martes, 13 de julio de 2021

ACTUALIZACIÓN DE EL REPUBLICANO LIBERAL II: DIARIO DE OPINIÓN, http://elrepublicanoliberalii.blogspot.com MARTES 13/07/2021






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TITULARES DE HOY
13/07/2021

SOLEDAD MORILLO BELLOSO: NOCHECITA DE JULIO

Dos, tres, varias. Noches del mayor miedo posible  que siguen a días de pánico. Es la noria del terror, pero a alta velocidad. Horas infinitas escuchando el traqueteo de las balas. A correr a esconderse en cualquier parte, a echarse al piso en el baño, a tratar de calmar a los niños que, en máximo estado de excitación, creen que es una película de acción o algún vecino con un videojuego a todo volumen. Nadie entiende nada. No se distingue quiénes son los buenos y quiénes los malos. O si hay buenos y malas. Para esa gente todo es un portentoso y descomunal disparate.
 

Son, en rigor, prisioneros, cautivos del absurdo. Se calcula que más o menos un millón de personas habita, trabaja o transita en esa zona de guerra no declarada en el oeste de Caracas que, para más, está muy cerca de los centros del poder con botas y sin botas. Se dice fácil, pero la cifra, un millón, tiene muchos ceros. Están ahí, encerrados, en medio de la balacera que arranca y para, y vuelve a arrancar. Es un infierno de horas que se estiran.
 
Es para vecinos y transeúntes el territorio de la desventura.  Todo atisbo de sensatez se perdió. Los vídeos que la gente graba con sus celulares muestran el desmadre; un conflicto con armas de todo calibre en el medio de la urbe. Voló por los aires la lógica. Estalló en mil pedazos.
 
El régimen ofrece recompensa. Millón y medio de dólares. Por entregar a los cabecillas. Los policías que están enfrentando a las bandas no ganan ni veinte dólares mensuales. Y algunos, tenemos que creer, no son sinvergüenzas. Algunos, es de suponer, no son matraqueros de oficio. Algunos, caray, confiamos, son policías profesionales, no salvajes de oficio.
 
La arremetida de las fuerzas de seguridad ocurre cuando ya han pasado muchas horas de luz y oscuridad. Más bien, han pasado años de locura. Que esto no empezó ayer. Esto lleva mucho tiempo.
 
La vocería del sábado toca a las funcionarias, ambas con ya demasiados kilos de más. Es la narrativa de una truculenta historia inventada por el equipo en turno. A las prisas se  escribió el guión del culebrón de patrañas. A los escribidores les pasaron una chuleta en la que aparecían las siguientes guías: paramilitares colombianos, Colombia, Brasil, Voluntad Popular, Juan Guaidó, López. Listo. Facilito de redactar. En la larga declaración, las augustísimas señoras cumplieron el encargo a raja tabla, sin salirse del guión, con recio caradurismo y lenguaje rococó. Misión cumplida.
 
Las víctimas siguen siendo eso, víctimas. Víctimas de unas bandas que se apoderaron de un territorio vasto y productivo, porque recibieron permiso y licencia. Víctimas, también y en igual medida, son de un régimen para el que las cucarachas son más importantes que la gente.
 
Una policía regordeta de uñas como puñales y joyas ajenas a la norma del uniforme se hace selfies con un cachorrito de cunaguaro rescatado en la heroica Operación Guaicaipuro. La noticia, por supuesto, se hace viral. Para algunos el asunto revela cierta conexión con la humanidad extraviada entre las balaceras y el chorro de sudores con olor a miedo.
 
Todo es, sinceramente hablando, una página del teatro del absurdo.  Caracas se convierte en Siria del siglo XXI y el país cada día se parece más y más a la Venezuela del siglo XIX, pero con 43 meses en hiperinflación y "El Koki" como General en Jefe en tocata y fuga. Así estamos en esta nochecita de julio.
 
