martes, 5 de julio de 2022

AQUÍ TITULARES DE HOY MARTES 05/07/2022, DESDE VENEZUELA PARA EL MUNDO, PARA LEER PULSAR SOBRE EL TITULAR ESPECÍFICO

 

  HOY - OPINIONES TEMAS INTERNACIONALES Y NACIONALES -  

MARY ANASTASIA O'GRADY: CONSECUENCIAS DE CONSIDERAR INMORAL AL MERCADO Y MORAL AL ESTADO, DESDE USA




MARY ANASTASIA O'GRADY: CONSECUENCIAS DE CONSIDERAR INMORAL AL MERCADO Y MORAL AL ESTADO, DESDE USA

Muchos de ustedes sin duda están preguntándose qué posiblemente podría América Latina enseñarle a EE.UU. —dada nuestra fuerte Constitución, mercados abiertos, un poder federal limitado, y un banco central independiente (nada de mofas, por favor). 

Yo solía pensar así. Pero, en los últimos años, he visto una serie de similitudes alarmantes entre este país y nuestros vecinos del sur. Por supuesto que aquellos paralelismos no comenzaron con este presidente, pero definitivamente se han acentuado bajo la actual administración. 

La explicación de moda para el subdesarrollo de América Latina ha sido la corrupción, la falta de educación, una infraestructura deficiente y —mi explicación favorita— la escasez de dinero. Pero estos son síntomas de malas políticas, las cuales resumo como las Tres P’s de la Pobreza: Populismo, proteccionismo y prohibición. 

Nuestros desafíos son, ¿Cómo podemos evitar que nuestros políticos nos hagan dependientes del gobierno? ¿Cómo mantenemos los mercados abiertos? ¿Cómo cambiamos las leyes sobre las drogas de forma que prevengan que el crimen organizado reemplace a las instituciones democráticas? 

Sin embargo, estoy cada vez más convencida de que, al igual que la corrupción y la mala infraestructura son productos derivados de las Tres P’s, las Tres P’s son también producto de algo más. 

La fuente de nuestros problemas económicos —tanto en América Latina como EE.UU. — es, creo yo, mucho más fundamental. Considere dos simples observaciones. Primero, tomando prestado un principio fundamental del Instituto Cato, las ideas importan. Para ser más específica, aquellas ideas que prevalecen en la sociedad como legítimas son lo que importa. 

Y en segundo lugar, sin un espíritu emprendedor es imposible que una sociedad alcance la prosperidad. Mirando más allá de los desafíos inmediatos de las políticas en América Latina, se vuelve evidente que son las ideas de la academia —y más ampliamente, de los intelectuales— las que han jugado el papel más importante en desalentar el espíritu emprendedor en América Latina durante el último siglo. 

Ideas hostiles a la actividad empresarial no son solo parte de la cultura popular, sino que están enraizadas en las instituciones elementales de estos países. En su esencia, estas ideas sostienen que las ganancias son moralmente sospechosas y que la propiedad privada no está justificada, y son estas ideas las que obstaculizan directamente la prosperidad para cientos de millones de latinoamericanos. 

¿Cómo sucedió esto? Como John Maynard Keynes escribió, «Las ideas de los economistas y los filósofos políticos, tanto cuando están en lo correcto como cuando no, son más poderosas de lo que comúnmente se entiende. En realidad, el mundo está gobernado por poco más. Los hombres prácticos que se creen totalmente exentos de cualquier influencia intelectual son por lo general esclavos de algún economista difunto. 

Los locos con autoridad» —no mencionaremos nombres— «que escuchan voces en el aire destilan su frenesí de algún escritorzuelo académico de algunos años atrás. Estoy seguro que el poder de los intereses creados es muy exagerado en comparación con la penetración gradual de las ideas». 

Esta es una verdad que América Latina no entendió hasta que fue demasiado tarde —y así es como nosotros lo haremos también si no hacemos hincapié en una defensa moral del mercado. Los latinoamericanos, por supuesto, no tienen problemas con ser emprendedores. Los que migran a EE.UU. tienen un largo historial de crear sus propios negocios una vez que llegan. 

