martes, 30 de marzo de 2021

ACTUALIZACIÓN DE EL REPUBLICANO LIBERAL: DIARIO DE OPINIÓN, http://elrepublicanoliberalii.blogspot.com/ MARTES 30/03/2021

 





CAROLINA JAIMES BRANGER: LA IGNORANCIA COMO ARMA DE DOMINACIÓN

Derek Bok, quien fue presidente de Harvard, ha tenido citas memorables a lo largo de su larga y fructífera carrera como pedagogo, académico y abogado. A sus 91 años sigue activo, iluminando el camino de quienes han tenido la fortuna de seguirlo.
 
Una de esas citas me viene a la mente constantemente: “Si cree que la educación es cara, pruebe entonces con la ignorancia”. Y la ignorancia, justamente, es lo que nos ha traído hasta donde estamos hoy en Venezuela.
 
Un ignorante es un arma peligrosísima, básicamente porque el ignorante vota. Y como es fácilmente manipulable, su voto es producto de una manipulación, no de un acto de conciencia. No quiero quitarle el componente emocional al voto, pero si el educado se deja llevar por las emociones, el ignorante ni siquiera piensa: obedece porque cree la propaganda.
 
El régimen venezolano descubrió hace años la “maravilla” que es propiciar la ignorancia como instrumento de dominación. ¿Idea cubana? Debe ser… Aquí, desde Chávez, no se da un paso sin la venia de los cubanos. Por eso han destruido el sistema educativo, que no era nada bueno cuando Chávez asumió la presidencia, pero es que ahora no existe. Como escribí hace un par de semanas, ha muerto la educación en Venezuela.
 
Lo de la vacunación –o, mejor dicho, la no vacunación en Venezuela- en otros momentos hubiera levantado protestas airadas. Hoy, no. Y no es por el aislamiento que ha producido la pandemia, no. En Carnaval esa misma gente que hoy debía haber salido airada a la calle, se fue a la playa. Es porque la propaganda del régimen, en el mejor estilo de Goebbels, funciona por obra y arte del aparato cubano.
 
Mi cuñado estaba en un establecimiento hace un par de días con una amiga suya. Cuando venían saliendo, conversaban sobre la indignación que sentían porque Maduro et al habían suspendido el convenio Covax. El portero, que los estaba escuchando, les aclaró:
 
“No, Maduro prohibió que trajeran esas “Atrazedicas” porque en Europa se han muerto quienes se las han puesto. Nos está protegiendo”.
 
¡Qué canallada, qué bajeza, pero, sobre todo, qué maldad! Las reacciones adversas a la vacuna AstraZeneca fueron poquísimas. Y en conciencia se detuvo la vacunación en algunos países mientras se averiguaba qué había pasado. Cuando se supo que las muertes no tenían que ver con las vacunas, se siguieron aplicando. Pero la propaganda dijo que no y los ignorantes creen que no.
 
Esos mismos ignorantes serán los conejillos de India de los cubanos para la supuesta vacuna que están procesando. ¿Por qué no siguieron trayendo la vacuna rusa? Yo la rusa sí me la pongo. La cubana, ni que me amarren. Ese mito de que la medicina en Cuba es maravillosa es otra invención de la intelligenza del G2. ¿Hasta cuándo vamos a seguir en este merequetengue de que todos los negocios pasan por Cuba, que todo el diésel es para Cuba, que lo poco que queda en Venezuela es para Cuba?
 
La única prioridad del próximo gobierno debe ser la educación. Ya sufrimos en carne propia lo que cuesta la ignorancia.
 
Carolina Jaimes Branger
carolinajaimesbranger@gmail.com
@cjaimesb
@ElUniversal
Venezuela

CARLOS RAÚL HERNÁNDEZ: LOS HOMBRES DUROS NO BAILAN

El documento Estratregia general de seguridad (2017), del anterior gobierno norteamericano, trata a Rusia y China como un bloque (las llama “poderes revisionistas”), lo que debe haber hecho saltar a Kissinger. Arroja luz sobre la óptica norteamericana y las alianzas globales. La lucha antiterrorista deja de ser prioridad, en una transición mundial conflictiva y difícil que exige frialdad en el análisis. La multipolaridad de los nacionalismos fenece con la Segunda Guerra.
 
