viernes, 5 de marzo de 2021

ACTUALIZACIÓN DE EL REPUBLICANO LIBERAL DIARIO DE OPINIÓN, http://elrepublicanoliberalii.blogspot.com/ VIERNES 05/03/2021



GIOCONDA CUNTO DE SAN BLAS, CIENCIA DE LO INFINITO Y LO INFINITESIMAL. AL COMPÁS DE LA CIENCIA

El 20 de julio de 1969, 530 millones de terrícolas compartimos asombrados por televisión una hazaña científico-tecnológica histórica, el viaje de la nave Apolo 11 a la luna y la caminata de dos de sus tres tripulantes, Neil Armstrong y Edwin Aldrich, sobre la superficie lunar. “Un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la humanidad” dijo entonces Armstrong. Tenía razón. 

La revolución científico-tecnológica que significó ese viaje, los avances en astrofísica, matemáticas, comunicaciones, por citar unos pocos, derivaron en tecnologías para la vida diaria. Los alimentos liofilizados, la TV satelital, los equipos médicos de imágenes, los controles remotos, los GPS son apenas unos pocos ejemplos de aplicaciones terrestres nacidas de los desarrollos necesarios para ese viaje a la luna.

El pasado jueves 18 de febrero de 2021 los terrícolas volvimos a maravillarnos. Perseverance, el vehículo lanzado el 30 de julio de 2020, llegó a su destino en Marte luego de viajar 470 millones de kilómetros, amartizando en el cráter Jezero donde los científicos creen que hace 3.500 millones de años hubo ríos que acogieron alguna forma de vida. De nuevo, los progresos científicos para hacer posible ese viaje y su exitoso final resumen un nuevo salto tecnológico que al igual que el viaje del Apolo 11, trae novedades de aplicación para la vida diaria en nuestro planeta.

“La ciencia se nos adelantó demasiado, con demasiada rapidez” dijo alguna vez Ray Bradbury en sus “Crónicas marcianas”. No solo en el espacio infinito, como vemos. En el polo opuesto de lo microscópico, mientras Perseverance viajaba airosamente hacia su destino interplanetario, aquí en la Tierra los científicos de lo diminuto rompían barreras. Las urgencias de la pandemia que desde principios de 2020 puso a la humanidad en una encrucijada de vida o muerte, y que para el momento en que esto escribo contabiliza 114 millones de contagiados y 2,54 millones de muertes, ha hecho posible que en menos de un año los científicos sirvieran a la humanidad con varias vacunas que harán posible en corto tiempo la inmunidad requerida para que la trasmisión del coronavirus SARS-CoV-2, agente de la COVID-19, disminuya en tiempo record.

En paralelo con los avances tecnológicos en el desarrollo de los viajes espaciales, la “nueva normalidad” impuesta por el ultramicroscópico virus también está obligando a una transformación digital acelerada que abarca la dependencia cada vez mayor de ancho de banda de alta velocidad para la educación y el trabajo remotos, la automatización de procesos empresariales y la inteligencia artificial en ellos, el internet de las cosas, big data, impresiones 3D, robótica, edición genética, nanotecnología... Son avances generados en pocos países, aquellos con un índice de preparación (readiness index, RI) favorable (en una escala de 0 a 1, RI Norte América 0,95; Europa Occidental 0,90), contra el rezago de países menos desarrollados (RI América Latina 0,37; África del Norte 0,30).

Estar a tono con esas metas requiere un enorme esfuerzo en la preparación de las nuevas generaciones en las fronteras tecnológicas que desde ya forman parte de la sociedad del conocimiento. Formar a los niños para hacerlos competentes en ocupaciones inexistentes hoy, en un mundo dominado por la cuarta revolución industrial (4RI), resulta así un desafío formidable.

¿Está Venezuela preparada para ese salto tecnológico? Mucho me temo que no. La involución vivida en los últimos 22 años nos da pocas esperanzas de salir airosos en el mundo de la 4RI, por lo menos en el corto plazo. Salvo reducidos grupos en universidades e institutos de investigación y pocas empresas, es poco lo que Venezuela está haciendo para garantizarse un futuro a la par de los avances tecnológicos mundiales.

Cuando retomemos la senda del progreso, no bastará con los científicos locales que con gran esfuerzo se superan en medio de condiciones rudas de trabajo. Es de esperar que los científicos y tecnólogos venezolanos insertados en países desarrollados tengan la generosidad de contribuir, así sea por vía digital, en la fundación de ese país moderno que espera por nosotros.

Para ingresar en la atmósfera martiana, el Perseverance tuvo que abrir un paracaídas. A la vista de todos quedó su cara interna luciendo un diseño en rayas naranjas y blancas, en realidad dos mensajes en código binario que, descifrados, leían las coordenadas GPS del laboratorio de la NASA y una frase de Theodore Roosevelt, “atrévete a grandes cosas”, como invitación a soñar y hacer realidad tales sueños. Eso mismo nos tocará hacer a nosotros, los venezolanos de estos tiempos, para llegar al futuro que espera por nosotros.

