Es difícil negar que con la llegada de Juan Guaidó a
la Presidencia de la Asamblea Nacional se respira un aire nuevo de esperanza y fe en el
liderazgo que él encarna para reiniciar la lucha de los factores de la oposición, que se habían extraviado
en disputas intestinas e incoherencias en el pasado reciente.
La coordinación del trabajo político interno; el
acompañamiento popular, y el apoyo de la comunidad internacional para la recuperación de la
democracia como sistema, son la premisa básica para intentar desmontar la corporación
internacional del crimen organizado que hoy destruye a nuestro país, y está compuesta –por una
parte- por el comunismo corrupto diseñado en el Foro de Sao Paulo; dirigido por la dictadura
cubana, y ejecutado en Venezuela por el estafador eterno, y su mediocre émulo.
Del mismo modo, la dictadura que destruye a Venezuela
está acompañada por la guerrilla
colombiana del ELN y las FARC; el fundamentalismo
terrorista musulmán; la mafia teocrática de Irán; China; Rusia, y el narcotráfico, es decir, se
trata de una lucha cuesta arriba contra factores muy poderosos.
Por si fuera poco, la dictadura está sostenida
internamente por la cúpula de la FAN, corrompida hasta los huesos en negocios ajenos a la actividad que
les ordena la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, pero seducida por
la lluvia multimillonaria que entra en sus cuentas nacionales y en la banca internacional.
Están metidos en el negocio de los alimentos; la mafia
de las fronteras y las distintas formas de contrabando; petróleo; bancos y seguros; televisión y
radio; gasolina; minería, y según las denuncias de las organizaciones internacionales
especializadas en el tema, también en el narcotráfico, lo cual, lo cual los hace cómplices de
la tiranía en grado extremo. Por ello, para la continuación de la lucha contra la
tiranía corrupta de nuestro país, se requiere más fuerza cada día, y para ello es necesario hacer
buena la palabra según la cual, todos somos necesarios. Eso nos obliga a un ejercicio mayor de
comprensión y tolerancia para encontrarnos con todos los factores de la oposición leal; nadie
sobra.
El Presidente Guaidó tiene el deber de enviar un
mensaje aglutinador; un mensaje que contribuya a reunir en una misma organización a todos
los factores de oposición, incluso más allá de los partidos y poner de su lado la opinión y
experiencia de tantas personalidades y grupos que están dispuestos a colaborar con la
recuperación de la democracia y la prosperidad de nuestro país y su gente.
Tender la mano abierta para que se sepa que todos
cabemos en la propuesta de recuperación y reconstrucción. Entender que el problema de fondo es
la lucha entre la tiranía; la corrupción; la inseguridad; la pobreza; la hiperinflación; enfermedad
y muerte que Maduro representa, y la esperanza; la recuperación de la libertad; la
prosperidad; la democracia; el progreso, y vida que nosotros representamos.
Esos son valores superiores que deben animar la
existencia de acuerdos y mecanismos de
ampliación e inclusión de todo grupo, o personalidades
dispuestas a colaborar en la reconstrucción que habrá que emprender en modo total,
luego de que salgamos de la tiranía malandra.
Hemos perdido estos 20 años, y el daño ocasionado es
inconmensurable. Es una obligación de todos ayudar en la recuperación, y enseñar a las
nuevas generaciones el peligro que comporta una tiranía para que más nunca sucumban a las mentiras
de unos fanáticos enloquecidos y ladrones como los de hoy.
El Presidente Guaidó ha demostrado amplitud, y por
ello debe seguir sumando para garantizar la participación de todos.
Hagamos nuestro mejor esfuerzo por la salvación del
país.
Román Ibarra
@romanibarra
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