domingo, 31 de enero de 2021

ACTUALIZACIÓN DE EL REPUBLICANO LIBERAL DIARIO DE OPINIÓN, http://elrepublicanoliberalii.blogspot.com/ LUNES 01/02/2021


 

SOLEDAD MORILLO BELLOSO, PAÍS DE OPORTUNIDADES, ¿PARA QUIÉNES?

Mientras millones de venezolanos, de todo estrato social, migraron de Venezuela porque concluyeron, con no poca razón, que no hallaban oportunidades de progreso y desarrollo profesional y personal, pues para algunos este país se convirtió en fuente de oportunidades. Eso descubrieron Alex Saab, Diego Armando Maradona y varios otros que consiguieron nichos altamente rentables.

Claro, no se trató de oportunidades limpias. Fue operar en espacios que contaron con la buena pro de un régimen que ha destruido la operación de decentes empresas venezolanos para beneficiarse y beneficiar a negociados extremadamente lucrativos. Alex Saab sigue en Cabo Verde, en un limbo. Diego Armando Maradona ya ve las margaritas desde abajo pero, hasta nuevo aviso, sus herederos gozarán de las mieles de los chanchullos del Pelusa. La descripción de sus "gestiones comerciales" llena páginas y páginas en investigaciones que, ojalá, muchos leen. Las víctimas de su "obra" son, en cambio, anónimas. Seguramente, usted, que me lee, no sabe que también ha sido robado, estafado. Que esa enorme cantidad de dinero mal habido por esos "señores" fue a costa del dolor de los venezolanos.

Se dice que nuestro peor problema político está en que este régimen cuenta con el apoyo de los uniformados. En efecto, el poder político cuenta con ellos. Pero no son ellos los que garantizan la permanencia. Es el sistema judicial. Con su hacer y, peor, su no hacer. Venezuela es, por ejemplo, prácticamente el único país donde Odebrecht no tiene procesos judiciales en marcha, a pesar que fue aquí donde la empresa cobró millonarias cifras por obras que no fueron culminadas o, peor, nunca fueron iniciadas. En muchos países de Latinoamérica Odebrecht operó a placer, pagando jugosas comisiones para que le fueran adjudicadas licitaciones. Pero en la mayoría de esos países esas obras fueron ejecutadas. En Venezuela no. Aquí se quedaron en papel o, con suerte, están a medias, como monumentos de la vagabundería. 

Las operaciones fraudulentas en empresas del estado están ahí, expuestas. La masacre es indisimulable. Pero los procesos abiertos son escasos. Mucho más fácil es que un ladrón de un perro caliente esté en cana. Y si hablamos de narcotráfico, trata de personas, estafas. Apenas unos cuantos casos a los que se les hace mucha publicidad oficial. 

Los países desarrollados lo son no solo porque tengan valiosos recursos naturales o produzcan bienes y servicios. En ellos priva el estado de derecho. Hay un estamento legal desarrollada legítimamente y las autoridades respetan las leyes y las hacen respetar. Hay castigo para el crimen. Mientras el sistema judicial venezolano no cumpla su función, Venezuela seguirá siendo territorio en control de malandros, país de oportunidades para malhechores y malvivientes. Y los ciudadanos decentes, que somos por mucho más mayoría, seguiremos siendo las víctimas.

Soledad Morillo Belloso
soledadmorillobelloso@gmail.com
@solmorillob
Venezuela 

CARLOS RAÚL HERNÁNDEZ, DAS ANTIKAPITALISMUS

“Ya no existe el viejo París/ la forma de una ciudad cambia más que el corazón humano”. Baudelaire 

La revolución neolítica se lleva los diez mil años que el hombre pasó de golpear con la piedra a inventar instrumentos de piedra, y la revolución industrial pobló el mundo de máquinas y puentes en ciento veinte años (1730 y 1850). Ambas cambiaron el destino de la humanidad. Europa sale del estancamiento pos medieval y en un siglo su fisonomía se hizo irreconocible. Después de siglos de transición, hibridación, mercantilismo, metalismo, la industria es el arranque de lo que los marxistas llamaron “sociedad capitalista” o “burguesa”. 

Las villas se hacen ciudades, las carretas ferrocarriles. La servidumbre desaparece y ya los siervos no se vendían y compraban con la tierra y el ganado. Ni a sus mujeres las penetraba la primera noche el señor por derecho de pernada. Ni entregaban parte de las cosechas por la corvée. Eran ahora obreros y vivían en urbes, hasta hace poco aldeas, militaban en partidos democráticos, sindicatos. Luchaban por la democratización de los parlamentos que dejan de ser elitescos, gracias a las conquistas del sufragio y la representación proporcional. Los alimentos, la salud y otros bienes se multiplican por miles gracias al maquinismo y la farmacología, y si en 1730 Inglaterra tenía cinco millones de hbs., en 1830 los triplica por caída de la mortalidad. 

Aman el campo… para los demás

Y se da un golpe mágico cuando la expectativa de vida, congelada desde la alta Edad Media en 20 años, se duplica en el período hasta 42. Pero tan asombrosa como la velocidad del cambio, fue el estallido reaccionario contra la modernización kapitalista. Como analiza Benévolo en su monumental Historia de la arquitectura moderna, la migración trastorna las ciudades, los intelectuales y la “gente decente”. Los pobres dejan de ser abstracciones en provincias recónditas a las que nadie iría nunca. 

Nadie vería familias de 10 personas hacinadas en chozas de 12 metros cuadrados, que dormían en una estera común. Pero ahora los pobres estaban bajo ante sus ojos y las bucólicas ciudades plagadas de proletarios mal vestidos en trenes trepidantes con destino a fábricas y suburbios. Resurge la leyenda negra rousseauniana contra la ciudad, el industrialismo, el siglo XIX, la sociedad abierta, el llamado kapitalismus (una sociedad gobernada por el kapital). 

Ver pobres despierta remordimientos y conflictos morales en las buenas conciencias. También perturba la tranquilidad, porque están asociados a delitos y enfermedades. Las élites odiaban el cambio plebeyo, querían a los pobres en el campo del que habían huido. De allí la avalancha de rechazo al kapitalismus en los más importantes escritores y artistas del romanticismo y el realismo 

Hugo superstar

Retornan al primitivismo: el culto a la vida pura del campo, de la que escaparon en masa los siervos Thomas Carlyle, Charles Dickens, Charles Baudelaire, Víctor Hugo, Emilio Zolá, William Morris; Stendhal, Daniel Defoe, Heine. A Proudhon le agobia el gentío de los boulevares construidos por Haussmann. John Ruskin cuando viaja a París se aloja en Trocadero para no ver la “monstruosa” Torre Eiffel (“olvida el resoplido del vapor, el golpe del pistón/ olvida el crecimiento de la odiosa ciudad/ Y sueña en Londres, pequeño, blanco y limpio”) 

Le molestaba la producción masiva y reivindicaba la edición artesanal de libros en papel de seda y cuero repujado. Pero la distorsión de la historia del siglo XIX se debe a la mayor figura comunicacional de la época. Víctor Hugo (y su cohorte, los “hugólatras”). Suya es una de las obras más vendidas, difundidas e influyentes de la historia moderna, pero que en dos mil páginas bordea siempre la puerilidad: 

Los miserables se convirtió para el mundo, y la posteridad gracias al cine, en “la verdad” sobre un siglo XIX aberrante, inhumano, cruel y aterrador. A Jean Valjean. versión masculina de Justine, la masoquista de la novela de Sade, lo condenan a trabajos forzados por robar un pan (¿). Un tipo así, no tenía como sobrevivir ni siquiera en Disney World, y lo atropella cualquier patinetero. Cossette representa la bondad hasta que al final !también! da la espalda a Valjean. 

