domingo, 10 de octubre de 2021

ESPECIAL DEL DOMINGO: MIBELIS ACEVEDO DONÍS: MADUREZ ELECTORAL

Sobre las características personales del liderazgo se ha escrito densa y profusamente, en especial desde el primer tercio del s.XX. Y no podía ser de otro modo, sabiendo que sin conducción constructiva, convincente e innovadora, las organizaciones pequeñas o grandes están condenadas a dar tumbos, víctimas de la anarquía. Un cuerpo sin cabeza, como el pollo que por segundos corre descontrolado tras la decapitación, es anticipo del desplome. Así que el tópico no sólo es relevante, sino que explica en gruesa medida las derivas, conquistas o fracasos que signan a las asociaciones humanas.

De allí que las crisis de liderazgo en situación de excepcionalidad sistémica, incertidumbre y anomia, se vuelven factor crítico. Los saldos de la pandemia, de hecho, ilustran el punto. 


                             EL CISNE NEGRO EL IMPACTO DE LO ALTAMENTE IMPROBABLE

El “cisne negro” descabezó a los pilotos delirantes e infantilizados e hizo brillar a quienes en medio del pánico supieron mantener la calma, dueños de esa “capacidad para dejar que la realidad actúe sobre uno sin perder el recogimiento y la tranquilidad”, como la describió Weber. Un talento singular que no todos poseen o saben desplegar cuando la circunstancia se vuelve esquiva al control regular.

No es lo mismo, pues, tomar decisiones en tiempos de paz y normalidad democrática que en aquellos en que los referentes estructurales e institucionales colapsan. En ese contexto (que incluye guerras, construcción de alianzas o procesos de resolución de conflictos) el equilibrio entre la habilidad para innovar y la voluntad para asumir riesgos, como afirman Mares y Palmer (2012), es atributo que definirá la eficacia del liderazgo.

Según Byman y Pollack, los líderes con mayor voluntad de asumir riesgos son también más propensos a causar guerras o a prolongar el conflicto. Una tesis útil para explicar el caso de Venezuela, posiblemente. Y no es que arriesgarse no haga falta en terreno que continuamente pide tomar decisiones “en caliente”. Pero dado el impacto, lo sensato es hacerlo de modo que las consecuencias no entrañen la catástrofe. Ya lo decía Platón: que el político debe estar dotado de fuerza -razón, voluntad, apetito- para promover su proyecto, pero también de temple para atajar los excesos de dicho proyecto. “Para dirigir a los demás, es requisito indispensable imperar sobre uno mismo”, apuntaba asimismo Ortega y Gasset. Sin autocontrol, el liderazgo es embriaguez potencialmente destructiva.
En nuestra propia historia surgen testimonios del balance entre el puro instinto y la celosa planificación, esa destreza del político de vocación para servirse del riesgo calculado. No por casualidad, por ejemplo, la ruptura que en 1958 abrió camino a la democratización operó sin mayores traumas. Un fruto de decisiones que atendían a una vertiginosa marcha, sí. Pero también a la tenaz construcción de alianzas, al cabal mea culpa que antes emprendieron las élites políticas y sociales por los errores que malograron el ensayo democrático del Trienio.

Pero lejos de atender al paradigma del “sagaz, astuto y en ardides fecundo” Odiseo, lo que ha cundido entre nosotros ha sido la indignación moralista de estos campeones de nuevo cuño, renuentes a distinguir entre imprudencia y arrojo. Tragedia no griega, sino criolla, cuyos estragos no alcanzan a purgarse tras los tardíos actos de contrición, los deslindes cuando la nave zozobra o la escasa disposición a admitir corresponsabilidad en el naufragio.


Amén de rasgos como la poca apertura a los flujos de información -limitando la habilidad para leer el contexto, la tendencia a solventar problemas y establecer relaciones de cooperación, base de cualquier alianza- preocupa la dificultad del liderazgo para hacerse cargo de los desenlaces de sus osadías. Cierta infantilización, a menudo confundida con autoconfianza; cierta desmaña para actuar de acuerdo a las consecuencias, azuza esa propensión a correr riesgos y escalar conflictos, en lugar de apelar a alternativas orientadas por la deliberación y la integración. Es el callejón de los “héroes” a juro, donde el impulso adolescente, el pataleo narcisista y la personalísima percepción se afanan en desbancar a la realidad.

