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viernes, 5 de marzo de 2021
ACTUALIZACIÓN DE EL REPUBLICANO LIBERAL DIARIO DE OPINIÓN, http://elrepublicanoliberalii.blogspot.com/ VIERNES 05/03/2021
GIOCONDA CUNTO DE SAN BLAS, CIENCIA DE LO INFINITO Y LO INFINITESIMAL. AL COMPÁS DE LA CIENCIA
JOSÉ RAFAEL HERRERA, ¿ABSTENCIONISMO O PARTICIPACIONISMO?
Paradojas, las llaman los filósofos de la ciencia. El
caso de la “parajoja del mentiroso” es emblemática: la oración “Esta oración es
falsa”, dado el principio del “tercero excluido”, es, por un lado, verdadera y,
por el otro, falsa. Si es verdadera, lo que dice la oración es falso. Pero la
oración afirma que ella misma es falsa, por lo cual no es verdadera. Ahora, si
la oración es falsa, lo que afirma debe ser falso, pero esto implica que es
falso que ella misma sea falsa, lo cual la hace verdadera, contradiciendo la
afirmación anterior. En fin, no es posible asignarle a esta paradoja un “valor
de verdad” absoluta.
El caso es que de antinomias parece estar plagada la
margarita del “me quiere o no me quiere” del amplio espectro del arcoiris de
los sectores que se enfrentan (Gegen), de un modo o de otro, al gansterato que
usurpa el poder en Venezuela. “Oposición”, se autodenominan. Como si las
palabras carecieran de contenido. Como si se pudiese establecer una relación de
oposición –de correlatividad– entre términos no solo distintos sino
recíprocamente incompatibles. Opuestos son “derecha e izquierda”, “arriba y
abajo”, “padre e hijo”. Y son llamados términos opuestos correlativos porque no
existe posibilidad de la existencia del uno sin la del otro. Entre ellos no
puede no haber complementariedad. Ahora, ¿es posible que “criminal” o “gánster”
sea el término opuesto correlativo al de los sectores políticos que aspiran a
establecer un régimen político democrático? ¿Existirá correlatividad entre un
narcotraficante y un dirigente político? ¿Se podrá llamar “izquierda” a un
cartel criminal y autoconcebirse como la “derecha” política que se le opone?
¿Se puede afirmar que toda la autodenominada “oposición” política venezolana es
de “derecha”?
Como podrá observarse, la confusión es grande. Y la
presuposición de “conceptos” pareciera hallarse sobresaturada. La palabra
“claro”, por cierto, se ha convertido en la muletilla predilecta de una
dirigencia política que, cual Selección Vinotinto, sube y baja la cancha una y
otra vez en busca del anhelado “gol de la dignidad”, frente a la apabullante
goleada de un grupo de malhechores que, mientras saquea lo que queda de país,
finge jugar con ellos, los atracan, los golpean, les sacan toda clase de
“tarjetas” y los expulsan de la cancha (los meten presos), los amenazan con sus
pistolas y metralletas, los apuñalan y los asesinan. “Estamos muy claros”, afirma
con el mayor convencimiento, y bajo la forma del estribillo, la cada vez más
inasible dirigencia “opositora”, que no logra percatarse de que “el partido”
que se imagina estar “jugando” se convirtió, hace ya mucho tiempo, en un juego
de policías y ladrones, pero invertido.
En un reciente artículo de opinión, María Corina Machado advertía enfáticamente que “un gobierno de transición con parte de las mafias no es una fórmula para sacar a los criminales del poder, sino para redistribuir el poder entre los criminales”. Es esta una advertencia de cuidado, porque, a menos de que falle la consistencia lógica de la antinomia, la única forma de ser efectivamente el término opuesto del gansterato es formando parte –así sea en plano negativo– de la gansterilidad. O para decirlo en buen criollo, quien anda con lobos. no maúlla precisamente: aprende a aullar. No han faltado en los últimos días los argumentos –y cabe advertir que el uso indiscriminado del término “narrativa” ya apesta– en defensa de la participación en los comicios para gobernaciones y alcaldías convocadas por el régimen: “no se pueden abandonar los espacios”, se afirma. “Hay que recuperar la institucionalidad”. “Los demócratas tienen que defender el voto votando”, etc. En el fondo, la premisa mayor encierra una acusación más o menos directa contra el llamado abstencionismo.
Solo que, paradójicamente, se puede también
afirmar lo contrario: “El voto no se defiende votando según las normas
establecidas por el gansterato, sino exigiendo reglas efectivamente
democráticas”. Como ha afirmado Andrés Velázquez: “Después de 22 años de
trampas, de horror, destrucción total, miseria y dictadura, no estamos para
cuentos infantiles. Pelear por condiciones electorales libres, justas,
transparentes y verificables no es un capricho ni es abstencionismo, es lo que
nos corresponde hacer a los demócratas”.
