domingo, 16 de enero de 2022

ACTUALIZACIÓN DE EL REPUBLICANO LIBERAL II: DIARIO DE OPINIÓN, http://elrepublicanoliberalii.blogspot.com HOY DOMINGO 16/01/2022


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HOY -  OPINIONES INTERNACIONALES Y NACIONALES - 16/01/20226

MIBELIS ACEVEDO DONÍS: CORAJE Y FINITUD


JULIO CÉSAR PINEDA: EL MÉTODO PINEAL Y SU FILOSOFÍA


ANTONIO JOSÉ MONAGAS: 2022: OTRO AÑO DE PREHISTORIA POLÍTICA

SIGFRIDO LANZ DELGADO: ¿SON GOMECISTAS NUESTRAS FUERZAS ARMADAS?



MIBELIS ACEVEDO DONÍS: CORAJE Y FINITUD

En era en la que, paradójicamente, el avance tecnológico cohabita con la embestida de credos que la modernidad había superado, la política también se vuelve botín del salto-atrás. Aquí y allá resurgen ideas mohosas, las señas de un tipo de liderazgo que luce más afín a dinámicas tribales que a la anónima y sana relación alentada por la institucionalidad democrática. Pasado, presente y futuro viven en gresca perenne. Novedosas plataformas de interconexión fraguan la utopía de la “democracia radical”, sin intermediarios; al mismo tiempo, afloran mitos que justifican las más atávicas heteronomías y agusanan el espíritu republicano.

La apelación al “coraje” de los políticos, por ejemplo, no es noción inmune a ese síndrome. Sacar la espada y aupar el revanchismo a veces parece valorarse más que ser sensato, dudar, consultar, mostrarse vulnerable, plantear fórmulas de acuerdo que involucren la participación plural y colectiva. El sentido útil, prudente e integrador de la política carece de “charm” para algunos. La figura del héroe trágico, silenciada oportunamente por el pragmatismo del siglo XX, reaparece para elevar el Fatum a categoría objetiva. Forjada en las candelas de la polarización, la gesta de tales adalides ha calzado perfectamente en las hormas reduccionistas de las redes. La democracia no avanza ni gana adeptos, advierte Freedom House. Un nuevo estado de consciencia, sí, marcado por la liquidez de los tiempos y el marketing de la neo-redención.

En 1841, por cierto, Thomas Carlyle afirmaba que los genuinos arquitectos de la historia eran los Grandes Hombres. Seres destinados a gobernar, faros cuyo ego trascendental y voluntad seducen a las masas y las vuelcan hacia sus ideas, reiniciando así los tiempos. El héroe político que Carlyle preconiza es un individuo empujado por la causa de los hechos, un “hombre capaz” dispuesto a dar su vida por aquello que cree verdadero. “La historia del mundo no es más que la biografía de los grandes hombres”, sentencia. Escamado ante el “siglo escéptico”, el XVIII, y ganado por la impronta del romanticismo alemán, lo llamativo es que no dudó en divorciar las obras del héroe de sus consecuencias a largo plazo. “¿Utilidad, influencia, efecto? Haga cada hombre a su labor; el fruto está al cuidado de otro, y no de él”.

¡Ah! No cuesta distinguir en esa separación entre decisiones y efectos cierta desestimación de la responsabilidad política. Casi una patente de corso para equivocarse ad infinitum, sin que ello implique obligación ética de rectificar. En tanto mártir potencial, “el héroe nunca se equivoca”, parece susurrarnos. En ese sentido, reconocer el error podría verse como una muestra de debilidad, el envés del socorrido coraje.

A ese fondeadero prepolítico, usado como cebo que atrae a los desencantados por las gestiones del liderazgo tradicional, retroceden aquellos que en Venezuela hablan de enmiendas, pero en los hechos siguen renuentes a cargar con el costo público de sus traspiés. Ajenos a la necesidad de perfilar una conducción que asuma sus limitaciones, impulse la cooperación, aprecie la veta de la ocasión y priorice la emergencia, están los que pudiendo dar al arrepentimiento un sentido práctico prefieren paralizarse, indignados, irreductibles. Y no ver más allá. Entretanto, la población se sume en la incertidumbre, la irresolución, las amenazas de todo pelaje.

¿Y si tras el despliegue de bravura lo que cunde, irónicamente, es miedo? Miedo a desdecirse, a no poder lidiar con los reclamos de coherencia que, es natural, surgen y seguirán surgiendo. Miedo a desagradar, a sufrir la presión de grupos de interés o a inhibir el apoyo de sectores que glorifican el “nunca” y demonizan los matices. Miedo a las honduras de la Parresía, la “palabra veraz”; a romper paradigmas auto-impuestos. A reconocer que la idea que sedujo por el aparente puente que le tendía al deseo, acabó siendo abismo.

