viernes, 9 de abril de 2021

ACTUALIZACIÓN DE EL REPUBLICANO LIBERAL: DIARIO DE OPINIÓN, http://elrepublicanoliberalii.blogspot.com/ VIERNES 09/04/2021



 



CHELSEA FOLLETT: POR QUÉ DEBERÍAMOS APRECIAR LAS TRANSICIONES PACÍFICAS DE PODER

Esta última elección en EE.UU. fue como ninguna otra en la historia contemporánea en un aspecto importante: algunos ya no sentían que el país presenciaría una transición pacífica de poder desde el presidente en ejercicio hacia el presidente-electo. Muchos temían que una reelección del presidente Trump provocaría disturbios y saqueos a gran escala, lo cual condujo a muchos negocios en las zonas urbanas a proteger sus vitrinas y puertas de vidrio con tablas de playwood. Incluso ahora que Biden ha asegurado una victoria —aún cuando esta podría estar sometida al recuento de votos en algunos estados— algunos comentaristas se preocupan de que algunos partidarios de Donald Trump podrían negarse a aceptar los resultados de la elección.
 
Mientras que las preocupaciones acerca de los disturbios civiles valen la pena ser tomadas en serio, y muchas supuestas anomalías de la elección deberían ser investigadas a profundidad, deberíamos también notar que las transiciones pacíficas de poder —alguna vez algo extraño— se han vuelto más frecuentes alrededor del mundo. Aún así, las transferencias pacíficas de poder están lejos de ser la norma. Según un análisis publicado por The Economist, en los últimos 100 años, solo alrededor de la mitad de los países del mundo lograron incluso una sola transferencia de poder libre de golpes, guerras civiles o crisis constitucionales. La buena noticia es que una vez que un país logra asegurar un cambio pacífico de gobierno, la práctica suele volverse establecida a través del tiempo y genera un ímpetu positivo para que se den las transferencias pacíficas de poder de manera continua.
 
Consideremos una perspectiva histórica de largo plazo. A lo largo de gran parte de la existencia de la humanidad, la autoridad tradicionalmente cambiaba de manos mediante la fuerza. Los reyes muchas veces asesinaban a sus antecesores, incluso matando a familiares cercanos de los monarcas removidos, o derrotaban al gobernante anterior en una batalla. Considere la Roma antigua durante lo que ha llegado a ser conocida como la Crisis del Siglo Tercero, un periodo de tumultos y transiciones políticas particularmente problemáticas. Tómese un momento para reflexionar acerca de los destinos de los catorce emperadores entre Maximinus (gobernó 235-238 EC) y Aurelio (gobernó 270-275 EC).
 
Luego del asesinato de Maximinus, los co-gobernadores Pupienus y Balbinus reinaron durante tres meses antes de que sus propios guardias pretorianos los asesinaran. El siguiente emperador, Gordiano III, o murió en una batalla o murió traicionado —esto no está muy claro. El emperador posterior, Felipe el Árabe, fue asesinado por Decius, quien gobernó hasta que él y su hijo co-gobernador Herennius Etruscus ambos murieron luchando contando los Godos. El otro hijo de Decius, Hostiliano, brevemente condujo al imperio hasta que murió ya sea de una plaga o asesinado —nuevamente no queda claro. El siguiente emperador, Trebonianus Gallus, fue asesinado por sus propios soldados. Tres meses luego de haber llegado al poder, el siguiente emperador Aemilianus también fue asesinado por sus soldados. ¿Nota un patrón aquí?
 
El próximo emperador, Valeriano, fue tomado prisionero por los Sasánidos y asesinado. En algunas versiones de la historia, sus captores lo despellejaron vivo, en otras, lo ejecutaron obligándolo a beber oro líquido. El hijo Gallienus eventualmente fue víctima de una cospiración de asesinato. Su sucesor Claudius Gothicus murió de la plaga luego de aproximadamente un año. Su hermano Quintillus reinó durante unos pocos meses antes de reunirse con un fin inoportuno. Los reportes en conflicto sugieren que o cometió suicidio, o cayó presa de un asesinato por parte de rivales políticos, o sus propios soldados lo mataron. El próximo emperador, Aurelio, también fue últimamente por su propia gente.
 