La antinomia pareciera traspasar el discurso de
quienes ejercen la política propiamente dicha en contra (Gegen) de la
no-política, es decir, de esa representación de cualquier otra cosa posible
menos que de la política. Y no pocas veces, en nombre de la inteligencia,
pareciera haber llegado el momento de poner más atención a la actividad de
pensar lo que se hace y de decir lo que se piensa que a la repetición de frases
huecas y sin contexto, tan afanosamente recomendadas por los llamados
“técnicos”, “expertos” y “especialistas” –fieles representantes de la paradoja
del mentiroso–, quienes parecen haber perdido la brújula por el camino de las
abstracciones o -habrá que sospecharlo- de sus propios intereses. Detrás del
abstencionismo parece hallarse la respuesta a la participación. Detrás de la
participación parece hallarse la respuesta al abstencionismo. Lo otro no es
solo lo otro. Es, en sustancia, lo sí mismo. No es la esperanza sino la
desesperanza lo que logra concretar los anhelos de la esperanza. Fichte
–maestro de la negatividad– sigue siendo un valioso pensador para poder
comprender la dureza del desgarramiento del presente.
TRINO MÁRQUEZ, LOS RETOS ELECTORALES DE G4
Nicolás
Maduro y su entorno conocen los datos. Sus encuestadoras no pueden proporcionar
cifras distintas a las que arrojan las empresas más serias y objetivas. A
partir de esos números, el gobierno decidió impulsar las elecciones regionales,
llamadas ahora megaelecciones, porque se convocarán de forma conjunta los
comicios de gobernadores y alcaldes; y, posiblemente, de los consejos
legislativos estadales y municipales.
Los
integrantes de la Mesa de Diálogo Nacional (MDN), autocalificados como
opositores, han dicho que acudirán a la cita. Para honrar su palabra, lo harán
cualesquiera sean las condiciones fijadas por el gobierno. Dentro de la
oposición más dura, la concurrencia ha sido descartada. Un grupo de escritores
y periodistas pidió en una carta a Juan Guaidó que lidere la participación de
la oposición en las elecciones regionales y locales. Sería la reconquista del
voto como instrumento de lucha. Ven en esas votaciones la oportunidad de
abandonar el abstencionismo y retornar
al carril electoral. Coincido con ellos y agrego lo siguiente.
Los
factores que antes se movían en torno de
la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) y que ahora se agrupa en el G4, aún no
han definido su postura final. Consideran que existen aspectos que deben
aclararse antes de asumir la postura definitiva. Tienen la razón. El gobierno
pretende realizar las elecciones en condiciones que le garanticen –aunque no
triunfen en todos los estados y municipios- el control de la totalidad de las
gobernaciones y la inmensa mayoría de las alcaldías.
Voy a
referirme a algunos desafíos ante los cuales se encuentra la oposición MUD-G4,
para llamarla de un modo que permita identificarla. Con relación al núcleo
conformado en torno a la MDN no hay nada que decir. Está mucho más preocupado
en no incomodar, ni desagradar a Maduro
y a Jorge Rodríguez, que en ejercer la oposición. No han realizado el menor
balance autocrítico del descalabro sufrido el 6 de diciembre. No examinan por qué
el pueblo no los favoreció con su voto y apenas representan una porción
infinitesimal del electorado. Jamás critican al gobierno por la persistente
campaña dirigida a aniquilar a Voluntad Popular, a Primero Justicia y a Acción
Democrática. Los inhabilitados políticos, sean partidos o dirigentes, no es
asunto que les concierna. Tampoco los derechos humanos. Viven para cuestionar a
Juan Guaidó. Criticarlo por ‘extremista’ y ‘llorón’. Al régimen que arruinó al
país no lo tocan ni con el pétalo de una rosa. Se mueven en el mundo de la
fantasía: si votas, ganamos.
El G4
debe considerar seriamente si acude o no a esos comicios y si dialoga con el
gobierno con relación al tema político crucial de 2021: las elecciones
regionales. Varias son las materias fundamentales. La selección del nuevo CNE
se puso en marcha. Un grupo de notables profesionales y académicos está
dispuesto a proponer sus nombres para
integrar ese cuerpo. Alrededor de algunas de esas figuras puede lograrse un
acuerdo que permita presentarle al país un CNE decente. Aceptable. Esta tendría
que ser una negociación directa entre el gobierno y el G4, luego refrendada por
la Asamblea Nacional controlada totalmente por el oficialismo. Si el debate se
libra solo en el cuerpo legislativo, saldrá otro frankenstein como los vistos a
lo largo de las últimas dos décadas. La apertura total de la amplia red de
medios públicos a los candidatos
opositores debería ser otro tema del debate. Una de las formas más groseras del
ventajismo madurista, se expresa en el dominio obsceno de los medios de comunicación
financiados con fondos públicos. El acuerdo
debería incluir el acceso equitativo. La eliminación de la figura del
‘protector’ del Estado, invento del madurismo para anular el triunfo de los
candidatos opositores, representa otra materia esencial. Uno de los argumentos
fundamentales esgrimidos, con razón, por los abstencionistas es la creación de
esa nefasta figura. El cumplimiento estricto de los horarios electorales,
incluido el cierre de las mesas a la hora exacta, constituye otro tema vital.
