sábado, 19 de junio de 2021

ACTUALIZACIÓN DE EL REPUBLICANO LIBERAL II: DIARIO DE OPINIÓN, http://elrepublicanoliberalii.blogspot.com/ SÁBADO 19/06/2021





 


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TITULARES DE HOY
19/06/2021

SOLEDAD MORILLO BELLOSO: GERARDO BLYDE ES EL EMISARIO

Todo es más fácil si hablas en segunda o tercera persona del singular o el plural. Si evitas el "yo", si te sales del "nosotros". Si vuelves todo frío, distante,  impersonal. Si pones terreno de por medio. Si te sientas en la butaca del espectador. O si haces como los tres monitos. Si te abstraes. Si te sales de la ecuación. Eso crees. Pero no es así. Te paras frente al espejo y entiendes que eso simplemente no es posible, que estamos todos metidos  en este juego perverso. Con o sin darnos cuenta. Con o sin aceptarlo. Encerrados en este estado de sitio físico y/o mental. Estamos tras rejas. Y no nos sirve ya intentar hacer como el papá de "La vita e bella".
 
Yo no tengo la menor duda que a los buenos venezolanos nos duele intensamente Venezuela. Es tanto y tan grande y dolor que reaccionamos con rabia, con intolerancia. Aparcamos la empatía fuera, bien lejos, donde no exija, no moleste. Alguien pide ayuda y ya no le oímos. El dolor se ha convertido en parte del paisaje. La vida es eso en nuestro pequeño patio. Los perros de la calle ya ni cuentan con las sobras. Los gatos se disputan con las personas lo que hay en los basureros.
 
Es terrible habernos convertido en testigos y víctimas de la destrucción del país. Y no, no es un asunto de frases hechas, de clichés gastados que no sirven para anestesiar el dolor. Basta de pretender rellenar con naderías lo que no hay cómo calificarlo sino de tragedia.
 
El Caso Venezuela es una serie de horror que en unos años será un "Blockbuster", una de esas producciones que ganarán montones de premios.
 
Gerardo Blyde se monta en un avión. Va de gira por el mundo. Para explicar en qué consiste el Acuerdo de Salvación Nacional. Para decirle al mundo que nos estamos muriendo, que el país se está muriendo. De allí que la palabra salvación sea la clave en el título que se le ha puesto a esta propuesta.
 
Alguien dirá que todo es un desperdicio. Que todo está perdido. Que ya nada tiene remedio. Alguno, en profundo desdén, dirá que Gerardo va de turismo. De paseíllo, pues. El país está tan adolorido que le cuesta creer en algo, o en alguien.
 
Irá Gerardo a oficinas a explicar este triste mal del que nos estamos muriendo. Hablará sin gritos. Lo conozco bien. Usará el lenguaje de la serenidad para intentar que se entienda por qué estamos aún a tiempo de la salvación.
 
Enterrar el espejo no sirve. Encerrarnos en una nube tampoco. Gerardo lo sabe. Lo sabe bien. Es emisario de millones que no queremos morir. Tiene plasmada en la frente la frase "hay que salvar a Venezuela".
 
Suerte, mi buen y querido amigo. Tu suerte será nuestra suerte.

Soledad Morillo Belloso
soledadmorillobelloso@gmail.com
@solmorillob
Venezuela

JOSÉ RAFAEL HERRERA: MI DICI O NON MI DICI JOSÉ

Una de las etapas más difíciles de la historia contemporánea de la Universidad Central de Venezuela fue, sin duda, la de la así llamada “Renovación Universitaria” de 1969 que, en muchos aspectos, marcó sensiblemente el futuro destino de la institución y, en no poca medida, el de todo el país. Si algo debe tenerse muy en cuenta, a los efectos de una cabal comprensión del rumbo y significado de la historia de la cultura venezolana del presente, en sentido amplio, es la estrecha relación existente entre la UCV y lo que quizá sea su mayor invención: precisamente, la República de Venezuela, o, por lo menos, de lo que va quedando de ella.
 
