domingo, 16 de mayo de 2021

ESPECIAL DEL DOMINGO CARLOS PADILLA : “MEMENTO, HOMO, QUIA PULVIS ES, ET IN PULVEREM REVERTERIS ...”









La expresión de nuestro titulo aparece en la biblia, Genesis 3,19 1​ cuando Dios después de expulsar a Adán del jardín del edén lo condena diciéndole: "Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás."

Después de la gran explosión, peñascos y polvo se dispersaron por los espacios sin orden ni concierto, chocando unos contra otros en explosiones inmensas ganando la batalla los mayores en tamaño y densidad y así de polvo y rocas de diversos orígenes se fueron formando las galaxias, los astros, los soles, los planetas y los satélites. Cada uno de ellos, en millones de años, en conjunción de componentes químicos fueron estableciendo sus propios perfiles, características y contenidos.

Se ha dicho, somos polvo de estrellas, de allí venimos desde hace cinco mil millones de años en átomos formados en el universo y así todos los átomos de los cuerpos celestes y sus contenidos fueron originados en el caos universal.

Nuestro Sol es una estrella de las 200 billones las que conforman la Vía Láctea y esta tiene, en lo observable, 100 mil millones de galaxias compañeras. El planeta tierra es una mota de polvo comparada con nuestro Sol. Y loa seres que la habitamos somos una insignificancia ante tales magnitudes.

En referencia a la conformación de lo existente la antigua filosofía pre griega que bien podría representar Hermes Trismegisto “el tres veces grande”  quien compartio experiencias con los faraones de las primeras dinastía asociándolo al Dios Thot, quien afirmó, según textos,  en la Tabla Esmeraldina, que su propósito es revelar el secreto de la sustancia primordial y sus transmutaciones, lo que está abajo es como lo que está arriba, y lo que está arriba es como lo que está abajo, para hacer los milagros de una sola cosa por condensación y rarefacción. Lo que ahora llámanos, según el ruso Alexander Friedman expansión y contracción. En el Kybalión, más específicamente, se nos habla del TODO en mayúsculas, del UNIVERSO. Se nos explica detalladamente cómo es que nosotros, los seres humanos, al ser parte del todo, el todo es parte de nosotros.

La filosofía presocrática es el período con Tales de Mileto, hasta las últimas manifestaciones del pensamiento griego no influidas por el pensamiento de Sócrates. Ellos iniciaron el llamado paso del mito al logos, es decir, iniciaron el pensamiento racional. buscan conocer cuál es el origen de la naturaleza y sus fenómenos, así como, de todo aquello que no es hecho por la mano del hombre y el hombre mismo. Todos ellos especularon, de una u otra manera, de la composición de lo que existe. Ellos fueron Tales, Anaximandro, Anaxímenes, Heráclito, Diógenes de Apolonia Jenófanes, Pitágoras, Parménides y sus discípulos de Elea, Empédocles, Anaxágoras, Leucipo y Demócrito. Tales. Leucipo y Demócrito son los principales representantes de la filosofía atomista. Defienden la existencia de infinitos átomos y del vacío. Cada átomo es como el ser parmenídeo (esferas indivisibles, homogéneas y macizas) pero hay una multiplicidad de átomos.

Según Tales de Mileto, el arché es el agua, es decir, que el agua era el origen de la realidad y la tierra flotaba sobre ella flotando como un disco. A él se le atribuye la afirmación "todo es agua”. No contesto sobre su origen, pero ahora sabemos que si no hay agua no hay vida y que ese liquido llego a lo que llamamos Tierra en diversos meteoritos de diversos volúmenes y en diversos tiempos.

De allí en adelante la reflexión del hombre sobre la vida y el mundo fue cambiando de contenido dando paso a otras especulaciones racionales y desde la filosofía, a las disciplinas y ciencias específicas. Por eso se afirma que la Filosofía es la madre de todas las ciencias más experimentales que. especulativas.

Hoy sabemos científicamente que todo está compuesto de átomos y que estos integran protones y neutrones y que de su composición y cantidad se originan todos los entes conocidos y por conocerse.

Todo lo dicho confirma que en realidad debemos tener presente la afirmación "Recuerda, hombre, que polvo eres y al polvo volverás" y que somos “polvo de estrellas”

Carlos Padilla
Carpa1301@gmail.com
@carpa1301
Venezuela
Nota: Para la realización del presente trabajo fueron consultadas varias fuentes para verificar la concordancia de lo escrito.