A santo de esa reflexión sobre el coraje del político -en las antípodas del héroe romántico, que sólo debía lealtad a sí mismo- J.F. Kennedy escribía en 1956 “Perfiles de coraje”. Allí desgrana los casos de ocho senadores que, movidos por su sentido de responsabilidad con el nosotros, se atrevieron a desafiar la opinión de partidos y electores. La admisión de su propia falta -haberse abstenido en el Senado a la hora de censurar al promotor de la purga anticomunista, el republicano Joseph McCarthy- sirve a Kennedy de personal acicate. Consciente de que los extremos nunca se sentirán satisfechos, concluye que “el acuerdo no es sinónimo de cobardía”. El tiempo no resta fuerza a su afirmación.

Lejos de la primitiva intransigencia que trunca todo chance de evolución, nuestro país demanda la clase de coraje que permite transformar la indignación en movilización; que impele a articular visiones, espacios y metas. Esa discreta “heroicidad” de quien reconoce su humana finitud, seguramente rendirá más frutos que el frenesí que quien mucho abarca y poco, casi nada aprieta.

Mibelis Acevedo D.
mibelis@hotmail.com
@Mibelis
Venezuela

JULIO CÉSAR PINEDA: EL MÉTODO PINEAL Y SU FILOSOFÍA

El Pinealismo, más allá de la filosofía y la ciencia con la estimulación de la glándula Pineal y la producción de la melatonina y sus beneficios para la salud física y mental, responde a este nuevo planteamiento del hombre y su potencial desconocido en su permanente hacerse. Como lo señala Joe Dispenza, hay gente corriente haciendo cosas extraordinarias, no somos esclavos de nuestros genes y podemos trasponer las limitantes del espacio y tiempo. La respiración y la meditación nos facilitan la coherencia cerebral, pero también cardíaca; el entrenamiento de la glándula pineal con los ejercicios de quienes lo han realizado constatan que los pensamientos y sentimientos elevados producen cambios favorables al individuo, pero también a la colectividad.

Pinealismo: una filosofía, una ética, una ciencia y una praxis en la permanente la búsqueda de la felicidad y en la trascendencia del ser humano, especialmente en estos tiempos del Covid-19 y la crisis general que ha generado.

Como Método, para la estimulación de la Glándula Pineal y sus positivos resultados, se inició en Chile por la escritora y periodista Fresia Castro. Se ha extendido por toda América Latina. En Venezuela cerca de 6.000 personas de todas las edades y profesiones han realizado los entrenamientos y cursos correspondientes; todos dirigidos por la única especialista acreditada en nuestro país Maritza Rodríguez.

En el Aula Magna de la UCV fuimos testigos durante dos días de la credibilidad del método y de sus resultados positivos antes de la Pandemia. Los cursos y seminarios han continuado, ahora de manera virtual. En esa oportunidad, un sacerdote católico hizo una aproximación teórica a la dimensión religiosa del “Método Cyclopea de la Glándula Pineal”. Un médico explico la función que cumple la Glándula Pineal en la producción de la Melatonina, para el bienestar corporal y espiritual. La dimensión filosófica de lo que hemos denominado “El Pinealismo”, me toco desarrollarla dentro de los grandes sistemas Filosóficos con especial relación al Existencialismo y Estoicismo. Fue necesario referirnos a los conceptos tradicionales de los Presocráticos de Parménides y Herraclito, donde la síntesis es la permanencia del ser pero dentro del constante devenir. Igualmente, el idealismo de Platón porque hay que salir de la Caverna hacia la luz, donde está la verdad de la existencia. Con Aristóteles el Realismo de la vida diaria y el justo medio. Del maestro y predecesor de ambos, la referencia epistemológica del saber con la humildad de Sócrates al afirmar “el conócete a ti mismo”, “y yo solo sé que no se nada”.

Más allá de la biología molecular, de la neuro cardiología, y la física cuántica; el Método Pineal se inscribe en el humanismo tradicional con la proyección del estoicismo y el potencial propio de la filosofía existencialista, superando el tradicional racionalismo de la filosofía griega, medieval y del renacimiento que se cerró con Emmanuel Kant. La expresión más importante fue René Descartes, quien le asignó un papel especial a la glándula pineal por ser el vínculo entre el espíritu y la materia, entre el cuerpo y el alma. Pero Descartes no llega a valorar el papel de los sentidos y las emociones revalorizados en el existencialismo y lo que fue el pensamiento oriental en el budismo y taoísmo chino.

