lunes, 21 de marzo de 2022

AQUÍ TITULARES DE HOY LUNES 21/03/2022, DESDE VENEZUELA PARA EL MUNDO, EL REPUBLICANO LIBERAL II, PARA LEER PULSA SOBRE EL TITULAR,

EDITORIAL DE LA VOZ REPUBLICANA, 21/03/2020: HOY POR HOY

Las noticias de hoy se centran fundamentalmente en el conflicto que ha propiciado Rusia al invadir a Ucrania sin embargo hay otras noticias que podemos reseñar también como es el caso del nuevo récord de nuestra saltarina Yulimar Rojas la cual ha alcanzado un nuevo récord mundial en su salto triple. 

Lamentamos no tener noticias positivas que reseñar ya que lo normal en el país son los problemas del desabastecimiento, la escasez de recursos familiares para cubrir las cestas básicas y el mal estado en general de los servicios públicos los cuales por ausencia de mantenimiento están en vías de colapsar definitivamente. 

La economía nacional manejada por los aprendices a brujos no tiene visos de estabilizarse positivamente después de haber logrado su propósito político de empobrecimiento para dominar. 

 

En el campo de la política no se ven noticias descollantes salvo los tradicionales enfrentamientos entre las 3 corrientes de Acción democrática partido este que no he entendido que seguir disputándose la militancia socialdemócrata no los conducirá a ninguna meta triunfante. 


En el escenario socialcristianismo o democratacristiano tampoco se ven avances unitarios hacia la conformación de una sólida fuerza que represente esa tendencia. 


Los liberales lo son tanto que cada uno anda por su lado sin que exista alguien que los convenza que juntos pueden estructurar la mayor fuerza política nacional. 


En el Partido Socialista Unido de Venezuela continúa la confrontación entre las dos tendencias ya identificadas No se hace evidente quien domina aunque una de ellas esta en poder ejecutivo nacional e inclina la balanza del poder En esta lucha no participan los militantes de base de ese partido sino las cúpulas en inteligenciados movimientos tácticos que culminan en estrategias desbastadoras para el sector contrario. 


En el resto del espectro político no hay nada nuevo que comentar puesto que su destino depende de fuerzas externas incontroladas por sus actores. 


Que pasen todos un feliz día.

 

MERCEDES MALAVE: ¡POR LA VIRTUD!

En la medida en que las nuevas formas de expresión y comunicación avanzan, con sus sistemas de algoritmos y segmentación, el aislamiento social aumenta.

Las redes sociales exacerban los juicios morales en tercera persona. Ellos -los malos y los buenos- son objeto de las peores sentencias o de las más elevadas condecoraciones morales. “Sustituyen los razonamientos por chorros de emoción, moralina o sentimentalismo” diría Carlos Raul Hernandez en un razonamiento que podría ser la clave del moralismo contemporáneo: esa exclusión deliberada del yo-consciente-racional del juicio moral, pues no se trata de interesarse por los hábitos de conducta personal, sino de participar en temas de discusión ajenos a la propia vida y exigencia moral.

Por eso, no deja de resultar paradójico que en un mundo de sociedades líquidas que resalta la autonomía del individuo, la fluidez de las relaciones humanas e institucionales, la falta de compromiso con valores y principios universales, etc., se produzcan posiciones morales tan categóricas y universalistas, con cientos de seguidores, como las que vemos a diario. En la medida en que las nuevas formas de expresión y comunicación avanzan, con sus sistemas de algoritmos y segmentación, el aislamiento social aumenta. Se erosionan los mecanismos de comunicación interpersonal y se debilita el compromiso individual con la consiguiente disminución de responsabilidades frente a las propias posiciones. El objeto de la moral, la conducta personal, se desvanece siendo poco a poco sustituida por proclamas morales exhibicionistas, showseras, que van fluyendo con el algoritmo de turno: hoy es el tepuy, mañana es la guerra, pasado mañana es tomar parte en una pelea de farándula.


