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viernes, 22 de enero de 2021
ACTUALIZACIÓN DE EL REPUBLICANO LIBERAL DIARIO DE OPINIÓN, http://elrepublicanoliberalii.blogspot.com/ SÁBADO 23/01/2021
OFELIA AVELLA, EXPERTOS EN HUMANIDAD
Iniciamos
un año incierto, en medio de muchas dudas sobre nuestro futuro rumbo. Es lógico
que sintamos que estamos lejos de la modernización que han logrado otros
países, pero ser testigos de tantas iniciativas y capacidad de lucha en muchos
venezolanos, debería llevarnos a pensar que nuestras circunstancias nos brindan
la oportunidad de ser expertos en humanidad. Hay cosas que no se aprenden en
los libros, sino en la vida misma: esa otra escuela que, a la larga, da otro
tipo de título. En tiempos como estos, en los que se nos puede imponer que el
país es un tremendo fracaso, nos haría mucho bien reflexionar sobre qué
fortalezas concretas tenemos, qué otras podemos adquirir y en qué podríamos
hacernos “expertos” precisamente en virtud de las circunstancias que vivimos.
La
experticia de la que hablo tiene que ver con el hecho de ser “más humanos”: más
conocedores del corazón del hombre (empezando por el nuestro). En el país hay
experiencia de mucha violencia, pero también la hay de solidaridad. Hay muchos
“pequeños redentores” (Ignacio Larrañaga) asociándose por amor a iniciativas
que buscan ayudar a los que más lo necesitan. Sabemos bien que llevando comida
a quienes no pueden adquirirla; un poco de compañía a quien está solo o una
rudimentaria atención médica a quien está enfermo no “resolvemos” propiamente
nuestros grandes problemas, pero pienso, sin embargo, que es así como se abre
el camino de la esperanza. Es nuestra vía para advertir que somos
interdependientes.
El
realista, dice Gabriel Marcel, está abierto a lo que las circunstancias le
ofrecen. Por enfrentar la realidad cruda y desnuda de artificios, se adiestra a
estar disponible y dispuesto a dejarse tocar por los acontecimientos, por las
personas, por toda llamada concreta que hace la vida. Solo se “espera” lo que
no se posee; por eso la esperanza tiene que ver muy directamente con la
apertura a lo real: no a lo que yo tengo en mente a priori, pues “lo mejor” que
cabe esperar es un don que se otorga a quien se abre desde la nada (desde la
desposesión). De aquí que la esperanza, la verdadera (la que no radica en
esperar bienes efímeros), exige intimar con lo real patente: con lo que de
verdad es y con lo que de verdad somos.
Esto
real, en el país, son todas las carencias con que nos enfrentamos día a día;
todas esas limitaciones que no podemos ocultar. Es lo que no se elige, sino lo
que sencillamente es. En medio de nuestras caóticas circunstancias nos cruzamos
día a día con personas, pues eso es lo que hay en una sociedad. Es lo que ante
todo se pone de relieve en una desestructurada, como la nuestra, muy parecida a
una de posguerra. Por eso pienso que nuestra más profunda oportunidad es la de
ser más interiores y espirituales: personas con un hondo sentido de la vida; de
lo esencial; de lo que sustenta todo lo efímero.
En
el mundo espiritual, las cosas mínimas coinciden con las máximas (Nicolás de
Cusa); por eso, ante la destrucción que evidenciamos sí cabe esperar un futuro
distinto, una especie de exaltación, pero solo desde la reconstrucción de nuestras
intimidades: núcleo en el que anidan “todas las potencialidades” (Ignacio
Larrañaga); esas de las que nacerá el país que anhelamos. Si a este hundimiento
llegamos por ser una sociedad débil y tal vez superficial, de esto podremos
salir más fuertes y profundos, si nos atrevemos a ser realistas.
La
experiencia de solidaridad nace de una connaturalidad con las circunstancias
del otro, pues cuando se sufre y se ama, se entiende el dolor quien es como yo.