Con la afirmación de Sartre, de que la existencia precede la esencia, reafirma el planteamiento de la fenomenología que se había iniciado con Edmund Husserl y que gracias a Arthur Schopenhauer nos vinculó con la filosofía oriental. La fenomenología fue una reacción frente al racionalismo y una nueva dimensión del individuo. Lo que importa es la manifestación del ser, más que el noúmeno Kantiano o las ideas innatas o inclusive la razón; lo importante es el ser en lo que es, en sus manifestaciones y en su potencialidad. Más adelante, el alemán Martin Heidegger en su obra “ser y tiempo” desarrolló este nuevo planteamiento con la presencia del ser en la existencia. El “dasein” es “estar ahí.” Es la necesidad de ir más allá de las cuestiones abstractas para hacer filosofía de la realidad. Lo importante es el ser en lo que es, el estar allí presente.

Cristofer André, médico, psiquiatra y psicoterapeuta ha popularizado en Europa la práctica de la meditación personal y colectiva. Hace énfasis en las exploraciones científicas de las últimas décadas y los estudios del binomio: corazón y cerebro. El espíritu necesita entrenamiento como el cuerpo físico. Hemos asistido a experiencias de este tipo de meditación en Universidades y centros cívicos, donde además del trabajo que realiza Cristofer André esta también el del monje budista Matthiu Ricard. Hemos leído sus libros, y recomendamos ¨el arte de la meditación¨ y ¨la defensa de la felicidad.

En la Guerra de la Galaxias y su realidad cuántica y existencial, vemos la escena cuando Luke Skywalker llega al planeta del maestro Yoda, y Luke se va a un bosque como parte de su entrenamiento y le pregunta a su maestro: "¿qué me voy a encontrar?" sin dudar y de forma taxativa el maestro le responde: "lo que llevas contigo." En esa oportunidad, así nos sentimos en este encuentro universitario.

Julio César Pineda
Jcpineda01@gmail.com
@ElUniversal
@jcpinedap
Venezuela

PEDRO ELÍAS HERNÁNDEZ: UNA FORMA DE LEER BARINAS

Por alguna razón antropológica, sociológica, cultural -o por todas ellas en conjunto- los venezolanos somos poco proclives al culto por muertos notables, esos que suelen ser el origen de mitos y alimento de leyendas. Más allá de la superstición o la superchería que siempre existe en ciertos nichos sociales, en nuestro país no hay la poderosa atracción hacia la muerte o el inframundo, que sí existe en otras sociedades como la mexicana, o la adoración de personas fallecidas de destacada vida pública, como es el caso de Argentina. La única excepción es la merecida veneración hacia José Gregorio Hernández, y eso por su milagroso poder de sanación asociado a la fe que concita su figura entre millones de venezolanos.

La religión civil en la que algunos pretenden convertir al bolivarianismo, no posee el peso ni el arraigo entre la población venezolana que se le atribuye. El culto a Simón Bolívar siempre ha sido usado por los gobiernos de turno durante nuestra vida republicana y desde luego ha tenido gran influencia en el ámbito castrense, por su condición de héroe militar. Pero, en el mundo civil, no es más que un respetuoso, solemne, pero simple saludo a la bandera.

El oficialismo o el chavismo en el poder, tan riguroso en su manejo estratégico, cometió un grave error al creerse el mito que ellos mismos crearon alrededor de la figura de Hugo Chávez. Magnificaron sin necesidad lo ocurrido en las elecciones de Barinas, devenida en suerte de tierra santa para la revolución, y han recibido un revés electoral mucho más contundente que el que experimentaron en noviembre pasado.

Luego del error cometido en la entidad llanera, la capacidad de rectificación se hizo presente, aunque -como siempre- ayudada por la ya legendaria torpeza política de la oposición. El gobierno pudo conjurar una amenaza cuyo potencial era mayor. Lo que parecía una circunstancia de quiebre político de propagación viral en el seno del chavismo a nivel nacional, quedó reducida, por ahora, a un asunto de mera escala regional.

Ahora bien, hay algo significativo que destacar a propósito del episodio barinés. Es el inmenso arraigo popular que tiene la noción de democracia en el pueblo venezolano. Sin duda nuestra población está enamorada del sistema democrático y tal afecto es el principal antídoto que impide se instale en el país, sin posibilidad de cambio en el horizonte, un gobierno autoritario. De hecho, el origen electoral y no armado de la revolución bolivariana, es el cepo del que no puede escapar el presente régimen, a pasar del tropismo hegemónico que yace en su naturaleza.

Pero también hay otros aspectos que merecen ser identificados respecto a lo ocurrido en Barinas. Me refiero a la vulnerabilidad de la fuerza política del chavismo en los estados llaneros, tradicionalmente entidades deprimidas en su economía y fuertemente dependientes del control gubernamental. Cojedes, Barinas, Apure y Guárico se han inclinado masivamente por fuerzas opositoras, en el caso de las dos primeras, y obteniendo en su conjunto mayor votación que el oficialismo en el caso de las dos segundas.