ACTUALIZACIÓN DE EL REPUBLICANO LIBERAL: DIARIO DE OPINIÓN, http://elrepublicanoliberalii.blogspot.com/ DOMINGO 16/05/2021


 



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TITULARES

MIBELIS ACEVEDO DONÍS: VER LAS COSAS COMO SON

¿Optimismo o pesimismo? ¿Fe o descreimiento? Las encrucijadas que plantea nuestro reverdecido paisaje político no dejan de morder talones. ¿Qué hacer con la incertidumbre, cómo moverse ante situaciones que eluden la gruesa previsión, en especial cuando en otro flanco aguaita la tarasca anti-democrática? ¿Cómo desanudar el dilema estratégico, eludir el charco del pensamiento binario y, si cabe, sacar jugo a la ocasión?
 
A santo del riesgo de dejarse llevar por el solo deseo, y recordando a un preclaro Raymond Aron, José María Lassalle invitaba a prescindir del “optimismo falsamente estructural” que la caída del bloque soviético inyectó en la mentalidad de Occidente, por ejemplo. Entonces prevaleció un entusiasmo que Fukuyama supo potenciar con su alusión al fin de la historia. El siglo XXI, no obstante, llevó a la humanidad a tropezarse con sus viejos demonios. Los ecos de Vico, el reflujo de los corsi e ricorsi, sugerían que un optimismo que invita a bajar la guardia frente al autoritarismo nunca es recomendable.
 
Pero las lecciones de Aron y su aterrizaje en el presente caminan más allá. Acercarse a la política con mirada desengañada, sí, aunque jamás entregada al fatalismo, es matiz relevante en nuestro caso. Al calibrar los hechos para tomar decisiones y diseñar estrategias, Aron avisa que lo prudente es procurar equilibrios que permitan, por un lado, atajar al utopismo; y por otro, salirle al paso al “pesimismo histórico”, a la resignación y el sometimiento a pautas genéricas. El principio de realidad llevaría a bordear el escepticismo, seguramente. Pero un escepticismo que responda al pragmatismo fructuoso, ese que ve en la política más “el arte de las decisiones sin retorno y los planes elaborados” que la faena viciada por una percepción demasiado sombría de la naturaleza humana.
 
En las antípodas de un “determinismo vulgar”, entonces, la recomendación es distinguir el realismo del pseudorrealismo o “realismo cínico”. Es preciso partir de la evidencia y su riguroso examen, ciertamente. Pero no para rendirse ante ella, no para usarla como alegato que bendiga la parálisis o para rebanar narices que se asomen a catar el aire, sino para descubrir cómo transformarla.
 
En el marco de la reciente designación del CNE, las declaraciones de la Secretaria de Asuntos Iberoamericanos de España, Cristina Gallach, ilustran lo dicho. Al describir la política de su país respecto a Venezuela como “acompañamiento, no tutelaje", pone otros primorosos puntos sobre las íes. No es tibieza sino “realismo inteligente” lo que inspira la postura española, afirma. “Realismo en el diagnóstico, en ver las cosas como son y no como nos gustaría que fueran. Y realismo en las propuestas de acción para perseguir nuestros objetivos”.
 
Afinar la vista, claro, pide valorar un escepticismo que induce a “ver para creer”, no al revés. Más cuando la ausencia de resultados de un mantra inmodificable fue señalada hasta el cansancio. Sí: sobre rogativas que pregonaban “fuerza y fe” y cancelaban con pavor principista cualquier duda; sobre operaciones fruto del frenesí de aliados externos que abolían la autonomía del liderazgo local, o sobre la tendencia a esperar ceses y portentos brotando de la fuente seca de la inercia, no faltaron cuestionamientos. Tampoco sorderas.
 
Por eso conmueve ver a algunos de los devotos de ayer en plan de Moiras inclementes. El elástico petitorio de aguante mutó acá en metralla. Así, la audacia de organizaciones de la sociedad civil y sectores políticos fue reducida a trapicheo de “opositores mampuestos”; y la proeza de convencer a decisores renuentes, tildada de treta para desbancar al interinato mientras se “legitima” al gobierno de facto.
 