La Crisis del Tercer Siglo sirve como un ejemplo extremo de una transición de poder abrupta, muchas veces violenta tras otras y en un periodo relativamente corto. Pero el hecho sigue siendo que las transiciones violentas de gobierno alguna vez fueron algo normal.
 
La tendencia mediante la cual las transiciones pacíficas de poder se volvieron más comunes alrededor del mundo —aunque, desafortunadamente, todavía no son algo normal en todas partes— está relacionada con el auge global de la democracia liberal. Ese sistema de gobierno es mucho más eficaz para producir cambios pacíficos de régimen que los sistemas autoritarios. Entre otros beneficios, el proceso electoral provee un medio para que los opositores internos del actual régimen para tomar control sin que se derrame sangre. Al reemplazar los planes de asesinatos con estrategias de campaña, y a los asesinos con consultores políticos, una democracia liberal en funcionamiento reemplaza la fuerza letal con la persuasión pacífica.  
 
Desafortunadamente, la tendencia a largo plazo de democratización se ha revertido recientemente —y por primera vez desde el inicio del milenio nuevo, las autocracias nuevamente superan en número a las democracias liberales. El Varieties of Democracy Institute en la Universidad de Gothenburg en Suecia ahora clasifica a Honduras, Hungría, Nicaragua, Níger, las Filipinas, Serbia, Tailandia, Turquía, Venezuela y varias otras otrora democracias como autocracias, cuando se define estas como un puntaje por debajo de 0,5 en el Índice de Democracia Electoral (escala de 0 a 1). En algunos casos, como el de Hungría, el Instituto reporta que un auge de una forma iliberal del populismo está detrás de este cambio.
 
Las transiciones pacíficas de gobierno mediante las urnas nunca deberían darse por sentado. A nivel global, están lejos de ser la norma, incluso en la historia moderna. Incluso una vez que un país establece una tradición de transferencias pacíficas de poder, no hay garantías de que la tradición continuará. En su Carta de Despedida presidencial que precipitó la primera transición pacífica de poder en la joven república estadounidense, George Washington habló acerca de los peligros de la política que giran en torno a la lucha intensa entre facciones. Él describió el espíritu divisivo como “un fuego que no se extinguirá”, y advirtió que este “demanda una vigilancia uniforme para prevenir que estalle en llamas, a menos que, en lugar de calentarse, debería consumir”.
 
No es algo fácil para una comunidad democrática mantenerse a sí misma a pesar de los inevitables conflictos internos. Conforme EE.UU. aborda el resultado de la elección, sus ciudadanos deberían tener esto en cuenta. Una tradición de transiciones pacíficas de poder debe ser apreciada y protegida mediante un esfuerzo consciente, o, como Washington lo expresó, con vigilancia.

Chelsea Olivia Follett
@chellivia
@InstitutoCato
elcato@cato.org
Estados Unidos
 
Este artículo fue publicado originalmente en National Interest (EE.UU.) el 15 de noviembre de 2020.
https://www.elcato.org/por-que-deberiamos-apreciar-las-transiciones-pacificas-de-poder

OSCAR ELÍAS BISCET: CUBA, MÁS QUE UNA AMENAZA, UN ENEMIGO ACTIVO DE EEUU

El régimen castrista es hostil a la libertad, enemigo número uno del pueblo cubano y de EEUU.
 
Uno de los sambenitos más utilizados por los tiranos de izquierda es el despectivo de contrarrevolucionario. Desde el punto de vista intelectual y médico se usa para paralizar y neutralizar psicológicamente a sus adversarios prodemocráticos. Fue el cliché del Régimen del Terror francés (1792-1793), rescatado por el despreciable régimen comunista de la Unión Soviética (1917-1991) y después como consigna muy popular en sus inicios y aún vigente en la Cuba castrosocialista.
 