Soledad Morillo
soledadmorillobelloso@gmail.com
@solmorillob
Venezuela

CARLOS RAÚL HERNÁNDEZ: LA VICTORIA DE NICOLÁS

Lo imagino carcajeándose al enterarse que en cierto país del Nuevo Mundo descubierto por su paisano Cristóbal Colón, un grupo opositor con 70% de apoyo, el gobierno abrumado por 80% de rechazo popular y la hostilidad de “casi 60 países”, decidió que “no había condiciones para votar”. Murió hace veinte días y 494 años (junio 21, 1427 y le debíamos un comentario). Hay por decenas corrientes de amantes y odiantes de Nicolás Maquiavelo. Hegel lo consagró como “uno de los mayores talentos y corajes de la historia” y para Bertrand Russell, El Príncipe era “un manual de pandilleros”. En la literatura victoriana incluido Shakespeare, aparecen más de 400 juicios terribles sobre su “maldad”. Aquél funcionario honorable, trabajador, después de dirigir por 15 años la defensa, relaciones interiores y exteriores de su país, preso y torturado por el gobierno, cortó y vendió leña para vivir exilado y muere de peritonitis en la pobreza en brazos de su mujer, sus siete hijos y sus amigos. Años después de morir se publicaron sus dos obras principales.
 
El crimen fue describir cómo funciona exactamente el poder autoritario y sacar el debate de la falsificación propagandística. Pese a que lo declaran fundador de la ciencia política, no creo que sea una obra científica, porque los métodos de investigación y exposición de la ciencia inductivo experimental, surgirán en el siglo siguiente con Galilei, pero es empírico, no metafísico y basado en la observación. Habían pasado mil años de horrorosos desafueros de gobernantes laicos y eclesiásticos, retratados a la perfección, paradójicamente por Shakespeare y otros gigantes de la literatura. Aunque está a años luz de promover la inmoralidad, El Príncipe desnuda lo mismo que Macbeth y Ricardo III, que la moralidad del poder es otra distinta a la doméstica, y desató una reacción en cadena.
 
El advenimiento de la democracia limita la arbitrariedad de quienes mandan porque los somete a la Constitución y con frecuencia terminan en desgracia por violentarla, pero, aunque disminuida, la iniquidad permanece. Stalin, Mao, Castro, Hitler, Videla, Somoza, Franco, demuestran que ayer como hoy se cumple el axioma de Ashley: “el poder corrompe: el poder absoluto corrompe absolutamente”. La absolución de Maquiavelo, aunque Ud. no lo crea, se la dan grandes pensadores eclesiásticos, comenzando por los padres del liberalismo, que no son ingleses ni franceses de la Ilustración, sino curas dominicos y jesuitas de la Escuela de Salamanca en los siglos XVI y XVII. Maquiavelo niega que, en un mundo perverso, los mandatarios deban decir la verdad, ser bondadosos, justos, cristianos, respetuosos de la palabra dada y amados por sus pueblos.
 
La virtú en política no tiene que ver con la virtud de los griegos. Es la razón de Estado: el arte de conquistar el poder y no dejarse derrocar. Los teólogos jesuitas españoles comprenden el planteamiento y con rodeos terminan por aceptarlo, se maquiavelizan. El primero de ellos en analizarlo, Pedro de Rivadeneira, lo rechaza, pero comienza la evolución. En 1595 publica El príncipe cristiano, y su reacción es convencional: la razón de Estado hace del mandatario, que debe ser moralmente superior, un tirano, un criminal, un mentiroso y no puede ser cristiano. Luego Francisco Suárez da un gran viraje en De las leyes y el Dios legislador.
 
Dice que Maquiavelo creó una teoría del poder y una nueva moral política, pero que no puede articular las dos repúblicas: temporal y no temporal, la razón de Estado con los valores cristianos, y esa es la tarea. El príncipe debe garantizar el poder porque lo desempeña para proteger la comunidad que lo legitima. Pero Suárez flexibiliza el uso de la verdad: “hay que pasar del Dios engañoso del absolutismo, al Dios indescifrable… El Príncipe debe serlo… y hablar en claves cuando sea necesario”. Juan de Mariana avanza aún más en la maquiavelización jesuita. La justicia y la política nacen de dos reflexiones que no se cruzan. ¿Qué hacer cuando el poder está en juego y con él, el bien común? No hay que mentir, pero si ocultar, disimular, no se puede decir la verdad.
 