Cosas veredes. Amén del problemático enganche en el enfoque de iure -esto, en lugar de atender a la naturaleza de esos actores “que hacen que funcione la realidad”, como explica Aron- notamos cómo ese descreimiento levanta su cuchillo contra el posibilismo. Las abstracciones moralistas nada resuelven, apenas logran hermosear la hueca expectación, la impotencia. Eso no ha evitado, sin embargo, que la realidad siga apretando cuellos, por más que la ignoremos. Entonces, ¿cuál actitud conviene asumir ante el ostensible hecho político? ¿La del cínico, la del beato, o más bien la del realista que, aceptando la dificultad y el potencial de situación, intenta fluir con ellos?
 
En virtud de esa comprensión, los dilemas lucen menos inextricables. La ola que crece a favor de los acuerdos y la participación electoral -esa que habilitaría un CNE producto de un inesperado consenso- podría inaugurar una fase con nuevas reglas de juego e incentivos para la oposición. A pesar de la desconfianza, será justo valorar cada señal, precisar cómo responde a la lógica interna de los acontecimientos, descifrar cómo acompañarla. El pétreo determinismo poco aporta a agentes de cambio, ávidos de soluciones. Esa plasticidad que hoy espanta al moralista político, es virtud que asiste a quien ha decidido ver las cosas como son.
 
Mibelis Acevedo D.
mibelis@hotmail.com
@Mibelis
@ElUniversal
Venezuela 

LUIS MARÍN: AMERICAN REVOLUTION

El presidente Trump proclamó en su campaña por la reelección que Estados Unidos nunca sería socialista, que libraría al hemisferio de toda tiranía y en particular a Cuba, Nicaragua y Venezuela del comunismo; pero ocurrió todo lo contrario: se armó un frente globalista sin precedentes para derrocar su gobierno, desmantelar sus líneas políticas y, de ser posible, inhabilitarlo políticamente de una vez y para siempre.
 
Los socialdemócratas apelaron a las tácticas, que son harto conocidas desde que entraron en la escena política mundial, de combinar “todas las formas de lucha”, esto es, la violencia e intimidación pública, el fraude electoral, el asalto de las instituciones para destruirlas desde adentro y una propaganda insidiosa para trastocar la percepción de la realidad en una fantasía revolucionaria.
 
Estas fórmulas, que están en el manual del perfecto bolchevique, han demostrado una desconcertante elasticidad porque, no obstante que se han denunciado una y otra vez, siguen siendo evidentemente eficaces y no se ha encontrado ningún antídoto político efectivo contra ellas, una vez que se ponen en marcha parece que no hay manera de detenerlas hasta que logren su culminación, de alguna manera es cierto que “el comunismo solo se supera realizándolo”.
 
Los socialdemócratas tomaron por asalto al Poder Ejecutivo, ya controlan el Congreso y van por la Corte Suprema de Justicia, añadiendo 4 magistrados a los 9 ahora existentes, con lo cual insurgen contra otra ancestral superstición americana que repudia al número 13, tanto que en algunos edificios saltan olímpicamente del piso 12 al 14.
 
Lo más inquietante y novedoso es que en Estados Unidos está en marcha una auténtica revolución y todavía muchos ilustres formadores de opinión repiten que no, que eso no puede pasar aquí, como decían los cubanos que Estados Unidos nunca permitiría el comunismo en Cuba o que Venezuela no es Cuba. Los comunistas ganaron; pero de esto no hacen, tácticamente, ningún alarde.
 
Lo cierto es que la nueva administración resolvió el problema del triángulo del mal de la manera que suele hacerlo, cambiando las palabras: ahora estos países no son socialistas sino “autoritarios y corruptos”, por lo que no recibirán dinero de Estados Unidos. No recibirán dinero, dicen, pero tampoco sanciones, todas las cuales serán sometidas a escrupulosa revisión.
 
En el caso de Cuba es evidente el retorno a la doctrina Obama, que condujo la negociación del llamado “deshielo” bajo el más estricto secreto, de manera que cuando lo anunciaron en noviembre de 2014 sorprendieron a propios y extraños. Luego, Alejandro Castro Espín y el arzobispo de La Habana, Jaime Ortega, publicaron sendos libros para dar su versión de cómo se armó la Trinidad de Obama, Castro y el papa Francisco, sin que nadie se diera cuenta.
 
La propuesta actual es de una aplastante simplicidad: Cuba debe incorporarse a la agenda globalista en lo que están, sin duda, bastante avanzados. Ya puede hablarse de socialismo ecológico y sustentable, de matrimonio “igualitario”, para lo que solo se espera la promulgación de un nuevo código de “familias”, en plural, porque ya la Constitución dejó la cama tendida, de la “inclusión” de géneros, equilibrio racial, etcétera.
 