Situaciones como la nuestra nos invitan a trascender, a abrirnos al prójimo, y
solo en la apertura nace la esperanza, pues esta dice relación a lo que no se
tiene y se recibe, por tanto, como un regalo. Podría decirse, de alguna manera,
que la esperanza viene de afuera; no nos la auto-concedemos: brota en nosotros
como una convergencia de la apertura y el don. El hambre de trascendencia, de
un amor más alto, es una exigencia real de nuestra intimidad, pero sin apertura
a lo real, no hay gracia: porque esta se regala a quien sabe que no la tiene.
Por
eso, si queremos un mejor país, debemos empezar por trascendernos a nosotros
mismos, pues del ostracismo solo deriva la desesperación, la frustración
existencial y la tristeza. La conexión con el prójimo, con ese que sufre lo
mismo que yo, moviliza a actuar porque nos implica con la realidad y de este
contacto nace la esperanza: la confianza en que los cambios son posibles.
Nuestro desastre oculta, en lo más íntimo, grandes potencialidades.
Veo
este tiempo como una oportunidad para ser más realistas, porque como dice Marcel, «el pensamiento está
ordenado al ser como el ojo a la luz» (Ser y tener) y en nuestro entorno, lo
que es brilla: es inocultable. El desierto, esta especie de tierra talada en
que vivimos, es una llamada a descubrir el “yo” más íntimo; ese algo divino en
el rostro del otro y tras ellos, ese amor más grande que nos sostiene. Así,
aunque necesitamos de medios materiales, nuestra situación actual nos ofrece la
oportunidad de experimentar (desde las carencias) que el verdadero sufrimiento,
como decía Viktor Frankl, es el de una vida sin sentido; el de una vida que no
logra orientarse bien por desconocer cómo lograrlo. Los bienes materiales son
medios y consecuencias: nunca fines en sí mismos.
La
experiencia de la propia limitación (física y psicológica) hace bien al alma,
porque en momentos así, de impotencia, sentimos también, paradójicamente, un
hambre de infinitud que no sabemos discernir de dónde nace. Es un buen tiempo
para descubrir que no es humillante pedir ayuda al cielo, pues en la debilidad
se manifiesta la fuerza de Dios; experiencia necesaria para que nuestra
política se torne en “existencial”: en una actividad mucho más profunda y de
envergadura; capaz de ofrecer a los venezolanos un futuro con contenidos
hondos: que den ganas de vivir y trabajar, por nosotros y la próximas
generaciones.
En
su libro Homo viator, Marcel cita a Gustavo Thibon, quien alude a la necesidad
de crecer hacia dentro, en vida interior, para encontrar el verdadero
significado de nuestros esfuerzos diarios: “te sientes constreñido. Sueñas
evasión. Pero defiéndete de los espejismos. Para evadirte no corras, no huyas.
Más bien excava este lugar estrecho que se te ha dado: allí encontrarás a Dios
y todo. Dios no flota sobre tu horizonte, duerme en tu espesor. La vanidad
corre, el amor excava. Si huyes fuera de ti mismo, tu prisión correrá contigo y
se estrechará con el viento de tu carrera: si te adentras en ti mismo, ella se
ensanchará en paraíso”.
En
breve, lo que no se posee se nos entrega como un regalo después de invitarnos a
la personal donación. De esta apertura a la realidad nace la esperanza.
