domingo, 12 de diciembre de 2021

ESPECIAL DEL DOMINGO:MIBELIS ACEVEDO "HACER POLITICA..."

ESPECIAL DEL DOMINGO


MIBELIS ACEVEDO

"HACER POLITICA...

"Hay que hacer política”. He allí la exhortación que resuena de un tiempo para acá, suerte de conjura ante la estulticia que malea el espacio público. La repiten ciudadanos hastiados del opaco proceder de la dirigencia, su subestimación del “tempo”, los raptos de esa adolescencia política que recicla paradigmas inútiles. Hastiados también del error del veterano: caudillos continuamente equivocados, pero nunca autoexcluidos.


“Hay que hacer política”, se afirma aquí y allá, también entre sectores que nunca vieron en el “putchismo” revolucionario una opción para zanjar el conflicto. Resentimos aún los latigazos de esa “filosofía de la ofensiva” emprendida sin tener cómo ni con qué, a la que el propio Trotsky juzgó “como el mayor peligro, y su aplicación práctica como el mayor crimen político”. Dar por descontado el respaldo de la mayoría social sin pasar por la laboriosa construcción de mayoría política, devino en efectos opuestos a los buscados. Un desgaste de la autoridad, de la identidad democrática y de las estructuras de instituciones, que se ha pagado con recelo y desafección cívica.


De allí el pedido de marras: “hay que hacer política”. Sospechando que ese ejercicio podría salvarnos de nuevos abismos, con ello se aludiría a la consecución de acciones efectivas, triunfos visibles y cuantificables sobre el adversario que permitan obtener poder real. Esto es, probabilidad de imponer la propia voluntad dentro de una relación social, contra toda resistencia y cualquiera sea el fundamento de esa probabilidad (Weber). O, como apuntaría con crudeza Raymond Aron, “la capacidad de hacer, producir o destruir”. Un logro del todo alineado con la ética que interesa en este caso, la de los resultados; pero, idealmente, no exento de virtudes y principios que den sostén a ese necesario pragmatismo. Es la realidad domeñando y orientando a la exuberante voluntad, en fin. Ah, pero lo que puede sonar casi tautológico, no siempre encuentra modos de ejecutarse. Entonces, el trayecto entre el decir y el verse forzado a hacer, se vuelve escabroso.

Visto lo visto, nadie podrá negar que los desafíos a la hora de disputarle el poder al PSUV son múltiples y complejos. Es clave la experiencia que queda gracias a la pedagogía feroz de las elecciones autoritarias; a las que importa acudir siempre, conscientes de que la exigencia democrática fungirá sólo como referente de lucha, no como garantía. Así, se participa en ellas sabiendo que potenciar la incertidumbre institucional, tentar con el fraude al bloque dominante -uno que, aguas adentro, trajina con sus propios dilemas- suma al plan de debilitarlo. Lo de Barinas lo ha demostrado, una vez más. La crisis, las contradicciones, el sacudón, la apetencia de movilización que esto despliega, contrasta con el entumecimiento que se cierne cada vez que la abstención invita a Thanatos a sofocar los bríos colectivos.


Avivada por esas candelas, ninguna hora es mejor que esta para hacer política. Y eso implica coordinación estratégica, disposición para promover alianzas, para navegar con maña a expensas del omnipresente “pacto con el diablo”, la astuta gestión de intereses e incentivos que mueven a jugadores racionales. Implica, sobre todo, talento para convencer y persuadir a través de la palabra: otra forma de hacer que la voluntad propia se convierta en voluntad compartida. Ese es también poder, Soft-power, como bautiza Joseph Nye a la capacidad de influir en los otros sin coerción de por medio.

La nueva urgencia electoral pide sintonizar con esa meta, aun sabiendo que la fragua de tales procesos no es tan expedita. Entonces, es preciso potenciar lo poco o mucho de lo que se dispone. Por lo mismo, inmersos en circunstancias que podrían asomar cierta fragilidad autoritaria, no se explican las porfías de algunos opositores exigiendo “dignas” renuncias a quienes, desde dentro del sistema, contribuyen a desatar la conveniente crisis.

