domingo, 22 de marzo de 2020

ACTUALIZACIÓN, EL REPUBLICANO LIBERAL II, LUNES 23/03/2020

MIBELIS ACEVEDO DONÍS: EN MEDIO DE LOS OTROS

Unknown en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 6 minutos
Al intentar ubicar un hito para dar con el origen de la modernidad, Bauman recordaba el terremoto de Lisboa en 1755, el incendio subsiguiente, el tsunami pantagruélico que engulló lo poco que quedaba en pie. “Una catástrofe enorme”, material e intelectual. “La gente pensaba hasta entonces que Dios (…) había creado la naturaleza y dispuesto leyes. Pero de repente ve que la naturaleza es ciega, indiferente, hostil a los humanos. No puedes confiar en ella”. A despecho de la necesidad de reapropiarse de la solidez perdida, no obstante, la modernidad tomó otro rumbo. Se aficionó a lo fu... más »

CARLOS ALBERTO MONTANER: PUT THE PLANET FIRST. GLOBALISMO Y NACIONALISMO

Unknown en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 13 minutos
La actual crisis comenzó en un mercado al aire libre de animales vivos en un remoto rincón del mundo. El Covid-19 se propagó de la provincia china de Wuhan al resto del planeta. Parece, no es seguro, que se originó en la costumbre de tomar sopa de murciélagos que tienen los chinos o, por lo menos, algunos chinos. Las Bolsas de New York y Londres cayeron en picado. Los cines, teatros y conciertos de una buena parte del mundo fueron clausurados. Se cerraron muchos shopping centers y restaurantes. Los expertos anunciaron que el desempleo aumentaría exponencialmente. En Estados Unid... más »

CARLOS RAÚL HERNÁNDEZ: LA PANDEMIA DE LOS NECIOS

Unknown en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 24 minutos
En las ciencias sociales las crisis sustituyen laboratorios y experimentos, y son por eso importantísimas en el estudio del comportamiento colectivo. Permiten observar a dirigidos y dirigentes de la escena pública, políticos, empresarios, iglesias, sindicalistas, influencers. Yehzekel Dror fue una figura mundial que creó para analizaras el concepto de sala situacional, aplicado hoy en muchas partes para enfrentar coyunturas críticas. En una Maestría que cursamos con él, tarde en la noche, cuando estábamos cansados, con hambre y sueño, “convertía” el curso en “gabinete de guerra” pa... más »

VICENTE BRITO: EL CORONAVIRUS… ¿DESAFÍO O CALAMIDAD?

Unknown en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 27 minutos
Hemos sido de los últimos países del mundo en resultar afectados con el contagio del Coronavirus, el cual ha afectado a unas 250.000 personas en el mundo y causado unos cuantos miles de fallecimientos por las complicaciones de salud que esta enfermedad causa en los seres humanos. Para el país la presencia del corona virus se convierte en un desafío por la urgencia con el cual deben actuar los responsables del manejo de la salud publica, no solo en tratar a las personas afectadas sino en prevenir su propagación, ya que según los estudios realizados en los otros países afectados prev... más »

JESÚS RAFAEL GONZÁLEZ BRICEÑO: TIPS DE ALERTA ROJA: NO QUEDARÁN IMPUNES.

Unknown en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 40 minutos
*1. LA GUERRA BACTERIOLÓGICA DEL CORONAVIRUS. * Expandido como un flagelo mundial, pánico aterrador, con consecuencias sicológicas, financieras, comerciales, laborales y pérdidas descomunales, con proyecciones inimaginables, es un ´´arma terrorista china, creada para someter a la humanidad, y vender luego la vacuna que ya tienen, antes de soltar el virus al mundo, un ataque terrorista´´. Sin precedentes históricos, como lo afirma la inteligencia israelí, y lo confirma el Ayatola iraní, Alí Khomenei, al expresar que ´´ es muy probable que coronavirus sea un ataque biológico ch... más »

ANTONIO JOSÉ MONAGAS: LA SALUD: ¿UN VALOR SOCIAL, POLÍTICO O ECONÓMICO?

