domingo, 30 de enero de 2022

ESPECIAL DEL DOMINGO 30/01/2022. EL REPUBLICANO LIBERAL. NI ESTADO FALLIDO NI OPOSICION FRACASADA

ESPECIAL DEL DOMINGO 30/01/2022. 

EL REPUBLICANO LIBERAL

NI ESTADO FALLIDO NI OPOSICION FRACASADA

QUIEN ES FALLIDO: EL QUE NO RESUELVE 

QUIEN FRACASA: EL QUE NO LOGRA LOS OBJETIVOS QUE SE PROPONE

CARLOS PADILLA @CARPA1301


ESTADO FALLIDO



El término Estado fallido es empleado por periodistas y comentaristas políticos para describir un Estado soberano que, se considera, ha fallado en garantizar el acceso a servicios básicos a su población. Se mide el fracaso de un estado con los siguientes parámetros:

1.- Corrupción política e ineficacia judicial.
2.- Sobrepoblación y contaminación.
3.- Altos niveles de criminalidad e inseguridad ciudadana.
4.- Altos niveles de informalidad, pobreza y pobreza extrema.
5.- Crisis económicas, inflación y desempleo.
6.- Fuga de talento (emigración altamente cualificada).
7.- Bajos porcentajes de personas con educación superior.
8.- Gran parte de la población con la primaria y/o secundaria incompleta.
Pérdida de control físico del territorio, o del monopolio en el uso legítimo de la fuerza.
9.- Incapacidad de responder a emergencias nacionales.
10.- Vulnerabilidad frente a desastres naturales.
11.- Incapacidad para suministrar servicios básicos.
12.- Incapacidad para interactuar con otros Estados, como miembro pleno de la comunidad internacional.

En un sentido amplio, el término se usa para describir un Estado que se ha hecho ineficaz, teniendo sólo un control nominal sobre su territorio, en el sentido de tener grupos armados (e incluso desarmados) desafiando directamente la autoridad del Estado, una burocracia insostemible e interferencia militar en la política.

De acuerdo a lo anterior usted decida si Venezuela es o no un Estado Fallido


https://es.wikipedia.org/wiki/Estado_fallido
Wikipedia en español
@eswikipedia


OPOSICION FRACASADA

Pese a la peor crisis en la historia del país, la oposición venezolana no encuentra la forma de apartar del poder a Nicolás Maduro. La confianza en que el derrumbe económico haría crujir las bases de apoyo político-militar del chavismo se mostró nuevamente excesiva tras el nuevo ciclo iniciado con la (auto)proclamación de Juan Guaidó como «presidente encargado», un cargo que no aparece en la Constitución. Al cabo de unas semanas de exitismo, el gobierno parece haber recuperado parcialmente el control de la situación y la oposición se encuentra ante el dilema de participar, debilitada, de una nueva mesa de diálogo.


Manuel Sutherland

Venezuela: ¿por qué volvió a fracasar la oposición?

https://nuso.org/articulo/venezuela-por-que-volvio-fracasar-la-oposicion/

En 2019 la oposición venezolana tuvo su mejor febrero en años. De manera fulgurante, el presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, ascendió al Olimpo de la alicaída política venezolana con su (auto)proclamación como presidente «encargado». En ese mes apareció en las portadas de los diarios más importantes del mundo. Pero cinco meses después, tras los aclamados sucesos relativos a la «ayuda humanitaria» y la intentona de alzamiento militar, el panorama parece muy distante del optimismo opositor de esas jornadas. La esperanza de un derrocamiento fácil y rápido del régimen de Nicolás Maduro parece haberse anegado, otra vez, en un mar de deslices políticos, con un activo, pero no menos errático, apoyo internacional. ¿Cómo pudo desvanecerse el enésimo intento de correr al chavismo del poder?

Un 2019 auspicioso para una oposición alicaída

El 10 de enero de 2019 se llevó a cabo el acto de proclamación de Maduro para un segundo periodo presidencial, de acuerdo con los resultados de las elecciones adelantadas del 20 de mayo de 2018, que la oposición había tachado de fraudulentas debido, principalmente, a que el gobierno impidió la inscripción de los candidatos con cierta posibilidad de triunfo. Solo dejó participar a postulantes que en las encuestas mostraban escaso potencial electoral. Quizás por ello participó apenas 46% del padrón electoral; fue la abstención en elecciones presidenciales más alta de la historia reciente. Los grupos de poder no quisieron negociar con el candidato a quien el gobierno dejó inscribir, Henry Falcón, y abandonaron de plano la lucha electoral sin ninguna propuesta alternativa en el horizonte. Debido a esto, la oposición tachó a Maduro de «usurpador» y denunció que a partir del 10 de enero de 2019 Venezuela quedó bajo una presidencia ilegítima que el mundo no debía reconocer.

En el corazón del plan de desconocimiento, la oposición se rearmó en torno de la denuncia de usurpación y, al mismo tiempo, de vacío de poder en el país. Con ello, empezó a difundir la necesidad de juramentar a Guaidó, en ese entonces escasamente conocido, como presidente de la nación. Para ello se amparaban en el artículo 233 de la Constitución, que establece los criterios a seguir ante las «faltas absolutas» del presidente. En realidad, estas se originan en muerte, renuncia, destitución decretada por el Tribunal Superior de Justicia (tsj), incapacidad física o mental permanente. En estos casos, si la ausencia se produce antes de que el presidente pueda tomar posesión de su cargo, el presidente de la Asamblea Nacional debe asumir el cargo. Si ocurre después, debe hacerlo el vicepresidente, con la misión de llamar a elecciones en los siguientes 30 días, como efectivamente sucedió cuando Hugo Chávez murió el 5 de marzo de 2013.

Blandiendo el artículo 233 y una interpretación sui generis, la oposición determinó que había una especie de usurpación y «falta absoluta», al mismo tiempo, en la silla presidencial. Por ende, también argumentó, con suma laxitud, que la toma de posesión fue ilegítima y, por ende, no existió. De allí derivó la «legitimidad» de Guaidó. Aunque nadie entendió muy bien esta exégesis de la Constitución, se suscitó una enorme algarabía en las filas opositoras. Esa alegría se sustentaba en una serie de apoyos mediáticos del ala más conservadora de la derecha estadounidense y en un fervoroso impulso del presidente Donald Trump. Ello desembocó en un juramento realizado en una plaza luego de una multitudinaria marcha realizada el 23 de enero, fecha emblemática para la democracia venezolana por el fin de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Aunque la figura de «presidente encargado» no exista en la Constitución, Trump y una serie de gobiernos salieron de inmediato a reconocerlo formalmente y con un renovado entusiasmo.