Ya se sabe lo que ocurre los días de votación entre gallos y media noche.
Menciono
estos nudos críticos. Podrían agregarse algunos otros. No es necesario
presentar una lista tan larga como la que se debatió en Oslo, Barbados o
República Dominicana. Logros básicos podrían animar a los electores y mantener
vinculado el G4 a la comunidad internacional. Obtener el apoyo de estos
factores, renuentes a reconocer la legitimidad de las elecciones promovidas por
Maduro, resulta clave.
Hay
que aprovechar que al gobierno también le interesa la participación del G4 en
los comicios regionales. Ya se llevaron un chasco el 6D con la ‘oposición’ que
ellos inventaron. A lo mejor no quieren repetir el mismo fiasco.
trino.marquez@gmail.com
@trinomarquezc
Venezuela
JUAN GUERRERO, TANTA PENA
ALEJANDRO MENDIBLE, EL CURSO ACTUAL DEL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI
ÁNGEL AMÉRICO FERNÁNDEZ, LA MANSA E INDOLENTE ENTREGA DEL ESEQUIBO
El acuerdo de
Ginebra había dotado a Venezuela de una herramienta jurídica para mantener en línea la
reclamación. El arreglo práctico de la controversia y la comisión mixta
(artículo I). Y, muy señaladamente, el artículo IV que indica los medios de
solución pacífica previstos en el artículo 33 de la Carta de las Naciones
Unidas e incluye, ante la falta de acuerdo entre las partes, la posibilidad de
referir el asunto a un órgano internacional apropiado o, de continuar el
estanco, al Secretario General de las Naciones Unidas. A partir de allí, se erigió toda una
política de Estado para el ejercicio de la pretensión soberana, ello incluía
notas diplomáticas a tiempo, el patrullaje sobre la fachada atlántica y un
proceso continuo de comunicación e información a través de los medios.
Sin embargo, un giro abrupto y nefasto ocurre en la
posición de Venezuela con respecto al asunto Esequibo, cuando asciende al poder
Hugo Chávez con su proyecto político continental “socialismo del siglo XXI”. En
efecto, con esta suerte de santón en el mando se abandona la política de Estado
en materia de reclamación y queda triturado en desmedro de Venezuela el artículo
V del acuerdo de Ginebra en la medida en que el diferendo es tratado como
“pieza de canje” y subsumido dentro de una política exterior de sello
ideológico y personalista concretada en la alianza política de Chávez con
CARICOM que implicaba el suministro de 185.000 barriles diarios de petróleo a
cambio de apoyo y de votos en la OEA.
Entonces el trato con Guyana desde ese momento fue el de aliado ideológico y no
de contraparte en un diferendo territorial.
En ese contexto se da inicio a un continuado y sistemático
enjambre de declaraciones, envites erráticos cuando no actitudes de manso
entreguismo a cambio de supuestos beneficios políticos que fueron dejando a la
intemperie la reclamación venezolana. En las líneas siguientes haremos una
exposición cronológica de las más emblemáticas erratas y declaraciones nefastas
que signaron el desempeño de la política exterior en los tiempos de Hugo
Chávez. Veamos.
En 2004 Chávez
manifiesta que “El asunto del Esequibo será eliminado del marco de las
relaciones entre los dos países…El gobierno de Venezuela no será un obstáculo
para cualquier proyecto a ser conducido en el Esequibo, y cuyo propósito sea
beneficiar a los habitantes del área”. Con esta declaración se opera un giro
drástico en la política de Venezuela, se trituraron 40 años de diplomacia, se
le da luz verde a Guyana para hacer negocios y emprendimientos de manera
unilateral y se resquebraja el acuerdo de Ginebra.
Esa tónica de declaraciones fue una constante en el
discurso de Chávez, empezó a prevalecer una actitud mansa y entreguista,
pasando por alto que en política internacional no privan afinidades ideológicas
sino principalmente intereses. Fueron tan relajadas y palmarias estas licencias
avenidas a los intereses de Guyana que el embajador de Guyana en Caracas Odeen
Ismael dijo en 2007 unas palabras que deben llenar de vergüenza al gentilicio
venezolano: “Si esa es la posición del Presidente Chávez que abandone la
reclamación”. Ese texto fue titular en El Diario El Nacional de Venezuela que
también tuvo amplio eco en los diarios guyaneses.