Unknown en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 46 minutos
Entender la salud, es percibir la vida ante toda consideración posible y razonable. Pero no sólo desde una perspectiva emocional. También desde lo que implica su concepto como acepción social. Aunque no por ello, escapa de todo enfoque que pueda considerarla como praxis política o responsabilidad económica. Al menos, así cabe visualizarla toda vez que su esencia compromete acciones de gobierno. Es así que la salud acarrea compromisos económicos. No solo porque al fin de todo, el hombre es un ser cuya movilidad encaja con consideraciones que adquieren sentido en el plano social ta... más »


MIBELIS ACEVEDO DONÍS: EN MEDIO DE LOS OTROS

Al intentar ubicar un hito para dar con el origen de la modernidad, Bauman recordaba el terremoto de Lisboa en 1755, el incendio subsiguiente, el tsunami pantagruélico que engulló lo poco que quedaba en pie. “Una catástrofe enorme”, material e intelectual. “La gente pensaba hasta entonces que Dios (…) había creado la naturaleza y dispuesto leyes. Pero de repente ve que la naturaleza es ciega, indiferente, hostil a los humanos. No puedes confiar en ella”. A despecho de la necesidad de reapropiarse de la solidez perdida, no obstante, la modernidad tomó otro rumbo. Se aficionó a lo fugaz, se volvió inatrapable, dúctil como el agua dentro del vaso.

Pero pocas veces la evidencia de esa realidad líquida de la que habló el polaco se hace, paradójicamente, tan tangible. Hoy el mundo da un giro inesperado, uno que nos arrastra con todo y nuestros pequeños ritos, nuestras más nimias, sólidas anclas. Hasta las certidumbres básicas, eso que hace apenas pocas semanas dábamos por sentado –me levanto, bebo café, salgo a la plaza, dejo a los niños en la escuela, voy al trabajo, constato el cuerazo del sol, hablo, abrazo a los amigos, escribo y respiro sin ahogos- se van evaporando con rapidez fatigosa. Todo lo estable se licua mientras intentamos seguir siendo los mismos. Algo que, por lo visto, ya es casi imposible.

La aparición de un virus impío que desafía al más arrogante, al más devoto, al más escéptico o intransigente; que desata los miedos, que nos declara frágiles, “humano, demasiado humano” (como escribiese un Nietzsche habituado al dolor, la llaga, el quebranto, y seducido de pronto por la vida) nos estampa algo tremendo: nuestra casa dejó de ser un lugar seguro. “Nada nos libra…”, anuncia también la voz de Cerati al recontar otros desastres. Frente a eso, la pulsión de autoconservación lleva a poner a esa vulnerable criatura en el foco. Y aunque no falte quien, presa de la decadencia, no divise pérdidas en el llamado a inmolarse –ecos de Aschenbach, el trágico antihéroe de Thomas Mann que opta por morir de amor y de peste en Venecia- lo natural será aferrarse con uñas y dientes a la existencia. Prácticamente no caben luchas distintas a las que hoy impone la amenazada supervivencia.

Emplazados por la necesidad -eso que nos hace indistinguibles- caben algunas respuestas, a cual más disímil: apelar al estado de naturaleza, a la autofagia, a la satisfacción del instinto más primitivo, al darwinismo social, por ejemplo; o ampliar la mira, descubrir al otro que también nos descubre, recurrir a la solidaridad. Al poner a pelear a Dionisio contra Apolo en medio de estas catástrofes, las cargas no siempre van parejas, sobre todo si la arena de esa pugnacidad está aliñada por el borrado del espacio público y su intercambio, esa razón de ser de la política. Y no habiendo lugares donde juntarnos para hablar, para dilucidar lo común, donde estemos obligados a reconocer el dolor o la urgencia del prójimo -en Venezuela, hace rato que el egoísmo colérico que se pasea en las plazas virtuales desvirtúa el rostro de la polis- es difícil lograr la alineación social de expectativas. Más cuando esas expectativas de pronto se zarandean junto con el contexto, mutan tan bruscamente como el virus, obligándonos incluso a reconsiderar nuestros más indeclinables principios. “Supongo que en la trinchera todos somos keynesianos”, admitió en 2008 el Nobel de Economía y padre de la tesis de las expectativas racionales, Robert Lucas, quien de hecho milita en las antípodas del enfoque intervencionista de Keynes.

Todo sugiere que en las crisis la capacidad de cambio es vital. Pero al mismo tiempo lo es preservar la noción de sociedad, asumiendo que del “cuidado de sí” -Foucault dixit- depende el bienestar del vecino y viceversa; conectados ambos por un hilo de tácita responsabilidad, un movimiento reflexivo, un pacto mínimo de coexistencia. Desde la plaga de Atenas, 430 a.C, pasando por la peste Antonina, 165-180 d.C; la peste negra en el siglo XIV, los estragos del Cólera en el XIX o la gripe española en el XX, cada nueva irrupción de la pandemia supuso un punto de inflexión en la historia de los pueblos: "No lloréis por mí”, profirió Marco Aurelio “el Sabio”, mientras agonizaba: “pensad en la pestilencia y la muerte de tantos otros".