La tristemente célebre frase contrarrevolucionario (CR) está asociada a millones de asesinados por los regímenes socialistas. La oí con más intensidad y frecuencia contra mi persona cuando ya era un hombre maduro, tanto en lo personal, familiar y profesional, como intelectual y político, no hizo ninguna mella en mi psique y carácter, fue en el año 1997, en el momento que creé la Fundación Lawton de Derechos Humanos.
 
En realidad, donde más presión psicológica ejerce el término de contrarrevolucionario es en el sistema penitenciario castrista. Allí a los presos le hacen un expediente de recluso y una tarjeta, que debe presentarse adonde vaya el interno. En la tarjeta, ese término político despectivo se codifica como CR y lo escriben con letras grades y rojas. Tuve varios encuentros verbales con los militares y reclusos por esas letras. Siempre les aclaré que no importa cómo me clasificaba la dictadura de Castro, que era inocente y solo un promotor y defensor a ultranza del derecho a la vida, la libertad y la propiedad; que en realidad era un contrarrecontracomunista o un contra Castro Ruz o, simplemente, un contracomunista (en recuerdo del término anticomunista).
 
Por supuesto, la dictadura castrosocialista se jacta de defender la vida y la libertad; y como grandes hipócritas de escasa creatividad intelectual hablan de ser una maravilla de sistema en la salud, lo educacional y la socialización de la libertad; sin importarles, las recientes plagas de sarna, piojos y COVID 19, fuera de control, sin medicamentos y grandes colas en las farmacias, a pesar de que los medicamentos son por tarjeta de racionamiento. También hubo brote de rabia humana en el oriente del país. Sin embargo, los castrosocialistas propagan ataques de ira y odio incontrolables, cuando les habla del derecho a la propiedad, no se esconden para denigrarte y exponer la censura a la herencia o a la posesión de empresas privadas por los cubanos.
 
Si algo distingue a los regímenes socialistas son sus estigmas de opresor a través del terror de estado, las graves, flagrantes y sistemáticas violaciones de los derechos humanos y las libertades fundamentales y, sobre todo, el gran fracaso económico e intelectual. Les expongo como lo describen grandes personajes de la historia universal contemporánea: Winston Churchill, Friedrich Hayek y José Martí.
 
Churchill expuso que “El socialismo es la filosofía del fracaso, el credo a la ignorancia y la predica a la envía; su virtud inherente es la distribución igualitaria de la miseria”. Y en otra idea: “Los primeros cristianos decían Todo lo mío es tuyo, los socialistas dicen Todo lo tuyo es mío ”.
 
Hayek nos legó sobre la importancia de la libertad y expresa: “Bajo el Estado de Derecho... el individuo es libre de perseguir sus objetivos y deseos, con la garantía de que los poderes del gobierno no se usarán deliberadamente para frustrar sus esfuerzos”. También dice que “Una sociedad que no reconoce que cada individuo tiene valores propios los cuales tiene derecho a seguir, no puede respetar la dignidad del individuo y no puede conocer lo que realmente es la libertad”.
 
Martí, su pensamiento esclarecedor sobre la tiranía socialista, manifestó: “Dos peligros tiene la idea socialista, como tantas otras: el de las lecturas extranjerizas, confusas e incompletas, y el de la soberbia y rabia disimuladas de los ambiciosos, que para ir levantándose en el mundo empiezan por fingirse, para tener hombres en que alzarse, frenéticos defensores de los desamparados”.
 
El régimen castrista es hostil a la libertad, enemigo número uno del pueblo cubano y de EEUU en la región y entre los primeros en el mundo, con alianzas con las grandes potencias imperialistas de Rusia, China e Irán y varios movimientos terroristas, creados y entrenados en Cuba; que lo hace un enemistado de la humanidad.
 
El largo historial de agresiones contra EEUU podemos definirlo brevemente así: el régimen cubano ha robado propiedades privadas a través de la confiscación forzosa y arbitraria, conocía de antemano de los atentados a los presidentes John F. Kennedy y Ronald Reagan, convirtió a Cuba en una gran base militar soviética de misiles ofensivos nucleares y estimuló a la dirección de ese país a dar un golpe nuclear preventivo en varias ciudades estadounidenses, envió drogas, tráficos y lavado de dinero en el territorio norteño, ataques a ciudadanos civiles: turistas y diplomáticos en La Habana e injerencias en el proceso de elecciones 2020; por todo esto, no solo es una amenaza al pueblo estadounidense sino un activo y obstinado enemigo. 