El derecho de padecer

Trabaja 16 horas al día pero no gana para alimentar un pajarito. Fantine otra bondadosa destruida por el mundo kapitalista, termina como prostituta en manos de chulos que le sacan los dientes para venderlos. El equivalente de una telenovela cubana de los 50s del siglo pasado, aunque peor. Zola se contagia en la novela Germinal, pero es leve. 

Flaubert anatematiza un libro “mentiroso, para crápulas…alimañas”. Dice Baudelaire que es una obra “inepta y de mal gusto”. Su amigo (de Hugo) Lamartine considera “lamentable que haga de esehombre imaginario un antagonista y víctima de la sociedad…adulando al pueblo en sus más bajos instintos”. 

Vargas Llosa dice que despierta “apetito de irrealidad”. Prudhon escribe que “libros semejantes envenenan un país”. Mientras los trabajadores luchaban en todos los frentes, construían el mundo democrático, arrebataban y acumulaban poder, Hugo creo la idea del “pobrecitismo” o “pobretología” de los sectores populares y marcó uno de los momentos más esplendorosos de la historia humana como una vergüenza. 

Carlos Raul Hernandez
carlosraulhernandez@gmail.com
@CarlosRaulHer
@ElUniversal
Venezuela

LUIS ALFREDO RAPOZO, LAS GOTITAS MILAGROSAS, DE MADURO “EL YERBATERO”.

“Maduro revivió el pajarito aquel, que se  le apareció en Barinas y con quien sostuvo un extraño encuentro”-me dijo un cumanés , en pleno centro de Cumaná, cuando me opinaba sobre las gotitas anti-covid19-. 

“Quiero ver las pruebas que hizo el IVIC y saber quién es el especialista responsable de esas investigaciones que dieron con las gotitas milagrosas que aún no se le entregan al pueblo”-me dijo mi amigo Sebastián Aguirre, médico pediatra-. 

En el mundo occidental, no creen que en Venezuela se haya conseguido una vacuna, tratamiento contra el Covid19. Yo tampoco. Quizás sea cierto, pero la manera como se presentó, nada científica, deja mucho que desear. 

Ya lo diría una propaganda de Condorito: “Tome Pin y haga Pun”. 

Y les digo otra cosa, si eso es falso, ¿De quién es la culpa? 

I 

Ese domingo en la tarde, Maduro le anunció al país que ya tenía un medicamento disponible para combatir el terrible Covid19. Entonces, presentó un pequeño envase muy parecido al producto que se usa para refrescar la vista, ustedes saben y le dijo a los venezolanos que era “Made in Venezuela”. Es decir, que ese producto autóctono, criollo por así decir al cual le llamó pomposamente “gotitas milagrosas de José Gregorio Hernández”, llegó para solucionar semejante asunto que tiene al mundo de cabeza. !Vaya orgullo! Por supuesto, que el venezolano no explotó de alegría como debería. Una información tan importante como esa debió llenar el ambiente de alborozo, pero no fue así. Parece que no logró subir la esperanza de mucha gente, que se está muriendo en algún lugar. Parece que fue una gran coba mediática, que el venezolano no se comió. El bendito producto, según el hombre que manda desde Miraflores ha sido certificado por el  IVIC. Se basa en una serie de plantas, que dan una idea de la receta de la abuela. 

Por supuesto, el ente internacional de la salud, ha manifestado, que Maduro debe presentar los documentos, pruebas científicas que avalan el medicamento que ha sido presentado. El nivel de credibilidad de Maduro es tan bajo, que aparentemente nadie la cree. Sabrá Dios cuándo lo hará llegar a las masas. Pero, si es cierto, se entiende que Venezuela superará el covid19 a paso seguro, sin la angustia que tienen los países hermanos que andan buscando anotarse en las listas rusas, chinas, alemanas, norteamericanas y de otros países, para obtener la vacuna de sus reconocidos laboratorios. 

Inmediatamente, el mundo hispano ha cogido de guasa a Maduro. México se ha reído a más no poder, diciendo que le han aconsejado cuidar su socialismo y evitar parecerse a Venezuela…pero ellos dicen que no llegan a niveles de cómica como las noticias de las gotitas milagrosas, que parece un producto engañoso –eso lo digo yo-, de finales del siglo xix, vendido en una carreta circense, por un gitano, en algún pueblito, ustedes saben. Los españoles, no se han quedado  atrás y nos preguntan qué se puede esperar de un hombre , que habla con pajaritos , como insistió hace varios años en una jerga desde Barinas, donde se le presentó el comandante Chávez, difunto, convertido de pajarito llanero y le dio unos cuantos silbidos , antes de despedirse y salir volando hacia la sabana. En fin, los hermanaos colombianos, que en estos momentos están preocupados por conseguir el dinero, adquirir el fármaco y vacunar a toda la población, han visto la propuesta de Maduro como una gran payasada. 

De la misma manera, se repica en Perú, donde la mortalidad por la pandemia ha sido alarmante. En Perú no se cuenta con ninguna vacuna. Solo han asegurado un millón de vacunas, que esperan inyectar al grupo de ciudadanos que requieren con urgencia aplicarse, de acuerdo a sus funciones, quedando en espera cerca de 35 millones de habitantes. 

De tal manera, que no sabemos, si la propuesta de Maduro, es parte de la gran guasa de un hombre, que ya tiene experiencia echando cuentos, como la historia del pajarito comunicador, que nos presentaría como un pueblo ignorante que cree en supersticiones y tiene su salud en manos de yerbateros, inventos populares y una falta de atención para combatir una enfermedad letal. 

Por lo pronto, hasta que pruebe lo contrario, El Sr Maduro quedará con un gran compromiso ante la comunidad mundial.