ofeliavella@gmail.com
@ofeliavella
@ElNacionalWeb
Venezuela
CARLOS BLANCO, EL PODER ESTÁ EN TODAS PARTES
2.-
En este primer informe, titulado “Esto es Venezuela, entre la estabilización y
la amenaza de un Estado en disolución”, abordamos un tema crucial que sostiene
que a “diferencia de períodos previos de la historia en los que las Fuerzas
Armadas eran factor preponderante en la sociedad venezolana; en la actualidad
son las redes ilícitas, junto con los actores externos estatales y no estatales,
el nuevo centro de gravedad del poder y quienes mantienen al régimen de Maduro
al mando”. Esta situación genera una fragmentación y posterior articulación del
poder. Como allí afirmamos, “el poder en
Venezuela está compartimentado en una compleja y entramada red militar,
política y criminal, que actúa como sistema de disuasión, propaganda y
represión, y tiene como uno de sus objetivos impedir la acumulación de una masa
crítica interna que conduzca a un cambio de régimen, a pesar de que más de 80% del
país desea la salida de Nicolás Maduro y su entorno del poder”.
3.-
En un autoritarismo tradicional, el poder está organizado en las instituciones
del Estado aunque apele a instrumentos paraestatales. En el caso venezolano hay
una confluencia del “crimen organizado transnacional, las redes terroristas
globales y otras amenazas transregionales” que “utilizan al país como centro de
operaciones logísticas para su beneficio… Los actores ilícitos globales y la
tiranía de Maduro, mediante la conformación de un canal basado en recursos
provenientes de economías criminales (narcotráfico, minería ilegal,
contrabando), facilitan el uso de herramientas de conflictos asimétricos que
tienen como objetivo expandir su área de influencia y asegurar la permanencia
de la tiranía en el poder”.
4.-
Así se constituye un nuevo tipo de poder. El tradicional es un poder
estructurado, ejercido desde instituciones y con fundamentos legales que, en el
caso de las dictaduras, se acomodan a conveniencia. Este nuevo poder es un
“Sistema Adaptativo Complejo” que funciona en forma de redes interconectadas,
ejercido desde múltiples nodos de gran plasticidad, cada una con sus jefes que
se contraponen, equilibran y coordinan en caso necesario. En cada espacio hay
varias de estas redes interconectadas que actúan bajo el comando de algún
militar de la causa, algún jefe político o jefe de banda paramilitar.
5.-
El núcleo básico de organización lo proporciona la estructura militar: las
REDI, las ZODI y las ADI. Las Regiones de Defensa Integral son ocho, las Zonas
Orgánicas de Defensa Integral coinciden aproximadamente con los estados y las
Áreas de Defensa Integral aproximadamente con los municipios. En estas últimas
se da la confluencia entre la estructura “oficial” militar y los cuerpos políticos
y paramilitares (colectivos, guerrillas, bandas de narcotráfico y de
explotación minera) que tienen sus propios comandos, aunque obedecen a la
estrategia de “defensa integral” del régimen.
6.-
Esta estructura tiene autoridades plurinacionales; en ellos coinciden
venezolanos, cubanos, rusos, iraníes y otros colaboradores de la tiranía, cuyo
objetivo es el mantenimiento del comando y control, así como el diseño de
operaciones domésticas y externas con tal propósito. Hay un sistema de
equilibrios importante en el cual se ponen a competir –y de ser necesario se
anulan entre sí– las ramas de la represión; por ejemplo: Guardia Nacional vs
Ejército; Sebin vs Dgcim; Policía Nacional vs policías regionales, FAES vs
Cicpc, entre otras rivalidades.
7.-
Como se observa, es un dispositivo de alta complejidad; si no se le entiende,
no se le puede combatir; menos aún si no se consideran todas las capas que lo
constituyen y de la cual la represiva es solo una de ellas. Estos temas son los
más relevantes para entender de qué va una corporación criminal en el poder.
carlos.blanco@comcast.net
@carlosblancog
Venezuela
TRINO MÁRQUEZ, EL BUEN INICIO DE LA ERA BIDEN
Su
discurso de toma de posesión se colocó en esa línea. Había quienes esperaban
que se refiriera a los grandes problemas del planeta en la actualidad. No fue
así. Dada la situación existente en Estados Unidos desde algunos meses antes de
las elecciones de noviembre, el nuevo Presidente de Estados Unidos tenía que abordar, a partir de una visión
general y estratégica, la compleja encrucijada en la que se encuentra la sociedad
norteamericana. Así lo hizo.