Igual cosa ocurrió con los municipios en que ganaron las alcaldías opciones adversarias del oficialismo, las cuales, en su mayoría, son localidades interioranas, ciudades intermedias, bastante distintas de las grandes conformaciones urbanas que dan asiento a las capitales de estado, en donde el chavismo en contraste exhibe mucho mayor fortaleza, con la excepción de Maracaibo.

Estamos en presencia de la constitución de una nueva geografía electoral que, sin duda, va de la mano de la inmensa precarización económica que vive en general el país, pero que se agudiza críticamente en esos lugares tradicionalmente con menor desarrollo relativo.

Un trienio largo nos separa del momento en que nos tocará volver a votar para elegir presidente de la república. Tiempo suficiente para que el oficialismo haga su control de daños. Por lo pronto, tenemos una profunda vocación democrática arraigada en el pueblo venezolano y un poderoso sentimiento de cambio político que, en contraste, carece en su conjunto de un liderazgo competente. Luce interesante lo que puede estar en desarrollo.

Pedro Elías Hernández
pedroeliashb@gmail.com
@pedroeliashb
Venezuela

ANTONIO JOSÉ MONAGAS: 2022: OTRO AÑO DE PREHISTORIA POLÍTICA

La política tiene su propio lenguaje, su propia disposición y composición, sus propias limitaciones y hasta su propia indumentaria. Razón de la cual se vale esta disertación para intentar una proyección del horizonte político que podría perfilar el comportamiento de Venezuela en el contexto de la crisis política, social y económica que viene padeciendo. Más, de cara al año que ahora ha comenzado.

Aunque la arqueología se dedica al estudio de los rastros de vida a partir de los cuales es posible reconstruir estructuras que caracterizaron organizaciones y culturas sociales y políticas. Sin embargo, la arqueología política, se aventura más al contar con criterios de fecunda categorización que permite no sólo reconocer hechos que podrían determinar trazos de desarrollo incapaces de comprometer tendencias y manifestaciones del accionar político.

Es un poco atreverse a distinguir problemas no bien estructurados al lidiar con la incertidumbre mal definida que, por múltiples causas, siempre es objeto de desvergonzadas manipulaciones. Es rasgar los hechos retrógrados que sucumben toda realidad enquistada en la época prehistórica. Pero lo interesante es que la arqueología política, permite rebasar lo que empíricas conjeturas tienden a informar sin soporte de argumentos. Ni de lo que compromete cuando se miden consecuencias.

En principio, debe tenerse claro que el ejercicio de la política, está acompañado de distintas variables que oscurecen cualquier atisbo o señal de posible y plausible salida. Eso, visto como problema, complica toda pretensión de antelarse a realidades que delinean una situación cualquiera. No tanto por lo que significa enfrentar la incertidumbre sin una sólida base de referentes como soportes. Además, por las distintas implicaciones de un problema político sin la suficiente evaluación de sus contenidos.

De manera que con este arsenal de conceptos podría decirse que uno de los problema que en 2022 seguirá buscando resolverse mediante una negociación a la cual le arriman el mote de “diálogo”, no funcionará. Menos, como garantía dentro del espacio político en pugna. Pues si el régimen es un actor, el otro, no está exactamente representado. Cualquier pronunciamiento suyo, caerá en un mero vacío. Sería “carnada para carroñero”.

Pensar qué vuelva a darse la oportunidad de retomar el susodicho encuentro, cimentado en la aspiración de equilibrar propuestas, es cuestión de imposibles. El papel de "carroñero" podría ser actuado por cualquiera que se sienta con el poder que la coyuntura le permita.

Total, nada acá es de fácil antelación. No obstante, algunos anuncios sólo podrán otearse en el plano de la presunción o de la conjetura. De manera deberá esperarse que algún actor realice su jugada para intentar otra proyección que se aventuré a trazar la curva que define la inecuación que mejor corresponde al momento. Habida cuenta que una inecuación es una operación diferente a lo que es una ecuación. En su resolución, la igualdad es un símbolo de relativa significación.

Por otra parte, debe tenerse claro que el régimen buscará nuevas excusas que justifiquen el arrecio de la represión. Sobre todo, al momento que las realidades sigan dejando ver manifestaciones que revelen el desprecio popular que ha continuado advirtiéndose en la sociedad venezolana. Pero asimismo, en la actitud de tantas personas, gremios, movimientos políticos, instituciones foráneas. Igualmente, de gobiernos democráticos.

