jueves, 25 de noviembre de 2021

ACTUALIZACIÓN DE EL REPUBLICANO LIBERAL II: DIARIO DE OPINIÓN, http://elrepublicanoliberalii.blogspot.com JUEVES 25/11/2021

 


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TITULARES DE HOY - NACIONALES - 25/11/2021



JUAN GUERRERO: CONSERVADORAMENTE OPTIMISTA


JESÚS ELORZA: DÍA DEL ESTUDIANTE


EDUARDO RAFAEL MARTINEZ: LLEGÓ EL MOMENTO DEL ANÁLISIS


LILIANA FASCIANI M. :LA ABSTENCIÓN ELECTORAL

En la mañana del 21 de noviembre, poco después de iniciado el proceso de las elecciones regionales y municipales en nuestro país, tuiteé el siguiente hilo: “El venezolano es un elector convencido de su derecho al sufragio. No votar le genera remordimiento de conciencia. Perder una oportunidad de votar es como perder el autobús al próximo destino, no importa dónde quede. Este sentido de responsabilidad cívica y política es un legado de la era democrática. Si votar en dictadura sirve o no a la causa de la libertad, sea en elecciones municipales, regionales o presidenciales, es indiferente. El venezolano vota porque, a pesar de todo y contra cualquier pronóstico, cree en el poder de su voto. ¿Por qué criticar a quien decide ejercer su derecho? ¿Por qué criticar a quien decide no ejercerlo?”

Con “era democrática” me refiero al periodo comprendido entre 1958 y 1998,establecida gracias a un “acuerdo de unidad y cooperación” conocido como “Pacto de Puntofijo”, que garantizó a los venezolanos un Estado de derecho, alternabilidad del poder mediante elecciones libres y pluralismo político. En la Constitución Nacional de 1961, el artículo 110 consagraba el voto como un derecho y una función pública cuyo ejercicio era obligatorio. Los ciudadanos lo asumieron como una forma de expresión de su voluntad política, entendieron el concepto de soberanía a través del voto y valoraron su poder en cada uno de los comicios electorales cuyos resultados determina[ba]n el derecho a gobernar.

Al menos así fue hasta 1999, cuando comenzó la vorágine electoral que ha cambiado varias veces las reglas del juego modificando las leyes electorales, la proporcionalidad voto/escaño, la instauración de un sistema electoral paralelo, la manipulación y el ventajismo en todas las fases del proceso, la inhabilitación de candidatos y de organizaciones políticas, la destitución de funcionarios electos y la usurpación de sus cargos por otros designados directamente, la baranda del CNE, la irreversibilidad de los resultados y cuanta artimaña haya podido servir para burlar la voluntad popular hasta el día de hoy.

Un cuadro comparativo de la abstención electoral entre los años 1958 y 1998 muestra que, en las elecciones presidenciales, mientras en 1968 registró un mínimo histórico de 3,27%, en 1988 llegó a 18,08%, pero es a partir de 1993 cuando se produce un ascenso en la curva frisando el 40% y en los comicios de 1998 fue de 36,5%. Entre los años 1999 y 2021 se han realizado más de 20 eventos electorales de todo tipo: presidenciales, parlamentarios, regionales, municipales y refrendarios, y es en esta etapa en la que se han registrado los niveles de abstención más notables: en el referéndum sindical de 1999 que coincidió con las elecciones municipales fue de 76,50%, en el referéndum consultivo sobre la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente en 1999 se ubicó en 62,35%, en las elecciones parlamentarias de 2005 alcanzó 74,74%, en las elecciones de los concejos municipales de 2018 llegó a 72,6%, en las elecciones parlamentarias de 2020 marcó 69,5% y en los comicios regionales de este domingo 21 de noviembre fue de 58%.

Al venezolano no solo le satisface votar porque es el mecanismo que mejor conoce para impulsar los cambios que considera necesarios, sino también porque es consciente del poder implícito en el voto. Este poder trasciende el mero hecho de elegir entre diversas opciones, y aunque no siempre se identifique con alguna de ellas, supone que es preferible votar que no hacerlo.Seguramente, tal como a mi, a muchos venezolanos les habrá tocado elegir alguna vez entre dos males el menor, a sabiendas de que no por ser menor deja de ser un mal.