Penosamente, la impronta de esa hermoseada inmadurez porfía aun en medio de la carrera electoral. Los victimizados de ayer truecan en verdugos hoy, y viceversa. Un círculo voraz que no sólo impide captar fortalezas, sino también amenazas. ¿Se corresponderá tal dinámica con las expectativas de un electorado rebasado por la calamidad, esa que revela el reciente sondeo de ENCOVI? De conjurarse la tarasca abstencionista, bestia cebada durante años por algunos de los actuales candidatos, ¿prevalecerá la yerma dispersión o la decisión racional: el voto adulto, consciente, el voto inteligente? Lo último daría fe de que una ciudadanía harta de la afición por los suicidios en primavera resolvió poner límites, prescindir del victimismo, privilegiar la coherencia; y demostrar que su participación en condiciones adversas pero políticamente aprovechables adquiere así pleno sentido.

Mibelis Acevedo D.
mibelis@hotmail.com
@Mibelis
@ElUniversal
Venezuela

ACTUALIZACIÓN DE EL REPUBLICANO LIBERAL II: DIARIO DE OPINIÓN, http://elrepublicanoliberalii.blogspot.com DOMINGO 10 /10/2021


AQUÍ TITULARES DE HOY DOMINGO 10/10/2021, PULSA SOBRE EL TÍTULO PARA LEER

     

TITULARES DE HOY - NACIONALES - 10/10/2021


JEAN MANINAT: ¡AY COLÓN!


JUAN GUERRERO: PALABRAS AL VIENTO


ANTONIO JOSÉ MONAGAS: ENTRAMPADOS POR UN TROZO DE PODER


LUIS FUENMAYOR TORO: ANTE LAS ELECCIONES REGIONALES: VOTO CIUDADANO INTELIGENTE


JESÚS ELORZA:IRRESPONSABLE LLAMADO A CLASES


ESPECIAL DEL DOMINGO: MIBELIS ACEVEDO DONÍS: MADUREZ ELECTORAL


 

MIBELIS ACEVEDO DONÍS: DEL BUEN SENTIDO

"A López se le conoce por el lema 'Calma y Cordura', explicaba en una entrevista la doctora Mercedes López de Blanco; hija, para más señas, del presidente Eleazar López Contreras. “Pero yo lo recuerdo por su frase favorita: no hay talento que sustituya al sentido común”. En tiempos como los que corren, tan marcados por el apego al error, la perplejidad, el miedo de toda índole, los ecos de aquella frase resultan especialmente relevantes. Esa capacidad natural para juzgar de modo razonable lo que ocurre y aplicar métodos que funcionan; eso que, inmerecidamente, algunos reducen (lo denunció el polemista Voltaire) a “razón tosca, sin pulir, primera noción de las cosas ordinarias”, ha terminado siendo un bien esquivo, casi exótico entre venezolanos. El sentido común del cual deberíamos valernos para no cometer disparates -según sugería el piloto de la transición postgomecista- se subestima como brújula a la hora de elegir ciertas rutas y descartar otras.

No poco se ha disertado sobre la utilidad de tal brújula, sin embargo. A pesar de la tensión que a menudo interpuso el propio pensamiento filosófico, a pesar del prejuicio que malea en buena medida la percepción de lo político, no en balde el sentido común ha bailado a lo largo de la historia junto a cualidades como la “phronesis”, el “bon sens”, la “prudentia”, el “comnon sense”, el “Urteilskraft”. Discernimiento, buen juicio, talento discursivo, comprensión imaginativa, sabiduría práctica, para más señas. Atributos que, vigorizados por el mundo de la experiencia, se oponen al descarrío de la sensatez.

Sobre el “Koine aisthesis” dice Aristóteles que es el primero de los “sentidos internos”: una función del conocimiento sensible que al asociar la información que aporta el resto de los sentidos, permite distinguir lo verdadero de lo falso, lo bueno de lo malo, lo cauto de lo absurdo. Del Sensus Communis hablaron también los romanos, aludiendo con ello a la humildad, la sensibilidad, la disposición para captar lo justo y sublime. Un valor social que, anudado a las costumbres, habilitaría eficazmente la convivencia.

Tomás de Aquino, por su parte, distingue allí una verdad intuitiva a la que se inclinaría la naturaleza racional de todo hombre. Vico, a su vez, propone una visión de la Historia llevada por un criterio universal de validez, esa “sabiduría vulgar de los pueblos" que regula la necesaria “concordancia de las mismas cosas humanas”; un sentido que funda la comunidad. La perspectiva de Henri-Louis Bergson apunta a una consciencia inmediata, a noción de la materia, una “facultad para orientarse en la vida práctica”. Todo ello borda, en fin, provechosa pista para entender el impacto del sentido común en la esfera pública.