Variaciones del mismo problema

En el terreno político, la oposición podría razonar y aceptar sus desviadas jugarretas. Por consiguiente, estaría pronunciándose un reacomodo de sus fuerzas. Así apostaría al posicionamiento de un nuevo liderazgo encarnado no necesariamente por alguien desconocido. Aunque las tendencias comienzan a valorar el papel de la Asamblea Nacional electa en 2015-D y a sus dirigentes más entregados a recuperar la democracia azotada.

Las situaciones expuestas por presos políticos, violaciones de derechos humanos, escamoteo de la Hacienda Pública, nula transparencia del hecho administrativo y financiero del patrimonio nacional, seguirán trazando el perfil inhumano y egoísta de la tiranía venezolana. Por desgracia, la corrupción en curso no dejará de afectar la imagen del país.

La distribución del presupuesto nacional será más desigual. Ello en el entendido que los correspondientes procesos, tenderán a favorecer instituciones que declaren -adulonamente- su hipócrita adhesión o desvergonzada lealtad al régimen militar. Un régimen que sólo sabe “repartir miseria” a fin de asegurar forzadas subordinaciones y buenas cuotas de poder.

El ámbito monetario profundizará la ambigüedad impúdica que mejor coincide con la imprecisión con la que el Banco Central de Venezuela presume ordenar sus arruinadas cuentas. Razón ésta que induce el manoseado balance de la economía nacional.

2022 volverá a ser un tiempo de derrochadas oportunidades para un régimen que se ha dedicado a vanagloriarse de una revolución sin sentido. De un ejercicio político consagrado a la práctica del resentimiento, del odio y la revancha, prácticas estas dirigidas a no dejar “títere” con cabeza. Es decir. un régimen que desde la opresión ejercida, encarece por cualquier vía política el destino que le endilga a alguien indiscriminada y perversamente.

En consecuencia, no habrá duda de proseguir padeciendo todo lo que deriva del comportamiento de todo lo que obstaculiza o complica el desarrollo nacional ante algún propósito pertinente. Para así decir finalmente que en 2022, el régimen no dejará de ser una rémora. Por esta razón, la presente disertación se ha supeditado a todo lo que muchos temen. Más, luego de vivir los enredos que nunca han faltado al ejercicio de un régimen dado a causar trastornos de todo tamaño y estilo.

De ahí que 2022 no será diferente de lo que se ha vivido. Más. Por causa de un régimen oscurecido por la saña que le ha sobrado al momento de ordenar cualquier decisión. Todo parece ser el camino por el cual transitaría el país. A menos que el caso electoral barinense, sirva de contundente motivación al cambio necesario para revertir el caos que arreciaría de continuar el régimen traficando con su malignidad. De lo contrario podría pensarse que, tristemente, sería 2022: otro año de prehistoria política.

Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
Venezuela

SIGFRIDO LANZ DELGADO: ¿SON GOMECISTAS NUESTRAS FUERZAS ARMADAS?

Una vez culminada la Batalla de Ayacucho y obtenido el triunfo definitivo de los libertadores sobre las fuerzas españoles, defensoras del colonialismo, surgieron voces colombianas partidarias de licenciar las tropas que habían acompañado a Simón Bolívar en sus campañas independentistas por el continente suramericano. Desde bien temprano este asunto fue ventilado públicamente, sobre todo por aquellos que querían ver disminuido el prestigio y poder que en esos momentos reunía la figura de Bolívar. Este fue el caso del Vicepresidente de Colombia Juan Bautista de Paula Santander, para entonces enemigo declarado del gran caraqueño. 

En carta dirigida al Libertador con fecha 21 de enero de 1826, el Vicepresidente colombiano le expone abiertamente este punto de vista. “El estado, de nuestras rentas, dice Santander, y la magnitud de los medios militares que necesitamos mantener en estado de guerra o de alarma me han decidido a adoptar la medida de una suspensión de hostilidades por medio de la misma Inglaterra y Francia, sin otra base que la de igualdad de comercio y la de solicitarla por todos los estados americanos, si ellos quisieran aceptarla”. Y agrega: “nuestro ejército tiene hoy veintitrés mil hombres y la marina es un poco fuerte; para unos y otros, y para la administración civil y de hacienda y los intereses de la deuda extranjera, se calculan los gastos anuales de 16 a 18 millones de pesos. Las rentas dan de 7 a 8 millones, ¿de dónde se saca el deficiente? Es, pues, preciso reducir los gastos al producto de las rentas sino queremos morir de consunción, y el modo de verificar esta reducción es disminuir el ejército y desembarazarnos de la Marina”.