Los medios globales aplauden a rabiar, con lo que puede proyectarse el neocastrismo por 60 años más y continuar su avance en toda Latinoamérica, como se observa en Colombia donde Gustavo Petro llamó a votar por Biden, Juan Manuel Santos organizó eventos en la Gran Manzana en apoyo a su candidatura, Piedad Córdoba se retrató con Nancy Pelosi y The New York Times condenó a Álvaro Uribe como el principal obstáculo para la paz.
 
Los bolcheviques norteamericanos no son mejores que los de cualquier otra parte del mundo, desde Cuba, pasando por Rusia, hasta China: absolutistas, aristocráticos, pudientes, todos vocean la vieja consigna que dice “si los hechos contradicen mi doctrina, peor para los hechos”.
 
Lo único que realmente impresiona de estos revolucionarios es el currículo que ostentan, la suya es quizás la única revolución explícitamente académica de la historia, que se permite prescindir de obreros, campesinos, soldados e incluso de estudiantes, para apoyarse en eruditos profesores, con una masa de maniobra en el lumpen urbano.
 
No parte de la estructura económica y social sino de la superestructura ideológica, no trastoca la existencia real de las personas sino su percepción del mundo, no es materialista en sentido tradicional sino lingüística. Por esto hay que prestarle atención a las palabras, tanto las que usan y quieren imponer como las que repudian y procuran proscribir.
 
Tomemos como un ejemplo ilustrativo a esa pujante empresa denominada Black Lives Matter, que los medios globales presentan unánimemente como “antirracista”, pero que basta detenerse en el nombre y ver que significa algo así como “las vidas negras importan”. Pero, ¿a quién se le podría ocurrir que la vida de un negro sea ella misma “negra”? Solo a  quien lleva el racismo a un extremo al que no se atreven los llamados racistas científicos.
 
Un movimiento que tiene a la raza como eje, no solo de su autopercepción y proyección, de su discurso, organización, movilización, propaganda y propuestas políticas, es racista. Pero el hecho de que los medios globales lo presenten como “antirracista” no es descuido, error o ignorancia, sino un aspecto esencial de la estrategia de presentar las cosas exactamente al revés de lo que son en realidad.
 
Barack Hussein Obama II aún como presidente se refería a la Constitución como “pedazo de papel” si no expresaba los factores reales de poder de la sociedad, citando a Fernando Lasalle, el padre de la socialdemocracia alemana, sin mencionarlo. Declaró asimismo que hubiera ganado un tercer período presidencial de haberse presentado, lo que la Constitución prohíbe expresamente.
 
Hillary Clinton votó bajo protesta como elector presidencial porque no está de acuerdo con esa institución que, a su juicio, debe ser eliminada porque si así fuera ella habría ganado las elecciones de 2016. De hecho, los medios eliminaron la elección indirecta proclamando un “presidente electo” cuando los colegios electorales ni siquiera habían sido seleccionados.
 
No obstante, todos se presentan a sí mismos como defensores de la Constitución y acusan a los patriotas de sedición, traición a la patria y otros epítetos habituales que conocemos de sobra en estas latitudes pero que parecían imposibles en los países civilizados.
 
Los globalistas libran una lucha sin cuartel contra las terminaciones “o” y “a” que indican algún género, a favor de una neutral “e”, excepto en el caso de “presidente”, que por alguna razón debe terminar en “a” cuando el cargo lo desempeñe una mujer, aunque cuando lo hace un hombre no le dicen “presidento”.
 
Y éste no es un asunto baladí: No se trata solamente de un atropello al idioma sino de una rebelión contra la coherencia, de manera que el lenguaje deja de ser la argamasa que une los ladrillos con los que se construye la realidad. Las palabras cambian al mundo. La crisis en la frontera sur se resuelve prohibiendo el uso del término “crisis”, no hay “extranjeros”, “indocumentados”, “ilegales”, sino que debe hablarse de “no-ciudadanos”.
 
Si Estados Unidos tuviera alguna filosofía fundacional serían el pragmatismo y el utilitarismo que heredaron de la Gran Bretaña, por eso es tan importante la subversión del sentido común, que hasta hoy era el hilo conductor de su desenvolvimiento social.
 