Sin embargo, en los comicios de este 21 de noviembre decidí no incurrir en esa práctica tan poco gratificante del peor es nada. Razones éticas y políticas pesaron más que el hábito de cumplir un deber sin la certeza de la garantía y el respeto de mi voto. Fue una abstención racional y coherente con mis principios. Y aunque alguien en Twitter calificó mi postura de “dislexia política”, aún la sostengo, máximeen el hartazgo de la improvisación, el sectarismo, la egomanía, la opacidad, el débil liderazgo, la falta de propuestas serias, el monólogo en lugar de debates y el irrespeto hacia los venezolanos que, en nuestro afán por recuperar la democracia, hemos ejercido todos los mecanismos de participación ciudadana consagrados en la Constitución.

Dislexia política es, en mi opinión, la que padecen quienes en su papel de políticos de oficio no estarán a la altura del país que pretenden dirigir mientras no sepan leer en los porcentajes de abstención. Porque ahí hay un mensaje para ellos: dejen a un lado sus diferencias personales, esfuércense todos por llegar a un acuerdo en el que prevalezca el interés común en la libertad plena de los venezolanos, no en una libertad condicional con régimen de elecciones para ganar espacios que no son tales, sino precarios nichos de poder en los que mal conviven con quienes los desprecian. No sepulten más fracasos en lo que el historiador Naudy Suárez Figueroa describe como «el ancho cementerio que encierra los cadáveres de las oportunidades perdidas para el diálogo, el acuerdo y la cohesión».

Liliana Fasciani M.
cfascian@ucab.edu.ve
@lilianafasciani
@ElNacionalWeb
Venezuela 

TRINO MÁRQUEZ: EL 21-N: ¿QUÉ DEJÓ?

En las elecciones del 21 de noviembre el gobierno obtuvo la inmensa mayoría de las gobernaciones y dos tercios de las alcaldías. Visto desde los fríos números, el país quedó teñido de rojo, a pesar del notable aumento de la cantidad de gobiernos locales y consejos municipales obtenidos por la oposición. Sin embargo, colocando la lupa en otros campos, encontramos un país que, en el plano político, está dividido en dos sectores de dimensiones muy diferentes y con características disímiles.

Una de las fracciones es el oficialismo, reducido a menos de 25% de los votantes inscritos en el Registro Electoral Permanente. A este grupo lo compacta la lealtad con la memoria de Hugo Chávez y el apego aún al gobierno de Nicolás Maduro por razones que van desde quienes fueron extorsionados para que votaran a favor a los candidatos del PSUV y chantajeados con amenazas, hasta quienes de forma genuina siguen creyendo en el proyecto chavista.

El otro campo es más diverso. Está integrado por los abstencionistas crónicos –que jamás se han interesado por los comicios regionales-, los abstencionistas escépticos de la oposición y del chavismo –decepcionados e incluso hastiados del sistema político y la dirigencia- los abstencionistas militantes –quienes dicen que ‘dictadura no sale con votos’-, los integrantes de la diáspora –que no pueden votar- y los simpatizantes de los partidos de la Mesa de la Unidad Democrática, los partidarios de la Alianza Democrática y Fuerza Vecinal, y los allegados a los pequeños partidos y grupos nacionales y regionales, que no integran ninguno de los bloques mayoritarios en los que se agrupan los adversarios del régimen.

La consecuencia inmediata de la fragmentación de ese amplio segmento que no forma parte de la capa oficialista, es que el PSUV controlará de nuevo los gobiernos regionales y locales, siendo apenas una reducida fracción del espectro político nacional.

El gran reto de la dirigencia opositora –ya sea la que se constituya a partir de estos comicios o de la nueva que surja en los próximo meses- residirá en conectarse con esa inmensa franja de venezolanos que por distintas razones cuestionan al gobierno, pero rechazan a los políticos, no se platean formar parte de ninguna organización y se han alejado de los centros de votación. Se han desmovilizado y dejado ganar por el desaliento y la sospecha.

El gobierno –tal como lo hizo en esta oportunidad- alimentará la desconfianza y la fragmentación entre quienes le adversan. Parte de los recursos de los cuales disponga estarán dirigidos a financiar grupos divisionistas, a comprar esquiroles o a chantajear. Esa es la receta de los regímenes autoritarios. La sabiduría de la dirigencia democrática consistirá en eludir las provocaciones a partir de una estrategia clara y coherente, que hunda en el campo electoral uno de sus pilares fundamentales.

