“EL QUE NO OYE CONSEJO, NO LLEGA A VIEJO"
FORMATO DEL FUTURO…
Los propósitos del Foro de Sao Paulo, una vez más, han terminado
haciendo aguas en el Continente. Y tanto se ha desplazado el péndulo político y
de la gobernabilidad apegada a los fundamentos de la Democracia y, con ella,
hacia la libertad plena y la economía de mercado, que, hasta su mentor, Inacio
“Lula” Da Silva, y su mítico comportamiento moralista -como se lo autoatribuyen
todos los que se autocalifican “de izquierda”-, están a las puertas de un
posible encarcelamiento. ¿Y por qué?. Porque tampoco fueron todo lo sinceros y
firmes en la práctica de esa cansona prédica también muy conocida por
Venezuela, de que “ser rico, es malo”.
Es decir, del cuento del Comunismo disfrazado de oveja Socialista,
varios países Latinoamericanos, sencillamente, han comenzado a sacarle provecho con sus
particulares aprendizajes de las repercusiones que implica vivir influidos por
el aura populista y fascista. Y lo han hecho incorporándose a los imponderables
de un sacudón ideológico, es verdad. Pero también apelando a las ventajas de
disponer todavía de un basamento institucional público funcional, como al compromiso -otra vez- de aceptar que la obligación actual es la de
ocuparse de lo determinante.
Por supuesto, lo determinante es una realidad de vieja data, más que el
Foro ideado por “Lula” asistido logísticamente por los hermanos Castro Ruz:
asumir el reto de trabajar responsablemente para evitar que sus países, como
los otros del Continente, sigan siendo actores protagonistas de otras de las
mayores tragedias del mundo: ser asiento añejo históricamente injustificado
como sede de los peores desequilibrios sociales a los que las instituciones
multilaterales le vienen haciendo seguimiento desde siempre.
En Brasil y en Argentina, sus terremotos políticos han comenzado a
convertirse en piso firme para la acción administrativa apegada a los
fundamentos de una evolución administrativa, económica, social y moral. En
Bolivia, por su parte, las aguas siguen agitadas en respuesta a lo que gran parte
de su población demanda, es decir, cambiar. Y eso ha sido posible porque sus ciudadanos le han dicho no, y haciendo
uso de su legítimo derecho constitucional a decidir por la vía electoral, a que
su Gobierno ya no sea el mismo; el que lidera Evo Morales, quien insiste en
continuar siendo expresión de un componente de choques que han ahondado sus
históricas fracturas sociales, aunque ahora
envenenadas con resentimiento étnico.
Mientras que Nicaragua, sencillamente, ha terminado convirtiéndose en la
gran hacienda Centroamericana de Daniel Ortega y de su otrora cuestionadora
esposa. Y todo porque el sandinismo, siempre asistido y asesorado por el combo
de los Castro Ruz y de su estructura invasora, supo entender perfectamente cómo
es que se puede controlar a un país desde arriba hasta abajo, cuando sus
autocalificados dirigentes políticos opositores -que no líderes-, afectados por
su egolatría patológica, prefieren condenar a sus países al sometimiento de un
falso caudillo, antes que sacrificar sus ambiciones de mando.
Se recuerda que ese cuarteto de países apostó a triunfar
políticamente en la región de la mano
del para entonces dispensador de fondos Hugo Chávez Frías, el Presidente de
Venezuela. Y lo hizo valiéndose de la ventaja de que el petroestado se posicionó en la región en el
Siglo XXI, montado sobre un banco de dólares al servicio de las llamadas causas
de la visión progresista de los pueblos latinoamericanos .
Una inmensa fortuna, entonces, cohabitó
con el Foro de Sao Paulo y fueron capaces de engendrar la neoversión del
Comunismo en esta parte del mundo, conocido como Socialismo del Siglo XXI.
Comenzó la compra de solidaridades incondicionales, la seducción de frágiles
voluntades políticas en la región, hasta que se cambia el panorama comercial
petrolero influido por la crisis económica norteamericana y europea, además de
hostilidades en el Medio Oriente y la aparición de la oferta energética del
fracking.
Con la caída del precio del crudo, desde luego, se desploma el ingreso.
Y ya no fue posible la continuidad del derroche y de la mitomanía, mucho menos
del uso pedante y arrogante de la espada que camina por América Latina. Pero sí
es suficiente para recordar que esas naciones y otras, hay escuelas,
hospitales, carreteras, sistemas de electricidad, acueductos, aeropuertos y
hasta lo que se hizo con el desfile de una comparsa de carnaval en Río de
Janeiro construidos o donados por Venezuela. En fin, todo se produce de la
misma manera como sucede en la casa del pobre, cuando éste se gana el gordo de
la lotería: es querido y muy bien amado mientras abunda el dinero, pero luego
queda arruinado y abandonado.
Como componente de dicha realidad política y social regional, aparece
inmersa la Venezuela de comienzos de 2017: un país en ruinas; en una condición
administrativa y social desastrosas, y, de paso, involucrada, en su nombre y
por la gracia de individualidades, en un innumerable grupo de hechos nacionales
e internacionales que la presentan en
peores ruinas en su esencia ética y
moral.