De ahí en adelante vino una retahíla de portadas de medios internacionales que aplaudieron y arroparon al joven «presidente». El equipo de Guaidó elaboró un traslúcido mantra de gran simpleza: 1. cese de la usurpación; 2. gobierno de transición y 3. elecciones libres. Una línea con nueve palabras y una gran claridad. El gobierno estadounidense amenazó al chavismo si se atrevía a «tocar» a Guaidó. La frase «todas las opciones están sobre la mesa» se hizo viral, en relación con la posibilidad de una invasión militar estadounidense al estilo del Día d, o, alternativamente, como operación quirúrgica al estilo de la invasión a Panamá. La posibilidad de una invasión, que nunca será incruenta, se hizo cada vez más popular entre muchos opositores sin una reflexión sobre las consecuencias de una potencial acción bélica. Guaidó insistía en que nadie le teme a una guerra civil y en que la opción de la intervención no estaba descartada.

Un caballo de Troya sin ruedas

En la «comunidad internacional» corrían ríos de tinta tratando de explicar algo tan sencillo como el misterio de la Trinidad. Los más connotados analistas intentaron, como San Agustín a la orilla de la playa, explicar cómo Guaidó era presidente de la República y de la Asamblea Nacional; en qué consistía la usurpación y una «falta absoluta» que, de existir, obligaba a llamar a elecciones presidenciales en febrero de 2019. En medio de estas disquisiciones, la gente empezó a impacientarse, ya que la vertiginosa ruta de salida de Maduro, alimentada irresponsablemente por ensueños de la Casa Blanca y por guerreristas venezolanos en el exilio, parecía perderse en una retórica tan combativa como estéril.

La ignorancia de Trump y la «comunidad internacional» sobre la especificidad del caso venezolano es monumental. Parecen limitarse a leer los informes interesados de los políticos opositores que les piden grandes cantidades de dinero y les ofrecen pronósticos excesivamente optimistas. Los análisis que traducen erróneamente el gigantesco desastre económico como debilidad política llevaron a Trump a pensar en una fácil y rápida victoria sobre el chavismo y a evadir el hecho de que el gobierno lleva 20 años aprendiendo a resistir profesionalmente y que cuenta con macizos apoyos políticos, económicos y militares de China, Rusia, Irán, Cuba y Turquía. La ferocidad mediática de la «comunidad internacional» es inversamente proporcional a su conocimiento de la situación concreta de Venezuela.

A mediados de febrero, el entusiasmo ya mermaba ligeramente. Los objetivos parecían lejos de haberse cumplido y la oposición no encontraba una ruta clara. En ese desbarajuste emergió la idea de convertir la necesaria ayuda humanitaria en una especie de desembarco de Normandía contra la usurpación. De ese modo se especuló con meter a militares disidentes dentro de los camiones de la ayuda humanitaria, con esconder armas dentro de las cajas de comida o con hacer pasar los camiones a la fuerza para que miles de personas se montasen en ellos y redimieran a la población del yugo «comunista». En el plano internacional, el operativo se vendió como una nueva caída del Muro de Berlín impulsada por la presencia de presidentes como Sebastián Piñera, Iván Duque y Mario Abdo, quienes se apersonaron en Cúcuta, del lado colombiano de la frontera, pensando que iban a presenciar un desplome glorioso de la opresión.

Este espejismo pintaba muy mal cuando las organizaciones especialistas en ayuda humanitaria, como la Cruz Roja, se divorciaron del proyecto y denunciaron lo innegable: la ayuda humanitaria no puede ser empleada como una cuña para tumbar a un gobierno; más bien, debía tener el consentimiento del gobierno y su cooperación para poder ingresar. Pensar que la entrada de cuatro o cinco camiones cargados con mercancías de diversa índole y acompañados por jóvenes con bombas molotov y resorteras traería el «fin de la usurpación» era asombrosamente ingenuo. Los pasos de la entrada de la ayuda humanitaria quedaban a más de 20 horas de la capital, incluso yendo a buen ritmo. Creer que esa gesta causaría una deserción masiva de militares que se pondrían a la orden de «la Libertad» era aún menos esperable, por más ofertas monetarias que hubiera y que luego ni siquiera fueron honradas.

Como era de esperar, la operación fue un fracaso estrepitoso. Los camiones no entraron y las masas que debían poner el cuerpo por la entrada de la ayuda tampoco aparecieron. En ese marco, la oposición trató de explotar el incidente de la quema de uno de los camiones. Cientos de medios de comunicación salieron a decir que la «policía de Maduro» había quemado los furgones. Guaidó, el asesor de seguridad estadounidense John Bolton y el senador de Florida Marco Rubio salieron a criticar este gesto de malignidad. Pero semanas más tarde, una breve investigación de periodistas del New York Times desmintió esa información. En el video que publicaron aparecía cómo, por accidente, un joven había lanzado la mecha de una molotov sobre las cajas que portaba un camión y había causado el incendio.

Impasse

Desde enero de 2019 se planteó que con sanciones económicas cada vez más fuertes y con multitudinarias marchas iba a ser suficiente para derrocar a un gobierno cívico-militar con gran trabajo de inteligencia y un extendido control social. En otros escritos hemos hablado de la tríada popular clientelar que otorga al gobierno una especie de «biopoder» por el cual la población más depauperada depende cada vez más del gobierno para asegurar su reproducción biológica. Al contrario de lo que se cree, las sanciones económicas no hacen sino cimentar ese vínculo y le otorgan al gobierno una excusa para deshacerse de su responsabilidad por la crisis más fuerte que ha vivido el país en su historia. A pesar de que las primeras sanciones financieras empezaron en agosto de 2017, al gobierno y a la «izquierda lumpenprogresista» les es fácil culpar a las sanciones por los pésimos resultados económicos.

Las protestas de marzo estuvieron fuertemente influenciadas por el colapso del sistema eléctrico nacional. En muchas zonas, la energía eléctrica falló durante varios días seguidos. Aunque el agua, el servicio eléctrico, el gas y la gasolina en las regiones alejadas de la capital habían venido fallando regularmente desde hace años, el hecho de que Caracas se quedara sin luz y sin agua por entre tres y cinco días fue algo inédito. Ello contribuyó a frenar un poco más el leve ímpetu que aclamaba por una invasión e hizo pensar a la gente que, efectivamente, se podía estar peor. Las protestas amainaron y el éxodo de venezolanos cobró un fuerte impulso.