Oscar Elías Biscet: 

lanuevanacion@bellsouth.net

@oscarbiscet

Presidente de la Fundación Lawton de Derechos Humanos

Presidente del Proyecto Emilia

Medalla Presidencial de la Libertad

Cuba - Estados UnIdos


https://www.diariolasamericas.com/opinion/cuba-mas-que-una-amenaza-un-enemigo-activo-eeuu-n4219641

GABRIEL BORAGINA: LAS GUERRAS Y LOS IMPUESTOS

"Alcanzó este impuesto su culminación en el régimen impositivo británico, donde cuenta con una historia que lo acredita. Apareció como recurso heroico para salvar los apremios del fisco inglés aligerado por las guerras con Francia. Los impuestos agobiadores que soportaba la población, eran impotentes para solventar los problemas económicos del Tesoro nacional: fue entonces cuando el famoso ministro Pitt propuso al Parlamento el assessed taxes que comprendía una serie de impuestos directos sobre las casas y el lujo en diversas manifestaciones, tomándose como base la renta. El Parlamento se agitó enormemente con esas propuestas extraordinarias, pero la ley fue sancionada en 1798 bajo el nombre de Aid and contribution Act. Conforme a este ordenamiento, la ciudadanía se divide en tres categorías; según la importancia económica de cada uno de los sectores. En 1799 se promovió una reforma a Ja de Pitt, debido al descontento que se mantenía latente contra ella, ya que según Seligman se la consideraba, entonces, "falso en sus bases, destructor en su desarrollo, erróneo en su realización. Este no es un impuesto —proclamaba un autor—, sino una extorsión; es una experiencia detestable y dañosa"."[1]
 
En realidad, como se ve, los impuestos han nacido con las guerras y las estimulan, porque es la mejor ocasión que tienen los burócratas de incrementar sus arcas: en las situaciones de "emergencia" bajo consignas por lo general patrióticas, o explotando el temor de la gente es más fácil que entreguen sin resistencia sus pertenencias al gobierno. Esta es la lectura correcta a darle al párrafo que hemos transcripto arriba.
 
Era lógico ese descontento contra una nueva ley que establecía un impuesto a la renta territorial (casas) toda vez que antes se dijo que el pueblo ya venía soportando agobiadores impuestos. Según parece (no es clara la cita) a los impuestos sobre el capital se agregaron impuestos sobre las rentas. Puede entenderse entonces como lógica la agitación del Parlamento británico si así hubiera sido. Podemos imaginar cómo se exprimía al ciudadano pues en su patrimonio.
 
Es que todo impuesto es efectivamente -como decía ese autor- "una extorsión; es una experiencia detestable y dañosa", pero la visión romántica del impuesto permanece hasta hoy y, por lo visto, también estaba en la mente del autor de esa frase que había caído bajo su influjo.
 
Y también asiste razón al que dijo que es "falso en sus bases, destructor en su desarrollo, erróneo en su realización" con lo que nosotros no hemos descubierto nada "nuevo", simplemente que la historia registra muchas opiniones similares a la nuestra, pero la posición contraria ha prevalecido y hoy resulta extraño a la gente que se le hable de la superfluidad del impuesto, y más chocante les parece que se proponga su eliminación lisa y llana, y su reemplazo por un sistema de pagos voluntarios y donaciones para mantener un gobierno si es que la comunidad lo reputa necesario.
 
Hay una suerte de servidumbre mental que facilita que la gente sea fiscalizada, y lo más triste de todo, que vea como "natural" que el Gran Hermano Estatal vigile primero sus bienes y más tarde toda su vida. El estatismo no sólo está arraigado en los que ansían el poder sino -y quizás más aun- en quienes viven y medran a su sombra. Y esto tanto en las épocas a las que se refiere el autor como en pleno siglo XXI.
 