La presencia de rectores independientes en el CNE, dando fe de la victoria opositora en Barinas y rechazando las inhabilitaciones ad-hoc, es revés que lleva a un gobierno interesado en la legitimación, a equivocarse, a contradecirse. A evidenciar su encrucijada: ser consecuente con la vía de la apertura, o hundirse en el mismo lodazal autoritario de Ortega, en Nicaragua. Un evento focal, disruptivo, visto como ocasión aprovechable para la revolución de expectativas (Schedler), seguramente no se daría sin esos ingredientes. La inteligencia estratégica, entonces, convida a resistir, no a abandonar. Una dimisión sólo se concibe si, como en el célebre caso del romano Cincinato (458 a.C.), la tarea ya ha sido cumplida.

Hacer política, en fin, supone entender que el necio moralismo que se afana en bloquear las oportunidades, debería desecharse. Mejor congraciarse con la obligación de abrazar sin complejos esa bitácora, haciendo lo que es necesario hacer. Que, por causa de una defectuosa convicción, no nos pase como a ese primer nativo que encontraron en la Patagonia. Según la crónica de Pigafetta, cuenta García Márquez, cuando le “pusieron enfrente un espejo… aquel gigante enardecido perdió el uso de la razón, por el pavor de su propia imagen…”

Mibelis Acevedo D.
mibelis@hotmail.com
@Mibelis
@ElUniversal
Venezuela

ACTUALIZACIÓN DE EL REPUBLICANO LIBERAL II: DIARIO DE OPINIÓN, http://elrepublicanoliberalii.blogspot.com HOY DOMINGO 12/12/2021

 


AQUÍ TITULARES DE HOY DOMINGO 12/12/2021, DIARIO DE OPINIÓN, PULSAR SOBRE EL TÍTULO PARA LEER

 

AQUÍ TITULARES DE HOY SÁBADO 11/12/2021, DIARIO DE OPINIÓN, 

   

TITULARES DE HOY - NACIONALES - 12/12/2021


ANTONIO JOSÉ MONAGAS: DEL “ERROR REINCIDENTE”


OSCAR ARNAL: BURLAN AL SOBERANO Y A LA CONSTITUCIÓN

JEAN MANINAT: SUFRAGIOCIDAS


AURORA LACUEVA: ATENDER LO PROFUNDO

El caso de las elecciones en Barinas reclamaría un acuerdo político de altura entre gobierno y oposiciones, y no una mala solución basada en volteretas judiciales. Sin embargo -con toda su importancia-, no podemos olvidar que por debajo de tales tira y afloja están fluyendo los “ríos profundos” de la vida de la población venezolana: lo que hay día a día en la mesa de cada familia, la atención que recibe su salud, las oportunidades de trabajo dignamente remunerado que existen, la educación que reciben los niños, niñas y jóvenes… Se trata de los ríos vitales que van llevando a un pueblo por caminos de avance social, económico y cultural o que, por el contrario, perdido su buen cauce se empantanan o, peor, se despeñan hacia el caos y la destrucción. ¡Qué difícil retomar el buen rumbo una vez que se ha perdido! Deberíamos evitar ese destino.

Pensando en la educación, no hay duda de que la cuarentena forzada por la pandemia ha venido a empeorar seriamente su cobertura y calidad, ya afectadas por la crisis económica y política del país. Hacen falta, especialmente de parte del Estado, iniciativas acertadas, desarrolladas con todo empeño e inteligencia, para ir asegurando a pesar de todo una formación estudiantil al menos adecuada y que mejore progresivamente. Lo que se está haciendo no es suficiente: podría hacerse más, incluso con las graves limitaciones de recursos que hay.

En primer lugar se encuentra el tema de los ingresos de las y los docentes, especialmente los del sector público, ingresos que se han vuelto insignificantes. Quisiéramos que todos los trabajadores contaran con un buen salario, pero no puede negarse la relevancia de los sectores salud y educación: necesitamos, como nación, que quienes laboran en ellos reciban salarios adecuados y puedan cumplir bien su tarea. Esto es prioritario entre lo prioritario. Está subiendo la producción petrolera y el precio del crudo: serían oportunos acuerdos para poder vender petróleo libremente, dirigiendo esos recursos al pago de quienes laboran en salud y educación. Y a la reparación de instalaciones en ambos sectores. Porque el estudiantado debe disfrutar de locales aptos, y las personas que lo requieran deben ser atendidas en hospitales funcionales y dotados. Seguiremos.