Son otros los que también me contienen, los que me amenazan y resguardan. En virtud de esa obligante cohabitación que acerca y perturba al mismo tiempo, tocará pensar en cómo la tragedia política local encaja trabas adicionales a la gestión de una emergencia magnificada por la mengua preexistente. He allí donde el cálculo mezquino, el afán non-sancto, el liderazgo sin plasticidad adaptativa ni consciencia del “nos-otros” truecan en odiosa tarasca. Esperar a que, por retruque, la peste y su guadaña logren un cambio político express, creer que el problema podrá resolverse unilateralmente, es no estar leyendo con atención el momento. Nunca como hoy dependemos tanto de los demás; de su juiciosa, enfocada, piadosa presencia.

Mibelis Acevedo D.
mibelis@hotmail.com
@Mibelis

CARLOS ALBERTO MONTANER: PUT THE PLANET FIRST. GLOBALISMO Y NACIONALISMO

La actual crisis comenzó en un mercado al aire libre de animales vivos en un remoto rincón del mundo. El Covid-19 se propagó de la provincia china de Wuhan al resto del planeta. Parece, no es seguro, que se originó en la costumbre de tomar sopa de murciélagos que tienen los chinos o, por lo menos, algunos chinos.  

Las Bolsas de New York y Londres cayeron en picado. Los cines, teatros y conciertos de una buena parte del mundo fueron clausurados. Se cerraron muchos  shopping centers y restaurantes. Los expertos anunciaron que el desempleo aumentaría exponencialmente. En Estados Unidos pudiera llegar al 20% de la población. El acabose. El Armagedón.  

La anécdota se saldará con varios millones de muertos, incluso más de dos en Estados Unidos de acuerdo con la revista The Economist. Esto debe ponerle fin al debate idiota entre los “nacionalistas” y los “globalistas”. 

El nacionalismo no sólo es una estupidez. Es peor aún: es imposible, pese a lo que digan o voten los partidarios del Brexit. Resulta un hecho incontrovertible: el globalismo, es decir, la noción de que estamos todos interrelacionados y debemos guarecernos tras instituciones supranacionales, aunque muchas de ellas sean frustrantes (aunque perfeccionables), y tenemos que comportarnos como seres humanos más allá de las banderitas y los himnos. 

Ese fue el dilema que se le planteó a Estados Unidos tras el fin de la Segunda Guerra Mundial: tratar de reconstruir el planeta y echarse sobre sus espaldas, incluso a los países derrotados, o arriesgarse a otro conflicto similar producto del resentimiento y del nacionalismo, esa mezcla explosiva que había estallado a sólo dos décadas de finalizada la Primera Guerra.  

Afortunadamente el tándem F. D. Roosevelt y H. Truman estaba en la Casa Blanca y ambos entendían la historia contemporánea de su país. Muerto Roosevelt y ganada la guerra, un periodista le preguntó a Truman si tenía sentido reconstruir a Alemania y al resto de Europa al costo de trece mil millones de dólares mediante el Marshall Plan. “Esa cifra es infinitamente menor que lo que nos costó la guerra”, le respondió el presidente. Tenía razón. 

La idea de “put America (o Inglaterra, Rusia, China o Alemania) first” es una necedad. Es verdad que el globalismo enlentece los procesos de creación de riqueza por la torpeza de los organismos internacionales y por la pérfida labor de los lobbys; y no es menos cierto que se cometen atropellos contra algunas naciones clave como Estados Unidos, pero el costo de abandonar la senda de la solidaridad y el internacionalismo es demasiado alto para poder asumirlo. 

El globalismo surgió, de manera embrionaria, hace miles de años, cuando dos personas pertenecientes a tribus diferentes establecieron una suerte de intercambio más allá de las lenguas en las que se hablaban. Ahí estaban los remotos antecedentes de la ONU, de la Unión Europea y de la lucha para mitigar los problemas del cambio climático que se debaten hoy día.   

A fines del siglo XV el globalismo cobró un nuevo impulso con el descubrimiento de América en 1492. El Reino de Castilla, el azar y los matrimonios de conveniencia en la realeza, hicieron que la árida meseta, entonces empeñada en reconquistar el territorio que le habían arrebatado los árabes muchos siglos antes, se trasformara en un formidable poder imperial que rigió al mundo durante un siglo con la ayuda de la Iglesia, los banqueros genoveses y los instrumentos para comerciar ideados en los Países Bajos. 

Finalmente, a partir de los siglos XVII y XVIII Francia y Alemania (que se convirtió en una nación unificada por Prusia a mediados del siglo XIX) recogieron el testigo, mientras Inglaterra desataba la revolución industrial y se alzaba a la cabeza del mundo, desovando en América trece colonias que acabaron por independizarse y, como tuvieron muy en cuenta el pensamiento de la ilustración escocesa, terminaron por transformarse en la república más exitosa de la historia. 