Gioconda San-Blas
gsanblas@gmail.com
@daVinci1412
@DiarioTalCual
http://giocondasanblas.blogspot.com
Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales,
Individuo de Número, Sillón XX
Caracas, Venezuela acfiman.org

JOSÉ RAFAEL HERRERA, ¿ABSTENCIONISMO O PARTICIPACIONISMO?

Las antinomias se forman, según Kant, de dos proposiciones argumentativas racionales recíprocamente contradictorias que carecen de toda posible resolución, por lo menos, dentro del estricto y riguroso esquema propio de la lógica de las formas simbólicas y proposicionales, y muy a pesar de la metafísica aristotélica, aunque sobre sus hombros, como consecuencia del uso y abuso -dado su indiscutible peso histórico-cultural- establecido por la autoridad de la tradición escolástica y moderna. El gran mérito de Kant fue reunirla, estructurarla y llevarla a la cima del pensamiento, hasta devenir código e instrumento de la cotidianidad. Dice el autor de la Crítica de la Razón Pura que cuando la razón rebasa toda experiencia posible, queda atrapada en la formulación de sus propias antinomias, esto es, en perspectivas o puntos de vista que por el hecho de ser racionales no dejan de ser contradictorios. Y son ellas las que hacen irresolubles los mismos objetos de la metafísica, a saber: Mundo, Alma y Dios. De la demostración racional de la afirmación o negación de su existencia, surgen las llamadas por Kant Tesis y Antítesis, de las cuales, poco después, Fichte –y en ningún caso Hegel– postulará la necesidad de la Síntesis, a partir de la unidad originaria del Yo, constitutiva de la razón práctica. 

Paradojas, las llaman los filósofos de la ciencia. El caso de la “parajoja del mentiroso” es emblemática: la oración “Esta oración es falsa”, dado el principio del “tercero excluido”, es, por un lado, verdadera y, por el otro, falsa. Si es verdadera, lo que dice la oración es falso. Pero la oración afirma que ella misma es falsa, por lo cual no es verdadera. Ahora, si la oración es falsa, lo que afirma debe ser falso, pero esto implica que es falso que ella misma sea falsa, lo cual la hace verdadera, contradiciendo la afirmación anterior. En fin, no es posible asignarle a esta paradoja un “valor de verdad” absoluta. 

El caso es que de antinomias parece estar plagada la margarita del “me quiere o no me quiere” del amplio espectro del arcoiris de los sectores que se enfrentan (Gegen), de un modo o de otro, al gansterato que usurpa el poder en Venezuela. “Oposición”, se autodenominan. Como si las palabras carecieran de contenido. Como si se pudiese establecer una relación de oposición –de correlatividad– entre términos no solo distintos sino recíprocamente incompatibles. Opuestos son “derecha e izquierda”, “arriba y abajo”, “padre e hijo”. Y son llamados términos opuestos correlativos porque no existe posibilidad de la existencia del uno sin la del otro. Entre ellos no puede no haber complementariedad. Ahora, ¿es posible que “criminal” o “gánster” sea el término opuesto correlativo al de los sectores políticos que aspiran a establecer un régimen político democrático? ¿Existirá correlatividad entre un narcotraficante y un dirigente político? ¿Se podrá llamar “izquierda” a un cartel criminal y autoconcebirse como la “derecha” política que se le opone? ¿Se puede afirmar que toda la autodenominada “oposición” política venezolana es de “derecha”? 

Como podrá observarse, la confusión es grande. Y la presuposición de “conceptos” pareciera hallarse sobresaturada. La palabra “claro”, por cierto, se ha convertido en la muletilla predilecta de una dirigencia política que, cual Selección Vinotinto, sube y baja la cancha una y otra vez en busca del anhelado “gol de la dignidad”, frente a la apabullante goleada de un grupo de malhechores que, mientras saquea lo que queda de país, finge jugar con ellos, los atracan, los golpean, les sacan toda clase de “tarjetas” y los expulsan de la cancha (los meten presos), los amenazan con sus pistolas y metralletas, los apuñalan y los asesinan. “Estamos muy claros”, afirma con el mayor convencimiento, y bajo la forma del estribillo, la cada vez más inasible dirigencia “opositora”, que no logra percatarse de que “el partido” que se imagina estar “jugando” se convirtió, hace ya mucho tiempo, en un juego de policías y ladrones, pero invertido. 

En un reciente artículo de opinión, María Corina Machado advertía enfáticamente que “un gobierno de transición con parte de las mafias no es una fórmula para sacar a los criminales del poder, sino para redistribuir el poder entre los criminales”. Es esta una advertencia de cuidado, porque, a menos de que falle la consistencia lógica de la antinomia, la única forma de ser efectivamente el término opuesto del gansterato es formando parte –así sea en plano negativo– de la gansterilidad. O para decirlo en buen criollo, quien anda con lobos. no maúlla precisamente: aprende a aullar. No han faltado en los últimos días los argumentos –y cabe advertir que el uso indiscriminado del término “narrativa” ya apesta– en defensa de la participación en los comicios para gobernaciones y alcaldías convocadas por el régimen: “no se pueden abandonar los espacios”, se afirma. “Hay que recuperar la institucionalidad”. “Los demócratas tienen que defender el voto votando”, etc. En el fondo, la premisa mayor encierra una acusación más o menos directa contra el llamado abstencionismo. 