Trump
deja un país dividido y polarizado, en el cual el 6 de enero hubo un intento
fallido de golpe de Estado. Deja una sociedad enrumbada hacia una eventual guerra civil. Allí existen más armas de fuego
que población, muchas de las cuales se encuentran en manos de ese sector
que simpatiza con el expresidente,
precisamente el más agresivo y belicoso. Washington fue militarizada para la
transmisión de mando. Parecía una ciudad en guerra. En ese ambiente erizado,
las palabras del nuevo mandatario tenían que dirigirse a desactivar la bomba
solo mata gente colocada por Trump en los cimientos del sistema institucional.
Biden
dijo en su discurso inaugural: “prevaleció la democracia”. “Querían expulsarnos
de El Capitolio, pero no pudieron”. En efecto, fue así. Luego de un breve
parpadeo de algunas de las figuras más importantes del Partido Repúblicano,
estos recompusieron sus planos e hicieron prevalecer los intereses de la
democracia en un Estado federal tan complejo como el estadounidense. Mike Pence
-el vicepresidente, tratado siempre como segundón por el empresario convertido
en jefe de Estado- se le insubordinó en el momento preciso. Se negó a
desconocer la decisión de los colegios electorales que habían ratificado la
victoria inobjetable de Biden. El líder de la mayoría republicana en el Senado,
Mitch McConnell, también se distanció de Trump en el momento crucial. Ahora lo
señala como instigador de los bochornosos hechos ocurridos en El Capitolio. El
ala más moderada de los republicanos decidió no acompañar al presidente
saliente en esa aventura tan temeraria y peligrosa como era descalificar los
resultados de las elecciones del 3 de noviembre. Prevalecieron los intereses
nacionales sobre la insensatez de un megalómano, que no sabe cómo manejar la
frustración, y anda por la vida tratando de imponer su criterio sobre la
opinión de la mayoría.
Insistir
en la importancia de la “unidad nacional” estuvo entre los hilos conductores de
la alocución de Biden. Su diagnóstico fue breve, preciso e inapelable. La
sociedad norteamericana solo ha estado cohesionada durante períodos muy breves.
Luego de finalizada la Segunda Guerra Mundial. En algunos momentos de la Guerra
Fría, especialmente cuando la Crisis de los Misiles en octubre de 1962. Sin
embargo, la nota dominante ha sido la división entre blancos y negros; entre el mundo rural y el mundo
urbano; entre inmigrantes y nativos; entre quienes se apañan con la
globalización y quienes creen en el nacionalismo a ultranza. Trump subrayó
estos contrastes. Los alimentó. A la población negra la despreció y agredió.
Esa fue una de las causas fundamentales de su derrota. Ahora a Biden le
corresponde curar las heridas que las fracturas han provocado, como él mismo lo
señaló en sus palabras. Tiene que recomponer la nación, no a partir de esos
pedantes y odiosos slogans Make America Great Again o America First, sino del
reconocimiento de que Estados Unidos se
convirtió en un país segmentado, atravesado por desigualdades y contradicciones
enormes, que ponen en peligro la posibilidad de emprender proyectos
nacionales de largo alcance.
Ahora,
habrá que ver cuáles son las primeras medidas que Biden anuncia con relación a
América Latina y a Venezuela. Por ahora, la oposición ha sido muy bien tratada.
Juan Guaidó fue reconocido como líder por Anthony Bliken, el nuevo Secretario
de Estado; y Carlos Vechio estuvo presente en el acto de juramentación,
invitado por el nuevo Presidente.