¿Y a qué remite el sentido común en la política? El enfoque de Arendt, su concepto sobre mentalidad extendida, es pródigo al respecto. A este se vincula la capacidad de imaginarse en el lugar del otro, aceptar la diferencia, gestionar la ruptura que existe entre el “yo” y los otros, trascender el interés privado para zambullirse en el nosotros. Esa base de realidad compartida destinada a generar cierta lógica fundada en vivencias comunes, funge de referente para la auto-interpelación implícita en la deliberación, lo que a su vez “nos permite juzgar como espectadores” comprometidos desde nuestra experiencia. Arendt tilda de “locura” prescindir del sentido común, ese producto de la intersubjetividad que, al aportar elementos de comparación, sirve de base para que los ciudadanos juzguen, deliberen, decidan correctamente y actúen. Su pérdida, advierte, conduciría a la banalidad que abre puertas a la invalidación de la conciencia, al aislamiento, a la imposibilidad de generar lazos políticos.

Entonces, avivar ese “buen sentido” que, según Descartes, es la facultad mejor repartida en el mundo, supone también luchar contra el solipsismo que impide percibir a los demás, que no sabe sino licuar la diferencia en una uniformidad caníbal. Dicha perspectiva gana peso si se considera que la pandemia amenaza con acentuar la desintegración con la que la sociedad venezolana lidia desde hace rato. Invocar esa base de conocimiento y valores tendiente a construir espacios de comunidad humana, es más que una simple rogativa para un país sumido en la incertidumbre, abandonado a su suerte. En medio de este tenaz no-saber, cultivar nexos se vuelve forzoso. Rehabilitar el carácter “commonsensical” de la política -y que hoy lleva, por ejemplo, a promover acuerdos para la concreción de planes de vacunación masiva- es apremio para atender armados no de furia, sino de prudencia.

Sí: ante el dilema práctico, lo deseable será contar con sensibilidades capaces de sacar provecho al ojo, al oído, al tacto, al olfato aguzado por el peligro que nos pone entre la espada y la pared. Un don “perfectamente corriente, empírico y casi estético” que Isaiah Berlin asocia al Juicio político, y cuya virtuosa emergencia antes ha permitido que la humanidad salga más o menos entera de sus tremebundos atascos.

Mibelis Acevedo D.
mibelis@hotmail.com
@Mibelis
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Venezuela

JEAN MANINAT: ¡AY COLÓN!

Con cada octubre regresan las naos españolas a costas americanas y se reproduce por enésima vez la discusión acerca de los nocivos efectos que tuvo la presencia europea en los pueblos autóctonos, la inmoralidad de la aventura conquistadora, la destrucción cultural, el impacto en el medio ambiente, y una larga lista de desmanes que habría traído consigo el Descubrimiento/Conquista de América, o el Encuentro/Encontronazo de dos Culturas, según sea su predilección para nombrar el monumental evento histórico que desató el traspiés geográfico de un genial marino europeo, sobre el que no hay certeza ni siquiera de su nacionalidad: Don Cristóbal Colón.

Como es harto sabido, en su alucinado viaje hacia Cipango y las especies, tropezó con un rosario de islas que eran tan solo el presagio de un vasto y rico continente al que confundió con la India. Pasaría parte importante de su vida litigando con la Corona española, lo que consideraba una justa recompensa por sus desvelos. Y como si fuera poca su escasa fortuna, un avispado marino y comerciante italiano, Américo Vespucio, le birló el honor de que el continente que él contribuyó a descubrir llevara su nombre. Y como América quedó bautizado. (Bueno, cuidado y nos cancelan el nombre por europeizante).

La proximidad de las fechas conmemorativas -de lo que cada quien crea mejor conmemorar- ha dado pie a una refriega trasatlántica entre el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y algunos políticos de eso que los medios denominan “la derecha española” con motivo de la reiterada petición de AMLO de que el Reino de España redacte una carta pidiendo excusas por las atrocidades cometidas durante la conquista de México. En un supuesto arranque humorístico, un ex presidente español -bastante sangrón él- le increpó que con los nombres y apellidos tan españoles que llevaba encima estuviera pidiendo que los españoles se excusaran. Qué mejor regalo para el presidente mexicano que tanto le encantan los barullos.