Aurora Lacueva
lacuevat@hotmail.com
Aurora Lacueva
@AuroraLacueva
@Unoticias
Venezuela

VICENTE BRITO: ¿TRANSPARENCIA Y AUTONOMÍA ELECTORAL FORTALECEN EL VOTO?"

La matriz de opinión creciente en la base popular, es exigir la necesaria transparencia y autonomía del poder electoral como factor fundamental para fortalecer al voto, siendo este considerado como la expresión genuina de la voluntad ciudadana.

Los acontecimientos de los últimos días nos indican que los demás poderes del Estado se hacen los desentendidos de lo establecido en el marco jurídico existente, donde se encuentran vigentes las facultades que tiene el poder electoral, las cuales se encuentran establecidas de manera explícita en la actual Constitución. Lo observado es que el poder electoral está minimizado por los demás poderes del estado. Lo cual se demuestra en las decisiones tomadas, donde se pone a un lado los derechos y deberes del poder electoral tomando decisiones que minimizan el mismo ante los ciudadanos y otras instituciones.

El esfuerzo realizado por los distintos actores políticos en promover el voto como el factor determinante para los ciudadanos elegir sus autoridades en el pasado proceso electoral del 21 de noviembre ha sido opacado por las posiciones asumidas por los otros poderes del estado, que tomaron decisiones que a nuestro entender corresponden y son facultades expresas del poder electoral y están establecidas en la Constitución.

La opinión mayoritaria de los ciudadanos es exigir un poder electoral autónomo y transparente, que garantice la confiabilidad ciudadana en el voto como la forma más expedita y garante de los derechos electorales de los ciudadanos tal como lo establece el texto constitucional, de no ser así se va a reducir la confianza en el voto con lo cual se estaría vulnerando un derecho fundamental ciudadano.

Vicente Brito
vicent.brito@gmail.com
@vicentejbrito
Presidente
Red por la defensa al Trabajo, la Propiedad y la Constitución
Venezuela

ANTONIO JOSÉ MONAGAS: DEL “ERROR REINCIDENTE”

En el conmovido y cambiante mundo de la política, muchos son los dislates o disparates que se presumen impolutos y perfectos. En medio de las obcecaciones y contradicciones que suscriben una decisión política, emergen problemas que, presuntuosamente, se asumen como objetivos a fin de acicalar realidades. Aun cuando luego terminan enmarañándose. Pero que para dar un mejor y logrado semblante, tan cuestionadas situaciones buscan justificarse mediante forjadas mentiras. Aunque, inevitablemente, incitan más problemas.

Finalmente, la realidad es ocupada por retahílas de nuevos o añosos problemas. Esto lleva a que el ejercicio de la política termine complicándose. Y por tanto, haciendo que surjan ciclos viciosos alimentados por otros problemas. De igual o mayor fuerza.

De esa forma, funciona la política. Esa política que se levanta sobre improvisaciones o excusas. Muchas veces tan simplistas como enredadas. Pero que además, esconden en su esencia anomalías conceptuales e instrumentales. Esa es la misma política que surge del pensamiento envenenado de achacosos o mañosos politiqueros de oficio.

Si algo en ese contexto debe considerarse, son los problemas que ocasiona un proceso electoral. De todo orden y magnitud, Más, si se trata de comicios que movilizan un país completo. Problemas de logística, rivalidad, acogida, mercado político, escrutinio, entre otros. Sobre todo, si la confrontación ocurre en terrenos políticos asediados por ideologías refutadas por ortodoxas, impositivas o engañosas.

Es precisamente, el caso Venezuela. Las elecciones sucedidas el 21-N, son un patético ejemplo de lo que bien o mal acontece en un contexto político polarizado. O porque el sistema político imperante, es representativo de una corriente autoritaria o totalitaria. Entonces, los problemas suscitados liberan conflictos disociados de la concepción que envuelve el ejercicio de la política en su sentido más amplio. Esa situación genera inconvenientes que sacan a flote debilidades políticas no superadas. Y acumuladas.