Nace la bipolaridad de la Guerra Fría, entre dos bloques ideológicos antagónicos, dos modelos de sociedad que querían destruirse recíprocamente. Al desastre del comunismo, adviene el mundo unipolar que analizó Fukuyama, y que se tomó por el triunfo de la democracia y la economía abierta. Hoy regresa la multipolaridad con dos superpotencias, EEUU y China, unas secundarias, Europa, Rusia, Japón, India y poderes regionales influyentes.
 
Varios polemólogos, estudian la tendencia histórica a que las potencias emergentes desafíen las dominantes, como el auge de Atenas confluye en la guerra del Peloponeso con Esparta. Vladimir Padrino publicó La Escalada de Tucídides (2020) que es como el sabio griego llamó al fenómeno. Se teme un choque militar EEUU y China, aunque la guerra convencional mutó en guerras económica o informática, pero incontables casos en la historia confirman la teoría de Tucídides.
 
Relaciones peligrosas
 
Aun así, variables actuales tienden a evitar desenlace tan siniestro. Ninguna de las dos potencias buscaría racionalmente colapsar la otra porque caerían ambas y la economía planetaria, el aparato productivo global. Además, los arsenales atómicos son disuasivos con demasiados megatones para ignorarlos. La URSS y China estuvieron durante comienzos de los sesentas al borde de la guerra y Kissinger entendió que occidente debía estar más cerca de cada una, que ellas entre sí.
 
Por eso insertó a EEUU en esa brecha. Fortaleció la “detente” con la primera y dio el salto inesperado y espectacular de establecer relaciones entre la democracia norteamericana y el maoísmo, el mayor genocida de la historia. Eso previno una alianza entre las dos potencias comunistas y ralentizó la virulencia de la Guerra Fría. URSS y China rabiaban mutuas afrentas históricas, ahora atenuadas por acciones de Occidente.
 
Rusia es uno de los mayores espacios territoriales sub poblados del planeta, y ha sufrido de temor demográfico a su vecino. Mientras en los límites con Manchuria hay unos 15 millones de habitantes, China tiene 100 millones. Hoy arrebató a Rusia (también a EEUU) la tradicional influencia en Asia Central con el tratado de libre comercio RCEP (dic.2020)
 
Lo firmaron Japón, Surcorea, Myanmar, Laos, Cambodia, Indonesia, Singapur, Filipinas, Malasia, Brunei, Tailandia, Australia, Nueva Zelanda, Vietnam, la zona de crecimiento económico más rápido en el planeta y hasta hace poco, sede de la mitad de la pobreza planetaria. La Ruta de la Seda erradica la influencia de Rusia también del Ártico, y ésta transfiere desde hace unos años su alta tecnología militar a China en prueba de confianza y admisión del liderazgo.
 
El rostro impenetrable
Luego de tener amigos íntimos en Gorbachev y Yeltsin, la llegada de un ex agente de la KGV, arrogante, de rostro duro y mirada de hielo, una especie de Clint Eastwood, occidente podía temer una resovietización. Vladimir Putin triunfa en 2000 con la idea de recuperar el orgullo ruso del desastre de la URSS y eso debió despertar reticencias y antipatías de EEUU y Europa. Pero su estrategia era correcta y después de veinte años tiene amplio respaldo electoral y más de 70% de apoyo.
 
Dio señales de aproximación a EEUU y Europa, y tal vez esperaba una recepción distinta. En 2001, Putin apoya la invasión a Afganistán, con una sonrisa socarrona de “te lo dije” para recordar que la CIA entrenó, asistió y armó a los afganos cuando Rusia los invade, e incluso Stallone les hizo un Rocky. En 2004 Putin presta sus bases militares en Asia central para la invasión a Irak. Pero las revoluciones de colores en 2002-2005, promovidas por EEUU, deben haberlo preocupado.
 
