las oposiciones a gobiernos autocráticos. No sólo porque socava oportunidades de articulación democrática, sino porque conspira contra la amplificación de la potencia-acto individual. Penosamente los partidos, privados de su facultad de incidencia, dejan de ser instituciones efectivas para la agregación de intereses justo en momento en que la desconfianza aprieta y el miedo a la enfermedad gana espesor. Llevará tiempo atender ese boquete, sin duda. Entretanto, el riesgo es que cierto fatalismo asociado a la impotencia lleve a creer que la solución ya no está en manos de los políticos; que una puja de orden moral, una lucha de bien contra el mal anularía toda posibilidad de humanizar el conflicto y transformarlo. 

El agravamiento de la pandemia, no obstante, redefine las urgencias. Nos mete en un contexto donde la desconexión, la evasión o la intermitencia se traducen en pérdida de vidas. Uno que exige poner al ser humano en el centro de la decisión política. Desviarse de ese enfoque o revivir el vértigo de la escalada del conflicto, por tanto, no parece oportuno, prudente ni ético. La certeza de la asimetría no repiquetea en balde; más cuando el apremio por retener el poder, asegurar estabilidad y lidiar con la exigencia de aperturas podría estar perfilando un escenario inusual para quienes gobiernan. 

En tal sentido, el debate en torno a la adquisición de vacunas nos planta en campo minado. Lejos de sacar a la política de la ecuación, se trata de radicalizar la dimensión relacional, presionar hábilmente para reorientar las movidas de trapaceros, no menos racionales jugadores. Si la respuesta es la bravuconada, si a la solución se opone el efugio populista, el desafío es elevar los costos de tal decisión, apelar al criterio del experto, no pagar con inanes provocaciones. Un objetivo sería estrujar la ventaja de la que se dispone para incidir en el destrabamiento, para vincular la acción al compromiso ético-político. Mirada estratégica que luce vital cuando los recursos son tan exiguos y la intransigencia es lujo que no nos podemos dar. 

Mibelis Acevedo D.
mibelis@hotmail.com
@Mibelis
@ElUniversal

Venezuela  

ANTONIO JOSÉ MONAGAS: LA CIUDADANÍA DESDE LA POLÍTICA

La ciudadanía es fundamentalmente expresión del concepto de política. Aunque también la ciudadanía refiere otros ámbitos del conocimiento universal. Pero también, actitudes que comprometen valores morales y éticos. Más, aquellos que exaltan la honestidad, solidaridad, tolerancia, respeto, responsabilidad, amistad, comunicación, reciprocidad, unificación, equidad, generosidad, justicia, ecuanimidad y participación, básicamente. 
 
Debe advertirse que esto no es fácil de comprender en toda su magnitud cognitiva. Tampoco, en lo que su praxis concibe. Hablar de ciudadanía, y de construcción de ciudadanía, se convierte en un problema que difícilmente se supera en la edad adulta. Son múltiples las variables que en lo social, política y culturalmente, encierra el concepto de ciudadanía. Sobre todo, su ejercicio.
  
Cuando la persona alcanza la adultez, la construcción de ciudadanía se complica. No sólo porque para entonces, encauzar una conducta distinta de la que se disfruta en la zona de confort que para dicha edad tiende a disfrutarse, es un proceso bastante intrincado. Porque dicho espacio de placidez está supeditado a patrones de vida muchas veces manejados desde el egoísmo, la arbitrariedad, la ironía, la prepotencia y la aversión. O también, desde la posición social, el nivel económico o la postura política a la que sigue. Razones éstas que dificultan estimular en el adulto, un sentido de ciudadanía que concilie valores morales y criterios políticos. 
 
Pudiera pensarse en sembrar ciudadanía de alguna forma posible y viable. Particularmente, desde la óptica de la política. Aunque algo difícil, no es óbice para repeler tal idea. Aunque se ha demostrado que la ciudadanía se construye preferentemente en la escuela. En escuelas abiertas. Regidas por el principio: “valores y modales antes que conocimiento”. No obstante, la ciudadanía se cimienta en el hogar. Aún así, cabría la posibilidad de inducirla por otra vía y ante otro momento. Y es a lo que esta disertación apunta.  
 