Hasta el pobre Francisco, que últimamente no hace otra cosa que excusarse por las diversas tropelías cometidas en el pasado por representantes de la Iglesia Católica, recibió su regaño por parte de la presidenta de la Comunidad de Madrid, por estar excusándose con México por los “pecados” de la Iglesia durante la conquista. Vaya discusión histórica, pero en esa andamos, son blancos y se entienden.

Lo que se quiere omitir, y por eso no ayudan en nada las desatinadas y altaneras respuestas desde la Madre Patria, es que lo que surgió de la conquista de América es un producto cultural complejo y rico que no admite los encasillamientos fáciles para dotar el argumento. ¿Cuán española o cuán mexicana es la obra de Sor Juana Inés de la Cruz, Alfonso Reyes u Octavio Paz? ¿Y la arquitectura de Luis Barragán o la pintura de Diego Rivera? ¿O las películas mexicanas de un español tan español como Luis Buñuel? ¿Y la voz de Plácido Domingo o la Sinfonía India de Carlos Chávez? ¿O rebobinando bastante más atrás, el barroco novohispano?

¿Habrá que poner toda la riqueza cultural que se derivó de la conquista y posterior independencia de América en estado de pre cancelación hasta tanto la nueva inquisición decida sobre su grado de pureza y no contaminación con elementos culturales foráneos? ¿Atizar con libros y obras de arte, estatuas y edificios, museos e iglesias una hoguera para cancelar las vanidades extranjerizantes que nos trajo el descubrimiento de América? ¡Ay Colón, de haberlo sabido!

Jean Maninat
maninatj@gmail.com
@jeanmaninat
@ElUniversal
Venezuela

JUAN GUERRERO: PALABRAS AL VIENTO

No, no somos un país que ha mejorado su crisis socioeconómica. Muy por el contrario, Venezuela, hoy, es el país más pobre de América Latina y uno de los países más desiguales del mundo. Lo dice la última investigación del Instituto de Estudios Sociales de la Universidad Católica “Andrés Bello” con su Encuesta Nacional sobre Condiciones de Vida (Encovi-2021).

Una población donde el 96% de su sociedad se encuentra en situación de pobreza y de ella, el 74% está en pobreza extrema (realiza una comida caliente una vez a la semana) no puede estar nada bien. Una sociedad donde trabajar no tiene sentido porque el sueldo devengado no permite acceder a los medios de transporte para llegar al sitio de trabajo ni mucho menos, optar a la cesta alimentaria básica, no puede estar superando para nada la pobreza.

En fin, que tanto la población misma (el último censo de 2011 indicaba un estimado de 33 millones de habitantes) se ha reducido en cerca de 6 millones (27 millones viviendo en Venezuela), y la esperanza de vida ha bajado 2-3 años, no es para nada una sociedad feliz.

Los índices presentados por la Encovi-2021, indican de manera dramática lo más espeluznante: Venezuela es una sociedad sin cerebro pensante. El cuerpo social esencial, su clase dirigente intelectual, no existe. Esto se evidencia en absolutamente todas las áreas de la vida nacional.

El vacío que dejó la clase media venezolana está siendo progresivamente ocupado (asaltado) por una dirigencia que es modelo del embrutecimiento generalizado de toda la sociedad. Un modelo de venezolano depravado, ruin, patán, sin mayor tradición cultural y donde se entre mezcla la banalización y la perversión de los valores, principios, ética y moral para hacer del desprecio al semejante, el modelo a seguir de manera inevitable.

Algunas de estas claves habría que buscarlas en las tristesetapas del pasado remoto venezolano y del abandono y atraso al que fue lanzada la sociedad nacional por los duros períodos de violencia sistemática, tanto de las guerras de mediados del ochocientos como de inicios del siglo XX. En esos escenarios se encuentran parte de estos lastimosos lastres (resentimientos) que hoy arrastramos. También del período medianamente reciente (entre 1948-1958) época de la llamada dictadura perezjimenista.

Porque el desencadenamiento de la debacle nacional no puede deberse a un desplome de las dos últimas décadas. No creo que 20 años sean suficientes para haber desmontado toda una estructura de Estado y sobre manera, el derrumbe de todo un cuerpo social, ni la destrucción institucional. Esto ha sido un laborioso y sistemático deterioro que en los últimos 20 años se desencadenó e hizo implosión mostrando una enfermedad que ahora carcome a la totalidad del territorio y sus pobladores.