En un acto cretino y de mansa entrega con atuendo de
dramaturgia antiimperialista, el comunero de Sabaneta Hugo Chávez en la Cumbre
de Río 2008 llegó al colmo y se atrevió a descalificar el acuerdo de Ginebra al
que calificó como una “treta de los imperios para poner a pelear a Venezuela
con Guyana”. El jefe de la política exterior nos dejaba con las manos vacías,
la única herramienta para defender nuestros derechos territoriales es puesta en
un limbo. No se había visto tanta torpeza en materia de diferendo.
En el año 2013 continuó la zaga de erratas navegando
con cara de proyecto político continental socialista. Los medios venezolanos
reportaron ampliamente que el Almirante Belisario Martínez es removido de su
puesto por detener a la embarcación Teknik Perdana que incursionó en nuestras
aguas con autorización de Guyana. Esos son los que invocan bolivarianismo y
soberanía.
En el mismo
orden, cuando Guyana manifestó su intención de ampliar su plataforma
continental a 350 millas, el Gobierno de Venezuela dejo pasar la excelente
oportunidad de plantear el problema en la cumbre de las Américas celebrada en
Panamá en 2015, su reacción se redujo a un pobre comunicado recordando la
preocupación por los derechos de Venezuela, pero ni una sola mención a los casi 50 años de
negociación en el área.
De tal manera que los actos, prácticas y discursos del
gobierno venezolano marcan lo que en lenguaje diplomático se conoce como
“aquiescencia” que sencillamente significa que un Estado frente a los avances
de su contraparte en materia de diferendo, mantiene una posición pasiva, no
defiende sus derechos, deja paso libre a su adversario y ello comporta un
declinar de su pretensión soberana. Parece claro que Guyana ha venido oliendo
sangre en la posición Venezolana desde tiempos del Chávez. Ha realizado
negocios y emprendimientos con empresas chinas y norteamericanas en la
explotación de recursos minerales y forestales en el Esequibo, incluyendo
exploración y explotación de recursos petrolíferos en la plataforma deltana por
transnacionales como Exxon Móvil. Guyana ha documentado un largo y espeso
historial de “aquiescencia” en la posición venezolana. Por eso, conforme a su
estrategia, abandonó la figura del “buen oficiante” en el marco bilateral y se
decantado por llevar el caso a la corte Internacional de Justicia.
Guyana olió
sangre, le tomó la palabra al comunero e hizo alianzas comerciales, ahora
quiere resolver en una Corte Internacional. Más recientemente ha incoado un
recurso para que se declare la nulidad del Laudo de París. Guyana sube la
apuesta, engordó sus pretensiones ante la mansa posición del llamado
comandante. Venezuela en esta materia para el 2021 luce contra la pared. La
comisión especial para la defensa del Esequivo, por voz de Escarrá, renovó la
vocinglera revolucionaria, pero no aportó una estrategia concreta para acometer
el desafío. A lo sumo, un canto de cisne de “no comparecer ante la Corte”
porque Venezuela no solicitó”, más declaraciones de “que el Esequivo es
nuestro” y que la soberanía de Venezuela no está en discusión. Parece de suyo
obvio un gran despliegue retórico pero sin ninguna eficacia pragmática, por
cuanto el entuerto que dejó Chávez en esta materia es de un monto descomunal.
Sí, en cambio, sorprende uno de los
argumentos esgrimidos por Escarrá que anuncia una reforma constitucional que
diga de modo exacto que el Esequivo es nuestro acompañada de una extraña “ley
constitucional” que diga lo mismo. En este punto, parece haberse obliterado que
los límites, confines, fronteras y marco de un Estado es asunto de derecho
internacional y no de derecho constitucional. Es el derecho internacional el
que diseña las reglas y principios en la constelación de las naciones. Eso es
así desde el Tratado de Westfalia en1648, en el que queda refrendado en la
instancia jurídica como norma de derecho público los conceptos de soberanía,
integridad territorial e independencia política. Es el derecho internacional el
que fija las reglas, no basta la política del avestruz para refugiarse en el
derecho constitucional y no hacerse cargo responsablemente de que Venezuela
debe emprender una estrategia de cara al derecho internacional. Se requiere ya
una comisión de expertos para encarar la situación. El carácter excluyente del
régimen y su sesgo ideológico no lo dejan. El único responsable del desastre en
la política con respecto al Esequibo es Hugo Chávez Frías y la cancillería más
torpe e indolente de la historia.
angelferepist@gmail.com
@angelvictoreado
Venezuela