Precisamente, en aras de reducir la brecha entre la resistencia del adulto a adoptar posturas de ciudadanía, y la terquedad propia de actitudes incompatibles con lo que compromete el sentido de ciudadanía, podría ensayarse algún método. 
 
Podría pensarse en una metodología de razón sociopolítica. La misma podría comenzar advirtiendo el rechazo que, por naturaleza humana, condiciona una cierta actitud personal alineada con una conducta marcadamente anti-cívica. Conducta ésta, apartada de normas preparadas para actuar en consonancia con todo lo que construye ciudadanía. O sea, en la línea de adquirir un mínimo pero necesario conocimiento, de conceptos tales como política, sociedad, gobernabilidad, ideología, desarrollo, historia, derechos humanos y valores morales y políticos. Esto innegablemente, sumado al concepto de urbanidad.
 
La metodología considerada, se pasea por los siguientes momentos de análisis: 1) Momento de reflexión o de deliberación del propósito perseguido. 2) Momento de recuperación, tiempo ocupado para ajustar la idea a las circunstancias reinantes. 3) Momento de reconstrucción, dedicado a elaborar propuestas relacionadas con la propuesta en curso. 4) Momento de enriquecimiento teórico-instrumental dirigido a delinear las propuestas discutidas en la fase anterior. 
 
La intención de afianzar el ejercicio de ciudadanía apoyado en la praxis política, apuntaría a la idealización de un “país posible”. O de una “realidad armonizada”. Los  participantes estarán asistiendo a un acto en el que el imaginario individual, habrá de jugar con la posibilidad de construir el andamiaje necesario sobre el cual habrán de erigirse factores, razones, recursos, hechos y proyectos relacionados con la ciudadanía. Asimismo, se examinarán instituciones, organizaciones y sociedades dispuestas a relacionarse con propuestas debatidas dirigidas a construir ciudadanía. 
 
Este proceso de enseñanza-aprendizaje, incitado por la necesidad de pautar una metodología que tienda a afianzar  la construcción de ciudadanía desde el ejercicio de la política, está conducido por un factor común denominador. Es el manejo teorético y práctico de ciudadanía apoyado por la práctica política. Esto deberá  sumar razones en lo concerniente al concepto de ciudadano. No sólo en cuanto a sus implicaciones. Igualmente, en cuanto a que advertiría el déficit de ciudadanía que pesa sobre la responsabilidad del ciudadano. Especialmente, en términos del desempeño cívico que corresponde a su haber y entender. 
 
De ahí la necesidad de plantear esta propuesta desde la óptica de la política. No sólo para comprender que la ciudadanía detenta una condición política. Sino también, para reconocer que la política constituye al terreno desde el cual el hombre le imprime fuerza a sus decisiones. O sea, es el recinto en el que descansan las razones que justifican la conducta ciudadana ante cualquier coyuntura o situación. Indistintamente de si la misma es causante de equivocaciones o aciertos. 
 
El problema de actuar al margen de un comportamiento ciudadano, se suscita cuando cualquier actitud afecta a otro. Y dado que el ser humano vive en sociedad, no debe obviarse el riesgo que implica tomar decisiones propias que perturben a otros. Y es ahí donde la ciudadanía tiende a fracturarse como concepto y razón de convivencia. La pluralidad se fractura por la ausencia de tolerancia. 
 
Es justo el momento en el que el egoísmo se apropia de la coyuntura social y política. Es situar la realidad en el límite exacto entre la anomia, la barbarie y la civilidad.
 
 
La intención suscrita en estas líneas, es proponer un modelo alfabetizador que despierte la necesidad y el interés, condición política ésta, de “ciudadanizar”a cuantos hombres y mujeres sean posible. Así, con la mayor modestia, estas ideas podrían actuar como razón para construir ciudadanía. De tal modo de formar un ciudadano en todas sus potencialidades cívicas. Es la intención de motivar la ciudadanía desde la política.
 
Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
Venezuela

ROMÁN IBARRA: ACUERDOS POR LA VIDA

A lo largo de 22 años ininterrumpidos en el ejercicio de poder en Venezuela, está más que demostrado que por más intentos de demoler todo vestigio de disidencia, y oposición, ha sido imposible exterminarla, a pesar de sus propios errores sistemáticos, como el asunto de la abstención del que tantas veces hemos comentado.
 
Del mismo modo, todos los intentos –democráticos, y no democráticos- realizados por la oposición, tampoco han dado los resultados perseguidos, en términos de salir del gobierno.
 
Por una parte, el gobierno se cierra cada vez más y destruye espacios de institucionalidad para ahogar disidencias, pero también la dirigencia de la oposición se ha hecho cada vez más incapaz de encontrar salidas eficaces para lograr la alternabilidad en el ejercicio del poder político.
 
De tal manera que pretender continuar haciendo las mismas cosas de lado y lado, solo conduce a la exacerbación de los polos, y a la diatriba permanente e infecunda, pero en el medio de todo, está un país ávido del diseño y puesta en práctica de políticas públicas que corten el nudo que asfixia al conjunto de la sociedad sin distingos, excepto para quienes pertenecen a los círculos vinculados al poder y sus beneficios.
 
Insistir en la necesidad de negociar salidas a la crisis no es tarea menor, y por el contrario necesaria. No es aceptable la indiferencia que existe frente a problemas como la desinversión en sectores vitales como electricidad; agua; gasolina; gas; diesel; transporte superficial, y subterráneo; seguridad de personas y bienes, y muy especialmente el sistema de salud para atender a nuestra población en estos tiempos de recrudecida pandemia.
 
Por información extraoficial se dice que el 95% de los enviados cubanos a Venezuela, ya han sido vacunados, y eso es una ofensa mayúscula en virtud de que nuestros médicos, enfermeras y demás personal de la salud, son probablemente el sector más afectado y con el más alto porcentaje de fallecimientos, y es vital que sean vacunados de manera prioritaria.
 
Toda la ciudadanía venezolana merece y necesita ser vacunada tan pronto como sea posible; es inaceptable la irresponsabilidad con la que el gobierno ha asumido el tema.
 
Es urgente que gobierno y oposición dejen de estar jugando a la necedad de echarse culpas, en un toma y dame fastidioso, que raya en la crueldad y estupidez, si no fuera porque en medio de todo se están perdiendo vidas valiosas.
 
Da tristeza y pena ver como las redes se llenan a diario de ciudadanos desesperados haciendo campañas de recolección de ayudas económicas para atender problemas de salud que deberían estar resueltos ya, habida cuenta de que el país ha tenido y sigue teniendo los recursos para atender esos asuntos.
 
En esa dualidad fantasmagórica que tenemos en nuestro país con un gobierno de verdad, y otro de mentira; escena en la que ambos administran recursos de la nación, termina la sociedad pagando los platos rotos de la irresponsable crueldad con la cual están actuando.
 
Será posible que ambos entiendan que cada minuto que pasa sin resolver la crisis se pierden nuevas vidas, y solo aumentan la frustración, la desesperanza, y la ruina de nuestra gente?
 
Tenemos que insistir otra vez, aunque sea un ruego, de que se pongan de acuerdo para atender la puesta en práctica urgente de un plan masivo de vacunación de la población, comenzando por los sectores más vulnerables: médicos y demás miembros del sector salud; ancianos; profesores y maestros; bomberos; policías; militares, y el resto de la población.
 
Es justo y necesario como decimos los católicos. Aprovechemos estos días de la resurrección de nuestro señor Jesucristo para atender el clamor de toda la sociedad. Amén.
 
Roman Ibarra
romanibarra@gmail.com
@romanibarra
Venezuela
 

LEANDRO RODRÍGUEZ LINÁREZ: ¿CHAVISMO POR 20 AÑOS MÁS?