Sigo pensando en este dramático escenario de total aniquilamiento social y me encuentro, revisando documentos, una carta que el general Bolívar le dirige, desde Perú, a lord Melville, en 1825, ya cuando las disputas por el poder hacen presencia y debilitan las frágiles estructuras de las nacientes ideas republicanas. Copio partes de esta misiva: “América no verá la paz sino el día que se aparte del giro popular de la igualdad (…) debo confesar que este país no se encuentra en situación para ser gobernado por el pueblo, lo que, debemos convenir, es mucho mejor en teoría que en práctica (…)”. Para, posteriormente agregar: “De todos los países es tal vez Sudamérica el menos apropósito para los gobiernos republicanos, porque su población la forman indios y negros, (…). Un país que se encuentra representado y gobernado por pueblos semejantes, no puede ir sino a la ruina. (…) yo, bajo el punto de vista de principios generales, no he sido nunca enemigo de las monarquías, sino que, por el contrario, las considero esenciales para la respetabilidad y bienestar de los nuevos Estados; y que, si el gobierno británico llegase a proponer el establecimiento de un gobierno regular, esto es, de una monarquía o monarquías en el Nuevo Mundo, encontrará en mí un promotor firme y constante de esas ideas (…)”.

Estas palabras de Bolívar parecen más una confesión, una clara muestra de sentimiento que claudica ante la espeluznante realidad de una sociedad totalmente huérfana, desvalida y enferma que lo fue aquella que heredó una libertad que desde el mismo momento se palpaba de dudosa credibilidad. La sociedad que entra a convivir con las ideas republicanas es una masa humana que tenía poco más de 300 años de cotidiano existir con la cultura monárquica. Valores, principios y una práctica de tradición que no fue sustituida sino mucho tiempo después. Indicaríamos que fue la aparición del petróleo a principios del siglo XX que permite a la sociedad venezolana acceder a un cambio de mentalidadque fue progresivamente ampliándose.

Un siglo de vida republicana no es mucho tiempo, nada,para educar y transformar el pensamiento de una sociedad que se había formado en otro mundo, en otra cultura. Un pasado de cultura monárquica que no siempre fue negativo. Por el contrario, habían pasado generaciones formándose enuna tradición donde se fundaron las bases de una sociedad que construyó pueblos, sistemas de convivencia, instituciones y toda una sociedad que vivía y convivía bajo el manto y al amparo de un sistema jurídico fortalecido en sus instituciones. Una sociedad que aprendió una lengua, practicó una misma religión e hizo uso de formas culturales propias.

Semejante herencia no pudo ni ha podido ser superada todavía.

Padecemos, hoy, la pobreza generalizada de un presente por no haber podido asimilar la vasta y compleja herencia cultural de un pasado esplendoroso. La confesión de un venezolano, como Simón Bolívar, es muestra de un hecho que indicaríamos como error histórico. Sí, es muy posible que este héroe sintiera en su intimidad la lamentable tragedia de haber querido implantar un sistema de vida que la sociedad en su conjunto, ni antes ni después, ha podido asimilar del todo. Esto se convierte ahora en una hecatombe, una tragedia, un descomunal fracaso que tiene a Venezuela al borde de su fractura territorial y social.

Juan Guerrero
camilodeasis@hotmail.com
@camilodeasis
@camilodeasis1
Venezuela

ANTONIO JOSÉ MONAGAS: ENTRAMPADOS POR UN TROZO DE PODER

Cualquier valoración sobre los efectos de la política, pueden ser tan inciertos como el vaivén de la economía. Poco podría ser contrastada con la realidad observada a futuro. No tanto por lo que la incertidumbre pudiera descifrar, como por la brusca dinámica que caracteriza la dinámica política. La política podría hoy mostrar la cara opuesta de lo que mañana habría de lucir. Caras opuestas de una misma moneda.

Es como vivir sometido a las inclemencias del tiempo, donde los dilemas preceden y presiden las crudas circunstancias. Por eso se dice que lo que no es posible en el fragor de la política, es porque sus hechos se hallan revestidos de gruesas falsedades. O sea, lo que en política no se alcanza, es porque ha sido todo un grosero disimulo.

Sobre todo, luego de reconocer que la función política tiende a darse entre desaciertos. Es porque en esto hay una válida razón para pensar en lo difícil que resulta constatar que en el ejercicio de la política se actúa apegado a la moral. Difícil de creer porque la verdad es otra.

Cualquier intención que lleve a revisar la realidad política que vive Venezuela, es casi una mofa de solemnidad. Y no porque hayan faltado ideas, propuestas, proyectos y planes contentivos de propósitos capaces de recuperar la institucionalidad democrática y de impregnarle cuánta posibilidad de crecimiento, desarrollo y progreso necesite el discurrir nacional.