El dominó derrocaba gobiernos y podía llegar a Rusia. Pero el golpe decisivo a las relaciones entre occidente y Putin, fue la explosiva incorporación de Ucrania-Crimea y Georgia a la Unión Europea. Sebastopol era una ciudad autónoma dentro de Crimea, pero administrada por Rusia bajo litigio internacional, y uno de los cuatro puertos rusos estratégicos, donde surta nada menos que la Flota del Mar Negro.
 
Era demasiado simple pensar que podían “quitársela” según las quinielas del Euromaidán y Víctor Yanúcovich. Ese traspiés de 2014 condujo al contragolpe obvio: Rusia anexa Crimea, posiblemente el episodio final para entregarse en brazos de China y amachimbrar sus intereses. Tal vez influido por Kissinger, Trump suavizó el trato con Putin pero lo hizo tan mal que mejor no lo hubiera hecho. Y luego de la declaración de Biden y la respuesta de Putin, no hay de que alegrarse.
 
Carlos Raul Hernandeaz
carlosraulhernandez@gmail.com
@CarlosRaulHer
@ElUniversal
Venezuela

NOEL ÁLVAREZ: MIEDO AL MIEDO

El filósofo, Séneca el Joven, le dijo a Nerón, tirano perseguidor de los cristianos: “tu poder reside en mi miedo, si yo no tengo miedo, tú no tienes poder”. Esta frase recoge dos elementos fundamentales: “La liberación de la persona radica en eliminar el miedo que lleva por dentro; y esta es una liberación completa, porque rompe las ataduras de la inacción que impone el miedo. La segunda es que los tiranos solo pueden mantenerse en el poder a través del miedo que infunden”. Así era en tiempos del emperador Nerón y así sigue siendo ahora, en la era del “coco” de la pandemia que mantiene a los autócratas durmiendo tranquilos en el poder.
 
La gran discusión es, hasta qué punto el Estado intimida a los individuos para mantenerlos sumisos. Todo Estado amedrenta para que se obedezcan sus reglas. Pero en sociedades que están en estado crítico o en crisis, la función del Estado cambia. Hay circunstancias en que, según el criterio del Estado o de quien detenta el poder, imponen reglas y castigan, incluso con penas corporales, a quien no las obedezca. La pregunta que se me ocurre ¿Es más peligrosa esta época que las anteriores? o ¿Simplemente vivimos en una narrativa del miedo que agranda los posibles daños a nuestro alrededor? Esta duda nos asalta desde mucho antes de la aparición del coronavirus.
 
Frank Furedi, sociólogo húngaro-canadiense, en su libro How Fear Works, busca explicar dos temas interrelacionados: ¿por qué el miedo ha adquirido un estado tan moralmente dominante en la sociedad actual y cómo ha cambiado la forma en que tememos hoy, respecto de la forma en que se experimentó en el pasado? El escritor explica cómo, desde finales de los setenta, existe una cultura pesimista sobre nuestra capacidad para afrontar la adversidad. Al mismo tiempo, la información que versa sobre riesgos es cada vez mayor. La percepción de mayores miedos y la sensación de contar con menos recursos para enfrentarlos, propicia una sociedad ansiosa. Lo que causa la mayoría de los miedos no es la experiencia real de la gente, sino la información con la que nos bombardean desde parcelas generosamente financiadas desde el poder.
 
El miedo es una pasión valiosa en el ser humano que nos lleva a huir de un peligro, aunque este aún no esté presente. Muy útil, por ejemplo, en casos donde podemos evitar situaciones dañinas, incómodas o amenazantes. Sin embargo, ese sentimiento se ha sobrealimentado y parece haber colonizado personas y comunidades al punto de afectar en mayor grado que los mismos sufrimientos que pretende evitar.
 
Uno de los mayores peligros de la cultura del miedo es que otorga un poder abrumador a los poseedores de los mayores medios en la sociedad: políticos, comunicadores y millonarios cuentan con plataformas de manipulación muy eficaces que, son capaces de orientar, ya sea el voto, la conducta o la manera de pensar. “Mucho miedo, magnificación de los peligros, aversión a lo inseguro y poca resistencia al dolor son una combinación peligrosa para el ciudadano medio, pero muy eficaz para quien manipula. Podemos caer en una especie de dictadura del miedo, a pesar de vivir en supuestas democracias”, expresa un psiquiatra europeo.
 