Así que, ¿por qué no muestran estas mismas habilidades en casa? Creo que esto se debe a que las ideas que han dominado la región durante el siglo pasado han sido hostiles a la iniciativa empresarial. En un nuevo libro titulado Redentores: Ideas y poder en América Latina, en el que el historiador mexicano Enrique Krauze perfila a doce individuos a quienes considera que representan las principales ideas políticas en la región desde mediados del siglo XIX hasta el siglo XX. Comienza con José Martí y termina con Hugo Chávez —y a lo largo incluye los perfiles de Eva Perón, Che Guevara, Octavio Paz, Gabriel García Márquez y el obispo Samuel Ruiz, entre otros. Estas personas, afirma Krauze, fueron los que sembraron las principales ideas políticas durante este período. Y estas ideas se enfocaron en la hostilidad hacia el individualismo. 

El colectivismo, la igualdad económica, y la socialización del riesgo fueron los temas seleccionados por la filosofía política —y fue la difusión de estas ideas lo que moldeó las normas y valores de sus respectivos países. Ni un solo nombre en esta lista, por cierto, es un empresario. 

Debería agregar que Krauze también incluye a Mario Vargas Llosa en el grupo. Él no es un colectivista pero es la excepción a la regla. El poder de las ideas fue ampliamente entendido entre los intelectuales de izquierda durante todo el siglo XX. Se propusieron conseguir el control de la academia y lo lograron. Considere a Venezuela, donde la izquierda obtuvo el control total de las universidades y en las aulas surgió una nueva narrativa. Le dio la autoridad moral al Estado y denunció al mercado como inmoral. Venezuela está cosechando los frutos de ese adoctrinamiento en la actualidad. 

Millones de estudiantes latinoamericanos alrededor de la región han sido marinados en el mismo guiso. Esta perspectiva —que la redistribución del gobierno es la fuente de justicia y que el mercado es avaro y lleno de fracaso— ha tenido un profundo efecto en el clima político y económico de la región. 

Hoy en día, las ideas del Che Guevara y de Eva Perón han sido desacreditadas. Los socialistas modernos —aquellos que rechazan al comunismo y al fascismo pero apoyan alguna otra forma de colectivismo— no atacan a la empresa privada de frente. Eso sería suicida porque el mercado ha creado tanta prosperidad. 

Ellos, por lo tanto, enfatizan no la riqueza de las naciones, sino la inmoralidad de la desigualdad. Esto, para los socialistas, es la parte más vulnerable del mercado. En sociedades donde la moralidad del mercado es comprensible, defendida vigorosamente e impartida a las mentes jóvenes, a la ética del colectivismo no le va muy bien. 

Pero América Latina muestra lo que puede suceder cuando el mercado no es defendido. Incluso en una sociedad que ha logrado ganancias económicas mediante la adopción de políticas de libre mercado, si la población no está convencida de la legitimidad del mercado, intentará destruir lo que ha alcanzado. 

Considere el caso de Chile, donde desde el año pasado los estudiantes se han desbocado por las calles, haciendo todo tipo de demandas a su gobierno, y acusando a aquellos que no ceden de ser inmorales. La tragedia es que el establishment del país —incluyendo al presidente— no ha sido capaz de presentar una defensa firme. 

Esto ocurre en Chile, el único lugar en la región que ha reducido la pobreza de manera realmente significativa. Debemos estar agradecidos con académicos como José Piñera, quienes han llevado la antorcha de la libertad a Chile. Pero el hecho es que mientras los chilenos son beneficiaros del sistema de mercado, no parecen convencidos de la moralidad de la propiedad privada —y de los diferentes resultados. 

