sábado, 7 de marzo de 2020

ACTUALIZACIÓN, EL REPUBLICANO LIBERAL II, DOMINGO 08/03/2020

MIBELIS ACEVEDO DONÍS: EL DILEMA

Unknown en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 7 minutos
Desde 2015 hasta hoy, mucha ha sido el agua que ha corrido bajo el maltrecho puente que a duras penas cruzamos. La situación de las fuerzas democráticas luego del licuado de la victoria obtenida en aquella “stunning election” que redefinió la cara del parlamento -una cuyo corolario tomó por sorpresa tanto a un chavismo que subestimó al adversario como a una oposición rebasada por el batacazo- dista mucho de replicar tiempos más promisorios. No sólo el país cambió, se profundizaron las grietas, el dolor y las urgencias, se produjeron reacomodos de las expectativas y las alianzas; si... más »

RICARDO VALENZUELA: NO ENTIENDO EL INFIERNO DE DANTE. REFLEXIONES LIBERTARIAS. DESDE MEXICO

Unknown en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 19 minutos
“Una estúpida terquedad es el duende de mentes pequeñas, adorada por estadistas pigmeos, sus filósofos y adivinos”. Ralph Waldo Emerson Mi abuelo, Manuel P. Torres, afirmaba que hay cosas que solo entendemos cuando nos arropan los años. Pero en mi caso, al ritmo en que estos años se me amontonan menos puedo entender tantas cosas que no solo me parecen inentendibles, me parecen asaltos a la razón. No puedo entender que un marxista esté a punto de contender por la presidencia del país que más ha combatido esa ideología. La más grande aberración filosófica, económica y política en la ... más »

ALBERTO BENEGAS LYNCH (H) : ¿EN VERDAD UNA SOCIEDAD IGUALITARIA?

Unknown en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 27 minutos
Hoy se repite casi sin pensar en muy diversos medios que el objetivo supremo consiste en el igualitarismo. Incluso se citan fuentes que en verdad contradicen lo dicho, como cuando, por ejemplo, se menciona la Declaración de Derechos en el origen de la revolución francesa que en realidad alude expresamente a la igualdad de derechos en su primer artículo (“Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos”), lo cual, junto con otros principios fundamentales fue negado por la contrarrevolución. Sin embargo, la revolución norteamericana mantuvo incólume aquella idea durante u... más »

LUIS FUENMAYOR TORO: VERDADES QUE QUITAN MÁSCARAS

Unknown en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 32 minutos
Los líderes de varios partidos de oposición de la Asamblea Nacional guaidoísta, concretamente del llamado G4, son empresarios además de dirigentes políticos, razón por la cual deben atender a sus empresas para evitarles problemas, para mantenerlas e incluso hacerlas crecer o sacarle mayores beneficios. Esta condición les permite una vida más que holgada, sin las limitaciones financieras del resto de los venezolanos, lo que les da libertades que otros no tienen, como la de viajar a cualquier parte del mundo a descansar y divertirse. Nada de esto sería criticable si sus negocios son ... más »

ANTONIO JOSÉ MONAGAS: ¿QUÉ ESCONDE LA “REVOLUCIÓN”?

Unknown en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 36 minutos
El manejo de la política abarca tantas consideraciones, como manifestaciones pueden darse en la vida misma. El problema estriba cuando el poder político hace sucumbir aquellos ideales sobre los cuales se depara alguna promesa que haya implicado invocar cuantas ofertas (especulativas) sean posible. De esa manera, el ejercicio de la política, indistintamente del espacio y tiempo en que se ponga a prueba, tenderá a desfigurar las realidades donde suscriba sus ejecutorias. De ahí que el concepto de “política”, haya padecido de múltiples descréditos que, a su vez, han incitado conjetura... más »

ROMÁN IBARRA: PISANDO TIERRA

Unknown en EL REPUBLICANO LIBERAL II - Hace 42 minutos
Los días pasan con la velocidad del rayo, y la angustia y desesperación de la ciudadanía crecen sin ver en el horizonte cercano solución posible a sus reclamos legítimos. Está claro que la mayoría ciudadana perdió cualquier esperanza de realización de sus anhelos con quienes han dirigido el país en los últimos 20 años, y la razón es más que obvia. El incumplimiento recurrente, y la estafa de la fe pública han sido sus emblemas. Accedieron al poder mediante la articulación de un discurso redentor, cabalgando en la esperanza y sueños de la gente, a quienes ya –de alguna manera- se ... más »


MIBELIS ACEVEDO DONÍS: EL DILEMA

Desde 2015 hasta hoy, mucha ha sido el agua que ha corrido bajo el maltrecho puente que a duras penas cruzamos. La situación de las fuerzas democráticas luego del licuado de la victoria obtenida en aquella “stunning election” que redefinió la cara del parlamento -una cuyo corolario tomó por sorpresa tanto a un chavismo que subestimó al adversario como a una oposición rebasada por el batacazo- dista mucho de replicar tiempos más promisorios. No sólo el país cambió, se profundizaron las grietas, el dolor y las urgencias, se produjeron reacomodos de las expectativas y las alianzas; sino que recurrir a la trocha de la abstención también abrió huecos insalvables (otro aval para la tesis de que el boicot electoral “raramente funciona”, empeorando más bien lo que pretendió mejorar, como señala Matthew Frankel) en términos de pérdida de espacios desde donde operar formal y legítimamente.