Luis Alfredo Rapozo
luisalfredorapozo@gmail.com
@luisrapozo
Anzoategui - Venezuela

PEDRO ELÍAS HERNÁNDEZ, LA TRANSICIÓN EN VENEZUELA NO ES DEL AUTORITARISMO A LA DEMOCRACIA, SINO DEL SOCIALISMO AL CAPITALISMO

Venezuela desaprovechó el último envión de altos precios petroleros en la historia de la humanidad. En virtud de este irrepetible fenómeno, se recibieron por exportaciones de crudo más de un billón de US dólar en un período de 10 años. Pero hoy las reservas monetarias internacionales están secas, buena parte del sector petrolero nacional es un amasijo de hierros fantasmales y la energía fósil para el consumo interno nos la proporciona un país como Irán, que dicho sea de paso, hizo una revolución política profunda, que ha sido objeto durante décadas de sanciones económicas por parte de EE.UU, pero que tuvo la precaución de no destruir su principal activo material: la industria de los hidrocarburos.

Entre 1999 y 2012, según cifras del BCV y fuentes independientes, la producción por habitante en el país acumuló en términos reales un incremento de 12% (0,9% anual) y el consumo por habitante un 50% (3,8% anual). Es decir, consumíamos 4 veces más de lo que producíamos. A raíz de la caída del muro de Berlín es una verdad de Perogrullo decir que el socialismo intenta vanamente aumentar de forma sostenible el consumo de la población sacrificando el capital existente. Lamentablemente se dice que nadie experimenta en cabeza ajena. 

Se trata de la disipación de capital más escandalosa de la historia mundial. La ciencia económica nos aporta las herramientas para hacer uso de recursos escasos y obtener de ellos resultados crecientes. Pero los venezolanos nos las ingeniamos para disponer de recursos casi ilimitados y obtener resultados decrecientes. La inflación logró que el bolívar perdiera sus atributos como dinero y más de dos tercios de muestra economía ha dejado de existir. Es el saldo del socialismo bolivariano en sus más de 20 años en el poder. 

Desde luego que había algo que mientras duró, nos permitía consumir sin producir. De algún lado tenía que salir ese diferencial entre lo producido y lo consumido. Pues bien, eso se resolvía con los cuantiosos ingresos externos que dispensó un período de altos precios petroleros, lo cual tuvo poco que ver con la marcha de la economía interna. También se recurrió al endeudamiento público masivo, al igual que a la emisión monetaria. Cuando cayeron los precios del petróleo, cuando se cerró el crédito internacional, nos quedó sólo la maquinita de emitir dinero y nos posicionamos en nuestro verdadero nivel. 

Sobrevienen luego ciertamente las sanciones internacionales y recientemente los efectos que en la economía producen las medidas de distanciamiento social y cuarentena para combatir la pandemia. La sumatoria de todos estos factores pone en estado comatoso a un paciente que venía ya en condiciones críticas. 

En la esfera de lo político podemos decir, sin pecar de historicistas, que Venezuela ha mantenido durante los últimos 120 año un hilo conductor respecto a su desempeño histórico. El período del llamado liberalismo amarillo, una hegemonía muy poderosa, fue sustituida por la hegemonía andino militar. Ésta a su vez fue reemplazada por la hegemonía adeca o de la república civil, y tal hegemonía a su vez fue sustituida por la poderosa corriente popular que conocemos con el nombre de chavismo. En este momento vivimos posiblemente en un interregno entre lo que hay y lo que habrá. 

No es de extrañar que en ese tránsito desde lo que existe a lo que viene se perfilen como actores sobresalientes figuras del oficialismo. De lo que sí estamos bastante persuadidos es de que el chavismo como corriente popular, no tiende a desmembrarse, ni a fracturarse, ni a dividirse, tiende a disiparse. Ahí están sus rendimientos electorales decrecientes, aunque tal cosa, gracias a la incompetencia de la oposición en su conjunto, no suponga todavía consecuencias políticas importantes que coloquen en peligro su permanencia en el poder. El chavismo disidente y el chavismo descontento, a mi juicio no existen, son espejismos. Una expectativa creada por aquellos que viven y trafican con eso. 

Quienes se apartan del tronco central chavista no logran convertirse en una fuerza política importante, más allá de individualidades ruidosas. La alta aprobación que registra en las encuestas el gobierno de Hugo Chávez constituye a mi entender el recuerdo nostálgico de una época en la cual yo podía consumir 4 veces más de lo que realmente producía, es decir la típica burbuja que se pinchó. No supone ni una lealtad política ni una lealtad de marca. Los gobiernos de Carlos Andrés Pérez I y del general Pérez Jiménez, reciben un juicio popular positivo, aun hoy, y eso no supone la existencia de una fuerte corriente política perecista o perezjimenista. Con el tiempo ese recuerdo será más difuso. 

En tal sentido, la revolución socialista bolivariana evidencia hoy un inmenso vacío de contenido emocional, conservando de su viejo encanto popular sólo la capacidad de convocar a segmentos clientelares de la población a través de una maquinaria político-electoral disciplinada pero cada vez menos eficiente. Le queda el poder, la fuerza que se deriva del control del Estado, de la lealtad del estamento militar, pero como decía el brillante y astuto Talleyrand, Ministro de Relaciones Exteriores de Napoleón, “las bayonetas sirven para cualquier cosa menos para sentarse sobre ellas”. A los gobiernos, por más represivos que puedan ser no los sostiene el uso de la violencia, sino el haber construido alguna base de consensos y apoyos considerables en el seno de una sociedad. En la construcción de esos apoyos y nuevos consensos se encuentra el oficialismo en la actualidad. 

A la luz de los resultados electorales de diciembre de 2020, la política venezolana empieza a perfilar otra forma. Nos dirigimos en la práctica hacia un régimen ya definitivo de partido único, lo que no quiere decir necesariamente que no se produzcan cambios económicos o tal vez también políticos, los cuales deben ser en paz, sin violencia y dentro del orden constitucional existente para que sean sostenibles en el tiempo. El país demanda una buena dosis de estabilidad. La estabilidad no es todo, pero sin estabilidad no hay nada, decían los alemanes después del desastre de la segunda guerra. 

Nuestro país no se encamina hacia una transición del autoritarismo a la democracia, sino del socialismo al capitalismo. Si algo nos demostró el siglo XX es que el capitalismo es la etapa superior del socialismo. Y este fenómeno, o lo entienden las fuerzas de la oposición, o se quedan en el hombrillo de la carretera. Si ese tránsito deriva en arreglos institucionales más democráticos de los que tenemos hoy, maravilloso, pero no es indispensable. Esta no es una formulación de deseos sino una simple descripción de lo que se asoma como realidad. 

Lo que nos gobierna es una revolución socialista en el poder, sólo que ésta tuvo un origen electoral, lo cual es un asunto crucial para entender la ecuación política venezolana. No tiene sentido debatir este tema sobre la base de los fines del socialismo, ni siquiera de sus resultados, sino sobre la base de sus métodos prácticos. El socialismo, y sobre todo el socialismo revolucionario, básicamente está constituido en su accionar por dos cosas: la destrucción del sistema de precios y la reducción sistemática y sostenida de la propiedad privada. En ambas califica Venezuela. Ignorar la verdadera naturaleza del régimen que gobierna a nuestro país es un asunto clave para entender la actitud errática de la oposición. Tanto la que participa en las elecciones como la que no participa y llama a la abstención electoral de forma suicida. 