"La resistencia al impuesto no cejó y en 1802 se logró, después de empeñosos esfuerzos, la supresión. Al año siguiente vuelve a plantearse en el Parlamento, aunque con otras proporciones y con carácter meramente transitorio. El ministro Addington dijo, al fundamentarlo: "Deseo que se comprenda bien que considero este impuesto solamente como aplicable a la guerra, y entiendo proponerlo con la condición de que se le suprima seis meses después de restablecida la paz". Se consideró como "una contribución sobre las ganancias provenientes de capitales profesionales, oficios y funciones", lo que ha hecho decir que en realidad se trata del primer impuesto a la renta. En 1805, siempre bajo la imposición de las circunstancias se elevó la cuota proporcional del 5 % se elevó al 6 y 8 %; el impuesto subsistió hasta el año 1816 y fue nuevamente suprimido."[2]
 
Se infiere del texto de la cita que el impuesto que se derogó se había establecido con carácter de permanente, lo que justifica -aún más- las resistencias que -se narra- había despertado. Existía -por lo menos en aquella época- una conciencia más clara de lo dañoso del impuesto en general al parecer que la que existe ahora.
 
Es sintomático que al proponerse un nuevo impuesto los gobiernos recurrentemente aludan a dudosas "circunstancias excepcionales" y en segundo lugar a la transitoriedad del mismo.
 
En la cita de arriba se nos dice que el "nuevo" impuesto al que se alude se impuso en el año 1803 y que el ministro proponente pidió que se lo suprima seis meses después de lograda la paz. Llama la atención que aquí se diga que "se trata del primer impuesto a la renta" cuando en el párrafo anterior se había dicho lo mismo del impuesto propuesto por Pitt. Quizás alude a que el anterior impuesto lo era sobre las rentas territoriales y este otro sobre "las ganancias provenientes de capitales profesionales, oficios y funciones".
 
Ahora bien, yendo al fondo de la cuestión: las guerras, en general, son creaciones gubernamentales a las que el pueblo resulta ajeno, y esto vale tanto para el pais invadido como para el invasor: quienes promueven las guerras son los gobiernos. Pero el costo de las guerras se carga sobre las espaldas de los pueblos cuyos gobiernos están envueltos en la contienda por decisión -repitamos- exclusivamente gubernamental. Si algún gobernante quiere hacer una guerra debería financiarla con sus propios recursos y no con los de sus gobernados. En tal caso, si el gobierno del pais "A" declara la guerra al país "B", la situación justificaría una rebelión fiscal por parte de los ciudadanos del pais "A", ya que la decisión de agredir a otro país vecino provino de sus gobernantes y no de sus ciudadanos. Si fuera así, el gobierno agresor no contaría con fondos para la aventura bélica, y no habría guerra alguna, y si la rebelión fiscal se prolonga ese gobierno agresor caería.
 
Gabriel Boragina  
gabriel.boragina@gmail.com 
@GBoragina  
Argentina  
 
http://www.accionhumana.com/2021/02/las-guerras-y-los-impuestos.html

CARLOS RAÚL HERNÁNDEZ : ¿GOLPE DE ESTADO EN EEUU?

Franklin Delano Roosevelt derrotó al Presidente republicano Howard Hoover en noviembre de 1932 de manera aplastante, en medio de terribles secuelas de la gran depresión de 1929 en la sociedad norteamericana y el mundo entero: miseria, desesperanza y escepticismo sobre la democracia y sobre la misma civilización. Las vanguardias europeas declaran indigno el arte en una sociedad tan monstruosa e irracional, que simbolizan en la batalla de Verdún.
 
Esa triza del mundo que retrata el cubismo, rechazan dadaísmo y surrealismo, y evaden abstraccionistas, veía el final de los valores de occidente. Caen los viejos imperios y están en vilo las instituciones demo liberales ante los movimientos totalitarios. La hora de los duros: Stalin y los bolcheviques, Mussolini y el fascismo, Hitler y los nazis. Roosevelt era también un duro pese a ser demócrata y amable.
 