La razón ilustrada, el pensamiento científico, la lógica elemental, se atacan no menos que a la religión, familia, propiedad privada y Estado, representado en la policía, como instrumentos de dominación del hombre blanco, judeocristiano, heterosexual, el esclavista que hay que aniquilar.
 
Esto parecería una broma si no estuviera costando tantas pérdidas de vidas y bienes. Lo peor es que la revolución americana apenas está comenzando y si juzgamos por sus antecedentes en los siglos XIX y XX, su potencial destructivo es inconmensurable.
 
A menos que la mayoría silenciosa despierte y se haga escuchar.

Luis Marin
lumarinre@gmail.com
@lumarinre
Venezuela

RAFAEL GARCÍA MARVEZ: NOSOTROS O EL CAOS

El filósofo español Fernando Savater, en una de sus tantas conferencias, a las que acude con frecuencia, trataba el tema del comportamiento universal de la ignorancia de los electores y que hábilmente es infamemente explotada por la demagogia de los regímenes autocráticos. Ilustró la manera descarada de comportarse algunos de estos políticos valiéndose de un semanario del humor español en la que uno de ellos da a elegir a su pueblo, entre “nosotros o el caos”. Y el pueblo allí presente respondió: “el caos, el caos”. El autócrata luego les dijo: “lo mismo da, nosotros también somos el caos” … 

Desparpajos como este son muy comunes en el régimen encabezado por Nicolas Maduro y sus acólitos.  Ese proceder indolente y sarcástico frente a quienes considera sus súbditos tiene cierta analogía con los hechos que han ocurrido entre nosotros con el nombramiento de los nuevos rectores del Consejo Nacional Electoral. Este CNE no es legítimo; su génesis está en la espuria Asamblea Nacional electa el 6 de diciembre. Por otra parte, lo más trascendente es que la mayoría evidente de nuestros compatriotas no tiene ningún interés en participar en ese proceso electoral para designar nuevos gobernadores y alcaldes, por más que un minúsculo grupo de opositores tozudamente se empeñen en participar en un acto que no tiene ninguna posibilidad de éxito. 

La respuesta inmediata del CNE a la propuesta de Juan Guaidó cuando propuso al país el “Acuerdo de Salvación Nacional”, pues a las pocas horas este organismo convoca a elecciones generales y excluye las presidenciales de manera absolutamente parcializada. 

El doctor Román Duque Corredor, de quien nadie duda de su rectitud, de su moral y sapiencia jurídica, dice: “Tres rectores del mismo partido de cinco rectores del CNE es una falta de equilibrio que equivale al desnivel de la balanza de la justicia”. Asimismo, la voz crítica de María Corina Machado: “En la designación del nuevo CNE hay una falla de origen; negar el carácter usurpador de la dictadura al reconocer a la AN ilegítima que hace las designaciones. El régimen no está haciendo concesión alguna al añadir algunos nombres al CNE, al contrario, está avanzando las áreas para seguir amarrado al poder”. 

La subsecretaria del Departamento de Estado de Estados Unidos para el Hemisferio Occidental, Julie Chung, expone: “Dependerá de los venezolanos decidir si el nuevo Consejo Nacional Electoral contribuye a que se lleven a cabo elecciones libres y justas en el país”. Ahora, ¿qué se puede leer entre líneas de lo dicho por la señora, Julie Chung? Se puede extraer un grito de advertencia; tengan sumo cuidado con el paso que van a dar. Ustedes serán responsables de la decisión que asuman por asistir a unas elecciones regionales y locales convocadas por un organismo ilegítimo hijo de otro organismo espurio como es la Asamblea Nacional electa el pasado 6 de diciembre. 

Si miramos, por ejemplo, la encuesta realizada por el diario digital La Patilla hace dos semanas atrás, encontramos que el 90,9 % considera desacertada la designación del nuevo CNE, mientras solo el 6,5 % piensa lo contrario. De la misma manera, el máximo líder de la oposición democrática Juan Guaidó afirmó que: “las consecuencias de querer imponer un árbitro electoral serán las mismas que en 2018 y 2020: arrastrar a Venezuela a un desastre mayor”. 