La compleja estructura escolástica universitaria, que hasta entonces había predominado, fue objeto de un severo cuestionamiento en todos sus ámbitos, a la luz de las corrientes contraculturales y de los movimientos sociales radicalizados que hicieran irrupción a partir de las protestas estudiantiles de Mayo de 1968, con epicentro en París. Fue aquel un “movimiento sísmico” que pronto se extendería por buena parte del planeta. Como dice el viejo adagio, “París estornuda y el mundo se resfría”. En el caso de Venezuela, la causa por la “renovación universitaria” se inició con la exigencia de la plena autonomía universitaria y de un cambio radical en el modelo educativo y organizacional de la institución vigente hasta entonces, lo que implicaba la aprobación de una nueva Ley de universidades. Poco tiempo después, se hizo evidente la relación entre algunas de las “cabezas visibles” de la dirigencia profesoral y estudiantil renovadora con los ya diezmados movimientos insurreccionales que aún se mantenían en “la línea” de la lucha armada contra el régimen democrático, en busca de un “segundo aire” que les permitiera recuperar el aliento perdido.
 
El alzamiento terminó con la llamada “Operación Canguro”, el 31 de octubre de 1969, por órdenes del entonces presidente Rafael Caldera. La UCV fue intervenida, militarizada y cerrada. Su rector, Jesús María Bianco, fue destituido, junto con el resto de las autoridades universitarias. Cuando fue reabierta, un año después, las nuevas autoridades “provisionales”, designadas por decreto presidencial, fueron René De Sola, Eduardo Vásquez y Federico Riu. En la Facultad de Humanidades y Educación el nuevo Decano designado fue Felix Adam y el director de la Escuela de Filosofía Giulio F. Pagallo, heredero de la tradición filosófica croceana y del aristotelismo de Padua, al que los estudiantes de entonces –sotto voce- llamaban “Aristóteles vestido por Gucci”. No obstante, las heridas que había dejado la confrontación interna no se habían cerrado, y durarían mucho tiempo en cerrarse, si es que se han cerrado del todo. Mucho de la “renovación” quedó grabado en el espíritu de los ucevistas de la “generación boba” y no poco dejó entre los “manitas blancas”. Y es que muchas de aquellas formas irreverentes de los años sesenta y setenta se corrompieron a partir de los ochenta, de la mano del populismo, el clientelismo y el “igualismo” -ese modo insultante de la “unidad por abajo”. En buena medida, puede decirse que la “renovación” sirvió de inspiración para los partidarios del “1x1x1”, o sea, para la representación de la universidad que siente desprecio por el mérito y el conocimiento, lo cual es, desde el punto de vista estrictamente lógico, una contradicción en los términos, dado que una universidad sin esfuerzos -sin méritos- y que desestime el conocimiento deja de ser, ipso facto, una universidad.
 
Por lo demás, toda relación humana requiere de una mínima consideración y respeto hacia los otros, no por ellos sino por uno mismo. Se pueden tener diferencias, sin duda. Y en una sociedad abierta las diferencias son de factura imprescindible. Pero las diferencias no implican irrespeto. No se trata de asumir fórmulas de cortesía artificiosas o protocolares. Tampoco de hacer reminiscencia de manuales de urbanidad, en muchos aspectos, ya anacrónicos. La diferenciación misma implica respeto y consideración, es decir, se traduce en el nutriente del reconocimiento del otro. Lo cual termina, además, enriqueciendo el entero corpus espiritual del ser social. Haber sustituido el “usted” por el “tú”, el “ciudadano” o, simplemente, el “señor” o “señora”  por el “chikko” o “chikka” el “papito” o el “mamita”, el “amiguito” o la “amiguita”, dice mucho de la pobreza espiritual de una sociedad.
 