El Presidente de la Corte Suprema de Justicia lo definió como “un carácter de primera con talento de segunda”. La fortaleza de ese carácter, su antipatía por las grandes corporaciones, y la contundencia de su victoria, crisparon el ambiente político y comenzaron complots e invocaciones a la fuerza para detenerlo, pero también para apoyarlo, riesgo a la cohesión social.
 
El partido Demócrata, con mayoría en ambas cámaras, antes de la toma de posesión introdujo en la de representantes un proyecto de ley de poderes especiales –nunca aprobado- para darle autonomía al Presidente en las decisiones económicas. Se esperaba que asumiría la dictadura, pero no fue así. Su programa, el New Deal, cuajado de populismo, se adaptó a la constitución. (Sutilmente Eleanor los llamó “momentos aterradores”).
 
Conspiración de los negocios
 
Fue un populista democrático, una concepción desastrosa, pero en los cauces constitucionales, y desoyó la prédica golpista de medios de comunicación e intelectuales. Para liderizar la conspiración, los que temían a Roosevelt hicieron contacto con el general marine Smedley Butler, el oficial más condecorado y de mayor prestigio de EEUU.
 
Pero él los denunció ante una comisión del congreso, en un lenguaje muy antisistema. Se conoce así la bussines plot, la conspiración de los ricos. Sus convocantes eran Gerald Mac Guire de Wall Street, y Sterling Clark jefe de la Singer Corporation. El general William Doyle movilizaría la Legión Americana, una prestigiosa organización de militares retirados. Supuestamente estarían involucrados DuPont, J.P. Morgan, Mellon Associates, U.S Stell, Sun Oil, G.M, Stándar Oil, Goodyear y Rockfeller Asociates.
 
Un año antes, el presidente de Chevrolet, William Knudsen, donó 10.000 dólares a Hitler y regresó diciendo que Alemania era un milagro del nazismo. Según el plan, Butler encabezaría una marcha de medio millón de veteranos de guerra armados, sobre la Casa Blanca. Aplicarían el modelo bolchevique de tomar la ciudad y así derrocar al Presidente. Fiorello LaGuardia, alcalde de Nueva York, bajó la presión de la denuncia, al llamarla “conspiración de coctel” por no haber ninguna prueba.
 
En esos días un italiano “que odiaba a los políticos”, disparó contra Roosevelt, pero una mujer lo golpeó con el bolso y desvió el tiro, que mató al alcalde de Chicago, sentado al lado del destinatario. La mayoría legislativa, permitió al gobierno aplicar sus políticas, básicamente creación de empleo improductivo gubernamental y subsidios.
 
Cabezas blancas y duras
 
Las piñatas populistas, a plazo inmediato alegran a la gente y crean mejoría simulada, pero rápido se desploman en problemas peores, de los que a Roosevelt libró la segunda guerra. Los nueve miembros de la Corte Suprema son vitalicios y entonces había una mayoría estrictamente apegada a la constitución, sin concesiones sobre la creatividad del ejecutivo. Eso llevó a un conflicto de poderes y al conato de golpe de Estado que no se materializó.
 
El poder ejecutivo presenta el proyecto de Ley de reforma de procedimientos judiciales, ridiculizado como “ley de empaquetamiento de jueces” que lo autorizaría a nombrar un magistrado por cada uno que cumpliera edad de jubilación (¿?) y no lo hiciera. La justicia, según Roosevelt, “no debían administrarla nueve ancianos”. Eso creo una grave tensión entre los poderes, pero al final el gobierno no pudo salirse con la suya.
 
Los jueces se mantuvieron firmes en que declararían la ley inconstitucional. La constitución norteamericana es un milagro de ingeniería política que le permitió a un grupo de colonias convertirse en país y luego apoderarse de gran parte del norte del continente, para llegar a ser la principal potencia del mundo. No hubo en su dominio golpe de Estado ni revoluciones durante los siglos XX y XXI, a diferencia del resto del planeta.
 