El 21-N significó para los partidos democráticos el retorno a la participación en elecciones, luego de varios años de abstencionismo contumaz. El duro informe de la Misión de Observación Europea (MOE) podría darles argumentos a los abstencionistas de oficio para cuestionar la estrategia electoral y la asistencia a las convocatorias por venir. ¡Cuidado!

La verdad es que la cita de noviembre dejó mucho que desear, como lo expresa el informe preliminar presentado por Isabel Santos. A pesar de que su capacidad sancionatoria es muy reducida, el CNE debió haber denunciado con énfasis las fallas señaladas por la MOE y así de anticiparse a ese informe, que sin duda tendría que incorporar fallas tan evidentes como las que allí se apuntan. Ahora bien, de esas páginas no se deriva que fue un error asistir a la convocatoria. Todo lo contrario. Allí aparece un reconocimiento al organismo comicial que va mucho más de las fórmulas diplomáticas. Lo que se deriva del informe es que la sociedad democrática tiene que elevar la presión para que el órgano rector actúe en las venideras elecciones más apegado a los protocolos internacionales.

Después de las votaciones regionales los vínculos de la oposición con la comunidad internacional, especialmente con la Unión Europea, podrán fortalecerse. En este punto aparece una clara diferencia con Estados Unidos. La administración de Joe Biden –a través de su Secretario de Estado, Antony Blinken- descalificó la cita del 21-N. Esto podría ser parte de una estrategia diplomática, incluso acordada con la UE, dirigida a mantener presión sobre el régimen de Maduro, de modo que el mandatario venezolano no piense que por haber mejorado un poco el desempeño institucional, toda la comunidad internacional está reconociendo su legitimidad y está reconciliándose con él. Nada de eso. El objetivo final consiste en que Maduro convoque elecciones presidenciales libres, justas, competitivas y tranparentes en el menor lapso posible. Cuando se logre esa meta, entonces el cuadro cambiará.

Por ahora, el episodio del noviembre es un paso importante en esa dirección. Los ciudadanos transmitieron muchos mensajes. Uno de los cuales es que quieren votar. La abstención, si se depuran del REP los electores que se encuentran en el exterior, se mantuvo en el nivel histórico para elecciones de este tipo: 45%. El proyecto chavista gestionado por Maduro sólo encanta a un minúsculo sector. Los venezolanos quieren cambios pacíficos y lo mejor es que se logren a través de consultas comiciales.

Trino Márquez
trino.marquez@gmail.com
@trinomarquezc
Venezuela

VÍCTOR A. BOLÍVAR: DEL ELENCO DEL FRACASO Y LA DESESPERANZA APRENDIDA

Tenemos que superar esta nueva adversidad, sacudirnos el polvo y recomponernos con actitudes y acciones que despejen nuestra lucha de aquellos obstáculos que nos han impedido vencer a estos malandros que nos gobiernan por más de 21 años. Esa tarea no la podrán emprender aquellos “dirigentes” políticos que luego de embaucar a los incautos venezolanos, que fueron reclutados bajo el falso lema “unitario” para ocupar los espacios y desde allí reorganizar la oposición, se desentienden de esa responsabilidad y se preparan para nuevos desatinos y fracasos con un pueblo al que han dejado en peores condiciones, anestesiado por el desengaño.

Parte del título de este artículo, lo tomamos prestado de un tweet del tocayo Víctor Maldonado, cuando refirió que: “El elenco del fracaso no tiene otro repertorio”. Su connotación va más allá de ser un simple calificativo para convertirse en una expresión que universaliza la creciente frustración del venezolano. Pudiera parecer por ello que nada útil queda ya en nuestra Caja de Pandora, pero no es así. Las dos decisiones más importantes, que en lo inmediato deben tomarse para recuperar y mantener viva la esperanza, son: deslastrarnos del elenco del fracaso y superar el estado de indefensión aprendida.