En Estados Unidos el miedo que imperaba, ante la expansión del comunismo en otras regiones del mundo, llevó a la aplicación de la “Doctrina Truman” que consistió en “asustar de muerte al pueblo norteamericano”, a través de un discurso de la confrontación de dos mundos: el de la libertad, representado por Estados Unidos y sus ideales, y el de la tiranía, encabezado por la Unión Soviética y seguido por todos los países con ideales parecidos al comunismo y simpatizantes de Stalin. En el caso de Cuba, a la población se le ha mantenido en la permanente zozobra de que van a ser víctimas de una invasión militar de Estados Unidos. En esta nación, el temor fue construido con el consentimiento y el apoyo de sectores de la sociedad cubana, que construyeron los llamados Comités de Defensa de la Revolución (CDR).
 
Los CDR son en realidad organizaciones ciudadanas organizados de manzana en manzana, donde los directivos de un comité espiaban a los vecinos, con el fin de identificar a quienes traicionaban a la Revolución o quienes le eran fieles. Este método de vigilancia social se desarrolló desde abajo, no era solo un Estado cuidando desde “arriba” hacia la sociedad, sino que creó un mecanismo de autocensura instalado en la cabeza de la gente y es allí donde el fenómeno se volvió más complicado, porque no era solamente el Estado oprimiendo a la población, como en el caso de una dictadura militar, sino la propia gente auto reprimiéndose.
 
El miedo es como un "vecino raro" que se instala en nuestras casas o en sus cercanías. Si es bien recibido, seguramente se quedará, pero ese sentimiento es como el caso de un mago cuando le quitas la magia, perderá todo su encanto y dejará de ser un mago. Al miedo, como al "Señor de los Anillos", hay que quitarle el poder porque la fuerza de este proviene de algo que generalmente desconocemos. 

Quienes gobiernan el planeta y sus administrados, debieran conocer la respuesta al miedo que le dio Cristo a Mateo: «No tengáis miedo de los hombres, pues no hay nada encubierto que no haya de ser descubierto, ni oculto que no haya de saberse. Lo que yo os digo en la oscuridad, decidlo vosotros a la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde los terrados. Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma”.
 
 
Noel Álvarez
Noelalvarez10@gmail.com
@alvareznv Noel Álvarez
Noelalvarez10@gmail.com
@alvareznv
Coordinador Nacional del Movimiento Político GENTE
Venezuela

LINDA D'AMBROSIO; CUANDO ACABE LA PANDEMIA

En un tiempo en el que parece que todo se encontrara en animación suspendida, nos sentimos como esos niños que contemplan la lluvia a través de la ventana, esperando que escampe para poder salir a jugar. “Cuando acabe la pandemia”, “cuando todo esto pase”, “cuando llegue la vacuna”…. Pero el tiempo pasa inexorablemente: no podemos darnos el lujo de esperar hasta que acabe la tormenta.
 
A los sentimientos de incertidumbre e impotencia, al doloroso contexto que nos rodea, se suma el sentimiento de vegetar, de aburrirnos, de no tener claro el horizonte ni de saber muy bien cuál será el terreno que pisemos cuando todo esto pase.
 
Y el tiempo es un capital precioso.
 
Hay cambios que se operan tan lentamente que ni siquiera nos percatamos de que están teniendo lugar. De igual modo, los frutos del aprendizaje y la perseverancia van transformando casi subrepticiamente nuestras vidas. Son avances, conquistas, evolución, y nos aproximan al estado de cosas que queremos alcanzar.
 
Tal vez estos tiempos se puedan traducir en logros. A menudo escucho decir que la pandemia ha cambiado el mundo: y es así. Las necesidades, la escala de valores, la manera de hacer las cosas. Nos adaptamos al zoom, al teletrabajo, y supongo que algo tan trivial como las mascarillas sirve para ilustrar cómo adquirimos nuevos hábitos y también cómo una industria puede ver catapultado su rendimiento por una circunstancia fortuita a la que se ha visto en la necesidad de responder.
 