Nada de esto hubiera sucedido sin una mentalidad globalista. Hay que olvidarse del nacionalismo. A fin de cuenta, los Estados, como los conocemos, tienen sólo unos cientos de años. Poco a poco, el planeta se va unificando en las expresiones más exitosas. A trancas y barrancas, con marchas y contramarchas, se imponen, poco a poco, la democracia representativa, el culto por los derechos humanos, el mercado y la libertad. Eso también es la globalización. Put the planet first. 

Carlos Alberto Montaner 
montaner.ca@gmail.com
@CarlosAMontaner

El último libro de CAM es Sin ir más lejos (Memorias). La obra fue publicada por Debate, un sello de Penguin-Random House. Se puede obtener por medio de Amazon Books.   

CARLOS RAÚL HERNÁNDEZ: LA PANDEMIA DE LOS NECIOS

En las ciencias sociales las crisis sustituyen laboratorios y experimentos, y son por eso importantísimas en el estudio del comportamiento colectivo. Permiten observar a dirigidos y dirigentes de la escena pública, políticos, empresarios, iglesias, sindicalistas, influencers. Yehzekel Dror fue una figura mundial que creó para analizaras el concepto de sala situacional, aplicado hoy en muchas partes para enfrentar coyunturas críticas.

En una Maestría que cursamos con él, tarde en la noche, cuando estábamos cansados, con hambre y sueño, “convertía” el curso en “gabinete de guerra” para que supiéramos cómo era gobernar en crisis. Entonces planteaba como ejercicio un conflicto bélico-político que debíamos resolver divididos por equipos, en dos horas a base de café y cigarrillos.


Según nos dijo, él sabía que saldríamos mal en las pruebas, porque en nuestras decisiones simuladas –según explicaba- privaban las simpatías o antipatías ideológicas, el orgullo, la moral, las creencias, la adrenalina, la imprudencia -y el sueño- sobre la razón. Lo que quería enseñarnos el profesor Dror es que los líderes para serlo deben esforzarse por decidir más allá de esas emociones.

Tener como norte que el interés fundamental es ganar, aun desafiando los propios prejuicios y el rechazo momentáneo de quienes cuestionan nuestra posición, porque con el triunfo nacería popularidad perdurable. ¿Qué quiero? No era relevante si para obtenerlo había que amenazar, adular, fingir, maniobrar, siempre que condujeras una victoria. En la actual ola mundial de antipolítica y neopolítica por hundimiento de los partidos históricos, es útil examinar el debate sobre Covid-19.

Dos cepas letales

Aparecen los bloqueos emocionales para tomar decisiones de política pública y entenderlas. La conspiranoia, por ejemplo, pretende que los actores visibles son marionetas que manos negras manejan, y muy a pesar, tales cotilleos contagian la opinión pública. Una necedad “de derecha” asegura que la pandemia es operación vitanda, ejecutada perfectamente por China contra occidente. Esparcieron el virus a voluntad y crearon pánico financiero entre trasnacionales que operan allá.

Así lograron que se remataran acciones que el gobierno maquiavélicamente adquiriría. Descartando imaginarios planes demenciales o genocidas, el Estado chino actuó como las autocracias: quiso enterrar el virus en el silencio, dejó morir al médico que alertó, y su error expandió la epidemia. Pero igual tomó posteriormente medidas acertadas. Según la lógica de algunos zafios gobiernos de la antipolítica y neopolítica latinoamericana, los venezolanos estamos obligados a morir.

Nos toca purgar culpas de revolución y pagar con sangre el socialismo XXI. Eso cuadra con la lógica de esa excrecencia que defiende la tesis de que el hambre y las desgracias derrocarán al gobierno ¡Qué importa que la gente muera si mueren los chavistas! Aunque los planes antipandemia del gobierno lucen acertados y con nueva orientación solicita apoyo del FMI, la reacción primate es cuestionarlo y bloquearlo.

Al otro lado del Estigia de la necedad, los portadores de la cepa “izquierdista” dilaceran la sociedad abierta por cualquier razón, pese a que sabemos cuál es la génesis del desaguisado. Sería una torva conspiración “neoliberal” de Estados Unidos en la que están involucrados grandes laboratorios norteamericanos, y Trump, con el fin de vender medicinas y golpear a China. O que el virus lo diseminó Israel para vender luego la vacuna que al parecer tienen en camino.

Casi todos mal y bien

Se calla que el manejo más irresponsable ha sido el español, que pese a tener la información una semana antes no suspendió la marcha del 8M ni tomó medidas por politiquería revolucionaria. Las instituciones más calificadas, el Instituto de Virologia de España, las más importantes revistas científicas (Virology, The Lancet, Maldita Ciencia) descartan que la amenaza global sea producto de una manipulación. Pero el radicalismo no cesa de ignorantear.