Fuera de Chile, las cosas son aún peores. En la mayor parte de la región, la idea de que la igualdad es la meta fundamental fue transmitida desde las universidades y consagrada en las mismas constituciones. Las constituciones latinoamericanas son de cientos de páginas. Tienen objetivos como garantizar el desarrollo nacional, la erradicación de la pobreza y la protección del patrimonio cultural. La Constitución de Brasil de 1988 establece derechos constitucionales para todo, desde la educación a la salud. Garantiza salarios mínimos, bonos de fin de año y vacaciones pagadas. La sección dedicada al deporte especifica que «el gobierno incentivará el ocio como una forma de promoción social». Por supuesto, ¿quién podría oponerse si la meta principal es igualar al niño pobre con el empresario rico? 

El problema con una constitución que garantiza la igualdad de resultados es que no puede proteger los derechos individuales. Le da al gobierno no solo el poder, sino la obligaciónde utilizar la coerción hacia ese fin. El problema fundamental con el desarrollo de América Latina es la falta de libertad que emana de los mandatos constitucionales, los cuales se inmiscuyen en cada aspecto la acción humana. Lo que estoy describiendo se origina en la clase intelectual, por supuesto, pero muchas de estas malas ideas en América Latina ganaron influencia porque la clase empresarial las ha apoyado. 

La Constitución venezolana de 1961 fue, en su mayor parte, un documento bastante sólido. Pero las facciones, como las hubiese llamado James Madison, comenzaron a desarticularla. La clase empresarial jugó un papel clave. El periodista venezolano Carlos Ball describió el proceso así: «Muchos en la comunidad de negocios no se rebelaron contra la creciente intromisión del Estado porque vieron que era más fácil convencer a un ministro del gabinete que a un mercado de consumidores. Nunca olvidaré ver a empresarios venezolanos celebrando la nacionalización de las compañías petroleras extranjeras, sin darse cuenta que pronto los políticos irían tras ellos con más controles, regulaciones e impuestos». 

La lección es que cuando el Estado se apodera de la autoridad moral en materia de decisiones personales, no hay fin a las medidas que tomará para restringir la libertad en el nombre de la justicia social. Nuestros vecinos del sur lo han demostrado. Usted puede pensar que esto no puede suceder en EE.UU. Desafortunadamente, yo estoy muy lejos de estar convencida. Este artículo fue publicado originalmente en el Cato Policy Report (EE.UU.) en inglés, edición de mayo/junio de 2012. Origen: Consecuencias de considerar inmoral al mercado y moral al Estado | elcato.org

Mary Anastasia O'Grady
O'Grady@wsj.com
@MaryAnastasiaOG
Wall Street Journal
Blog de Mary Anastasia O'Grady
Nueva York - Estados Unidos

JUAN RAMON RALLO: ¿QUÉ ES SER LIBERAL?. PRINCIPIOS LIBERALES. DESDE ESPAÑA

Liberal es un adjetivo que se aplica a quien es partidario de la libertad, o que es generoso, o abierto y tolerante, o que se identifica con el liberalismo como ideología política o teoría económica. . 

Es decir que el liberal también puede llamarse libertario pues es un amante de la libertad individual y colectiva. En plabras de Mario Vargas Llosa: El liberal que yo trato de ser cree que la libertad es el valor supremo, ya que gracias a la libertad la humanidad ha podido progresar desde la caverna primitiva hasta el viaje a las estrellas y la revolución informática, desde las formas de asociación colectivista y despótica, hasta la democracia representativa. 

Los fundamentos de la libertad son la propiedad privada y el Estado de Derecho, el sistema que garantiza las menores formas de injusticia, que produce mayor progreso material y cultural, que más ataja la violencia y el que respeta más los derechos humanos. 

Para esa concepción del liberalismo, la libertad es una sola y la libertad política y la libertad económica son inseparables, como el anverso y el reverso de una medalla. 

Por no haberlo entendido así, han fracasado tantas veces los intentos democráticos en América latina. Porque las democracias que comenzaban a alborear luego de las dictaduras respetaban la libertad política pero rechazaban la libertad económica, lo que, inevitablemente, producía más pobreza, ineficiencia y corrupción, o porque se instalaban gobiernos autoritarios, convencidos de que sólo un régimen de mano dura y represora podía garantizar el funcionamiento del mercado libre. 