El proyecto chavista (o castrista) en Venezuela desde sus inicios ha tenido un solo objetivo, la retención del poder, el mismo Chávez al inicio de la crisis política de 2001-2002, sumergido en impopularidad tras más de 2 años en el poder sin cumplir las promesas realizadas en campaña y tras negarse a la solicitud de referéndum consultivo, lo dijo claramente: así perdiera el referéndum 10% a 90% no iba dejar el poder. Para ello, se trazó 3 pilares fundamentales de anclaje al poder:
 
El primero, fue hilvanar la infraestructura requerida para el proyecto, la desinstitucionalización del país que continúa hasta el sol de hoy. En aquel entonces, posterior al derrocamiento del 11 de abril 2002, Chávez accedió ir al revocatorio, eso sí, solo después que Jorge Rodríguez se apoderada del CNE. Después del referéndum, el oriundo de Sabaneta lo premió designándolo como vicepresidente de la nación. Heredó el CNE Tibisay Lucena de la cual ya conocemos su irreversible actuación.
 
Nada escapa a la desinstitucionalización, hubo un romanticismo hasta 2006 dónde el régimen aprovechó al máximo el boom petrolero, el populismo salvaje le brindó victorias electorales en las que (además) el ventajismo institucional no fue descartado. Ya para 2007 la suerte cambió, Chávez perdió su intento de reforma constitucional la cuál impuso vía habilitante y AN del momento, lo cual los venezolanos nunca se lo perdonaron comenzando su desgracia. Desde 2008 comenzó perder alcaldías y gobernaciones claves, incluso la AN de 2010 también la perdió, pero una antidemocrática reingeniería electoral perpetrada por el CNE permitió al PSUV obtener más diputados a pesar la oposición obtuvo más votos.
 
Desde 2008 comenzaron las trágicas elecciones en condiciones mínimas, donde las instituciones psuvizadas comenzaron arrebatarles recursos, competencias y facultades a todos los espacios de poder que el venezolano restaba al chavismo. Comenzó la persecución, destituciones, encarcelamientos, gobiernos paralelos, así como las cobardes inhabilitaciones. En 2015 el régimen se dio cuenta que ni con condiciones mínimas podía obtener triunfos electorales, tras haber perdido por paliza la AN de ese año, comenzó imponer procesos electorales en condiciones absurdas, donde impone partidos, candidatos y resultados… por eso las sanciones internacionales.
 
Todo esto por un lado, la primera clave de la retención del chavismo es el control absoluto de las instituciones del Estado lo que le ha permitido no perder ni perdiendo electoralmente, además de darle absoluta discreción en el manejo de los recursos y armas de la nación. El segundo pilar es el centralismo ultroso, generar la dependencia absoluta de toda actividad nacional al gobierno central, aunado a una quiebra premeditada del sector privado generando así una sociedad dependiente del Ejecutivo, debilitada, atada a través de sus necesidades básicas. Pero el chavismo no fue inmune a su propio veneno, la corrupción atroz quebró Pdvsa, único bastión económico que le permitía financiar su proyecto… él solo se complicó.
 
En tercer lugar, el pilar de la neutralización social. El peor enemigo del chavismo son los ciudadanos, por ello les quitó su herramienta más importante: El voto. El chavismo asesinó el voto pues no premia, castiga ni genera cambios, por ello las abstenciones que a la postre resultaron el mejor antídoto contra el proyecto castrista, pues lo ilegitimó e ilegalizó
 
internacionalmente. Sin embargo, esta neutralización no va sola, va acompañada de la represión atroz, como el mismo Padrino López la bautizo en 2017, donde componentes del orden público formales e informales acallan brutalmente cualquier intento de protesta, así estén contempladas en la Constitución y sobren los motivos para propiciarlas, después de todo, el chavismo solo llegó a nuestra historia para empeorar todos males de la llamada cuarta república y generar otros nuevos muchísimo peores.
 
Estos son los tres pilares que sustentan al chavismo dentro de Venezuela, que de no comprenderse adecuadamente podrían generarle 20 años más en el poder.
 