Baltazar Gracián fue confesor de un Virrey y vivió en la corte, no un diletante. Afirma que el hombre tiene que ser misterioso en la política porque Dios lo es: “sin mentir… no decir toda la verdad… hay que saber jugar con la verdad … no todas las verdades se pueden decir porque unas me afectan a mí (el Príncipe) y otras a los demás (la comunidad)”. En El Héroe y en El Criticón sostiene, como Maquiavelo, que “las cosas no pasan por lo que son sino por lo que parecen” y “la plebe carece del arte y no puede descifrar”. Gracián recomienda “hacer uso próximo de la mentira para llevar al pueblo por el buen camino” y defiende de las puyas de Maquiavelo a “Fernando de Aragón por ser el oráculo mayor de la razón de Estado”. Con la aceptación de la razón de Estado, el círculo de la vindicación maquiavélica por los jesuitas se cierra. Diego de Saavedra Fajardo escribe que “las palabras indiferentes y equívocas imitan al gran Creador. Quien no sabe disimular no sabe reinar... Decir la verdad sería de peligrosa sencillez”. 
 
Carlos Raul Hernández
carlosraulhernandez@gmail.com
@CarlosRaulHer
@ElUniversal
Venezuela

LEANDRO AREA PEREIRA: LA BRUTALIDAD COMO CONSIGNA

La sociedad venezolana se asoma secuestrada a través de los barrotes de la realidad impuesta por el poder. El mundo se ha acostumbrado a mirarnos así. Maniatados de manos, pies y pensamiento, vamos dejando de existir a merced de nuestros quejosos pesares náufragos.

Da vergüenza escribirlo, es verdad, pero ya se ha hecho costumbre afirmar que después de tanta lucha por libertad, justicia, salud, educación, actividad productiva o empatía con nuestros semejantes, nos hemos convertido en fantasmas inservibles que pueblan el desván ocupado por otros trastos fracasados.

Pensar, actuar, comunicarnos o cambiar de lugar, son ejercicios peligrosos propensos al peor de los destierros. Ni qué decir de la indiferencia o el descreimiento que suelen ser a veces caminos aprendidos, exilios interiores, en el adestramiento cotidiano de la frustración colectiva.

Vivimos en el aturdimiento de tiempos impuestos por la ignominia. En ello fantaseamos estados de normalidad, a sabiendas a veces de nuestro auto engaño, que se distraen entre lo memorioso de ingrávidos recuerdos personales de perfumado pasado, u otros caminos políticos que por complacientes no hacen sino convalidar el destino presente.

La realidad, otra vez ese muro, se impone como catedral muda y sorda sin santos esquineros a los que prender vela en busca de esperanza. No queda duda que la brutalidad se ha impuesto como ejercicio social y constante; la brutalidad como fórmula; cual imposición cultural; expresión soberbia de nuestra destrucción; paradigma adquirido por las palabras, los gestos, los sentidos; obra y maniobra para hacer posible e imponer la condición de esclavo-amo, el goce del premio a cambio de la sumisión, o el juicio implacable del castigo frente a la desobediencia. La risotada indemne de la humillación.

Lo que practicamos en la vida real no es ejercicio de deberes y derechos, sino expresión de una permanente insatisfacción provocada y calculada de angustia, miedo, oscuridad; ejecutado plan desde amplias oficinas acondicionadas a tal fin.

Lo que estamos viviendo es el desplante, el desdén de la brutalidad como forma de percibir y entender al otro; como cartilla para que aprendas que estás a merced de los que mandan, que ya no se sabe ni quienes, y que así se exhiben sin pudor ni matices pues se sienten seguros en un mundo de impunidades compartidas entre cófrades, compadres y compinches.

En esa realidad es donde pensar es un peligroso lujo y guarecerse una necesidad impostergable. No hay frontera segura pues el miedo ha construido territorio por doquier. Estamos pues en presencia de selva que nos traga. Y esa brutalidad va creciendo, exhibida o agazapada, rápida o lenta, a raudales o a cuentagotas, en ciudades y campos, en fronteras y centros, en escuelas y parques, que ya no hay resquicio por donde no se reproduzca su veneno. Si seguimos así dejaremos de existir hasta como vergüenza. Seremos polvo irremediable, olvido ni siquiera.