Esta es una peligrosa falacia. Nunca ha sido así y por eso todas las dictaduras latinoamericanas “desarrollistas” fracasaron, porque no hay economía libre que funcione sin un sistema judicial independiente y eficiente, ni reformas que tengan éxito si se emprenden sin la fiscalización y la crítica que sólo la democracia permite. 

Hay qué es ser liberal de verdad y no solo de fachada.  Pero, cómo se llega a ese marco jurídico? Respetando una serie de principios básicos, en concreto diez, y que son de los que Rallo habla en su obra. Por un lado, el liberalismo se asienta sobre dos presupuestos éticos: el individualismo político y la igualdad jurídica. Después, se basa en cuatro pilares en forma de derechos, que son libertad, propiedad, contratos y reparación del daño. Además, debe habilitar la existencia de tres instituciones esenciales para la cooperación social: la libre asociación civil, el libre mercado y el gobierno limitado. Y todo lo anterior debe aplicarlo al conjunto de la humanidad por medio de la globalización.

Juan Ramon Rallo
info@juandemariana.org
@juanrallo
Instituto Juan de Mariana
España

ARIEL PEÑA: EL FUTURO DEL SINDICALISMO EN COLOMBIA. DESDE COLOMBIA

Después de que Hugo Chávez se tomó el poder en Venezuela, ante la rebeldía de la mayoría del movimiento sindical frente a su gobierno, el dictador arremetió en contra de la autonomía y afirmó: “ la revolución no necesita de los sindicatos”, desatando una persecución feroz hacia los dirigentes que no se plegaron a su proyecto totalitario; y en Colombia a raíz del triunfo de Gustavo Petro el pasado 19 de junio, se empiezan a ver fracturas internas dentro del sindicalismo, como lo destacan diferentes medios de comunicación, por la llegada del Pacto Histórico al poder; dichas contradicciones no solo se dan por razones burocráticas, sino también por diferencias ideológicas y políticas; de ahí que de cara al futuro del sindicalismo en Colombia se deben organizar foros y encuentros a corto plazo, para dilucidar lo que le espera al movimiento de los trabajadores en materia de libertad sindical, especialmente.

Es evidente que dentro de la Reforma Tributaria del próximo gobierno, se pretende recaudar un 5,5% del PIB, que implica conseguir más de 55 billones de pesos, en consecuencia personas de las capas medias y bajas de la población tendrán que pagar más impuestos; de modo que así como el sindicalismo en el pasado se movilizó para rechazar las iniciativas lacerantes en contra del bolsillo de los colombianos, ahora no puede haber excusas de tipo retorico burocrático, para no hacer lo mismo; además hay que estar alerta en asuntos como el de las pensiones, los hidrocarburos, la capacidad energética, el estatuto del trabajo (artículo 53 de la Constitución Política de Colombia), el sistema de salud, la reforma a los créditos de vivienda, y el incremento del IVA, entre otros temas.

Debido a que no se puede renunciar a la independencia sindical en ningún gobierno, puesto que las organizaciones obreras especialmente las de tercer grado que es el caso de las centrales, bajo ninguna circunstancia se tienen que convertir en gobierneras, sin importar el signo ideológico de

quien esté en el manejo del estado; dado que es aberrante imitar a la Central de Trabajadores de Cuba que es un simple apéndice del partido comunista, igual sucede con la Federación Nacional de Sindicatos de China, la Federación de Sindicatos de Norcorea y la Confederación General del Trabajo de Vietnam, teniendo como común denominador en esos países, que las centrales mencionadas son las únicas que existen, ya que no hay ninguna clase de disenso, puesto que son manejadas por las dictaduras marxistas, a lo que se debe agregar el remedo de sindicalismo que tiene la tiranía de Venezuela con su Central Bolivariana Socialista de Trabajadores, debido a lo cual para el caso colombiano la mejor manera de impulsar la lucha social se hace conservando la autonomía del sindicalismo en el gobierno petrista.