Abril comenzó con un renovado letargo político opositor. Las huelgas generales o paros empresariales (como los realizados en 2001, 2002 y 2003) estaban muy lejos de poder organizarse. El gran empresariado está decididamente quebrado y sobrevive a muy duras penas. Ni hablar del altísimo grado de informalidad en la economía, más la alta cantidad de trabajadores estatales que harían fracasar el paro con cierta rapidez. Eso lo sabían las principales cámaras patronales, que inmediatamente dijeron que no iban a cerrar y que era suicida aventurarse a un lockout en estas condiciones.

La sublevación militar del 30 de abril

El 1o de mayo se había publicitado como otro día de marchas. Por un lado, el «presidente obrero», durante cuyo mandato el salario real disminuyó 92% y que tiene el arrojo de anunciar en tono celebratorio un incremento del salario mensual de 6 a 12 dólares; y por el otro la marcha de Guaidó, quien adoptó el «Plan País» como propuesta económica de un gobierno que no quiere saber nada con un protagonismo obrero. En vista de las últimas marchas, era predecible que no habría mucha gente de la oposición (que suele asumir un discurso anticomunista) celebrando el Día Internacional del Trabajo. El equipo de Guaidó no está a favor de fuertes subidas del salario mínimo. José Guerra, economista líder del Plan País, propone un salario de 20 dólares al mes, llevadero a 30 dólares a mediano plazo, por lo que les resulta difícil levantar las reivindicaciones económicas más elementales que esgrime la amplia base depauperada.

Por estas razones, y al parecer otras de orden más conspirativo, el intento de sublevación en el marco de la «Operación Libertad» se adelantó al 30 de abril, en completo secreto. Es sabido que varios dirigentes de Voluntad Popular (vp), el partido de Guaidó, no sabían del plan. La liberación de Leopoldo López, el líder partidario, de su arresto domiciliario hacía presagiar algo muy importante. Pero pocas horas después, cientos de seguidores se desilusionaron al llegar a la base aérea militar La Carlota, porque vieron con sus propios ojos que Guaidó y los pocos militares insurrectos no habían logrado tomar la base y quedó en evidencia que los militares implicados en la intentona eran muy escasos, con nulo poder de fuego, y que al final solo participaron unas cientos de personas completamente descoordinadas y en total desconocimiento de lo que ahí estaba sucediendo realmente. Es curioso que vp no incluyera en su plan a otros partidos políticos. Y fue así cómo, al final de la tarde, los promotores de la intentona corrieron a refugiarse a las embajadas de Chile, Brasil y España. No hubo combate ni gesta. El fiasco de este plan hundió aún más su proyecto de cambio político.

Un junio lleno de baches

Las últimas marchas han sido poco numerosas, por lo cual Guaidó se ha concentrado en giras por pueblos pequeños y cabildos en espacios reducidos. La última táctica se llama «casa por casa» y, aunque la han seguido algunos pocos líderes de partidos como Primera Justicia (pj), la convocatoria es muy pequeña y el apoyo popular activo parece ser escaso, a pesar de que la mayoría de las encuestas reflejan que Guaidó tiene un muy significativo 40% de intención de voto (Datanálisis) en una eventual contienda electoral.

Un asunto que también mermó (aún más) el apoyo al proyecto de Guaidó fue el generoso pago de 70 millones de dólares por intereses correlativos al bono pdvsa 2020, por parte de una Asamblea Nacional que había estado en desacuerdo con el bono en 2016. El argumento de la Asamblea fue que de ese modo era posible retener en manos del «gobierno» de Guaidó activos venezolanos en Estados Unidos. Pero es contradictorio que quienes pagaran el bono dijeran que ese dinero para citgo es «poco», ya que si el país está en crisis y le urgen los 20 millones de dólares de la ayuda humanitaria, es paradójico que cancelen esos 70 millones de dólares. El asunto central es que Guaidó no ha hecho públicamente nada por obtener una orden ejecutiva de Trump o una resolución de la Organización de las Naciones Unidas (onu) que declare inembargables los activos de Venezuela, lo que permitiría alejar el peligro de confiscación por impago. Algo así se aplicó en la víspera de la genocida invasión a Iraq con la orden ejecutiva 13303 y con la resolución 1483 del Consejo de Seguridad de la onu. A esto se sumaron las denuncias sobre el manejo poco transparente de la ayuda humanitaria. El affaire Cúcuta ha sido devastador para la oposición. La ayuda humanitaria por la cual el pueblo debía arriesgar su vida en la frontera ha sido gestionada de una forma muy similar a la utilizada por el gobierno para manejar la economía, con opacidad y deshonestidad. El propio Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos (oea), ha llamado a abrir una urgente investigación en lo que parece ser un desfalco descarado. En la investigación del medio estadounidense antichavista Panam Post se puede evidenciar una grave malversación de la ayuda humanitaria. El dinero destinado a pagarles a los cerca de 300 militares que desertaron (con sus familias) por esas fechas y se fueron a Cúcuta fue mayoritariamente hurtado. Ello se evidenció en la forma en que los desalojaron de los hoteles y en las quejas de los militares por el incumplimiento de las promesas de remuneración que les había hecho Guaidó. Se cree que en abril ya había más de 1.200 funcionarios que habían desertado en favor de Guaidó y estaban en Colombia. La trama de corrupción ha salpicado directamente al «presidente encargado», quien decidió sustituir a Gaby Arellano y a José Olivares, diputados exiliados desde hace meses en Colombia y de peso en Venezuela, por los desconocidos Rossana Barrera (cuñada de Sergio Vergara, mano derecha de Guaidó) y Kevin Rojas, ambos militantes de vp. Barrera fue acusada de peculado al pasar como propias las facturas de hoteles que estaban siendo pagadas por el gobierno de Colombia y por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (acnur). Luego, habría duplicado la cifra real de desertores y organizado una cena para reunir fondos a través de un correo falso de la «embajada» venezolana (de Guaidó) en Colombia. Se habla de cerca de 100.000 dólares malversados que podrían ser la punta del iceberg de una trama de corrupción develada por el servicio de inteligencia colombiano. Peor aún es que cerca de 60% de la ayuda en alimentos se ha dañado. Es insólito que, en una frontera tan porosa, no se hiciera el más mínimo esfuerzo por distribuir esa comida.