Indudablemente, el problema tiene otra dimensión visual. El problema lo define la renuencia y obstinación del régimen. Tan crasos males han tenido su origen en la presunción de estos gobernantes al creer que la ideología del socialismo, rebatida por la historia política de tantas naciones, es la solución que puede sacar al país del rezago al que lo ha colocado el subdesarrollo.

Y así ha sucedido. Pero no porque esos mismos personajes funcionarios del régimen, desconocen las implicaciones de ideologías retrógradas. Como en efecto ha sido el socialismo. Sino porque detrás de toda esta situación, persiste en ellos la ambición, el egoísmo, la envidia, el odio y la codicia como condiciones que desvirtúan los valores que conducen a exaltar las virtudes humanas.

Este cuadro de eventos, ha creado una tendenciosa alineación entre el resentimiento y el revanchismo. Recursos estos de la ideología que han pretendido imponer a punta de represión e intimidación. Entre los propósitos a conseguir con estos ejercicio de política retorcida, estuvo siempre la idea de desanimar la participación de aquellos adversarios que se resistieran a las imposiciones del régimen. Fue así como, mediante tácticas de obstrucción, fue viéndose menguada la participación de factores políticos opositores lo cual redundó en el fortalecimiento del régimen.

Así fue emergiendo una significativa carencia de contrapesos políticos lo cual degeneró en un desorden de toda índole. Este caos terminó quebrantando la independencia de los poderes públicos. A su vez, este problema determinó un entramado conspirativo adelantado por actores representativos de la función pública. Y que al mismo tiempo, urdió buena parte de las competencias del Poder Público Nacional.

En consecuencia, el entramado político-partidista requerido por el andamiaje de la democracia, se vino al suelo. Esto provocó entonces que comenzara a cercenarse la representatividad de distintos partidos políticos. Sobre todo, los que venían actuando en nombre de la oposición democrática.

Fue la oportunidad escogida por la cúpula del régimen para desfigurar dichas organizaciones político-partidistas. De esa manera, el régimen pudo librarse de una oposición que le hacía sombra al proyecto de legitimarse ante el entorno político exterior.

En medio de tan revuelta situación, el régimen insistió en zanjar aún más la brecha entre dirigentes opositores con capacidad de convicción y la actitud de operadores y activistas políticos. Particularmente, de quienes su palabra tuviera algún efecto sobre el resto de la población electoral. Efecto coincidente con los pérfidos intereses del régimen.

Fue esta “la mecha que prendió la candela” al hacer que “se volteara la tortilla”. Así, logró motivar a contrariarse el pensamiento político de quienes podían decidir el cómo, el cuándo, el por qué y el para qué del conflicto político inducido por la distancia entre posiciones que dominaban el devenir de la política venezolana.

De ahí, la manipulada necesidad de entablar negociaciones entre factores del régimen y de la oposición democrática cuya historia es larga de contar, dado los enredados intríngulis que soportan sus hechos.

Fracturada o doblegada la dignidad y principios éticos y morales de quienes en un principio alegaban toda una retahíla de causales que justifican “el cese de la usurpación, elecciones libres y un gobierno de transición” cual mantra sagrado o estrategia impoluta, optaron por plegarse a la postura del régimen. De forma tal que la dinámica política tomó un giro tan sorprendente, que ha causado un “shock hipovolémico” ocasionando daños al sistema político-funcional de venezolanos entrados en razón. Venezolanos de conciencia política en sano equilibrio. Y por tanto graves perjuicios, al país político en general.

¿Y ahora qué sigue?

Sigue que Venezuela se disfrazará de país “políticamente legitimado” con capacidad para desviar la ruta geopolítica del desarrollo económico y social. Al parecer, le resultó bien al régimen aplicar el aforismo que, a manera de estrategia política, empleó para reventar a Venezuela: “divide y vencerás”. Aunque resulta peor aún, aquello que reza: “dale poder a un resentido y conocerás a un miserable” lo cual es agorero desde toda perspectiva.

De modo que actuar de chantaje en chantaje, podría ser el camino que el régimen forzaría a seguir. Aún así, detrás de todo, habrán de continuar las excusas que justificarán las decisiones tomadas por factores políticos enmascarados para cubrir su tullida vergüenza. Y que en nombre de una oposición pintada con manchadas letras rojas, dejaron ver las costuras de sus intenciones. Es decir, un retazo de poder. Pero que en medio de tan absurdo y malicioso juego político, buscaron una salida. Aunque, por causa de un vulgar facilismo, sus advenedizos dirigentes prefirieron vivir entrampados por un trozo de poder.

Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
Venezuela

LUIS FUENMAYOR TORO: ANTE LAS ELECCIONES REGIONALES: VOTO CIUDADANO INTELIGENTE

El jueves 7-10-2021, en la Parroquia Universitaria de Caracas, a las 11:00 a. m., se presentó a la nación venezolana la creación del “Grupo de reflexión y opinión Voto Ciudadano Inteligente”. El documento que sigue fue su acta de nacimiento.

ANTE LAS ELECCIONES REGIONALES: VOTO CIUDADANO INTELIGENTE

La necesidad de darle al voto un contenido ciudadano que lo fortalezca, en función de iniciar la construcción de nuestra futura democracia con y más allá de los partidos, tropieza con la imprudente actitud de la mayoría de la oposición venezolana al presentar un gran número de candidaturas para las elecciones regionales del 21 de noviembre, impulsadas por cálculos de mezquinos intereses sectarios. Esta situación producirá de partida una gran dispersión del voto opositor dificultando el triunfo frente a las propuestas electorales del gobierno, además de profundizar la desesperanza ciudadana respecto del voto. Adicionalmente, la participación de quienes hasta hoy pregonaban la abstención, en vez de fortalecer a las fuerzas democráticas frente al autoritarismo, se ha convertido en el mayor obstáculo para el logro de la unidad nacional que permita derrotarlo. Los electores, mayoritariamente motivados por la necesidad de un cambio político en democracia y en paz, se enfrentan a una situación de incertidumbre y de desesperanza, que conspira contra la participación electoral deseada y aleja el inicio del regreso al cumplimiento de la Constitución y la reinstitucionalización del país. 

Ante esta crítica situación, que llevaría al partido de gobierno, con un respaldo minoritario, a ganar las elecciones en la mayoría de estados y municipios, resultado que incluso serviría a quienes quieren reactivar posiciones abstencionistas y violentas, se impone buscar fórmulas que permitan, aunque sea parcialmente, contrarrestar los efectos nocivos de la atomización electoral opositora. Queremos un país plural, no hegemonizado por una sola corriente, sin importar si es del gobierno o de la oposición. Una forma sería la de dar al electorado el mayor número de elementos de juicio posibles, para que pueda tomar sus decisiones de manera reflexiva y equilibrada, sin caer de nuevo en la abstención y sin dañar la eficacia de su voto.

Las secuelas de la abstención militante, la desesperanza de quienes no ven salida, la ausencia de un fuerte liderazgo alternativo y la atomización de las candidaturas, hacen dudar de la derrota del gobierno.

Estas razones han motivado a un conjunto de luchadores sociales y políticos, comprometidos con la democracia y las necesidades del país, a organizar un grupo de reflexión y opinión que impulse lo que hemos denominado “voto ciudadano inteligente”, que estimule la participación electoral contra el fantasma abstencionista y que dé a los electores la información y criterios, para tomar la mejor decisión en sus estados y municipios. Se trata de inducir la selección de candidatos con mayor opción electoral o de mayor desarrollo futuro, de impulsar el voto consciente más allá de las simpatías y antipatías partidistas o personales, de considerar las características de los candidatos, su posicionamiento en relación al respaldo popular obtenido, el origen social de la candidatura, sus desempeños en funciones similares anteriores, la coherencia democrática de sus planteamientos, el pluralismo de sus actuaciones y sus propuestas programáticas.

Tratándose de unos comicios estatales y municipales, donde no está en juego la conducción de los poderes públicos nacionales, lo primero que debe importarnos es la atención a las necesidades institucionales, económicas y sociales del pueblo, por lo que debemos ser capaces de votar por los candidatos que mejor expresen las urgencias de los ciudadanos, más allá de la polarización gobierno/oposición.

No se está cayendo en posiciones utópicas. Se conocen las limitaciones por el poco tiempo que falta para los comicios. Va a ser difícil corregir la enrevesada situación existente, pero se podría actuar sobre ciertas gobernaciones y alcaldías, tratando de hacerle claro a los votantes cuál sería la mejor opción para evitar la dispersión de votos. Se espera que la sensatez que no han demostrado la mayoría de los partidos opositores ni sus candidatos, al presentarse desunidos a la contienda electoral, sea entonces asumida por los ciudadanos en el momento de votar.