Leandro Rodríguez Linárez
leandrotango@gmail.com
@leandrotango

Venezuela

LUIS FUENMAYOR TORO, ACCIONES SANITARIAS URGENTES

La situación de la pandemia en el país se ha venido agravando en forma acelerada, tanto, que ya cualquiera conoce a alguien enfermo por coronavirus y a personas fallecidas por el virus. Aunque no me gusta argumentar con casos individuales, sino tener a la mano un registro estadístico confiable, puedo decir que en el edificio donde vivo en Los Chaguaramos hemos tenido hasta ahora 5 casos de la enfermedad, cuatro de ellos recientes, con una persona fallecida lamentablemente. Y continuando con la argumentación que no me gusta, en mi familia cercana hemos tenido hasta ahora 9 casos, afortunadamente sin ninguna muerte, pero dos de ellos lo suficientemente graves como para ameritar oxígeno con mascarilla y ser hospitalizados. Y si sigo con esta narrativa vivencial, puedo decir que todos los días sé de gente que se enferma y gente que muere, muchos de ellos conocidos y algunos amigos.
 
Con lo anterior quiero decir, que se acabó ese período donde nunca habíamos visto a nadie con la CoVid-19, ni mucho menos conocido a alguien que la hubiera sufrido o que hubiera muerto por sus efectos. Y esto tiene un significado muy claro, pues demuestra una importante exacerbación de la pandemia, independientemente de que se informe o no sobre la misma o que los datos oficiales estén subestimados por la causa que fuera. Y no pretendo decir que estas apreciaciones sustituyen a los informes científicos y profesionales con tratamiento estadístico, ni a los boletines gubernamentales. No he medido el miedo de la población, no tengo forma de hacerlo, pero es más que evidente que, en algunos sectores sociales por lo menos, hay mucho miedo, sin que pueda afirmar aún que exista pánico, en relación con lo que está sucediendo, y la gente en general no aprecia acciones oficiales realmente efectivas para enfrentar la crítica situación actual ni la mucho más crítica que se avecina.
 
A pesar de lo que el gobierno repite, los centros hospitalarios están saturados según la experiencia de todo el que los visita en búsqueda de ayuda, algo que dicen todos los organismos no oficiales del sector salud. Pero volvamos a lo vivencial. Son muchas las personas afectadas que me han relatado el trágico periplo recorrido ante una emergencia familiar con el virus, para al final no poder dejar hospitalizado a quien se muere por asfixia. Y las visitas incluyen al Poliedro, al llamado Hospitalito de Fuerte Tiuna, al Hospital Universitario, a los viejos hospitales de emergencia capitalinos. Y hablo de Caracas; imagínense en la provincia. Las respuestas siempre son las mismas: no tenemos camas, no tenemos oxígeno, no tenemos medicamentos. Médicos y enfermeros sí hay, a pesar de la miseria que les pagan y que no los han vacunado a todos como era debido, pese a que 1de cada 4 muertes por la virosis es de ellos.
 
La llegada de vacunas es hasta ahora promesa incumplida. Las cifras cacareadas son ínfimas en relación con las requeridas y las supuestamente compradas. Es imprescindible que se destinen recursos prioritariamente a la adquisición de varias vacunas, pues será la única forma de iniciar el programa de vacunaciones, desconocido hasta ahora, que deberían tener, y que debería atender primero a los sectores prioritarios internacionalmente aceptados y no a los de la inventiva criolla basada en amistades y compromisos partidistas. Acciones y no discursos es lo que se requiere. La capacidad diagnóstica del sistema de salud tiene que ser mejorada, pues ya es más que evidente que el número de casos que anuncian está subestimado, como también los está el número de muertes. Garantizar la oxigenoterapia a quienes la necesiten es prioritario. Otro tanto con los fármacos para el tratamiento de los efectos de la virosis, ante la inexistencia de ningún antiviral específico contra el SARS-CoV-2.
 
Lo que se ha gastado innecesariamente en el carvativir debió ser destinado a la adquisición de rubros esenciales contra el coronavirus. La politiquería es mortal en pandemias de este tipo, y la ejercida, también en forma criminal, por la oposición guaidoista, deben ser execradas en el enfrentamiento de la pandemia. Todos los venezolanos lo agradeceríamos.