A este respecto, deben agregarse aquellas complicaciones que saltan a la palestra para enredar cualquier disposición que posibilite la presencia de alguna salida o solución. Complicaciones éstas relacionadas con la incidencia de problemas personales que dejan ver mezquindades, apetencias y mediocridades.

También, problemas que reflejan una precaria cultura política. Tanto, que dificulta no sólo la claridad de la narrativa política sobre la cual se erige la oferta electoral. Igualmente, problematiza el manejo de conceptos políticos, sociales y económicos que sostienen explicaciones que, a su vez, determinan procesos que afianzan deliberaciones, decisiones y realizaciones que comprometen la eficacia del proceder político-público.

En la medida que estos conflictos irrumpen como condicionantes políticos en un proceso electoral en curso, sus protagonistas adquieren el poder para actuar como distorsionantes del proceso en sí mismo. En consecuencia, ejercen dominio sobre la conducta política de la población con capacidad de decisión electoral. Esto causa que se tergiversan las estrategias asumidas por los partidos políticos alineados para participar en la ronda electoral. Y por ende, se altera la organización de la apuesta electoral afectándose todo el proceso comicial.

Cualquier impertinencia que suceda en el fragor de tan sensible proceso político, hace que se desacomoden las articulaciones que le imprimen seguridad a la movilización de electores y recursos del cual pende el proceso electoral.

Un problema de espacio político

Y eso fue lo que afectó el último y los anteriores procesos electorales que se han dado en Venezuela. Los problemas acusados, no se remiten exclusivamente a los números que cada elección arroja. La causa de la crisis política que estropea cada proceso eleccionario, debe perseguirse más a fondo. Sobre todo, cuando pareciera que todo radica en un conflicto por el espacio político que, naturalmente, debe ocuparse en provecho de un ejercicio de gobierno más aprehensivo de todo cuanto puede potenciar a su favor.

Tanto electores como partidos políticos, en lo que constituye el caso Venezuela, son responsables de cuánta degradación padecen estos procesos electorales. En medio de tan decadente relación, no hay mecanismo expedito que induzca la valoración recíproca ante los conflictos debidamente categorizados y ordenados. Esencialmente, en función de sus características más prominentes y evidentes. Para ello, electores y partidos deben actuar en correspondencias con metodologías que hagan coherente la valoración necesaria. Es casi un problema que se corrige apelando al concepto de territorialidad funcional. O sea, una especie de particular conciliación entre intereses que se supeditan a la disposición espacial que favorece la disposición de trabajo político de ambos actores.

Es importante visualizar el panorama político sobre el cual todos los partidos exponen sus intereses y necesidades. Así, es posible que los electores entiendan el respeto y consideración de los partidos participantes en la justa electoral. De esa forma, se infunden valores como el respeto, y la ecuanimidad los cuales son fundamentales al momento de discernir actuaciones y valorar intenciones.

Aunque en principio, pueda sonar difícil lograr esta simbiosis tan necesaria. Sin embargo, es la razón que puede redimir aquellos atropellos y carencias de condiciones que entorpecen el ordenamiento que debe pautar un proceso electoral. Particularmente, en el plano político. No haber entendido ese modo de relación entre electores y partidos, ha llevado a que reincidan los errores antes cometidos.

Mientras metodologías de este tipo no se practiquen, Venezuela se verá entrampada en los mismos problemas que justifican seguir apegados a modelos políticos abanderados por criterios políticos chabacanos.

El caso Venezuela, si bien se trabó en las mezquindades que reposan en las apetencias que despierta el manejo del poder político, igualmente se tropezó con las desventajas que configura el problema de la economía electoral. Que su vez, condiciona las finanzas electorales vistas como el puntal sobre el cual se balancean las desigualdades y desequilibrios. Además, empuja a acentuar el problema de la normativa pública que apenas se emplea para intimidar a quienes menos pueden resistir su fuerza.

Fue así como el régimen venezolano, se aprovechó de su capacidad de coerción para manipular los partidos políticos a los que pudo borrar sus simbologías e historias. Por consiguiente, manipuló alevosamente las relaciones de fuerza existentes entre partidos de gobierno y de oposición por cuanto son las que a menudo deciden.