Es una traza de la secta marxista-leninista, confundir la lucha social que es inherente a los seres humanos con la lucha de clases, sofisma del comunismo totalitario, para crear una asimetría maquiavélica y así confundir a las personas y sembrar el odio buscando satisfacer sus apetitos burocráticos. El “sindicalismo clasista” es una invención para vender la idea de que la doctrina de los trabajadores como por arte de magia es la marxista, ello constituye un exabrupto que ofende la democracia, la independencia y el pluralismo que son los pilares del movimiento de los trabajadores.

Las contradicciones entre el capital y el trabajo con las que se desgañitan los miembros de la gruperia, recibió una fuerte bofetada hace 44 años, cuando el partido comunista chino se alió con las grandes transnacionales especialmente las norteamericanas, para desarrollar una gigantesca producción manufacturera en el país asiático, lo que tiró por la borda la tan cacareada contradicción, puesto que la esencia del marxismo es tener la hegemonía en el poder político sin importar el precio; por eso Zhou Enlai y después Deng Xiaoping líderes chinos supieron discernir que la economía centralizada y estatista eran un fracaso y tomaron el camino de la economía de mercado, lo que deja sin argumentos aquellos que todavía insisten en la discordancia entre el capital y el trabajo.

Los dogmas económicos y políticos del señor Karl Marx quedan desvirtuados con lo sucedido en China y en otras partes del mundo, porque es el colmo de la testarudez que una doctrina que desde sus comienzos en el siglo XlX fue repudiada por los trabajadores, pero que mediante la mentira y la violencia se tomó gobiernos en algunos países de la tierra en el siglo pasado, fracasando estruendosamente con la caída del muro de Berlín y la debacle de la URSS, todavía los seguidores de esa doctrina de manera supersticiosa insistan en un sistema que para lo único que sirve es para montar camarillas genocidas y burocráticas que envilecen a los pueblos mediante el crimen y la tortura, como ocurre en Cuba, Norcorea, Venezuela y Nicaragua.

El denominado “sindicalismo clasista” que tanto promocionan las fuerzas totalitarias marxistas, no es más que una entelequia que pretende convertir al movimiento de los trabajadores en correa de transmisión del comunismo quitándole su autonomía, siguiendo las enseñanzas de Marx quien planteaba que los obreros no debían tener ideología sino conciencia de clase, lo que lleva a que los trabajadores con sus organizaciones se convirtieran en simples rebaños de las élites comunistas, negando el carácter libertario impreso desde los albores en las primeras luchas sindicales, siendo el caso más emblemático el de los Mártires de Chicago en 1886, quienes abrazaban los ideales anarquistas que eran contrarios al absolutismo marxista.

Cuantas veces sea necesario hay que reiterar, que el marxismo jamás puede ser un precepto para la lucha de los trabajadores, ni mucho menos la brújula que guía hacia un mundo mejor, sino que como secta perversa lo que busca es subyugar a los pueblos mediante lineamientos totalitarios, que necesariamente conducen a la esclavitud, culmen del comunismo para avasallar a las naciones, como lo ha demostrado durante su tenebrosa existencia.

No se puede ignorar que en Colombia el marxismo-leninismo con sus bandas armadas ha sido uno de los principales predadores del sindicalismo, asesinando a cientos de líderes en las ultimas 6 décadas, de ello se han encargado las Farc y el Eln, principalmente, pero sin olvidar el magnicidio de José Raquel Mercado en 1976 presidente de la CTC por parte del M-19, quien con este crimen buscaba amedrentar a los dirigentes sindicales que no seguían las orientaciones del comunismo.

El sindicalismo en toda su concepción tiene que ser democrático y pluralista, obviando el término clasista.