El avance del proceso socialista ha sido tan grande que hasta el mismo gobierno bolivariano lo quiere revertir. El socialismo no es bueno ni malo, es imposible, por eso genera idénticos resultados en todas partes y en todos los siglos. De allí que los sistemas socialistas tienden a mutar hacia formas económicas menos socialistas para evitar colapsar. La oposición ignora tal fenómeno, porque en buena medida es también socialista o socialdemócrata. No es de extrañar, la mayoría de los partidos políticos venezolanos del siglo XX y también los “nuevos” en la actual centuria, se edificaron sobre las idas del consenso socialista plasmado en el plan de Barranquilla de 1931 formulado por Rómulo Betancourt. Este consenso se ha sostenido bajo la premisa de que el Estado es el actor principal de las reformas en el país. Claro, esas eran las ideas que alimentaban el clima intelectual de la época. 

La social democracia y el socialcristianismo, del siglo XX y del XXI en Venezuela se manifiestan incompetentes para liderar los cambios en el país. En la mayoría de las regiones y países del bloque soviético la transición del socialismo al capitalismo fue liderada por individuos, por corrientes y sobre todo por partidos políticos de corte liberal y conservador. Ahí están los casos de la ex Checoslovaquia, Polonia, Lituania, Letonia, Estonia, Eslovenia y en alguna medida Hungría. Las corrientes liberales y conservadoras marcaron desde el principio la cancha sobre la cual se iba a jugar en el futuro, edificando un nuevo consenso político en base a la propiedad privada, el respeto a los contratos voluntarios y el mercado como mejor forma de asignar los recursos en la sociedad. Por eso en Venezuela hace falta un nuevo plan de Barranquilla, un nuevo paradigma político que destierre la idea del Estado empresario, y fomente los principios de la empresarialidad, el ahorro, la inversión, el libre mercado para garantizar que las personas puedan disfrutar de los frutos de su trabajo. 

Mientras que un líder como Deng Xiaoping en China decía en 1992 “ser rico es glorioso”, aquí en Venezuela en el siglo XXI alguien nos decía que “ser rico es malo” Así le fue a uno y así le fue a otro. Sin embargo, estamos al parecer en un momento de rectificaciones, pero también de dilemas: o nos enrumbamos hacia un modelo chino a la venezolana, o hacia un modelo chino a la cubana. El primero está constituido por reformas de corte capitalista en verdad y en serio, pero que puedan ir unidas a libertades políticas, sindicales y de asociación en general. Los chinos con Deng a la cabeza, dejaron atrás sin titubeos su viejo modelo maoísta, a pesar que mantienen en sus billetes del renminbi el rostro de Mao Tse Tung. La idea de un país dos sistemas los convirtió en lo que son hoy. No se les ocurrió utilizar las reformas capitalistas para socorrer o auxiliar al modelo socialista. Por su parte, el modelo chino a la cubana consiste en asumir reformas de mercado para darle un respirador artificial al sistema socialista, sin mayores alteraciones de fondo. La determinación en hacerlas avanzar y la profundidad de estas reformas pro mercado son cruciales. Además, que no sean solo un repliegue táctico, como les gusta decir a los marxistas. 

El modelo chino a la venezolana recoge aquella interesante consigna del MAS en los años 70 del siglo pasado cuando decía “socialismo a la venezolana”. Es decir, sistema socialista con democracia. Vino la caída del muro de Berlín en 1989 y ya no había en pie ningún socialismo para democratizarlo. Pero aparece 10 años después el socialismo del siglo XXI. Chávez le imprime un sello ideológico a su partido y le cambia el nombre de Movimiento V República a Partido Socialista Unido de Venezuela, una jugada riesgosa pero que le salió bien. Así el chavismo pone sobre la mesa una oferta doctrinaria, una idea poderosa. 

Ahora bien, cómo se combate una ida, pues con otra idea. Pero la oposición ha sido incapaz de hacer una contra oferta ideológica. Por lo visto se empeña en no hacerlo y de allí sus precarios resultados. Si las fuerzas que aspiran a constituirse en alternativas no asumen el desafío de oponerle al socialismo del siglo XXI una opción, entonces Nicolás Maduro encarnará al gobierno y a oposición a la vez, es decir, será la cabeza de la revolución socialista bolivariana, pero al mismo tiempo el líder de unas reformas capitalistas, anatema y némesis de los marxistas. En ese contexto es que se inscribe la iniciativa de la llamada Ley antibloqueo, que no es otra cosa que un instrumento para masivas privatizaciones de empresas públicas, al igual que medidas anteriores como la unificación cambiaria hacia el “dólar criminal”, la eliminación de los controles de precios y la creciente dolarización de hecho y cada vez más de derecho de nuestra economía. 

Tenemos que estar claros, pasamos de la etapa de cambiar el gobierno a tratar de que el gobierno cambie, por lo menos durante los próximos 3 años. La pertinencia de aplicar un modelo tipo chino en Venezuela se desprende de la metástasis socialista que vivimos. Ese modelo ha sido exitoso para sacar a la gente de la pobreza, sólo le falta su componente democrático y es posible dárselo por la tradición democrática que tenemos en nuestro país, que hoy por hoy, a pesar del déficit de libertades públicas que tenemos, aun así, todavía existe mayor margen de acción política para las fuerzas opositoras que el que existe hoy en China. 

En este momento muchos poderes oficiales, oficiosos, facticos y no facticos, empujan a las reformas de corte capitalista. Que sean para dejar atrás políticas socialistas fracasadas o para auxiliar a un modelo socialista en aprietos, es lo que está por verse. Por lo pronto, haciendo las cosas económicamente pésimas, la “nomenklatura” que llegó al poder en 1999 ha cumplido su promesa de permanecer en él hasta el 2021. Si el desempeño de la economía nacional empieza a ser regular o razonablemente bueno, puede que se extienda la longevidad de dicha “nomenklatura”. 

Tal vez el nuevo período político e histórico que se abra en Venezuela sea menos disruptivo que los anteriores. Conducido, posiblemente, de forma total o parcial, por actores salidos de las entrañas del monstruo. 

Pedro Elías Hernández
pedroeliashb58@yahoo.com
@mcymodeloglobal
Venezuela

ROMÁN IBARRA, LA LOCURA

Lo que ocurre hoy en Venezuela es una perfecta locura; el país está a la deriva, sin un gobierno que gobierne, ni una oposición que se le oponga. 