Para ese momento, el Ejercito Libertador estaba integrado por tropas venezolanas, colombianas, ecuatorianas, peruanas y bolivianas, y en total sumaba unos 23 mil efectivos. Era un ejército muy experimentado, vencedor en decenas de batallas, muy bien equipado y pertrechado. Su existencia era por demás importante pues garantizaba la sobrevivencia de las nuevas republicas suramericanas, amenazadas por las potencias europeas, que no cejaban en el empeño de intentar retrotraerlas a la condición de colonias del viejo continente. De manera que Bolívar, en conocimiento de la extraordinaria importancia que significaba para Colombia y demás republicas suramericanas, la existencia de estas fuerzas militares, se mostró en total desacuerdo con el punto de vista de Santander. Y, mientras estuvo vivo, cuidó con esmero esta obra suya, lograda a lo largo de muchos años de esfuerzo, sacrificio, entrenamiento, preparación, combates. 

Pero al Gran Caraqueño le restaban pocos años de vida. Murió en diciembre de 1830, y ese fue el acontecimiento esperado sus detractores para acometer sin obstáculo ninguno sus planes de acabar con el Ejercito Libertador. De inmediato procedieron a licenciar los efectivos militares y enviarlos a sus países de origen, mientras que la marina de guerra fue abandonada y sus embarcaciones vendidas como leña vieja. Así llegó a su término el glorioso Ejercito Libertador. Fue liquidado definitivamente. No tuvo continuidad en el tiempo.

Luego, una vez establecido definitivamente en nuestro país el sistema republicano, en 1830, con José Antonio Páez como presidente, el ejército del gobierno nacional se constituyó con las montoneras que servían de peones en los hatos y haciendas propiedad del presidente de la república. Tales tropas no tenían nada que ver con las tropas libertadoras. Los efectivos eran simples peones, trabajadores del campo, pastores, agricultores, todos analfabetos, unos hombres obedientes y sumisos, dispuestos a tomar las armas y hacer la guerra cuando su jefe así lo dispusiera. Esta fue la realidad militar de nuestro país el resto del siglo XIX. No hubo jamás un ejército del estado venezolano. Ningún gobernante de esos tiempos se preocupó por crearlo. Cada uno de ellos se hizo acompañar por sus peones armados cuando ejerció la Primera Magistratura Nacional. De manera que montoneras entraban y salían de la casa presidencial cada vez que ocurría un cambio de gobierno. Caracas, la capital de la república, fue, por tal razón, un constante fluir de tropas de Páez, de Monagas, de Julián Castro, de Falcón, de Guzmán, de Crespo, de Cipriano Castro.

Hasta la primera década del siglo XX ese movimiento de montoneras fue constante en nuestro país. Unos ejércitos improvisados, mal armados, mal vestidos, mal comidos, carentes de formación en el arte de la guerra, fueron los que ocuparon los cuarteles de nuestro país. Su experiencia militar la habían obtenido acompañando a su respectivo caudillo en los levantamientos, asonadas, golpes o revoluciones en las que éste tuvo participación. Eran, según vemos, ejércitos del capataz de turno. Su lealtad era con su jefe, con su caudillo, con su patrón. En la mira de cada una de estos hombres no aparecía por ningún lado la idea de Republica, de Nación, de Estado, de Venezuela. Tales conceptos e ideales no existían en aquellos hombres de mentalidad primitiva. Su lazo identitario era con su jefe, con la choza que le servía de habitación, con su mujer e hijos, y con el pequeño conuco que le proporcionaba el sustento.

Esa fue la realidad militar de Venezuela durante casi cien años. Se hizo necesario que entráramos al siglo XX para que al respecto se produjeran cambios importantes. Con el triunfo de la Revolución Restauradora, jefaturada por los compadres, Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez, una nueva concepción militar se impuso en el país, y como resultado de ello se crearon, por fin, las fuerzas armadas del Estado Venezolano.

Castro y Gómez eran caudillos provenientes de los andes y como tales no tenían estrechas relaciones con los caudillos tradicionales del país, esos que durante varias décadas mantuvieron el dominio de la escena política nacional. Los andes habían sido hasta ese momento de la triunfante Revolución Restauradora, una región aislada del resto del país, y, en consecuencia, los paisanos montañeses no eran conocidos en la capital de Venezuela y, por supuesto, ignoraban los entretejidos de las relaciones de poder existentes en la capital entre los grupos familiares, económicos y políticos más influyentes. Tal debilidad los ponía a expensas de estos grupos, casi que obligados a subordinárseles. Pero no estaba en los planes de Castro y Gómez someterse a los caprichos e intereses políticos de estos grupos y aquellos caudillos. Por eso, para poder ganarles la partida acometieron la obra de construir un ejército moderno, muy bien armado, formado de acuerdo con la doctrina militar moderna. Su interés, según vemos, era la propia sobrevivencia de la Revolución Restauradora, amenazada por todos los flancos, pues para ese momento en nuestro país existían numerosos ejércitos armados, cada uno a disposición de un caudillo militar, prestos todos a hacer una revolución y deponer a los gobernantes recién instalados en Miraflores. Esto era lo que venía sucediendo en el país desde hacía un siglo y, por tanto, ahora contra Castro y Gómez tal posibilidad también estaba presente.