Tal vez deberíamos tomar las riendas y, en vez de preguntarnos cómo serán las cosas, comenzar a trabajar para que estas sean como nosotros queremos. Quizá sean tiempos para cultivarnos, para formarnos, para obtener información útil que nos conduzca hacia lo que queremos alcanzar, hacia lo que queremos ser.
 
¿Qué estoy haciendo hoy para conseguir lo que quiero?
 
Es una pregunta mágica que nos compromete a actuar y que traduce en acciones lo que pintaba apenas como un deseo vago, difuso. Es asumir nuestra cuota de responsabilidad en la creación de la realidad que queremos.
 
Desde luego, si no hacemos nada, es poco probable que un álea generoso nos coloque exactamente en donde queremos estar.
 
Hay una frase atribuida a Plinio el Viejo que debería ser nuestra consigna: Nulla dies sine linea, “ningún día sin una línea”. Al parecer, el escritor y científico romano acuñó la expresión al referirse al griego Apeles de Colofón, pintor oficial de Alejandro Magno, quien no dejaba pasar ni un solo día sin dibujar alguna cosa. Es así: no hay que subestimar el impacto del ejercicio, de la perseverancia, del acopio de conocimiento. Me esperanza haber leído que esta frase era una de las favoritas de Beethoven, quien la dejó escrita en el margen de algunas partituras.
 
No siempre tenemos ni el tiempo ni los recursos que desearíamos para consagrarnos a una tarea, pero todo camino está hecho de pequeños pasos. Habrá que comenzar por definir qué tenemos que hacer para lograr lo que deseamos, descomponiéndolo en pequeñas acciones que pondremos por obra (análisis de tareas, se llama en administración). Ello arrojará algunos resultados. Y elaborar listas, de las que ir tachando las misiones cumplidas. Las listas nos permiten constatar el avance y evitan que subestimemos nuestro trabajo, contrarrestando la sensación de que no estamos haciendo gran cosa y recompensándonos con la satisfacción del logro.
 
Pero, sobre todo, habrá que definir por qué y para qué queremos lograr esas cosas. Volver sobre la respuesta a estos dos últimos puntos nos permitirá perseverar cuando la voluntad flaquee, manteniéndonos en el espíritu de Apeles: Nulla dies sine línea.
 
Linda D´ambrosio
linda.dambrosiom@gmail.com
@ldambrosiom
@ElUniversal
Venezuela-España 

MONS. FERNANDO CASTRO AGUAYO: LOS MÁS DÉBILES

Llamar “derecho humano” al hecho de que el médico ejecute un protocolo para poner fin a la vida, no responde al sentir ni de la fe ni de la idiosincrasia venezolana. Es un crimen porque es una acción directa para poner fin a una vida...
 
 
Jesucristo en el Evangelio se identifica con los enfermos. A los “benditos de su Padre” (Mt 25,34) les dice: “estuve enfermo y me visitaste” (cfr. Mt 25,36). El mismo Cristo es el enfermo, el que sufre dolor, el que agoniza. La vejez, la enfermedad, el dolor y la muerte, forman parte del don de la vida que desde la fe en Jesucristo es el camino para el encuentro con Dios Padre: la otra vida.
 
La ausencia de sentido puede nublar el contenido y finalidad del sufrimiento y pensar que es inútil y vano. En consecuencia, forma parte importante de la actividad evangelizadora de la Iglesia visitar a los enfermos y personas impedidas. Cuantas situaciones de desesperación y desasosiego desaparecen cuando la cercanía de un hermano o de un sacerdote llega a la presencia del enfermo.
 
En algunos sitios a los enfermos se les considera “casos”, “números” u “órganos” y muchas veces están impedidos de visitas y de la compañía de familiares. Se encuentran solos y con sentimiento de abandono, en otros lugares por inoperancia de los sistemas de salud están solos y desasistidos en situaciones lamentables e indignas.
 
Particularmente, en estos momentos hay mucha inquietud sobre el tema de la eutanasia. Es decir, la posibilidad de que una persona que tenga un sufrimiento doloroso muy grande o esté en estado terminal irreversible, pueda dar una voluntad anticipada para que los médicos puedan tomar una acción para proporcionar “una muerte digna”, así llamada, es decir poner fin a la vida del enfermo por medios humanos.
 