Ante la preocupación de los mandatarios en preservar la economía, es decir, la comida y el empleo de la gente, se escribieron fulerías tales como que para el capitalismo (kapitalismoa) la economía es más importante que la vida. Boris Johnson, no globalista y poco liberal, al parecer entendió que “dejar correr” el virus para estimular la reacción inmunológica de la población, conducen a las tragedias italiana y española (la primera por ineptitud y la segunda por razones revolucionarias).

Pero la gafedad ideológica acusa su error de ser un impromptu neoliberal. Otros cerebros telarañosos, casas de debates fantasmas contra un supuesto “neoliberalismo” que solo existe ahí, ven en las medidas que se toman un debate entre Hayek y Keynes. Así las acciones gubernamentales no son correctas o incorrectas, sino liberales o intervencionistas y es eso lo que les daría o quitaría solvencia.

Se burlan de Macron por establecer un subsidio de guerra a la economía para frenar el paro que vendría con una recesión, pero lo descuartizan si no lo hace. Confiemos que el liderazgo se guíe por los consejos de Dror: que quienes gobiernan agoten la información técnica e histórica, consulten. Debatan y actúen fuera de climas emocionales envolventes. “No reclames cuando estás furioso. No prometas cuando estás feliz”.

Carlos Raul Hernandez
carlosraulhernandez@gmail.com
@CarlosRaulHer
@ElUniversal

VICENTE BRITO: EL CORONAVIRUS… ¿DESAFÍO O CALAMIDAD?

Hemos sido de los últimos países del mundo en resultar afectados con el contagio del Coronavirus, el cual ha afectado a unas 250.000 personas en el mundo y causado unos cuantos miles de fallecimientos por las complicaciones de salud que esta enfermedad causa en los seres humanos.

Para el país la presencia del corona virus se convierte en un desafío por la urgencia con el cual deben actuar los responsables del manejo de la salud publica, no solo en tratar a las personas afectadas sino en prevenir su propagación, ya que según los estudios realizados en los otros países afectados previos a nosotros, se consideran a las primeras semanas del inicio del contagio como el momento en el cual el virus alcanza a contaminar al mayor numero de gentes si no se toman las medidas preventivas necesarias, así como el control de movilización de las personas para evitar la propagación de este fatal virus que hoy hace estragos en los distintos países del mundo.

La dotación de centros de atención exclusivos para el control y tratamiento de las personas afectadas por el coronavirus, es de suma urgencia a lo largo y ancho del país sobretodo en las de mayor concentración de la población. Voceros oficiales han informado que se están dando los pasos necesarios para la importación de equipos y la dotación de los elementos necesarios para el aislamiento de los afectados con este virus. Especialistas hablan de instalar nuevos centros hospitalarios de emergencia como los utilizados por la cruz roja en conflictos bélicos o donde ocurren desastres naturales, los cuales son portátiles y su versatilidad permite la ubicación en cualquier lugar donde requieran ser instalados. Nuestros centros hospitalarios existentes tienen a muchos pacientes que están en convalecencia o tratamiento para cualquier enfermedad o dolencia, lo cual es una limitante para la instalación de aéreas de hospitalización para el tratamiento de esta enfermedad, lo cual si ahora luce suficiente, es necesario tomar las previsiones para un mayor volumen de afectados, lo cual crearía unas limitantes de espacio para el tratamiento y control de esta enfermedad de no contarse con los equipos adecuados así como nuevas áreas de hospitalización..

Las decisiones tomadas de control de la movilización de la gente y solicitar de permanecer en sus casas, puede lograr una reducción sustancial en el potencial crecimiento de la enfermedad, no obstante el numero de personal de médicos, laboratoristas y enfermeras con el cual se cuente para la atención de los enfermos por el coronavirus, así como el disponer de las dotaciones hospitalarias adecuadas y equipos suficientes, será lo que definirá el resultado final en la prevención y tratamiento de esta mortal enfermedad que amenaza con cambiar nuestro sistema de vida. Estamos todos comprometidos en que este coronavirus no se nos convierta en una calamidad nacional.

Vicente Brito
vicent.brito@gmail.com
@vicentejbrito
Presidente
Red por la defensa al Trabajo, la Propiedad y la Constitución

JESÚS RAFAEL GONZÁLEZ BRICEÑO: TIPS DE ALERTA ROJA: NO QUEDARÁN IMPUNES.