Para ir finalizando, todos los venezolanos coincidimos en elecciones libres, justas y revisables.  Reitero lo dicho semanas atrás: lo primero es dar de baja la dispersión y llevar todos hacia el mismo derrotero. Los problemas internos de la oposición —la dispersión, los errores cometidos hasta ahora, las ambiciones excesivas, las estrategias imprecisas— son pifias graves que provienen de la médula de la propia oposición. Ya es hora. Qué más hará falta para percatarse de que los venezolanos no saldrán a votar si no hay garantías de vencer sin artimañas, ni unidad ni un candidato único a gobernadores o alcaldes. Aún así, y a pesar de esto guardo muchas, muchísimas dudas de conseguir la victoria. Nadie nos pregunta en las calles, como meses atrás lo hacían hasta el hastío, nuestra opinión sobre la situación política. Hay una profunda y peligrosa resignación, una gran soledad. Si no se actúa con vigor, con vigor, presteza y seriedad será el caos, el caos, quién triunfará de nuevo, con o sin trampa, con legitimidad o sin ella. 

Rafael García Marvez

garciamarvez@gmail.com

@RgarciaMarvez

Venezuela

ANTONIO JOSÉ MONAGAS: VENEZUELA: PAÍS DE PARADOJAS

No siempre las realidades se hallan cundidas de contradicciones. Quizás sí de paradojas. Pero es propio de toda naturaleza, que así ocurra. Aunque para ello vale la educación, el civismo, la cultura, la información y la ciudadanía, como razones capaces de posibilitar que los problemas ocasionados por el influjo de paradojas y contradicciones, revueltas en un mismo fardo, se vean reducidas. Pero nunca, descartadas. 

Sin embargo, al momento de disertar sobre tan interesante tema, vale dar cuenta de la diferencia que se establece entre paradoja y contradicción. Que para algunos, podrían verse como términos paralelos. Pero no es así. 

El diccionario de la RAE, explica que paradojaes “una idea extraña u opuesta a la común opinión y al sentir de las personas” Otra acepción, dice que es una “aserción inverosímil o absurda, presentada con apariencia de verdadera”. Mientras que contradicción, es una “afirmación y negación que se oponen una a otra y recíprocamente se destruyen”. 

De manera que entre dichas expresiones, no hay analogía alguna que puedan hacer semejantes sus cargas discursivas. Al revisar la situación interna en Venezuela, permite asentir que es un país de paradojas. Aunque también de contradicciones. Pero a los fines de esta disertación, a la luz de los problemas que sacuden la sociedad, que perjudican la política y conmocionan la economía, es pertinente auscultar sus realidades para demostrar que Venezuela es un país de paradojas. 

Se creía que las paradojas eran recursos de la poesía o de la lógica matemática para encarecer el valor de los contenidos expuestos. De esa forma, era posible amplificar su importancia por encima de las limitaciones que las realidades concedían de cara a las verdades ostentadas. 

Pero ahora, las paradojas se convirtieron en recursos del populismo demagógico. Para demostrarlo, bien vale referir la realidad venezolana. A dicho respecto, no cabe duda en afirmar y mostrar que Venezuela vive un enmarañado idealismo político que raya con una retorcida alucinación. Las presunciones trazadas como “políticas socialistas”, lejos de contener la formalidad de una bien elaborada política pública, asoma la desfachatez de semejarse a una ridiculez dialéctica de toda solemnidad.   

Venezuela ocupa su tiempo en situar la gestión política, que por desgracia está en manos del oprobioso régimen, en una u otra paradoja a las cuales enganchó su dinámica en todos los sentidos. Alardear sobre lo que dijo que haría sin comedir responsablemente el tamaño del compromiso, en tiempo electoral, hizo que su discurso se atiborrara de paradojas. Y que luego se convirtieron en propuestas de falsa apariencia, tamaño y magnitud. Es decir, la gestión pública se volvió un aspaviento donde tuvieron cabida las paradojas que hoy asolan el devenir nacional.

Tanto ha abusado el discurso oficialista del término “soberanía” que, en el fragor de la política, la palabra “soberanía” sólo ha servido para engrosar las paradojas expuestas a nivel del discurso oficialista. Para ello, se valió del carácter de las paradojas como aserciones para alimentar su socialismo de pacotilla. Así se ha enquistado en el poder desde 20009, con el concurso de la represión militar, policial y furibundos aduladores. Y con el apoyo de unas finanzas bastante ávidas de corrupción. 

¿Cómo descubrir las paradojas? 