Solo que, paradójicamente, se puede también afirmar lo contrario: “El voto no se defiende votando según las normas establecidas por el gansterato, sino exigiendo reglas efectivamente democráticas”. Como ha afirmado Andrés Velázquez: “Después de 22 años de trampas, de horror, destrucción total, miseria y dictadura, no estamos para cuentos infantiles. Pelear por condiciones electorales libres, justas, transparentes y verificables no es un capricho ni es abstencionismo, es lo que nos corresponde hacer a los demócratas”. 

La antinomia pareciera traspasar el discurso de quienes ejercen la política propiamente dicha en contra (Gegen) de la no-política, es decir, de esa representación de cualquier otra cosa posible menos que de la política. Y no pocas veces, en nombre de la inteligencia, pareciera haber llegado el momento de poner más atención a la actividad de pensar lo que se hace y de decir lo que se piensa que a la repetición de frases huecas y sin contexto, tan afanosamente recomendadas por los llamados “técnicos”, “expertos” y “especialistas” –fieles representantes de la paradoja del mentiroso–, quienes parecen haber perdido la brújula por el camino de las abstracciones o -habrá que sospecharlo- de sus propios intereses. Detrás del abstencionismo parece hallarse la respuesta a la participación. Detrás de la participación parece hallarse la respuesta al abstencionismo. Lo otro no es solo lo otro. Es, en sustancia, lo sí mismo. No es la esperanza sino la desesperanza lo que logra concretar los anhelos de la esperanza. Fichte –maestro de la negatividad– sigue siendo un valioso pensador para poder comprender la dureza del desgarramiento del presente. 

José Rafael Herrera,
jrherreraucv2000@gmail.com
@jrherreraucv
Venezuela

TRINO MÁRQUEZ, LOS RETOS ELECTORALES DE G4

Los estudios de opinión más recientes revelan que la mayoría de los venezolanos desean que la crisis nacional se resuelva de manera pacífica y electoral. Le temen a la violencia. No quieren golpes de Estado, ni invasiones extranjeras, ni levantamientos populares que desencadenen jornadas sangrientas. Ya desconfían de las sanciones internacionales. No han forzado la salida del gobierno. Ni siquiera lo han obligado a introducir giros significativos en sus políticas, traducidos en mejoras en la miserable calidad de vida de la gente.

            Nicolás Maduro y su entorno conocen los datos. Sus encuestadoras no pueden proporcionar cifras distintas a las que arrojan las empresas más serias y objetivas. A partir de esos números, el gobierno decidió impulsar las elecciones regionales, llamadas ahora megaelecciones, porque se convocarán de forma conjunta los comicios de gobernadores y alcaldes; y, posiblemente, de los consejos legislativos estadales y municipales.

            Los integrantes de la Mesa de Diálogo Nacional (MDN), autocalificados como opositores, han dicho que acudirán a la cita. Para honrar su palabra, lo harán cualesquiera sean las condiciones fijadas por el gobierno. Dentro de la oposición más dura, la concurrencia ha sido descartada. Un grupo de escritores y periodistas pidió en una carta a Juan Guaidó que lidere la participación de la oposición en las elecciones regionales y locales. Sería la reconquista del voto como instrumento de lucha. Ven en esas votaciones la oportunidad de abandonar el abstencionismo y  retornar al carril electoral. Coincido con ellos y agrego lo siguiente.

            Los factores que antes se movían en torno  de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) y que ahora se agrupa en el G4, aún no han definido su postura final. Consideran que existen aspectos que deben aclararse antes de asumir la postura definitiva. Tienen la razón. El gobierno pretende realizar las elecciones en condiciones que le garanticen –aunque no triunfen en todos los estados y municipios- el control de la totalidad de las gobernaciones y la inmensa mayoría de las alcaldías.

            Voy a referirme a algunos desafíos ante los cuales se encuentra la oposición MUD-G4, para llamarla de un modo que permita identificarla. Con relación al núcleo conformado en torno a la MDN no hay nada que decir. Está mucho más preocupado en no incomodar, ni desagradar a  Maduro y a Jorge Rodríguez, que en ejercer la oposición. No han realizado el menor balance autocrítico del descalabro sufrido el 6 de diciembre. No examinan por qué el pueblo no los favoreció con su voto y apenas representan una porción infinitesimal del electorado. Jamás critican al gobierno por la persistente campaña dirigida a aniquilar a Voluntad Popular, a Primero Justicia y a Acción Democrática. Los inhabilitados políticos, sean partidos o dirigentes, no es asunto que les concierna. Tampoco los derechos humanos. Viven para cuestionar a Juan Guaidó. Criticarlo por ‘extremista’ y ‘llorón’. Al régimen que arruinó al país no lo tocan ni con el pétalo de una rosa. Se mueven en el mundo de la fantasía: si votas, ganamos.