Culminada la “renovación” universitaria y la intervención militar, la UCV fue recuperando progresivamente su ritmo de vida académica. Una tarde, ya cerca de la hora de clases -5.30 pm-, Giulio F. Pagallo, Federico Riu y Eduardo Quintana conversaban en el pasillo de la Escuela de Filosofía, en medio del bullicio estudiantil que siempre se forma momentos antes de iniciar la hora de incorporarse a las aulas. De repente, un estudiante, de esos que habían formado parte y arte del movimiento de “renovación”, se dirigió a Pagallo y le gritó: “¡Mira, Julio, ¿en qué cartelera pusiste las notas del parcial de Hegel?!”. Pagallo siguió conversando con su amigo de siempre y con su joven discípulo como si no hubiese escuchado el más mínimo rumor. El estudiante, sensiblemente molesto, volvió a gritarle, esta vez, en un tono de reto: “¡Julio, es contigo!”. Y el Maestro siguió conversando sin inmutarse. Al tercer grito, Pagallo se volteó, se le quedó mirando fijamente y le dijo en estricto tono spinoziano: “Bachiller: o usted mi dici profesor Pagallo o non mi dici”. Le dio la espalda y prosiguió la amena conversación de pasillo con sus dos amigos. El “renovador” se tomó un momento para respirar sobre su propia ira y, quizá, para pensarlo mejor. Al final, se dirigió al maestro: “Profesor Pagallo, ¿me puede indicar en qué cartelera fijó las notas del parcial de Hegel..? Entonces, Pagallo se volteó y, mientras levantaba la mano donde cargaba su pipa, para señalar la cartelera sobre la cual había fijado las notas, le dijo: “Bachiller, las notas están fijadas en aquella cartelera, que está en frente de usted”. No hubo más palabras, ni un agradecimiento, ni un gesto deferente. El pasillo de la Escuela se había quedado, por un instante, en silencio y tensa expectación. Pero las puertas de las aulas comenzaron a abrirse y cerrarse una y otra vez. El calor de la tarde comenzaba a ceder su paso al fresco sereno del ocaso caraqueño. El buho de Minerva estaba a punto de comenzar a elevar su majestuoso vuelo. Todavía en el hoy solitario pasillo de la Escuela de Filosofía de la UCV, siempre que se ponga la debida atención, se puede escuchar el eco del mi dici o non mi dici del más lúcido exponente del historicismo filosófico en Venezuela.

José Rafael Herrera,
jrherreraucv2000@gmail.com
Venezuela

LUIS FUENMAYOR TORO: VENEZUELA REQUIERE UN CAMBIO POLÍTICO (III)

Hemos escrito recientemente sobre una situación que algunos han considerado como una perogrullada. Tienen razón en parte; todo el mundo sabe que nuestro país necesita de un cambio político, lo cual no significa que nuestros escritos sean entonces intrascendentes e innecesarios, pues no nos quedamos en la afirmación contenida en el título. Resumimos las modificaciones electorales imprescindibles, para que el necesario cambio político pudiera desarrollarse. Privilegiamos la materia electoral por ser fundamental en la determinación de los grupos, partidos y personas, que ejercerán el poder político en el país, y de cuyas decisiones y acciones dependerán los cambios económicos, sociales, políticos e institucionales que se hagan.
 
Hablamos de lograr un consenso de por lo menos el 80 por ciento de la población, para reescribir las reglas del modelo democrático venezolano. Y nos hemos referido a la necesidad de rescatar la proporcionalidad electoral, la alternabilidad en los cargos de gobierno y el financiamiento estatal de las campañas electorales, los dos primeros obligatorios además por mandato de la Constitución vigente. En este momento añadimos la reducción del período presidencial a cuatro años con una sola reelección, como ocurre en EEUU, o a cinco años sin reelección, como fue en la segunda mitad del siglo pasado. La reelección permanente fue incorporada en nuestras normas no por ser una necesidad del sistema político electoral, sino por la ambición de poder de Hugo Chávez Frías, quien siempre se vio como Presidente vitalicio.
 
Debe revisarse la duración de los períodos de todos los cargos de elección popular. El período de la Asamblea Nacional debería ser similar al de la Presidencia de la República y elegirse en el mismo momento; habría que establecer un límite de reelección a los diputados. Los períodos de gobernadores y alcaldes deberían también coincidir y tener una duración de tres años, de manera que puedan ser electos conjuntamente. Se permitiría una sola reelección en ambos casos. De esta manera los procesos electorales serían menos numerosos, mejor administrados por el CNE, menos costosos y no mantendrían a toda la sociedad víctima de una permanente campaña, la cual no significa en absoluto que haya mayor democracia, como los gobiernos chavecistas han pregonado desde sus inicios.
 
El tema del revocatorio no puede dejarse de lado. Como está planteado no constituye parte del cronograma electoral ordinario, como lo son las demás elecciones. Debe ser incorporado por la ciudadanía, a través del cumplimiento de una serie de requisitos y, como no existe una ley que lo regule en forma específica, el CNE hace uso de una discrecionalidad muy grande en relación con requisitos, lapsos y procedimientos. Se ha prestado, además, para de alguna forma identificar a los ciudadanos interesados en la revocatoria de distintos mandatos, lo cual claramente conspira contra la confidencialidad del voto, y se
 
puede utilizar perversamente, como en efecto ha ocurrido, para amenazar, hostigar, marginar y perjudicar a los convocantes. Es más que claro que como está pautado no puede seguir.
 