Sin embargo, el régimen no descartó otras mañas que le han funcionado anteriormente. Más, cuando busca apoyo de actores políticos que se venden “al mejor postor”. La necesidad de asegurar su “triunfo electoral”, lo lleva a cometer cualquier desvarío. Esta vez, volvió a hacer uso de la vieja maniobra del arte de la guerra: “divide y vencerás”. Y fue así como pudo accionar su perversidad. O sea, la trampa que articuló todo su proceder.

El objetivo no era cumplir con el principio conmutativo de la matemática, según el Algebra de Baldor. Sólo se interesó en imponer su fuerza política sin dejar que le arrebataran sus espacios de poder. Sus espacios políticos. Aunque bastantes traqueados. Y para eso, el régimen opresor se olvidó de leyes orgánicas y de la misma Constitución. Actuó sin medir consecuencias, como en efecto lo hizo y logró su fin. De hecho, atropelló la separación de poderes que debe comportar la estructura del Poder Público Nacional.

Y tal como sucedió en la última elección convocada por el régimen venezolano, a pesar de las promesas que hipnotizaron al elector en los momentos previos al acto electoral, los actores políticos en juego, mareados por el astuto arreglo organizado por el régimen, volvieron a enredarse. Así, reventó el caso Barinas. Y todo ello, por causa del “error reincidente”.

Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
Venezuela

OSCAR ARNAL: BURLAN AL SOBERANO Y A LA CONSTITUCIÓN

Lo sucedido en Barinas deja una vez más al régimen al descubierto. De manera descarada, retroactiva, sobrevenida e inconstitucional inhabilitan al gobernador electo Freddy Superlano. Burlan el artículo quinto de la Constitución que señala que la soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, y se expresa a través del sufragio. 

El soberano y la ley no valieron para nada. Es el libreto de Daniel Ortega en Nicaragua, que ahora se ha repetido con la esposa de Superlano como si una sanción de esta naturaleza se pudiera transmitir entre cónyuges. Para inhabilitar a Superlano se forjaron documentos por las más altas autoridades de facto y magistraturas del Estado. 

Para inhabilitar a su esposa y a otros candidatos se aplica una hermenéutica o interpretación contraria a la lógica jurídica y al espíritu, propósito y razón del legislador. Superlano había sido objeto de un indulto, que le permitió inscribirse y participar, su delito fue ganarle al oficialismo en su cuna y vencer al hermano del finado. 

Es inconcebible que en Venezuela se permita a un contralor, hacer “capitis deminutio” con quien le viene en gana, privándolo de todos sus derechos. La jurisprudencia y la doctrina científica internacional han determinado que el único órgano que puede imponer una pena de esta naturaleza es un tribunal en última instancia o casación, sentando la llamada “cosa juzgada, material y formal”. 

El contralor ni siquiera garantizó el derecho a la defensa, y violó el debido proceso. El propio rector Picón declaró que en Barinas “hubo una conspiración para desconocer la soberanía popular” y enumeró las acciones que empañaron el proceso en la entidad llanera como “impedir que se recibieran las actas de las zonas más recónditas, impedir la totalización, y la adjudicación y proclamación del ganador al fabricar una inhabilitación política institucional…secuestrar atribuciones del Poder Electoral anulando el resultado de la elección del 21 de noviembre, y convocando una nueva elección el 9 de enero y hacer cuesta arriba la postulación de nuevos candidatos al inhabilitar a otros posibles aspirantes de la oposición.”

Por otro lado, que permitan participar en Barinas a candidatos que no residen allá como el ministro Arreaza o Claudio Fermin es totalmente violatorio de la ley y el reglamento emitido por el propio C.N.E.. Un candidato solo puede postularse en la jurisdicción donde vota y reside, con la única excepción de las zonas metropolitanas. 

El régimen con tal de dividir a la oposición impulsa, financia y avala toda irregularidad e ilegalidad. Mientras tanto, mucha gente sigue pensando que votar carece de sentido. La verdad es que cuando votamos y los derrotamos, (si la oposición se hubiera unificado la paliza habría sido nacional), las cosas se les ponen más difíciles al régimen. Tienen como en el caso de Barinas que burlarse del pueblo que ya eligió, y además violar todo el ordenamiento legal. Quedan ante las instancias mundiales una vez más como unos estafadores, violadores de los derechos humanos y de los tratados internacionales. En este sentido Cuba, Nicaragua y Venezuela son impresentables.