Cómo contarle esta debacle a los que vienen; cómo explicar que no fuimos nosotros, que esto pasó y no construimos un válido camino, apropiado, aunque fuera, para salir de esta maraña. Cómo no decirnos estas cosas para tratar de curarnos juntos en voz alta, porque coreando a Don Quijote les recuerdo que por sobre todo, “…no hay en la tierra, conforme mi parecer, contento que se iguale a alcanzar la libertad perdida”. 

Leandro Area Pereira
leandro.area@gmail.com
@leandroarea
Venezuela

CARLOS E. AGUILERA A.: ¿HUMOR EN SOCIALISMO?

Hay gente que se muere de risa, otra, se muere por la risa. Los primeros caen por la propia risa. Otros, por la risa ajena. Pero, la verdad es que los primeros no mueren, sino más bien gozan de larga vida. Exámenes biológicos y psicológicos demuestran que el humor es una de las medicinas más efectivas y tiene efectos positivos sobre la mente y el cuerpo. También es verdad que otros no mueren por la risa ajena, sino por su propia rabia. Sin humor su cuerpo y su mente se van deteriorando. El problema, dicen los especialistas, es que se toman tan en serio a ellos mismos que consideran que solo existe su verdad (una verdad muy seria) y se vuelven incapaces de comprender que su respuesta al humor de los demás, se transforma en un ingrediente para ese mismo humor.
 
Y eso es lo que presenciamos en los actuales momentos, con un régimen que ha pretendido censurar la creatividad de nuestros más afamados humoristas y caricaturistas, razón por la cual algunos han tenido que emigrar y otros por la autocensura en los medios impresos que laboraban. Se observa, en la vida cotidiana de los regímenes autoritarios que el humor no es nada bienvenido desde lejanos tiempos, pues muchos intentaron incluso prohibir la comedia como género teatral para remplazarla con el gris realismo o con el drama social, pero nada pudieron hacer ante el chiste que corría de boca en boca. La oscura seriedad de estos regímenes, ha sido y seguirá siendo el mejor caldo de cultivo para la ironía y el sarcasmo
 
Lo que en el plano individual puede calificarse como falta de sentido del humor, en estos regímenes se convierte en intolerancia. No es solamente la falta de comprensión –que en muchos casos es evidente -, sino una forma de entender a la política. Para quienes piensan que esta es una lucha para imponer verdades absolutas, resulta imposible aceptar la caricatura o el humor en cualquiera de sus manifestaciones. Su misión –de origen divino, terrenal o histórico, pero misión al fin y al cabo– no va con la exposición pública del lado ridículo que tenemos todos los seres humanos.
 
En los regímenes autoritarios y sus actores que se encuentran en el poder, siempre se observa la intolerancia, y su manifiesta protesta por el uso de esta arma (la caricatura y el humor) para la que aún no han encontrado otro escudo, que no sea la censura. No dudan en acudir a códigos y reglamentos hechos a la carrera, acogiéndose a burdas disposiciones tramposas, para reclamar honores supuestamente atropellados, todo ello para exigir prohibiciones y sanciones. Pero, como ocurre en el plano individual, corren el riesgo de ser sepultados por la risa de la gente, o en el mejor de los términos hoy en boga por los revolucionarios socialistas, marxistas y mal llamados bolivarianos, por la risa del soberano.
 
A quien le disgusta sonreír le disgusta todo: hasta en la cara se reflejan sus instintos que en ningún caso son joviales, alegres, sinceros o desinteresados. Humanos, en una palabra. La ventaja del ser humano - como recoge la literatura en numerosos libros- reside precisamente en su capacidad de reír, echar chistes o simplemente de entretener a los demás, dejando de lado la agria soledad de la amargura.
 
La tozudez, esa increíble incapacidad de ser alegre y de llegar a burlarse de sí mismo, conspira con el carácter humano de las personas y de manera particular con el sentido del humor que siempre exhibe el venezolano. Al menos en nuestro país, la gente es alegre, risueña, sin prejuicios, ni presumidas poses que más bien choca con el mal genio de algunos. Las excepciones se encuentran muy lejos de nuestra conducta particular, que nos diferencia de muchas personas de otras latitudes.
 