Cada vez que la frase “soberanía” es empleada por el régimen para conjurar libertad, derechos e independencia, está articulándose una paradoja. O varias paradojas. Tan ordinarias en su concepción, como falsas en su fundamentación. Advierten, cuán dislocado actúa el régimen. Porque, ¿cómo entenderse entonces que la soberanía nacional permite que otro Estado tenga injerencia en las decisiones nacionales al extremo de controlar su territorio y oficinas gubernamentales? Cuando precisamente, sus acciones deberían reforzar la soberanía de la cual el régimen se expresa alardeando que está resguardando la autonomía, la independencia de Venezuela como Estado dotado de determinación propia. 

Lo mismo acontece en materia militar, económica, social y política. Entonces ¿cómo no reconocer que Venezuela es un caso insólito? Es así como cabe señalar que el país ha vivido entre crudas paradojas. Terciado, entre otros cuentos de camino, por la leyenda del Dorado, los grandes cacaos, la llamada siembra del petróleo. Así ha transcurrido su historia. 

Al pretender resolver los problemas que señala repetidamente, el régimen solamente los está creando. Aparte de haberse convertido en un problema de complicada razón. Por eso, le resulta conveniente acuciar paradojas cada vez que hace algún pronunciamiento, discurso o declaración pública. Y es que en las paradojas, consigue el argumento lógico que siempre falla porque descansa sobre proposiciones inconsistentes. 

Resulta pues que tan insulso estilo de gobierno empleado por el régimen usurpador, le ha servido toda vez que sus manifiestos lucen convincentes ante la dificultad inducida para que el venezolano llegue termine razonando de manera incorrecta. Así se tiene que todas sus alegorías políticas, son vulgares o refinadas paradojas. Por eso, el régimen siempre busca proyectarlas por todas las vías posibles. Especialmente porque ha descubierto que son afirmaciones o negaciones usuales de hechos que no tienen solución. O que los perjuicios que causan, son infinitos. No cabe duda alguna para alegar: Venezuela: país de paradojas.

 

Antonio José Monagas 

antoniomonagas@gmail.com

@ajmonagas

Venezuela

ROMÁN IBARRA: LA VÍA ELECTORAL

La designación del nuevo CNE por parte de la Asamblea Nacional, ha comenzado a mover el piso político del país.
 
Para quienes siempre sostuvimos la necesidad de la vía del voto como herramienta de cambio debemos admitir que, aunque no sea perfecto en su conformación, este CNE es bastante más equilibrado que los anteriores en los últimos años.
 
La inclusión de gente proba, y de reconocida solvencia moral –ajenos al oficialismo- en esa institución, contribuye a mejorar la percepción que de la misma se ha tenido en los últimos tiempos, gracias a que quienes la dirigieron eran fichas partidistas vinculadas muy estrechamente con el gobierno.
 
Sin embargo, desde el anuncio de su designación, voceros de la oposición encabezada por el abstencionismo militante e ineficaz de Guaidó y compañía, no han hecho otra cosa que atacarlos, pero fueron sorprendidos por la dura realidad que en este caso tiene varias aristas.
 
En primer lugar, su postura sistemáticamente abstencionista, terminó por hartar a la población que decidió abandonarlos, tal como se refleja en todas las encuestas. Guaidó, dirigido por el llamado G4 (AD-RamosAllup/PJ-Julio Borges/VP-Leopoldo López/UNT-Manuel Rosales), cayó del 80% de aceptación al 4%, y eso obviamente los ha desquiciado.
 
Ello obedece a su tibia manera de hacer las cosas; las ambigüedades con las que aborda el liderazgo que le fue confiado, y por la mentira imposible de sostener por irresoluta.
 
Fracasó estruendosamente con su mantra irrealizable, y lo mantuvo por largo tiempo, diciendo que ¨íbamos bien, muy bien´, y que ¨todas las cartas estaban sobre la mesa, y por debajo también¨.
 
Una engañifa, y una estafa permanente sin aterrizaje concreto que obligó a que la gente que antes depositó su confianza en esa dirección política, terminara abandonándolos por su incapacidad de confrontar con éxito al gobierno y su intención totalitaria.
 
Otra de las razones que hoy les obliga a repensar la forma de abordar la lucha opositora, tiene que ver con el hecho de que varios de los aliados internacionales, incluyendo a EEUU, vieron con renovado entusiasmo las posibilidades de darle un giro a la lucha política en Venezuela, por la vía de la participación con el nuevo CNE.
 
Eso los llevó automáticamente a cambiar el discurso inicial del ¨ese CNE es la misma cosa, y no lo vamos a convalidar¨, a esta nueva postura proclive a la negociación con el gobierno. Ergo, fueron convencidos por los aliados internacionales para cambiar la postura.
 