Lo primero es más que obvio, pues luego de 22 años de ejercicio ininterrumpido de gobierno, el resultado es absolutamente lamentable desde todo punto de vista. 

La destrucción masiva de las instituciones públicas y privadas; de las universidades; liceos, y  escuelas. Del otrora poderoso y productivo sector industrial; de la agroindustria, en fin, de  todo el aparato productivo; empresarial, comercial, sindical, clama ante los ojos de la sociedad que luce desorientada, y sin liderazgo. Abandonada por parte del gobierno, y de la oposición cuyo rumbo se perdió hace rato en megalomanías; mezquindades; discriminaciones absurdas; inconsecuencias, y abstenciones increíbles, por improductivas, y erráticas, así como recurrentes. 

Son muchas las voces que han insistido en el tema para desentrañar los errores de la conducción política de la oposición, que sin embargo han encontrado oídos sordos en esa dirigencia, cada vez más desconectada de la realidad y presa de su propia soberbia. 

El camino de la abstención ha demostrado su inutilidad, así como la terquedad de quienes persisten en esa idea equivocada. Hoy, luego de abstenciones sucesivas se advierte el error, pero no se corrige. Algunos sugieren la necesidad de participar y para ello exigen condiciones con razón, pero a sabiendas de  que el gobierno no las va a ofrecer, terminan por reiterar el error, o mejor dicho, usan la falta de condiciones como excusa para volver a abstenerse. 

Otros, mentalmente desorientados, advierten que sólo es posible acudir a unas elecciones presidenciales, como si tuvieran fuerza social y política real para imponer esas condiciones. 

No se dan cuenta de que por la abstención, ya no existen como realidad política tangible, y hasta comienzan a perder el apoyo internacional que antes fue su bandera más significativa, descuidando la necesidad de organizar y fortalecer la organización interna. Es decir, se sentaron a esperar que otros en el exterior les dictaran la línea de lo que debían hacer, y confiaron en que las sanciones por si solas sacarían a Maduro del poder. 

Hoy, la realidad les da en la cara, y aun así no terminan de reaccionar. Este año 2021 se van a celebrar elecciones para Gobernadores; Alcaldes; Diputados a los Consejos Legislativos Regionales y Concejales, y la oposición representada en los ex diputados que hacían mayoría en el parlamento, sigue deshojando la margarita para saber si participan o no. 

Unos ¨super vivos¨ que antes hicieron campaña por la abstención, hoy auspician la participación electoral porque están en peligro sus propias aspiraciones. Creo que llegó la hora de sincerar posiciones y decidir por la participación. 

Ojalá que se decidan pronto, y que entre todos luchemos por retomar el camino electoral, pero les pedimos que se sean autocríticos, y humildes, y además que no sigan aspirando a su hegemonía en la conducción de la oposición. Hay que abrirse a otras voces y a la participación de todos sin odiosas discriminaciones, ni mezquindad. 

Si no retomamos el camino electoral, no habrá posibilidades de revertir el deterioro generalizado que hoy se sufre. El gobierno no va a dar condiciones que convengan a la oposición, hay que ganarlas en la competencia a pesar de la adversidad. 

No podemos seguir regalando espacios al gobierno. Al contrario, hay que competir, y demostrar de qué lado está la mayoría, y así negociar las condiciones de participación, y solución de conflictos sociales y económicos, que de continuar, amenazan la existencia misma del país como entidad. 

Asumir la realidad en lugar de seguir viviendo de fantasías. Derrotemos al gobierno en todos los escenarios electorales. Coherencia!   

Roman Ibarra
romanibarra@gmail.com
@romanibarra
Venezuela

LUIS FUENMAYOR TORO, RECAPITULEMOS PARA ENTENDERNOS

Nunca estuve ni he participado en las acciones de eso que se conoce como la oposición inmediatista, voluntarista, violenta, guerrerista y claramente anti nacional. Y afirmo esto último, porque quien llama a invadir militarmente a su propia Patria, a su país, está adoptando una postura contraria a la nación a que pertenece. Es como quien llama a un tercero para que allane su hogar, ponga en peligro la integridad de sus hijos, padres y nietos, para resolver un conflicto familiar. Hago la similitud sólo para ilustrar las sensaciones que este tipo de proposiciones me producen, no para establecer un debate que compare los conflictos familiares con los nacionales. Sé perfectamente que son muy diferentes. 

Apoyé la candidatura de Hugo Chávez en 1998, hice campaña, participé en la elaboración de su programa y voté por él. Ante el deterioro producido en Venezuela desde 1982, no había ninguna otra cosa que hacer. Participé en su primer gobierno. Y lo defendí de todas las aventuras violentas iniciales de la oposición mencionada. Enfrentamos el paro general indefinido convocado en 2001, el cruento golpe de Estado de abril de 2002 y el “lock out” y sabotaje petrolero de 2002-2003. Pero eso nunca significó incondicionalidad ni ausencia de críticas, y por ello nunca gocé de ningún trato especial del máximo líder de la “revolución bolivariana”. Los desencuentros aumentaron con la creación de la Universidad Bolivariana y la Misión Sucre, pues fue muy evidente que el Presidente no tenía la menor idea de lo que significaba una universidad ni tampoco el significado del conocimiento científico y tecnológico. 

No acompañé sus ideas sobre el “socialismo del siglo XXI”, ni estuve de acuerdo con los candidatos propuestos a la Constituyente. Critiqué el uso de aquellas tarjetas morochas que sobre representaron al gobierno en dicha asamblea. No compartí sus apreciaciones sobre la educación universitaria, la autonomía, las universidades, la selección estudiantil. Recuerdo la toma del Consejo Universitario de la UCV en 2001, aupada entre otros por la entonces Vicepresidente Adina Bastidas, hecho que enfrenté personalmente y no sólo en artículos de prensa, como bien lo sabe el rector de entonces Giuseppe Giannetto. Lo que deseo dejar sentado es que aun dentro del gobierno siempre fui una voz contestataria y crítica de muchas acciones que consideré inadecuadas. 

En las presidenciales de 2006 no voté. En el referéndum de reforma de la Constitución de 2007 voté en contra. Para las elecciones de Asamblea Nacional de 2010, nuestro equipo del Movimiento “De Frente con Venezuela”, junto con el PPT dirigido entonces por Albornoz y que contaba con la participación del negro Uzcátegui, Ilenia Medina, Simón Calzadilla y los gobernadores Henri Falcón y Guarulla, presentamos una opción electoral contraria a la polarización entre el gobierno y la Mesa de la Unidad Democrática (MUD). A pesar de haber obtenido una votación respetable, no se obtuvo la representación debida, pues el sistema electoral mayoritario (sin proporcionalidad) existente desde 2009 no lo permitió. Muchos electores quedaron sin representación. Para las elecciones de 2015, de nuevo le hicimos frente a la polarización entre la MUD y el gobierno, esta vez junto con el MAS, Bandera Roja, Opina, Movimiento Ecológico y varios otros grupos menores. 

