domingo, 28 de marzo de 2021

ACTUALIZACIÓN DE EL REPUBLICANO LIBERAL: DIARIO DE OPINIÓN, http://elrepublicanoliberalii.blogspot.com/ DOMINGO 28/03/2021


 



MIBELIS ACEVEDO DONÍS: ADICCIÓN AL DESTROZO

Ladrillo a ladrillo, juntando tirria con tirria, cuidando que no queden ranuras azarosas. Con el esmero del perito que concentra todo su brío en lo terminante. Sin prisas, viendo cómo estrujar el disgusto moral apilado por años. Hay quienes edifican con diligencia su casa de odios, le dan forma, atrancan puertas, se encierran en ella mientras escupen a transeúntes inermes. La acritud, fruto de una rabia que se curte con cada respiración, va aportando cimiento a la desafección cívica, a la destrucción de la posibilidad. Cebando el discurso del agravio, el desprecio, la desintegración. 

El laberinto discursivo en el que nos metió el Socialismo del siglo XXI ha tenido que ver con eso, qué duda cabe. Ira y resentimiento son padres de esa cultura del agravio que suele remitir no al liderazgo sanador, sino a la agitación de cabecillas clamando por cobros y resarcimientos. Motor de las revoluciones, afirma Sloterdijk, ambas pasiones abonan al banco de “depósitos aplazados de los impulsos thimóticos” que hacen rendir el deseo de venganza hasta el fin de los tiempos. Tal inquina, a menudo embutida en el traje de la más legítima reivindicación, no deja de cosechar adictos. También el odio, avisa Szymborska, “sabe crear belleza”.

 

Pero hay que admitir que en Venezuela esa torva dinámica dejó de ser patrimonio exclusivo de “revolucionarios” cada vez más desacreditados, cada vez menos capaces de atraer devotos. Hace rato que el hartazgo y la frustración brindan caótica excusa para la suspicacia, primero. Luego para la fobia, la intolerancia. Finalmente, para la abierta destrucción del otro; y eso incluye al antiguo aliado, devenido en rival. La arena política luce cada vez menos política y cada vez más llevada por la hostilidad pequeñita y mezquina, oculta bajo la saya de las grandes causas. La demarcación entre “ellos” y “nosotros” se traduce en archipiélago de lotes liliputienses, en miopía para juntarse y domar la incertidumbre.

 

Y no se trata de negar la discrepancia y el conflicto, elementos constitutivos de la política. El problema está en los modos en que se entiende esa confrontación, en aceptar o no la legitimidad del adversario, en decidir gestionar eso civilizadamente o no. Es la designación del otro como enemigo existencial la fealdad que perturba, lo que habilita la anulación de todo aquel que no es de “los nuestros”. Cierta cultura de la cancelación -arbitraria, carnicera y dañina, como suele ser- aplica acá su tenaza.

 

Cuánto retroceso. Podríamos decir que, víctimas y promotores del “fuego amigo”, nos vamos haciendo expertos en demoler puentes, los medios para conectar con el dolor ajeno. Pues en esos disparos provenientes del propio bando, en esos frutos del fallo en la identificación del objetivo, preocupa sobre todo distinguir cómo la compasión se va licuando, volviéndose prescindible. El impulso que prevalece en algunos es triturar, triturar todo lo diferente, todo lo que no calza en los moldes de cierto odio identitario. En medio del tremedal, por supuesto, a expensas de la normalización del despellejamiento y la fractura, la mucha o poca virtud que pudiese haber tiende a sofocarse.

 

Tras habitar la zanja a la que nos condujo la política de “al enemigo, ni agua” -tan afín al relato populista- o la de “máxima presión” -a la que algunos entendidos tildan de "negligencia diplomática"- pocas dudas deberían quedar acerca de la necesidad de arreglos mínimos entre distintos. Eso, por cierto, jamás significará la supresión del antagonismo político o la negación de la existencia de asimetrías (conviene recordar de nuevo a Mouffe y su llamado a sublimar la visión schmittiana amigo-enemigo mediante la lógica agonista). En las antípodas del “buenismo”, la búsqueda de acuerdos -en especial si se brega en situaciones límite y con rivales mañosos como zorros, pero también humanos y falibles- tiene un sentido profundamente pragmático.