El
discurso de Biden no estuvo dirigido al mundo. No fue urbi et orbi. Se centró en la reconciliación, la lucha
contra los enemigos de la democracia y los factores que conspiran contra la
unidad nacional. Todo su esfuerzo, dijo, estará colocado en rehacer la unidad
de Estados Unidos. La crisis desatada por la Covid-19, inevitable de tratar,
fue tocada tangencialmente. Ya vendrán los anuncios.
¡Qué
bueno ver de nuevo a un político profesional de larga y probada trayectoria
asumir la presidencia de Estados Unidos! Los forasteros autoritarios y
megalómanos solo causan grandes daños a los países que gobiernan.
trino.marquez@gmail.com
@trinomarquezc
Venezuela
JOSÉ RAFAEL HERRERA, LA LÓGICA DE LA PERVERSIÓN
Como
ha afirmado Gramsci –no la representación del deformado santón de las consignas
superficiales, mártir de los usos y abusos a conveniencia del trasnocho
gansteril, ni el Chucky, figurado monstrito perverso y maquinador que se
imagina el conservatismo de fanfarria, desteñido, constipado y estirado, sino
el filólogo y filósofo, lector de Labriola, Croce y Gentile, el brillante
académico de la universidad de Torino y distinguido político antifascista–:
“Quien habla solamente en dialecto o comprende la lengua nacional en distintos
grados, participa necesariamente de una concepción del mundo más o menos
estrecha o provinciana, fosilizada, anacrónica en relación con las grandes
corrientes que determinan la historia mundial. Sus intereses serán estrechos,
más o menos corporativos o economicistas, no universales. Si no siempre resulta
posible aprender más idiomas extranjeros para ponerse en contacto con vidas
culturales distintas, es preciso, por lo menos, aprender bien el idioma
nacional. Una cultura puede traducirse al idioma de otra gran cultura, es
decir, un gran idioma nacional históricamente rico y complejo puede traducir
cualquier otra gran cultura; en otras palabras, puede ser una expresión
mundial. Pero con un dialecto no es posible hacer lo mismo”. Se trata de una
frase que no solamente permite comprender la relación entre lenguaje y cultura,
sino, además, el significado más hondo de la pobreza espiritual que puede
llegar a afectar a toda la sociedad.
Qué
significado puedan tener expresiones como democracia, razón, libertad,
independencia, ética o paz, por ejemplo, depende en gran medida de la capacidad
que tenga la población de “traducirlas” correcta y adecuadamente, es decir, en
un sentido no “estrecho” –mezquino– o “provinciano”, como observa Gramsci, sino
en su significado universal, el cual solo puede ser universal en tanto y en
cuanto se corresponda con el devenir de la historia concreta. En este sentido,
también las formas universales abstractas son un modo provinciano de concebir
lo universal. Es una representación “mala” –de mala calidad, como dice Hegel–
de lo universal. Una totalidad exenta de partes no es una totalidad, es una
parte. Y lo mismo sucede con un universal que carece de particularidades: no es
un universal. Es, en todo caso, una particularidad con pretensiones
universales.
La
instrumentalización del lenguaje es una de las mayores conquistas de la
racionalidad técnica que deriva directamente de la reflexión del entendimiento
abstracto. En la medida en la cual el lenguaje de una sociedad va perdiendo sus
referentes, sus contenidos histórico-culturales, su ethos, ésta se va haciendo
cada vez más abstracta, más dependiente y pobre. Se puede medir la pobreza
espiritual de una determinada formación social por medio de la constatación de
la pobreza de su lenguaje. Una población pobre de Espíritu es una población
fácilmente manipulable, dominable, heterónoma, triste, impotente. Debe recurrir
a la evasión de la realidad “por otros medios” para poder soportar el peso de
sus incontestables desdichas. Es, en una expresión, una población signada por
la irracionalidad. No es que “la razón” se encuentre de un lado y la “sin
razón” del otro. Para el gansterato, lo mismo que para sus distintos, “el lado correcto
de la historia” es el “suyo”, cabe decir, el de cada posición correspondiente.