Más difícil de digerir es que la oposición apoye la implementación de las sanciones económicas de eeuu. Gracias a ellas, cerca de 6.000 millones de dólares están siendo retenidos en el extranjero, divisas que podrían usarse para traer medicinas y alimentos. Esto equivale a más o menos 300 veces el total de la «ayuda humanitaria». Es cierto que la administración de parte de ese dinero por el régimen de Maduro podría desviarse en la compra de armas, pago de deudas o corrupción. Pero podrían aplicarse alternativas de gestión multiparticipativa de esos recursos, en las que se involucren organizaciones internacionales como Caritas o la Cruz Roja junto con la onu, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (fao) y venezolanos consensuados por ambos bandos en disputa, para tratar de paliar los efectos de la crisis económica generada por la gestión económica del chavismo y agravada por las draconianas sanciones económicas.

Una nota aparte es el fenómeno de «rebote económico» que con seguridad se dará en el segundo trimestre. Siendo, probablemente, el primer trimestre de 2019 el peor de la historia económica del país, en especial por las prolongadas fallas en el servicio eléctrico y la enorme inestabilidad política, el segundo trimestre podría ser el primero en mostrar números positivos en cinco años, debido a un rebote por la mejoría en los servicios de energía, pero también por una apertura económica gradual, lenta y muy tardía. Por ejemplo, la libre convertibilidad de la moneda ha permitido el ajuste de precios al eliminar de facto los controles estatales (lo que provocó una disminución de la escasez de productos) y esto se ha sumado a la aprobación de la libre circulación del dólar como moneda de pago. Más aún, el Banco Central de Venezuela dejó a mesas de dinero interbancarias la responsabilidad de la fijación del tipo de cambio, que a la sazón debería resultar de la oferta y la demanda de divisas en ese mercado. Todo ello podría desinflar la tesis de la oposición de que un continuo empeoramiento de la situación económica haría inevitable el estallido social que llevan años esperando.

Oslo: un diálogo vergonzante

Las conversaciones en Oslo se vienen desarrollando hace más de un año con miembros del chavismo moderado y con algunos integrantes de la oposición más dialoguista. La novedad es la reciente inclusión del indispensable antichavismo más beligerante. El asunto es que Guaidó y quien lo influye más notoriamente en el terreno mediático, María Corina Machado, llevan años denostando el diálogo, diciendo que esa jamás será la vía para salir de la «dictadura». Para ellos, la única negociación posible es estimar cuál sería la celda de Guantánamo donde vivirían Maduro y sus consortes. Ese empecinamiento deja a la oposición sin salida, ya que una posible invasión ha sido constantemente descartada por el halcón Elliott Abrams, asesor de Trump sobre Venezuela, quien no solo ha dicho que no habrá bombardeos, sino que la ruta es democrática. Incluso ha afirmado que el chavismo debe regresar a la Asamblea Nacional y que entre todos deben construir una transición pacífica.

En los hechos concretos, la oposición no tiene nada con que forzar al chavismo a la rendición y tampoco cuenta con un impulso popular sólido y organizado para ejercer presión política interna. Las sanciones serían lo único que puede afectar al gobierno, pero eso difícilmente alcance para hacerlo cambiar en su aspiración de permanecer eternamente en el poder y concentrarlo de manera absolutista. El asunto clave es que las sanciones las impone eeuu y la negociación más directa sería entre funcionarios de Trump y de Maduro, donde la oposición podría terminar teniendo un peso muy relativo. Y a esto se suma que detrás de Maduro están China, Rusia, Turquía y Cuba. Este último país ha sido acusado de articular la postura chavista en Oslo y de tratar de forzar una transición en la cual el actual ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, encabece un gobierno de transición que garantice la continuidad política del chavismo y la ayuda energética a Cuba. Luego de la transición vendrían elecciones con un nuevo Consejo Nacional Electoral. Todo esto no deja de ser una especulación, pero lo cierto es que los negociadores noruegos tienen una relación cercana con los cubanos, ya que fueron parte del acuerdo logrado en La Habana entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (farc) y el Estado colombiano.

Recientemente se desarrolló una nueva aventura golpista de índole militar. En la tarde del 26 de junio el gobierno declaró, en tono de sorna, que frustró otro intento de alzamiento militar. Apresó a más de 30 militares que enfrentarán cargos de «traición a la patria», acusación generosamente endilgada por jueces chavistas. Según lo que comentan los voceros oficiales, miembros de los partidos vp y pj están involucrados en el caso. Como ha venido pasando, cada sublevación es controlada con una increíble rapidez, lo que desmoraliza más a una fracción de la oposición que a todas luces apuesta por el galgo equivocado e invariablemente pierde con facilidad.

Días después del motín, Maduro contó que el principal conspirador era el general Manuel Cristopher Figuera, ex-director del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (sebin), quien, según él, fue captado por la Central de Inteligencia Americana (cia) y luego dejó a sus tropas solas en la sublevación. Figueras fue quien liberó a Leopoldo López la noche previa al intento de golpe. Producto de esa «gesta», eeuu le revocó la sanción que sobre él se había impuesto y dijo que era «un ejemplo a seguir». Según Maduro, el gestor militar del fallido golpe estuvo trabajando como infiltrado para la cia, lo que podría ser un invento o podría mostrar fisuras dentro del poder militar y de inteligencia que sostiene al gobierno y que ejerce el poder a través de los militares encargados de gestionar ministerios y empresas claves (como Petróleos de Venezuela, pdvsa). La no realización del tradicional desfile militar del 24 de junio, día de la Batalla de Carabobo en 1821 y fecha clave de la independencia, disparó todas las alarmas entre los especialistas en el tema castrense. La realización, en su lugar, de una muy modesta y adusta «parada» ha puesto a pensar a más de uno en tramas palaciegas que parecen estar algo lejanas a la realidad de un gobierno cada vez más militarizado.

La oposición más moderada apuesta al diálogo. El asunto es que no cuenta con apoyo financiero y, por ende, no construye fuerza popular. Por ello, es mediáticamente aplastada por el aparato comunicacional de los que sueñan con una invasión. Una apuesta belicista que vende la caída de Maduro como inminente resulta muy útil para pedir dinero en el extranjero, es una mentirilla que gustosamente compra el anticomunismo internacional que vende la farsa de una Venezuela hundida por ser un socialismo realizado. La continuidad de la crisis les sirve mucho para explotar propaganda antisocialista y aprovechar el auge de la emigración inexorable de millones de personas que desesperadamente huyen de las penurias de la vida cotidiana y la falta de perspectivas.