Pero en este período presidencial hemos visto peligros alarmantes para la democracia. Cuestionar posibles resultados o el voto por correo, denunciar que las instituciones y los partidos están podridos, denigrar del liderazgo son peligrosas pulsiones revolucionarias. Calles tomadas por paramilitares que amenazan asaltar una gobernación y que existan grupos terroristas como Attack, son aberraciones tercermundistas.
 
Carlos Raul Hernandeaz
carlosraulhernandez@gmail.com
@CarlosRaulHer
@ElUniversal
Venezuela

LEANDRO RODRÍGUEZ LINARES: NADA CAMBIARÁ EN VENEZUELA SÍ…

 La política en Venezuela, la que se divulgar en medios de comunicación y redes sociales, como diría el escritor y filósofo Miguel Unamuno, tiene un valor igual a cero, porque no refleja en lo más mínimo la real realidad de la nación ni sus exigencias, es solo un espejismo útil a una pequeña, pero toda poderosa, élite que se ha apropiado del Estado. 

Para que los venezolanos podamos materializar los insustituibles cambios que requiere la patria, es necesario: 

En primer lugar, comprender que las instituciones del Estado, en todos sus niveles, están siendo controladas por el régimen (prácticamente desde su arribo al poder), con especial énfasis todos aquellos espacios que la oposición ha ganado electoralmente, pues el chavismo les resta competencias, recursos e impone poderes paralelos. En pocas palabras, lo electoral ha sido y es inútil contra el chavismo, no pierde ni perdiendo. No importa cual instancia de poder sea, el férreo control del TSJ, las FANB y demás poderes nacionales le asegura tener el control de la institucionalidad del país con o sin elecciones, votando o absteniéndose… lo electoral es inútil ¡Aceptémoslo! más aún cuando desde 2017 no participa una oposición real ni legítima. 

En segundo lugar, sí continuamos aceptando la imposición de una “oposición” impuesta, falsa, hecha a la medida del régimen, a la que le entregan vía sentencias las direcciones nacionales de los principales partidos políticos de oposición, pues es lo mismo que votar directamente por los candidatos del Psuv, en ninguno de los dos casos el régimen ve amenazado su proyecto. El descaro es tan grande que los discursos de esta oposición electorera y del chavismo coinciden alarmantemente. Hasta que en Venezuela la oposición real/legítima sea quien marque la agenda nada cambiará. 

En tercer lugar, se deben abordar los problemas reales, los que originan la dantesca crisis económica, política, las sanciones internacionales y demás actos punitivos contra el chavismo. El verdadero problema en Venezuela es la ruptura del hilo constitucional y democrático, sustento ilegal e ilegítimo de la retención del poder chavista… he allí el origen de todos nuestros males. 

Esta es la realidad venezolana, no hay otra, todo lo demás es falso, pactos perversos, el alimento del oscurantismo el cual encerró al país en una densa neblina hace más de dos décadas. 

En consecuencia, hasta tanto asuma la agenda política nacional una oposición real, legítima, que forcé a destrabar el país con estrategias tendentes a recobrar nuestra constitucionalidad y democracia, nada será distinto a esta acelerada depauperación de nuestras vidas. 

Está claro no es nada fácil, el régimen prepara únicamente escenarios que le son favorables de la mano sus colaboradores. Por eso persigue, inhabilita a la oposición real y prácticamente prohíbe toda actividad opositora ciudadana como las protestas, marchas, etc. Por tal motivo ha costado tanto reindependizarnos, pero (he allí el detalle) en la forma como el chavismo ha obrado lo hace ser su peor enemigo, día a día padece las consecuencias de sus propios actos, aunado a la recomposición de una oposición real dentro y fuera del país.

 

Leandro Rodríguez Linárez

leandrotango@gmail.com

@leandrotango

Viene zuela

JUAN GUERRERO: TRANSFORMAR LA UNIVERSIDAD VENEZOLANA

Es evidente que la Universidad venezolana, republicana, autónoma, popular y democrática, no escapa a la realidad nacional imperante. El deterioro y la destrucción planificada, visible y notoria de la institucionalidad venezolana, junto con su infraestructura, se vive de manera dramática en la comunidad universitaria. 