            El G4 debe considerar seriamente si acude o no a esos comicios y si dialoga con el gobierno con relación al tema político crucial de 2021: las elecciones regionales. Varias son las materias fundamentales. La selección del nuevo CNE se puso en marcha. Un grupo de notables profesionales y académicos está dispuesto a  proponer sus nombres para integrar ese cuerpo. Alrededor de algunas de esas figuras puede lograrse un acuerdo que permita presentarle al país un CNE decente. Aceptable. Esta tendría que ser una negociación directa entre el gobierno y el G4, luego refrendada por la Asamblea Nacional controlada totalmente por el oficialismo. Si el debate se libra solo en el cuerpo legislativo, saldrá otro frankenstein como los vistos a lo largo de las últimas dos décadas. La apertura total de la amplia red de medios públicos  a los candidatos opositores debería ser otro tema del debate. Una de las formas más groseras del ventajismo madurista, se expresa en el dominio obsceno de los medios de comunicación financiados con fondos públicos. El acuerdo  debería incluir el acceso equitativo. La eliminación de la figura del ‘protector’ del Estado, invento del madurismo para anular el triunfo de los candidatos opositores, representa otra materia esencial. Uno de los argumentos fundamentales esgrimidos, con razón, por los abstencionistas es la creación de esa nefasta figura. El cumplimiento estricto de los horarios electorales, incluido el cierre de las mesas a la hora exacta, constituye otro tema vital. Ya se sabe lo que ocurre los días de votación entre gallos y media noche.

            Menciono estos nudos críticos. Podrían agregarse algunos otros. No es necesario presentar una lista tan larga como la que se debatió en Oslo, Barbados o República Dominicana. Logros básicos podrían animar a los electores y mantener vinculado el G4 a la comunidad internacional. Obtener el apoyo de estos factores, renuentes a reconocer la legitimidad de las elecciones promovidas por Maduro, resulta clave.

            Hay que aprovechar que al gobierno también le interesa la participación del G4 en los comicios regionales. Ya se llevaron un chasco el 6D con la ‘oposición’ que ellos inventaron. A lo mejor no quieren repetir el mismo fiasco.

Trino Marquez Cegarra
trino.marquez@gmail.com
@trinomarquezc
Venezuela

JUAN GUERRERO, TANTA PENA

Abruma tanta pena, tanto sufrimiento, tanto dolor ajuntándose tan cerca, tan a este lado del alma. Para sobrevivir a este llanto colectivizado algunas veces tomo distancia de la fuente, del origen de este sufrimiento. Pero es que uno mismo ya es la propia distancia, el propio límite, la cerca cercada del padecimiento. 
 
  Por la pantalla de mi teléfono aparece el llanto, la súplica de una esposa pidiendo colaboración para su esposo que está exiliado y padece un cáncer, estadio IV, y sus pulmones ya no tienen aire. Para colaborar, replico la información y me solidarizo con la pena, con el dolor de esta mujer, sola. Entonces cancelo y cambio para ir a otro portal, pero allí aparece la fotografía de un anciano arrastrando su hambre y suplicando por un par de muletas. -Quizás quiera morir de pie, erguido y digno. 
 
  Me niego a seguir viendo tanto dolor y reviso el Instagram para analizar imágenes, encuadres, perspectivas y ángulos. Pero termino, inconscientemente, observando en mi cuadrícula fotográfica, la miseria humana. La banalidad que enloquece y disfruta, a la vuelta de la esquina, mientras la gran mayoría de una sociedad, la venezolana, diluye su tragedia en la última página de una noticia que poco a poco apaga sus reflectores y se agota como referencia, como fuente de difusión y comunicación. 
 
  Es que la pandemia ha hecho de la tragedia venezolana una referencia secundaria y muy pocos servicios de noticias, nacionales e internacionales, les interesa difundir lo que acá sucede. El conflicto político, el enredo entre opositores, la monstruosa corrupción, las torturas y desapariciones, la tragedia de los migrantes que caminan miles de kilómetros ya no son noticia, no venden y no están dando ganancias. 
 
  Quedan para la venta, para ser titular de noticia y que suplante a la pandemia, algo superior, más trágico. El dolor mayor quizás se llame intervención militar, enfrentamiento esporádico entre fuerzas militares con las imágenes de miles de cuerpos destrozados y niños paralizados ante el dolor, el terror y la barbarie. ¿Se puede descender a otro estadio de salvajismo? 
 