Para evitar los inconvenientes señalados podría incluirse en el cronograma electoral de todos los cargos revocables. A mitad del período se realiza el referéndum revocatorio, sin necesidad de trámite ninguno. Lo convoca el CNE como una elección cualquiera. El otro inconveniente, realmente absurdo, es la disposición que señala que, para ser revocado un gobernante, los votos a favor de la revocación de su mandato deben ser más numerosos que los que obtuvo en su elección. Esto no tiene ningún sentido, pues son dos momentos totalmente distintos. Si en ese momento se hiciera una nueva elección bastaría la mayoría simple para ser electo. Debe entonces bastar para revocar un mandato que los votos “Sí revoco” sean más numerosos que los “No revoco”.
 
La otra posibilidad es la de simplemente eliminar la figura del revocatorio, lo cual sería perfectamente posible si los períodos de gobierno se reducen a 3 y 4 años. Personalmente pienso que ésta es la mejor opción. La insistencia hasta ahora en mantener el revocatorio obedece a que se quiere hacer creer, que los mandatos gubernamentales en Venezuela son revocables, lo cual no es cierto según la experiencia de más de 20 años de Constitución “bolivariana”.
 
Luis Fuenmayor Toro
lft3003@gmail.com
Venezuela

BEATRIZ DE MAJO: ¿Y AHORA A DONDE VA COLOMBIA?. COLOMBIA EN CAPSULAS

Mientras los hornos crematorios entran en colapso en la capital colombiana por la inmensa cantidad de cadáveres y se registra en el país el más alto número de fallecimientos - se acercan a 100.000- y de contagios diarios por Covid 19, los observadores nos preguntamos lo que será de la nación vecina. Colombia, además de los estragos de la pandemia se debate con una económica, sanitaria y de seguridad pública. Todo ello sin hablar del efecto que la nueva ola de vigorización del izquierdismo radical en el continente va a tener dentro de su colectividad.
 
Las elecciones para un nuevo gobierno están a escasos 12 meses de distancia. También en Colombia, al igual que en el Perú de hoy, el viraje que se puede producir en el electorado en favor de los populismos tendría su origen en los efectos nocivos de una administración deficiente del modelo neoliberal que ha imperado hasta nuestros días. La desatención sostenida de los reclamos de atención de parte de los segmentos débiles de la población ha redundado una fractura social irredenta y perversa que pueden capitalizar en su desfavor los candidatos de derecha.
 
En el específico caso de Colombia se suma, además, un ambiente de violencia que no ha podido ser mermado ni después de haber firmado un acuerdo de paz con los alzados en armas ni después de haberles asignado curules en el Congreso para que desde la “institucionalidad” se ocuparan en cooperar con el avance del país. Ni hablar de la perversión provocada en todos los segmentos de actividad por el narcotráfico y por su nefasta alianza con la guerrilla para sembrar distorsiones y violencia en el interior del país. Todo ello sin mencionar la inestabilidad provocada por la actuación constante de bandas criminales en contra de la sociedad civil, alimentadas desde adentro y desde afuera por los amigos de la zozobra. A nadie le cabe duda sobre la manera en que las protestas originalmente pacificas en contra de un nuevo régimen tributario convirtieron al país colombiano en un caos de destrucción y de muerte durante varias semanas, todo ello ideado y armado desde más allá de la frontera- desde Caracas y La Habana- con el fin preciso de sembrar un ambiente de descontento contra el gobierno que redunde en un tiempo en su penalización en las urnas. El viejo cuento de “pescar en rio revuelto”.
 
¿Con cuantas armas cuenta el gobierno de Iván Duque para contrarrestar el efecto nocivo de tantos frentes activos en su contra? ¿Cuánto es posible hacer en menos de un año para revertir el sentimiento de que un gobierno más inclinado a lo social, aunque sea más totalitario, podría cambiar la suerte de los 51 millones de neogranadinos? ¿Cuáles acciones “efectistas” pueden desplegarse para provocar confianza en que un nuevo gobierno de derecha no contribuirá al marasmo que las mismas derechas implantaron en el país? ¿Por
 
qué no probar como en Perú otra tendencia, por qué no ensayar otra manera de hacer las cosas?
 