Plantear alternativas éticas consistentes a los hombres y mujeres de hoy no resulta nada fácil, aunque todos sabemos que escribir un tuit o publicar un post con frases morales, no nos hace ni mejores ni peores personas. La ética no va de eso sino, como diría Allen, de una búsqueda de toda la vida, para responder personalmente a los otros con la mejor voluntad de renunciar a todo interés egoísta.

Alteridad y egoísmo son las dos opciones fundamentales que enfrenta el razonamiento ético. Aristóteles constató que el fin de la ética es la felicidad, y que ésta no consiste en llegar al estado de bienestar del animal sano, sino en vivir según la razón. Para Kant, la vida racional se enfrentaba a un terrible dilema, que consistía en la experiencia de que mientras más se empeñaba la razón en la búsqueda de su propia felicidad y disfrute, más infeliz se era; hasta el punto de llegar a la misología (odio a la razón) por ser la responsable de cargarnos con más trabajos que felicidades, hasta terminar envidiando a quienes viven del mero instinto natural, sin conceder a la razón ningún influjo sobre la conducta; argumento que contradice a Aristóteles pues nos retrotrae al objeto de felicidad del animal sano.

De ahí que el principio de la alteridad constate que el bien por excelencia de la persona humana consiste “en el encuentro generoso, gratuito y de reconocimiento mutuo con el otro”, y es aquí donde las virtudes son las protagonistas de un planteamiento moral en primera persona, pues ellas, además de ser hábitos de conducta que perfeccionan la propia existencia de cada individuo, también facilitan la convivencia humana. Construyen el ethos virtuoso forjador del bien común.

La virtud constituye la base de la relacionalidad plenamente humana. Su ejercicio es posible gracias a la libertad que actúa guiada por la razón y movida por la voluntad. A la virtud de la prudencia los griego la denominaron “auriga virtutum” por ser el primer hábito racional y libre que dispone a la persona a querer obrar bien aquí y ahora. Hablaban también de otras virtudes cardinales como la fortaleza, la justicia y la templanza que regulan las relaciones con las personas y demás bienes placenteros.

Del ejercicio de las virtudes depende el saber orientar la política hacia el bienestar de los ciudadanos, actuar con magnanimidad, sin la “estrechez nacional y la miopía que antes abundó”, y sabiendo “curar pronto los males que se reconocen con antelación” (Mibelis Acevedo).

En definitiva, la tarea sería recuperar la única reflexión ética posible y real, la de la primera persona, guiada por el principio de alteridad, como el mejor antídoto contra toda forma de egocentrismo, personalismo, prepotencia y exterminio de la pluralidad. La opción fundamental que planteara hace siglos el mismo San Agustín: el amor al prójimo hasta el desprecio de sí, o el amor a sí mismo hasta el desprecio del prójimo.

Mercedes Malavé
mmmalave@gmail.com
@mercedesmalave
@mercedesmalave
Directiva de Unión y Progreso
Venezuela

CARLOS RAÚL HERNÁNDEZ: DESGRACIAS INEVITABLES

La historia chilena está llena de dolorosos naufragios para convertir el país en un régimen colectivista, y en el penúltimo la Democracia Cristiana apostó a un golpe de Estado creyéndolo efímero. De ahí nació el gran drama del que “todos somos culpables”, como espetaría el Príncipe ante la muerte de los amantes de Verona. Pero gracias al triunfo del sentido político, vino la concertación entre esos culpables, socialcristianos y socialistas. Luego de 17 años de horror retornan la democracia, la paz, el progreso, y convierten a Chile en la estrella más brillante de Latinoamérica, que ingresa en el club de los países desarrollados. Alguien dice que “estudiar la historia no sirve para nada, porque la humanidad está condenada a cometer siempre los mismos errores”. Eso lo suscribe el ataque de anacronismo que le sobrevino al Presidente Gabriel Boric, al marcar su arranque con dramática y malhadada frase de Salvador Allende y una ridícula pirueta de desprecio al presidente constitucional saliente.