Pero como lo hemos afirmado por estos días en las redes sociales, no es posible realizar propuestas reales de cambios trascendentales a lo interno de la universidad venezolana sin contar con la participación directa de su comunidad, en aquellos asuntos donde es necesaria y esencial escuchar la voz y reflexiones de quienes hemos sido formados por décadas en la vida académica del Alma Mater. Por lo tanto, el primer acuerdo que se debe considerar es entender que las decisiones fundamentales deben ser acordadas por los miembros de su comunidad en los diferentes escenarios de cogobierno institucional. 

La crisis universitaria solo es un reflejo de la crisis general que existe en el Estado venezolano y su sociedad. Porque no es cierto que la actual realidad que se vive desde hace poco más de 10-12 años, es resultado de acciones político-económicas de gobiernos que terminaron convirtiéndose, al concentrar todo el poder del Estado, en sistemas autoritarios y después en régimen totalitario. La crisis nacional generalizada y, por lo tanto, de naturaleza altamente compleja, es consecuencia de políticas públicas desacertadas y de modelos educativos improvisados que frenaron la descentralización del Estado, restando poder de decisiones político-administrativas a las regiones y estados, y en la práctica, devolvieron a la nación a los rudimentos de gobiernos centralizados con la aparición de mentalidadescaudillistas y populistas. 

Frente a esta realidad la universidad venezolana no escapa a ello, en sus modelos de una práctica académica similar, debilitando su rigor pedagógico al desviar el ejercicio de su Ser y Hacer fundamentales, búsqueda de la verdad y aplicación del conocimiento, por asuntos y decisiones políticas y de partidos, de naturaleza externa a su vida académica. 

Cierto que la vida académica universitaria, en razón de su práctica permanente, tanto en docencia, investigación, extensión y producción, supone un hacer político como dinámica natural de vida comunitaria, en tanto realidad cotidiana, y contrastación en el resto de la sociedad. Sin embargo, la práctica de sus últimos 25 años en la generalidad de los casos, ha evidenciado una clara desnaturalización de su práctica académica al estar sometida a decisiones externas, por capricho de gobiernos al frente de partidos y grupos que han terminado pervirtiendo al Alma Mater. 

Devolver la universidad a sus asuntos ancestrales como institución donde el ‘pueblo accede a decantar sus saberes’ es tarea indeclinable que debe ser asumida en la urgencia que la república está exigiéndolo. Porque no es posible, en el tiempo presente ni el porvenir, asumir el desarrollo de una sociedad desde una perspectiva puramente política o económica. No es cierto, tampoco, que sea desde el solo campo universitario que se podrá superar la compleja crisis venezolana. Esto es un asunto que debe verse desde una perspectiva integral, de crisis generalizada en todos los ámbitos donde el principal protagonista de ello, el ciudadano, se desenvuelve. 

Los miembros de la comunidad universitaria tenemos una responsabilidad moral en la participación directa y activa de su recuperación, adecuación y transformación para contribuir con el rescate de nuestra nación. No es posible pensar un nuevo país con una universidad evidentemente viciada, aletargada y con prácticas ajenas a la naturaleza de sus principios y valores que han sido el fundamento de nuestra nacionalidad. 

La universidad venezolana de los nuevos tiempos, debe, para su sobrevivencia y frente a los inmensos retos de este siglo, someterse a una revisión de su permanencia histórica y justificar su misión y visión como guía y luz de adelantados visionarios que construyen saberes desde la base fundamental de formación de ciudadanos libres, de pensamiento plural, democrático y con razonamiento crítico. 

Es tiempo de deslastrarnos de viejas y caducas doctrinas, añejas formas de impartir y compartir la Academia. Una universidad renovada, adaptada a los nuevos tiempos, pero centrada en sus fundamentos axiológicos, filosóficos y políticos trascendentales, dará vigor al rigor académico de nuestra Alma Mater.

Juan Guerrero
camilodeasis@hotmail.com
@camilodeasis1
Venezuela