Mientras una fracción ultraderechista continúe abogando por vías virulentas y amenazando con barrer a oponentes con violentas razzias, los resultados serán cada vez más negativos para el resto de la oposición democrática y pacífica, ya que cada escalada golpista trae tras de sí una derrota y un incremento de la represión. El aumento de la pobreza provocado por las sanciones es un estímulo poderoso para la emigración y esto le conviene muchísimo al régimen, ya que facilita su control social. Con menos habitantes, tiende a haber menor presión sobre los muy subsidiados servicios públicos, menos protestas, más remesas y los recursos de la renta gastados de forma clientelar son más rendidores. Un negocio redondo.

La izquierda crítica sigue siendo un convidado de piedra. Mientras, la izquierda «lumpenprogresista» sigue haciendo buen dinero y sacando jugosos réditos políticos de la solidaridad con Maduro. Atacan con toda justicia y razón las amenazas de invasión militar y las sanciones económicas, pero callan las causas reales de la feroz crisis económica en la que el gobierno y sus aliados de la burguesía importadora-bancaria son los exclusivos responsables. Minimizan el sufrimiento de millones y el estancamiento económico en aras de un abstracto antiimperialismo que hace la vista gorda ante las acciones de exacción y destrucción de recursos naturales que realizan las empresas multinacionales de los países aliados al régimen. El ecocidio que se realiza actualmente en el llamado Arco Minero del Orinoco es solo una de las muestras de esta situación.

Manuel Sutherland
@Marxiando
Es economista y director del Centro de Investigación y Formación Obrera (CIFO), Caracas.
@VzlaLibre125

ACTUALIZACIÓN DE EL REPUBLICANO LIBERAL II: DIARIO DE OPINIÓN, http://elrepublicanoliberalii.blogspot.com HOY DOMINGO 30/01/2022

 


AQUÍ TITULARES DE HOY DOMINGO 30/01/2022, DIARIO DE OPINIÓN, EL REPUBLICANO LIBERAL II, PARA LEER PULSA SOBRE EL TITULAR ESCOGIDO

  

                 HOY -  OPINIONES INTERNACIONALES Y NACIONALES -                                                                          * 30/01/2022 *

MIBELIS ACEVEDO DONÍS: CONTRA EL RETROCESO


LEANDRO RODRÍGUEZ LINÁREZ: ¡GUAIDÓ SE RINDIÓ!


VICENTE BRITO: BUROCRACIA EXCESIVA CON COSTOSOS TRÁMITES

ROMÁN IBARRA: NUEVO GUIÓN







MIBELIS ACEVEDO DONÍS: CONTRA EL RETROCESO

En medio de la crisis global de la democracia liberal, representativa; del ascenso de los neopopulismos y su capacidad para adaptarse al vértigo digital, reinventarse y fortalecerse, los desafíos para los demócratas son cada vez mayores. Uno de ellos apunta a salvar eficazmente la distancia entre la democracia ideal (como debiera ser) y la democracia real (como es). La pregunta siempre es cómo hacer compatibles ambas dimensiones. Y es que el problema del poder no es solamente de titularidad, recuerda Sartori: es sobre todo de ejercicio. De modo que una cosa puede proclamar lo normativo, y otra, la que la praxis termina concretando; especialmente cuando son reglas administradas por regímenes no democráticos, susceptibles por tanto de mutar según convenga al gobernante de turno.

Lo ocurrido con el RR nos retorna a la trampa de la arenga populista, a la falaz competencia que a mediados del siglo XX introdujo esa “otra” democracia, en teoría más “popular” que la representativa. Pero lejos de aquel modelo que Robert Dahl emparejó con la Poliarquía, el “gobierno de muchos”, esa utopía que nadie podía percibir con claridad tras la Cortina de Hierro se licuó junto al derrumbe de los socialismos de Europa del Este. Una redonda demostración del fracaso para ofrecer alternativas a lo que ya existía y funcionaba.

Lamentablemente, el siglo XXI ofreció abono para el resurgimiento de corrientes iliberales, que denostaban de esa democracia producto del pacto “burgués”, “de élites”. Menuda paradoja: pues ese pacto en el caso venezolano promovió el periodo más largo y estable de paz republicana que ha conocido nuestra historia, signada hasta ese momento por la endémica confrontación. Lo que antecedió al paréntesis de sensatez que arrancó en 1958 y expiró en 1998 se compara, según Naudy Suárez, con un cementerio que acoge a los cadáveres de “oportunidades perdidas para el diálogo, el acuerdo y la cohesión”.

Pero sabemos cuán seductor resulta el discurso del neopopulista, con cuánta eficacia logra contrabandear mecanismos de permanencia indefinida en el poder tras promesas de accountability vertical, de rendición de cuentas y vibrante participación protagónica en la llamada democracia directa. La presunta bonhomía de esa democracia plebiscitaria vs los “cocos” de la democracia indirecta (propia de la complejización de la sociedad y la necesidad de aumento de las mediaciones) aparece como un caramelo difícil de ignorar. Y allí se instala, con carácter constitucional, incluso, en el imaginario de encandilados ciudadanos prestos a creer que, ahora sí, podremos ejercer control sobre la gestión de los gobernantes que elegimos, sin mayor oficiosidad de las instituciones.

Sobre mecanismos tan resbaladizos como el revocatorio de mandato o Recall, hay datos que importa escarbar. El hecho, por ejemplo, de que al margen de casos focalizados, donde aplica a cargos a nivel local -18 estados de EEUU, 6 de los 26 cantones de Suiza, algunas provincias en Argentina; en Colombia, Perú o, con variantes, en Cuba, Taiwán, Etiopía, Liechtenstein, Nigeria, entre otros- hasta 2018 sólo fue incorporado en tres constituciones en el mundo, afectando a todos los cargos, incluso el de presidente en ejercicio. Fuera de la reforma constitucional de 2019 en México que este año estrenaría RR contra López Obrador, nos referimos a las Constituciones de la Venezuela de Chávez, en 1999; el Ecuador de Rafael Correa, en 2008; y la Bolivia de Evo Morales, en 2009.