Llamar “derecho humano” al hecho de que el médico ejecute un protocolo para poner fin a la vida, no responde al sentir ni de la fe ni de la idiosincrasia venezolana. Es un crimen porque es una acción directa para poner fin a una vida. Esos enfermos por su fragilidad lo que necesitan es asistencia, consuelo, escucha y compañía para aliviar sus sufrimientos.
 
Aprovecho este espacio para pedir a todos elevar una oración por el cese de la pandemia de Covid-19, son muchos los que están sufriendo y necesitan consuelo. 
 
Fernando Castro Aguayo
fcastroa@gmail.com
@monscastro
Venezuela

OMAR ÁVILA: UNÁMONOS POR LA VIDA

Desde Unidad Visión Venezuela queremos comenzar dándole nuestro total espaldarazo a todo los profesionales de la salud por su dedicación en el cuido de los pacientes con Covid-19, aun poniendo en riesgo su propia vida, en un país donde el Estado no garantiza completamente la protección establecida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para quienes se encuentran en la primera línea de batalla contra el coronavirus.
 
Luego de pasar todo un año con la pandemia, urge despolitizar la salud para poder lograr avanzar en la solución. Es de vital importancia la detección del virus, para ello, se debe descentralizar las pruebas. El Covid no es un juego. Esta nueva cepa es mucho más peligrosa y agresiva, lo que nos obliga pasar de preocuparnos a ocuparnos, y al respecto, lo primero que debemos hacer todos los venezolanos es exigir salir de la incertidumbre y la opacidad. 
 
No es momento de buscar culpables, de seguir en dimes y diretes. Nuestro interés debe ser única y exclusivamente como hacemos para que llegue la mayor cantidad de dosis de vacunas que sean posibles.
 
A fin de cuentas, ese dinero con el que se va a cancelar las vacunas no es de Nicolás Maduro ni de Juan Guaidó, es de todos los venezolanos. No podemos permitir que quienes manejan los recursos de una nación, pretendan continuar en buscarle problemas a las soluciones, en donde el único perjudicado es nuestro pueblo, ese ciudadano que continúa a merced del virus y que en su mayoría no entiende, ni le interesa la política.
 
Desde nuestra organización política seguimos apostando a encontrar un mecanismo de acuerdo para que podamos tener acceso a la más amplia gama de vacunas que sean posibles. Nos importa un bledo si es china, rusa, gringa, inglesa, o una combinación de todas estas. Lo importante es que lleguen, porque este virus cada vez está cobrando mayor número de vidas.
 
Por esta razón, aplaudimos la propuesta presentada por Fedecámaras para traer vacunas al país, la cual debe ser considerada con prontitud y sin mezquindad alguna. La emergencia frente al coronavirus así lo exige. Unámonos por la vida.
 
Para lograr ese gran acuerdo nacional, es necesario contar con un equipo técnico imparcial que haga las revisiones y recomendaciones científicas en la que podamos avanzar definitivamente hacia la solución del problema. No podemos permitir que se juegue con la vida de los venezolanos. El Covid no distingue entre raza, credo o afiliación política, todos estamos a merced de esta terrible enfermedad.
 
En tal sentido nuestra invitación es a que actúen con inteligencia, que demuestren que les importa la gente, que tienen algo de sensibilidad, y no sigan solo actuando pensando en su círculo de allegados, en sus intereses y en el costo político; y es propicia la ocasión para citar al profesor Francisco Rodríguez: “Cada vez que un acuerdo se rompe, es fácil señalar culpables. Lo difícil es buscar resolver diferencias y reconstruir el acuerdo. En el caso de las vacunas, solo la segunda opción puede salvar vidas”.
 
Lamentablemente la indolencia e irresponsabilidad de los “dueños” del poder, nos dejaron prácticamente a merced de la piedad del mundo; por esta razón, dependemos de un mecanismo externo de ayuda como Covax, y no podemos hacer como otros países de Suramérica y comprar nuestras propias vacunas.
 
Omar A. Ávila H.
dip.omaravila@gmail.com
@OmarAvilaVzla
Diputado a la Asamblea Nacional
Venezuela