Este es el modelo característico de la racionalidad instrumental que se vende
como “ciencia”: la pobreza constitutiva, inmanente, de la razón ilustrada. No
hubo mayor acto de “racionalidad” –desde el punto de vista de la perspectiva
fascista, que ya había devenido lenguaje oficial del pueblo alemán– que la
llegada al poder del Führer. Y fue así como la suprema razón, decretada por la
Ilustración, terminó produciendo la abominable irracionalidad de Auschwitz. La
ficción de la razón instrumentalizada consiste en el hecho de presentarse como
la gran tabla de salvación frente a la irracionalidad, ocultándola en sus
entrañas. La irracionalidad inherente al gansterato chavista –y la pobreza que
está obligada, tanto material como espiritualmente, a imponer como “cultura”–
es hija legítima de una racionalidad y de un lenguaje absolutamente vaciados de
contenido, meramente formales, técnicos, metodológicos, instrumentales, publicitarios.
Sus “modelos” y sus “políticas”, lo mismo que sus continuos “motores” –todos
ellos, chatarra efímera, cohetones de un instante que se repite sin cesar–, se
sustentan en una “razón” que no solo no es racional sino que se tiene que
imponer por medio del miedo y de la más brutal violencia y represión, en nombre
de los “sagrados principios” de la “razón de Estado”.
jrherreraucv2000@gmail.com
@jrherreraucv
Venezuela
ANTONIO J. MONAGAS, LAS MANCHAS DE LA HIENA
Existen
distintas leyendas que cuentan cómo la piel de muchos animales, cambió. No sólo
de color. También de textura y consistencia. Hay una leyenda que,
particularmente, habla de un cóndor, de gigantesca envergadura, que invitó a
una hermosa y educada hiena a una fiesta en lo más alto del cielo. Era una
hiena de un plácido color blanco marfil. Para llegar rápido y seguro, el cóndor
debía llevarla agarrada de sus enormes y seguras garras.
Algo
dudosa, pero emocionada por la atracción que generaba tan seductora invitación,
la inquieta y risueña hiena terminó aceptándola. Aunque no tenía idea del lugar
del cielo al que podría ir. Imaginó que sería el que quedaba arriba de su
sabana. Pero no fue así. La parte a la que refería la invitación, era más
lejana.
El
motivo de la invitación, era una celebración cuyo acto central consistía en un
sacrificio para rendir pleitesía al Astro Sol. Y el pensado del inmenso cóndor,
era sacrificar a la bien portada hiena. Pero ésta advirtió la treta y se dio a
la fuga antes que los asistentes notaran su presencia. Esto facilitó la
escapatoria.
Debió
sobornar a un guardia que celosamente, cuidaba que nada arruinara su trabajo.
Fue el momento para que, a cambio, el centinela le pintara rayas a la bonita
hiena. Más por la envidia del color que poseía, que por otra razón.
A
partir de entonces, quedó feamente manchada. Tanto su especie como otras
especies animales, debieron pagar el atrevimiento de la hiena. Esta, por
frívola, curiosa y cándida, hizo que el inexorable destino aplicara aquella
sentencia que reza: “justo por pecadores”.
¿Dónde
la política se hizo del problema de la hiena?
Es
exactamente el problema que salpica al mundo de la política. Por culpa de algún
imprudente, que siglos atrás cometió el mismo exabrupto de la hiena.
Hoy
en día, quienes ejercen el oficio de la política, son sospechosos de
corrupción. En cualquiera de sus opciones o niveles de intromisión,
intervención o dedicación. O sea, son individuos manchados, curtidos,
estampados o señalados por causa del hecho en cuestión.
Generalmente, son personas sin la preparación necesaria para ejercer la política. O bien, formadas en andanzas de calle o de pasillo. O porque están sedientos de poder para satisfacer vicios reservados. O rebeldías estancadas. Son casi siempre, personas carentes del conocimiento que demanda la gerencia política. Muchos con resentimientos acumulados. Soberbios de personalidad. Con ínfulas de militar irreverente. O con deseos de embucharse económicamente a como dé lugar.