No la tiene fácil el presidente Ivan Duque ni el terreno de lo social ni en el de lo económico cuyo pobre manejo unido a la paralización de la pandemia ha atizado el fuego de los desequilibrios. Y el tiempo es muy corto antes de la justa electoral. Para dar un inicio a la reconstrucción, no se les ha ocurrido nada mejor que echar mano de otra reforma tributaria, con una estrategia diferente de la que habría provocado los disturbios. Pero no existe reforma que no se encamine a recabar más plata con que financiar los programas sociales y la recuperación productiva y ya sabemos lo difícil que es meterle la mano en el bolsillo a los contribuyentes en medio de su propia descolgada. Por otro lado, dada la precaria situación económica del país, el otro instrumento será más endeudamiento para lo cual la calificación crediticia de Colombia deberá ser mejorada. Cuesta harto empinada en la hora actual.
 
Si logran ambos fines podrán iniciar un camino de recuperación postcovid, pero los resultados apenas se comenzarán a manifestar en un año cuando la hora será la de prepararse a votar.
 
Lo que hay en el panorama son tiempos complejos y convulsos para los colombianos y es necesario precisar que quienes montaron los desastrosos eventos de los meses pasados no cejarán en su empeño desestabilizador.
 
Beatriz De Majo
bdemajo@gmail.com
@BeatrizdeMajo1
Venezuela – España 

FERNANDO LONDOÑO HOYOS: LOS MANDAN A MATAR Y A MORIR

Hace ya un siglo escribía don José Ortega y Gasset uno de los libros decisivos del Siglo XX: La REBELIÓN DE LAS MASAS.
 
El hombre masa cree saberlo todo, se siente dueño de todo y con derecho a todo. Nada puede estorbar su espíritu de dominación, su soberbia y su irracionalidad. Porque el hombre masa no tiene ideas propias, no crea un mundo nuevo, pero se siente dueño de todo.
 
Esa irracionalidad lo hace enormemente peligroso y como no, violento. Anda por la vida con la seguridad de que todo se le debe y a nada está obligado. Es amo y señor de su entorno de fantasías y de idioteces. Los jóvenes que lanzan a la muerte y a matar los promotores del paro, son, por antonomasia, hombres masa.
 
Basta que usted le pregunte a cualquiera de ellos por qué protesta, por qué levanta barricadas, por qué incendia y por qué está dispuesto a matar y a que lo maten, y la respuesta es tan desconcertante como lamentable. No le dan lo suficiente, no lo ayudan, no lo consideran. Pero no le hablen de la disciplina, el estudio, la consagración en horas de personal esfuerzo, porque es lenguaje que no entiende, ni quiere entender. Montar una barricada, tirar una piedra, incendiar una tractomula es bastante más fácil que la geometría, o la física, o la filosofía. ¿Para qué todo eso?
 
Ese personaje inopinado, el joven masa, está en la escena. Empujado por unos aprovechadores de sus impulsos innobles y sus aspiraciones absurdas, está listo para cualquier cosa. Para ir a la primera línea o para simular que marcha en paz. Lo tiene sin cuidado la pandemia y sin cuidado el que pueda morir o matar a otros. Lo suyo es el ahora inmediato y unos pesos que le llueven del cielo o tiene que pagarle el transeúnte, el camionero, el taxista, si es que quieren vivir.
 
Porque nuestro joven masa, insistamos, es heredero espiritual del que formara en la escuela del crimen Pablo Escobar. No ha nacido para semilla y salvo el amor a la “cucha” no lo ata nada al universo de los demás. Esa es la única explicación posible a esta irracionalidad que nos tiene donde nos tiene en esta multiplicación exponencial de desgracias. Porque las aglomeraciones entre gritos, las trincheras del odio y la venganza, nadie sabe contra qué, son la causa eficiente de estas cifras horrorosas: 30.000 contagios y más de 500 muertos por día.
 