No hemos por lo tanto participado ni de las victorias ni de las derrotas de la Coordinadora Democrática ni la MUD. No hemos sido parte de ninguno de esos procesos. En la actualidad, junto con el MAS, Soluciones, Cambiemos, Avanzada Progresista, Unión y Progreso, Unidad Político Popular 89 y personalidades como Enrique Ochoa Antich y Carlos Raúl Hernández, intentamos consolidar una referencia unitaria que pueda enfrentar al PSUV en las elecciones venideras hasta 2024 por lo menos. En esta confluencia de voluntades la participación de Acción Democrática, Esperanza por el Cambio y COPEI es importante. Los principios fundamentales son: elaboración de un proyecto político unitario, nacional, democrático, plural y electoral, que rechaza el inmediatismo violento de carácter interno o de invasión militar extranjera, las sanciones contra la nación y la intromisión en nuestros asuntos internos. 

Luis Fuenmayor Toro
lft3003@gmail.com
@LFuenmayorToro
Venezuela

sábado, 30 de enero de 2021

ACTUALIZACIÓN DE EL REPUBLICANO LIBERAL DIARIO DE OPINIÓN, http://elrepublicanoliberalii.blogspot.com/ DOMINGO 31/01/2031


 

MIBELIS ACEVEDO DONÍS, CONSISTENCIA, POR FAVOR

Quien fuera primer ministro del Reino Unido entre 1997 y 2007, Tony Blair, respondía en 2016 ante una opinión pública zarandeada por la publicación del “Informe Chilcot”. “Las evaluaciones de inteligencia realizadas en el momento de ir a la guerra (de Irak) resultaron ser incorrectas. El resultado fue más hostil y sangriento de lo que habíamos imaginado… por todo esto expreso más pesar, arrepentimiento y disculpa de lo que nunca imaginarán… (pero) no me arrepiento de tomar la decisión".

La invasión militar a Irak en 2003 "no era el último recurso", concluía el polémico reporte. Las decisiones sobre este conflicto “no se cuestionaron y debieron haberse cuestionado", aseguró el investigador John Chilcot. En virtud de las tajantes afirmaciones, Blair sorprendió a muchos con su “sí, pero no”, fustigándose de forma vehemente pero al mismo tiempo justificando sus jugadas. La sensación de que ambas posiciones no se conciliaban no se hizo esperar, claro. Entonces Blair saltó de nuevo al ruedo: "No es incoherente decir que tomamos la decisión correcta". Una señal de ofuscación que restaba valor al hecho de haber aceptado “toda la responsabilidad". ¿Cómo confiar de nuevo en quien reconocía haber avalado tal desbarro pero a la vez recurría a la autoindulgencia, diciendo que era eso lo que procedía, que no había alternativas y que su solo pecado fue fiarse de “datos erróneos”? 

El ejemplo del “desliz” de un funcionario curtido y respetado como Blair sirve para ilustrar la grave obligación que atenaza al político. Si bien sabemosque en manos humanas el ejercicio de la política no está blindado contra la equivocación -mucho menoscontra esa tentación de “embellecer” la verdad o desfigurarla, cuando conviene- lo menos que puedepedirse al liderazgo es algún compromiso con la coherencia. 

Pero los procesos sociopolíticos no son lineales, recordaba hace poco un veterano dirigente venezolano. Ah, precisamente: en virtud de esaincertidumbre que se perfila como una perturbadora constante, sí luce necesario fijar no sólo ciertos límites éticos, no sólo ciertas prioridades programáticas, sino líneas estratégicas que, sobre todo en situaciones extremas, orienten la acción táctica para que no se devuelva contra susimpulsores. El costo del recurrente mal cálculo, de la acumulación de fracasos injustificables, es perder la confianza de la gente. Y eso, en un contexto que hace crítico el apoyo robusto de la sociedad al liderazgo democrático y lo que representa, es poco menos que suicida. 

Sabemos que en el caso de Venezuela la consistencia estratégica no es algo que haya distinguido a la oposición. A lo largo de estos años y según lo prescribía la directriz de turno, podemos distinguir de hecho algunos “arcos narrativos” en los que se alternan tercas secuencias, fruto de visiones más radicales, (2002 a 2005; 2014; 2016 a 2020) con las que respondían a políticas más realistas, graduales y ajustadas a los parámetros de la ruta pacífica, electoral, constitucional y democrática (2006 a 2013; 2015). Lejos de la adecuación de métodos y fines operando a largo plazo, y como si la admisión del pobre desempeño no se tradujese en una auto-interpelación de gran calado, esa espasmódica mudanza ha dejado sus muescas. Una de ellas, la desestimación del voto, la creencia de que apelar a él como recurso de organización-participación-denuncia-movilización interna y palanca para desestabilizar a una autocracia, no tiene sentido. Un resultado, también, de la insistencia en que “hemos hecho todo, y nada ha funcionado”, verduguillo que desde las páginas de periódicos del mundo todavía lanzan opositores que se empeñan en no ver más allá de la providencial ayuda externa. 

Un discurso furtivo, moviéndose como el áspid en la cama de Cleopatra, sigue interponiendo zancadillas, aun cuando hoy se hable de tomar el cabal y decoroso camino de la rectificación. Pero para que tales abluciones funcionen es esencial emprender una revisión a fondo de lo hecho, pesar el daño, reconocer cuán cáustico fue el error de juicio, aceptar que hubo decisiones que “no se cuestionaron y debieron haberse cuestionado" (como apuntó Chilcot en el caso de Blair); y renunciar por ende a la infantil procura de dispensas. Lo siguiente será desartornillar el viejo convencimiento y sustituirlo por otro, ese que la tozuda obra del voluntarismo hizo tan impopular. 

Amén de una mínima correspondencia entre el decir y el hacer, y aun sabiendo cuán contradictoria e imprevisible puede ser la realidad política, cuánta flexibilidad y audacia requiere, es lógico reclamar ala dirigencia algo más que una ristra de arrepentimientos crónicos, aislados. Después de todo, los apoyos ciudadanos dependerán de que las promesas se traduzcan en acciones con resultados tangibles, provechosos, sostenibles en el tiempo. Quid pro quo. La situación de penuria generalizada azota a una sociedad necesitada tanto de arreglos urgentes, como de la articulación de fuerzas que desde lo político permita conquistar espacios,reinstitucionalizar, volverse influyente, exigir cambios y que esa voz no se diluya, sino que estalle vigorosa, innegable, clara. 