1. LA GUERRA BACTERIOLÓGICA DEL CORONAVIRUS. 

Expandido como un flagelo mundial, pánico aterrador, con consecuencias sicológicas, financieras, comerciales, laborales y pérdidas descomunales, con proyecciones inimaginables, es un ´´arma   terrorista china, creada para someter a la humanidad, y vender luego la vacuna que ya tienen, antes de soltar el virus al mundo, un ataque terrorista´´. Sin precedentes históricos, como lo afirma la inteligencia israelí, y lo confirma el Ayatola iraní, Alí Khomenei, al expresar   que ´´ es   muy probable que coronavirus sea un ataque biológico chino´´(IFOBAE.COM/,14-03-2020) Por primera vez estos dos países están de acuerdo y para afirmar esta terrible acusación fundamentada en razones científicas y políticas totalmente injustificables. Se trata de una guerra para afirmar su supremacía de terror y castigo contra sus intereses
Las predicciones mundiales de este virus letal, ya son incalculables, pero podrían ser, lo más seguro, una hecatombe mundial, como lo califican algunos analistas y científicos de la medicina, o peores que una conflagración mundial sin armas convencionales o atómicas. El responsable de esta masacre, angustia de más de 7.000 millones de personas, Xi Jinping, el gran líder del neocomunismo chino, podría ser juzgado por el mayor cromen de lesa humanidad universal en el seno de la Corte Internacional Penal, y del repudio total de la humanidad. Es inconcebible que ya estén contabilizando las conspicuas ganancias bursátiles y la venta de la vacuna aparecida por arte de magia en muy pocos tiempos, es decir ya la tenían, porque se requiere un tiempo prudencial para probarla y aceptarla con seguridad sanitaria por el inmenso riego que se corre. 

2. LA HEGEMONÍA COMUNICACIONAL DEL SEUDO GOBERNENTE MADURO,

Es  otro hecho bochornoso y criminal porque no ha permitido que nadie más informe sobre  el brote, la expansión, los infectados y posibles muertes, clausurando  los espacio  informativos a los especialistas sanitarios y  a voceros independientes, ante una vorágine de consecuencias contra la vida misma y la angustia de 27 millones de venezolanos que agregan a su desgracia diaria, otra carga más debido a la existencia del comprobado deterioro de su sistema sanitario y la  incapacidad  de la gran mayoría de venezolanos de disponer  de recursos médicos y económicos para afrontar esta nueva catástrofe sobre sí. Se trata de otro crimen más de el régimen que deberá sumarse al voluminoso y penoso expediente de los delitos de lesa humanidad en nuestro país.

3. NEGACIÓN DE LA AYUDA HUMANITARIA.

Ante este nuevo crimen se suma otro más en las actuales y difíciles circunstancias, toda vez que el susodicho se ha negado a que el Pdte.  Guaidó, como un ciudadano más, se le niega la posibilidad de traer al país AYUDA HUMANITARIA desde el exterior, conociendo las penurias de nuestra gente y la ruinosa sitación de nuestro sistema sanitario, las consecuencias no las quiero imaginar si no atendemos esta guerra bacteriológica con prontitud y con recursos faltantes en nuestro país. Una vez más se impide y obstruye esta posibilidad de tener auxilio exterior, y una carga más al expediente de los responsables del régimen que no quedarán impunes y que la historia no dejará pasar, como la justicia, tampoco.

4. PROPAGANDA POLÍTICA

La utilización de la Pandemia Viral y terrorista para promocionar a los  autores de este crimen de lesa humanidad universal , para publicitar, en forma abrumadora, pertinaz y  farsante,  las bondades del neocomunismo chino, las penurias del castrismo cubano y  del chavismo-madurismo nacional  culpable de que miles de médicos, enfermeros y otros sanitaristas hayan migrado  del país acompañando a  más de  cuatro millones de venezolanos,  sin precedente en la historia nacional, al derrumbarse  las conquistas sociales, sanitarias, farmacéuticas,  económicas y trayendo  la angustia y desesperación a  la ciudadanía venezolana expuesta, sin lugar a dudas, a las consecuencias nefastas de esta plaga bacteriológica usada para consolidar un modelo que solo ofrece dolor, angustia, pesar y  miseria. 

Si la justicia internacional sigue aferrada a negar  soluciones ante esta situación mundial y venezolana, el mundo occidental democrático,  mayoritario y consciente de las  hecatombe  ofrecida e instalada por el neocolonialismo comunista,  está obligado a reaccionar y tomar las medidas necesarias y pertinentes para frenar esta diabólica ola expansionista que quiere someter por el  poder de las armas convencionales,    de destrucción masiva, por la penetración ideológica o   por  la GUERRA   BACTERIOLÓGICA   para imponer su  supremacía a cualquier costo, como lo estamos padeciendo y no lo creamos  aún..