En efecto: si hablamos de acceso a ese poder de facto –no sólo poder simbólico, no sólo auctoritas- útil para empujar cambios desde adentro, encontramos hoy a una oposición prácticamente impedida para habilitar a punta de su sola voluntad una transición hacia la democracia.

En encuentro organizado por el Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la UCAB para discutir sobre el impacto de las elecciones en el proceso de avance (o retroceso) democrático, Félix Seijas daba cuenta de una llamativa fotografía política del país. De un 40,2% identificado con la oposición, 23,7% apoya al liderazgo y 16,5% no lo apoya; el chavismo, entretanto, figura con 23,4% (14,3% “resteado” con Maduro y 9,1% descontento con su gestión) mientras que el sector de quienes no se identifican con ningún bloque marca un elocuente 36,3%. En atención a la cruda lectura de una realidad que desafía al blanquinegrismo tan presente en nuestro discurso político, toca preguntarse: ¿cómo entender y proyectar la participación opositora en parlamentarias, evento que, a despecho de las ansiadas presidenciales, cuenta con mayor probabilidad de ocurrencia este año? 

Quienes tenazmente abogan por la abstención, ora como forma de presión que operaría en y desde el vacío; ora como forma de protesta y -discutible- método de visibilización de los vicios que caracterizan a las elecciones en país atenazado por el autoritarismo, descartan a priori el potencial del voto. Han endosado entonces casi toda la brega de una posible transición a las diligencias que adelantan los aliados de la democracia en el mundo: “solos no podemos”, dicen, este régimen es prácticamente inderrotable. Pero basta repasar la literatura asociada al tema para al menos contagiarse de algunas dudas razonables al respecto. 

Amén de los hallazgos de Frankel, quien tras riguroso estudio de 171 casos concluye que fuera “de pocas y raras excepciones los boicots electorales tienen consecuencias desastrosas” para quienes los convocan (suerte de no-estrategia que “contribuye a afianzar aún más al líder o partido gobernante”) trabajos como los de Robert Dahl, Staffan Lindberg o Andreas Schedler, por ejemplo, obligan a considerar el problema desde la perspectiva que destapa no la doxa, sino la observación sistemática de hechos. Y ello sugiere que la participación en elecciones sucesivas permitiría socavar las bases de apoyo de los regímenes autoritarios, bajando los costos de tolerancia al cambio, elevando costos de la opresión y permanencia en el poder.

Durante el evento organizado por la UCAB, y a contrapelo de la camisa de fuerza que encaja el determinismo histórico, John Magdaleno se apuntaba entonces a una certeza: la naturaleza del régimen autoritario condiciona el resultado de las elecciones, pero no lo decide. Hablamos así de la elección como gran momento desestabilizador, como eventual palanca de cambio. En ese sentido -y en sintonía con lo que luego explicaría Benigno Alarcón- la transición jamás podría ser vista como fruto de alguna suerte de decreto metafísico o de la indulgencia de cierto pensamiento mágico, ni la elección funcionaría como una terminante “bala de plata”. Sin aprovechamiento persistente y sostenido de ese principio de incertidumbre básico que domina los procesos de democratización –los cuales contemplan la acción coordinada y comprometida de partidos políticos y sociedad civil- la oportunidad de avances reales para la oposición tendería a anularse.

En ese vidrioso tramo estamos varados. Si bien hay que admitir que las menguas de una oposición fragmentada, perdida dentro de sí misma y despojada del virtuoso fulgor que sostuvo la lucha unitaria conspiran contra la meta de emular logros pasados, no debe omitirse el hecho de que perder presencia en la AN anunciaría el borrado del mapa político-institucional. Tal amenaza –y recordemos que buena parte del apoyo internacional deriva de esa legitimidad- obliga a medir el costo de no votar. Ser o no ser, estar o no estar: ante el dilema de perderlo todo o ganar algo que podría resultar ventajoso, es justo al menos hacerse algunas preguntas… ¿no?

Mibelis Acevedo D.
mibelis@hotmail.com
@Mibelis
@ElUniversal

RICARDO VALENZUELA: NO ENTIENDO EL INFIERNO DE DANTE. REFLEXIONES LIBERTARIAS. DESDE MEXICO

“Una estúpida terquedad es el duende de mentes pequeñas, adorada por estadistas pigmeos, sus filósofos y adivinos”. Ralph Waldo Emerson

Mi abuelo, Manuel P. Torres, afirmaba que hay cosas que solo entendemos cuando nos arropan los años. Pero en mi caso, al ritmo en que estos años se me amontonan menos puedo entender tantas cosas que no solo me parecen inentendibles, me parecen asaltos a la razón. No puedo entender que un marxista esté a punto de contender por la presidencia del país que más ha combatido esa ideología. La más grande aberración filosófica, económica y política en la historia de la humanidad. Y que el apoyo base de Bernie Sanders sea lo más preciado de una sociedad, su juventud, que, después de haberlo bebido en las universidades ahora piden el comunismo.