En cualquier caso, haya o no unidad de los partidos opositores, el voto masivo del electorado sería una victoria de la democracia sobre quienes se han alejado de ella, sean del gobierno o de la oposición. Y si ese voto se expresa claramente contra toda expresión autoritaria, sin importar su filiación político-partidista, habrá triunfado la democracia sin importar el número de alcaldías y gobernaciones que obtengan unos u otros.

Quienes integran el grupo de opinión “Voto Ciudadano Inteligente”, que hoy presentamos, son personas ampliamente conocidas por la comunidad, de diversas posiciones ideológicas y políticas, de distintas trayectorias y desempeños, no comprometidas con lineamientos partidistas, sin intereses personales en los comicios venideros, de comportamiento plural y preparadas para efectuar análisis objetivos de situaciones concretas y dar sus recomendaciones argumentadas al respecto.

Mibelis Acevedo, Víctor Álvarez, Josefina Baldó, Leonardo Carvajal, Vanessa Davies, Luis Fuenmayor Toro, Simón García, Gustavo Márquez, Oly Millán, Enrique Ochoa Antich, Fernando Ochoa Antich, Jesús Chuo Torrealba, Mario Villegas, Vladimir Villegas

Enviado a nuestros correos por:

Luis Fuenmayor Toro
lft3003@gmail.com
@LFuenmayorToro
Venezuela

JESÚS ELORZA:IRRESPONSABLE LLAMADO A CLASES

El anuncio hecho por Nicolás Maduro sobre el retorno a clases ha generado un intenso debate entre los miembros de las comunidades educativas, alumnos, personal administrativo, obreros, docentes, padres y representantes.

Sin negar la importancia del regreso a clases, al profundizar el análisis la mayoría de las opiniones coinciden que es una irresponsabilidad del gobierno formular el referido anuncio, sin tomar en cuenta la precaria situación de los centros educativos, escuelas, liceos y universidades y las condiciones de pobreza crítica que hoy afecta a los trabajadores de la educación. Sumado a ello, el causante principal de la suspensión de las actividades académicas que es la pandemia causada por la Covid 19.

El régimen, en sus anuncios pone el acento en la importancia de que alumnos, docentes, obreros y personal administrativo regresen a las aulas cumpliendo las medidas de bioseguridad para protegerse de la covid-19. Pero evade mencionar que los centros educativos carecen de los elementos necesarios para cumplir con las normas de bio-seguridad que puedan garantizar un regreso seguro a las actividades escolares.

La irresponsabilidad gubernamental, pasa por alto intencionalmente que en la mayoría de las escuelas hay fallas con el suministro de agua, los baños no funcionan, no tienen productos para la limpieza (cloro, desinfectantes), no hay tapabocas, no hay gel desinfectante y el deterioro de la planta física es más que evidente.

Realmente, con esas deplorables condiciones la lucha contra el coronavirus no pasa de ser un saludo a la bandera que solo garantiza un enorme riesgo de contaminación para todos los miembros de la comunidad educativa.

Sumado a esto, la incapacidad del régimen para garantizar un efectivo plan de vacunación. No pasan de los simples anuncios. Pero, en la práctica, el personal que labora en las escuelas, liceos y universidades sigue en el ruleteo de conseguir las vacunas: Si logró ponerse la primera dosis de la rusa, ahora no consigue la segunda. Cámbiate para la china es lo que el régimen le dice. Pero, el principal problema, ni siquiera es mencionado por el régimen: ¿Cuál es el plan de vacunación para nuestros niños y jóvenes? Incorporarse a clases sin estar vacunados es transformar a nuestros profesores y estudiantes en un caldo de cultivo para ser infectados por el coronavirus.

En fin, es importante señalar que todas las personas coinciden en la importancia del regreso a clases, el punto de discrepancia con el régimen es sobre las condiciones en que dicho regreso está planteado. La inexistencia de un efectivo plan de vacunación, en especial para niños y jóvenes, la condición de pobreza crítica de los docentes, la inexistencia de programas de seguridad social (HCM), los salarios de hambre, los problemas de conectividad, la deserción estudiantil y la diáspora de docentes hacen de este llamado a clases un acto irresponsable.

Es deber constitucional del Estado garantizar la salud y la protección de los ciudadanos y en este caso en particular, el retorno a clases sin las debidas garantías de protección, estaríamos en presencia de un delito de Lesa Humanidad y los responsables gubernamentales deberían ser castigados con todo el peso de la ley.

Jesús Elorza Garrido
jesuselorza@hotmail.com
@jesuselorza
Venezuela