Soy miembro del movimiento que intenta activar el revocatorio contra Maduro, a sabiendas que como en el 2016 lo abortaran de cualquier manera. Saben que más de un 80% del país apoya el referéndum y que no tienen más del 17% del padrón electoral en su mejor escenario. Si una amplia coalición de venezolanos se suma a esta iniciativa Maduro estará cada vez más débil. Todo debe centrarse en la necesidad urgente de cambio y en la presión que la inmensa mayoría debe hacer para que se le salga la rueda a la carreta. Por ahora volver a ganar Barinas, y en enero iniciar un proceso que va a ser el principio del fin de Maduro. El país se le viene encima…

Oscar Arnal
oscar.arnaln@gmail.com
@OscarArnal
Venezuela

JEAN MANINAT: SUFRAGIOCIDAS

Cuando estábamos felices celebrando que ya todos -o casi todos- se habían convencido de la necesidad de recuperar la ruta electoral y nos preparábamos como duendes ingenuos para vestir con votos el arbolito de navidad, cuando pensábamos que lo peor iba quedando atrás y que mal que bien la dirección política opositora jugaría en equipo, presentaría su selección en conjunto, chocarían puñitos ante las cámaras, besarían la camiseta mientras cantaban entre sollozos el himno nacional, explotó el absurdo que en el fondo todos temíamos en las gradas: apenas el árbitro dio el pitazo para comenzar el juego cada quien comenzó a correr como gallina clueca de aquí para allá, picoteándose los ojos, cacareando improperios y descalificaciones, sin concierto -¿o en concierto?- para que nadie en la oposición despuntara con el traje limpio de excrementos en la contienda electoral regional. O gana el mío… o pierden todos.

Se entiende, somos gente apasionada, y al fin y al cabo -como dice el librito- la diversidad de opciones y la competencia nutre la democracia y obliga a escoger con responsabilidad y precaución. Así que se pasa por alto interesadamente el abordaje filibustero cometido en Táchira, Miranda y Lara, donde el país hubiese ganado tres importantes gobernaciones más de no ser por el saboteo premeditado y con alevosía de una oposición a otra oposición. ¿Quieres que te cuente el cuento del gallo pelón?

El espectáculo de las regionales no ha podido ser más lastimoso, lejos de animar una reconexión de la gente con la opción electoral, reforzó la prédica de los mismos que se encargaron de sepultar el voto durante años y lo querían desenterrar ávidos como quien busca un tesoro en Sierra Madre.

(Afortunadamente, queda la cantera de las municipales, de donde podría surgir un nuevo liderazgo político. To dream the impossible dream).

El vuelvan caras al voto se hizo sin explicación alguna, sin rendición de cuentas, como quien comienza de nuevo a ensayar sigiloso una canción que prometió más nunca cantar en familia. Y, encima, escenifican un aquelarre de navajas corroídas buscando órganos vitales fraternos, traiciones e infidelidades voceadas en los mercados, el manido ardid de gritar al ladrón, al ladrón cuando se descubren las cartas marcadas. ¡Ah, si tan solo Arsenio Lupin, los entrenara!

Y para cerrar el año y comenzar el otro, el Affaire Barinas, que dislocó al PSUV que venía triunfante y declaró al estado llanero -así lo mienta la prensa internacional- como una especie de tierra santa donde ningún infiel podrá dejar su huella sin pagarlo caro. De regreso al pasado, y lejos del futuro, con las fuerzas opositoras fragmentadas y jugando a Rosalinda, como si de una mesa de juego se tratase. ¿Qué pasará de aquí al 9 de enero? Solo los Reyes Magos lo saben.

Los sufragiocidas, de lado y lado, seguirán intentando deslegitimar la opción del voto, soñando con calles, humo, golpes de estado, invasiones extranjeras y gobiernos interinos que duran para siempre. Y está la otra cara de la misma moneda, una parte poderosa de la nomenclatura gobernante que vive para la confrontación y el odio y no quiere diálogo. El país poco importa en la lógica destructora del todo o nada.