Y si esa es la fachada de lo
inocultable, peor todavía es saberse convertida en el acusado lugar del mundo
en donde más del diez por ciento de su población, para satisfacer su derecho a
la alimentación, tiene que disputarse las bolsas de desechos de otros habitantes
que, en el medio del contraste económico y social que siempre ha estado
presente a pesar de más de cien años de trayectoria de nación petrolera, puede
adquirir ciertos productos a precios internacionales. Muy pobres, pobres,
sobrevivientes y pudientes convertidos, además, en imagen de víctima
permanente, real o potencial, para múltiples grupos delictivos siempre
dispuestos a agredir o a asesinar.
En el medio de este 0céano de dificultades de todo orden, sin embargo, y
mientras reconocidas individualidades se atreven a perseverar en la necesidad
de no flaquear ni claudicar en reclamos y participación para enfrentar las
causas del panorama general que, por igual, lo asocian con causas políticas y
económicas, emerge el nombre de Ecuador.
No sólo por su experiencia iniciada en el año 2000, cuando decide hacerle
frente a una destructiva hiperinflación con base en un proceso dolarizador,
sino también por su reciente vivencia electoral presidencial.
Fue un evento que capturó la
atención del Continente a partir el 19 de febrero hasta el 22, cuando la
ciudadanía, finalmente, supo qué había sucedido durante dichos comicios. A
ellos, concurrieron Lenín Moreno, Candidato que siempre se identificó como
continuador de la gestión del saliente
Rafael Correa, y que obtuvo 39,91% de los votos, con su bandera del
Socialismo del Siglo XXI. De igual manera,
e insólitamente, 7
candidatos que se autodenominaron
oposicionistas al Gobierno de Correa, y
que lo hicieron de manera individual.
De este último grupo, los 2 primeros
fueron Guillermo Lasso, con 28,27% de respaldo,
y Cynthia Viteri, con 16,3% de los votos. Ellos, y los otros 5
aspirantes, sencillamente, ignoraron la experiencia venezolana de 2015, cuando
la expresión opositora consolida un entendimiento electoral alrededor de la figura de la Mesa
de la Unidad Democrática (MUD), y logra propinarle una sonora derrota al
llamado movimiento chavista, hasta convertirlo en una expresión grupal
minoritaria dentro y fuera de la Asamblea Nacional. Pero, además, en una fuerza
política que hoy está consciente de su inevitable derrota, en caso de no
mantener el mismo esquema, y si es que
se realiza algún día un nuevo proceso electoral general.
Tan segura es la eventualidad de una victoria electoral oposicionista
venezolana unida - y si se diera un proceso comicial en esos términos- que al
Gobierno no le ha quedado otra alternativa que violentar todas las normas
vigentes que hagan posible dicho proceso, incluyendo a la Constitución, y mostrar un rostro y una conducta ajenos a
lo que significa decir ser demócratas y actuar como tales.
Desde luego, el reto para Ecuador y los dirigentes políticos
ecuatorianos es determinar qué van a hacer ante lo que está en juego el 2 de
abril del año en curso, cuando se produzca la segunda vuelta, con un
enfrentamiento electoral Moreno-Lasso. Porque si lo que persiste entre ellos
son las aspiraciones personales y se desecha la obligación de pensar primero en
el país, nada impedirá que Moreno pase a ser el nuevo puntal del Socialismo del
Siglo XXI, y los ecuatorianos, con o sin dolarización, terminen convirtiéndose
en el tercer peón de lo que otros países han desechado, y que en el nuevo
escenario serían la expresión prolongada con Nicaragua y Venezuela.
Sin duda alguna, hay otra lectura ante dicha realidad. Y es que ese
mismo conglomerado electoral opositor decida unirse, reeditar el episodio
venezolano del 2015, y proyectar hacia acá lo que se haga. Entonces, si así
sucediera, ese hecho le debería servir de espejo a Venezuela y a su dirigencia política
opositora, hoy literalmente secuestrada por ambiciones e intereses personales y
en abierto menosprecio a lo que plantea más del 80% de los venezolanos. Este
alto porcentaje de ciudadanos insiste en exigir que se ocupen más del país, antes que del
parcelamiento con el que hoy andan por
las calles de la nación.
Lo de Venezuela y la unidad opositora, no es asunto de frías frases o de
discursos cargados de expresiones acomodaticias a la circunstancialidad de un
hecho electoral. El asunto es de interpretación del firme grito que se dejó
escuchar en Ecuador, luego de que los opositores, al unísono, y por intereses creados, decidieran crear las
condiciones para que Rafael Correa y lo que él representa, pudiera seguir
siendo mayoría dominante y determinante en el gobierno de dicho país.
Los ecuatorianos, aún alineados
con los postulados del Foro de Sao Paulo, decidirán qué camino tomar el 2 de
abril. ¿Y en Venezuela?. ¿Bajar tranquilos y desunidos al sepulcro de la
política?. ¿No entendiendo todavía que el individualismo sólo puede
traducirse en lágrimas y dolor?. En todo
caso, la historia de los países se escribe cada segundo que transcurre, y si
esa presunta –y muchas veces presuntuosa- dirigencia política nacional no asume
el rol que le corresponde, la historia se ocupará de juzgarla, sobre todo como
ejemplo de una reprobable y cuestionable conducta negativa, y asumida
conscientemente en rechazo al importante hecho de amar a su Patria y respetar a
sus ciudadanos.
Egildo Lujan Navas
egildolujan@gmail.com
@egildolujan
Coordinador Nacional
de Independientes por el Progreso (IPP)
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