sábado, 23 de enero de 2016

FELIPE GUERRERO, LIBERTAD… SOLO LIBERTAD, 23 SE ENERO,

El 23 de Enero de 1958, el valeroso  pueblo venezolano salió a proclamar su creencia en los valores del respeto a las ideas de los demás, en la defensa del pluralismo, en el papel de las minorías como parte esencial de las reglas del juego democrático, en la separación de poderes, en la propiedad privada, en el derecho y el deber de los padres a la educación de sus hijos, en la transparencia en la gestión de Gobierno, en el imperio de la ley, en la fuerza de la razón, en la idea de solidaridad, en el principio de soberanía popular, en la limitación del poder, en el compromiso como valor de convivencia y en la ética del esfuerzo como germen de nuestras convicciones.

Decir esto en Venezuela, donde la libertad es un bien tan preciado, nos remueve las entrañas de emoción y nos convoca a nuevas batallas por la justicia.

Enfrentado a quienes criticaban al poder bolchevique en Mil Novecientos Veinte,  Lenin pronunció una de las más desafortunadas interrogantes que se haya hecho la humanidad. Con la arrogancia propia de los tiranos, el entonces presidente del gobierno soviético interpelaba a sus opositores diciendo: «¿Libertad para qué?».

A casi un siglo de la  extravagante pregunta de Lenin, frente a la irracional conducta de los dictadores, los militantes de la libertad no hemos dejado de luchar porque «La pasión por la libertad es más fuerte que todas las jaulas»

El mundo libre observa a los nuevos dictadores que hoy niegan el valor de la libertad para satisfacer sus particulares y mezquinos intereses. Vivimos la eterna masacre en los jardines de la libertad.

Hace casi sesenta años, en aquel luminoso Veintitrés  de Enero, siendo apenas un adolescente,  junto al resto de la población civil de Venezuela tuvimos la ilusión de haber desterrado definitivamente de este suelo la dolorosa experiencia de las dictaduras militares. En aquella clara y resplandeciente mañana caminamos alegres sin el pálpito de la angustia de quienes sentíamos la presencia de los tiranos que acuchillaban todo grito de libertad.  Ese día el rio Torbes dejó de ser el rio del llanto porque aquella mañana sus aguas eran capaces de refrescar la justicia ya que durante la horrible tiranía militar era apenas un caudal de lágrimas del pueblo que hacía angosta la vida entre el horror y la muerte.

Ese día vivimos el ensueño que era el amanecer de todas las mañanas de liberación para la patria.

Pero volvimos a caer. Volvemos a vivir la estación de las dictaduras. Las herraduras de la caballería militar vuelven a transitar orondas por los caminos de este suelo.

En estos territorios vivimos un renacimiento de las dictaduras. Al rostro envejecido de tiranos se juntan caras nuevas que asaltan el poder y desconocen la mayoritaria voluntad popular. Desde nuestros espacios Caribeños hasta el Cono Sur el despotismo muestra sus garras. Un grupo de regímenes con apariencia constitucional usurpan espacios de poder, desprecian los derechos humanos desfalcan la riqueza y se colocan a espaldas de los reclamos de justicia y libertad de nuestros pueblos.
Retrocedimos nuevamente a los modelos formados en la cultura jerárquica de la escuela militar.

Los nuevos dictadores con absoluta picardía resucitaron la vergonzosa interrogante de Lenin: «¿Libertad para qué?». El asesinato a la libertad nos obliga a reafirmar la eterna convicción de que la libertad no puede vivir sin justicia, pero la libertad y la justicia, no pueden vivir en este mundo sin una eficiencia que las haga posible.

Al recordar la heroica gesta de la sociedad civil venezolana, de los estudiantes que solo portaban lápices y cuadernos, de los intelectuales que sólo portaban libros, de los campesinos que sólo portaban guadañas, de los obreros que sólo portaban martillos y alicates; renovamos la esperanza de que el pueblo armado sólo de ideas es capaz de derrotar a cualquier arrogante autocracia militar. Hoy nuevamente debemos proclamar con el poeta que es urgente derrotar el despotismo:

«No podemos dejarlo para más tarde: Ahora tenemos que terminar con la dictadura, antes de que los hijos salgan del colegio, antes de que aprendan a hablar, es preciso que comprendamos que ahora debemos terminar con la dictadura…

Antes que los hijos despierten, antes de que aprendan la próxima lección de historia, antes que aprendan a decir la palabra antes, antes de que nuestros hijos nos miren a la cara y severos nos digan: Ya que ustedes no lo hicieron entonces lo haremos nosotros…

Ahora hay que terminar con la dictadura antes de que nuestros hijos salgan a la calle a parar las balas con sus pechos y a levantar el futuro con su sangre… »

Los hombres y las mujeres de la Venezuela de Mil Novecientos Cincuenta y Ocho, pero de manera particular los jóvenes, no fueron indiferentes a lo que sobre su tierra acontecía y mientras trabajaban, estudiaban y cantaban,  hicieron de sus vidas el mejor de sus cantos.

En aquella hora,  todos fuimos políticos, en la hondura del concepto, que es entrega a la obra para todos, dación y servicio para que el pueblo alcance su destino mejor. Actuar político entendido como servicio abnegado por los más humildes, como lucha por la autonomía y por la descentralización, como esfuerzo constante por gobernarnos sin interferencias.

Actuar político entendido como la posibilidad pluralista de juntar múltiples sueños por la patria, como erradicación definitiva del autoritarismo, como distanciamiento de la injerencia y de la intromisión. Actuar político entendido como el esfuerzo de cada minuto por  construir actitudes más limpias en la administración a fin de erradicar la corrupción que en la Venezuela de hoy, transita por el mundo en abultados maletines.

Actuar político entendido como la construcción de un espacio donde puedan vivir todos los venezolanos y no como hoy,  cuando la luz de muchos se oxida en el exilio de los que se han marchado más allá de los linderos nacionales y de los que vivimos oxidándonos a la intemperie de la patria.

Que este Veintitrés de Enero nos sirva para que en la angustia del pueblo encontremos los más hermosos motivos para la lucha; que en la esperanza del pueblo encontremos nuestra propia esperanza y que en la libertad del pueblo sojuzgado,  busquemos  siempre la inspiración para construir nuestro canto de libertad.  A pesar de haber caído en este túnel, siempre estaremos saliendo a mirar cara a cara a las estrellas sabiendo que las manos del hombre son capaces de unir la muerte con la vida y el presente con el futuro.

El Veintitrés  de Enero nos recuerda que podemos luchar sin fusiles ni cañones, al fin y al cabo, luchamos por algo que no se puede negociar: LIBERTAD…  SOLO  LIBERTAD

Felipe Guerrero
felipeguerrero11@gmail.com
Tachira – Venezuela

No hay comentarios:

Publicar un comentario