La única manera de soportar las decepciones, los odios y las mentiras que cunden en nuestra cotidianidad venezolana, es con el humor, con la gracia espontánea de nuestro pueblo, con el arte que se burla de los poderosos de pacotilla y de los malhumorados de todos los tiempos. Este es un país de gente con una eterna sonrisa a flor de labios, y NO con gente que va por el mundo regando su amargura, inconformismo, despecho y angustia, sin tregua y sin remedio.
 
Una cosa es cierta, y es que el humor es inofensivo y una caricatura o un chiste no puede hacer tambalear a un gobierno que se sabe fuerte. En pocas palabras, el humor no derroca dictaduras, ni gobiernos democráticos. El poeta y dramaturgo alemán Bertold Brecht afirmaba que “no se debe combatir a los dictadores sino ridiculizarlos, por cuanto el humor se convierte en un arma no sólo de resistencia, sino también de construcción. En tanto que George Orwell, afirma que “la risa, el humor y los chistes políticos suelen ser, pequeñas revoluciones y enemigos acérrimos del autoritarismo, las dictaduras y los totalitarismos”.
 
Carlos E. Aguilera A
careduagui@gmail.com
@_toquedediana
Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP-122) 
Venezuela

LEANDRO RODRÍGUEZ: COMPRENDIENDO LA ABSTENCIÓN

A pesar que desde 2007, cuando Chávez perdió la reforma constitucional, el voto fue oficialmente aniquilado, pues a las pocas semanas impuso vía habilitantes el contenido rechazado, en 2015 fue la última vez que los venezolanos confiaron en el sufragio. La grotesca forma cómo las instituciones psuvizadas masacraron a la Asamblea Nacional 2016-2020 fue el punto final de lo electoral, el venezolano dijo adiós a su papel de votante idiota, sencillamente asimiló el voto sin institucionalidad no sirve para nada.
 
Tampoco debemos olvidar en 2016 el régimen evitó de la manera más obscena posible, jurídicamente hablando, el referéndum revocatorio, una “ñapa” que alimentó la abstención, el chavismo no solo impone condiciones electorales absurdas, sino que también se escabulle de las elecciones a conveniencia.
 
Ahora bien, se piensa la abstención es solo contra el régimen, contra la psuvización a la fuerza de las instituciones del Estado, aunque esa es la causa principal, el rechazo a la dirigencia política opositora también refuerza el fenómeno abstencionista, los venezolanos castigan las decisiones erradas, como diálogos estériles, y la ausencia de decisiones/resultados, realidades estas que incluso han levantado graves “sospechas” de colaboracionismo.
 
Zafarse de la abstención no es nada fácil, por supuesto al chavismo le conviene porque continúa fácilmente al mando de las instituciones, recursos y armas de la nación, pero siendo sinceros, lo electoral siempre ha sido un espejismo; ganado o perdiendo instancias, con parlamento o sin él, con “constituyente” o sin ella, el chavismo no ha visto incrementar ni debitar su poder absolutista dentro de país. Lo único que ha cambiado desde que intentó erigir una constituyente es que perdió toda legitimidad y legalidad que poseía, acarreándole, entre otras acciones internacionales, las sanciones.
 
Para la oposición reconocida (la que gira en torno a Guaidó) ignorar la abstención es sumamente complejo, en primer lugar, tendría que encontrar la manera racional de explicar al país (85% opositor) por qué no se participa desde 2015 y para este 21N si se haría ¿Qué tanto cambiaron las circunstancias para tomar esa decisión? Es difícil de responder cuando, por el contrario, las condiciones son mucho peores.
 
En segundo lugar, ojalá se entienda, la oposición no controla la abstención, ésta es el sentimiento nacional más espontáneo y arraigado en el país. Creer que por el simple hecho de inscribirse para el 21N los venezolanos acudirán como lo hicieron en 2015 es un costosísimo error que evidenciaría su desconexión con los venezolanos y obligaría un reseteo en este sector político nacional.
 