No entiendo las oleadas de gente que se amontonan en la frontera sur exigiendo entrar al país y, si lo consiguen, proceden a formar sus asentamientos a imagen y semejanza de los lugares que abandonan en su desesperación. No entiendo que sus patrocinadores, en su ceguera, esgriman que sus “indocumentados” tienen derecho de ilegalmente penetrar EU sin darse cuenta qué esa actitud es lo que más provoca su rechazo. Que su defensa de parte de las televisoras en español y, sobre todo, activistas como Jorge Ramos y la Dra. Ana María Polo produzcan a diario sus arengas que provocan los americanos, de todas las razas, aceleren los motores de su rechazo para identificarlos como un peligro claro y presente. Mientras más empujan menos avanzan y más crece su rechazo.

No entiendo que un hombre, homosexual, casado con otro hombre, estuvo en la recta final de la candidatura a la presidencia. Y, si hubiera sido electo presidente, los EU habrían tendido, en lugar de una primera dama, un primer caballero y quien se atreviera a expresar alguna crítica, hubiera recibido toda la furia de sus organizaciones LGTBQ que agrupan miles de sus soldados portando más poder y violencia que los sindicatos manejados por la mafia. Un segmento que agresivamente avanza sus “derechos” invadiendo los derechos del resto de la población. Un hombre que en sus giras promovía la homosexualidad entre los niños.

El que, entre sus logros, jóvenes transexuales participen en competencias deportivas como mujeres destruyendo las vidas y sueños de jovencitas que pierden becas y otras oportunidades. Y, en un caso extremo, Obama llamara a Bruce Jenner para felicitarlo por haber decidido convertirse en mujer. El ver grotescos hombres vestidos de mujer y si alguien se dirige a ellos como Señor, no señorita, arman batallas campales. Si esto lo conjugamos con programas de “igualdad de oportunidades”, estaremos atestiguando contrataciones forzadas para que estos sujetos desfilen en pasarelas internacionales de la moda vistiendo ropa interior muy sexy y sugestiva.

Una de mis hijas tuvo una experiencia que la impactó. Conoció los padres de un niño compañero de uno de sus hijos. Al padre le notaba modales afeminados. Llegaba la cena de Navidad de la compañía de mi yerno. Uno de los ejecutivos más prometedores aparecía con una novia que había anunciado era una belleza. Cuando se las presenta, a mi hija se le hizo cara familiar. Cuando regresaban a casa ella tuvo un momento Eureka y casi grita, “¿sabes quién es la supuesta novia de tu ejecutivo?” “No”, responde su esposo. “Es el papá del niño amigo del nuestro” revira mi hija. Finalmente comprobaban que el joven ejecutivo se había enamorado de esta “dama” sin darse cuenta de que era hombre. El pobre muchacho todavía sigue recibiendo terapia. Mientras que California ha legislado para prohibir el uso de “ella y él”.

Ni leyendo las palabras de Joni Eareckson, “Dios permite lo que odia para lograr lo que ama”, puedo entender tantas cosas.

No entiendo el diabólico desprecio por la vida cuando varios estados han legalizado, a elección de la madre, el asesinato de bebés al nacer. Que una ley para proteger esos bebés fuera rechazada por los demócratas. Que en los últimos 40 años se hayan practicado cerca de 70 millones de abortos y, lo más aberrante, subsidiadas por el gobierno, las organizaciones que los llevan a cabo lucren vendiendo partes de los bebés abortados a fabricantes de diferentes productos. Algunos de estos bebés, aun vivos en el vientre de la madre, son desmembrados en un espectáculo que horrorizaría a ISIS. Y lo más triste es que gran parte de la población acepte esto como una gran conquista de los derechos de la mujer.

No entiendo la corrupción política que, con el triunfo de Trump, ha emergido a la superficie para mostrar el interior de la bestia que ahora amenaza con devorar al país. Una bestia que ahora expone al mundo los escombros morales de una nación que, después de los 12 años de las gestiones Clinton, Bush, Obama, ahuyentaran de la política la ética, la integridad y los compromisos nacionales que juraran proteger. Guerras, ayudas a países enemigos, saqueos de otros, desfalcos como los $6 trillones en el departamento de defensa, al mismo tiempo que se gestaba un nido de serpientes para alojarse en instituciones como el FBI, el Departamento de justicia, todas las organizaciones de inteligencia y seguridad convirtiéndose en lo que juraran combatir.

No entiendo que, en tres ocasiones, esas serpientes activaran un fallido golpe de estado cuando, sorpresivamente, su candidata perdiera la elección frente a un hombre que nunca había participado en política. La forma en que se perdió la integridad y el honor de un Congreso convertido en brazo ejecutor de ese grupo de criminales para eliminar todos los obstáculos en un proceso que, oculto ante la gente, requería de su permanencia sin límites y debían lograrla aun infringiendo la constitución. Un congreso integrado por islamistas que odian EU y mantienen ligas con organizaciones terroristas. Un mercado donde se compran y se venden lo que, sin límites, se oferta, se demanda y se subasta en una fatal complicidad que pretendían eternizar.