  He aprendido a tomar distancia para sobrevivir, pero al mismo tiempo, al observarme sé que uno se va diluyendo en la tragedia del Otro. Se escapa un poco de alma, se enflaquece la vida y se arruga la sonrisa. Hace años me dije que tenía que seguir adelante para registrar esta pavorosa realidad, este sistemático aniquilamiento de la sociedad venezolana. Obligarme a vivir, pero después de 20 años uno sabe que ha envejecido aceleradamente, que la tragedia venezolana ha roto muchos huesos y tiene las vísceras al viento. 
 
  Hoy todos hemos perdido. Esta es la verdadera tragedia; llegar a un final sin triunfos ni victorias. Hay demasiado cansancio, demasiado agotamiento físico y anímico. Lo pude saber por estos días mientras revisaba viejas fotografías que realicé de las gigantescas manifestaciones, concentraciones, plantones y guarimbas. En esas multitudes se sentía la fortaleza social, se comulgaba una misma fe, un mismo aliento de libertad, de solidaridad. Desde 2014, cuando se dan esas inmensas concentraciones, y todavía antes, el anhelo por un cambio político y económico estaba reflejado en los rostros, en los hombros, en la voz de ciudadanos que compartían sueños y alegrías. 

  Hoy esos rostros están por las calles enmascarillados, tapados, con hombros caídos y en sus manos apenas puedo observar los dedos que buscan afanosamente atrapar algo que sobre. Desespera ver tanto brazo, tanta mano y tanto dedo solitario, íngrimo, en el puro anonimato. 
 
  Somos una doble pandemia en nuestro sufrimiento como pueblo y nación. Acá estamos, en la propia distancia, en el mero centro del límite. Cercados por nuestro propio dolor. No hay padecimiento ajeno, no existe tragedia desconocida. Cualquier sobresalto nos indica que alguien, acaso el vecino o el amigo del amigo, acaba de soltar una lágrima, entonces la noche es larga y la madrugada acompaña nuestro desvelo. Amanecemos sintiendo, sabiendo que la maestra se enteró, por boca de un alumno, que no hubo desayuno, que aquel joven se desmayó por tanta hambre. Que el otro, en Mérida, ahorcó su juventud por tener dos días sin probar bocado.
 
  Es que no solo hemos aprendido a conocer noticias mientras leemos en nuestros teléfonos las dantescas historias, es que nuestro corazón y nuestra alma, son radares que tienen rayos extraños que logran detectar, perciben los sollozos en la distancia. Detectamos en los rostros famélicos, en los cabellos secos de un niño, en su baja estatura y bajo peso, la desnutrida felicidad de un pueblo que agoniza, y, sin embargo, si logras mirar la palma de su mano, algo te dice que guardan destellos de esperanza.

Juan Guerrero
camilodeasis@hotmail.com 
@camilodeasis 
Venezuela

ALEJANDRO MENDIBLE, EL CURSO ACTUAL DEL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI

La visita del presidente argentino Alberto Fernández a México el 23 de febrero  establece el nuevo rumbo de la política latinoamericana.  México y Argentina  crean un nuevo eje progresista en América Latina  que trata de ocupar el espacio protagónico dejado por Brasil desde el 2016 cuando este país abandonó la vía del socialismo del siglo XXI y se encuentra en la actualidad  articulando el nuevo polo de referencia del neoliberalismo en la región. 
 
La gestión de los presidentes  ocurre cuando en el panorama político de las repúblicas  hispanoamericanas el juego político de la vía socialista  se encentra   entrabada al quedar descubierto las intenciones  de los grupos más radicales  de esa ideología  de valerse de la vía electoral que ofrecen los  países para llegar al poder pero una vez que lo consiguen bloquean toda posibilidad posible  de alternabilidad. 
 
Este es  el modelo cubano  fidelista donde también escuchamos  por primera vez una  incisiva canción a modo de  “himno de la libertad”  del rapero cubano Funky  que dice, “no  más mentiras, mi pueblo pide libertad, no más doctrinas, ya no gritemos patria y muerte sino patria y vida”  para oponerse al aparente agotado eslogan de Fidel Castro de hace 60 años que no ha permito mejorar las condiciones de vida del pueblo cubano. El paralelismo diacrónico político entre Cuba y el resto del continente toma sentido de presente al analizar las posibilidades del socialismo como la opción dominante para la región. Considerando que la  Revolución  cubana significo el pasado siglo  un parte aguas del proceso político  latinoamericano, cuando la iniciativa creada por un “foquismo” (guerrilla)  fidelista manipuló con gran habilidad  política  la legitimación del nuevo régimen cabalgando sobre la encrespada  coyuntura de la guerra fría.  
 
Sin embargo el espectacular cruzamiento  de la dinámica de la temporalidad histórica  del  orden internacional  con las condiciones imperante en la región latinoamericana en la década de 1960 ocultó  un proceso mucho más rico y complejo que el esquemático del caso cubano. 
 