“Por lo mientras”, diría un mexicano, los chilenos dejaron cesante el Estado de Derecho, delegado a una enloquecida “constituyente”, la nueva vía revolucionaria, tal como anuncia Petro para Colombia. Bien por Boric, parece que olvidó la insólita tirria a los fondos de pensiones, pero en vez de pensar en el salto tecnológico, científico, educativo y económico que requiere su país, pone un ingenuo y aberrante énfasis en fracturar la sociedad en base a políticas “identitarias”, el fascismo del siglo XXI, que hoy no tienen como bandera la “igualdad”, como aprendimos con la revolución francesa, sino la “diferencia”. En septiembre de 1970, Allende obtiene la presidencia por votación en el Congreso, luego que en los comicios populares ningún candidato obtuviera mayoría calificada. En Chile la izquierda desde los años 30 creó varias efímeras repúblicas socialistas con personajes apasionantes, dignos de Hollywood. Luis Emilio Recabarren funda el Partido Obrero Socialista en 1912, cinco años antes de la Revolución Bolchevique.

En 1932 el Comodoro Marmaduke Grove crea su “república socialista” por un pronunciamiento de facto que apenas dura 12 días. En 1938, en la política de los frentes populares stalinistas, la izquierda gana las elecciones con uno de los personajes más extraños del continente, Pedro Aguirre Cerda, cuyo filonazismo y filosovietismo al mismo tiempo preocupan a Gabriela Mistral, su íntima amiga. La izquierda vuelve a triunfar en los comicios de 1946 con Gabriel González Videla, quien una vez electo, abandona el barco revolucionario, y por ello Neruda le dedica uno de los poemas más demoledores y menos poéticos de la lengua en Canto General. (“Triste clown, miserable mezcla de mono y rata, cuyo rabo peinan en Wall Street con pomada de oro/ no pasarán los días sin que caigas del árbol y seas montón de inmundicia evidente/que el transeúnte evita pisar en las esquinas”.) Allende obtiene la primera minoría en los comicios y la Democracia Cristiana votó a su favor en el Parlamento.

No hacerlo, dicen expertos como Joan Garcés, hubiera podido precipitar la guerra civil. Tenía fuerte apoyo en las propias bases socialcristianas, permeadas por los planteamientos socialistas, y en las fuerzas armadas. Después de tres años de un gobierno entrópico con acelerado deterioro institucional y económico, y la demencia subversiva de la Unidad Popular, crean ambiente para el golpe. Las políticas estatistas conducen inmancablemente a la ruina. Allende actuaba con “el escudo de la constitución”, pero la Unidad Popular estimulaba el vandalismo. La triste historia de las “transiciones”: tomas de fincas, caos urbano, ocupación de fábricas de botones, inflación, desempleo, devaluación, fuga de divisas, insultos y ruina para los productores, atracos revolucionarios a los bancos. El Partido Socialista fragmentado en tendencias desde la derecha hasta ultra izquierda, que andaban cada una de su cuenta. Así la disidencia socialcristiana del MAPU y los extremistas (siempre ellos) que no eran de la Unidad Popular, -MIR, Izquierda Cristiana y VOP-, adherían “la causa” desde fuera para radicalizarla.

El triunfo de Allende y el golpe de Estado fueron desgracias, desgracias inevitables. El pinochetazo fue incansablemente buscado por todos los factores, porque la cordura había huido. Los radicales, siempre estúpidos, querían la “confrontación final” para que el pueblo derrotara al ejército. A una sugerencia ingenua de Regis Debray sobre “movilizar a las masas”, Allende responde “¿cuantas masas hay que movilizar para detener un tanque?”. En los cinturones industriales donde la clase obrera “detendría el golpe”, “armaban” los trabajadores con revólveres y escopetas para dar la batalla decisiva contra el ejército. Pinochet dio el zarpazo cuando el caos disolvió la fuerza de Allende en el aparato militar y pudo asumir el control pleno. “Pobre Augusto: ya deben haberlo matado”, dijo Allende en medio del putch condolido de su Ministro de Defensa, que lo encabezaba. El otro gran responsable ante la historia fue el secretario general de los socialistas, Carlos Altamirano, quien el 9 de septiembre le retira el apoyo del partido al presidente. Esa fue la señal para el golpe.

Carlos Raul Hernandez
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Venezuela