 

Pero hasta esa índole casi “aséptica” del consenso social brinda carne a los rabiosos; a los de antes y los recién bautizados, ocupados en seguir apuntalando el tugurio de enconos. El instinto destructivo que algunos exhiben sin rubor (como si insultar o descalificar, en vez de empequeñecer, encumbraran de algún modo) irrumpe bajo la seña del Calibán posmoderno. Hay que ver cómo se valen del tejemaneje retórico, de la mampara del sofisma, la caza de pajas en el ojo ajeno; cómo siembran sospechas, endosan culpas, llenan de inmundicias la esfera privada o blanden su derecho a “decir lo que siento”, no importa cuánta rotura y ociosa disolución vaya en ello.

 

Contra los adictos al Destrudo también es justo librar una realista cruzada. Seguramente no aflojarán en su afán de arrancar “patetismo a las ruinas”, como denuncia Szymborska. Pero no por eso podemos dejar que se naturalice su líquida embestida, su relativismo falaz, su “vale todo”. Antes que arma arrojadiza, la libertad de decir debería prestarse para la integración transformadora; más en un país donde todo incita a la escabechina.

 

Mibelis Acevedo D.
mibelis@hotmail.com
@Mibelis
@ElUniversal
Venezuela

ANTONIO JOSÉ MONAGAS; ¿CÓMO ATASCAR EL ESTADO COMUNAL?

El análisis al que ha de corresponder la siguiente disertación, partirá del escenario en el que la democracia haya comenzado a debilitarse como sistema político. Así podría asumirse que tan arduo problema, tiene entre sus causales el acaecimiento fraguado de un nuevo sistema político. Este, montado con la vehemencia y desespero de un poder político amparado en el miedo infundado en la población a través de amenazas de riesgosas incidencias.
 
Aunque pareciera inconcebible, es el caso Venezuela. Contrariada realidad, pero duramente cierta. El régimen, por donde se vea, está forzando el cambio de la institucionalidad sobre la cual descansa el “Estado democrático y social de Justicia y de Derecho” que manifiesta la Constitución de la República en su segundo artículo. Y es que en política hasta las estupideces y necedades humanas adquieren forma doctrinaria. 
 
Esa desavenencia dialéctica, hace notar una seria depresión en la lógica política a la cual se apegó , en 1999, la redacción del texto constitucional venezolano. Y en lo específico, esto configura el intersticio que deja ver el problema al cual se aferra la absurda creación del patético “Estado Comunal”. Y que no es otra, entre distintas razones, que la gruesa pero a la vez delicada divergencia entre las acepciones politológicas de “democracia” y “república”. 
 
Sin embargo, ahí no se queda lo cuestionado. Se tienen otras causas que ponen al descubierto problemas diferentes. En consecuencia, es posible conseguir vacíos y exabruptos de naturaleza jurídica. Igualmente de índole cívico-moral, rayando con problemas de ciudadanía. Estos a su vez, rozan con problemas de ética pública y de conciencia. Incluso, con razones que comprometen los significados de libertad y derechos. 
 
La explicación que daría con algunas pautas capaces de atajar la imposición de un Estado Comunal, tal como se presume a instancia del régimen, no es de fácil definición. Tampoco, de comprensión. Más, cuando se advierte que su instauración supone saltar por encima de distintas restricciones de toda razón y género. Entre otras, algunas marcadas por preceptos constitucionales. Otras en lo político, territorial, social, económico, cultural, administrativo y jurídico. Aunque también, algunas más referidas por aspectos que comprometen procesos de construcción de ciudadanía. 
 