A principios del siglo XIX América Latina fue  una de las primeras regiones del mundo donde se manifiesta un sentimiento  profundo  nacionalista de descolonización  de los reinos católicos ibéricos de España y Portugal cuestión que se complementa de manera exitosa pero mediantes procedimientos diferentes. En Hispanoamérica la independencia  termina creando diferentes  repúblicas, mientras Brasil se mantiene unido. En las primeras sus próceres pensaron en una  “patria grande”  aunque  el espacio colonial  termina balcanizado, mientras  en la segunda sigue un proceso  más conservador  preservando  la monarquía, la estabilidad neocolonial y la integridad territorial  pero ambas terminan subordinadas en lo económico  ante Inglaterra. 
 
En el siglo XX el nacionalismo positivo latinoamericano se expresa primero en la revolución mexicana de 1910 como un enérgico  movimiento de las masas campesinas de contenido  progresista tendiente a superar el sistema latifundista semifeudal. Este paradigma agrario  se convierte en patrón de referencia para toda la región hasta  1945 cuando en  Argentina  los “descamisados” en Buenos Aires   llegan con Perón al poder e inician un segundo  paradigma caracterizado por la transformación urbana. Entre ambos casos se establece como fiel de continuidad  el sistema populista que actúa con el marco político que permite el  ascenso de los sectores populares  al poder. En el caso del fidelismo  más que el pueblo es la cúpula dirigente la que logra  mantenerse  en el  poder por el apoyo de la Unión Soviética comunista. Sin embargo, la nueva situación creada alrededor del caso cubano  tiene una gran influencia de contagio en la dirección de los movimientos de izquierda latinoamericana. Recordemos que la Revolución  Rusa de 1917 se presenta  como la entrada  de la clase obrera al poder en un país de mundo. 
 
Esto repercute  en  América Latina donde  los comunistas  privilegian  el internacionalismo proletario sobre el nacionalismo que lo condena como una manifestación pequeño burgués. En tal sentido, los comunistas fueron los grandes  enemigos del PRI en México, del APRA en Perú,  del Justicialismo  en Argentina y de todos aquellos partidos populistas poli clasistas  que ellos  calificaban  de reaccionarios.  A partir de la década de 1960 los partidos comunistas latinoamericanos actuando como apéndices de  los intereses de la Unión Soviética  y  se convierten  en los principales aliados y portavoces de la Revolución cubana  al mismo tiempo, en agentes de la  desestabilización  de los partidos nacionales revolucionarios. Los cuales, a partir de la década de 1930  representan el aparato político popular  impulsores  del cambio democrático y modernizador en  sus respectivos países. En este periodo aparecen las grandes figuras protagónicas de la historia política de la región, entre otros,  Lázaro  Cárdenas en México, Haya de la Torre en Perú, Rómulo Betancourt en Venezuela y Juan Domingo Perón en Argentina. Por otra parte, con la Revolución cubana se produce la irradiación del fenómeno fidelista que se convierte en un factor ideológico de   división interna dentro los partidos mayoritarios  (AD, APRA y otros)  lo cual,  divide  la izquierda entre un  nuevo neo comunismo cuyo centro se encontraba en la Habana y la inclinación de los partidos populares  hacia la influencia de la social democracia. 
 
Esta  tendencia  a partir de 1970 llega al poder en varios países de la región pero, al mismo tiempo su  imagen de identidad nacionalista revolucionaria  experimenta una inflexión negativa al subordinarse ante  la internacional ideológica europea. Consecuentemente, el quebrantamiento de la credibilidad  del  liderazgo el aumenta con el aumento  de  la  fragilidad económica del Estado nacional  ante  su incapacidad  de controlar los estragos creados por la  deuda externa. Así mismo, en el  periodo el capitalismo norteamericano les retira su apoyo  a los gobiernos socialdemócratas latinoamericanos y asume  el neoliberalismo como una nueva cara de la dominación, mientras el deterioro organizativo aumenta por la profesionalización de la política que termina  afectando  la ética de la política y merma la  mística  alejando  la  militancia de sus dirigentes, situación aprovechada durante  el fortalecimiento  del  poder crítico de los medios de comunicación.  
 
Mientras tanto, la Cuba fidelista  para sobrevivir  ante  el acoso del poder norteamericano se convierte en un bunker cerrado de resistencia   que logra sortear  pruebas  tan espectaculares como la de sobrevivir al naufragio del sistema comunista internacional  quedando  ante el mundo como un  modelo político arcaico  creado por el tiempo de la  guerra fría.  En estas condiciones Fidel Castro encuentra la anuencia del líder sindical brasileño Lula da Silva en julio de 1990 para en unión de otros movimientos radicales fundar el Foro de Sao Paulo que a partir de 1999 con la llegada al poder de Hugo Chávez en Venezuela  que  aprovecha  el clivaje electoral sudamericano hacia la izquierda para dar inicia al primer ciclo del Socialismo del siglo XXI, como lo califica   el sociólogo Heinz Dieterich.  La tendencia con llegada de  Lula a la presidencia del Brasil en el 2003 encuentra  el espacio ideal para montar un proyecto con dimensiones nacionalistas a escala sudamericana y convertirse en un nuevo paradigma de América Latina aprovechado el abandono de la región dejada por México cuando ingresa al Tratado de Libre Comercio con EUA y Canadá  en 1994. Sin embargo, en el 2016  mediante un controversial impeachment el lulismo es expulsado del poder descalabrando  las pretensiones latinoamericanas del proyecto  y dejando al descubierto al fidelismo sosteniendo  unas engorrosas relaciones de conchupancias  con el Chavismo.   