Ariel Peña
arielpena49@yahoo.com
@arielpenaG
Colombia

CARLOS RAUL HERNANDEZ: EL ESPEJISMO. DESDE VENEZUELA

La democracia contemporánea surge de la asociación de dos principios contradictorios: la democracia clásica, basada en la voluntad autoritaria de la mayoría, y la libertad de los modernos de Benjamín Constant, que preserva a las personas individuales, las minorías y sus derechos, frente al poder de los muchos. Esa fusión es la democracia representativa, liberal, o constitucional, conquista del siglo XIX, que rechazaron marxistas, anarquistas, comunistas y parte de los socialistas en los últimos dos siglos, y los difusores de ideas de segunda mano, que ven en la fuerza el mecanismo expedito de gobierno. El autoritarismo “participativo” es la ficción de una dictadura del proletariado, consejista, “a nombre del pueblo”, pero ejercida por los jefes revolucionarios, y finalmente por el jefe, como bolcheviques, nacionalsocialistas, fascistas. Estas ideológicas utópicas, finalísticas, seudo “plebeyas”, fueron las más terribles porque se proponen cambiar la naturaleza humana y sociedad para crear hombres nuevos por la vía del poder total. Otros ejercen la autocracia pura y simple del déspota normal o ilustrado, sin adornos ideológicos.

Es exactamente lo mismo proclamarse comunista que nacionalsocialista. Es abrazar ideológicamente la violencia, la persecución, el poder total y la muerte como sistema de vida. Ambos coinciden en acabar de raíz con la sociedad abierta, y la primera tarea es destruir sus valores, hacer que la ciudadanía los repudie y se proponga hacer una nueva sociedad, con el castigo a los “culpables”. Desde la reacción antidemocrática “de derecha”, F. Nietzsche escribe que el cristianismo corrompió las bases de la civilización al reivindicar a los pobres, débiles, enfermos, impidiendo así que la ley natural los exterminara para que reinara el super hombre, el revolucionario. Habló de “la transvaloración de los valores”, demoler los fundamentos morales del orden, invertir los contenidos del bien y el mal, lo legal y lo ilegal, lo moral e inmoral, justo e injusto, generoso y egoísta. El nacional-socialismo aplica a su gusto los planteamientos. Nietzsche no era antisemita y para él los débiles eran una categoría mucho más amplia que los judíos, y por ello se distancia de su maestro Wagner.

Hitler convenció a los alemanes de que la sociedad estaba podrida y con el pueblo haría la transvaloración de los valores. La misma idea pero desde la izquierda revolucionaria, es lo que llama Antonio Gramsci la revolución intelectual y moral, pre requisito para el triunfo del socialismo. Consiste en que, la revolución se impondrá cuando una masa crítica de la ciudadanía desprecie la “vieja sociedad”, sus principios políticos, sociales y morales, y se convenza de la necesidad de una nueva. Ambos autores entienden que la estabilidad del orden político no depende de variables económicas (riqueza o miseria, progreso o estancamiento) o sociales (bienestar, distribución de la riqueza, satisfacción de necesidades) sino de qué los revolucionarios logren poner en cuestión esos valores y romper el “consenso” que sostiene la sociedad. El pensamiento último de Gramsci conduce prácticamente a la socialdemocracia, pero esta tesis ayuda a entender acontecimientos actuales de otra manera inextricables.

Por ejemplo, que el factor determinante de los procesos de cambio no es la economía sino la política, que el partido de la revolución logre convencer a la gente de que vive en el infierno. La desestabilización de la democracia venezolana se produjo durante su primavera, entre 1989-93, cuando corregía errores y florecía en lo político, económico y social. Todavía hay gente ilustrada y de buena intención que cree recordar a la Venezuela democrática como un país aberrante y corrupto y piensa que su fin de alguna manera se explica por los vicios, sin captar que la desestabilización no fue contra éstos, sino contra el programa rectificaciones que rechazó parte de las élites. Crecimiento económico más alto del mundo, un gabinete éticamente impecable y altamente calificado, reformas democratizadoras esenciales, elección de gobernadores y alcaldes, reforma del régimen municipal, apertura económica, reconversión industrial ocupación masiva de la mano de obra.