Así que al momento de buscar por dónde o cómo atajar las ínfulas de un Estado autoritario, azuzado por un totalitarismo tan peligroso como el proyecto ideológico-político que anima sus ejecutorias y proceso de elaboración y toma de decisiones, hace que su respuesta no sea de fácil delineación. Tampoco, de sencillo discernimiento o explicación. Algunas de sus vías conceptuales y operativas, lucen bastante complicadas. 
 
Su complicación se suscita en distintos ámbitos y diferentes momentos. Y es, precisamente, lo que debe ordenarse a fin de conciliar esfuerzos, conocimientos y manejo de la situación en análisis. Todo, desde la perspectiva de los recursos a emplear para ello. 
 
Primeramente, habría que consustanciarse con el abanico normativo. Revisar la actual Constitución, ofrece importantes vías que aluden al propósito de cómo atajar el Estado comunal. 
 
De ahí que el ordenamiento jurídico, determina valores, principios y mandamientos que no permitirían otro sistema político que no se corresponda con una sociedad en comunión con “la promoción de la prosperidad y bienestar del pueblo” (Art. 3). Así como tampoco accedería la imposición de otro gobierno que no se atenga a condiciones distintas de las que caracteriza un gobierno “(…) participativo, electivo, descentralizado, alternativo, responsable, pluralista y de mandatos revocables” (Art. 6). 
 
La Ley Orgánica de Comunas (D-2010) y su cuerpo de leyes, todas subversivas y sancionadas en medio de un proceso fosilizado y con vida fantasmagórica, destaca el objetivo de “desarrollar y consolidar el Estado comunal (…) para la construcción de la sociedad socialista” (Artículo 7-Parágrafo 1). Ninguna de tan obtusas leyes, concuerdan con la distribución funcional del poder. Tampoco, con el carácter federativo y descentralizado del Estado venezolano concebido constitucionalmente. Cualquiera de las repudiadas estructuras normativas (comunales) inspiradas en la presunción de retorcer la institucionalidad democrática del país, se hallan infectadas de cuanto sectarismo, resentimiento y revanchismo sería posible aplicar. 
 
El desespero funcional que traduce el cuerpo de leyes que pretenden dar vida al Poder Popular, vehículo furtivo del Estado comunal, se muestra sin ambages en toda su exposición. De hecho, cualquier estamento de la Administración Pública, aparte de que algunos surgen por elección popular, quedan sometidos a las decisiones del “autogobierno”. Habida cuenta que el aludido “autogobierno”, tiene la potestad para asumir “(…) la formulación, ejecución y control de la gestión pública” (Ob.cit.-Parágrafo 2) Es decir, todo pasa por el control inquisidor y contralor del Poder Popular en sus distintas representaciones. Tanto así, que el llamado Parlamento comunal, a través de su Consejo Ejecutivo, entre sus abusivas atribuciones, está la de decidir sobre “(…) la regulación de la vida social y comunitaria” (Art. 21) 
 
¿Qué esconde el ajado Poder Popular? 
 
El Poder Popular, tal como está diseñado, es el mayor tamiz o filtro de todo cuanto busca movilidad y funcionamiento bajo la oscura noche de la revolución socialista. Sus instancias de contraloría, planificación, legislativa, ejecutiva, administrativa, tanto a nivel político, como de injerencia en lo económico y social, son el brazo fiscalizador, distribuidor, regulador, acusador y exterminador que busca emplear el régimen usurpador para acometer sus contradichas  e impertinentes trapisondas. 
 
Ello, implica el pleno ejercicio de la soberanía popular a través de sistemas de agregación o anexión comunal sin que otra instancia tenga alguna posibilidad de detener su rapacidad y manejo autónomo, usurero y arbitrario de los recursos, capacidades y potencialidades que mueven al Estado venezolano en su rango de actividades. 
 
Todo esto opera a favor del presidencialismo, estatismo, centralismo, y clientelismo en tanto que actúan como complementos implícitos del poder despótico. Este, es una expresión vehemente del autoritarismo hegemónico que padece Venezuela. Es como una suerte (mal ganada) de minimalismo político o de escepticismo de la vida nacional. Y la única forma de restarle malignidad a la fuerza que mueve tan horrendo monstruo de mil tentáculos, es atajando la coacción que plantea la existencia de un Estado comunal. 
 