Ante esta disyuntiva  el socialismo del siglo XXI tiene que demostrar  a los diferentes pueblos de la región si pretenden  reproducir el proyecto cubano totalitario  de la guerra fría o la de un socialismo democrático revolucionario  acorde con la evolución del nacionalismo positivo surgido de la independencia. En este contexto ocurre la entrevista entre los presidentes de Argentina y México.    

Alejandro Mendible
alejandromendibleucv1@gmail.com
Caracas – Venezuela
 
Enviado a nuestros correo por
Jesús Enrique Matheus Linares
jmateusli@gmail.com
@UranioMomoy
Venezuela  

ÁNGEL AMÉRICO FERNÁNDEZ, LA MANSA E INDOLENTE ENTREGA DEL ESEQUIBO

Los voceros del régimen de facto han desatado una alharaca con respecto a la controversia con Guyana a propósito del Esequivo. Recientemente la Vicepresidente  Delcy Rodríguez ha proclamado que su mapa de Venezuela incluye el Esequivo. Hace apenas unos días el diputado Hermann Escarrá, a nombre de una comisión especial la para defensa de la soberanía en la zona en reclamación, entregó al presidente de la “Asamblea Nacional” un cuerpo de recomendaciones incardinadas a lo “que debe hacerse en esa materia”. Lo curioso de estas expresiones inflamadas de nacionalismo y de espamos revolucionarios, es que nunca se hicieron sentir mientras Hugo Chávez entregaba mansamente el territorio en disputa escudado en afinidades ideológicas con el gobierno de Guyana, y en alianzas políticas de coyuntura con otros países.  Todo esto ocurre en el marco de la apuesta cada vez más subida de Guyana que ha incoado ante la Corte Internacional de Justicia un proceso para que se declare la nulidad del Laudo de París sobre el tema Esequivo. En el presente texto nos proponemos hacer un breve recorrido para auscultar el por qué se ha llegado a este “estado de cosas” en el que la posición de Venezuela luce seriamente averiada.

 El acuerdo de Ginebra había dotado a Venezuela de una herramienta  jurídica para mantener en línea la reclamación. El arreglo práctico de la controversia y la comisión mixta (artículo I). Y, muy señaladamente, el artículo IV que indica los medios de solución pacífica previstos en el artículo 33 de la Carta de las Naciones Unidas e incluye, ante la falta de acuerdo entre las partes, la posibilidad de referir el asunto a un órgano internacional apropiado o, de continuar el estanco, al Secretario General de las Naciones Unidas.   A partir de allí, se erigió toda una política de Estado para el ejercicio de la pretensión soberana, ello incluía notas diplomáticas a tiempo, el patrullaje sobre la fachada atlántica y un proceso continuo de comunicación e información a través de los medios.

Sin embargo, un giro abrupto y nefasto ocurre en la posición de Venezuela con respecto al asunto Esequibo, cuando asciende al poder Hugo Chávez con su proyecto político continental “socialismo del siglo XXI”. En efecto, con esta suerte de santón en el mando se abandona la política de Estado en materia de reclamación y queda triturado en desmedro de Venezuela el artículo V del acuerdo de Ginebra en la medida en que el diferendo es tratado como “pieza de canje” y subsumido dentro de una política exterior de sello ideológico y personalista concretada en la alianza política de Chávez con CARICOM que implicaba el suministro de 185.000 barriles diarios de petróleo a cambio de apoyo y  de votos en la OEA. Entonces el trato con Guyana desde ese momento fue el de aliado ideológico y no de contraparte en un diferendo territorial.

En ese contexto se da inicio a un continuado y sistemático enjambre de declaraciones, envites erráticos cuando no actitudes de manso entreguismo a cambio de supuestos beneficios políticos que fueron dejando a la intemperie la reclamación venezolana. En las líneas siguientes haremos una exposición cronológica de las más emblemáticas erratas y declaraciones nefastas que signaron el desempeño de la política exterior en los tiempos de Hugo Chávez. Veamos. 

 En 2004 Chávez manifiesta que “El asunto del Esequibo será eliminado del marco de las relaciones entre los dos países…El gobierno de Venezuela no será un obstáculo para cualquier proyecto a ser conducido en el Esequibo, y cuyo propósito sea beneficiar a los habitantes del área”. Con esta declaración se opera un giro drástico en la política de Venezuela, se trituraron 40 años de diplomacia, se le da luz verde a Guyana para hacer negocios y emprendimientos de manera unilateral y se resquebraja el acuerdo de Ginebra.