Y
esta situación la acusa la clase política, con escasa excepciones,
indistintamente de la ideología política a la que se acoge. Embarga por igual a
unos y a otros. Estos problemas recaen sobre cualquier grupo o factor político.
Podría inferirse que las crisis que padece todo ejercicio de política, resultan
de causas que por igual son múltiplos del mismo divisor.
Las
diferencias entre adversarios, no estriba tanto en discursos de promisorias
ofertas, como en el estilo que marca el ejercicio político demostrado. Bien
porque se asocian con estamentos que detentan una mayor o menor capacidad ante
el manejo político de la incertidumbre. O porque se vinculan a instancias más o
menos aprehensivas de las realidades en las que se suscribe el accionar
político.
Por
rivales que estos actores políticos puedan ser o parecer, siempre se
encontrarán con dificultades bastantes semejantes. No sólo de naturaleza
económica y social. También de razón política.
En
el fragor de tan complicada situación, la discrepancia reside en que unos
pueden sumarle o restarle algunos conocimientos o experiencias. Y de suceder,
es posible que no se opere cambio alguno en la esencia del problema.
Por
eso, el prolegómeno de esta disertación partía de la explicación que marca la
diferencia de los animales antes y luego del diluvio. La leyenda de la hiena
que sufre el manchado de su piel, vale para evidenciar los problemas que su
imprudencia le marcó a ella y a su especie.
El
hombre, “animal político”
Esta
referencia, persigue ilustrar la racha de acusaciones que recae sobre el
politiquero. Por la silente complicidad que generalmente se da, no sólo, entre
miembros de un mismo grupo o partido político. También, entre pares políticos
de distintos movimientos o sectores políticos. Tanto de una tendencia, como de
otra.
Esto
ha devenido en una vertiginosa multiplicación de muchos conciliábulos
políticos. En todas las direcciones posibles. Es así como actúan sin prestar
mucha atención de las leyes y los límites que en medio de situaciones ambiguas,
esquivan fácilmente.
Estos
factores políticos, sus protagonistas, no se juegan otra cosa que no sea lo que
sus conveniencias demanden en cualquier instancia de poder. Más, cuando su
actitud de soberbia, lleva a hacerles creer que su superioridad está por encima
de todo.
La
desenfrenada rivalidad que pareciera fracturar sus complicidades, lejos de
desvincularlos como factores políticos, aglutina los esfuerzos de afianzarse a
razones que justifiquen su lucha por el poder político. A pesar de todo lo
arriba aludido, la teoría política ha hablado de la necesidad de consolidar las
capacidades políticas que apuestan al poder. Elevar la eficacia del ejercicio
político, es el objetivo. Pero esto se alcanza en situaciones donde el poder se
comparta. He ahí la dificultad. Justo es el detalle que no logra absorberse
como razón para superar en sana convivencia las diatribas que han deformado el
ejercicio de la política. Más aún, en realidades enredadas a consecuencia del
subdesarrollo que se padece.
Es
la razón para aducir el problema que sufrieron aquellos animales cuyo color
cambió. Incluso sus rasgos y modos de vida. Respecto de la hiena de la leyenda,
la naturaleza hizo que perdiera su color de principio. Su descendencia es
oscura. Además, rayada o manchada. Asimismo, carroñera, peligrosa y
depredadora. Y acá viene la analogía.
A
juicio de Aristóteles, el hombre es un “animal político” (zoon politikón). Lo
refirió así, al situarlo respecto de la dimensión política y social bajo la
cual vive. Sin embargo, su desprendida apetencia por poder político lo encamina
por rutas apartadas del civismo y la moralidad. Es ahí donde califican aquellos
politiqueros que no miden las consecuencias de sus actos. Sólo por el afán de
encajar en posiciones de poder.