Y atajar sus amenazas, significa evitar su presencia e incidencia en los planos de la vida nacional. Deberá entenderse que cualquier intención en este sentido, parte del significativo hecho de sembrar educación política en la población. O sea, cultivar educación política en el ciudadano común. Y para lograrlo, debe elevarse el nivel de información política en el venezolano. De esta manera, será posible que haya la participación ciudadana y movilización política que compromete toda acción que bien pueda despejar cualquier duda frente al firme propósito de evitar la existencia del arcaico Estado comunal. De ahí la afirmativa pregunta de ¿cómo atascar el Estado comunal?
 
Antonio José Monagas 
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
Venezuela

OSCAR ARNAL: CIUDADES COMUNALES COLAPSARÁN

La nueva ley aprobada en primera discusión sobre las ciudades comunales, es parte de un paquete legislativo que viola la Constitución y reedita el proyecto de reforma Constitucional que el pueblo negó en el referéndum de reforma de la ley suprema en el año 2007.

 

Se trata de crear un Estado paralelo a la Constitución, que desdibuja al municipio, solapandolo con una entidad marxista, que tiene como único objetivo concentrar más poder en Maduro y el PSUV. Reedita aquello de “todo el poder a los soviet” y enfrenta el derecho a la propiedad privada con la propiedad comunal. En la China de 1959 Mao decretó las comunas y 17 años después terminaron suprimiéndolas. La hambruna se apoderó a tal punto de la población que los chinos para sobrevivir tuvieron que comerse entre ellos reeditando la antropofagia.

 

El todavía proyecto deja en entredicho la estructura municipal encabezada por un alcalde, y le quita también fuerza a las gobernaciones, que en las ciudades comunales tendrán un contrapoder. Añade mucha más burocracia a la vida pública y en materia económica significa un ir en la dirección de desangrar aún más a la nación, con los gastos que se generarán. Especialmente cuando se trata del Consejo Económico y el de Planificación como parte estructural de las ciudades comunales. Aquí se vuelve a la política de poner el proceso productivo en manos de un Estado corrupto e ineficiente responsable de la quiebra nacional, de la hiperinflación y de que casi todo, menos los salarios públicos, tenga que pagarse en dólares.

 

El nuevo proyecto de ley acaba también con el pluralismo, obligándonos a adoptar el socialismo como sistema, e insiste con la Universidad Comunal en imponer un pensamiento único. Si con la inmensa concentración de poder no han podido, es ridículo pensar que acrecentándolo van a lograr

 

algo, cuando lo que tendrían que hacer es darse cuenta que la única posibilidad de rectificación pasa por devolver todo a sus dueños naturales y darles plena confianza y seguridad jurídica a los emprendedores. De la misma manera, la ley recuerda las políticas de estatización, expropiación, confiscación y compra, que transfirió miles de empresas privadas al gobierno, que fueron quebradas y desfalcadas en el corto plazo. Para mencionar una sola de ellas, bastaría el caso emblemático de Agropatria.

 

Algo similar ocurre con las universidades nacionales, se centraliza mucho más el poder cuando las mismas denominadas como “autónomas”, no podrán ni siquiera cancelar los salarios a sus profesores, que serán incorporados al “sistema o monedero patria”. El que paga manda es lo que está implícito. Mientras tanto, hay que reconocer que las universidades privadas siguen dando el ejemplo, y son la otra cara de la moneda en medio de la pandemia.

 

Lamentablemente, la ley de las ciudades comunales reafirma que no existe ninguna voluntad de cambio por parte del régimen, y que la única opción es cambiarlo, con la unión de la alternativa democrática y un plan que tenga como norte revocar a Maduro para terminar con la larga pesadilla.