No entiendo que los ilustrados y perfumados del mundo, especialmente los mexicanos, a pesar de los increíbles logros económicos del presidente mantienen sus tercas posiciones ahora afirmando que la economía no es todo, y plasman sus sentimientos sin lógica como propuestas para derrotar a Trump sugiriendo, inclusive, una boleta encabezada por el camarada Bernie y un “demócrata moderado”. Ese hombre admirador de Fidel Castro, gran amigo de Daniel Ortega, quien disfrutara su luna de miel en la Unión Soviética y, en el proceso, se haría millonario en una vida totalmente dedicada a la burocracia. Un hombre cuyas propuestas, sin que tenga la menor idea de sus costos, podrían alcanzar los $90 trillones.

Por más que analizo no puedo entender un panorama que me parece un infierno de Dante. Y, para que este horizonte preocupe a un hombre como yo que nunca he presumido de religioso, debería preocupar a todos. Es cuando pido a mi abuelo me envié algo de su sabiduría para comprenderlo, pero me responde que, aun para él en la gracia de dios, es indescifrable. Tal vez el coronavirus es un llamado de dios a la cordura.

Ricardo Valenzuela
chero@reflexioneslibertarias.com
@elchero 
Mexico 

Los grandes hombres son como las águilas. Construyen sus nidos en una majestuosa Soledad. Porque un alto grado de intelecto tiende a convertir al hombre en un ser antisocial. Arthur Schopenhauer

ALBERTO BENEGAS LYNCH (H) : ¿EN VERDAD UNA SOCIEDAD IGUALITARIA?

Hoy se repite casi sin pensar en muy diversos medios que el objetivo supremo consiste en el igualitarismo. Incluso se citan fuentes que en verdad contradicen lo dicho, como cuando, por ejemplo, se menciona la Declaración de Derechos en el origen de la revolución francesa que en realidad alude expresamente a la igualdad de derechos en su primer artículo (“Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos”), lo cual, junto con otros principios fundamentales fue negado por la contrarrevolución. Sin embargo, la revolución norteamericana mantuvo incólume aquella idea durante un largo período de tiempo y por eso prosperó en grado superlativo a diferencia del terror y el despotismo en que sucumbió la nación francesa en esas épocas.

Del principio de la igualdad de derechos deriva necesariamente la igualdad ante la ley que está indisolublemente atada a la noción de Justicia ya que no se trata de iguales en atropellos sino anclado en aquello de “a cada uno lo suyo”, es decir en el respeto a la propiedad de cada cual (lo suyo, adquirido de modo legítimo).

Afortunadamente todos los seres humanos somos diferentes desde la perspectiva anatómica, bioquímica y, sobre todo, psicológica. Cada cual es único e irrepetible en toda la historia de la humanidad. Decimos que esto es afortunado porque, de lo contrario, si fuéramos iguales se derrumbaría la cooperación social debido al bloqueo de la división del trabajo a través de diversos talentos y ocupaciones. Además sería invivible por otro motivo y es que los conflictos se multiplicarían si a todos los hombres le gustara la misma mujer y así sucesivamente. Todavía debe agregarse el aburrimiento colosal que serían las relaciones sociales en el contexto del igualitarismo puesto que las conversaciones serían lo mismo que hablar con el espejo.

Pero como afortunadamente la naturaleza no es igualitaria resulta que los gobiernos de los hombres la pretenden forzar y torcer de otra manera con lo que aplican la guillotina horizontal para que los resultados de diversas aptitudes e inclinaciones queden desfiguradas en un igualitarismo amorfo. Esto conduce a los resultados antes mencionados a lo que cabe agregar que los que se encuentran bajo la línea de igualación esperarán a ser compensados por la diferencia, compensación que en definitiva no llegará porque los que se encuentran arriba de dicha línea tenderán a no producir si saben que serán expoliados por la diferencia.

Pero hay un asunto aun de mayor importancia y es el grave perjuicio que se infringe especialmente a los más necesitados a través de política igualitarias en el sentido referido. Resulta crucial comprender que la única causa de salarios e ingresos en términos reales es las tasas de capitalización, esto es equipos, maquinarias, conocimientos relevantes, instalaciones que hacen de apoyo logístico para aumentar el rendimiento. Esa es la diferencia central entre países ricos y pobres junto, claro está, con marcos institucionales que garanticen el uso y la disposición de lo propio.

Es curioso y paradójico que con razón se insiste en la consideración por la naturaleza y el cuidado de animales, vegetales y minerales y, sin embargo, se pretende torcer el rumbo y faltarle en respeto a la naturaleza de los humanos.

Por otra parte, la redistribución de ingresos realizada por aparatos estatales desaprensivos se traduce inexorablemente en un esperpento de proporciones mayúsculas por el hecho que significa contradecir la distribución que hizo la gente en el supermercado y afines, lo cual, al reasignar los siempre escasos recursos en direcciones distintas de las preferidas por la gente se incurre en derroche, situación que consume capital y, por ende, contrae las antedichas tasas de capitalización y consiguientemente los salarios.

En este sentido es del todo irrelevante el delta o el diferencial de ingresos y patrimonios, lo realmente significativo es la preferencia de la gente que con sus votos en el mercado, es decir, con sus compras y abstenciones de comprar va asignando —distribuyendo— factores de producción.

En realidad la guillotina horizontal  constituye un atropello y un ataque a cualquiera que sobresalga en cualquier tarea, es una afrenta para cualquier logro más allá del promedio, es un insulto y una agresión para cualquiera que pretenda niveles de excelencia. Es en otros términos un achatamiento deliberado del progreso, es en resumen una apología a la mediocridad.