Esa tónica de declaraciones fue una constante en el discurso de Chávez, empezó a prevalecer una actitud mansa y entreguista, pasando por alto que en política internacional no privan afinidades ideológicas sino principalmente intereses. Fueron tan relajadas y palmarias estas licencias avenidas a los intereses de Guyana que el embajador de Guyana en Caracas Odeen Ismael dijo en 2007 unas palabras que deben llenar de vergüenza al gentilicio venezolano: “Si esa es la posición del Presidente Chávez que abandone la reclamación”. Ese texto fue titular en El Diario El Nacional de Venezuela que también tuvo amplio eco en los diarios guyaneses.

En un acto cretino y de mansa entrega con atuendo de dramaturgia antiimperialista, el comunero de Sabaneta Hugo Chávez en la Cumbre de Río 2008 llegó al colmo y se atrevió a descalificar el acuerdo de Ginebra al que calificó como una “treta de los imperios para poner a pelear a Venezuela con Guyana”. El jefe de la política exterior nos dejaba con las manos vacías, la única herramienta para defender nuestros derechos territoriales es puesta en un limbo. No se había visto tanta torpeza en materia de diferendo.

En el año 2013 continuó la zaga de erratas navegando con cara de proyecto político continental socialista. Los medios venezolanos reportaron ampliamente que el Almirante Belisario Martínez es removido de su puesto por detener a la embarcación Teknik Perdana que incursionó en nuestras aguas con autorización de Guyana. Esos son los que invocan bolivarianismo y soberanía.

 En el mismo orden, cuando Guyana manifestó su intención de ampliar su plataforma continental a 350 millas, el Gobierno de Venezuela dejo pasar la excelente oportunidad de plantear el problema en la cumbre de las Américas celebrada en Panamá en 2015, su reacción se redujo a un pobre comunicado recordando la preocupación por los derechos de Venezuela, pero  ni una sola mención a los casi 50 años de negociación en el área.

De tal manera que los actos, prácticas y discursos del gobierno venezolano marcan lo que en lenguaje diplomático se conoce como “aquiescencia” que sencillamente significa que un Estado frente a los avances de su contraparte en materia de diferendo, mantiene una posición pasiva, no defiende sus derechos, deja paso libre a su adversario y ello comporta un declinar de su pretensión soberana. Parece claro que Guyana ha venido oliendo sangre en la posición Venezolana desde tiempos del Chávez. Ha realizado negocios y emprendimientos con empresas chinas y norteamericanas en la explotación de recursos minerales y forestales en el Esequibo, incluyendo exploración y explotación de recursos petrolíferos en la plataforma deltana por transnacionales como Exxon Móvil. Guyana ha documentado un largo y espeso historial de “aquiescencia” en la posición venezolana. Por eso, conforme a su estrategia, abandonó la figura del “buen oficiante” en el marco bilateral y se decantado por llevar el caso a la corte Internacional de Justicia.

 Guyana olió sangre, le tomó la palabra al comunero e hizo alianzas comerciales, ahora quiere resolver en una Corte Internacional. Más recientemente ha incoado un recurso para que se declare la nulidad del Laudo de París. Guyana sube la apuesta, engordó sus pretensiones ante la mansa posición del llamado comandante. Venezuela en esta materia para el 2021 luce contra la pared. La comisión especial para la defensa del Esequivo, por voz de Escarrá, renovó la vocinglera revolucionaria, pero no aportó una estrategia concreta para acometer el desafío. A lo sumo, un canto de cisne de “no comparecer ante la Corte” porque Venezuela no solicitó”, más declaraciones de “que el Esequivo es nuestro” y que la soberanía de Venezuela no está en discusión. Parece de suyo obvio un gran despliegue retórico pero sin ninguna eficacia pragmática, por cuanto el entuerto que dejó Chávez en esta materia es de un monto descomunal. Sí, en cambio,  sorprende uno de los argumentos esgrimidos por Escarrá que anuncia una reforma constitucional que diga de modo exacto que el Esequivo es nuestro acompañada de una extraña “ley constitucional” que diga lo mismo. En este punto, parece haberse obliterado que los límites, confines, fronteras y marco de un Estado es asunto de derecho internacional y no de derecho constitucional. Es el derecho internacional el que diseña las reglas y principios en la constelación de las naciones. Eso es así desde el Tratado de Westfalia en1648, en el que queda refrendado en la instancia jurídica como norma de derecho público los conceptos de soberanía, integridad territorial e independencia política. Es el derecho internacional el que fija las reglas, no basta la política del avestruz para refugiarse en el derecho constitucional y no hacerse cargo responsablemente de que Venezuela debe emprender una estrategia de cara al derecho internacional. Se requiere ya una comisión de expertos para encarar la situación. El carácter excluyente del régimen y su sesgo ideológico no lo dejan. El único responsable del desastre en la política con respecto al Esequibo es Hugo Chávez Frías y la cancillería más torpe e indolente de la historia.

Angel Américo Fernández
angelferepist@gmail.com
@angelvictoreado
Venezuela