 

Oscar Arnal
oscar.arnaln@gmail.com
Venezuela

VICENTE BRITO: ROL DEL LIDERAZGO SOCIAL Y ORGANIZACIONES VECINALES

Lo que la nación Venezolana viene observando es la falta de acuerdos y las respuestas necesarias a los distintos problemas que nos vienen afectando, lo cual va unido a una lentitud preocupante en buscar soluciones inmediatas y adecuadas a las mismas. Son las razones por las cuales la dinámica social empuja a crear espacios de opinión y mayor presencia de factores activos, que siempre han estado presentes pero las circunstancias actuales los dinamiza. 
 
Se observa el surgimiento de dos grandes actores como lo son el liderazgo social y las organizaciones vecinales Ambas asumen sus espacios y se encuentran activas en casi todos los temas prioritarios al interés nacional, algunos lo pueden ver como inconveniente a la forma tradicional de atender los problemas nacionales; pero surgen como alternativas para plantear y promover soluciones a las limitaciones que nos afectan como ciudadanos. 
 
¿Donde se observa la presencia del liderazgo social? En la permanente actividad de las instituciones sindicales, empresariales, universitarias, académicas, iglesia y estudiantiles. Cada una de ellas viene asumiendo un rol activo demostrando la importancia de este liderazgo social como actores fundamentales, expresadas al manifestar sus opiniones divergentes sobre el rumbo en el cual se encuentra el país. Sus observaciones y propuestas lucen críticas a los que tienen la responsabilidad de resolver las distintas situaciones coyunturales que nos afectan no solo en lo personal sino en nuestra forma y calidad de vida. Sus planteamientos solicitan no solo dar respuestas a las realidades que los limitan sino que engloba a casi todas las necesidades nacionales, también hacen observaciones de manera permanente a las limitaciones que afectan los derechos ciudadanos, sobretodo el preocupante y creciente rol que está asumiendo el estado cubriendo todos los quehaceres de la vida nacional, y con ello limitando a las otras instituciones que no forman parte del ejercicio del poder. 
 
Las organizaciones vecinales vienen funcionando en nuestras comunidades a lo largo y ancho del país, donde se observa una interrelación cada vez más estrecha entre los distintos miembros que la conforman. Estas  surgen como alternativas para buscar soluciones a la serie de inconvenientes que los afecta. Ellas funcionan en un esquema parecido a las antiguas asociaciones de vecinos pero con una dinámica que se impone a las limitaciones y falta de respuesta oficial a sus necesidades inmediatas. Podemos destacar a algunas de ellas como los intercambios organizados por los propios vecinos que funcionan dentro de las comunidades donde se distribuyen no solo alimentos, sino cualquier artículo o ropa que ya no sea indispensable, la otra forma son las medidas de seguridad implementadas como el control de accesos a esas comunidades con el cierre de calles y la creación de puntos de control, en algunos casos con vigilantes pagados por ellos, igual ocurre en las colectas voluntarias para asistir a cualquier miembro de esas comunidades en resolver alguna emergencia de salud o un imprevisto para el cual carecen de los recursos necesarios, lo mismo se observa cuando realizan mejoras en sus, áreas comunes o cualquier otra necesidad que se les presente. Aquí se observa también la formación de muchos liderazgos que empiezan a ocupar sus espacios, al demostrar su disposición a trabajar por el bienestar colectivo y lograr la búsqueda de soluciones a los distintos inconvenientes que se presentan en sus comunidades. 
 
Es evidente el surgimiento de estos dos actores que avanzan para lograr una mayor presencia en la vida nacional como lo son: Liderazgo Social y las Organizaciones Vecinales, que ocupan espacios y se convierten en la vocería emergente del país nacional que sigue activo en buscar salidas a la problemática que afecta nuestra forma de vida. Lo cual es una demostración de organización y acción que insiste en superar la compleja situación en la cual se encuentra la nación Venezolana.