Pero un grupo de bachilleres semi ilustrados dirigido por notables doctores, empresarios, políticos realengos y gerentes de medios, convencieron a los factores de poder de que el país era un burdel y decapitaron la democracia. La carencia de liderazgo medianamente apto hizo que parte del sistema político de partidos se incorporara a la prédica antisistema, pretendiera hacerse “amiga” de la desestabilización y la promovieron ampliamente desde los mismos partidos del sistema. Creyeron que serían premiados por los desestabilizadores y asistirían al reparto de caramelos. Lograron la “revolución intelectual y moral”, “trasvalorar los valores”, crear un espejismo ideológico sobre parte de las clases medias y las élites, pero no sobre la mayoría que se mantuvo por un tiempo fiel al sistema, pese a su suicidio. Ha ocurrido en muchos países que se juegan lo que han conquistado, aunque el “progresismo” parce estar aterrizando en la realidad.

Carlos Raul Hernandez
carlosraulhernandez@gmail.com
@CarlosRaulHer
Venezuela

JOSE LOMBARDI: CHINA IMPERIAL. DESDE VENEZUELA

Para entender el comportamiento de la sociedad china debemos trasladarnos en primer termino a sus grandes pensadores, entre ellos Confucio, quien con la expresión “todo bajo el cielo” sembró la cultura supremacista del “pueblo elegido”, un centro en donde comienza y termina la humanidad, idea sembrada además en el ideario popular, creando de esta manera la cultura de superioridad sobre otros pueblos.

Con el transcurrir del tiempo, buenos y malos periodos, China no renuncia a sus convicciones imperiales, por eso el “todo bajo el cielo” sigue vigente y además potenciado con las doctrinas modernas adoptadas por sus tres últimos grandes lideres, Mao Zedong, Deng Xiaoping y Xi Jinping, cada uno con su estilo característico, pero todos enmarcados en un acuerdo y estrategia nacional basados en “Un país, dos sistemas” y el “desarrollo pacífico”.

Estas tres grandes líneas de pensamiento y acción resumen a la China de hoy e indican hacia dónde quieren llegar, han sido perseverantes, pacientes y obedientes en no desviarse del camino, los resultados confirman que se encuentran en la ruta correcta y por eso el año 2050 lo han decretado como el año en donde se convertirán en la más grande potencia e imperio del siglo 21, aspiración que seguramente tendrá resistencia de las otras grandes potencias mundiales, quienes se lo harán difícil.

El gran imperio del siglo 20 ha sido Estados Unidos y sus aliados, sin embargo, hoy China es capaz de sentarse frente a frente con estos y competir, una rivalidad “tragicómica” porque fue Estados Unidos quien hizo posible esta alianza que ha permitido el ascenso vertiginoso chino. China jamás hubiese podido conseguir el lugar que ocupa hoy sin las inversiones occidentales, el capitalismo en su objetivo de maximizar ganancias, pensó que las bondades ofrecidas por China, de una mano de obra barata, sumisa y controlada podía servirle para sus intereses económicos pero el resultado final indica que el mejor beneficiado fue China, quienes con inteligencia se adueñaron de tecnología y conocimiento para desarrollar industrias y productos que hoy compiten con ellos y que inclusive hoy los superan, la tecnología 5G o los misiles hipersónicos son una muestra de ello.

Situación está que nos obliga a revisar el sistema capitalista y su relación con los sistemas políticos, porque demuestra que esta puede servir sin problema a sistemas autoritarios brindándole así provechosos beneficios económicos para consolidar sistemas antidemocráticos que terminan poniendo en riesgo las libertades humanas, hoy garantizadas por la Democracia.

Después de múltiples debates y lecturas he llegado a la conclusión que uno de los promotores de la invasión de Rusia sobre Ucrania fue China, no es casual que días antes del inicio del conflicto los dos grandes lideres de ambos países se hayan estrechado las manos en señal de “buenos amigos” además de firmar varios documentos de cooperación, reforzando lazos que han venido construyendo en los últimos tiempos, los une un sentimiento antidemocrático y el deseo de desplazar a Estados Unidos como primera potencia mundial.