Frente a la invariable campaña de desmovilización opositora que despliega una autocracia, el “hoy sí voto; mañana no; pasado mañana veremos si conviene” resulta una extravagancia. Si el propósito es rehabilitar el valor del voto como derecho y como medio de transitar hacia la democracia -lo que también sugiere compatibilidad entre la fe democrática y la visión realista, diría Giovanni Sartori- entonces lo sensato será abrazar responsablemente su potencial, prever sus consecuencias. Eso seguramente incidirá en la recuperación de la credibilidad, de la confianza y autonomía perdidas. La política que se aficiona a la autonegación, a la pirueta permanente, al reset compulsivo de convicciones, terminaría cebando la infeliz creencia de que un adversario enfocado en su dañosa tarea será irreductible. Nada tan chacumbélico, en fin. 

Mibelis Acevedo D.
mibelis@hotmail.com
@Mibelis
@ElUniversal
Venezuela

JOSÉ RAFAEL HERRERA, ESTADO Y NACIÓN

La exaltación de los derechos privados, tan en boga por estos días, se sustenta en la presuposición de una serie de requisitos de mera naturaleza individual, lo que termina propiciando, tarde o temprano, la apatía política. Si la exaltación del comunitarismo ha terminado por hacer de la vida ciudadana una ficción en la que se desdibujan los contornos de la condición individual, transformándola en una multitud incapáz de poder decidir por sí misma y reduciéndola a su impotencia, la exaltación de la individualidad abstracta llega, por el camino inverso, exactamente al mismo punto: a la bancarrota de la libre voluntad y de sus auténticos derechos. Mientras mayor sea la exigencia de la preponderancia de lo abstractamente individual mayor será su identificación con el “hombre masa”.

Una discusión acerca de cuál es el mejor modelo, el más adecuado para la sociedad, sin que ninguno de sus interlocutores sepa a ciencia cierta de qué se está hablando, solo sirve, de un lado, para encubrir la ambición de poder del ignorante que poco o nada sabe de Nación o de Estado o, via negationis, para incrementar aún más la frustración de una muchedumbre con un pie en la incertidumbre y el otro en la resignación. Muchedumbre que, desde el principio, desconocía el real sentido y los alcances de las protestas masivas en las que, muchas veces -sobre todo al principio- participó. Y, como era previsible, sus esperanzas terminaron en temores. 

En política, toda presuposición termina dando rienda suelta a las más lúgubres expresiones de autoritarismo y terror. Es el caso del régimen de gansteril, de sus indiscriminadas prédicas “revolucionarias”, “bolivarianas”, “humanistas” y “republicanas”, que terminaron en el horror de un país en ruinas, aunque con “bodegones”. Pero también es el caso de un puñado de políticos “pragmáticos” -en realidad, improvisados, irresponsables y sin la mayor formación-, quienes, asesorados por una sarta de “científicos” de bullpen, cuyas nuevas cartas astrales son las estadísticas y las metodologías “de punta”, suponen o que “la realidad es lo que es” -“eso es lo que hay”- o, peor todavía, lo que sus planos astrales “deberían” obligarla a ser, a remate de cifras y porcentajes. Son los Mister “Ship” del hipismo o los Carlitos González del beisbol insertos en la praxis política. Y como no consiguen acertar, tal como era de esperarse, acuden a la liturgia de la esperanza, del “tiempo de Dios”, o de su equivalente mediático: la retórica hueca, vaciada de todo contenido, del “vamos bien”, del “sí o sí” o del “sí se puede”. Pero, si desde hace veinte años las premisas son las mismas, ¿los resultados podrían llegar en algún momento a ser distintos? A fin de cuentas, lo tácito -precisamente, lo que se presupone- oculta la ignorancia del mediocre, vístase de casaca roja o de blue outlet stores. 

Cuando no se emprende la búsqueda histórico-filosófica del origen de los vínculos del espíritu de una Nación -el Ethos-, no se llega muy lejos. Y es que no es posible concretar un cambio radical en la vida de una determinada formación política y social sin efectuar el proceso de reconstrucción de su ser y de su conciencia sociales, de conocer a fondo los elementos externos e internos que conforman el pulso de su devenir, esa dinámica que transforma un conglomerado en una auténtica comunidad, una multiplicidad de intereses informes en una Nación. Todo lo cual se expresa a través del estudio del lenguaje, el arte, la religión, los tipos de gobierno, las instituciones políticas, las leyes, el desarrollo productivo, educativo, literario y científico, así como las formas de pensamiento en general que han logrado fraguar su Volkgeist. Se trata de comprender el ser y el tiempo de una determinada Nación en su historicidad. Porque, como dice Hegel, cada Nación tiene sus propias representaciones, “un rasgo nacional establecido, una manera de comer y beber, ciertas costumbres que le son propias”. En fin, “un modo particular de vida”. Solo cuando los instrumentos de “medición” dejan de ser la fuente primaria del conocimiento y la conciencia se dedica a comprender-se, se produce el cambio, y se puede crear un auténtico proyecto de Nación y Estado, en el que no solo la comunidad se sepa inmersa en sus costumbres, sino en la que los individuos logren identificarse consigo mismos, pues al compartir los valores de su comunidad, los individuos, lejos de ser concebidos como masa informe, crecen y con-crecen, porque sus almas se enriquecen y pueden reconocerse libremente en la unidad orgánica de la totalidad social y política de la que forman parte. Es eso a lo que se denomina eticidad o civilidad. Y mientras mayor sea el desarrollo de la educación estética mayores serán su armonía y fortaleza. Pero nuestros políticos de oficio parecen no saber nada de eso. 

Se equivocan quienes, a fuerza de un maniqueísmo ya casi instintivo, presuponen que la salida de las ficción totalitaria de un régimen que ha terminado por secuestrar a los individuos, hasta pretender transformarlos en rebaño, consiste en la promoción de la ficción individualista. De un lado, se exalta al Estado -en realidad, a la sociedad política- contra la iniciativa privada; del otro, se exalta al individuo -en realidad, a la sociedad civil- contra la opresión del Estado. Dos unidades en sí mismas opustas y recíprocamente contradictorias. El Estado es percibido como el aparato del gobierno que ejerce el poder, mientras que la Nación está formada por el pueblo, sus súbditos, sometidos a su absoluta voluntad. Semejante presuposición de la doctrina rousseauniana no sólo es inexacta, sino que es, además, superficial. Hablar de la “soberanía nacional” o de la “soberanía popular” ya implica la exclusión de la idea de Nación de una concepción amplia y orgánica del concepto de Estado, porque sólo es posible hablar de soberanía si se consideran las diferentes esferas de la sociedad como una totalidad concreta, cabe decir, como el recíproco reconocimiento de la sociedad política y de la sociedad civil, del Estado y de la Nación. En última instancia, la sociedad política, a la que por lo general se le denomina Estado, no es más que la sociedad civil -la Nación en cuanto tal- hecha, es decir, objetivada. Rousseau invierte los términos: según él, los individuos enajenan sus derechos al Estado, el cual, a partir de ese momento, regula su libre voluntad. En realidad, es al revés: la voluntad de la Nación se ha objetivado y ha creado un Estado, un garante de sus intereses, un organismo que representa y preserva su eticidad, el modo de ser propio de su tiempo. Que con el pasar de los años el objeto creado pase a ocupar el puesto de su creador depende del nivel de conciencia de los individuos que forman parte de dicha Nación. 

