Resguardar a toda costa la Asamblea Nacional es fundamental para adelantar cualquier acción política a lo largo de 2020. No en vano los chavistas, en uno de sus tantos locos arrebatos, intentaron juramentar el domingo a una nueva directiva sin quórum ni votación nominal, con el objetivo de hacerse a la fuerza de la única institución del país reconocida y respetada por el mundo entero, tanto por los 56 países que respaldan abiertamente a Juan Guaidó como por los que apoyan a Nicolás Maduro.
Y es que la elección de esta nueva directiva de la AN es supremamente importante. Esta tribuna es la piedra en el zapato que expone ante el mundo el talante autoritario del oficialismo que cada día se aleja más de las reglas democráticas, mientras que para la oposición sigue siendo la tabla de salvación que la mantiene con vida en la lucha por la recuperación de las libertades de los venezolanos.
El domingo se registró la primera medición de fuerzas del año. Sin embargo, pese a todas las trabas impuestas por el oficialismo, Juan Guaidó, con el apoyo de 100 de los 164 diputados, fue reelecto como presidente del Parlamento nacional y ratificado en sus funciones como presidente encargado de Venezuela. Estados Unidos, la Unión Europea, Latinoamérica y otros países más manifestaron de manera inmediata el respaldo a su investidura, a la vez que rechazaron públicamente las arbitrariedades rojas rojitas.
Es verdad que la reelección de Juan Guaidó al frente de la AN por un año más no bajará el precio del dólar ni resolverá la crisis eléctrica en lo inmediato. También es verdad que no solucionará la escasez de agua y gasolina que se vive en todo el país. Pero hay una gran verdad que va más allá, que es irrefutable y es del tamaño de mi Puente sobre el Lago: mientras no resolvamos la crisis política en la que estamos inmersos, no habrá solución posible a ninguno de los problemas que hoy nos consumen. Por el contrario, estos se agravarán cada día más y con ellos nuestra ya deteriorada calidad de vida.
Yo sigo apostando a que lo lograremos. Puedo no estar de acuerdo con muchas decisiones, comportamientos y estrategias opositoras, pero sigo confiando en que más pronto que tarde saldremos de esta pesadilla. Pese a todo y a todos sigo apostando a mi país, a permanecer aquí. Es en Venezuela donde quiero vivir, donde quiero estar, donde quiero aprender y enseñar, donde quiero trabajar, donde quiero amar, donde quiero seguir creciendo. En mi país, tu país, no debe haber más espacio para la desesperanza porque aquí o nos unimos todos o nos terminan de desaparecer.
Gladys Socorro
Blog: gsocorro.wordpress.com
@gladyssocorro
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