Cuando escribo estas letras llenas  de terror, rabia y  angustia compartiendo los  sentimientos de  la humanidad  sufriente de  estas terribles consecuencias, se me vienen a la mente las millonarias masacres del comunismo internacional en Rusia, la URSS, la China de Mao y sucesores, Europa y  el resto del mundo,   incontables  holocaustos que han abatido por razones ideológicas cientos de millones de soldados y gente inocente por no someterse al pensamiento único y al imperio de la hegemonía de la fuerza bruta como mecanismo de dominación, y ahora con la aplicación de la una Guerra Bacteriológica -ESTAMIOS HARTOS QUE ESTA PANDEMIA SE CONVIERTA EN PFROPAGANDA POLÍTICA NEOCOMUNISTA MUNDIAL.

Jesús Rafael González Briceño
jesusrafael768@gmail.com
@jesusgonzalezbr

ANTONIO JOSÉ MONAGAS: LA SALUD: ¿UN VALOR SOCIAL, POLÍTICO O ECONÓMICO?

Entender la salud, es percibir la vida ante toda consideración posible y razonable. Pero no sólo desde una perspectiva emocional. También desde lo que implica su concepto como acepción social. Aunque no por ello, escapa de todo enfoque que pueda considerarla como praxis política o responsabilidad económica. Al menos, así cabe visualizarla toda vez que su esencia compromete acciones de gobierno.  

Es así que la salud acarrea compromisos económicos. No solo porque al fin de todo, el hombre es un ser cuya movilidad encaja con consideraciones que adquieren sentido en el plano social tanto como en el ámbito político. Asimismo, en el plano jurídico y en el terreno económico. Tan mayúscula complejidad, caracteriza al individuo en su comportamiento colectivo. Igualmente, en lo personal toda vez que su efecto lo compromete consigo mismo y con su entorno.  

Entonces, comprender la salud, no es asunto de simple sumatoria. O de mera multiplicación entre fracciones de igual denominador. Es sobre todo, trascender dimensiones que superan límites que determinan conexiones de recíproca comunicación entre contextos que muchas veces suelen mostrarse en contrario. 

Que si bien es un derecho reconocido constitucionalmente, es razonable. No obstante al mismo tiempo, y es lo que con dificultad se advierte y reconoce, es un evento que no sólo cimienta la posibilidad de vivir a satisfacción tanto de las demandas biológicas del ser humano, como de las necesidades que son propias del hombre en virtud de anhelos espirituales y de desarrollo emocional. Por esa razón, justamente, su reconocimiento se convierte en un problema que no siempre es admitido desde los enfoques de la política y de la economía. Aunque asimismo, desde la óptica de la sociología, la filosofía, la historia, la psicología, la antropología y demás disciplinas que estudian al hombre en su integralidad y desarrollo humano. 

Cualquier problema que intente trabar esta realidad, debería sortear los embates por los que atraviesa la existencia del hombre al momento que se debate entre la vida y la muerte. Razón ésta que exalta y exhorta la salud como proceso al igual que como estado. Y particularmente, como valor. Pero también, cualquier problema que busque obstruir esta verdad, igualmente pudiera adoptar la forma epistémica necesaria para internarse por las profundidades del análisis cognitivo. Y seria esa ruta, la vía por la cual mejor podría transitar a fin de interpretar la complejidad que se halla debajo de tan prolífico concepto como el que describe la “salud” del hombre.  

De ahí que la salud involucra tantos ámbitos de la vida que podrían resumirse en la conjugación de los tres más significativos y de mayor alcance epistemológico y filosófico. O sea, la economía, la política y todo lo que implica el mundo social donde el hombre circunscribe su vida física.  

Aunque al discurrir político, al que llevan las circunstancias políticas al momento de trazar las orientaciones por las que ha de regirse una nación, con la precariedad de la materia, denomina: Derechos Sociales y de las Familias. Es el caso Venezuela toda vez que la Constitución de la República sancionada en Diciembre de 1999, así destaca lo que da cuenta de la debilidad conceptual que sostiene el concepto de “Salud”. Basta con atender lo descrito en el artículo 83 constitucional, principalmente, para advertir el carácter lacónico con el cual se maneja dicho concepto. 

Sin duda que de tal fragilidad conceptual, se aprovecha el ámbito político para encauzar cualquier decisión cuya interpretación queda reducida a un flácido compromiso que, lamentablemente, desconoce la amplitud que envuelve tan profundo término. Razón ésta por la cual el Estado venezolano no se ha sentido con el compromiso que demanda la comprensión y atención de tan vasto concepto. De haber sido debidamente entendido y atendido, las realidades fueran otras. Así se habría contado con los derechos y razones propias que le habrían insuflado el valor moral que corresponde al concepto de “salud”. Con ello, se habría garantizado una calidad de vida cónsona con lo que implica el Estado de Bienestar que se plantea como condición y soporte conceptual de lo que recoge el hecho de proteger y resguardar la salud del venezolano.   