Siendo cada persona diferente, necesariamente su acción producirá resultados también diferentes y si se atacan esos resultados, la sociedad se debatirá en la pobreza moral y material. Cada cual debe tener la libertad de proceder como le plazca siempre y cuando no lesiones derechos de terceros, pero asimismo cada cual debe tener la libertad de atribuir distinto valor a los resultados que producen otros.

Pero entonces, ¿cuál es el motivo de la manía por el igualitarismo de ingresos y patrimonios? Tal vez el motivo más profundo sea la envidia, esto es, no se tolera que otro sea mejor. Es un sentimiento sumamente destructivo, una cosa es la sana emulación por ser mejor y otra bien diferente  es el deseo de destruir o amputar el éxito del vecino.

Otra de las razones del igualitarismo es la errada noción  de que la riqueza es algo estático y por tanto se la mira en el contexto de la teoría de la suma cero, es decir, lo que tiene uno es porque otro no lo tiene sin percatarse que la riqueza es un concepto dinámico. No hay más que mirar la evolución humana desde la cueva y el garrote hasta el presente. Los países y regiones que han quedado en situaciones primitivas es, precisamente, debido a las políticas retrógradas de sus gobiernos que han coartado la libertad y los derechos de los gobernados. Poco tienen que ver los recursos naturales puesto que, como se ve, hay continentes como el africano que representan los mayores recursos naturales del planeta y, sin embargo, las hambrunas y las pestes los acechan en casi todo su extenso territorio, mientras hay otros regiones como la japonesa que es un cascote en el que solo el veinte por ciento es habitable pero con un alto nivel de vida.

Anthony de Jasay apunta que la metáfora, tomada del deporte, que dice que todos deberían partir de la misma línea de largada en la carrera por la vida, sin ventajas de herencia, es autodestructiva. Esto es así porque el que se esforzó por llegar primero y ganar la carrera percibirá que en la próxima largada habrá que nivelar nuevamente, con lo que el esfuerzo realizado resultó inútil.

Del mismo modo, John Rawls, Ronald Dworkin y Lester Thurow, al insistir en principios de compensación a los menos dotados en cuanto a los talentos naturales, están, en definitiva, perjudicando a los que menos tienen. En primer lugar, los talentos adquiridos son consecuencia de los naturales en la formación de la personalidad, con lo que no resulta posible escindirlos. En segundo término, nadie sabe —ni siquiera el propio titular— cuál es su stock de talentos mientras no se presente la oportunidad de revelarlos, y esas oportunidades serán menores en la medida en que los gobiernos "compensen", con lo que inexorablemente distorsionan los precios relativos. Por último, cada uno tendrá habilidades diferentes para usar la compensación otorgada por los aparatos estatales; en consecuencia, habría que compensar la compensación y así sucesivamente.

En este contexto de la guillotina horizontal irrumpe el impuesto progresivo. Como es sabido, hay básicamente dos tipos de impuestos: el proporcional, en el que, como su nombre lo indica, la alícuota es proporcional al objeto imponible, y el progresivo, en el que la tasa crece cuando aumenta el objeto imponible. El último gravamen constituye un privilegio para los más ricos, ya que su instalación en el vértice de la pirámide patrimonial antes del establecimiento de la progresividad les otorga una gran ventaja respecto a los que dificultosamente vienen ascendiendo en la pirámide, lo cual bloquea la movilidad social. Además, el tributo progresivo altera las posiciones patrimoniales relativas, a diferencia del impuesto proporcional, que las mantiene intactas; es decir, no desfigura los resultados de las mencionadas votaciones de la gente. Además, la progresividad se transforma en regresividad, ya que los contribuyentes de jure con mayores posibilidades de inversión al dejar de invertir afectan los salarios de los de menor poder adquisitivo. Tengamos en cuenta que dos de los puntos del célebre decálogo de Marx y Engels se refieren a la conveniencia de la progresividad y que en EE.UU., los Padres Fundadores, se oponían férreamente al impuesto progresivo por los motivos antes apuntados. Solo mucho más adelante a través de una reforma constitucional se implantó el impuesto progresivo entre los estadounidenses con las insistentes pero infructuosos críticas del caso.

En estos contextos, se recurre a la expresión desafortunada de "darwinismo social", a través de lo cual se lleva a cabo una ilegítima extrapolación del campo biológico al campo de las relaciones sociales. En este último terreno, los más fuertes económicamente, como una consecuencia no buscada, trasmiten su fortaleza a los relativamente más débiles, vía las referidas tasas de capitalización y, en este caso, no se seleccionan especies sino normas. Darwin tomó la idea del evolucionismo de Mandeville, pero con un sentido sustancialmente distinto.

No se trata de la caricatura del así denominado “derrame” puesto que peyorativamente se pretende trasmitir la peregrina idea de que los pobres comen de las migajas que caen de las mesas de los ricos o de sus vasos que rebalsan, cuando en realidad de lo que se trata de de un proceso en paralelo a medida que las tasas de capitalización aumentan, se incrementan los salarios, tal como ocurre en todos lados si los gobiernos no se entrometen en el proceso y, sobre todo, si es que no permiten que los pseudoempresarios se alíen con ellos para contar con mercados cautivos y otros privilegios para explotar a la gente.