 

Vicente Brito

vicent.brito@gmail.com

redporladefensaaltrabajo@gmail.com 

@vicentejbrito

Presidente

Red por la defensa al Trabajo, la Propiedad y la Constitución

ROMÁN IBARRA: VIDA O MUERTE

En medio de la inmensa calamidad que ha supuesto el pésimo tratamiento de la pandemia por parte del gobierno de Maduro, la multiplicación de contagios y muertes, especialmente en el sector salud; primero por la falta de atención prioritaria, y luego por las irresponsables flexibilizaciones con sentido utilitario, ahora nos llega la más cruel de las actitudes: negar la entrada a las vacunas producidas por AztraSéneca, donadas a nuestro país por la Organización Panamericana de la Salud. 

Así mismo, luego de supuestos acuerdos y negociaciones, el ex diputado Guaidó como administrador de recursos del Estado venezolano, según reconocimiento de los aliados internacionales, acepta la utilización de cantidades para la adquisición de un lote de vacunas para la población, llega el gobierno de Maduro, y sabotea el acuerdo, paralizando la compra.

 

La misma vacuna que el gobierno de Maduro ha rechazado, ha sido puesta en práctica tanto en Europa, como en Estados Unidos y Canadá, luego de la aprobación de la OMS, y de sus respectivas entidades responsables de la salud.

 

Cómo es que el gobierno de Maduro, y sus asesores saben más de la efectividad de las vacunas, que la OMS, la OPS, y países desarrollados de Norteamérica, y Europa?

 

Ahora, con absoluta crueldad anuncia que debemos esperar hasta Julio a que los cubanos desarrollen su propia vacuna, cuando todo el mundo sabe que la medicina cubana es, no solo un mito, sino una estafa. Siempre pensando en que la cúpula inútil de la dictadura cubana haga negocios millonarios a costa de los venezolanos.

 

Es inaceptable que Maduro recurra a la opinión de gente desconocida en el mundo de la ciencia médica, teniendo nuestro país grandes expertos en la materia. No sólo la opinión de nuestras Universidades y Academias, sino la del ex Ministro Rafael Orihuela, y el Dr. Julio Castro, entre otros valiosos especialistas han sido dejadas de lado por la majadería y la irresponsabilidad del gobierno venezolano.

 

Fedecamaras en un aporte significativo de sus agremiados ha propuesto que el sector asuma la compra y distribución de las vacunas, y todavía no recibe respuesta del gobierno.

 

La burla sistemática a todas las propuestas realizadas para atender de manera prioritaria los estragos de la pandemia, ponen de bulto la insensibilidad y el desinterés del gobierno en resolver los problemas que aquejan a la población.

 

Pero en qué manos estamos Dios mío? Cuánta maldad y odio por los venezolanos hay en el gobierno? Hasta dónde quiere humillar Maduro a nuestro país? Van a seguir con el cuento de las gotas chimbas? Van a seguir matando a la ciudadanía? Y los presos son atendidos?

 

Tiene razón el Cardenal Porras cuando dice que: la peor vacuna es la que no se pone¨!

 

Todo el gobierno ya se ha vacunado con las que inicialmente adquirieron, mientras el ¨Dr. Maduro, médico epidemiólogo especialista¨ recomendaba goticas al resto de la población. No se puede ser tan irresponsable y caradura.

 

Parece que solo nos queda como sociedad seguir presionando desde todos los sectores, a ver si logramos sensibilizar por un rato a estos desalmados que están en el gobierno, y finalmente permiten la entrada al país de las vacunas donadas por la OPS, y proceder a adquirir el resto hasta vacunar a toda la población, comenzando por el sector salud y personas vulnerables, hasta extenderlo al resto de la población.

 

Hasta ahora, el gobierno venezolano presenta el peor desempeño mundial en el tratamiento de la pandemia, por lo cual, debemos insistir en revertir esa tendencia.

 

Caramba Maduro, haz un gesto noble por un momento y deja entrar las vacunas. Que la gente crea que tienes un poco de corazón, en vez del perro muerto que habita en tu pecho.