Y los hospitales revientan de ocupaciones trágicas. En Bogotá, en Medellín, en Cali, en Tunja, en Villavicencio, en Barrancabermeja, en Manizales, no hay lugar para un enfermo más. No faltan camas UCI. Sobran aspirantes enloquecidos de necesidad para ocuparlas. Y la gente se muere asfixiada, entre los dolores y las angustias que nadie es capaz de describir. Ni esa legión de héroes anónimos, los médicos y las enfermeras que ya no dan más.
 
El trabajo sin orillas y el pesar de la muerte los tienen anonadados. Solo atinan a pedir comportamientos racionales, actitudes compatibles con la vida, cuidados elementales. Porque no saben, o quisieran no saber, que están enfrentados a esa especie Orteguiana del hombre y el joven masa. Ya se cansaron las estadísticas de contar ancianos muertos por el virus. Ahora, sin que nadie parezca reparar en ello, los enfermos y los muertos son gente mucho más joven, los que mandan a la muerte los autores de estas protestas insensatas.
 
Se ha impuesto el prurito del diálogo como remedio a estas desventuras. Sentados en una larga mesa, los impulsores de la protesta y el gobierno quieren cambiar el mundo y abrirle paso al entendimiento que acabe las barricadas, despeje los caminos, permita el trabajo y la reactivación económica, que le abra espacio a la vida. Esfuerzo vano. El hombre masa siempre tiene más que pedir y menos que ofrecer.
 
Hubiera sido la hora perfecta para la autoridad y el liderazgo. Plantas exóticas que no se dan por estos tiempos y en estos contornos. Lo que debe hacerse se hace tarde, lo que quiere decir que mal. Y cuando se lo intenta, ya hay en el horizonte un motivo nuevo, una disculpa, un argumento para que todo siga como viene.
 
Los jóvenes masa no se inmutan ante la fuerza del Estado, ni les preocupa la muerte. Y desde luego mucho menos que la suya, la de los demás.
 
Llevamos a cuestas muchos días con quinientos muertes. Y noticias desgarradoras sobre la gente que fallece sin una UCI de consuelo. A nadie le importa. Y mucho menos a los que impunemente incitan al paro y a la violencia. Y en el fondo de la escena, el personaje siniestro que lo origina todo, lo financia todo, lo ejecuta todo: la cocaína. Esa es nuestra desgracia sin orillas.
 
Fernando Londoño Hoyos.
flondonohoyos@gmail.com
Colombia
http://periodicodebate.com/index.php/opinion/columnistas-nacionales/item/30180-los-mandan-a-matar-y-a-morir

GABRIEL S. BORAGINA: PROPORCIONALIDAD FISCAL Y MARXISMO

"En general se consideran los siguientes argumentos a favor de la proporcionalidad: a) El impuesto proporcional es más simple y de más fácil aplicación que el impuesto progresivo; b) La mayor parte de los servicios de los Estados modernos redundan en beneficio de las clases más numerosas y menos ricas de la Nación; c) Las estadísticas demuestran que las pequeñas fortunas son las más numerosas y representan la mayor parte de ¡a riqueza nacional: si se adoptara un impuesto progresivo cuyas cuotas inferiores fueran moderadas, todas esas pequeñas fortunas rendirían menos que con un impuesto progresivo; d) el impuesto proporcional es el más justo de todos; "el que tiene mucho paga mucho; el que tenga poco paga poco''."[1]
 
Todos estos argumentos son sustancialmente ciertos, sin que justifiquen la aplicación de impuestos. Pero, como venimos diciendo: mientras la gente crea que "debe" pagar impuestos estos seguirán existiendo, entonces de lo que se trata, en rigor, es que ocasionen el menor daño posible en los patrimonios particulares. Entendemos que hay un error involuntario en el punto c) y que debería decir lo siguiente: "todas esas pequeñas fortunas rendirían menos que con un impuesto proporcional".
 