Los sufragiocidas se alimentan mutuamente, son de la misma especie, como vampiros le chupan la sangre a la democracia y luego chocan copas.

Jean Maninat
maninatj@gmail.com
@ElUniversal
@jeanmaninat
Venezuela

ROMÁN IBARRA: BUSCANDO FUTURO

Las elecciones del 21N, a pesar de la debacle opositora, y del ¨triunfo¨ del oficialismo con muy poquitos votos; mucha abstención, y amplia división de los factores de oposición, pudieron haber tenido un éxito institucional que convenía a Maduro y a su imagen internacional, pero una mano peluda, y radical dentro de sus filas torció el rumbo y se aprovechó del control del TSJ para una perturbación innecesaria.

Quedó para el 9 de enero la extirpación de la verruga generada por el alto tribunal, a menos que con otra sentencia prolonguen la agonía de los barineses, en una entidad que más allá de los candidatos en disputa, los que votaron lo hicieron mayoritariamente por librarse del saqueo y destrucción de la familia Chávez, a lo largo de muchos años.

Los que auspiciados por la corrupción y abuso de poder del chavismo, arrasaron y atropellaron la decencia de ese importante estado de la República, cuyos ciudadanos se sacudieron con votos a una dinastía contrahecha.

Ya veremos los resultados, aunque me temo que ocurra como en la canción de Rubén Blades: ¨Tengan fe, esto no se acaba aquí¨!

Nuevas inhabilitaciones express, malos tratos en la acción política de lado y lado, nuevos candidatos en escena, nos hablan de un ambiente poco auspicioso para el sistema político, y la serenidad de la población que bien la necesita.

El gobierno frente a grandes contradicciones internas que logra recomponer pragmáticamente para su participación electoral, por conveniencia circunstancial, pero también por la incapacidad de la atomizada oposición para ponerlas de relieve y explotarlas, mientras las suyas afloran cada día con más fuerza, y discriminaciones odiosas.

Pero más allá de lo que pueda pasar el 9 de enero de 2022 en Barinas, cuyo desenlace deseamos sea positivo, lo que tiene sentido en nuestra opinión, es pensar con sentido estratégico lo que conviene a toda la sociedad, a los fines de la reinstitucionalización del país, para poder soñar con la idea del progreso, y el crecimiento sostenido en un ambiente de paz social.

A los recién electos, concentrarse en hacer un gran esfuerzo por la consecución de buenos gobiernos municipales y regionales, y a los opositores, trabajar para evitar en el marco de la Constitución, y la Ley, extralimitaciones y abusos de poder, y así convertirse en alternativa.

En cuanto a la ciudadanía, y la dirigencia política, pisar tierra y reorganizarse para producir los cambios que el sistema necesita, pensando en los intereses del país por encima de todo, y evitar la compulsión por la conquista de espacios exclusivamente para provecho de sus respectivos grupos.

Nos referimos a la inconveniencia de seguir recurriendo a fantasías inmediatistas difíciles de cumplir, pero que comportan falsas expectativas y luego se convierten en frustraciones paralizantes o enajenantes.

Lástima que la abstención haya impedido la conformación de una AN más equilibrada para discutir con serenidad reformas constitucionales como la eliminación de distorsiones como el referéndum revocatorio, así como la reelección presidencial de manera definitiva, y en su lugar promover la segunda vuelta presidencial para impulsar la gobernabilidad; volver al esquema bicameral para una más amplia, reposada y sensata discusión de las leyes que el país necesita.

Profundizar la independencia; profesionalización, y autonomía del poder judicial, y demás poderes. Respetar y profundizar la autonomía universitaria, garantizarles presupuesto justo, y hacerles contraloría para una correcta rendición de cuentas; volver a la formación en las escuelas técnicas, cuya eliminación fue un error garrafal. En fin, el país está ávido de formas republicanas e institucionales que aseguren la paz; la democracia; el crecimiento y el desarrollo.

El país todavía tiene los recursos, pero falta buena voluntad, y ciudadanos dispuestos a lograr un mejor país y garantizar el regreso de quienes lo deseen, para construir un mejor futuro. Vale!

Roman Ibarra
romanibarra@gmail.com
@romanibarra
Venezuela