Roman Ibarra
romanibarra@gmail.com
Venezuela

LUIS FUENMAYOR TORO: SOBRE “INVASIONES” MILITARES A VENEZUELA ANTES Y AHORA

Debe estar muy claro que siempre he condenado y rechazado las decisiones gubernamentales de dejar en manos de funcionarios extranjeros, sean éstos civiles o militares, funciones y actividades que deben ser reservadas para los venezolanos, por cuestiones de seguridad nacional y de supervivencia. He rechazado categóricamente esta práctica desde el siglo pasado, durante los gobiernos de AD y COPEI, y lógicamente he extendido mi desacuerdo a toda actividad similar en el siglo XXI, durante los gobiernos de Hugo Chávez y de Nicolás Maduro. 

En ésta y muchas otras materias no se pueden tener posiciones duales o múltiples, ni ambiguas, dependiendo de si las conductas al respecto son de quienes consideremos amigos o aliados o de si tenemos como adversarios o enemigos a quienes las despliegan. No puede ser que, si lo hace uno de los míos o alguno que esté de mi lado, está bien hecho y hay que permitirlo y celebrarlo, pero si lo hace quien no está conmigo o de mi lado, hay que condenarlo y enfrentarlo. Ese tipo de posiciones acomodaticias son realmente deleznables y no favorecen los intereses de la nación venezolana.

 

Ahora, vamos a describir claramente las distintas situaciones, que pudieran llevar a confusiones verdaderas y no interesadas, para poder diferenciar las cosas muy bien, de manera de no caer en errores conceptuales productos de posiciones subjetivas, emocionales o interesadas. Afirmo que no existe hoy en Venezuela ninguna invasión militar de otros países, como algunos han insistido en el caso de las relaciones con Cuba o con Rusia, y a veces incluso extendida a los casos de China, Irán, Turquía y El Líbano, o a la presencia de grupos irregulares militares de carácter político o simplemente delincuenciales.

 

Y no existe invasión ninguna como tampoco existía en el pasado adeco-copeyano ninguna invasión del ejército estadounidense, independientemente de existir una misión militar permanente en Venezuela y de llegar incluso a manejar y administrar material militar de carácter estratégico, como fue el caso muy conocido de los radares del estado Falcón. Había asesores militares en los cuarteles, hubo ejercicios militares conjuntos entre nuestro ejército y el ejército gringo, como ocurrió en Guayana con el Batallón de Selva a finales de los ochenta.

 

Hay varios artículos y declaraciones públicas mías de la época de estos ejercicios, que se hicieron sin autorización obligatoria del Congreso de la República, pero que en todo caso fueron autorizados por el Ejecutivo Nacional del momento y no contrariaban su voluntad. Se puede criticar agriamente la realización de ese tipo de actividades e incluso calificarlas de ilegales e inconstitucionales, como lo hice entonces, pero no se puede hablar de que se trataba de una invasión militar, pues los destacamentos militares extranjeros no vinieron a conquistar territorio ni a enfrentar a las FFAA venezolanas.

 

Hoy ocurre prácticamente lo mismo con efectivos militares de Rusia y de Cuba. Pero estos efectivos están en el país con el consentimiento del gobierno e incluso en labores de entrenamiento y trabajo conjunto, algunas respaldadas por convenios, con los que podemos o no estar de acuerdo, pero nunca calificarlas como una invasión militar. Estos actores militares pueden tener capacidad de tomar decisiones, como la tuvieron en su momento quienes operaban los radares de Paraguaná, pero tenemos que entender que las decisiones finales las toma la FANB, como en el pasado las tomaban las FFAA del país.

 

Sobre la existencia de grupos armados irregulares en Venezuela de carácter político de cualquier signo, escribiré en el futuro si la vorágine que sufrimos me lo permite. Sólo diré por ahora que tampoco es un problema exclusivo de los gobiernos de este siglo, aunque éstos pueden haberlo potenciado, y que tienen como causa el conflicto violento de décadas existente en la vecina Colombia y su política de querer transformar a Venezuela en el yunque, que permita aplastar con un martillo a los irregulares colombianos que escapan en un momento dado de su territorio. Algo siempre rechazado nuestros gobiernos pasados y actuales

 

Luis Fuenmayor Toro

lft3003@gmail.com

@LFuenmayorToro

Venezuela