Seguramente el lector tiene conocimiento pleno de quiénes integran ese elenco. Son los mismos que -de tiempo en tiempo- se consagran en las derrotas que les propinan sus propios egos y no atinan en un desenlace que sea producto del desprendimiento de intereses subalternos. Son los franquiciadores que como amos colocaron en el mercado a sus organizaciones para obtener beneficios en negocios indebidos con el régimen chavomadurista y con el ahora régimen interino de la oposición. Esos, que han montado al pueblo venezolano en una “montaña rusa” de tácticas y estrategias, con sus decisiones y posiciones incoherentes y contradictorias.

En fin, son los que ya no deberían continuar representando a quienes han sorprendido en su buena fe y llevan entrampados a tener que decidir, de cuando en cuando, en el siniestro y angustiante dilema de votar o no votar, en el entendido de que no cambiarán las cosas con cualquiera de las dos opciones. Son los verdaderos responsables de una abstención que se produce por la desconfianza que generan.

En cuanto a la indefensión aprendida, se trata de una teoría del reconocido investigador Martin Seligman, director del Departamento de Psicología de la Universidad de Pensilvania, que hace referencia a “un estado de desmotivación donde el individuo se abstiene de emitir respuestas para evitar o escapar de un estímulo aversivo al cual ha sido previamente expuesto”. Es una especie de “síndrome” que en el ámbito socio-político venezolano se ha inoculado para neutralizar las naturales reacciones de un pueblo castigado con saña y perversión. Es precisamente de esa forma como logran convencer a los venezolanos para que aceptemos con resignación la pérdida de nuestros derechos sin resistir ni protestar, bajo la consigna de que hagamos lo que hagamos no va a servir de nada. Así ha funcionado con el castrismo en Cuba y lo han impuesto en Venezuela.

En el marco de estas vicisitudes, conviene tener claro que en vez de seguir sumidos en la desesperanza aprendida que nos lleve a la depresión, lo que debemos es transformar esa indignación que tenemos en una reacción que el régimen ensoberbecido no se espera. Después de deslastrarnos con este revocatorio moral de la dirigencia fracasada, debemos concebir nuevas tácticas y estrategias en una lucha que tendrá que reactivarse con una planificada organización ciudadana, que apuntale una conciencia colectiva en el rescate sostenido de principios, valores y derechos de todo un pueblo ganado para esos objetivos. La tarea será ardua, pero dará sus frutos.

Víctor Antonio Bolívar Castillo
vabolivar@gmail.com
@vabolivar
Venezuela

JUAN GUERRERO: CONSERVADORAMENTE OPTIMISTA

Votar o abstenerse son actos políticos y democráticos. En las circunstancias anormales en las que se encuentra la sociedad venezolana, tenemos que afirmar: ¡Qué bien que existan esas posibilidades! Sea que estén encubiertas, manipuladas por un ente rector (Consejo Nacional Electoral,poco creíble), o coaccionadas, razón por la que gran parte del electorado (sobre el 58,2% ‘oficialmente’) se abstuvo de participar. La otra parte, lo hizo de la manera que ya todos conocemos: decididos y libres; otros arreados, obligados y bozaleados.

La abstención no es, de ninguna manera, un grupo compacto ni homogéneo. Todo lo contrario; lo conforman los tradicionales apáticos (llamados ‘ni/ni’), como por quienes desde hace años se han vuelto militantes de la causa contra el poder totalitario constituido, otros, tal vez más conscientes políticamente, lo han hecho por las circunstancias objetivas al ver la desunión del liderazgo opositor y las dudas sobre un ente rector electoral poco creíble. Otro grupo, incorporado de manera circunstancial (sobre una población que alcanza el 20% de la llamada diáspora) se encuentra privada de participar. El resto, por razones ‘técnicas’, pues fueron desmovilizados, cambiados de centro de votación o simplemente no aparecieron.

La actividad electoral hay que verla desde varios ángulos para poderla entender. Quizás el más significativo sea la madurez política del elector venezolano y el humillante tratamiento ejercido por el liderazgo político contra su derecho a participar o no en la actividad. Tanto las estrategias oficialistas como aquellas de las variantes opositoras construyeron (lo siguen haciendo), una narrativa para alentar, de manera humillante, a un supuesto ‘votante descerebrado políticamente’ que hace lo que el dirigente le pida. Sin comprender que dicha concepción de semejante votante, semi analfabeta, existió en las décadas del siglo pasado (por eso se inventaron los colores de los tradicionales partidos políticos venezolanos).