En el marco de administraciones populistas, afectas al socialismo del siglo XXI, el uso de esta fórmula en el caso de Venezuela (2004) y Bolivia (celebrado en 2008, antes de que el mecanismo fuese reglamentado), lejos de apurar la caída en desgracia de Chávez, o de Morales y su VP, García Linera, contribuyó a apuntalarlos. Las crisis que estos sistemas presidencialistas enfrentaron se disolvieron en el caldo de los procedimientos tortuosos, improvisados, ad-hoc, frutos de la enunciación de derechos incumplibles. Prácticas que, sobre todo, se mantuvieron bajo el control de mandatarios cuestionados y sus partidos.

Sospechamos por qué otros países, con democracias sólidas y funcionales, no han caído en la trampa demagógica que tienden estas figuras, ni le dieron rango constitucional. Por desgracia, la apelación a efugios azarosos como el RR, la tarasca de la reelección indefinida o el vicio del eterno recomienzo que consagra la Constituyente y su torcida supra-constitucionalidad, son venenos con los que la revolución bolivariana adulteró el espíritu del gran pacto social. La artera imposición de reglas de juego por parte de un sector circunstancialmente favorecido por mayorías exaltadas, acabó resucitando una y otra vez la perversión que la democracia liberal estaba llamada a contener.

Allí quedan las experiencias de 2004, 2016; también esta última que, bastante más anémica, recién se asomó y extinguió como un soplido sin fuelle. La esperanza es que, más allá de la colección de frustraciones, logremos captar que los embelecos del “legado” siguen vivos y prestos al mordisco. Que retomar el camino de la democracia implica la alianza contra todo retroceso.

Mibelis Acevedo D.
mibelis@hotmail.com
@Mibelis
@ElUniversal
Venezuela

LEANDRO RODRÍGUEZ LINÁREZ: ¡GUAIDÓ SE RINDIÓ!

En 2019 Juan Guaidó se convirtió en el político con mayor apoyo popular en toda la historia de la política venezolana, con una popularidad cercana al 80%, devolvió el optimismo a la política, a la nación, bajo su mantra de finalizar la usurpación del chavismo en el poder, instalación de un gobierno de transición que instaurara el orden constitucional/democrático y, finalmente, elecciones libres.

Cuando ya han pasado 3 años de su cuestionado interinato, su popularidad prácticamente ha desaparecido, comparable con la que ostenta Maduro, prácticamente de un solo dígito. Las razones son más que conocidas, incumplimiento es su encargo y total inoperancia dentro de las fronteras del país.

Así mismo, la AN legítima (2015) y el TSJ legítimo, han sucumbido a este desastre, la omisión ha sido su mal, han desatendido sus funciones contraloras y defensoras de la ley, la democracia, de nuestros recursos, el chavismo continúa obrando a sus anchas y estos “poderes” se mantienen de brazos cruzados incluso internacionalmente. Para colmo de males, el TSJ Legítimo amenaza con demandar a Guaidó por incumplimiento de pagos cuando el Chavismo es el cuarto régimen más corrupto del planeta en la actualidad, acusado de dilapidar la mayor fortuna en la historia de la humanidad luego de la segunda guerra mundial.

Las acciones internacionales del interinato, con relación a las sanciones y a las protecciones a activos de nuestro país hubiesen tenido lugar con o sin él, son acciones reservadas por naciones y bloques de ellas como reacción/reprimenda ante la ruptura del hilo constitucional y democrático en Venezuela, no es un logro propiamente de Guaidó, perdonen nuestra sinceridad.

Ahora bien, estas no son palabras ciegas, desde hace mucho tiempo hemos advertido acerca de quién realmente es el chavismo, la lucha contra este flagelo no es fácil lo sabemos, sobre todo con una población traumada por traiciones de su dirigencia política a pesar de sus ingentes esfuerzos, por sí fuera poco, el levantamiento de otra oposición falsa (Alianza Democrática) complica aún más el panorama.

Lo criticable a Juan Guaidó es que ha reincidido en el mismo error de las “oposiciones anteriores”, ha seguido al calco la ruta del régimen, no ha influenciado haber tenido la popularidad más avasallante y la razón jurídica. Ha caído una y otra vez en los escenarios que prefabrica el castrismo venezolano para resguardar sus intereses: los presuntos diálogos, acuerdos y elecciones en condiciones absurdas.

Ahora bien, recientemente, Guaidó ha declarado que para el 2024 la oposición tendrá su candidato, es decir, ha anunciado su rendición, la usurpación quedará intacta, logrará su cometido y gobernará la otra mitad del periodo restante ¿Es justo para quienes dieron sus vidas por el rescate de nuestra libertad? ¡Ganaron quienes han destruido al país!

Lo más absurdo de todos los “líderes” políticos dizques opositores de llamar tan anticipadamente a las presidenciales 2024 es que creen, para esa fecha, el chavismo permitirá elecciones libres y justas… o son cómplices descarados o sencillamente idiotas irremediables.

Lo hemos dicho, la oposición que requiere el momento histórico debe ser una aguerrida, que a sabiendas del faraónico rechazo al régimen y de su inconstitucionalidad, sepa imponer la agenda política nacional, que sepa amalgamar nuevamente a los venezolanos y (así como lo hace el régimen) sepa hilvanar estrategias con sus aliados foráneos. Mientras se siga siendo democrático con quien no lo es, mientras se continúe siguiendo la agenda del régimen solo veremos desenlaces políticos donde el régimen se frota las manos.

Leandro Rodríguez Linárez
leandrotango@gmail.com
@leandrotango
Venezuela

ANTONIO JOSÉ MONAGAS: ¿SER REVOLUCIONARIO?

Ante tan estrafalaria pregunta, muchas respuestas pudieran repararse dentro del sacudido mundo de la política venezolana. Sin embargo, pareciera interesante dar con alguna de ellas que recogiera parte importante de todo cuanto contiene tan patética estupidez. Pues aunque de entrada suene excesivamente subjetiva la apreciación a manera de pregunta, no es para menos que en medio de la crisis que ha incitado el actual régimen que se dice “revolucionario”, dar con una respuesta que, a manera de consideración, pueda compadecerse de las intenciones que asoma la Constitución de la República. Particularmente, cuando se presume que dicha “revolución” debe manejarse con principios de solidaridad, justicia social y democracia participativa entre sus fundamentos ontológicos y axiológicos.