Es claro que el impuesto proporcional no es el más "beneficioso" sino el menos perjudicial para el contribuyente, y el más perjudicial de todos es el impuesto progresivo. Por esta razón fueron Marx y Engels sus más entusiastas propaladores, hasta el extremo de haberlo incluido en uno de los tristemente célebres 10 puntos de su Manifiesto Comunista, medida para alcanzar el comunismo de tanta importancia para sus padres que fue ubicado en la posición número dos si entendemos que los 10 puntos indican un orden de importancia de mayor a menor. En efecto, el mencionado ítem reza textualmente de la manera siguiente: "2. Imponer un duro y progresivo impuesto general sobre la renta de las personas físicas." [2]
 
Como se aprecia, Marx y Engels -fervientes enemigos del capital- sabían perfectamente (y mucho mejor que los autores "modernos") que gravando la renta era la mejor manera de destruir el capital privado haciéndolo pasar a manos estatales. Y si bien los nueve puntos restantes son todas acciones directas contra el capital privado, el hecho de haber colocado en el puesto número dos la ferviente y rotunda recomendación de "Imponer un duro y progresivo impuesto general sobre la renta de las personas físicas" indica que los fundadores del comunismo están enseñando a los políticos a comenzar por ahí, porque una vez que el impuesto opresivo ya esté en vigor será muchísimo más fácil continuar con el programa de los nueve puntos restantes. Los comunistas no acostumbran a dejar nada al azar cuando se trata de apoderarse de la propiedad ajena.
 
Es en el marco de tal propuesta que los mismos Marx y Engels explican en sus propias palabras que:
 
"El proletariado debe aprovechar su supremacía para arrebatar el capital a la burguesía, centralizando todos los medios de producción en manos del Estado, o sea, en manos del propio proletariado constituido ya en clase rectora. Sólo mediante despóticas agresiones al derecho privado de propiedad y a las demás instituciones en que se basa la producción burguesa podrá ello alcanzarse. Y si bien habrá, al principio, que recurrir a arbitrismos carentes de justificación desde un punto de vista económico, la propia mecánica de tales medidas hará inevitables sucesivos ataques al orden social, con lo que se acabará por revolucionar enteramente el actual sistema productivo."[3]
 
Seguidamente a este párrafo pasan a enumerar los 10 puntos siendo el segundo el transcripto más arriba. Bien claro tienen entonces Marx y Engels que el impuesto progresivo es una de las armas más letales junto a las otras que recomiendan para destruir el capital que -en suma- era el propósito que perseguían. Véase como identifican dichos autores el capital con el "derecho privado de propiedad". Solo después de la propiedad ubican "a las demás instituciones"
 
"Les adversarios de este impuesto rebaten, con relativo éxito dichos argumentos, afirmando que los servicios que presta el Estado a cada ciudadano no están proporcionados a los impuestos que debe oblar. Por otra parte, sostienen, las grandes fortunas son en su mayoría un producto del medio social y reciben del Estado mayores garantías de protección y de seguridad que las pequeñas. Por otra parte, decía Juan B. Say, el impuesto proporcional es más oneroso para el pobre que para el rico; el 10 % de un haber modesto acaso prive de lo necesario, mientras que, si se trata de una gran fortuna, el 10 % representará una reducida parte de lo superfino."[4]
 
Ya hemos cuestionado el concepto de "servicios" del "estado". Estos son pocos y malos, lo que tornan más gravosos los impuestos que se cobran con el pretexto de "brindarlos". Basta recorrer cualquier establecimiento educativo estatal de cualquier nivel (primario, secundario, universitario) u hospitales "públicos" para comprobar el deplorable estado y peor "servicio" de los mismos. Bien se ha dicho que el "estado" ni educa, ni cura. En Argentina, al menos, que tiene una de las presiones fiscales más altas del mundo esto es una realidad comprobada por nosotros mismos a diario.
 
El párrafo en su totalidad es de clarísima inspiración marxista, y el autor de la cita muestra su indisimulable simpatía cuando expresa -en cuanto a los impuestos proporcionales- "Les adversarios de este impuesto rebaten, con relativo éxito dichos argumentos". Ya vimos que no existe "éxito" alguno en la supuesta refutación al impuesto proporcional, sino que se lo rechaza, simplemente, porque -como enseñaron Marx y Engels- un impuesto proporcional no cumple con su misión de atacar a la propiedad privada que es -en suma- la enemiga de los gobiernos y contra la cual estos luchan, con la misma eficacia de agresión que tendría un impuesto progresivo, mucho más letal y más destructivo de la propiedad que el proporcional, y por eso también el más apreciado por los ejércitos de burócratas, ávidos de parasitar del trabajo productivo fruto del capital.
 
Gabriel Boragina 
gabriel.boragina@gmail.com
@GBoragina 
Argentina
http://www.accionhumana.com/2021/04/proporcionalidad-fiscal-y-marxismo.html