En tercer lugar, es necesario tener claro que nadie conoce mejor la situación política de Venezuela que los propios venezolanos. Al respecto, la comunidad internacional siempre sigue “el manual diplomático” que ya se ha aplicado en el país con mismos resultados paupérrimos. Aunque el deseo natural fuese dirimir los problemas del país a través de elecciones, se debe evaluar a sangre fría la funcionabilidad de “lo electoral”. La oposición no debe dejar imponer escenarios ajenos a nuestra realidad. El régimen sigue al píe de la letra “el manual castrista” y no desaprovecha ninguna oportunidad que se presenta para aplastar a sus enemigos, es intransigente en el suma-cero.
 
La abstención será imposible de vencer si no hay cambios drásticos y sustanciales que permitan al voto recobrar su poder democrático: Premiar, castigar y generar cambios.  
 
Leandro Rodríguez Linárez
leandrotango@gmail.com
@leandrotango
Venezuela

JOSÉ LOMBARDI: VAN GOGH: UNA ESTRELLA FUGAZ

Hablar de van Gogh es hablar de arte, genialidad, color, alma, locura pero sobre todo de vida, tuve el placer de asistir junto a mi familia a una exposición de este maravilloso artista en donde el esquema tradicional de las exposiciones a las que estamos acostumbrados a ver cambian y abren la puerta a una nueva forma de apreciar el arte, gracias a la tecnología penetremos en la vida del artista, llegas a un punto en este recorrido en donde percibes y sientes estar dentro de la mente de él, una mente atormentada pero brillante y libre a la vez, Van Gogh descubrió el poder del color con que está impregnada la naturaleza, fuerza viva capaz de convertir la oscuridad en un hermoso día iluminado, esta ambivalencia es característica del trabajo y vida de Van Gogh así como el de los afortunados Seres Humanos que logran valientemente y con honestidad vivir la vida.
 
Su muerte trágica a temprana edad, consecuencia de sus profundos momentos de desesperación, tristeza y depresión debido a conductas psiquiátricas que no pudo manejar no anulan su maravillosa vida, su tragedia lo hace interesante y fascinante, un misterio que definitivamente define a Van Gogh.
 
En innumerables cartas que envió a su hermano y amigos expresó lo que hoy puede ser un tratado de filosofía, en pocas líneas sintetizó el concepto de la vida y como esta ha de asumirse: “cuanto más lo pienso. Más me doy cuenta que no hay nada más artístico que amar a los demás” “Mantén tu amor por la naturaleza, porque es la verdadera manera de entender el arte cada vez más” “si escuchas una voz en tu interior que dice <no puedes pintar>, entonces pinta por todos los medios y esa voz será silenciada” “si realmente amas la naturaleza, encontrarás la belleza en todas partes” “prefiero morir de pasión que de aburrimiento” “Amen muchas cosas, porque ahí está la verdadera fuerza, y el que ama mucho, hace mucho y puede lograr mucho, y lo que se hace con amor, bien se hace”
 
Ante un pensamiento y un trabajo artístico como este, nos preguntamos: ¿Realmente Van Gogh estaba psiquiátricamente enfermo? En caso de que la respuesta fuese positiva, les confieso que estaría feliz de vivir en el mismo mundo de locura en que él vivió, un mundo lleno de vida y  colores en donde la triste y oscuridad se transforman en hermoso y alegre día,  a veces pienso que la verdadera locura está el mundo que llamamos  “real”,  Van Gogh definitivamente deja un legado que trasciende lo artístico y alcanza a la vida entera, su automutilación y suicidio son difíciles de comprender pero cuando piensas en la historia de los sacrificios de grandes Seres Humanos que entregaron su vida por los demás, que hoy son santos y héroes, no es descabellado pensar  que Van Gogh también fue un héroe o un santo.
 
El amor impregnado en la obra de Van Gogh, lo hace eterno, dejando en la humanidad una semilla de Esperanza que crece y alimenta el hermoso jardín de estrellas y girasoles pintados por Van Gogh.
 
José Lombardi
jjlombardiboscan@gmail.com
@lombardijose
Venezuela