Otra muy importante, es el hecho de que las bases de esos partidos y sus dirigentes medios, reclaman la necesidad de participar en los procesos electorales, y no ceder más espacios al gobierno por inacción. Y desde luego, esa presión, más la posibilidad de sentirse desplazados, los obligó a proponer –ahora si- negociaciones con el gobierno.
 
Largos años perdidos por la insensatez, y terquedad de esa dirigencia, y en el medio una población abandonada y desprotegida para poder atender los más graves problemas que destruyen la vida ciudadana.
 
Ojalá que esta nueva actitud traiga consigo el reconocimiento humilde de sus garrafales errores, y la enmienda necesaria, con la intención de convocar a todos los sectores a la participación y conformación de un poderoso movimiento unitario sin exclusiones odiosas.
 
Hay que salir a reconquistar el acompañamiento popular con la verdad, y la participación de todos; participar decididamente en las elecciones de Alcaldes; Concejales; Gobernadores, y Diputados a los Concejos Legislativos Regionales.
 
Respetar los liderazgos naturales de las regiones en las que pueda haber consenso, y seleccionar los mejores candidatos posibles para ganar tantas gobernaciones y Alcaldías como sea posible, y acumular fuerzas, para con ello avanzar hasta que finalmente se celebren elecciones presidenciales cuando corresponda, y derrotar al peor gobierno de nuestra historia. UNIDAD SINCERA!
 
Roman Ibarra
romanibarra@gmail.com
@romanibarra
Venezuela 

VICENTE BRITO: EVOLUCIÓN DE NUESTRAS CLASES SOCIALES EN LOS ÚLTIMOS 70 AÑOS

Nuestro análisis nos indica cómo han evolucionado nuestras clases sociales desde 1950 al 2020, durante estos 70 años, hemos tenido múltiples altibajos en la composición de cómo han sido integradas. Están conformadas por: A, B, C, D y E. Las cuales representan la expresión social de nuestra población. Estas se ubican en clase alta, media y baja. Podemos incluir en clase alta la A y la B, en la clase media la C y D, quedando la E representando la clase baja.

Podemos definir tres periodos de tiempo durante estos 70 años donde los porcentajes de estos sectores de la población sufrieron las mayores variaciones en los distintos niveles de ingresos reales recibidos.

Los primeros 30 años desde 1950 a 1980 podemos considerar que fue la que alcanzó los mayores niveles de ingresos para las familias Venezolanas, estuvimos ubicados dentro de los 30 países del mundo con tan elevados estándares de vida, las clases A, B, C y D, superaron el 75% de la población, destacándose la clase media en la cual ubicamos a mas del 50% de las familias. En esos 30 años tuvimos una venida de inmigrantes de más de cuatro millones de unos 40 países de todos los rincones del mundo. El ingreso per cápita oscilo entre el segundo y el tercero más alto del continente, podemos considerar este tiempo como el de las mejores condiciones de vida alcanzada por las familias Venezolanas.

Desde 1981 al 2000 fueron 20 años donde se sostuvieron los elevados niveles de salarios para las clases profesionales y técnicas, pero la clase media bajó a un 40%, como resultado de los ajustes de la paridad cambiaria y el crecimiento inflacionario. No obstante, los niveles de pobreza estaban en un nivel promedio entre un 35% y 40%,  pero se mantuvieron los ingresos familiares por encima de los 400 dólares al mes para la clase media y los 200$ mensuales para las familias de menores recursos.

EL periodo comprendido de 2001 al 2020 son los 20 años donde se hicieron evidentes las desmejoras sociales, a pesar que el ingreso petrolero fue el mas alto recibido en los últimos 100 años, estimándose que del 2007 al 2014 se obtuvieron unos 600 mil millones de dólares.

Los porcentajes actuales de las clases A y B  son de un 13%, las clases  C y D  un 27% y la clase E alcanzo a un 60%.Las desmejoras sociales continúan en crecimiento, se observan en los elevados niveles inflacionarios, con sus consecuencias en la caída del consumo, calidad de vida y aumento de la pobreza.

Los números están a la vista, fieles indicadores de las realidades que vivimos. 

Vicente Brito

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@vicentejbrito

Presidente

Red por la defensa al Trabajo, la Propiedad y la Constitución Vicente Brito

Venezuela