Por otro lado, si se estima que el progreso de algunos no es suficiente debe recurrirse a la primera persona del singular y no a la tercera del plural endosando a otros la responsabilidad de ayudar y así establecer entidades al efecto de recaudar fondos para atender necesidades que se consideran insatisfechas. “Put your money where your mouth is” constituye un sabio consejo.

Por otra parte, como he escrito en otra oportunidad en detalle, la redistribución coactiva vulnera el óptimo Pareto ya que hay perdedores. También desconocen la regla pareteana en primer lugar el denominado criterio Kaldor-Hicks de supuestos balances generales y en segundo lugar el equilibrio de Nash, el  primero por contradecir el postulado central de Nozick en cuanto a que el hombre no debe ser usado como medio de otros ya que es un fin en si mismo, y el segundo por una mala aplicación del interés personal puntualizado desde Adam Smith y el apartamiento de la tragedia de los comunes trabajada desde Garret Hardin (aunque la crítica de la propiedad colectiva estaba presente desde Aristóteles).

En  resumen, seguramente la antes referida envidia es lo que más influye en los espíritus igualitaristas. Recuerdo a un prominente empresario llegado a Buenos Aires desde La Habana, en su momento perseguido y expropiado por el régimen comunista de la isla que a poco andar reconstituyó su fortuna entre los argentinos. En una oportunidad nos mostró a mi padre y a mi un diario editado en Miami por cubanos donde había una declaración de un fulano que decía “el sistema castrista me arruinó por completo pero por lo menos a [y mencionó al empresario en cuestión] le han sacado todo”.  Es decir, se arruinó pero le quedó la malsana satisfacción que liquidó a los que envidiaba. Es como concluye Helmut Shoeck en su tratado sobre la envidia: “en una palabra, la historia de la civilización es el resultado de innumerables derrotas de la envidia, es decir, de los envidiosos”. 

Alberto Benegas Lynch (h) 
elcato@cato.org
@abenegaslynch_h 
@InstitutoCato

LUIS FUENMAYOR TORO: VERDADES QUE QUITAN MÁSCARAS

Los líderes de varios partidos de oposición de la Asamblea Nacional guaidoísta, concretamente del llamado G4, son empresarios además de dirigentes políticos, razón por la cual deben atender a sus empresas para evitarles problemas, para mantenerlas e incluso hacerlas crecer o sacarle mayores beneficios. Esta condición les permite una vida más que holgada, sin las limitaciones financieras del resto de los venezolanos, lo que les da libertades que otros no tienen, como la de viajar a cualquier parte del mundo a descansar y divertirse. Nada de esto sería criticable si sus negocios son limpios y si los mismos no son determinantes de sus posiciones políticas.

Quienes están en esta situación harán todo lo posible porque sus empresas no se vean afectadas en forma vital, por las sanciones económicas establecidas por el gobierno estadounidense. Es lógico y muy humano pensar que para ellos sería terrible que sus cuentas en el extranjero fueran intervenidas y se las limitara en sus actividades. Siguiendo este hilo de reflexiones, se podría suponer que este peligro está condicionando de forma decisiva sus alineamientos con las directrices del Departamento de Estado. “No quiero peos con los gringos”, se le oyó decir a un dirigente nacional de un partido importante del G4, lo que puede estar referido a la necesidad de proteger sus intereses económicos.

Se entendería entonces claramente la razón de que partidos políticos, inclinados normalmente a participar en todo tipo de elecciones, se mantengan en una posición abstencionista absurda, siguiendo al pie de la letra las posiciones del extremismo guaidoísta. Un abandono de esta posición, mantenida ya por más de un año, puede significar ser sujetos de sanciones que los golpeen financieramente en forma drástica. Es decir que no tienen la libertad para actuar políticamente que pueden tener quienes no tengan estas limitaciones empresariales. Son dirigentes mediatizados por sus intereses personales económicos, lo cual lleva a la mediatización de sus organizaciones político partidistas.

Recientemente, un prestigioso diario estadounidense reveló las conversaciones, negociaciones y acuerdos llevados adelante en el pasado cercano entre Lorenzo Mendoza, uno de los dueños importantes de Empresas Polar, y el gobierno de Nicolás Maduro. En estas, el gobierno acordó dejar de hostigar al empresario y a su empresa si éste reducía su participación en la política y sus ambiciones presidenciales. Fue un acuerdo similar al que mucho antes, luego del golpe de Estado de 2002, realizó el presidente Chávez con el empresario Cisneros dueño de Venevisión. Ambos empresarios se silenciaron y adoptaron una posición mucho menos beligerante que la que tenían.

Algunos podrán calificar este tipo de arreglos como un chantaje efectuado por el gobierno “revolucionario” contra estos empresarios. Esto no está lejos de la realidad, pero sería una situación idéntica a la ya señalada entre la administración Trump y las empresas de los políticos del G4, que estarían siendo chantajeados para que continúen impulsando la política gringa contra el régimen de Maduro. ¿Chantaje o acuerdo político? No importa. Su resultado es el mismo: la mediatización de la política por la preponderancia de intereses financieros o comerciales.