Esa constante identificación del derrumbe político, de la ruina y el caos generalizado señalando por ello como responsable a la ‘masa electoral’, ha traído estos resultados que ahora se muestran. Desde hace años hemos indicado que el ciudadano venezolano está políticamente mejor formado que sus líderes y dirigentes. Esto porque vive la realidad de la cotidianidad y ha podido desarrollar experiencias significativas que le están permitiendo salir de este laberinto por propio esfuerzo, poco o mucho, pero muy personal y con la ayuda de quienes tiene a su lado.

La acelerada desarticulación, desmovilización de las estructuras políticas tradicionales para hacer que el elector pueda acudir a votar solo interesaron a un grupo etario por encima de los 40-45 años. ¿Qué muestra esto? Simplemente que el votante venezolano envejeció y que, al nuevo votante, no le interesa hacerlo, votar, mientras las condiciones para ejercer su derecho le sean adversas, esto es; credibilidad, autonomía, respeto, resguardo y claridad en la actividad comicial.
Este nuevo elector prefirió quedarse en casa resolviendo su problemática socioeconómica del día a día, porque votar, objetivamente, no le resuelve sus problemas inmediatos. Esto es verdaderamente interesante y a la vez, delicado, porque ese potencial y cada vez mayoritario votante, percibeque, tanto el poder del Estado como aquellos que lo adversan, le resuelvan nada. Sobre esto, pueden darse varias lecturas. Una de ellas, que este joven votante está (de hecho,lo está haciendo) construyendo (resolviendo) una realidad socioeconómica para sobrevivir en medio del caos que otros (políticos) generaron.

Este cambio está ocurriendo en las propias narices del envejecido liderazgo (oficialista/opositor) mientras siguen entretenidos en el espectáculo del zoológico político que cada vez se degrada más.

La abstención ha dejado en evidencia la poca credibilidad que el elector tiene en la institución política (partidos, grupos y ente electoral), sea como posibilidad para generar cambios reales, sea en el manejo y respeto del voto.

Es interesante lo ocurrido en las zonas rurales y pequeñas ciudades venezolanas, donde las alcandías, candidaturas de concejales, entre otros, fueron ganadas por dirigentes locales, agrupados en Ongs/grupos vecinales, personas con un dilatado trabajo comunitario. De ello, el resultado que se evidencia. ¿Qué indica esto? Una vez más: los ciudadanos creen en las evidencias, en quienes trabajan cotidianamente en la resolución de los problemas sociosanitarios, educativos, seguridad, en sus comunidades. Esos liderazgos locales, regionales están dando luces verdaderas para reorientar la actividad política nacional.

Por el contrario, las gobernaciones que los grupos opositores/oficialistas obtuvieron fueron usando las estrategias y tácticas tradicionales, donde las imposiciones de candidaturas, usos y costumbres de pactos con el poder, han quedado en evidencia. Estas, obviamente, son manerasde hacer política frente a un poder hegemónico que ensaya formas maquiavélicas para perpetuarse. En este caso, no se debe ejercer la actividad política usando métodos infantiles,ni menos ‘jugando carritos’, cuando el poder es totalitario y completamente amoral.

Aun ganando y con el control absoluto de la actividad electoral el régimen totalitario evidenció su mayor debilidad; su militancia está desgastada, cansada, por lo tanto, cada vez el porcentaje de su voto controlado, es menor. Tanto por quienes fueron movilizados en la campaña como aquellos llevados a votar. Del lado opositor; el voto consciente si bien se siente disperso, un porcentaje lo hizo con un ‘pañuelo’ en la nariz. Sin embargo, este hecho corrobora lo que hemos indicado: el elector venezolano está políticamente mejor formado que sus propios líderes y dirigentes.