La Venezuela de hoy ni es una Nación ni es un Estado. La labor de los sectores progresistas de la sociedad no consiste ni el regressus al “como éramos antes” -cosa del todo imposible-, como tampoco en la intentio de participar en el “juego del gato y el ratón”, teniendo a una tiranía de narcotraficantes y terroristas como potenciales interlocutores. Las “gangas” para intentar posicionarse de algunos cargos “estratégicos” que le permitan tener presencia en el “Estado” y tomar aire para un segundo combate son tarea baldía. Venezuela requiere reinventarse, rehacerse, recomponerse, ser refundada desde sus raíces. Y sus raíces pasan por la elaboración de la superación y conservación de sí misma. Tarea nada fácil, sin duda. Pero este será el esfuerzo más humano y sublime de un país que bien lo merece. 

José Rafael Herrera,
jrherreraucv2000@gmail.com
@jrherreraucv
Venezuela

ANTONIO JOSÉ MONAGAS, CUANDO LA AYUDA PROVIENE DE “ARRIBA”

Más que dar u ofrecer, “ayudar” se convierte en un deber de permanente condición. Su naturaleza está en comprender lo que se suscita alrededor de la situación-objetivo para entonces actuar de cara a la necesidad expuesta. Es ahí cuando la circunstancia se reviste de su mejor valoración no más tangible que intangible. Y eso le imprime un gran sentido y hermosa razón a la vida. 

Es un tanto lo que la magnanimidad predica y prodiga. Sólo que no muchos, la practican. Y son pocas las ocasiones, donde las realidades se lucen al pintarse de bondad. Combinado el gesto con solidaridad. Para así plasmar tan agraciada perspectiva, en el lienzo de la constancia. Y encuadrada, en el marco que la grandeza humana puede entregar. 

Aunque quizás, para entender algo de lo que envuelve toda acto de humanidad expuesto por la “ayuda” que todo ser humano, en lo individual o grupal, requiere en algún momento de su existencia, parte del hecho de comprender la vida. La vida en tanto que destino, causalidad, oportunidad, camino, fortuna o tesoro. Y aunque muchas definiciones trazan la vida ante un horizonte perceptivo de toda construcción que renueve su entorno y perfeccione su contorno, siempre la vida exhorta a mejorar al hombre en todo lo posible. 

Es por eso que el concepto de “ayudar”, está más allá del alcance de cuantas nociones intentan concebir la vida como expresión de amor. Tan profundo concepto, el de “ayudar”, cimienta los pivotes que sustentan la palanca que mueve al mundo. 

He ahí la razón por la cual ha progresado el mundo. O por la cual, la vida adquiere mayor significación. Y estos propósitos, son solamente posibles cuando el verbo “ayudar” consigue conjugarse en segunda o tercera persona del plural. Eso permite referir la ayuda de otros que calificados como instituciones, dan cuenta de su carácter como “virtuosos de la justicia”. 

Es el caso de la organización no-gubernamental DEFIENDE VENEZUELA, cuya misión descansa en la acción comprometida de actuar como defensora de los Derechos Humanos. Sobre todo, en contextos donde la represión se convierte en torturador o verdugo. 

Esta ONG, encarna el generoso papel de conducirse entre los avatares propios de una tramoya arreciada por la oscuridad que impone la perversidad. Particularmente, cuando se confabula con cuanta arbitrariedad puede inventarse para hacer de la vida un completo escenario de angustia, pesadumbre y pánico. 

En aras de los que constituye su compromiso, DEFIENDE VENEZUELA ha venido denunciando las violaciones tramadas contra los Derechos Humanos. Esencialmente, aquellas cometidas en Venezuela las cuales eleva ante el sistema interamericano en la figura de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, CIDH. 

Entre sus múltiples mediaciones e intervenciones ante la CIDH, esta ONG ha logrado victorias jurídicas que si bien son desconocidas por el régimen venezolano, constituyen importantes referentes en el ámbito de la defensoría de tan fundamentales derechos y libertades. Vale resaltar la formalización de 20 medidas cautelares para 20 venezolanos, todos pacientes de la capciosa condición que configura la Esclerósis Múltiple. 

Este problema de salud, que incapacita la persona, fue en principio reconocido por el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, IVSS para los efectos que preveía y determinaba la Constitución de la República. De hecho, su artículo 83, dicta que “la salud es un derecho fundamental, obligación del Estado que lo garantizará como parte del derecho a la vida”. Por tan importante motivo, el Estado declara su compromiso de establecer “un sistema de seguridad social  regido por los principios de gratuidad (…) y solidaridad”. El mismo dará prioridad a la promoción de la salud, para lo cual garantizará “(…) tratamiento oportuno y rehabilitación de calidad” (Artículo 84). 

Luego, el artículo 86, recalca que “el Estado tiene la obligación de asegurar la efectividad de este derecho”. En consecuencia, la ley que asienta las funciones del sistema integral de salud, en la persona jurídica del IVSS, recoge el dictado constitucional toda vez que son fundamentos de su normativa. 

No obstante, el tiempo puso de manifiesto el desacato a los preceptos constitucionales. Eso sucedió hace 6 años. El régimen se ha escudado en cuantas excusas puedan servirle para evadir su responsabilidad expuesta a través del debido cumplimiento de tan aludido derecho. Y que también ampara distintas condiciones de salud que padecen otros venezolanos. Es el caso de las personas que han recibido trasplantes. O que sobrellevan alguna enfermedad inmune tal como el VIH. U otras de igual efecto. 

Sin que las secuelas de tan perversas omisiones generen alguna resquebrajadura en la gruesa piel del régimen, estos venezolanos privados de sus respectivos protocolos de medicamentos, que deberían ser distribuidos por el IVSS, han comenzado a rendirse ante la vida. Y tan cruda situación, debe incitar la mayor repulsión de la sociedad. 

Por fortuna, DEFIENDE VENEZUELA ha estado acompañando el esfuerzo y perseverancia de estos valientes venezolanos que han seguido batallando contra “vientos huracanados y lances de puntiagudas formas” que desordenadamente impactan y rasgan todo lo que en su senda consiguen. 

Es casi como advertir en tan noble apoyo, aquel secreto de la vida que exalta el sentido que hay en la “ayuda” que viene del otro. Y que la gracia de la vida, y hasta la Divinidad del Cielo, lo convierte en provecho común pues se siembra como inmortal legado para el mundo. Lo que acá vale destacar, es todo lo que puede hacerse por los demás. Y esto es casi vivir el regocijo de presenciar cuando la ayuda proviene de “arriba”. 

Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
Venezuela