Este mecanismo podría estar jugando a favor del gobierno también en otros casos. La unidad del PSUV podría estar siendo fortificada por los intereses económicos de una parte de sus dirigentes y de quienes los soportan en la FANB, además de las coincidencias ideológicas, políticas y de sobrevivencia que deben existir. Es teniendo en cuenta todos estos condicionantes e influencias como se puede entender el desarrollo de la política venezolana. Y de la mundial también.

Luis Fuenmayor Toro
lft3003@gmail.com
@LFuenmayorToro

ANTONIO JOSÉ MONAGAS: ¿QUÉ ESCONDE LA “REVOLUCIÓN”?

El manejo de la política abarca tantas consideraciones, como manifestaciones pueden darse en la vida misma. El problema estriba cuando el poder político hace sucumbir aquellos ideales sobre los cuales se depara alguna promesa que haya implicado invocar cuantas ofertas (especulativas) sean posible. De esa manera, el ejercicio de la política, indistintamente del espacio y tiempo en que se ponga a prueba, tenderá a desfigurar las realidades donde suscriba sus ejecutorias. De ahí que el concepto de “política”, haya padecido de múltiples descréditos que, a su vez, han incitado conjeturas de todo tenor. Y asimismo, han provocado capciosas alusiones que terminaron deformando no sólo su significación. Peor aún, su praxis. 

Esa desviación que ha afectado la dialéctica, semántica y hasta la epistemología y la hermenéutica de tan capital concepto, ha traído entre sus consecuencias, el desmoronamiento de su naturaleza. De ahí que se tienen leyes para las cuales, la política no simboliza la importancia que su carácter puede conferirle. Sobre todo, en situaciones donde no se haya entendido que los problemas terminales del sistema social, son comprendidos y atendidos por la gran política. O sea, por la POLÍTICA (escrita en mayúscula) O en casos caracterizados por normativas cuyos preceptos exaltan la política como fundamento de lo que se advierte como “Estado democrático y social de Derecho y de Justicia”. 

Sin embargo, habida cuenta de tan manifiesto principio jurídico que compromete un ejercicio de la política debidamente depurado en todas sus dimensiones, consideraciones y condiciones, las realidades distan profundamente del discurso vociferado para exaltar objetivos “encomiables” contenidos por trillados y manipulados programas de gobierno. 

El caso Venezuela, es ejemplo de tan enmarañada realidad. O sea, un mal ejemplo de todo lo que dispone la teoría política en cuanto a cómo gobernar en dirección del progreso social y del desarrollo económico. Precisamente, ha sido la razón de la cual se ha valido el régimen político venezolano para infundir sus presunciones, tanto como para acoquinar a la población con intimidaciones de toda índole. Y para que su narrativa esté estructurada sobre el sustantivo “revolución”. Ello, sin mayor conocimiento de las implicaciones que hay detrás de tan gruesa palabra. O por lo contrario. A sabiendas que bajo tan impresionable y aprehensivo término, pueda encubrirse lo que públicamente no debe ser revelado, dado lo azaroso, precipitado y delicado de su repercusión. 

Hacer del conocimiento público lo que puede ocultarse bajo el manejo subversivo y sigiloso de lo que el oprobioso régimen ha denominado “revolución”, puede comprometerle un costo político de tal magnitud que ni siquiera ha logrado calcular. Podría derivar en una pronunciada caída del poder cuyos resultados serían inimaginables a la luz de las tendencias actuales. 

Los excesos y frustraciones de una revolución, a decir de la historia política, revelan el carácter violento que acompaña sus acciones. Por tanto, no resulta convincente a la hora de suponer lo que sus planteamientos comprometen. E inclusive, que auguran en nombre de ideologías y doctrinas políticas que lucen confusas en relación con su contenido. 

El caso Venezuela, es particularmente insólito. Si bien la crisis que acució la antipolítica como fenómeno social que provocó la animadversión del país político con los partidos políticos y todo lo que sus procesos y procedimientos implicaron para la funcionalidad del país y los poderes públicos correspondientes, incitó el arribo de un militarismo oportunista. E igualmente, indujo una serie de cambios en la política que exacerbaron su aplicación. Eso hizo que buena parte de dichos cambios, se dieran infundidos por el radicalismo concebido a dicho respecto. Y que además, exaltó el poder en manos de advenedizos, militares y operadores políticos sin mayor exactitud y conocimiento de lo que, para entonces, requería el país. Y que sigue clamando. 

La noción de cambio se transfiguró en consideraciones del más rancio y dogmático acervo. Fue entonces pretensiones que se tradujeron en definiciones sin contenido. Pero que su enunciación o narrativa, provocaba el temor necesario para establecer un esquema de actuación política que estaría acompañado por la coerción y la represión capaz de fraguar una distancia entre el poder dominante y los estamentos oprimidos, tal como resultó. 

De esa forma, el régimen comenzó a configurar su modelo de subyugación apoyándose en la palabra “revolución” la cual le sirvió para encubrir -de manera persuasiva- y con la aprensión que inspiraba cada medida de radicalización anunciada por el régimen, toda una cadena de aducciones, substracciones, supresiones y exclusiones de las que se ha valido el régimen para maniobrar al país a su entera discreción. Pero asimismo, para imponer decisiones que trabaron la democracia, pervirtieron la institucionalidad y corrompieron la constitucionalidad que son el fin, objetivos principales de su menjurje político-ideológico. 