Y así, para evitar su inminente derrocamiento los compadres iniciaron bien temprano la tarea de organizar un poderoso cuerpo militar que le proporcionara al gobierno andino la garantía de victoria frente a cualquier levantamiento armado de alguna de las tropas de los caudillos enemigos. 

En julio de 1903, siendo Cipriano Castro presidente de Venezuela, decreta éste la construcción y apertura de la Academia Militar, como centro de formación profesional de los futuros oficiales que integrarían la institución armada. Y en junio de 1910, su sucesor en la presidencia del país, Juan Vicente Gómez, promulga otro decreto donde ordena dar inicio de forma definitiva a las actividades docentes en dicha academia. Las mismas arrancaron formalmente el 5 de julio de ese año en un edificio levantado en los altos de la planicie, muy cerca del Palacio de Miraflores. En los años siguientes el general Gómez perfeccionará su obra militar, con la creación de la Escuela de Ingenieros de la Armada Venezolana, la Escuela Naval de Venezuela, la Escuela de Cabos del Mar, cabos cañoneros y timoneles, la Escuela de Aplicación Militar para la nivelación académica de la vieja oficialidad, la Escuela de Clases para la formación de sargentos y cabos de tropa, y la Escuela de Oficios de Tropas. Al mismo tiempo, los compadres presidentes, cada uno en su momento, adquirieron cuantioso parque militar, uniformaron la vestimenta de las tropas, suboficiales y oficiales, mejoraron sus sueldos, establecieron políticas de ascenso en la jerarquía, todo con el fin de contar con una fuerza militar con alto poder de fuego, además de satisfecha, agradecida y dispuesta a enfrentar cualquier intentona golpista proveniente de los enemigos de La Causa Restauradora.

Desde entonces tiene Venezuela unas fuerzas armadas profesionales. Tal es entonces el verdadero origen de las fuerzas armadas nacionales con que ha contado nuestro país a partir del siglo XX, una institución del estado nacional, consagrada, tal como rezan sus documentos constitutivos, a garantizar la defensa e integridad del territorio venezolano y la paz de la Republica, propósitos estos incumplidos en buena medida por tal componente.

De esa institución académica, parida por el régimen castro-gomecista, han egresado los integrantes de las fuerzas armadas del país que hemos tenido durante los últimos cien años de historia. Allí se han formado los miembros del estamento militar venezolano. En sus aulas aprendieron la doctrina y principios que han defendido y practicado y por los cuales se les distingue en nuestro país.

En muchas oportunidades en estos cien años de historia han tenido los miembros de este cuerpo armado oportunidad de demostrar la enjundia de la cual están constituidos. En este balance resalta sobremanera el carácter represivo de su desempeño; en este balance se constata que esas armas entregadas a ellos por los venezolanos han sido puestas, muchas veces, al servicio de las peores causas. En varias oportunidades el comportamiento de los integrantes de la institución armada venezolana ha sido parecido al de un ejército de ocupación extranjero, que, por tal razón, ha enfilado sus armas contra la población civil de nuestro país, víctima recurrente de sus tropelías. Así lo demostraron durante todos los años de la satrapía ejercida por Juan Vicente Gómez; luego igualmente exhibieron ese mismo comportamiento represivo en la década comprendida entre 1948 y 1958, cuando impusieron a los venezolanos una férrea dictadura militar, que se mantuvo gobernando a sangre y fuego, con sus armas botando proyectiles en cualquier dirección. Más adelante, en febrero de 1989, durante varios días de ese mes, centenares de venezolanos cayeron muertos producto de las balas que por miles fueron disparadas por los fusiles y metralletas accionadas por efectivos del ejército venezolano. Luego, durante las dos intentonas golpistas de febrero y noviembre de 1992, el saldo de venezolanos muertos, producto de las balas lanzadas por los fusiles militares, sumó varios centenares. Y ahora, en estos años de la autocracia presidida por Nicolás Maduro, de nuevo los miembros de ese cuerpo armado reinciden en ese malévolo comportamiento represivo, demostrando con ello que su origen gomecista constituye una especie de sello corporativo, una marca de fábrica muy difícil de borrar.