El conflicto no ha beneficiado a Rusia pero tampoco a Occidente, sin embargo China a pesar de la desaceleración económica mundial sigue siendo el gran ganador, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), las previsiones de crecimiento del 2022 y 2023 serán para China el doble de lo que se espera para el resto del mundo, de tal manera que la sociedad democrática mundial debe revisar toda esta situación con mucha cautela para buscar mecanismos que puedan frenar sistemas políticos autoritarios y así no pongan en peligro la economía mundial y la Democracia, todo un reto cuyos únicos adversarios son radicalismos y extremos inoculados por los propios sistemas autoritarios, una trampa en la que no se puede caer, la Democracia contraria al autoritarismo es tolerancia, acuerdo y sobre todo respeto a la Dignidad Humana.

Jose Lombardi
jjlombardiboscan@gmail.com
@lombardijose
Venezuela

JULIO CÉSAR ARREAZA B. : SUMA Y SIGUE. DESDE VENEZUELA

Javier Tarazona es un ciudadano ejemplar que lucha por un país en paz y democrático, y lo mantienen cruel e injustamente preso, violándole incluso hasta el derecho a la salud. Prueba de que el espacio cívico se reduce cada día.

Suma y sigue, hay más de 300 presos políticos. Continúan las ejecuciones, desapariciones, detenciones, torturas, represión y persecución a grupos políticos. Prevalece la impunidad por la sistemática violación de los derechos humanos.

Suma y sigue, no hay investigación de la cadena de mando en el caso de los asesinatos de Fernando Albán y el capitán Acosta Arévalo. Tres años de funcionamiento lleva la oficina de la señora Bachelet, y hasta el momento no ha servido para nada. Se despide del cargo de alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, sin pena ni gloria, con más pena opinamos nosotros. Suma y sigue, la monumental e ilegal interceptación de las comunicaciones privadas sin órdenes judiciales. Estamos ante un claro instrumento autoritario de vigilancia masiva con control social y político. Ha sido afectado el fundamental derecho a la privacidad y lo más cercano a ella: la integridad humana, que a su vez limita el ejercicio de otros derechos como son la libertad de expresión, opinión e información. Lesiona el derecho al trabajo entre abogados y representados. No hablemos del abierto bloqueo de páginas web. Telefónica ha dado la cara con su informe, y de esta manera evita el costo reputacional de ocultar actos expresos de violaciones de los derechos humanos.

El régimen impresentable ordena la vida y el poder y controla la verdad a través de la mentira que constituye su ser intrínseco. El camino del fracaso lleva 23 años. Son una cuadrilla inepta de demolición institucional de la república y la nación.

El galáctico y su heredero fragmentaron la sociedad y dejan una tierra arrasada. Utilizaron la democracia para desmontar el Estado y carcomer las bases republicanas de la nación para montar el parapeto comunal.

La política va y viene, pero la verdad siempre resplandece. La libertad se abre camino en los peores contextos enarbolando que la vida es un valor innegociable. La república es un principio y la democracia (mecanismo para escoger al gobernante) es un valor que potencia el principio que postula: la ley se aplica a todos, separación de poderes, justicia independiente con jueces capaces e íntegros, alternabilidad en el poder, respeto a la libertad individual y la formación y promoción de una conciencia institucional. La república es el nicho donde se desarrolla la democracia.

El destino de Venezuela está en nuestras manos. Nos toca resistir y nadar contra la corriente. Entendemos a la política como ejercicio y entrega para tocar y cambiar vidas mirando hacia el bien común. Los malos perdieron la calle. Nos corresponde elegir una dirigencia renovada que se conecte y apueste al ciudadano. La nueva estrategia es para ya, no para el 2024, como se empeñan quienes por su perdición y pudrición seguir jugando con las convencionalidades de la corporación criminal.

¡Libertad para Javier Tarazona! ¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados!

Julio César Arreaza
juliocareaza@gmail.com
@JulioCArreaza
Venezuela