DESDE EL PUENTE
Lo que más me preocupa de este tiempo es la desintegración material de
la familia como núcleo fundamental de la vida en sociedad. No me refiero
solamente a la diáspora de centenares de miles de jóvenes hacia otros países en
búsqueda de futuro, de oportunidades para crecer y desarrollarse en ejercicio
pleno de la libertad esencial que se necesita para triunfar sin depender de
terceros. También mantengo el pensamiento en los millones de compatriotas
desesperados como cabezas de familia por las dificultades para mantenerla
unida, aún dentro del país. Los muchachos se desprenden cada día más rápido del
centro hogareño que en condiciones normales sería su punto de referencia para
cualquier cosa. Si a esto sumamos la degradación de la educación a todos los
niveles, el éxodo de profesores y maestros, el ausentismo escolar en grado
superlativo y la existencia de un régimen ineficiente y corrompido, también en
esta área, concluimos en que lamentablemente el país se ha derrumbado y está a
la cola de las naciones más desafortunadas del planeta.
Es indispensable cambiar el régimen para poder adelantar una seria
política que tenga a la familia como eje de todo cuanto pueda hacerse. La
familia es insustituible en la formación de la juventud. Ese proceso empieza
desde la misma concepción y nacimiento. No tiene límites. Dura toda la vida. Lo
que se aprende en esa etapa no se abandona nunca. Las enseñanzas que se reciben
orientan a los seres humanos por el resto de sus días. Cuando profundizamos en
el análisis de quienes se han dañado en el camino, siempre encontramos como
causa fundamental, la falta de formación familiar, de familia, en el sentido
más amplio de la palabra.
Lo dicho es válido para ricos y pobres, para varones y hembras, para
todos. La paternidad responsable tiene una importancia de primer orden y las
estructuras que, de cualquier manera, pesan sobre la familia, deben de
facilitar a las madres el cumplimiento de sus tareas fundamentales en la
crianza y desarrollo de sus hijos.
Todo, absolutamente todo, debe caminar en la dirección señalada. La
justicia, la política, la economía, la educación, la salud y, entre otras
cosas, la seguridad de las personas y de los bienes, deben estar al servicio de
la familia en un clima de libertad y democracia que en Venezuela será necesario
reconstruir.
El régimen actual es el protagonista y principal responsable de la
tragedia que sufre la nación. Hay que cambiarlo de manera radical y urgente. No
se trata de debatir entre izquierdas o derechas, populismo demagógico
centralización o descentralización del poder.
Se trata de estudiar las
experiencias que en el mundo funcionan y las que fracasan para aplicar las
primeras adecuadas a nuestro medio y estar alertas frente a las desviaciones
que conducen al fracaso. No se puede perder más tiempo.
Oswaldo Alvarez Paz
oalvarezpaz@gmail.com
@osalpaz
Desde El Puente
Caracas - Venezuela
No hay comentarios:
Publicar un comentario