Por lo dicho hasta aquí queda evidenciado que no existe ninguna relación entre este ejército actual de factura represiva y aquel Ejercito Libertador, hechura de Simón Bolívar en base a su virtuosa doctrina republicana libertadora. Éste organizó un ejército para construir repúblicas, levantar instituciones modernas, convertir esclavos y súbditos en ciudadanos, garantizar derechos y libertades. Mientras que las fuerzas armadas venezolanas postgomecistas han servido la mayor parte del tiempo de su existencia para destruir las instituciones democráticas, para dar golpes de estado y establecer regímenes autocráticos, para conculcar libertades y derechos ciudadanos, para reprimir a los venezolanos. Estos son los hechos demostrativos de las diferencias abismales que diferencian al Ejército Libertador de antaño del Ejército Represor actual.

Sigfrido Lanz Delgado
siglanz53@yahoo.es
sigfridolanz1953@mail.com
@Sigfrid65073577
Venezuela

ROMÁN IBARRA: MAESTRA VIDA

La vida se encarga de darnos lecciones, no importa lo persistentes que seamos en la comisión de errores, especialmente si estos tienen que ver más con la mezquindad y la megalomanía, al no querer reconocer las voces que nos advertían de nuestros malos pasos.

Con esto me quiero referir a quienes por largos años se empeñaron en llamar a la abstención en nuestro país, a contrapelo de quienes advertíamos la importancia de participar en cada evento electoral, a sabiendas de las desventajas de la competencia contra un gobierno autoritario.

Se escudaban en subterfugios falsos y llenos de clichés, desestimando experiencias concretas ocurridas en el mundo, incluso en peores condiciones que las que se viven en Venezuela, como por ejemplo, la unidad de Chile contra Pinochet; Nicaragua liderada por la señora Chamorro contra los Sandinistas; Polonia liderada por Walesa contra Jaruzelsky, y Mandela contra el dominio de los blancos holandeses en Sudáfrica.

A pesar del diseño correcto de la MUD, según el cual, nuestra ruta debía ser: cívica; pacífica; constitucional, y electoral, la desesperación por asaltar el poder de los partidos que ¨colonizaron¨ a la oposición terminaron por traicionar ese diseño, y empujar hacia vías inconstitucionales como los golpes de estado, y la búsqueda de apoyo internacional para invadir al país sin medir consecuencias.

Financiados desde el exterior se dedicaron a calentar la calle de manera irresponsable lanzando a inocentes jóvenes a combatir a las fuerzas represivas y crueles del estado, conducidas por la visión criminal de un gobierno violador de derechos humanos, decidido a no dejarse tumbar. Muchachos con escudos de cartón empujados por ¨líderes¨ bárbaros a enfrentar las armas del autoritarismo, hasta encontrar la muerte de manera innecesaria.

Escondidos en los clichés de: ¨Maduro vete ya; solos no podemos; con dictadura no se negocia; con ese CNE se vota, pero no se elige; el cable submarino entre Cuba y Venezuela te cambia los resultados; cese de la usurpación, gobierno de transición, y elecciones libres; consulta vinculante; todas las cartas están sobre la mesa, y debajo también, plan de salvación nacional¨, entre otras ridiculeces que solo condujeron a la dispersión de esfuerzos y la frustración de la población.

Llamaron a la abstención de manera recurrente y con ello desperdiciaron grandes oportunidades de construir la fuerza social y política necesaria para enfrentar a un gobierno cada vez más huérfano de apoyo popular, pero más astuto en la intención de dividir a la oposición.

Así fue en las parlamentarias de 2005 regalándole a Chávez la AN, y luego persistirían en el error en 2018; 2020, y 2021, regalando esta vez a Maduro, la AN, la Presidencia de la República, y la mayoría de las gobernaciones y Alcaldías.

Los principales líderes de la oposición del G4, partidos injustamente judicializados por el gobierno, volvieron a llamar a la abstención, pero sus financistas y jefes les obligaron a participar –sin ánimo- en la contienda. El resultado era obvio, pues el oficialismo ganó la mayoría de las gobernaciones y alcaldías, pero cometió un error garrafal, porque utilizaron al TSJ para arrebatar un triunfo de la oposición que desde la provincia se rebeló contra la abstención convocada desde Caracas.

El TSJ controlado por el gobierno obligó a realizar nuevas elecciones en Barinas con un resultado mucho peor del esperado. La oposición volvió a ganar, pero esta vez de manera abrumadora dejando muy mal parado al oficialismo, y a los abstencionistas.

La sociedad Barinesa votó por sacudirse dos décadas de malos gobiernos de la familia Chávez, y también del abstencionismo recurrente de esa oposición del G4. Mal pueden intentar cobrar por un triunfo los irresponsables que llamaron a no votar. Me refiero especialmente a Leopoldo López, y Juan Guaidó, aunque hay otros.

Maestra vida, te quita y te da. Exigimos responsabilidad.
Roman Ibarra
romanibarra@gmail.com
@romanibarra
Venezuela