A este respecto, vale apuntar un breve análisis sobre lo que hasta hoy ha sido la incidencia del CoronaVirus. Sobre todo, en virtud de la concepción de “salud” como valor implícito que de la mismo se tiene en Venezuela desde el año 2000. Así es posible desentrañar la postración en la que se encuentra la salud, al tiempo que su comprensión se subordinó a intereses ideológicos que se prestaron como criterios jurídicos para estructurar el exiguo concepto configurado en el texto trazado constitucionalmente.  

Es por tanto que cabe una consideración, aunque breve, sobre la aterradora pandemia ocasionada por el intempestivo y dantesco virus conocido como CoronaVirus. Ésta, que por igual apaleó mortalmente gruesos sectores de población del mundo entero, ha sido cual remedo -algo estructurado- del apocalipsis bíblico. Aún cuando no se configuró con la misma violencia de sus jinetes desbocados, dicha pandemia hizo del mundo un escenario tan infausto por la mortalidad causada, que puso en evidencia gruesos desarreglos conceptuales que actuaron como azarosas justificaciones para que gobiernos del mundo desarrollado demostraran fallas y carencias en sus ejecutorias. Fallas y carencias éstas que expusieron importantes procesos económicos y posturas de la economía –mayormente- al escarnio social. 

Fue así como el alto gobierno chino, luego de la caída bursátil que provocó el reconocimiento de dicha crisis dada su condición letal y de pronóstico incierto en empresas extranjeras asentadas en la República Popular China, ordenó su compra. De esa manera, la economía china, lejos de verse abatida a consecuencia de tan tenaz problema, ha buscado asegurar su recuperaración. En tal proporción, que podría convertirse en una gigantesca potencia mundial financiera e industrial. Muy por encima de economías que hasta hace poco podían imponerse a sus anchas.  

Sin embargo, pese a que esta pandemia ha provocado rebotes de la economía en un sentido remedial, también habrá que admitir que otras economías habrán de salir oprimidas dado la recesión causada a consecuencia de las contingencias que tal calamidad ha incitado. Recesión ésta que habrá alcanzado buena parte del mundo. Referido esto con otras palabras, la susodicha crisis internacional busca enfundar los efectos que pueden inducirse sin poder evitarlos pues dicha pandemia ha coincidido con serios problemas económicos que han desatado reticencias en operaciones tan sensibles pero incisivas como las que tienen lugar dentro del mercado petrolero mundial. Asimismo se advierten bruscas e inesperadas caídas de los precios del petróleo, que ocurren en medio de una conjurada guerra de precios entre mercados disímiles.  

En Venezuela, por ejemplo, es posible que se susciten problemas económicos que darán cuenta del recrudecimiento de la depresión económica que viene viéndose en los últimos años. Y sería aún peor, pues se verá avivada por una merma en la capacidad de la acción del sector privado. Aunque habrá que sumar ésta, a dificultades producidas por la crisis de los servicios públicos arrastrada por la crisis económica y política que venía padeciendo el país.  

A esta altura del análisis, cabe preguntarse: ¿dónde quedó el carácter magnánimo de la Carta Magna con el cual reviste el significado de “SALUD”? En principio, pudiera inferirse que debajo de ella sólo subsiste una intención política que transluce un grotesco populismo cuyo acento demagógico permea una indignante controversia que conduce a una retórica que no termina de descifrar hacia quienes apuntan los beneficios señalados como elementos del sistema público de salud. La ambigüedad propia del discurso populista, supera cualquier expectativa que pueda manejarse ante el grandilocuente discurso utilizado para justificar una redacción que sólo obnubila ilusos y furibundos desentendidos del ejercicio de la política.  

El enmarañamiento de términos que contravienen la noción de valores políticos, confunde la lectura de los artículos constitucionales 83, 84, 85 y 86, contemplados en la sección: De los Derechos Sociales y de las Familias. Y es porque los mismos buscan asirse a ideales que motivan un horizonte cargado de un realismo mágico. Ni siquiera alcanzan a darle formalidad a una verdadera política sanitaria, pues sus implicaciones no tienen condición para formular una política pública en su forma más contextual. Mucho menos, de cara a las necesidades, penurias y carencias que clama la población.  

Escasamente el papel social que compromete el significado de “salud”, pudiera decirse que cumple con el sentido por el cual se rige su trazado explicativo. Y de algún modo, implica el financiamiento correspondiente a través de un presupuesto el cual no siempre termina de satisfacer las solicitudes de las instituciones públicas que comportan el ámbito “salud” del venezolano. Queda pues a instancia de los hechos, seguir revisando a los fines de constatar hasta dónde es la Salud: ¿un valor social, político o económico?

Antonio José Monagas
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