Esto, naturalmente, se ha acompañado por acciones de fuerza adelantadas por la irrupción de envalentonados colectivos armados. Al lado de contingentes de “milicianos” forjados como presunto componente de la Fuerza Armada Nacional. Su creación, violatoria del artículo 329 constitucional, responde al imaginario o ficticio revolucionario según el cual, su desempeño es representativo de una instancia de apoyo y resguardo al estamento político acomodado a nivel de la alta jerarquía política nacional. Decisión ésta que, además, contradice groseramente lo establecido por el artículo 328 constitucional. 

Así, el régimen puede asegurarse la necesaria desviación de expectativas y de capacidades potenciales, la decadencia de la clase media y la aniquilación de una economía productiva y constructiva. Y las decisiones a elaborar para su inmediata y opresiva aplicación, sólo pueden tomarse al amparo de lo que infunde el vocablo: “revolución”. Particularmente, bajo lo que la extorsión, mencionada con el mote de “socialismo del siglo XXI”, representa y compromete.  Por eso hubo que edulcorarla endosándole el adjetivo de “bolivariana”. De ese modo, sería fácil inyectarla como complemento político a la sangre del iluso pueblo cegado por el discurso trapacero del régimen usurpador venezolano. Esta es la respuesta a la pregunta que intitula esta disertación ¿Qué esconde la “revolución”?

Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas

ROMÁN IBARRA: PISANDO TIERRA

Los días pasan con la velocidad del rayo, y la angustia y desesperación de la ciudadanía crecen sin ver en el horizonte cercano solución posible a sus reclamos legítimos.

Está claro que la mayoría ciudadana perdió cualquier esperanza  de realización de sus anhelos con quienes han dirigido el país en los últimos 20 años, y la razón es más que obvia. El incumplimiento recurrente, y la estafa de la fe pública han sido sus emblemas.

Accedieron al poder mediante la articulación de un discurso redentor, cabalgando en la esperanza y sueños de la gente, a quienes ya –de alguna manera- se les había incumplido en la respuesta adecuada a la demanda social, largamente postergada.

Es bueno recordar que alcanzaron el poder con alta votación, auspiciados por otros felones, pero de cuello blanco y corbata, quienes con la traición de un sobreseimiento celestino, les tendieron alfombra roja, a pesar de su delito golpista, traidor, y asesino de vidas inocentes.

Hoy, con 20 años ininterrumpidos en el poder, no resolvieron los problemas que la democracia civil había postergado injustamente, sino que los profundizaron y hasta crearon nuevas formas de destrucción masiva, desde la perspectiva socioeconómica. 

Hoy es imposible acceder a un sistema de salud digno y suficiente, pues  destruyeron la red hospitalaria; acabaron el sistema de transporte subterráneo más eficaz y eficiente de Latinoamérica; arrasaron las empresas básicas de Guayana; asesinaron a PDVSA, nuestra ¨gallina de los huevos de oro¨; destruyeron y persiguieron a la empresa privada venezolana; expropiaron fincas productivas que hoy son tierra arrasada; acabaron con el empleo y los salarios negociados en la contratación colectiva; cercenaron la educación desde preescolar hasta la educación superior; le declararon la guerra a los medios de comunicación libres.

En fin, acribillaron a un país bueno y noble, empobreciéndolo hasta alcanzar condiciones de miseria, mientras los altos dirigentes de la ¨revolución¨ son archimillonarios en dólares y euros, y pasean con impudicia su riqueza mal habida, mientras el grueso de la población no tiene ni para comer.

A pesar de ese cuadro de horror, se resisten a dejar el poder y para ello sabotean toda posibilidad de realización de elecciones libres para que sea el pueblo quien decida su destino. Inciden con cierto éxito en la división de la oposición, mediante la compra vulgar de conciencias, y obligan a la población a emigrar buscando mejor destino para el desarrollo familiar, y personal.

Del otro lado, hay una oposición muy amplia que aunque ha hecho grandes y positivos esfuerzos por salir de la tragedia, no ha hecho todos los movimientos necesarios para hacer temblar al régimen, y con ello frenar la destrucción a la que hemos sido sometidos.

Hemos sugerido respetuosamente en reiteradas ocasiones, que la oposición liderada por Juan Guaidó,  en vista de su reconocimiento internacional, tiene la obligación de reunificar a toda la oposición y consensuar un plan de acción coherente para presionar al régimen y lograr que además de las elecciones parlamentarias de este año, se puedan celebrar también las presidenciales adelantadas y con ello darle un nuevo rumbo al país, y comenzar su reconstrucción.

Sin embargo, ello no impide hacer acuerdos para resolver desde ya problemas tan serios como el de la alimentación, la salud, y los servicios básicos como electricidad, agua, internet, y trasporte, entre otros. Es imperativo frenar la destrucción.

La ambigüedad no ayuda, y la única salida es electoral; hay que enviar un mensaje claro a toda la sociedad y participar en las parlamentarias, a pesar del ventajismo que pretende el régimen. 

Ya se ha dado el primer paso para designar el CNE; falta frenar la destrucción. Hay que pisar tierra!   

Román Ibarra:  
romanibarra@gmail.com
@romanibarra