Carlos Escarrá, miembro del PSUV en sus últimos momentos de vida, dijo que “un revolucionario debe tener ética revolucionaria” (El Universal 30 Noviembre 2009, p.1–2). Y aunque sus palabras no establecieron diferencias entre la figura del militante del Partido de gobierno y la del “revolucionario”, su discurso resultó inconsistente toda vez que no sentó base alguna del concepto del “socialismo” pretendido. Menos aún, de la “revolución” planteada. No obstante, expuso su preocupación por la formación revolucionaria la cual exige contar con militantes “disciplinados" lo que no significa subordinación o mordaza, pero si leales en la acción e intensos y duros en el debate” (Idem). Enfatizó además que un “revolucionario” no puede ser una persona “pusilánime y genuflexo” al mismo tiempo.

Pero las apesadumbradas realidades nacionales, revelan un cuadro totalmente distinto de la semblanza del “revolucionario” figurada por la utopía de Escarrá. Ni siquiera en quienes, carentes de la más mínima vergüenza, ejercen altos cargos de gobierno. En ellos no existe ningún componente de la formación revolucionaria que exaltaba Escarrá cuando compromete “una parte ideológica y otra instrumental”.

Por el contrario, esos personajes son descaradamente serviles, introvertidos, sin capacidad y posibilidad para argumentar ideas debido a la vulgar sumisión que mantienen ante el jefe del régimen. Particularmente, por el temor de quedarse sin la inmensa ubre de la cual insuflan provechosas situaciones en beneficio personal.

A decir por las deducciones que, en sitio, pueden elaborarse de ese “revolucionario” que es vulgarmente sumiso al régimen, y también ganado al modo de perseguir y condenar cualquier expresión y manifestación de resistencia democrática, su comportamiento en nada se corresponde con la de quien aprecia la vida y las esperanzas de un futuro construido sobre valores y derechos fundamentales.

La conducta de estos “revolucionarios” de otoño, tal como se infiere de la crisis política que deprime al país, está apegada a la violencia no sólo política, sino física. Sus escándalos surgen de las obsesiones que los atormentan y que, sin duda, constituye la razón que los mueve a realizar actos atroces contrarios a reglas de civismo, ciudadanía, tolerancia, respeto, convivencia y ética social. Más grave aún, de honestidad.

Cuando el mundo desarrollado se lía con la ignorancia encubierta por las fases del oscurantismo denominado ahora como “socialismo del siglo XXI”, Venezuela extravía el rumbo que le habría determinado la propia Constitución de cara al siglo XXI.

Sin embargo las equivocadas tendencias gubernamentales, por el testarudo afán de identificarse con experiencias políticas y sociales superadas en términos históricos y culturales por países vecinos y no tan vecinos, han retrogradado la funcionalidad de sus instituciones y la idiosincrasia del venezolano a niveles impensados.

Precisamente en el plano en que estas realidades adquieren obtusa razón, se depara la concepción del “revolucionario” en el contexto de la trastornada Venezuela. De ese individuo cuyos intereses parecen más comulgar con la antihistoria, la antipolítica y los contravalores, que con la idea de convivir y reconocer las capacidades y virtudes del otro.

Del otro, que al igual que el que se endilga las capacidades de “revolucionario”, como él, puede igualmente tener tantas o más razones y argumentos para edificar una sociedad democrática y libre. Así piensan y actúan estos revolucionarios de pacotilla. Esos son quienes se arrogan la condición de “revolucionarios”. De esa manera, puede darse por respondida la pregunta sobre qué es ¿ser “revolucionario”?

Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
Venezuela

VICENTE BRITO: BUROCRACIA EXCESIVA CON COSTOSOS TRÁMITES

La gran angustia de cualquier ciudadano es recurrir a cualquier trámite de un documento o permiso público, las limitaciones y trabas burocráticas requeridas resultan difíciles de lograr, ante la serie de papeles exigidos unido a los elevados costos que hay que cancelar.

Ejemplo el valor de un pasaporte el cual resulta ser el más costoso del continente y los nuevos valores aprobados para registrar un documento o constituir una nueva empresa, son ejemplos de lo limitativo que resulta obtener cualquier instrumento público para el normal desenvolvimiento ciudadano.

Esta burocracia excesiva y el alto costo de la perisología es una de las limitantes mayores que afecta la formalidad de las distintas actividades civiles, lo cual induce a que los ciudadanos tomen iniciativas antagónicas a lo normal, tales como la necesidad de utilizar trochas para salir a los países vecinos al no disponerse del pasaporte, la creciente actividad informal de la economía al alcanzar cantidades elevadas los costos de obtener el registro de una empresa, perisología municipal o cualquier otro trámite público necesario para formalizar la actividad deseada, se estima que dos terceras partes de la actividad económica se ejercen informalmente, con sus consecuencias sociales y buena parte de los ciudadanos tienen sus documentos vencidos o no los poseen.

Hoy se hace necesario facilitar la obtención de permisos, documentos o cualquier otro instrumento público que requieran los Ciudadanos, para cumplir con lo establecido en el marco legal y dejemos a un lado el entrabamiento burocrático y el alto costo que se requiere para obtenerlos. Lo cual dificulta a los ciudadanos cumplir con los documentos válidos para ejercer sus derechos cívicos y ciudadanos.

Vicente Brito
vicent.brito@gmail.com
@vicentejbrito
Presidente
Red por la defensa al Trabajo, la Propiedad y la Constitución
Venezuel

ROMÁN IBARRA: NUEVO GUIÓN

Se les advirtió acerca de la inviabilidad del revocatorio, insistieron. Algunos de buena fe; otros vividores eternos de la política en busca de oportunidades perdidas, pero todos cual boxeadores retirados de regreso al ring, sin forma física, ni mental, recibieron knock out fulminante antes de ¨pelear¨.

El gobierno de Maduro, marrullero siempre, esta vez ni siquiera malandreó como en 2016 con jueces venales, sino que –astuto al fin- les dio caramelo aprobando la solicitud de convocatoria, y luego la puñalada imposibilitando la recolección de firmas.

Destruida la ¨ilusión¨ del revocatorio, aparece un nuevo guión ordenado desde EEUU, y puesto en boca de Guaidó, esta vez con la intención de levantar las sanciones que, junto a la abstención, fueron la punta de lanza de la política opositora del G4, y que como tantas veces advertimos, solo sirvieron para martirizar la vida del ciudadano común, y jamás al gobierno, pues como dueños del poder no sufrieron nada.