Juan Guerrero
camilodeasis@hotmail.com
@camilodeasis
@camilodeasis1
Venezuela

JESÚS ELORZA: DÍA DEL ESTUDIANTE

En fecha 21 de noviembre, hace 64años, estudiantes de la UCV y UCAB precedidos por los alumnos del Fermín Toro, Juan Vicente González, Luis Razetti y los normalistas de la Miguel Antonio Caro, (quienes habían iniciado la huelga en contra de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez), se rebelaron contra el oprobio que simboliza una dictadura. Hoy, cuando vivimos otra expresión dictatorial los estudiantes universitarios, una vez más, expresan de viva voz su rebeldía característica en la búsqueda incesante de una sociedad libre. Un abrazo a todos los jóvenes universitarios quienes, a través de nuestra historia contemporánea, han sufrido los embates de los déspotas que se enseñorean en el poder. Nuestro reconocimiento sentido a quienes han ofrendado sus vidas, a los estudiantes presos, a los heridos, a los que han tenido que emigrar en aras de la libertad y la democracia.

A más de seis décadas de la gesta histórica de nuestros estudiantes, la lucha continúa, Venezuela está sufriendo la contracción económica más severa en la historia de América Latina, y una de las más catastróficas jamás vistas en un país que no estuviera en guerra. La economía se contrajo aproximadamente en un 70 por ciento entre 2013 y 2020, y para fines de 2020 será solo una quinta parte de lo que era cuando Maduro asumió el poder. Desde finales de 2017 esta depresión se ha combinado con hiperinflación. La Asamblea Nacional sitúa la inflación acumulada de enero a octubre de 2020 por encima del 1799 % y la tasa interanual en 3332 %.

Este declive ha provocado un colapso alarmante del nivel de vida de los venezolanos. El Programa Mundial de Alimentos estimó a principios de 2020 que “una de cada tres personas en Venezuela (32,3 por ciento) está en inseguridad alimentaria y necesita asistencia”. Tres cuartas partes de las familias encuestadas habían adoptado “estrategias de sobrevivencia”, reduciendo la cantidad y variedad de alimentos que consumían debido a ingresos insuficientes. La organización benéfica católica Caritas informa que de cada 100 niños a los que ayuda, 59 muestran signos de retraso en el crecimiento como resultado de la desnutrición. “La gente ha perdido su capacidad de recuperación”, dice un trabajador senior de una ONG. “Mucha gente se muere de hambre en sus hogares”.

Hoy, al igual que en el ayer debemos elevar nuestra voz de protesta frente a un régimen autocrático y totalitario causante de la profunda crisis económica-política y social que hoy vive nuestro país. “Estudiar y Luchar” es un lema que define una conducta de compromiso social por la Libertad y la Democracia.

Jesús Elorza Garrido
jesuselorza@hotmail.com
@jesuselorza
Venezuela

EDUARDO RAFAEL MARTINEZ: LLEGÓ EL MOMENTO DEL ANÁLISIS

La revelación de los resultados electorales ha permitido germinar el análisis en el campo de la política venezolana. Por ahora, los mensajes estridentes de los tuiteros se han apaciguado. Ojalá la crudeza de los números pueda calmar los ánimos de estos espíritus revoltosos.

Si, esos espíritus que ante cualquier situación calamitosa, confían más en las creencias brujeriles de caudillos amanecidos y las soluciones milagrosas. Espíritus que sentencian sin llevar a juicio, y que hacen de la práctica del chalequeo (hoy en día llamado Bullying) la herramienta para atemorizar, silenciar y eliminar moralmente a quienes no piensan como ellos.

La política es algo serio, y como tal, requiere de posiciones y respuestas serias. Es verdad que en los medios -sean tradicionales, sociales o de nuevo cuño- se impone ir a conclusiones sin pasar por el análisis como herramienta comunicacional. Es la vía para titular una noticia. Luego en el cuerpo del texto, vendrán los hechos y razonamientos.

Sin embargo, estamos en la etapa de los análisis, y quienes se han dado a la tarea de calificar sin pasearse por el análisis…. se han quedado sin palabras. Lo que rellenan con dichos descontextualizados.

Esta práctica de sentenciar, sin sopesar los distintos razonamientos, ya nos lleva por varias décadas enw el camino del Calvario de la anti-política. Un camino que benefició y aprovechó el surgimiento de un personaje dicharachero, carente de una visión nacional y lleno de múltiples aspiraciones personales divorciadas de lo común de los venezolanos.

Así llegamos a un régimen ajeno al interés nacional, que ha sumido la Nación en el más grande colapso que conozcan los venezolanos.

Bienvenidos el análisis post electoral.


Eduardo Rafael Martínez
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