Es
ahí donde es posible comparar la desesperación que despierta el poder, con la
actitud de la hiena. Y tanto como existen ciudades infectadas de animales
indóciles por su condición salvaje, asimismo existen realidades contaminadas
por politiqueros insaciables de poder. Hombres manchados por un poder corrupto
que corrompe. Comportamiento éste que ha asemejado el politiquero con la hiena.
Caso inspirado en el problema que caracterizó la condición de carroñera, cruel
y depredadora suscitada a consecuencia de lo que causó que aparecieran las
manchas de la hiena.
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
Venezuela
JESÚS ELORZA, UN NUEVO 23 DE ENERO
Su hijo Juan, siempre lo escuchaba con mucha atención
sobre el desarrollo de esos acontecimientos y, a partir del 2002, comenzó a
relacionar los acontecimientos políticos, económicos y sociales que vivía el
país con la dictadura perejimenista.
Una mezcla de presente y pasado despertó en él su
imaginario pensamiento para vislumbrar «un nuevo 23» que permitiese salir del
actual régimen dictatorial que detenta el poder.
En primer lugar, destacaba el símil entre el
plebiscito convocado por el gobierno el 15 de diciembre de 1957 y el proceso
electoral fraudulento realizado el 6 de diciembre del 2020 para elegir los
diputados a la ilegítima Asamblea Nacional. Ambos procesos, pensaba Juan, solo
buscaban perpetuar a un régimen dictatorial.
Luego, no podía dejar de pensar que el 1 de enero de 1958 se produce la primera rebelión castrense en contra de la dictadura. Aviones de la Fuerza Aérea Venezolana surcan el cielo de Caracas como parte de una asonada para derrocar al gobierno. La revuelta es sofocada y el régimen aumentó las acciones represivas de la Seguridad Nacional (policía política) contra militares y civiles. En su imaginario, Juan piensa en la acción de Oscar Pérez inspector del Cicpc que sobrevoló el cielo de Caracas en un ataque contra el ilegitimo TSJ.
Y en la actualidad, más de 250 militares se encuentran detenidos por «presuntas actividades conspirativas» y el Dgcim, FAES, PNB mantienen una política permanente de acoso y represión contra los miembros de las Fuerzas Armadas Venezolanas.
Viene a su memoria la Junta Patriótica que, el 3 de
enero, emite un manifiesto clandestino, invitando a la unión popular y militar
para restaurar la democracia en el país. Acción similar al llamado del
presidente legítimo del país, Juan Guaidó que, acompañado por el G4 de los
partidos políticos, hace un llamado a la unión del pueblo para lograr el cese
de la usurpación, un gobierno de transición y elecciones libres.
El 20 de enero se realiza la primera gran huelga
contra el gobierno de Pérez Jiménez: la huelga de los trabajadores de la
prensa, la cual se cumple a cabalidad. Desde la clandestinidad, la Junta
Patriótica convoca a una huelga general para el día siguiente.
El 21 de enero se produce la huelga general y en la
calle estudiantes y civiles se enfrentan a policías en diferentes lugares de
Caracas y el interior.
En la actualidad, prácticamente el país se encuentra
en un estado de huelga general, el Observatorio Venezolano de Conflictividad
Social (OVCS) registró un promedio de más de 1.500 manifestaciones mensuales en
todo el territorio nacional. La diferencia es que el movimiento huelgario no
tiene la organización y coherencia necesaria para plantearse la salida del
régimen y solo se encuentra limitada a la búsqueda de reivindicaciones
económicas o mejoras de servicios. Pero, cada día, se hace indetenible el
camino a la búsqueda de la superación del régimen dictatorial.
El 23 de enero, el pueblo en la calle logra la caída
de la dictadura, por eso Juan en su imaginario presente-pasado, mantiene una
firme esperanza en ver un amanecer de libertad y democracia con el surgimiento
de un nuevo 23.