Los únicos sufridos fueron los ciudadanos comunes que no tuvieron acceso a electricidad; agua; metro; repuestos; gasolina; comida; medicinas; hospitales; empleos; seguridad, entre otros servicios y derechos humanos fundamentales. Las sanciones asfixiaron a la ciudadanía porque con ello ¨tumbarían¨ al gobierno por la vía del caos.

Criminales insensibles que por cobrar dólares sin trabajar, ni pensar, se entregaron a sus mecenas con la ilusión de la invasión para destruir a Maduro, y así acceder al poder. Mediocres!

Hoy, las declaraciones de la ex subsecretaria de estado norteamericano en el gobierno de Trump, ponen de bulto la equivocación de esa política, que hasta hoy mantiene la administración Biden. Veamos:

Dice Carrie Filipetti: ¨Partíamos del hecho de que no iba a ser una crisis duradera; genuinamente lo creíamos¨; ¨no es un tema de años, o meses, es un tema de semanas¨. ¨subestimamos también el rol de los cubanos; del gobierno de China, y de los Rusos en mantener a Maduro en el poder¨. ¨Estados Unidos terminó usando uno de sus ataques más importantes: las sanciones al petróleo. El régimen se terminó ajustando y obtuvo otras formas ilegales de conseguir ingresos¨.

Sigue Filipetti: ¨Ellos no necesitaban mucho dinero para llevar el país, solo necesitaban lo suficiente para mantener cerca a sus leales, y como resultado de ese error, creo que no terminamos desplegando nuestras herramientas de manera estratégica¨. Refiriéndose a la oposición del G4, dice: ¨Hubo momentos en el que empezamos a ver que había más esfuerzos por ser reconocidos por otros países, que en el resultado de ese reconocimiento¨. ¨Las sanciones son elementales en nuestra caja de herramientas y fue importante utilizarlas¨. ¨Hubiera hecho más para combatir la minería ilegal que tiene implicaciones de todo tipo: humanitaria, de salud y derechos humanos, hasta implicaciones económicas¨.

Como se ve, estas declaraciones comportan un resumen apoteósico de todo lo que implementaron, y que solo sirvió para la destrucción material y moral de los ciudadanos, pero jamás asustaron o conmovieron al gobierno de Maduro. No obstante, todavía hay insensatos en el G4 que sostienen como válida esa forma de hacer política. Es imposible no concluir en que esta manera de hacer política atornilló a Maduro en Miraflores, y los autojuramentados, solo han prolongado la agonía de los venezolanos.

Golpes de estado; heridos; presos, y muertos son responsabilidad de esa política, así como la destrucción de la oposición como alternativa al peor gobierno de la historia republicana.

Ahora, por fin se plantean el levantamiento de las sanciones, pero no de manera permanente, sino de manera temporal, sujeto a que el gobierno se siente nuevamente a negociar en México. Es decir, primero desconocen esas negociaciones, y ahora piden cacao. Imposible ser más inepto.

Todavía estamos esperando el mea culpa por tantos errores, e insultos contra quienes jamás salimos del ámbito electoral procurando la unidad. Irse a casa es la opción para los fracasados. Llévatelo!

Roman Ibarra
romanibarra@gmail.com
@romanibarra
Venezuela

JOSÉ ERNESTO PONS B.: LO QUE DIGO LO HAGO, NO PUEDO HACER OTRA COSA

Somos resultado de lo que hemos somos, pasamos la vida aprendiendo y mejorando nuestras profesiones y los oficios de una vida de aprendizaje. Estudiamos y aprendemos de nuestras familias tantas y maravillosas cosas que se nos hace corto el tiempo para leerlas comprenderlas y vivirlas. Investigamos, escudriñamos y nos ponemos constantemente a competir y utilizar las maravillas tecnológicas, que de una u otra forma nos ayudan y a la vez nos retan a seguir en la fuente y aplicación del conocimiento. Esta es la descripción de un Maestro, de un Docente y un Profesor universitario, así de sencillo, entre otros aspectos. A esto nos dedicamos y vivimos con pasión.

Desgarrador, doloroso, bochornoso, triste y no sé qué otros sinónimos utilizar para describir lo sucedido con los profesores de la Universidad de Los Andes (ULA) fue rescatado por los bomberos el pasado domingo 23 de enero en severo estado de desnutrición y su esposa fue encontrada sin vida. Isbelia Hernández y cerca de ella sin poder moverse con un severo y profundo cuadro de desnutrición y deshidratación al profesor Pedro José Salinas. Hernández era bioanalista, abogada y profesora jubilada de la Facultad de Medicina. Por otro lado, Salinas ingeniero agrónomo egresado de la Universidad Central de Venezuela, Investigador con Diploma del Imperial College of Science, Technology and Medicine, Univ. Of London, 1966, MSc Univ. Of London 1966, PhD Univ. Of London 1972. Desde 1968 es Profesor de la Universidad de Los Andes.

Es evidente que la sociedad universitaria ha perdido la Brújula de lo que hemos sido, somos y deseamos seguir siendo. Creadores del conocimiento que nos permitan lograr una sociedad más valiente, preparada y desarrollada. De emprendedores del nuevo ciudadano, a la penosa y vergonzosa sociedad que muere en silencio ante tal moustrocidad. El sector universitario q hemos creído en el conocimiento, la investigación y el vínculo de una sociedad que se nutre de los docentes. Lamentable y cobarde que no se da este sector conciencia, y haciendo alarde de su conocimiento no logremos aliarnos con la sociedad y lograr ya, el cambio a la democracia. Propuesta: Escuelas Callejeras del Conocimiento. Materias Básicas. Los DDHH y otra q formen ciudadanos valientes y decididos. ¿Sera que tiene que seguir pasando lo que a Salinas y Hernández nos suceda a nosotros?

Mis muy amados colegas, nuestros esfuerzos dieron una Venezuela, crecida en profesionales de Primera Línea, construimos una Venezuela vivible, hermosa y con la novedad de entender que la democracia y la educación es la vía de la vida Republicana. Hemos permitido en silencio y sin acción, la destrucción de nuestros “Nichos” universitarios, hoy son escasos y se sostienen débilmente ante las sistemáticas acciones del régimen. Pero las van a terminar, ya que cultura, conocimiento son adversas a la barbarie. Así de sencillo, ¿estamos a tiempo? Pienso que sí; Que no sea en vano tan miserable situación y nos inste a reaccionar. Escuelas Callejeras del Saber, a la calle.

Jose Ernesto Pons Briñez
buzondecorreodejosepons@gmail.com
@joseponsb
Venezuela