 

Luis Fuenmayor Toro

lft3003@gmail.com

@LFuenmayorToro

Venezuela 

JUAN D, VILLA ROMERO: REIMPULSEMOS EL METRO DE CARACAS

Caracas amaneció con una gran evolución el 2 de enero del año 1983, inaugurando con broche de oro aquel año Bicentenario donde se conmemoró el natalicio del Libertador Simón Bolívar, promovido por la administración del entonces presidente de la Nación Luis Herrera Campins, aunque la celebración fuera ensombrecida al mes siguiente por el llamado viernes negro. 
 
A la inauguración del primer tramo, entre Propatria y La Hoyada, siguió en marzo la extensión hasta Chacaíto, concretándose hacia la dirección Palo Verde en noviembre del año 1989. Antes de ello, el axis de la primera línea que salvó la fractura secular de Caracas entre este y oeste, priorizando la comunicación en este último sentido fue articulado desde 1987 con la línea 2, entre Capitolio y Caricuao, que también dio preferencia a los populosos sectores del suroeste. Y para 1994, con la incorporación de la casi totalidad de la línea 3, de Plaza Venezuela hasta El Valle, la red caraqueña, aunque incipiente, comenzó a ramificarse como las de otras urbes.
 
Cuando comenzó a funcionar en 1983, el Sistema Metro, fue inaugurado como "la gran solución" para una Caracas de 3.500.000 habitantes, que ya parecía intransitable por sus calles congestionadas y un transporte superficial desorganizado.
 
Claras normas de comportamiento lo definían, incluyendo la prohibición hacia el comercio informal, el no ingerir alimentos dentro del sistema, destacando además que las mismas eran divulgadas desde altoparlantes y carteles en las estaciones y vagones.
 
A ese civismo ayudaba en parte el equipamiento y ambientación de las estaciones, realzadas muchas por obras de artistas reconocidos: desde Jesús Soto en Chacaíto, pasando por Lya Bermúdez en Colegio de Ingenieros, hasta Francisco Narváez en La Hoyada, por mencionar hitos de la primera línea. La imagen externa de esta última estación, perteneciente al Archivo Fotografía Urbana, es de hecho una postal de las muchas que, a lo largo de la década de 1980, llegaron a los quioscos venezolanos y las revistas internacionales de arquitectura y urbanismo.
 
También el mantenimiento preventivo y correctivo hacia toda la red subterránea, lo cual, se traducía en calidad de vida hacia los usuarios y ejemplo de ello es que los trenes funcionaban con óptimas condiciones (aire acondicionado, asientos disponibles, iluminación y pulcritud); resaltando que podían ser abordados cada 5 minutos y nunca se llegó a presentar los accidentes por descarrilamiento que vemos en la Venezuela de hoy.
 
38 años después, tenemos de Este a Oeste 2.500.000 habitantes adicionales, calles mucho más congestionadas, un transporte superficial sin evolución positiva y un sistema ferroviario que ha degenerado de "gran solución" a "precariedad" donde dominan el caos, la anarquía y el desorden.
 
Hoy en pleno siglo XXI, el Metro de Caracas pasó de ser una empresa modernizadora a una carente de planificación, mantenimiento, confortabilidad y reglas claras.
 
Con todo y ello, es importante perseverar, no rendirse y seguir luchando constructivamente hasta que retorne a nuestra ciudad esa "cultura metro" y porque el Ministerio del Poder Popular para el Transporte esté en consonancia con la misión originaria de este medio de transporte, que no fue otra que aportar a la sustentabilidad de la ciudad y coadyuvar a una movilidad ordenada, donde aspectos como la salud, el tiempo, comodidad y seguridad de los usuarios tenían valor.
 
Luchar por ese subterráneo que salvó las fracturas de una metrópoli segregada de Este a Oeste, al tiempo que propició una insospechada renovación urbana y cultural; que en el dominio urbanístico, fungió como un eje prioritario de aquel plan denominado "La Gran Venezuela", y que visto en retrospectiva, no es poco el conjunto de logros que en el siglo pasado tuvo y proclamó de la mano del ciudadano ser “la gran solución para Caracas”.

Juan D Villa Romero
juandiegovillaromero27@gmail.com
@jdiegovillave
@visionvenezuela